Disclaimer: Nada es mío, nada me pertenece... si no lo eran en el prólogo.. ¿por qué iban a serlo ahora?
Por un beso.
Capítulo 2-¡Venga, tres vueltas más! –exclamó James, subido en la escoba, dirigiendo el entrenamiento de su equipo.
Los chicos y chicas que lo integraban sujetaron bien sus manos a los mangos y volaron de nuevo, con cansancio, de una señal a otra, haciendo relevos. James observaba de reojo sus movimientos mientras soltaba su snitch e iba a buscarla repetidamente, entrenando él también en una tarea más solitaria.
Bostezó sonoramente, aburrido. Un entrenamiento más. Todos eran iguales. Sus chicos volaban de un lado a otro con rapidez, sin descanso, tal y como él les pedía. Y Sirius, Sirius era el más rápido. Sonrió de medio lado. Aunque aquella chica... ¿Kat? Sí, esa no era una mala guardiana. De hecho, era la mejor dentro del sector femenino.
Miró a las gradas, más por costumbre que por verdadera curiosidad; pero lo que vio consiguió erguirle aún más sobre su escoba. El objeto de la apuesta más valiosa de su vida estaba allí, en las gradas, mirando a las figuritas volar sobre ella, con un libro y una pluma entre sus manos. James entornó los ojos. Objetivo captado. Bien, ahora sólo debía actuar.
-Verás lo que es bueno, Lily Evans... –murmuró para sí mismo, antes de soltar de nuevo la snitch, dejándole más ventaja para después salir volando a por ella.
Hizo un par de movimientos rápidos, y se concentró especialmente en poner en práctica giros y maniobras peligrosas que había estado ensayando últimamente, y que confiaba sorprenderían a la pelirroja.
Lo que el chico no sabía era que desde las gradas, Lily rodaba los ojos. Parecía que el prepotente de Potter empezaba de nuevo con su lista de 'cosas-con-las-que-dejar-la-boca-abierta-a-las-chicas'.
-Emocionante... –murmuró sarcástica, haciéndose cosquillas en la barbilla con su pluma.
Claro que James, desde ahí arriba, no podía oírla; y seguía con su sarta de movimientos hasta que al fin cogió la snitch, y la apretó bien en su mano, con una sonrisa satisfecha. Bueno, si ahora no había una pelirroja derretida ahí abajo podía pegarse un tiro, directamente. Pero cuando bajó la mirada, sus ojos se abrieron con fuerza, con indignación.
-¿Qué demonios...? –pudo mascullar, viendo a su mejor amigo descendiendo como quien no quiere la cosa hacia las gradas. Un momento... ¿Y qué estaba haciendo, quitarse la camisa?-. ¡Sirius!
Pero el chico le ignoraba, y bajaba con su escoba, sus manos desabrochando los botones de su camisa. Tocó al fin suelo, y cogió su escoba con su mano, apoyándose ligeramente en ella, con su camisa ya abierta. Esperó a que la chica le mirara, con la mejor de sus sonrisas, pero Lily no parecía querer levantar la vista del libro. El chico se miró a sí mismo unos instantes. ¿Qué ocurría, es que no se había dado cuenta de que estaba ahí? Carraspeó. ¿Nada? Alzó las cejas, antes de entornar los ojos. Está bien, tendría que ser menos sutil...
-Eh, nena... ¿qué tal? –murmuró, utilizando su voz en el mode sensual; el cual, cabe decir, dominaba a la perfección.
Lily simplemente suspiró y pasó de página.
-¿Hace calor, Black? –murmuró, anotando una o dos palabras en el borde de su libro, sin demasiada concentración.
El chico la miró confuso.
-¿Calor? –dijo sin comprender-. Calor... bueno, no especialmente, no sé, es decir... ¡ah!. ¿Lo dices por esto? –exclamó al fin, señalando su camisa, y de paso quitándosela del todo-. Oh, sí, sí, claro, mucho calor, Evans... ¿no lo notas?
Ahí Lily sí que levantó por fin la mirada, y esbozó una sonrisa cínica.
-De hecho, no, Black. Yo diría que hace frío, y por si fuera poco... –dijo, señalándole-, me estás haciendo sombra. ¿No lo ves? Me tapas el sol.
Sirius se quedó boquiabierto. ¿Pero quién se creía esa para rechazar su increíblemente alucinante sex appeal?
James observó la escena desde lejos, atónito, sin poder escuchar lo que decían, y apretó los labios.
-¡Se acabó el entrenamiento! –gritó, para alivio de muchos; y con cierta rapidez bajó a las gradas, donde Sirius seguía haciéndose el machito.
Lily se levantó entonces, recogiendo su pluma y agarrando su libro con fuerza, mientras se arreglaba su falda plisada con un par de toquecitos de sus manos, completamente ajena a la mirada de los dos chicos. Una chica morena bajó entonces sonriente, con la frente algo sudorosa, y la escoba en la mano.
-Eh, Evans... –probó Sirius con más desesperación, viendo como la chica tenía toda la intención de irse con su amiga-. ¿Te apetece venir al entrenamiento de mañana?
La chica arqueó una ceja.
-Black, por si no te has dado cuenta, llevo viniendo al entrenamiento de Kat durante siete años. Que te hayas percatado ahora de que existo y que estoy aquí no es mi problema. Ahora si me disculpas... voy a dejar que pases calor solito –dijo, irónica, tirando del brazo de su amiga, que se limitaba a observar el cuerpo atlético del chico con la boca abierta-. ¡Kat! –la regañó, obligándola a irse.
James aún le observaba con los labios apretados. Sirius, pese a la negativa de la pelirroja, mantenía una sonrisa satisfecha en sus labios. En el fondo, sabía que aunque tratara de negarlo... la chica se moría por sus huesos. Tenía que hacerlo. Después de todo, siempre ocurría así... ¿no?
-Pad –dijo secamente James, mirando a Lily alejarse-, eso ha sido juego sucio.
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Kat caminó alegremente con una pequeña pila de libros entre sus manos, dirigiéndose al gran comedor a comer, para después volver a la biblioteca. Lo cierto es que no se había fiado de dejar ahí sus cosas, puesto que sabía que en cualquier momento algún listillo usaría sus apuntes para el próximo trabajo de transformaciones. No, se lo llevaría todo al gran comedor, aún a riesgo de que los merodeadores emprendieran una nueva guerra de comida y todo su trabajo fuera en vano.
