Detective Conan es propiedad intelectual de Gosho Aoyama-sensei y de todos sus distribuidores. Este fanfic no está hecho con ánimos de lucro, por eso no me considero violadora de ninguna ley.

* * * * * * * * * *

Ella sonrió pícaramente – Bueno, Kudo, debía asegurarme al cien por cien de que vinieras a la cita, ¿y qué mejor anzuelo que Mouri? – dijo, guiñándole el ojo y haciéndole sonrojar - Pero estaba controlado. Los dos esbirros que fueron a por ella son también del FBI, y en ningún momento quisieron matarla. Como máximo, di el consentimiento de que la dispararan a un lugar que no fuera crítico, eso si la situación se complicaba demasiado. Sólo queríamos mantenerla al margen de todo esto, y la Organización se pensaría así que la tenía, cuando estaba en nuestras manos. Cuando te hubiésemos soltado, ella también habría sido liberada.

Conan suspiró hondo. Demasiada información. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sonrió. No una sonrisa que suele hacer al encontrar una prueba definitiva, o al resolver un caso. No, ahora estaba aliviado, contento, feliz. Si bien era posible que hubiesen disparado a Ran, no habría sido nada grave, y ella jamás había estado en poder de ningún asesino, sino en manos del propio FBI. Buenas noticias, sí señor.

-Bueno, Kudo, lo siento pero podría ser sospechoso que estuviera hablando más tiempo contigo. Tengo que irme. De momento, obedécenos, obedéceme. En cuanto tenga más piezas, volveré a hablar contigo. Espera mi señal. Y, por favor, sé bueno. Me encargaré de que tus amigos no sufran daño alguno, y si por un casual escapan, te lo confirmaré en seguida. Pero ni se te ocurra intentar nada como escapar, o todos mis esfuerzos serán en vano.

Conan asintió. La mujer sonrió y cerró la puerta haciendo que esta chirriara. Conan se sentó pesadamente al frío y húmedo suelo, y poco a poco fue cerrando los ojos con tranquilidad. Por primera vez en mucho, demasiado tiempo, notaba que la situación volvía a estar bajo control. Y lo más importante: Ran estaba bien.

"The case of the mystery APTX 4869"

A Great Detective of Love Fanfic,

bye CiNtUrO-cHaN

Archivo VIII: Complicación y salvación

Todos los presentes guardaron silencio, asustados. La chica seguía escrutando con la mirada a su padre, el detective Kogoro Mouri, quien recién acababa de percatarse que se había ido de la lengua. Agasa se puso una mano en la cabeza y suspiró. ¿Cómo era posible que ese hombre siempre lo liara todo aún más? Por su parte, Ai estaba en silencio. Bueno, era más que previsible que una vez enfrentándose públicamente a la Organización, ella terminara por saberlo, ¿no? Es peor enfrentarse a algo que desconoces que algo que conoces, y ella casi había sido secuestrada. Tenía derecho a saberlo todo. Y lo de Shinichi.

-¿Papá? – insistió la chica, mirando hacia su padre, el cual estaba pálido.

Kogoro miró al doctor y éste suspiró. Se encaró hacia Ran y puso su mejor cara de buen hombre – Ahora no hay tiempo, Ran. Te prometo que luego te lo contaremos, pero ahora tenemos que hablar con los detectives Sato, Takagi y Shiratori.

-¡Eh, yo soy inspector! – todos se giraron hacia el hombre que había detrás de ellos y que acababa de hacer aparición – Venga, hace rato que os esperamos. Seguidme – y el INSPECTOR Shiratori dio media vuelta y se dirigió hacia los ascensores, seguidos por todos.

Ran andaba algo desconfiada, sin saber por dónde iban los tiros. Kaito la miraba de reojo. No conocía a nadie de allí, salvo al detective Kogoro, por el caso de la Black Star. Pero no era corto, y lo había entendido todo. Según lo que había escuchado decir el detective hacía unos instantes, él y el abuelo *Y quizás también la cría, porque no parecía sorprendida en absoluto* sabían que Conan Edogawa era Shinichi Kudo. Y para mayor sorpresa, Ran no lo sabía. Bueno, a él también le costó lo suyo descubrirlo. Miró tristemente a la chica, que andaba a su lado cabizbaja. ¿Cómo se lo tomaría? Esa situación le recordó muchísimo a la suya con Aoko. Sin algún día descubría que él era en realidad su odiado ladrón, el que impedía el ascenso de su padre… bueno, no quería ni imaginárselo. Deseaba ver la reacción de Ran, porque de un modo u otro sabía que Aoko actuaría de igual o semejante forma cuando lo descubriera todo.

-¿Y qué estamos haciendo aquí, exactamente? – preguntó Ran de improvisto, cuando ya estaban al ascensor.

Shiratori arqueó las cejas, sorprendido - ¿No lo sabe, señorita Mouri? Pero si...

