() Detective Conan es propiedad intelectual de Gosho Aoyama-sensei y de todos sus distribuidores. Este fanfic no está hecho con ánimos de lucro, por eso no me considero violadora de ninguna ley.
Desde abajo, ignorando las peripecias por las que pasaban los que estaban en el edificio, pero no por ello menos preocupados, se encontraba la liga de detectives juveniles, los cuales miraban aterrorizados hacia allí arriba. No comprendían mucho (por no decir nada) lo que estaba pasando, ya que el doctor no les había dado muchos detalles. Sólo sabían que allí se encontraban muchos hombres malos, los mismos que habían secuestrado a Ran-neechan y a Aoko-neechan. Y según Agasa, también se encontraba un tal Shinichi Kudo, que no-se-qué relación tenía con su gran amigo Conan.
La que peor lo estaba pasando era Ayumi, que miraba con lágrimas en los ojos las llamas – P-Profesor, ¿se sabe algo ya…? – preguntó la niña por enésima vez. El hombre se acercó a ella y le puso una mano en sus pequeñitos hombros intentando reconfortarla, mientras negaba con la cabeza.
Mitsuhiko miró preocupado a Ayumi; sabía perfectamente qué era lo que sentía ella por el pequeño de las gafas, y eso le dolía. Asimismo, también había notado que Ai también tenía cierta amistad con él… Ai… ahora que lo pienso, hace rato que no la veo… el pequeño se giró buscándola con la mirada, pero no se encontraba en ningún sitio. Alarmado, se dirigió hasta el profesor. Y mientras observaba el ardiente edificio, tuvo un terrible presentimiento.
"The case of the mystery APTX 4869"
A Great Detective of Love Fanfic,
bye CiNtUrO-cHaN
Archivo XVII: - La bala de plata
De fondo se oían los ruidos de los desprendimientos y las llamaradas que empezaban a hacerse con el edificio entero. A fuera, se oían también voces de gente intentando apaciguar las densas flamas, y sirenas de coches patrullas y bomberos llegando y viniendo.
Hubo un nuevo desprendimiento, y este cayó cerca del lugar donde posaba Jodie, rozándola. Apareció una pequeña nube de polvo, pero nadie se percató de ella; cuatro ojos estaban fijados en la nueva aparición.
-Tú… - Vermouth, que se encontraba a gatas en el suelo a causa de la herida, se giró lentamente para encararse a la recién llegada. Se puso una mano en el estómago y apretó con fuerza, para evitar perder sangre. Miró fijamente a la silueta con la mirada fría y una sonrisa en la cara – Welcome, Sherry…
Ai Haibara se encontraba de pies, justo a la entrada de la habitación prácticamente derrumbada, con la expresión neutra. Tenía el pelo sucio por el humo, y la cara algo ennegrecida. Mas su expresión continuaba siendo pálida y serena, como quien controla la situación. Entonces sacó al descubierto su mano derecha, donde se encontraba la pistola con la cual instantes atrás había disparado al miembro de la Organización.
-Cuánto tiempo, Vermouth – dijo Ai, sonriendo, sin dejar de apuntarla con la pistola – Esta vez parece que Dios no está de tu parte… - dijo ella, con una mirada divertida.
Vermouth abrió los ojos.
Ningún ángel me ha sonreído nunca…
Ni una sola vez…
La mujer de largos cabellos dorados cerró los ojos con fuerza para evitar pensar en esa escena. Era muy lejana, poco clara… ¿por qué la había recordado precisamente ahora? Angel…
-¿Puedes levantarte? – preguntó Ai dirigiéndose a Jodie, la cual se había quedado en un respetuoso silencio. Ella asintió algo contrariada y con un poco de esfuerzo logró ponerse en pies.