Suspiró, con una enorme sonrisa en sus labios. Estaba contenta y no sabía muy bien por qué... es decir, estaba exactamente como Lily diría 'agilipollada', sí, era el adjetivo que la definía sin duda. ¿Pero y por qué? Oh, vamos, no podía ser por haber visto a Sirius sin camiseta. ¿Verdad? Es decir, no era la primera vez que le veía así... ¡oh, dios! Pero sí era la primera vez que lo veía tan cerca. Y tenía que reconocer que era TAN atractivo... esos músculos, el sudor cayendo por sus hombros...
...Y tropezó contra una Hufflepuff.
-¡Oh, dios mío, perdona! –se disculpó la chica afligida, ante la aún desconcertada mirada de Kat-. Discúlpame, yo... yo... no te vi y...
Kat negó con la cabeza.
-Oh, no, no... yo... no te preocupes, no veía por dónde iba.
Y decía la verdad. ¿Cómo podía ir tan ensimismada? Por dios, ni que estuviera enamorada o algo así. Agitó su cabeza con fuerza, alejándose de ahí y entrando al fin al comedor. Distinguió a Lily sentada al fondo de la mesa de Gryffindor, y se apresuró a alcanzarla.
-Eh, Kat –le saludó alegremente la pelirroja, llevándose a la boca un vaso de zumo de calabaza-. ¿Dónde estabas? Te estaba esperando...
-En la biblioteca, me he retrasado –comentó, empezando a servirse la comida-. ¿Alguna noticia nueva que deba saber?
Lily se encogió de hombros.
-Excepto que los de primero han intentado petrificar a la gata de Filch... creo que no.
-Oh, bueno, entonces no es ninguna novedad –dijo, con aburrimiento-. Me pregunto por qué te empeñas en impedírselo, sería un gran descanso para todos que esa gata...
-Hola chicas.
Kat se quedó con la palabra en la boca, y ambas levantaron la mirada. Lily frunció el ceño.
-¿Potter?
El chico sonrió con satisfacción, sentándose al lado de la chica.
-James Potter. Séptimo curso. Gryffindor. ¿Me recuerdas? –dijo alegre.
Ella le estudió con la mirada, antes de devolver la mirada a su plato con aburrimiento.
-Vagamente –comentó con ironía.
Kat soltó una risita, tapándose la boca con su mano, mientras les observaba divertida. El chico tuvo que tragarse sus ganas de mandar a la chica a paseo. No, no, no. Debía aguantar.
"Nimbus 78, James, Nimbus 78..." –se repetía mentalmente para no perder los estribos. Sonrió con mayor amplitud-. ¿Cómo va todo, Evans? Espera... ¿puedo llamarte Lily? –probó-. ¿Lils?
La chica dejó el tenedor en el plato, y le miró.
-Está bien, Potter, suéltalo. ¿Qué demonios quieres?
Él se encogió de hombros con una sonrisa de inocencia.
-Ver a mi pelirroja favorita. ¿Por qué?
-Oh, vaya... –dijo más que divertida la morena-. Parece que yo sobro un poco así que mejor me voy...
Hizo ademán de levantarse, y Lily le fulminó con la mirada.
-Kat, si te vas te juro que...
-Gracias, Kat –la cortó él con la mejor de sus sonrisas, y vio como se iba. Miró a Lily con alegría, sirviéndose comida en el plato-. Y bien, Lily... ¿qué es de tu vida?
Lily alzó las cejas.
-¿Mi vida? Oh, vaya –dijo con cierto cinismo-, pues la verdad es que era perfectamente normal y corriente hasta que apareció un tío al que no soporto y empezó a hablar conmigo como si nada.
-Vamos... que era monótona y aburrida hasta que llegó tu príncipe azul, aquí presente, y le dio algo de vida. ¿No?
Lily le miró unos segundos, y al final no pudo evitar reírse. Risa que el chico acompañó, y más de alguno se giró para mirarlos.
-¿Potter y Evans están hablando civilizadamente? –le pareció oír al chico, que ignoró por completo aquellos comentarios.
-Claro, Potter, mi príncipe azul... –dijo entre risas ella.
-¿Quién sabe, Evans?
Ella rió con más fuerza, algo divertida con todo aquello, y con algo de dificultad tragó la comida que tenía en la boca.
-Hay tantas posibilidades de que tú seas mi príncipe azul como de que...
-¿...Snape sea el nuevo sex-symbol de Hogwarts? –probó el moreno distraídamente, pinchando con su tenedor un trozo de carne.
-¡Deja de meterte con Snape! –se quejó ella, aunque sin poder evitar una risita.
-¿Acaso lo dudas? –dijo con naturalidad, antes de beber un trago de agua-. Reconoce que el chico no es precisamente agraciado...
Lily le propinó un golpe en el brazo.
-Oh, claro, se me olvidaba que estoy hablando con el mito sexual de todo Hogwarts...
-No, ese es Sirius –aceptó el chico con resignación-. Pero yo no estoy mal –Lily rió-. ¿Qué? Reconócelo, soy atractivo.
Lily rodó los ojos, riendo.
-¿Si o no? –dijo él, irguiéndose en el asiento con orgullo.
La pelirroja abrió la boca fingiendo indignación, y se levantó del asiento, dando por terminada la comida.
-No pienso contestar a esa pregunta, Potter... –dijo riendo, alucinada.
El chico la miró desde su posición, apoyando su brazo en el respaldo de la silla.
-¿Y por qué no?
-Porque... ¡porque no! –exclamó, abochornada-. Está completamente fuera de lugar...
-No veo por qué –dijo sonriendo divertido al ver su turbación-. Tú eres atractiva. Lo reconozco. ¿Y qué?
La chica sintió toda su sangre concentrándose en sus mejillas, completamente sorprendida por la situación.
-Potter, eres... eres... ¡arj!
-Gracias por el piropo, Evans –dijo, girando de nuevo para llevarse un nuevo trozo de comida a la boca. Vio como ella pretendía irse-. Eh... ¿Cuándo puedo verte?
Lily se volvió hacia él.
-Teniendo en cuenta que los dos estudiamos en Hogwarts... –dijo, sin comprender.
-Sí, ya, pero me evitas y pasas de mí. Quiero decir cuándo puedo volver a hablar contigo.
-Oh –dijo, sin saber muy bien cómo reaccionar. ¿A qué diablos se debía todo eso?...-. Pues... supongo que en la biblioteca.
-¿Esta tarde? –preguntó, ansioso.
-¿Bromeas? Es domingo...
El chico se encogió de hombros.
-Pensaba que las prefectas ibais a la biblioteca incluso los domingos por la noche.
Lily rió, alejándose.