Kogoro le puso el dedo en la boca - ¡No lo sabe! Y aún no digas nada que te pasará como a mí y se te escapará algo…

Todos se quedaron mirando a Kogoro, desesperados. *Éste tío es un paleto…* pensaron todos a la vez. Ran, sin embargo, aún seguía más intrigada. ¿Qué hacían todos ellos en la comisaría central? ¿Y qué es lo que no sabía? Además, ellos habían venido aquí para denunciar su casi secuestro suyo y el de Aoko. ¡Eran ellos los que no sabían nada! ¿O no…?

De repente la chica se percató de algo. Buscó entre los pequeños y se encaró de nuevo a su padre con expresión severa - ¿Dónde está Conan?

Todo el mundo se la quedó mirando. Parecía que sus pensamientos eran llegar cuanto antes al piso correspondiente y allí tal vez Ran se cansaría de tanto interrogatorio. Pero la chica estaba cada vez menos consciente de lo que sucedía y odiaba sentirse así. Más que nada porque tenía el presentimiento de que todo el mundo sabía algo que ella no.

-Ahora que lo dices, Ran-neechan… - Ayumi la miró preocupada, junto con Genta y Mitsuhiko – Ya hace dos días que no viene a clases… desde que nos dijo eso del F.B.I que no le hemos vuelto a ver, ¿verdad, chicos? – los dos pequeños respondieron.

Kogoro y Agasa se quedaron aún en más trance y miraron a Ran, la cual empezaba a enfadarse. Ella se agachó hacia los pequeños con expresión neutra.

-¿Dos días? ¿Conan hace dos días que no viene a clase? – ahora se alzó hacia su padre, más que harta - ¡¡EXIGO QUE ME EXPLIQUÉIS QUÉ ESTÁ PASANDO!!

-Ah..er…bueno, todo tiene una explicación… ¿no? – Kogoro se giró hacia Agasa, el cual se hacía el sordo jugando con los pequeños.

Shiratori escrutó a los pequeños con preocupación – Niños, ¿qué decís de un agente del F.B.I?

-Calma, calma Shiratori – Agasa se interpuso entre él y los pequeños – Arriba os lo contaremos todo, ten paciencia. Es muy largo y hay muchas cosas de que hablar…

-¡NO!

Los presentes se giraron, sorprendidos, hacia el desconocido joven de parecido indiscutible con Shinichi Kudo. Kaito, quien había permanecido en silencio todo el rato, acababa de explotar. Incluso le sorprendió a Ran y todo. No lo había visto nunca así, tan agresivo.

-¡No hay tiempo! ¡Han secuestrado a Aoko y vosotros estáis aquí charlando animadamente! ¡Lo primero es lo primero, quiero que envíen coches patrulla en su busca! – exclamó él, indignado, dirigiéndose hacia Shiratori y Kogoro.

-Exacto – repuso Ran – si hemos venido aquí no ha sido para verte a ti, papá. ¡Han secuestrado a una amiga nuestra, ya te lo he dicho por teléfono! Y vosotros os quedáis aquí, tan panchos…

-Eh, eh, tranquilidad – repuso el doctor, mirando a ambos jóvenes – De eso también hablaremos. Pero tranquilos, que no nos olvidamos de la chica…

El ascensor paró y se abrieron las puertas. Shiratori los condujo hacia una sala privada donde había una mesa y varias sillas, y allí ya les estaban esperando Sato y Takagi, ambos con papel y bolígrafos. Cuando entraron, se pusieron de pies y se saludaron entre todos. Luego, cada uno tomó asiento. Como no esperaban la visita de Kaito, sobró una silla. Ran se ofreció a quedarse de pies, pero Kaito se negó y se quedó detrás suyo, apoyado en la pared, con los brazos cruzados. Ran le miró algo viciosa. Se parecían tanto… tanto…

-Esto… ¿es buena idea que los críos oigan esto? – preguntó Kogoro, mirando a Agasa. Ante el comentario, los Detective Boys empezaron un séquito de quejas mientras inflaban los morros.

Agasa se encogió de hombros – Ellos también están relacionados con esto, poco, pero lo están. Escuchadme, niños – Ahora Agasa los miró seriamente y los pequeños dejaron de poner caritas y asintieron – Lo que vais a oír aquí es confidencial. Esto no es una broma, hay vidas humanas en juego. Por vuestro honor de detectives que no revelaréis una palabra a nadie.

Los tres, solemnes, se pusieron la mano en el corazón y asintieron juntos - ¡¡Lo juramos!!

El profesor sonrió benévolamente –Bien…

-Bueno, vayamos por partes – empezó Sato, mirando a Kogoro – si me he enterado bien, aquí tenemos varios casos preocupantes. Takagi – la mujer lo miró y éste asintió. Takagi se puso de pies y empezó a leer de su papel.