Jodie se colocó lentamente detrás de Ai, y miró detrás suyo. Todo el corredor estaba ardiendo, y la única vía de escape era por las escaleras que de milagro aún no ardían. El humo empezaba a marearla, pero se concentró en mantenerse consciente: no podía dejarse vencer ahora, no ahora, que faltaba tan poco para el final…
Entonces volvió a mirar a la mujer que yacía al suelo, medio sentada, medio tumbada, con la respiración agitada y un ojo cerrado, mientras que con el otro las iba mirando una a una, con odio y desesperanza. ¿Era ella? ¿Esa figura desvalida era la cruel asesina en serie de años atrás? ¿Esa figura era la asesina de sus padres, y la pirómana que quemó toda su casa…? ¿Así terminará nuestra historia…? ¿Vas a morir así, en la oscuridad…?
-Ja… ¿es que queréis aseguraros de mi muerte antes de iros? – preguntó con sorna Vermouth – Tranquilas, que no me moveré de aquí. Podéis iros en paz… Yo lo haré.
Ai sonrió – No creas que me vas a engañar, Vermouth. Voy a rematarte yo misma, aquí y ahora… Será tu castigo, que no podrías haber pagado de otra manera que no fuera con tu vida, por haber robado la de tantas personas…
Vermouth sonrió y la miró - ¿Qué diría Elena al saber que su hija iba a convertirse en toda una asesina? Estoy segura que incluso te acabará gustando, Sherry. Hasta ahora sólo has matado indirectamente con tus venenos, ¿estás dispuesta a dar un paso adelante y matarme tú misma?
Ante ese comentario, la defensa de la chica flaqueó – Sinceramente, creo que mi conciencia estaría muy tranquila. Estoy segura que haría un favor al mundo si apretara el gatillo. Sólo una última pregunta… - Ai alzó aún más el cañón, apuntándola sin ceder ni un milímetro. Ahora la miró con chispa en los ojos - ¿Por qué has escondido todo este tiempo a la organización la identidad de Kudo y la mía? ¿Por qué no se lo dijiste en cuanto pudiste? Habría sido fácil acabar con nosotros de haberlo hecho.
Jodie la miró con atención. También le interesaba saberlo a ella.
Vermouth gimió y poco a poco se puso de pies; luego se apoyó en la mesa y miró a la pequeña Ai - ¿Quieres saberlo? ¿Quieres saber la auténtica razón…? – al ver que Ai no decía nada, ella prosiguió sonriendo fríamente – No me interesaba matarte, Sherry. No quería que nadie más que no fuera yo te matara, y además me interesaba especialmente esa droga que desarrollaste a partir de las bases de tus padres. Quería saber más de ella, estudiarla a fondo, y para ello te necesitaba viva… por un tiempo limitado. En cuanto a Kudo… - Vermouth cerró los ojos y sonrió para ella. Para sorpresa de Ai y Jodie, no era una sonrisa fría ni vengativa; era, simplemente, una sonrisa – Eso no te incumbe.
Ai frunció el ceño. Detrás suyo, hubo un nuevo desprendimiento. Eso la sorprendió y se giró por un momento para intentar alejarse de la zona, al igual que Jodie. Entonces Vermouth aprovechó para intentar hacerse con el control de la situación. Rápida como una bala, Vermouth se abalanzó sobre la sorprendida Ai, y justo cuando iba a tomarle la pistola, una sombra se adelantó y le propinó un buen golpe en la mejilla, haciéndola saltar y chocar con el armario próximo. Ai se giró sorprendida hacia Jodie, la cual tenía una expresión severa. Sin decir nada, tiró las gafas al suelo y se acercó hasta Vermouth.
En silencio, la cogió por el brazo. Estaba inconsciente, tanto por el golpe, como por inhibir tanto monóxido de carboneo, como por el disparo. Ai observaba todo quieta y sin entender nada. No entendía por qué Jodie estaba cargando a Vermouth a su espalda.
-¿Qué haces, Starring?
Jodie se giró sorprendida hasta la cara semi-consciente de Chris Vineyard. Volvió a mirar al frente – No sabía que supieras mi auténtico apellido, Vineyard – Jodie, con esfuerzo, empezó a andar cansadamente. La herida de bala le dolía y le quemaba, mas así no hizo ademán de flojera. Jodie, con Chris a la espalda, salió forzosamente de la habitación, mientras que Ai les cubría la retaguardia, apuntando en todo momento a la joven del pelo largo.