-Entonces nos conoces poco, Potter.
James sonrió, inclinándose con su silla hacia detrás, para no perderla de vista.
-¿Y mañana?
La pelirroja se mordió el labio, con media sonrisa, aprovechando que el chico no podía verle la cara.
-Puedes probar... quizás me encuentres.
James volvió a su posición normal, con una sonrisa satisfecha en sus labios, mientras Lily se alejaba. Bien, bien, bien, bien. Para ser su primera conversación civilizada con la chica, no había salido mal. Nada mal, cabía decir.
-Sirius... –murmuró para sí mismo, cogiendo el vaso de agua y alzándolo como si fuera a brindar-, uno-cero.
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Lo cierto era que, pese a lo que el chico pudiera haberse imaginado, no había podido dormir en toda la noche. No había dejado de pensar en Lily y en la dichosa biblioteca.
"Es por la Nimbus 78... tengo ganas de tenerla entre mis brazos. Es normal. Es sano y natural preocuparme por una escoba" –se explicó mentalmente unas cuantas veces, mientras cambiaba incesantemente de postura en la cama-. "Es decir, vale, Lily es guapa, y simpática y... bueno, vale, puede que sea muy guapa; pero esto es por la escoba. Solo y únicamente por la escoba..."
El caso es que no podía parar de pensar en cómo se había ruborizado cuando le había dicho que era atractiva. Le había gustado la sensación de hacerla sonrojar. A ella, la pelirroja de hielo. Sí, tal vez no fuese demasiado difícil ganar la apuesta...
Lo que sí sabía era que aquel juego estaba empezando a gustar de verdad. Quería la escoba, eso lo tenía muy claro. Y si todo aquello implicaba besar a Lily... mejor que mejor.
Y entre tanta historia, no pudo despegarse de esos pensamientos tampoco durante el desayuno del día siguiente, en el que estuvo ausente de las animadas charlas de sus tres mejores amigos, que hablaban de no se qué de Snape y algo pegado en su zapato; ni en las clases, que a saber de qué habían hablado; ni tampoco en la comida, ni... Bueno, que no hizo caso en todo el día. Su única preocupación estaba siendo buscarla con la mirada, observar sus movimientos. Para... bueno... para trazar un plan para obtener la escoba, sí, eso, por supuesto. Todo por la escoba.
Y al fin, llegó la hora. Aún seguía en el comedor con sus amigos, cuando vio como cierta pelirroja se levantaba de la mesa cogiendo un par de libros y se despedía de su amiga con un gesto de su mano, y lo supo. Iba a la biblioteca, no podía ser de otra manera.
-James...
-¿Eh? –preguntó, distraído.
-Prongs, tío, te estaba hablando... –se quejó Sirius.
-Déjale –dijo Remus con una risita-. Está ocupado con otras cosas...¿no, James?
James les ignoró deliberadamente y se levantó de la mesa.
-Me voy...
-¿Dónde? –dijo Peter con sorpresa.
-A la biblioteca... eh... volveré enseguida.
Y se alejó de allí con prisas, mientras Sirius le miraba con los ojos entrecerrados, averiguando sus intenciones.
La misma Sra. Pince fue la primera en sorprenderse de ver a James entrando en la biblioteca. De hecho, no recordaba haberle visto nunca por ahí, y le saludó de forma efusiva, sonriente, emocionada de tener a una nueva joven promesa. James literalmente pasó de largo, buscando a la chica con la mirada, y al fin dio con ella, en una mesa junto a la ventana, concentrada en la lectura de un libro.
Avanzó hacia ella con una sonrisa, colocándose por detrás sin que ella pudiera verle. Su pelo liso caía hacia su hombro derecho, y su cabeza estaba apoyada en su mano tranquilamente, mientras la otra sujetaba el libro marcándolo.
-Vaya, vaya, Evans... –dijo acercándose por detrás, sorprendiéndola-. Pensaba que venías aquí a estudiar...
La chica se giró, sorprendida, y descubrió a James. Sonrió de medio lado, encogiéndose de hombros, mientras el chico se sentaba.
-Sí, bueno, eso viene después... me gusta leer después de comer.
El chico la observó con curiosidad.
-¿Qué lees?
Ella alzó el libro, dejando ver su portada, y James asintió con la cabeza.
-Dickens... –dijo, tamborileando sus dedos en la madera de la mesa-. Me gusta. Me leí dos suyos, uno creo que se llamaba cuento de navidad y el otro se...
-Espera –le cortó, contrariada-. ¿Has leído a Dickens?
Él alzó las cejas. Asintió con la cabeza sin comprender a qué era debida su turbación.
-Vaya... –suspiró ella, sorprendida-. Nunca imaginé que leías literatura muggle, James.
El chico rió.
-¿Y por qué no iba a hacerlo?
Lily cerró el libro, y le estudió con la mirada.
-No sé... siendo sangre limpia, de tan... buena familia y eso...
-Claro, pensabas que no querría tratar con muggles –dijo aburrido-. ¿Sabes algo, Evans? Eres algo prejuiciosa.
La pelirroja abrió la boca, dolida.
-No lo soy, es sólo que... bueno, no sé, lo parecía.
-Creo recordar que varias veces te defendí cuando Snivellus te llamaba 'Sangre Sucia'. ¿O no?
-Bueno, sí, pero pensé que lo hacías para que saliera contigo...
Se quedaron en silencio unos instantes, Lily sonrojada al darse cuenta de la tensión que había causado. Y casi al instante los dos empezaron a reír.
-Sí, bueno... –reconoció él entre risas-, algo de eso había también. Pero de cualquier forma, no me gusta que te llamen así.
Lily le miró con una sonrisa tímida, y el chico se apresuró a decir:
-Es decir, ni a ti ni a otra... ni a ninguna... hija de... ya sabes, padres muggles.
La chica asintió con la cabeza. Él carraspeó. Ella bajó la vista al libro. De nuevo, silencio tenso.
-Te... recomiendo este, entonces –dijo ella.
-¿Qué?
-El... el libro. Grandes esperanzas. Si te gusta Dickens, digo. Es... es mi libro favorito.
-Ah, gracias –dijo el chico-. Lo leeré.
Lily asintió con la cabeza, algo incómoda. ¿Por qué diablos se había formado aquel momento tan tenso? Era una tontería... y además, era ilógico. Hacía un par de días le habría ahuyentado por haber irrumpido su lectura, y ahora estaba allí, delante de él, compartiendo mesa en la biblioteca y... ¿sonrojada? Era de locos.
-¿De qué trata?