-Tenemos el caso del agente del F.B.I, el caso del intento de secuestro de la señorita Mouri; el caso de la desaparición de Hattori Heiji y Toyama Kazuha; finalmente, el de… ¿Conan Edogawa? – Takagi miró a Kogoro y a Agasa.

-¿Q-QUÉ? – Ran se alzó de la silla, mirando a Takagi - ¡¿Han secuestrado a Conan, Hattori y Kazuha?! – la chica estaba bastante alterada. Takagi asintió – N-No puede ser… no…

-Prosigamos – ahora era el turno de Shiratori – Según parece, todo ha sido causante por esa extraña Organización de hombres de negro, tal como afirman, ¿no? – Agasa y Ai asintieron. Shiratori frunció el ceño - ¿Tienen pruebas de que exista tal organización?

Ai saltó, ofendida - ¿Es que no les vale nuestra declaración?

Agasa la calmó y la chica se sentó, aún enfadada. Él se puso algo serio. No habría ninguna manera de hablarles de todo esto sin explicarles lo mismo que el otro día explicaron a Kogoro. Si querían su máxima ayuda, como ya había previsto, tendrían que decirles toda la verdad. Sino, no se lo creerían.

-Creo… que deberían escucharme todos – Agasa se puso de pies y miró a Ran tristemente – Esto se remonta a hace dos años, el día en que Shinichi Kudo desapareció.

El corazón de Ran dio un espasmo. Lo recordaba perfectamente. Ese día…en el parque de atracciones… y esos misteriosos hombres de negro…

-¿Qué pinta Kudo en todo esto? – preguntó Sato, mirando confundida al profesor.

Él alzó su mano en signo de silencio – Pinta y mucho. Pero por favor, ahora déjenme hablar. Como he dicho, todo empezó ese día…

* * * * * * * * * *

La mujer de fina figura se puso el albornoz mientras se ponía la toalla envolviendo sus cabellos dorados. Cogió con delicadeza las finas gafas de montura negra y se las puso. Se sentó en el sofá y empezó a escuchar las noticias, cuando sonó el teléfono.

Con desgana, se alzó de su cómoda posición y lo cogió. Miró el número y sonrió.

-Hey, ¿qué horas son estas de llamar? – preguntó, mirando el cielo oscuro con algunos nubarrones. Notó que su interlocutor suspiraba y pensó divertidamente que incluso llamando fumaba.

-Déjate de tonterías. ¿Qué más sabes? – preguntó la voz.

Jodie cogió el auricular y se sentó de nuevo al sofá – Bueno… tal como pensábamos. De momento no sospechan nada, pero creo que saben que hay agentes aquí, en Tokio. Ve con cuidado.

Él hizo una risa forzada – No soy yo quien está en la boca del lobo. En fin, cómo va todo por ahí dentro.

La mujer empezó a toquetearse el cabello, cerrando los ojos – Bueno, ya le he dicho a Kudo que no soy de la Organización; también le he dicho que soy del F.B.I.

-¿Le has contado lo de la chica?

-Nop. Como se escapó, no tengo ni idea de dónde está. Pero si la tuviera la Organización, lo sabríamos… estoy segura de que se encuentra en buenas manos. Sin embargo, hay algo que me preocupa…

-¿El qué?

-Verás, Akai… al parecer la Organización ha tomado un nuevo rehén. Yo la he ido a visitar personalmente. Ellos insisten en decir que es Mouri, y lo cierto es que se parecen, pero no lo es. Ella me ha dicho que se llama Aoko. Le he dicho que puede confiar en mí. Según me ha contado, es la hija del inspector Nakamori, de Shibuya. ¿Cuáles son las órdenes? ¿Qué hago, les digo que no es ella, porque si le hago la prueba del ADN también lo sabrán, o me hago la loca, y así ellos pensarán que la tienen?

Shuichi Akai se quedó unos instantes pensativo – Hmm… será mejor que no les digas que no es Mouri, porque entonces no tendrían ningún impedimento en matarla; en cambio, a ella la necesitan de rehén. Y como esta tal Aoko ha visto y oído demasiadas cosas, no dudarían ni un instante en matarla.

-¿Entonces, qué? Tarde o temprano lo descubrirán…

-Mira, Jodie. Haremos esto: dile a Kudo que no es Mouri, pero que actúe como si lo fuera, ¿de acuerdo? O que al menos finja que la conoce. Si ellos creen que es lo suficientemente valiosa para él no la matarán. Mientras, intenta comunicarte con alguien referente a ella. Amigos, familia, la policía… pero que no se note. Que sólo vaya un agente y de incógnito. Tú mandas una orden, dices que la rehén debe ir a otra base, y que los miembros que la acompañen sean también del F.B.I, así podrán llevarla sana y salva.

Jodie frunció el ceño – Pero si hago esto van a sospechar de mí… y ciertamente, creo que ya hay alguien que sospecha…

-¿Quién?