Chris parecía confundida. Al borde de derrumbarse, logró formular una última pregunta - ¿Por qué…?
Jodie sonrió, sin mirarla – No soy como tú, Vineyard. Es posible que esto no entre dentro de tu mente retorcida, pero soy un ser humano, y por norma nos ayudamos entre nosotros… Y los que asesinan a otros seres humanos, no pueden considerarse como tales. Y yo quiero ser siempre una persona. Soy miembro de la policía… ¿qué ejemplo daría si te dejara morir aquí? – por fin lograron llegar a las escaleras, y las empezó a bajar lentamente – Además, tienes que contestarnos muchas preguntas… Sería una lástima que te dejara morir así. Mi deber es asegurarme que terminas entre rejas, al lugar que te corresponde.
La mujer se quedó callada, paralizada. Cierto, no lograba entenderlo. A pesar de haber asesinado a sus padres, a pesar de haberla disparado, y de haberle causado tantos problemas… ¿le estaba salvando la vida?
Empezó a mover sus labios para hablar, cuando de repente los cristales de la ventana que acababan de pasar se rompieron, y se oyó el ruido de una bala chocar contra la pared, a pocos centímetros de la espalda de Chris. Ai rápidamente se puso a cubierto al lado de la ventana y miró a través de ella – Nos han disparado desde fuera. Desde los árboles. Y… - Ai se giró hacia ambas – te apuntaban a ti, Vermouth.
La mujer parecía aún más sorprendida, hasta que suspiró y sonrió – Quieren eliminarme para que no hable.
-Maldita sea… - Jodie apresuró el paso, bajando las escaleras lo más rápido que sus adoloridas piernas le permitían. Cuando llegaron a la próxima ventana, paró un instante y entonces la pasó velozmente. Un nuevo disparo impactó en la pared, pero este estuvo mucho más lejos del blanco que el anterior. Ai estaba ahora delante, marcando el camino. No parecía muy conforme con la decisión de Jodie de salvar a Vermouth. Esa mujer… esa mujer era su…
-¡¡Haibara!! – gritó Jodie. Ai se paró al instante, justo a un centímetro de una nueva ventana. Acto seguido, el cristal se rompió en mil pedazos, y una nueva bala entró y se incrustó en la pared. Jodie frunció el ceño - ¿En qué estás pensando?
-Yo… - Ai miró atónita a Jodie, la cual la miraba severamente. Sin decir nada, prosiguió la marcha, con Chris cargada a su espalda. Ai la miró con odio. Ahora ella tenía los ojos cerrados, aunque seguramente seguiría consciente.
Nunca podré perdonarte… Mataste a mis padres, estoy segura… No fue un banal accidente de tráfico. Se comprobó que los frenos no funcionaban correctamente… tuviste que ser tú, no hay lugar a dudas… Envidiabas a mi madre con todo tu ser; sus triunfos, sus experimentos… y los mataste a ambos…
Ai continuó corriendo, con los puños cerrados y un dedo en el gatillo de la pistola.
Mataste a tu propia hermana…
Ran estaba totalmente quieta y blanca como el papel. Una grande mano le apretaba con fuerza sus dos antebrazos, inmovilizándola, y otra grande mano le tapaba la boca, aunque para su sorpresa la soltó y del bolsillo de su gran chaqueta negra sacó una pistola.
-Suéltala – dijo Shinichi, con los puños cerrados con fuerza y mirando a Gin con furia – Ella no tiene nada que…
-Así que esta es la famosa Angel, que tanto he oído hablar de Vermouth… - dijo Gin, interrumpiéndole y mirando a la chica que tenía cautiva. Entonces, con la misma mano que sujetaba la pistola, empezó a tocarle suavemente su cabello, haciendo que Ran empezara a moverse con nerviosismo y terror, y causando una intensa furia en el detective de kanto – Es preciosa… un verdadero ángel – dijo, pasándole la mano por su mejilla.