-¿Qué?
-El libro. Grandes esperanzas. ¿De qué trata?
-Oh –dijo, irguiéndose en su asiento-. Bueno, es...difícil de explicar, pero el argumento en sí es de un chico que se fija en una chica y el único objetivo que ella tiene es romperle el corazón y es cruel con él y... –oyó al chico carraspear-. ¿Qué ocurre?
Él trató de ocultar su risa.
-Nada, supongo. Sólo que me recuerda a algo...
Ella alzó una ceja.
-Vamos, Potter, no te hagas la víctima –dijo, adivinando los pensamientos del moreno-. Yo no te rompí el corazón en quinto... tú tan sólo querías que..
-Ey. ¿Quién te ha dicho que estaba hablando de ti?
La chica sintió sus mejillas arder de puro rubor.
-Eh... bueno... yo...
Y él no tardó en dejar escapar una sonora carcajada, propinándole un golpecito en el brazo.
-Vamos, Evans... –dijo entre risas-. Sólo te estoy tomando el pelo.
Ella le dirigió una mala mirada, aunque no pudo evitar reír.
-Pues no tiene gracia, James.
El chico entonces dejó de reír, y se quedó estático unos segundos, mirándola, su sonrisa ensanchándose por momentos. Ella frunció el ceño.
-¿Y ahora qué pasa?
-Me has... llamado James.
La chica se irguió en el asiento, tratando por todos los medios de ocultar su sonrojo.
-Ah, eso... –dijo, restándole importancia-. Bueno, es tu nombre..¿no?
Pero la sonrisa de James no desaparecía. Y Lily tragó saliva. ¿Por qué tenía que mirarla así? Sonriéndola de esa manera tan... tan...
-Me gusta que me llames James –dijo, cruzando los brazos en la mesa, para apoyar su barbilla en ellos y observarla desde aquella perspectiva-. Suena bien salido de ti...
La chica rió algo divertida, pese a que él para nada había hablado en broma.
-Pues me alegro, Potter, pero no te acostumbres... –dijo cogiendo un trocito de pergamino y poniéndolo a modo de marcador en la página del libro.
Él rió también, aún sin cambiar de posición.
-No lo haré... –dijo, y vio como ella se levantaba-. ¿Dónde vas?
Lily recogió sus cosas, evitando la mirada del chico, que por algún extraño motivo la ponía nerviosa.
-A darme un baño..
-Pensaba que querías estudiar –comentó, con el ceño fruncido.
-Ya, pues hoy no –dijo, terminando de recoger-. Hasta otro día, Potter.
Y se alejó de allí a paso rápido, consiguiendo que su falda se agitara con el movimiento de sus caderas. Un movimiento seguramente inconsciente, pero que había conseguido atraer por completo la atención de James.
Este suspiró cuando la perdió de vista. Por algún motivo, ella se había inquietado, y parecía nerviosa. Algo le decía al buscador que no estaba todo perdido... Lo que él no sabía era que, detrás de las estanterías, Sirius Black les había estado observando, y ahora se hacía paso hacia la salida, con un rumbo fijo: El baño de prefectos.
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Lily terminó de quitarse su ropa interior, dejándola en un banquito junto a la enorme bañera de prefectos. Suspiró, y empezó a introducirse lentamente en el agua, llena de espuma, que enseguida proporcionó una intensa sensación de calor en su cuerpo. Se apoyó en la pared de la bañera, reposando la cabeza en el bordillo, y estiró sus músculos, cansados.
Cerró los ojos. Los baños de espuma siempre habían sido el mejor relajante para la chica, cuando necesitaba alejarse de preocupaciones. Ahora, por lo visto, lo necesitaba también. ¿Qué por qué...? Bueno, eso era algo que aún no comprendía, o que quizás simplemente no quería comprender. Potter. Ese era su problema. Hasta ahí todo claro. El caso era... ¿por qué? No había vuelto a meterse en líos por su culpa, ni había tenido que intervenir en una pelea contra nadie ni nada por el estilo. De hecho, el chico había estado incluso... ¿agradable? Sí. Eso era lo que le turbaba, y le inquietaba y le... ¿asustaba? No podía ser que de la noche a la mañana el chico pasara de ser el ser más orgulloso y prepotente de la historia del colegio a ser uno normal y agradable que además compartía el mismo gusto literario que ella. No. Todo aquello era surrealista, y había gato encerrado, de eso estaba segura.
El caso era que... esa nueva actitud de James le gustaba. Y mucho. Y era una locura.
Cerró aún más los ojos, tratando de evadir sus pensamientos; pero todo intento lógico de hacerlo se esfumó cuando sintió unas manos cubriéndole los párpados. La chica se irguió, tratando de levantarse, pero el chico que tenía detrás se limitó a susurrar en su oído.
-Ssshh... –murmuró, antes de morder con delicadeza el lóbulo de la oreja de Lily, para después bajar ligeramente por su cuello. Notaba a la chica tensa.
Lily se mordió el labio.
-¿James...?
El chico sonrió.
-No, nena, algo mejor...
Aquellas palabras fueron un resorte para Lily, que se apartó con tanta rapidez como pudo.
-¡BLACK! –exclamó indignada, hundiéndose hasta la altura del cuello, acumulando con sus manos espuma para que su cuerpo quedara medianamente cubierto de la mirada curiosa del chico-. ¿SE PUEDE SABER QUÉ DEMONIOS ESTABAS...?
El chico llevó sus manos a su camisa.
-Claro. Te besaba el cuello –dijo, encogiéndose de hombros-. ¿Por qué?
Ella le miró colérica.
-No, si eso ya lo veo. ¡Eres un maldito depravado, un salido, un...! –y entonces vio como se desabrochaba los botones de su camisa con una sonrisa seductora en su mirada-. ¡Oh por Dios, Black! Tienes alguna extraña obsesión con quitarte la camisa delante de mí.
Él rió.
-Ahora me dirás que no te gusta...
Lily vio horrorizada como él pretendía quitarse también los pantalones. Nadó hasta la otra punta de la bañera, alcanzando una toalla.
-¡No! Y haz el favor de alejarte de mí –le amenazó, señalándole con el dedo índice, mientras tironeaba de la toalla-, por que si no te juro que te quedarás sin poder celebrar el día del padre en toda tu vida, saco de hormonas.
El chico tragó saliva, alucinado. Y ella con habilidad consiguió salir tapándose con la toalla. Él aún no podía creerlo. ¿Se había insinuado a una chica y ella había... pasado de él?
Ella le observaba expectante.