-Vermouth. Ya te he hablado de ella, esa mujer hija de Sharon Vineyard. Su nombre real es Crhis Vineyard. Pero por ahora no podemos cogerla, porque entonces todas las sospechas caerán irremediablemente hacia mí.

-Entonces ya está. Haz lo que te he dicho – y el hombre de fríos ojos verdes y voz glacial colgó. Jodie miró enfadada al teléfono. ¡Cómo odiaba que siempre le hiciera lo mismo! Dejó el teléfono de nuevo en el aparato y se sentó al sofá, pesadamente. Lo bueno de esto es que la Organización no sabía que estaba manteniendo y pagando la casa (y qué casa…) de una traidora.

*Ahora no hay tiempo para cavilaciones. Nunca hay tiempo. En fin, será mejor que empiece… sí, empezaré comunicándome con alguien de la policía, diciéndoles lo de la chica… ¿Pero a quién llamo? Según me he informado, incluso en la mismísima policía hay miembros de la Organización infiltrados. En fin, será mejor que hable con alguien de confianza y en persona…*

Y dicho esto se dispuso a ir a su lujosa habitación a cambiarse, para más tarde ir hacia la comisaría central de policía de Tokio.

* * * * * * * * * *

El disparo no se oyó, ya que el individuo había utilizado silenciador. Los instantes pasaron lenta y insufriblemente. Kazuha lo recordaba todo con claridad: la heladería, el secuestro, y tener mucho, mucho sueño; y luego, al despertar, ese hombretón de mirada viperina apuntándola con la pistola. El fallido intento de Heiji para que le disparar a él. No sabía si estar enfadad con él por haber hecho semejante tontería o darle las gracias. Pero definitivamente no quería que le disparan…no, mejor mataran por su culpa. No podría volver a alzar la cabeza en su vida.

Entonces vio que ese hombre volvía a puntarla a ella. Miró a Heiji, como si fuera ya la última mirada, la despedida. Notó que sus ojos se humedecían. Los cerró con fuerza, asustada. En el fondo estaba feliz, porque al menos Heiji sí que quedaría con vida, y ese era el único alivio que en ese momento tenía. Y sonó el disparo endiablado, poco, pero se oyó. Notó cada músculo contraerse, esperando el impacto. Un séquito de imágenes se le pasaron por su cabeza. La última que vio fue la escena de la cadena de hierro, años atrás. Ese sería su último recuerdo en vida…

Pasaron los segundos y se notaba igual. ¿Estaba muerta? No había mucha diferencia con estar viva, la verdad.

Hizo de tripas corazón y entreabrió un ojo, aún con lágrimas. Y la sorpresa le causó un shock. Abrió ambos ojos, observando el panorama. Ese hombretón, al suelo, con la pistola tirada metros más allá, y Heiji… Kazuha empezó a llorar. De repente, notó como las cuerdas que la sostenían hacía rato que ya no lo hacían. Así que era eso… Heiji, mientras hablaba, estaba intentando romperlas, y vaya si lo había hecho. Todo había sido una maniobra de distracción. Todo había ido bien. Entonces… ¡¿qué hacía Heiji al suelo en medio de un charco de sangre?!

-He…Hei…

Kazuha se levantó a duras penas y empezó a arrastrarse débilmente hacia el chico de Osaka, el cual estaba tendido al suelo. Cómo podía ser tan idiota… por qué… ¿por qué no se había dado cuenta? ¡¿Por qué no supo que él intentaría arriesgarse para salvarla a ella?! ¡¡¿¿Por qué no supo ver que él intentaría soltarse y en el último momento se interpondría entre ella y la bala mientras a la vez mandaba a el hombretón al mundo de la inconsciencia con un potente puñetazo??!!

-¡¡¡HE…HEIJIIIIIIIIIIIIIII!!!

La chica se tiró, en medio de un manto de lágrimas, al cuerpo inerte del chico. Lo giró y se quedó cara a cara. Tenía los ojos cerrados y la barriga ensangrentada. Kazuha se lo quedó mirando, en shock. *Por qué… por qué siempre haces lo mismo…* de nuevo empezó a llorar, sin saber nada más que hacer.

-¡¡HEIJI ERES UN IDIOTAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

Kazuha abrazó fuertemente al chico, manchándose ella misma, cosa que no le importó en absoluto. Aún le parecía estar oyendo su débil corazón palpitar y… *¿EH?* Kazuha abrió los ojos de nuevo y se encontró con la mirada atónita del chico. Por un instante, no supo qué hacer. La escena, la siguiente: ella, abrazándole fuertemente, tumbado encima suyo, manchada de sangre, de SU sangre, a escasos centímetros el uno del otro. Su primera reacción: ponerse como un tomate. La segunda: separarse inmediatamente de él. Y la tercera: volverle a abrazar con más fuerza y reanudando el llanto.