Shinichi, el cual intentaba auto-controlarse, no pudo evitar perder los estribos al ver cómo ese psicópata tocaba a Ran -¡¡NO LA TOQUES!! – dijo él, empezando a correr hacia él. Sin embargo, Gin sonrió y rápidamente apuntó con el cañón de la pistola la cabeza de la chica, haciendo que el detective de kanto parara al instante, totalmente helado. Ran cerraba los ojos con fuerza, mientras las lágrimas le caían sin cesar. Toda ella temblaba, por un remolino de sensaciones que pasaban del pánico a la repugnancia.
Entonces se oyó un melódico y ruidoso sonido, sin duda una melodía polifónica de un móvil que provenía del bolsillo izquierdo de la gabardina negra de Gin. Los tres se quedaron en silencio. Gin no parecía muy contento. Lentamente, cogió el aparato y contestó con voz ronca y llena de odio, ya sin siquiera mirar el interlocutor – Qué. Ah, es usted…
Shinichi frunció el ceño. ¿Usted? ¿Gin hablando a alguien de usted? ¿Quién debe ser…? N-No me digas que hay más gente que forma parte de la Organización fuera de este edificio… o al menos que sea suficientemente importante como para merecerse que le trate como a tal…
Gin colgó el teléfono y siguió apuntando a Ran con el cañón, sonriendo a Shinichi – Felicidades, Shinichi Kudo. Parece que tus amiguitos están capturando, uno por uno, a algunos de los más estúpidos miembros de la Organización…
Él frunció el ceño, sin saber adónde quería llegar a parar.
-Pero espero que no caigas en el fatal error de creerte que has vencido… - dijo él, sonriendo. De nuevo empezó a apuntar con el cañón a la cabeza de Ran. La chica cada vez estaba más y más indispuesta, con los nervios de punta. El joven detective de kanto no sabía qué hacer. Al más mínimo movimiento, ese hombre apretaría el gatillo… y entonces se habría terminado todo. Todo su mundo caería sin remedio. Pero si por el contrario se quedaba sin hacer nada, tarde o temprano le mataría a él, y sabía que Ran no correría mejor suerte después de eso. Así que… ¿qué hacer? Se encontraba exactamente igual que horas antes, en la sala de experimentos, justo antes de que hubiera ese apagón. Pero ahora ya no habría otro porque, más que nada, no había ya ni luz. De repente empezó a notar de nuevo el dolor del disparo al vientre al recordar esos instantes, y eso no ayudó mucho.
-Puedes elegir – dijo la fría voz de Gin - ¿Quieres que te mate a ti primero, o que primero la mate a ella? – dijo él, apuntándola con la pistola, haciendo que Ran se quedara quieta – Tic, tac, tic, tac… El tiempo pasa… Decídete pronto…
Ran miró a Shinichi con pánico; ¿qué podía hacer? No sabía cómo ayudarle… Desde su posición, aún le complicaba más las cosas…
Entonces, sin aviso y sin entender el por qué, notó la grande y fría mano de Gin a su espalda, empujándola escaleras abajo hasta Shinichi. Consiguió mantener el equilibrio y el cuerpo de Shinichi paró la caída. Ambos se quedaron mirando a Gin sin entender. Él seguía sonriendo y apuntándoles – He decidido que os mataré a la vez… Primero al detective, y luego al ángel… La orden de los factores no altera el producto, así que… ¿qué más da? – dijo él, poniéndose el teléfono móvil, con la conversación a medias, en su bolsillo.
Shinichi frunció el ceño. ¿Qué podía hacer? Si no hay nada que esté en mis manos, entonces… Haré lo de siempre, jugar con el contrario y poniendo las circunstancias adversas a mi favor…
El joven miró aquí y allá, y entonces vio algo. Algo que le hizo sonreír para desconcierto de Gin. El joven le miró sonriendo a los fríos ojos del asesino – Yo de ti me rendiría ahora mismo, si no quieres acabar abrasado…
Ran parpadeó sin entender. Eran precisamente ellos los que estaban abajo las escaleras y, por lo tanto, más cerca del fuego. Sí, cierto que había un poco de humo y algunas llamas aisladas cerca de Gin, pero… tanto como abrasarse…
-¿Tanta presión te ha hecho volverte idiota, detective? Yo de ti me preocuparía más por mi mismo y por tu chica… - dijo él, sonriendo. Shinichi, sin embargo, continuaba sonriendo.