-Vamos. ¿A qué esperas? –dijo exasperada-. ¡Sal de aquí, pedazo de pervertido!
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-Moony...
El chico apenas levantó la vista del libro, iluminado por la única luz de una vela. Había pensado que era el único despierto. Peter ya roncaba como un poseso, y James casi parecía haber alcanzado el coma.
-¿Qué pasa, Pad? –susurró de la misma forma, y le miró. Estaba tumbado de lado, apoyado en un codo.
-Estoy deprimido, tío.
El chico apenas pudo ocultar una carcajada. Peter se revolvió en sueños.
-¿Y por qué?
-Evans.
Remus alzó una ceja, tensando ligeramente la mandíbula.
-¿Qué pasa con ella?
-Me ha rechazado, hermano...
El licántropo agradeció que la oscuridad le impidiera a su amigo ver la sonrisa que se había formado en sus labios.
-Bueno, yo te lo advertí... –le recordó-. Te dije que Lily no era como las demás, que tiene principios y que...
-¡No, no, no, Moony! –exclamó ahogadamente-. Lo peor de todo no es que me haya rechazado. Es que creo que Prongs me lleva una gran ventaja, tío.
Ahora Remus frunció el ceño.
-¿A qué te refieres?
Sirius se incorporó, haciendo sonar los muelles de su cama.
-Mira. La escuché hablando con James, diciéndole que iría al baño de prefectos, así que la seguí.
-¿Que hiciste qué? –exclamó el chico indignado, incorporándose también.
-¡Déjame terminar! –se quejó-. El caso es que fui allí y se quedó en la bañera con los ojos cerrados. ¿vale? Así que aparecí por detrás, le tapé los ojos y.. ¡me llamó James!
Remus negó con la cabeza. Sirius siguió hablando.
-El caso es que cuando le dije que era yo se apartó hecha una furia, y empezó a gritarme y no sé qué más... ¿No lo entiendes, Rem? Si hubiera sido James se la habría tirado allí mismo y ella no habría hecho ni...
-¡Basta, Sirius, he pillado el concepto! –dijo el chico, apretando los labios.
El animago volvió a desplomarse sobre su cama.
-No sé que hacer, Moony... –dijo abatido-. Te juro que no entiendo qué tengo que hacer para acercarme a ella. Por Dios, que no quiero enamorarla, que sólo quiero un beso. No creo que sea mucho pedir.
Remus suspiró.
-¿Y no has pensado que en vez de intentar violarla deberías tratar de... no sé... hablar con ella? –probó, cerrando su libro-. Creo que va más con la personalidad de Lily.
-Buen consejo tío –comentó con ironía-. ¿Pero hablar de qué? Por Dios, si ni siquiera sé qué música le gusta, ni quién es su profesor favorito, ni...
Remus se llevó una mano a la barbilla.
-¿Y por qué no se lo preguntas a ella? –dijo, apagando la vela.
-Pues porque no, no tiene gracia. Quiero sorprenderla, que piense que compartimos los mismos gustos y tal y... –se detuvo un segundo, entrecerrando los ojos-. Un segundo. ¿Tú no eras amigo de Evans?
-Oh, no –dijo el chico, negándose en rotundo-. No pienso darte ningún tipo de información. Ya os dije perfectamente que yo no iba a tener nada que ver con esto. ¡Y me reitero! –finalizó, tapándose más con su manta.
-Oh, vamos, Moony...
-No.
-Como un favor de amigo...
-He dicho que no.
El chico puso su típica cara de perrito abandonado.
-Y si estás poniendo tu típica cara de perrito abandonado, Sirius, ahórratelo, no puedo verte.
-Oh, Remus, piérdete –dijo dolido, dándose la vuelta en la cama.
-Como quieras. Anda, duérmete.
-Perfecto. Que sepas, Remus, que ahora tendrás a un amigo con una vida infeliz sin escoba –lloriqueó, con amargura.
-Superaré el trauma –murmuró desganado, en medio de un bostezo.
Y entonces Sirius se irguió.
-¡Ya está, ya lo tengo!
-Bien, mañana me lo cuentas... –dijo Remus, tapándose la cabeza con la almohada, pero Sirius le ignoró.
-¡Kat! Eso es. Su amiga. Su mejor amiga –exclamó alegre-. ¡Soy un genio, Remus! Mañana mismo iré a hablar con ella. Seguro que tiene algo que pueda servirme...
-Sirius... ¿qué parte no entiendes de que intento dormir?
Pero el joven estaba demasiado ocupado con sus pensamientos, por lo que hizo caso omiso de las palabras de su amigo, y se limitó a mirar al techo con una sonrisa maligna.
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Cuando James, caminando por los porches al día siguiente, descubrió a Lily apoyada en una columna, bostezando, supo que debía aprovechar la oportunidad, y se acercó a ella. Al llegar sonrió, y sorprendentemente ella correspondió a su sonrisa. La chica tenía unas marcadas ojeras.
-¿Una mala noche? –preguntó él, con el ceño fruncido.
Lily suspiró.
-Ni te lo imaginas –dijo, y vio como James alzaba una ceja-. ¿Te apetece... dar una vuelta? Necesito pasear antes de quedarme dormida en cualquier esquina...
James rió y asintió con la cabeza.
-Vamos –dijo, aún algo sorprendido por su cambio de actitud.
Y así, empezaron a caminar por los porches, hasta salir a los terrenos, andando sin rumbo fijo.
-Bueno... ¿piensas contarme por qué no has podido dormir? –dijo, llegando hasta un árbol y apoyándose en él, para sentarse.
Lily le imitó, sentándose en la hierba, a su lado.
-Pensé que lo sabrías ya... –suspiró, frustrada.
El chico frunció el ceño.
-¿Saber el qué?
-Tu amigo... ayer decidió darse un paseito por el baño de prefectos.
James abrió mucho los ojos.
-¿Sirius?
-¿Quién si no? –dijo, apoyando su cabeza en el tronco-. ¿Pettigrew?
La mandíbula del chico se desencajó.
-¡Será cabrón! –no pudo evitar exclamar, haciendo que ella alzara una ceja-. ¿Y... pasó algo? Quiero decir... ¿Os... os besasteis?
-¿Qué? –preguntó, como si no hubiera oído bien-. ¡No! Por Merlín. ¡No!
James suspiró con alivio.
-Vaya, que susto... –dijo, riendo.
Ella se incorporó.
-Potter... ¿a ti qué más te da si Sirius me besó o no?