-¡¿Qu…?! ¡¿Qu…?! – era lo único que podía pronunciar el estupefacto chico de Osaka, el cual no sabía a qué venía todo eso. Pero lo cierto es que disfrutó bastante. Empezó a darle golpecitos en la espalda para tratar de tranquilizarla. Kazuha, poco a poco, dejó de llorar y se fue separando de él, tapándose los ojos.

-¿Y ahora qué demonios te pasa, tonta? ¡¿Por qué lloras?! – exclamó él, cada vez más confundido.

Ella, aún sin mirarle, pronunció unas tartamudeantes palabras en medio del llanto –Es que…es que… estabas ahí… con sangre… y yo… yo… snifff… creí que habías… y yo no… ¡¡Heiji!! – la chica se volvió a lanzar a sus brazos, causándole al chico un nuevo shock. Poco a poco, la fue separando *Este no es el momento, aprovechado* y la miró.

-Pues mira, yo estoy la mar de bien – exclamó él, sonriendo.

Kazuha frunció un ceño, enfadada - ¡¡Heiji, te han disparado!! ¡¿Qué concepto tienes de estar bien?! – exclamó, indignada y asustada.

Heiji arqueó las cejas, confundido - ¿Disparado…?

Kazuha se abalanzó hacia él y le subió la camiseta ensangrentada, sonrojándose ambos ligeramente. Kazuha iba a señalarle el disparo, pero para su sorpresa, no lo encontró. Ni un rasguño. Observó todo como para asegurarse mejor, mientras el chico empezaba a enfadarse.

-¡Oye, ¿qué haces?! – exclamó, tapándose de nuevo.

Ella no daba crédito a lo que veía – Pe-pero tú… la sangre… - Kazuha no paraba de mirar el charco que había un poco más alejado, donde antes estaba tumbado Heiji. Heiji también miró y lo comprendió todo.

-¡No, no! Kazuha, a mí no me han disparado – dijo él, negando con la mano.

-Pe-pero la sangre… - Kazuha aún no lograba reaccionar.

Él sonrió tímidamente – No se si te habrás dado cuenta, pero mientras hablaba con el tipejo ese logré desatarme. Y justo cuando te apunto, me abalancé sobre él, le torcí la muñeca y se disparó a sí mismo. Es un movimiento que suelo utilizar bastante en el kendo y… ¿Kazuha? – Heiji observó como la chica se lo había quedado mirando bastante roja.

-Pe-pe-pero entonces… tú estabas consciente todo el…

Heiji también se puso algo nervioso. Kazuha le señaló con el dedo, aún temblando. Heiji notó en el aire que pronto recibiría una buena paliza. Kazuha empezó a hablar con rabia contenida - ¡¡FINGÍAS!! ¡¡MALDITO COBARDE-INSENSIBLE-IDIOTA-ESTÚPIDO!! ¡¡¡FINGÍAS ESTAR MUERTO!!!

Heiji alzó los brazos intentando calmarla - ¡N-No, no es eso…! Cuando le torcí la muñeca y recibió el impacto, el maldito tuvo fuerzas suficientes para darme un buen golpe, y por eso me quedé tendido al suelo, algo atontado por el golpe en la cabeza que me había hecho al caer… ¡¡lo juro!!

Kazuha frunció el ceño, algo nerviosa. Entonces Heiji adoptó de nuevo su postura fría y se alzó. No debían olvidar que estaban en alguna base de la Organización, y dentro de poco alguien vendría a ver por qué ese compañero suyo tardaba tanto. Observó la estancia. A través de una pequeña ventana cuadrada se podía ver el exterior, el cual estaba a oscuras. Por la vista, Heiji dedujo que se encontraban a un par de kilómetros de Tokio, ya que veía un poco a lo lejos la Torre de Tokio.

-¿Y ahora qué hacemos? Si esos tipos descubren que hemos matado a uno de los suyos… - dijo Kazuha, mirando al hombre tendido con temor.

Heiji se acercó a él y le cogió todas las armas que tenía, que no eran pocas: dos cuchillos, dos pistolas, ambas con balas suficientes, y un teléfono móvil. Heiji sonrió sagazmente. Era cuanto necesitaban. De nuevo se acercó hacia la chica y la ventana y la examinó.

-Mm… oye, Kazuha, ¿crees que podrías pasar por aquí? – preguntó él, mirándola de arriba a abajo. La chica dudó unos instantes.

-Soy bastante elástica, aunque me costará un poco – la ventana estaba a unos dos metros de altura, así que tuvo que utilizar la ayuda de Heiji para llegar allí. Una vez teniendo la ventana delante, esta parecía bastante más grande – Creo que sí que pasaré, y tú también. ¡Alehop!

Kazuha dio un ágil salto y empezó a meterse dentro de la ventana. Heiji observaba desde bajo, mirando la puerta algo temeroso. En cualquier momento podría aparecer alguien… Volvió a mirar a Kazuha, la cual ya sólo veía las manos.