-Y yo de ti me preocuparía de no quemarme tus pantorrillas…
El hombre hizo una mueca de ira y sin más, disparó. La bala hizo ruido, y el grito seco del joven quedó silenciado. Shinichi cayó y se apoyó a la pared, mientras que Ran intentaba mantenerle en pie, preocupada.
-No me vengas con ironías, Shinichi Kudo… Estás acabado y lo sabes.
El joven, haciendo esfuerzos y apoyándose a la pared, logró mantenerse en pies, mirándolo desafiante – No lo estoy… Kohl.
Gin abrió los ojos. Shinichi sonrió - ¿Sorprendido? No era de extrañar que alguien como tú fuera Kohl, el jefe de la Organización. Estoy seguro que ni la propia Vermouth, a quien todo el mundo creía la favorita del jefe, lo sabía. Seguramente nunca os encontrasteis cara a cara. Ah, Aniki, tendrías que haberle dicho a tu amiguito Vodka que fuese más precavido con vuestras pequeñas conversaciones. Me cogisteis una vez un micro en vuestro coche, pero a la segunda vez ya no…
El hombre de negro estaba cada vez más trastornado. Ran, por su parte, escuchaba incrédulamente la conversación.
-Bueno… Sin duda alguna te mereces el título de detective, Shinichi Kudo. Pero lo cierto es que no me importa lo más mínimo que lo sepas, puesto que ambos moriréis en seguida. Si quieres, incluso puedo decirte en qué calle vivo… Aunque no te serviría de nada, puesto que me cambio constantemente para evitar que fisgones como tú lleguen a mi paradero, cosa totalmente imposible. Pero en fin, nos estamos desviando del tema. ¿Por dónde íbamos? – Gin fingió pensar un momento, encendió un cigarro y luego sonrió cruelmente, apuntándoles de nuevo – Ah, sí… Ahora iba a mataros…
El joven detective se puso delante de Ran y la empezó a empujar disimuladamente hacia atrás, como diciéndole que bajara las escaleras poco a poco. Gin no percibió ese ademán.
-¿Seguro que no quieres entregarte? No me gusta lo que va a pasar, y puedes evitar tu muerte, Aniki – dijo Shinichi, frunciendo el ceño.
Aunque tenía sus dudas, Gin no cedió - ¡¡Eso lo debería decir yo, imbécil!! – como fruto de la ira, el gatillo volvió a disparar. Esta vez, la bala volvió a impactar en el pecho del joven. Shinichi se cayó definitivamente al suelo, malherido.
-¡¡SH-SHINICHI!! ¡¡Aguanta, aguanta un poco más…!! – dijo Ran, en medio de un llanto incesante de lágrimas. Acto seguido miró a Gin con rabia- ¡Tú…! ¡¡Eres un monstruo!!
El hombre de negro sonrió y hizo una pequeña reverencia – Gracias por el cumplido, Angel. Y ahora, si me disculpáis, esto se está desmoronando… Acabemos con esto cuanto antes…
Ran tembló de pánico, pero aún así se interpuso entre Shinichi y Gin, para recibir así ella el balazo. No obstante, antes de poder hacerlo, se encontró con la mirada confiada de Shinichi. ¿Cómo podía estar tan tranquilo en una situación así? ¿Es que tenía algo maquinado? ¡Imposible! La situación era cada vez más crítica, y por mucho que se esforzaba, no tenía ni idea de cómo escapar… Pero claro, estábamos hablando de Shinichi. Shinichi siempre tenía ideas, pese a que la situación fuera negra a más no poder. Así que, ¿por qué esta vez no tendría que tener un plan?
-Apártate y no llores, Ran – dijo él, intentando sentarse y haciendo que se apartara, mientras sonreía – Todo irá bien.