-Me importa y punto –dijo, no pudiendo dar más explicaciones. Enseguida vio como Lily se sonrojaba-. "Genial" –pensó-. "Ahora se pensará que estaba celoso. Y eso sí que no... porque yo no estoy celoso...¿Verdad? No, claro que no, por mí como si besa al calamar gigante."
La pelirroja miró la hierba como si fuera lo más interesante visto jamás.
-El caso es que... al principio, cuando apareció detrás de mí pensé que eras... bueno, que era otra persona.
James la estudió con la mirada. Ella carraspeó.
-¿Que era quién?
Ella sintió como sus mejillas competían por alcanzar el color de su pelo.
-Nadie... déjalo –se apresuró a decir.
El chico lo dejó pasar, pese a que seguía intrigado. Un nuevo silencio se apoderó de ellos, pudiendo así solo escuchar el griterío que organizaban los alumnos de primero, que correteaban por los terrenos haciendo carreras y juegos.
James miró de reojo a Lily, que por cierto, pese a su expresión somnolienta, se veía guapa, muy guapa. Ella volvió a bostezar.
-¿Sigues teniendo sueño? –dijo divertido.
Ella asintió con la cabeza, apoyándose mejor en el árbol, y él, instintivamente, pasó un brazo por sus hombros y la atrajo hacia sí, invitándola a recostarse en su hombro. Ella se tensó ligeramente ante el contacto, pero sorprendentemente terminó cediendo, y su cabeza se apoyó en el chico, buscando postura con algo de timidez. Miró unos instantes a su alrededor. ¿Cómo podía estar así... con James? Por Dios, si no podía soportarle. ¿No? Al menos hasta hacía unas cuantas horas no podía. ¿Qué estaba cambiando?
Ahora quería cerrar los ojos y hundirse un poquito en el cuello de James. Siempre le había parecido un chico atractivo. Prepotente, engreído, orgulloso... pero atractivo, era verdad. Y ahora lo tenía cerca, y podía incluso sentir ligeramente su olor.
-Evans... –dijo con suavidad.
-¿Hmm? –respondió ella, adormilada.
-He pensado... ¿te apetece salir esta noche?
Ella se incorporó.
-¿Qué? –preguntó confundida-. ¿Salir? James, te recuerdo que estamos en Hogwarts...
-Sí, sí, lo sé... sólo digo que... bueno, si quieres... conozco un lugar que te gustará.
Ella lo estudió con la mirada.
-¿Es...legal? –dijo, temiéndose lo peor.
James rió de buena gana.
-¿Por quién me tomas? –dijo, fingiendo indignación-. Por supuesto que no lo es.
Lily negó con la cabeza, frustrada.
-Me lo temía...
-¿Entonces, vienes? –preguntó, con ojos brillantes.
Ella le miró unos instantes, mordiéndose el labio.
-James, yo... soy prefecta y... no estaría bien.
Él sonrió.
-Has vuelto a llamarme James, algo es algo –ambos rieron-. En fin, entiendo que no puedas, no te preocupes.
Se levantó, tendiéndole la mano a la chica para que se levantara también.
-Creo que debería ir a mi habitación. Le prometí a Remus que estudiaría un poco y eso...
Lily asintió con la cabeza, y le vio dándose la vuelta. Se mordió el labio con más fuerza. ¿Qué le pasaba? Por Dios, se moría por ir con James esa noche, donde quiera que fuera que el chico la invitaba... ¡era de locos!
-¡Potter! –exclamó, haciendo que se girara-. ¿Dónde y cuándo?
La sonrisa del chico se ensanchó.
-Sala común, a las doce.
0o0o0
Tras horas de intensa búsqueda por todo Hogwarts, Sirius dio al fin con su codiciada presa. Una jovencita morena escribía sin descanso en un pergamino, sentada en la biblioteca, con la nariz arrugada de pura concentración.
Por eso, cuando vio aparecer al merodeador con una libretita en la mano y una sonrisa de oreja a oreja en los labios, dio un respingo.
-¿Black?
-Oh, veo que me conoces, Kat. Genial, así nos ahorraremos las presentaciones.
-¿Qué haces aquí?
El chico zarandeó su libretita como si eso explicara todo. Kat sólo alzó una ceja. Él suspiró con frustración, y decidió ignorarla, cogiendo la pluma que la chica tenía en la mano, y abriendo la libreta para apuntar.
-¿Color favorito de Lily Evans?
La morena estalló en una sonora carcajada.
-¿Qué?
-¿Siempre tienes que responder con preguntas?
-¿Qué quieres que haga si no?
-¿Sabes que me molesta hablar siempre con preguntas?
-¿Sabes que me molesta hablar contigo?
-¿Sabes que eres irritante?
-¿Entonces qué haces aquí hablando conmigo?
-¡Quiero respuestas, demonios! –exclamó derrotado.
Ella rió.
-Tsk tsk Black... eres fácilmente irritable.
Él frunció el ceño.
-¿Vas a responder o no?
-Depende... ¿para qué quieres saberlo?
Buen punto. Ahora necesitaba una excusa.
"Vamos, Sirius, piensa, piensa... tiene que haber algo de cerebro detrás de ese enorme muro de testosterona" –se dijo, tratando de concentrarse-. "Omg vaya, la tía esta está buena eh?... mierda"
-¿Y bien? –dijo ella, empezando a impacientarse.
-Estoy haciendo un... trabajo sobre ella. "Genial, Black, muy bien"
Kat trató de contener la risa.
-¿Un trabajo, eh?
-Er... sí.
-¿Y quién te lo manda?
El chico fingió indignación.
-¡Eso es material confidencial! –se llevó la libreta al pecho-. ¡No me obligues a traicionar a mis superiores, por favor!
Katherine entrecerró los ojos.
-Está bien, Black, supongo que podré decirle a Lily que quieres hacerle una entrevista. Hasta entonces... –dijo, y trató de levantarse.
El chico se tiró en avalancha y le sujetó el brazo, obligándola a sentarse.
-¡No! Es que Evans no puede saber esto.
Kat se sentó, observándole con una sonrisa satisfecha.
-¿Y por qué?
-Porque es... es... ¡una sorpresa!
La chica rió con más fuerza, y se levantó de la silla, esta vez sin que él la detuviera.
-Lo que tú digas, Black, pero ahora tengo cosas más interesantes que hacer, así que si no te importa, voy a mi habitación a leer un rato...
El chico se quedó sentado, con su mejor cara de perrito abandonado, que la chica, al estar de espaldas, no podía ver. ¿Es que nadie iba a ayudarle?
-Por cierto, Black... –dijo ella entonces, deteniéndose-. Es el verde.