-Heiji, esto está un poco alto – la oyó gritar.

-¿Cuánto?

-Unos…tres metros… bueno, voy a soltarme – y dicho esto soltó el agarre.

-¡¡I-IDIOTA!! – Un séquito de imágenes de Kazuha con algo roto le pasaron por la cabeza. Tres metros es mucha distancia, y ahora era el peor momento para lesionarse -¿Todo bien? – preguntó al instante.

-Sí, venga.

-¿Qué ves?

La chica inspeccionó un poco el paisaje – Bueno, tienes razón. Estamos cerca de Tokio. Estamos en una pequeña casa de campo que parece que vaya a caerse a pedazos, creo que esto es la parte trasera. Veo un jeep negro, pero no hay nadie. Quizás ese tipo estaba solo…

-¿Hay alguna cuerda por aquí? – preguntó el chico de Osaka.

Kazuha miró por los alrededores con cautela y volvió hacia la pared donde se encontraba Heiji justo al otro lado – No, no veo ninguna. Tendrás que saltar como yo.

-¡Tonta! ¡Te recuerdo que yo te he ayudado a pegar el salto!

-Shh, no grites, estúpido – Kazuha se sentó, para evitar así ser vista. Como había tantos matorrales y malas hierbas, y la vegetación en general era de cuatro pies, tenía un buen camuflaje. Entonces oyó un ruido y Heiji cayó a su lado. El chico inspeccionó los alrededores y se puso de pies.

-Será mejor que vayamos a pie. Coger el jeep sería demasiado arriesgado.

Kazuha asintió y ambos empezaron a correr hacia la capital. Agradecieron en silencio el hacer deporte, porque dos kilómetros corriendo no los corre uno cualquiera. Entre pasos y pasos, Heiji se sacó el teléfono móvil y empezó a llamar.

-¡Oye, ¿y si esto lleva un localizador o algo?! – preguntó la chica, preocupada de que la Organización pudiera encontrarles al registrar la llamada.

-Ya lo he quitado – repuso él – y si tiene alguno no importa. Haré la llamada y tiraré el teléfono lo más lejos posible.

Ambos siguieron corriendo, mientras Heiji se ponía nervioso. Kazuha lo miró de reojo - ¿A quién llamas?

-A Agasa… ¡ah, ya hay línea! – exclamó el chico, jovial - ¡¿Profesor?! ¡¡Sí, soy Heiji!! – hubo unos instantes de silencio y el chico volvió a hablar – Sí, nos hemos escapado. Ahora estamos a las afueras de Tokio, no sabría decirle muy bien dónde… ¿a la comisaría central? Ahá, vamos para allá. Tardaremos un poco… sí, ¡¿QUÉ?! – nuevos instantes de silencio. Kazuha miraba preocupada a Heiji – Vale, entiendo. Sí, bien, hasta ahora…

Heiji paró un instante de correr y tiró el móvil al suelo, lo pisoteó y lanzó los restos esparciéndolos por diferentes puntos, mientras reanudaban la marcha.

-¿Qué te ha dicho? – preguntó rápidamente Kazuha.

-No te lo creerás, pero Neechan nunca ha estado secuestrada – dijo él, siguiendo corriendo.

Kazuha arqueó las cejas, sorprendida - ¿En serio? ¿Y dónde está Ran ahora?

-Bueno, no me ha contado mucho. Al parecer intentaron secuestrarla y un chico que pasaba por allí la ayudó. Ahora él también está allí en comisaría, porque al parecer han secuestrado a una chica que iba con ellos. Ya ves, la cosa se va complicando…

-¿Y qué hay de Kudo? – preguntó ella, notando que, efectivamente, esta historia se hacía cada vez más enrevesada.

Heiji miró hacia el cielo – Ni idea. Supongo que estará en manos de la Organización.

-Tal vez… tal vez él también haya conseguido escapar – susurró ella.

El chico negó con la cabeza – No. A diferencia de nosotros, él es mucho más importante. Te aseguro que no lo tendrán en esa choza como nos tenían a nosotros. Estará vigilado constantemente. Además, aunque pudiera escapar, no lo haría hasta saber que todos estamos bien. Y dado que él no tiene ningún teléfono ni modo para comunicarnos, me preocupa bastante que le hagan chantaje a nuestra costa. ¡Y aún me da más rabia que él crea que estamos en sus manos!

Kazuha lo miró silenciosamente. Nunca se hubiera imaginado al llegar a Tokio que acabarían corriendo los dos mil metros lisos huyendo de una mafia. Y lo cierto es que hubiese preferido quedarse a Osaka más tranquilos, así no estarían en peligro. Pero no, tampoco era una buena idea, porque no hubiese soportado quedarse de brazos cruzados mientras su amiga y su chico pasaban por todo esto solos. No, habían hecho bien en acudir.