Ran, sollozando, se apartó un poco y asintió – P-Prométeme que no pasará nada malo…
Él sonrió y le lanzó una de esas miradas que, sin saber cómo, le hacían infundir esperanza – Tranquila, lo prometo.
Ella sonrió, dejando de llorar, mas aún con lágrimas en los ojos. Gin, el cual se había quedado en un extraño y respetuoso silencio, sonrió de nuevo – Bien… Agradecedme que os haya dejado charlar por última vez. Shinichi Kudo, has sido una espina en mi costado desde nuestro primer encuentro, en Tropical Land… Por fin acabaremos con esto…
Shinichi sonrió y poco a poco se volvió a poner de pies, para sorpresa de Ran. Se encaró hacia Gin con la más fría de las miradas, y dijo – Es irónico que tu nombre en clave, Kohl, sea el causante de tu perdición…
Gin, sin entender, frunció el ceño. Entonces Shinichi sacó algo del bolsillo de su pantalón. Un pequeño frasco de plástico. Ahora sí, el hombre de negro abrió los ojos, sabiendo qué iba a hacer exactamente. Rápidamente empuñó la pistola y le apuntó, pero fue demasiado tarde, porque Shinichi ya había esparcido el contenido del líquido alrededor de su cuerpo… Alcohol.
-¡¡A cubierto!! – el joven detective agarró como pudo pese a sus heridas a Ran, la cual se había quedado en blanco, sin entender muy bien a qué jugaban.
Todo pasó muy lento. Ran lo vio bien: Shinichi se tiró encima suyo y ambos fueron cayendo por las escaleras, mientras que a escasos metros de ellos, ese hombre de negro ardía sin parar, gritando de la manera más horrible que jamás hubiera oído. En ese instante supo que, por muchos años que pasaran, por mucho que tratara de olvidar, en sus peores pesadillas siempre oiría esos endiablados gritos productos del dolor, la locura y, finalmente, la muerte.
Era el fin de la Organización de los Hombres de Negro.
Dos siluetas ajenas se tendían de pies fuera del edificio, justo al comienzo del bosque, apartados de la multitud de bomberos y coches policía. Acababan de ver explotar otro piso, haciendo que el fuego devorase casi todo el edificio por completo.
-Así que… ¿ya está? ¿Tanto ajetreo para tan poca diversión? – dijo Shuuichi, frunciendo el ceño, con la gran escopeta cargada a sus espaldas.
El hombre bajito y anciano que había a su lado, el señor James Black, hizo una pequeña risotada. Apoyado en su bastón, miró al edificio – No estés muy seguro.
Shuuichi sonrió – Lo sé… Aún falta ese sitio, ¿verdad?
Él asintió. Shuuichi prosiguió – Pero encontrarlo así, sin más… Nueva York no es precisamente pequeña.
-Tiempo al tiempo, Akai – dijo el señor James, dándose la vuelta y entrando al coche – Tiempo al tiempo…
-Por favor, por favor, que estén bien… - susurró Kazuha por enésima vez. A su lado se encontraba Aoko, mirando preocupada hacia arriba, al igual que su amiga. Después de sus respectivos momentos de felicidad, instantes antes, habían vuelto a la cruel realidad, recordando que no tenían mucho derecho a disfrutar de un momento así mientras sus amigos se estaban jugando la vida a cada segundo que pasara. Ya habría tiempo luego de celebrarlo.
-Papá, ¿sabéis algo nuevo? – dijo Aoko, acercándose a su padre con la mirada triste.
Él la miró y negó con la cabeza – Tened paciencia…
La chica asintió y volvió junto a Kazuha, la cual seguía susurrando la misma frase una y otra vez, agarrando fuertemente su omamori. Por su parte, Heiji se encontraba junto a Agasa y el inspector Megure, intentando sacar algo en claro.
-¿Qué el helicóptero hace más de veinte minutos que espera? – exclamó él, mirando atónitamente al inspector Megure.