Sirius la observó marcharse, con una sonrisa en los labios. ¿Por qué no se había dado cuenta antes de que esa chica existía? Entornó las cejas. Y decidió que hablaría más con ella. Por lo de Lily, y eso. No por nada más.
¿No?
0o0o0
James encendió una vela. Sus amigos ya estaban dormidos. Sonrió, y despacio y sin hacer ruido abrió el baúl, para sacar el mapa del merodeador y su capa invisible.
Se la colocó bajo el brazo, y esquivando la ropa de sus amigos que yacía desordenada en el suelo, caminó sigiloso hacia la puerta. Bajó las escaleras con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible. Si todo salía bien, Lily estaría esperándole abajo.
Bajó los últimos escalones, y el sonido del reloj de la sala común le indicó la hora. Las doce en punto de la noche. Llegó a la planta baja y por algún motivo contuvo el aliento. La figura de una chica de espaldas, mirando la chimenea ya apagada, irrumpía con el decorado de la sala, rojo y amarillo. Tan sólo su cabello hacía juego con aquellas paredes. Lo sintió agitarse, conforme ella giraba su cabeza. Los finos labios de la chica esbozaron una sonrisa.
-Hola, James...
¿Se había maquillado, o... algo? James estaba prácticamente boquiabierto. ¿Siempre había estado tan... tan...?
-Hola –dijo en un susurro, y luego carraspeó-. Estás muy... guapa.
Las mejillas de la chica se tiñeron por un instante de un color rojizo. El chico sonrió.
-Hace... hace frío a estas alturas de la noche –dijo ella, abrazándose.
Él aprovechó aquello para acercarse, haciendo resonar sus pasos en las paredes de la sala. Llegó hacia ella, separándose apenas de centímetros de distancia. Lily tragó saliva.
-Pronto dejarás de tenerlo... –prometió él.
La chica se sintió turbada ante su cercanía, sus... palabras. ¿Iba a besarla? Pero... pero...
Y entonces, para su sorpresa, el chico sacó de debajo de su brazo una capa, y la envolvió con ella, metiéndose él también. Aprovechó así para pasar un brazo por sus hombros. Pudo ver como Lily abría su boca con sorpresa.
-Es una... una... capa invisible. ¡Dios mío!
-Ssshh –la silenció el chico, posando un dedo sobre sus labios-. No es insonora, Evans.
Ella sonrió.
-Puedes llamarme Lily.
James tragó saliva. Casi podía sentir la respiración de la chica haciéndole cosquillas en el cuello.
-Claro... es... la costumbre.
Bajó la mirada, y Lily le miró también. Ambos disfrutaron por unos segundos de un delicioso silencio que había decidido formarse entre ellos, mientras se observaban con algo de inquietud y curiosidad.
Lily terminó por morderse el labio, confusa. James tomó aire.
-¿Nos vamos?
0o0o0
Un fuerte estruendo despertó a Sirius de su agradable sueño, y en un acto reflejo se incorporó de golpe en la cama, agitando sus sábanas.
-¿Qué pasa?
Remus chasqueó la lengua, y miró al animago con cara somnolienta.
-¡Y yo que sé! Pregúntaselo a la rata esta, que ha decidido jugar a detectives en plena madrugada –un claro tono de reproche estaba presente en su voz, antes de que volviera a taparse la cabeza con la almohada, en un intento frustrado por dormir.
-¡Peter, duérmete! –se quejó Sirius, bastante acostumbrado a esos arranques de su amigo.
-¿Pero queréis escucharme? –trató de hacerse oír el chico menudo, que estaba tirado en el suelo después de tal estruendosa caída-. Os estoy diciendo que James no está, que se ha ido...
Remus chasqueó la lengua.
-¡Peter, joder, que te duermas!
Sirius, en cambio, entornó las cejas. Peter, para probar cuanto decía, encendió la luz. Las quejas de los dos chicos no se hicieron esperar. Él, en cambio, fingió ignorarlos.
-¡Mirad. ¿Veis su cama? Está vacía!
Sirius, con los ojos entrecerrados, miró la cama vacía de su amigo.
-¿Dónde se ha ido a estas horas?
-¡Eso es lo que estaba intentando averiguar! Se ha llevado la capa, y el mapa y... –señaló la puerta-. Estaba intentando escucharles. Creo que estaba con Evans...
Soltó una risita. Sirius frunció el entrecejo. Remus se hundió más en las sábanas, tapándose los oídos con ellas.
-Mierda –dijo el moreno, desplomándose de nuevo en su cama, con una sonrisa derrotada-. Me temo que la escoba será suya... ¿no crees, Moony?
El chico solo soltó un gruñido. Peter, en cambio, asintió con la cabeza, y fue a sentarse en la cama de Sirius, en tono confidente.
-Yo siempre he creído que se gustan... –dijo, agudamente-. Lily es una chica rara pero... es como muy para... James. ¿No crees?
Sirius se encogió de hombros.
-Puede ser –dijo-. "Aunque sigo queriendo mi escoba"
-Y sin embargo, esa chica, la amiga suya... Kat, creo... ¡esa sí que es guapa!
El chico se ganó una merecida colleja.
-¡Eh! –se quejó, llevándose la mano a la zona dolorida.
Sirius le miraba algo molesto.
-Wormy, pon tus ojos en una Huffie, joder.
Remus, desde su cama, esbozó una sonrisa, divertido.
0o0o0
Terminaron de subir la trampilla, y James, aún esperando que ella lo hiciera por completo, iluminó la habitación con su varita. Lily miró hacia sus lados, asombrada.
-¡Honeydukes! –exclamó, maravillada.
El chico sonrió.
-Supuse que te gustaría –dijo, y se acercó a una de las baldas repletas de botes de dulces y caramelos-. ¿Qué te apetece?
-Oh, James, pero esto es robar... –se quejó.
-Para nada –dijo, abriendo un tarro-. Él sabe que venimos aquí. Se lo pagamos en las salidas a Hogsmeade.
Ella le miró escéptica.
-Vamos, Lily, somos honrados. Palabra de merodeador.
La chica sonrió tímidamente, y él se acercó a ella con una golosina en la mano.
-Venga, pruébalo –la invitó-. Es verdadero manjar de dioses...
Ella vaciló unos instantes, y después tomó el dulce y lo llevó a sus labios, ante la mirada del chico. Lily cerró los ojos, saboreándolo, y no pudo evitar una sonrisa de oreja a oreja.
-Te gusta..¿eh?
La pelirroja soltó una risita.