Miró de nuevo hacia la capital, cada vez más cerca. Ahora ya empezaba a haber algunos edificios de empresas que obviamente a esas horas de la noche estaban cerrados.

-Arf…arf… - Kazuha empezó a correr más lentamente. Era obvio que el trayecto que habían recorrido era bastante, pero la chica empezaba a notar las consecuencias del cansancio y el sufrimiento pasado.

Heiji se percató de ello y empezó a correr más lentamente, pero sin parar. Aunque tuviera que llevarla a cuestas, no debían parar. Ir con transporte público hubiera sido una buena idea, pero al ser las tantas de la noche ya no circulaba ninguno, y menos por la zona donde estaban; y lo mismo pasaba con los taxis. Pero no podían permitirse descansar. La Organización ya habría podido encontrar el cadáver de ese hombre y en un abrir y cerrar de ojos se habrían puesto en marcha para buscarles por los alrededores.

El chico de Osaka miró preocupado el reloj. Ya hacía más de una hora que habían llamado al profesor. Sí, seguramente la Organización ya les vendría siguiendo la pista. Pero con Kazuha en ese estado no llegarían mucho más lejos, y lo cierto es que él también estaba cansado.

Pi-pi-piiiiiiii

-¿Uh? – ambos jóvenes se giraron. Por una carretera perpendicular a la dirección que seguían apareció un coche. Como éste los apuntaba con sus focos, no pudieron reconocerle.

-¡¡CORRE, KAZUHA!! – Heiji empezó a correr tirando de ella con la mano.

-¡¿S-Son ellos?! – preguntó la chica, asustada, mirando hacia el coche que ahora les seguía a través de la hierba. Heiji empezó a desesperarse. Un poco más… quinientos metros más y llegarían ya a Tokio. ¿Por qué tenían tan mala suerte?

-¡Hey, no huyáis! ¡Que soy yo!

Heiji y Kazuha se giraron lentamente para observar, para sorpresa suya, el amarillento coche del profesor Agasa con éste en su interior, sonriéndoles y saludándoles con la mano.

* * * * * * * * * *

-Buenos días, Cool Guy – la mujer de dorados cabellos abrió la puerta e introdujo una bandeja con algo de comida. Iba acompañada de dos hombretones, ambos vestidos de negro. Conan, por primera vez en mucho tiempo, había pasado una tranquila noche durmiendo, eso sí, llena de sueños intranquilos. Cuando despertó, lo primero que le vino a la cabeza fue que Ran estaba sana y salva. Se quedó un tiempo mirando a través de la alta rendija de la ventana cómo el Sol empezaba ya a elevarse. Pese a estar en época de lluvias, hacía un poco de bochorno. Seguidamente, notó que alguien picaba a la metalizada puerta y ésta se abrió con Jodie y los dos tipos.

-¿Buenos días? ¡¿Buenos días?! ¡¡SOLTADME!! ¡¡Dejadme escapar de una vez!! – exclamó el chico enfadado hacia Jodie. Ella sonrió interiormente. Realmente, Kudo era muy listo. Después de la pequeña conversación de la noche anterior, parecía haberlo entendido todo claramente. No solo había disimulado perfectamente el no saber de qué iba la cosa, sino que Jodie a punto estuvo de evitar que un hombretón no le diera un buen golpe.

-Chicos, chicos, no le hagáis caso. El pobre está desesperado, ¿verdad, chiquitín? – dijo ella con acento meloso, aparentando su usual frialdad – Probablemente no vuelva a salir nunca más de aquí, así que sería mejor que os compadecierais de él en lugar de enfadaros, ¿entendéis? Y por orden directa de Vodka, nadie, NADIE, puede tocarle ni mucho menos dañarle. ¿Está claro? – dijo ella, mirando asesinamente a los dos esbirros, que asintieron un poco intimidados por la mujer.

-Hasta luego, Cool Guy. ¡Pórtate bien! – y se cerró la puerta de nuevo.

Conan respiró profundamente; sí, definitivamente nadie sospechaba que él lo sabía todo. Ahora sólo era cuestión de aguantar un poco más, y la oportunidad vendría sola. Y como era lógico, luego iría a hablar con la policía sobre esto. Durante su estadía en esa especie de prisión, no había perdido el tiempo. Buscando, buscando, encontró el diminutísimo localizador que el profesor Agasa le había dado y lo había escondido entre pequeñas piedras y el suelo, de manera de si de ya por si era imposible verlo a simple vista, ahora menos. Y cuando saliera de allí, sólo tendría que seguirle el rastro y voilá: adiós Organización.

Lo que le supo mal fue que le quitaran todos sus aparatos, incluso las gafas y esa diminuta pistola que le había dado el profesor. Literalmente, estaba bastante desprotegido. Pero el saber que entre tantos enemigos contaba con amigos, le hacía la espera mucho más pasable. Y el saber que cuando volviera, Ran estaría allí, sana y salva, para regañarle por haberse metido en tantos líos, le permitía dormir tranquilamente, eso sí, aún con algo de culpa y remordimientos por lo que estuvo a punto de pasar.