Él asintió – Y no sólo eso… Al parecer, el edificio está tan inestable que si en un plazo aproximado de diez minutos no llegan, tendrán que irse. No podemos correr el riesgo de perder un helicóptero, o que este se caiga junto al edificio…
Maldición… Heiji se sentó en el capó de un coche patrulla, tapándose la frente con la mano ¿Dónde diablos estáis, Kudo? ¿Por qué no habéis llegado aún…?
-Esto… ¿Hattori? – Agasa se acercó al chico con preocupación.
-¿Eh? – dijo él, girándose sin interés.
-¿Has… por casualidad no habrás visto a Ai? – dijo él, frunciendo el ceño.
Heiji suspiró hondo – Perfecto… Ahora Haibara ha desaparecido… Todo esto es… perfecto – terminó él, bajando la cabeza.
De repente, Ayumi salió del no se sabe dónde, mirando atónitamente hacia una de las grandes puertas de salida del edificio, señalándola - ¡¡EH, MIRAD!! ¡¡ES HAIBARA!!
Todas las miradas de los presentes se posaron rápidamente en las tres mujeres que acababan de salir por un extraño conducto que había justo al lado de la puerta principal, seguramente el conducto de los residuos. Heiji, Agasa y todos corrieron hacia ellas… y cuál fue su sorpresa al ver quién tenía cargada Jodie a la espalda.
-Rápido, traed una ambulancia… - dijo Megure, dirigiéndose a Takagi. Éste asintió y se fue corriendo.
Ayumi, Genta y Mitsuhiko se acercaron rápidamente a Ai - ¡¡Ai, nos tenías preocupados!! – dijo Ayumi, abrazándola - ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Qué hacías allí…?!
La chica se limitó a sonreír milimétricamente, sin decir una palabra. Heiji la miró de reojo con el ceño fruncido…
Acto seguido vinieron unos hombres con camillas. Jodie ayudó a poner a Chris en una de ellas. Al parecer, ahora sí que estaba inconsciente, seguramente por las heridas y por haber inalado tanto dióxido de carbono, al igual que ella y Haibara. Jodie miró a la pequeña científica. No parecía muy contenta… Seguramente no le habría gustado nada eso de haber salvado a su enemiga. Pero creía que había hecho lo correcto.
Jodie miró a lo lejos, suspirando, y entonces fue cuando vio el gran coche oscuro de Shuu alejándose de la zona.
-Por cierto… - Jodie se encaró hacia Heiji y Agasa - ¿Dónde están Kudo y Mouri?
Ai también miró hacia ambos, con interés. Y al ver sus caras ensombrecidas comprendieron que aún estaban en el interior del edificio…
El camino que llevaba hacia la última planta, lugar donde se encontraba el helicóptero, estaba ahora totalmente vallado por el fuego y la explosión, y acto seguido por el nuevo derrumbamiento. Así que ahora, la única solución era ir hacia abajo… pero ir hacia abajo significaba morir, porque no había ninguna otra opción.
-No mires, Ran – dijo él, haciendo que la chica parara de mirar al lugar donde instantes antes había residido el cuerpo del hombre de negro – Salgamos de aquí…
Ella parecía algo perturbada. Acto seguido ayudó a Shinichi a tenerse en pie, apoyándose en ella – Pero… ¿cómo has…?
-Era alcohol… Ya sabes que es muy inflamable, sólo ha hecho falta tirarle unas gotitas para… En fin, para chamuscarle un poco – dijo él, mirando atrás.
Ran seguía algo pálida – Pero… pero le has…
El joven ahora se encaró a la chica y la miró duramente – Sabes que no he tenido opción, y que antes de hacerlo le he dado la oportunidad de entregarse.
-Sí, pero…
Shinichi frunció el ceño – Ran, éramos nosotros o él. En fin, ya hablaremos de esto en cuanto salgamos de aquí… Acércame a esa ventana de ahí – dijo él, señalando una pequeña filtración que antes había sido una ventana, pero que ahora estaba completamente rota y sin cristal.
Ran le ayudó a llegar hasta allí, y mientras el chico examinaba más o menos a qué altura estaban, Ran preguntó:
-¿Y… cómo has sabido que Gin era Kohl, el jefe de la Organización…? – dijo la chica, frunciendo el ceño.