0o0o0 Una, o dos, o quién sabe cuántas horas más tarde... 0o0o0
Los chicos estallaron por enésima vez en una carcajada, mientras seguían tumbados en el suelo, con un gran surtido de dulces esparcido por encima de la capa de James, colocada frente a ellos. Lily, que se llevaba el bombón a los labios, habló aún entre risas.
-¿Y dices que no se dio cuenta?
-Para nada –dijo el chico con falsa superioridad-. ¿Cómo iba a verme bajo la capa invisible?
-De veras es un gran invento, James... –dijo, con una sonrisa-. Pensé que ya no las vendían.
-Hay que saber dónde comprar –comentó, con un guiño.
La chica sonrió de nuevo, y saboreó el bombón que tenía en la boca, sintiendo el chocolate deshacerse.
-¿Nata o chocolate? –preguntó él entonces.
-¿Qué?
-¿Qué prefieres, la nata o el chocolate?
-Oh... –dijo ella, apoyándose en un codo para mirarle-. El chocolate, sin duda. ¿Tú?
Él rió.
-La nata –ambos sonrieron-. Tienes algo en común con Remus, entonces...
Lily asintió con la cabeza.
-En cambio contigo... –parpadeó-, creo que no tengo nada en común.
-Probablemente no –reconoció él-. ¿Lugar favorito?
-Paris –respondió sistemáticamente-. ¿Tú?
-Italia –frunció el ceño-. ¿Asignatura preferida?
-Transformaciones.
-Defensa contra las artes oscuras... –dijo derrotado-. ¿Color favorito?
-Verde.
-¿VERDE? –exclamó entonces-. ¿Verde Slytherin?
Ella rió.
-Sí, lo sé, es extraño. Pero no sé, desde mucho antes de saber que era bruja me... encantaba el color verde. No sé por qué... supongo que es una tontería –dijo, y volvió a reír-. ¿Y el tuyo?
-El rojo, por supuesto.
Lily cogió una nueva golosina.
-Era de esperar... –comentó como si nada-. Supongo que después de tanto partido de Quidditch tendrás verdadero asco al color verde.
Él la observó, con media sonrisa. Sus ojitos lo miraban también. Ojos verdes. Muy verdes.
-No, sólo a veces... –dijo, y suspiró.
-Parece ser que no tenemos nada en común entonces, James Potter.
Él la imitó, cogiendo un nuevo dulce, y no pudo evitar reír.
-Bueno, siempre dicen que los polos opuestos se atraen...
En cambio a lo que él esperaba, Lily no rió. Se limitó a estudiarle con la mirada, con ojos algo asustados. El chico frunció algo el ceño. ¿Había hecho algo mal?
-James... –la oyó murmurar entonces.
-¿Sí?
-¿Te acuerdas de nuestra conversación en el lago? –preguntó, algo indecisa-. Cuando te he dicho que me había parecido que Sirius en el baño era otra persona y...
-Sí, y no me has querido decir quien era. ¿Por qué?
Lily se mordió el labio.
-Porque... –bajó la mirada unos instantes, para después volver a fijarla en él-. Porque había pensado que eras tú.
Él la miró con sorpresa, y luego con algo de curiosidad. Se quedaron en silencio unos instantes que al chico le parecieron eternos, y luego, se apoyó en un codo como Lily, quedando frente a ella, en una distancia lo suficientemente corta como para que la chica tragara saliva con nerviosismo.
-Lily... –la voz del chico le supo rara después de aquellos segundos sin decir nada, e incluso se sorprendió de oírla-. Lily, tú... de haber sido yo en vez de Sirius... ¿habrías dejado que te... besara?
La chica sintió un nudo en la garganta. ¿Pero qué estaba haciendo? Por Dios, que se trataba de Potter, del mismo Potter arrogante de siempre... ¿qué diantre hacía así, y por qué sentía aquella necesidad de decirle que sí? Él seguía mirándola, expectante. La voz de ella sonó temblorosa.
-No lo sé...
James sintió su boca seca. Había esperado un 'no' rotundo, y no aquel 'no lo sé...'. ¿Y por qué tenía que morderse el labio de aquella forma tan sensual? Tomó aire. Era ahora o nunca, y lo sabía. Lily estaba a escasos centímetros de él, mirándole con los ojos brillantes, algo sonrojada. Comprendió que debía besarla.
Se acercó lo suficiente para que sus brazos rozaran, y con una lentitud sorprendente para ambos, empezó a inclinarse, hasta apoyar su frente en la de la chica. Notó a Lily cerrar los ojos, sus pestañas haciéndole cosquillas en la nariz; y él mismo cerró los ojos también. El cálido aliento de la chica se mezclaba con el suyo, y no pudo evitar sentir un escalofrío. Si se inclinaba un poquito más, sus labios se juntarían, él casi podía notarlos rozar los suyos. Sólo un poco más...
FIN DEL CAPÍTULO 2.
No me matéis! Sí, lo sé, tenéis motivos para hacerlo. He tardado mucho, y por si fuera poco, os dejo así. Jaja, soy cruel y despiadada, lo reconozco. Y más después de tanto review tan bonito que he recibido. 28! Dios mío, jamás me esperé tanto review!. Estoy muy contenta con el recibimiento que ha tenido este pequeño fic. Los comentarios son muy gratificantes, de verdad, agradezco tanto apoyo.
Sólo espero que este capítulo, siendo tan largo, no se os haya hecho muy pesado, ni muy largo. Conforme lo escribía era consciente de que quizás me estuviera excediendo. El problema es que todo estaba ya planificado, y el capítulo debía contener todo esto... espero eso, que no se os haya hecho eterno, y que os guste.
¡Ah, y que me dejéis review! Ya sean buenas o malas críticas, todo tipo de opiniones son válidas. Cualquiera que piense que tengo algo que mejorar... ¡que me lo diga! Dudas sobre el fic, sugerencias... ¡todo! XD
Oh! Y quiero dar las gracias especialmente a la traductora que ha hecho tan buen trabajo pasando el prólogo del fic al Portugués. Me pasé por la traducción, e intenté leer los reviews que dejaron. Por lo poco que entendí, estoy muy feliz, ya que parecían contentos con la historia. De veras, gracias por tomarte esta molestia de traducirlo, y gracias también a los lectores portugueses por sus críticas.
Y sin más ni más, me despido. Prometo no tardar demasiado en subir el último capítulo. Si os sirve de consuelo, ya lo tengo todo planeado.
Un beso muy grande!
DrEaM-KaT
Miembro Weaver