*Ahora, para acabarlo de hacer perfecto, me gustaría que cuando volviera Ai me dijera, con una píldora en mano, que ya había antídoto definitivo…* pensó él, e imaginándose a sí mismo delante de Ran.

-Siento tener que molestarte de nuevo, Cool Guy.

Conan se giró rápidamente y vio cómo Jodie, junto a Vodka y cuatro esbirros, abrían de nuevo la puerta. Se alzó y se puso a la defensiva, alerta para cualquier situación.

-Hola, pequeño detective – Vodka se adelantó y con su voz ronca y glacial sonrió al chico. Éste se limitó a ponerle su mayor cara de desafío. Vodka se puso de nuevo de pies y se giró, y empezó a andar fuera de la prisión. Uno de los esbirros se adelantó y empujó a Conan para que empezara a andar, siguiendo al hombretón. A la retaguardia de la fila estaba Jodie, la cual se encargó de cerrar con paño y llave la vacía celda.

Conan, por primera vez, vio algo más que esa prisión y el trozo de pasadizo que se percibía cuando la puerta estaba abierta. Le sorprendió que eso pareciera, más que la guarida de unos mafiosos, la casa de un millonario. Llena de cuadros pintados por los artistas más singulares, y también con multitud de esculturas a bando y bando del pasillo, todo daba un aire de riqueza impresionante.

A derecha e izquierda había también bastantes puertas. Siguieron por el largo pasillo y tumbaron a otro segundo corredor a la derecha. Al fondo de éste, había una única puerta. El primer esbirro se adelantó y la abrió educadamente, inclinándose al paso de Vodka y de Jodie. El segundo hombretón dio un nuevo empujón a Conan, haciendo que este frunciera el ceño y gruñera algo imperceptible, a la vez que entraba con prisas a la sala. Los cuatro hombretones se quedaron al lado de la puerta y Jodie, Vodka y Conan siguieron hasta el centro de la habitación.

Más que una habitación, a Conan le pareció una especie de laboratorio sin probetas ni cosas extrañas. Era una habitación totalmente redonda, sin ninguna esquina, con luces azuladas. En el centro había una grande silla, la cual les estaba de espalda. Vio unos pies, seguramente allí habría alguien. Vodka se adelantó y Conan se quedó a un par de metros de la silla, junto a Jodie. Éste la miró interrogativamente, preocupado. ¿Era mentira todo lo que le había dicho? Notó que de su interior empezaba a emanar rabia…

-Bueno, chico – la voz de Vodka le obligó a volver al mundo real. Éste ya estaba al lado de la moderna y azulada silla – Tal y como te prometimos, aquí está la chica.

Conan abrió los ojos, parpadeando incrédulamente. Entonces… ¿no era cierto? ¿Nada de lo que esa mujer le había dicho era cierto? ¿Ran aún estaba en su poder?

Vodka giró la silla azulada, donde permanecía una joven de la misma edad de Ran, enmordazada, mirando asustada a su alrededor. Conan se la quedó mirando, sin entender nada. Jodie aparentó la más fría indiferencia, mientras que Vodka sonreía fríamente.

Aoko, por su parte, no sabía qué hacía en medio de todo ese lío. Y mientras tanto, Conan empezaba a atar cabos… Esa, aunque se pareciera mucho, no era Ran. Entonces… ¿quién era esa chica y qué hacía allí?

Fin del cap. 8

CONTINUARÁ

Nota: 'Neechan' es el término que usa cariñosamente Heiji para llamar a Ran.


^Notas de la Autora^

Ohayô, konnichiwa, konbanwa, qué más da… ¿qué tal? Espero que os haya gustado ese capítulo, a mí sí me ha gustado cómo ha quedado en definitiva, más que nada porque ha habido bastante acción. Espero que os esté picando el gusanillo de la incertidumbre (más conocido como 'curiosidad'). Pero ojo con la curiosidad, todos sabemos cómo terminó Shinichi después de ser un poco metomentodo.

Y referente al capítulo… ¿os ha gustado? Espero que sí, y sorry por la tardanza, pero como bien debéis saber, un nuevo curso se alza sobre nosotros, y las pobres personas como yo que tienen que ir cada día al instituto ven su tiempo libre rebajado al 99% ú.ù

Bueno, lo de siempre, escribid vuestra opinión a cinturo@3xl.net n_n ¿valep?

Dedico el capítulo a todos mis friends, a Jess, Arzainer, Kaiser69, Hattori_Kudo, Kazuha_Toyama, Aoko_Kuroba, Ran_Kudo, y-er… ¿alguien más? Perdonadme, pero tengo muy mala memoria, so…

Ja ne! (o salu2 a to2, como prefiráis n_~)

CiNtUrO-cHaN (CCF)

21··Septiembre··03