Él la miró y sonrió – No tenía ni idea.
A Ran se le cayó una gotita - ¿Eing?
Shinichi sonrió y prosiguió – Me imaginé que, si todos los nombres en clave de los subordinados de la Organización eran bebidas alcohólicas, cabía la posibilidad que el jefe se llamara Alcohol o Kohl. Y mira, lo he acertado…
Ran frunció el ceño – ¡Te estoy preguntando que cómo sabías que él era Kohl, no cómo has sabido cómo se llamaba el nombre en clave del jefe!
Entonces él volvió a sonreír – Jaja, no hay explicación lógica… Creí que si le decía que era Kohl, me quedaría mejor la frase de "Es irónico que tu nombre en clave, Kohl, sea el causante de tu perdición", ¡jajaja!
Ran entrecerró los ojos – Eres un fanfarrón…
Ojalá fuera así… Ojalá fuera cierto esto, Ran… Pero la verdad es que él, Gin, no era Kohl…
-¡Vamos, tenemos que intentar salir de aquí!
-¡Allí hay una salida de emergencia, lo probaremos por allí!
La verdad es que el auténtico Kohl era el que antes ha llamado a Gin… Y Gin no ha apagado el teléfono, por lo cual Kohl ha oído toda la conversación…
-¡¡Perfecto, no ha llegado el fuego por aquí!! ¡Vamos, Ran! ¡Ya falta poco!
-¡Sí, vale!
Me interesaba que tanto Gin como Kohl creyeran que yo pensaba que Gin era Kohl, y que cuando acabara con él, la Organización quedaría totalmente aniquilada…
-¡Cough, cough…! ¡Aquí hay mucho humo!
-¡Toma, ponte este pañuelo, Shinichi! ¡Yo ya tengo el mío de antes!
Nada más lejos de la realidad… Estoy seguro que la Organización no terminará aquí… Pero todo esto no puedo decírtelo, Ran. Si te lo dijera, sólo te preocuparías más y más… Prefiero que creas que ahora todo ha terminado, e intentes llevar una vida normal… Algo que tal vez yo nunca logre hacer.
Fin del capítulo 17
TO BE CONTINUED
Notas de la Autora
¡Hola a todo el mundo! Siento la tardanza de este último capítulo, pero un seguido de circunstancias (vacaciones escolares, enfermedades, etc.) me han retrasado notablemente en la escritura de este fic. ¿Qué, os ha gustado? ¡Espero que sí! En este capítulo mucha información ha salido a la luz. Pero tened en cuenta que esto es un FANFICTION=historia inventada por fans. No todo lo que escribo tiene que ser realidad, ¿eh? ''
Como dato curioso (no sé, tal vez ya lo hayáis adivinado) alcohol en inglés es Kohl. De aquí el nombre U Hummm… Eso de que Jodie salve a Vermouth lo veo un poco…fantástico, pero… ¡qué importa, esto es un fic! xD
Muchas muchas muchas gracias a todo el mundo que me anima, ya sea vía mails, firma de libro de SM, o por el foro de SM O Especiales gracias a Lex (tú la primera!), Haku, Azalea, Sachiko, Tantei Ran, Ran Kudo, Arzainer, Ran Mouri 1987, Kmiloncia, JkRanIV, kevvy-kev, Silver Lady, An-neechan, Ralfa, Shiku, Mirta 22, Belly-chan, Ran Aoko, Aryma, Kari Ishikawa, Miruru, Sango-chan, ONPU, Natàlia Hattori, a todos los participantes del foro de Shinichi's Memories, a los participantes de la comunidad de Kazuha Hattori y a la gente de Tantei Holmes Sensei. Thanx a lot!!
Si tenéis algún comentario, queja, duda o reclamación, escribidme a o a Ya sólo me queda decir que nos vemos en el próximo capítulo que, por si no lo habéis notado, va a ser de los últimos! O quizás no… =P
Jya ne!!
CiNtUrO-cHaN
::29 de Marzo del 2004::
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