Capítulo 16: Un día en la normal vida de Mako

La alarma del despertador de su celular sonó a las 8 de la mañana. Mako dormía tranquilamente cuando fue despertada por el ruido que sonaba. Abrió lentamente los ojos y se levantaba al mismo ritmo que los hacía. Su cabello avellano claro, que le llegaba hasta debajo de los hombros, se encontraba despeinado. Su flequillo, también desordenado, le llegaba a casi tapar los ojos. Se estiró suavemente levantando los brazos y arqueando su espalda. Hoy día no tenía mucho que hacer así que pasaría un día tranquilo.

Salió de su cuarto, y en pijamas fue a desayunar. Atsuki la recibió mientras preparaba unos huevos fritos con jamón. Fue a los reposteros, abrió la puerta de estos y sacó un frasco con café en polvo adentro, una azucarera y una taza. Abrió la refrigeradora y sacó la caja de leche y la puso en la mesa junto a las demás cosas. Se hizo un café con leche y azúcar, el que se hacía cada mañana y usaba para empezar el día.

Terminó de desayunar y volvió a su cuarto para avanzar su investigación de la universidad. Debía presentar su trabajo al final del semestre como presentación final. Prendió su laptop, abrió el documento correspondiente y comenzó a redactar. Se fijaba en sus notas que tenía apuntadas, en referencias y bibliografía que tenía, tanto de libros como virtual. Tipeaba y jugueteaba con su cabello, dándole vueltecitas a mechones de este con su dedo. Así estuvo unas tres horas, trabajando en sus deberes.

Marcada las 11:30 de la mañana en el reloj de su laptop dejó de escribir. Volvió a estirarse como lo hizo al levantarse, guardó lo que había avanzado y cerró el archivo. Ahora tenía que ir a la universidad a atender unos asuntos y de paso almorzaría ahí. Se paró de su silla y fue a bañarse. Salió de la ducha envuelta en una toalla y con otra en la cabeza. En su cuarto veía que podía ponerse revisando su closet. Se decantó por una blusa de manga larga color claro, unos shorts de jean y unas zapatillas Converse. Metió en su morral lo que necesitaba y lo dejó en su cama. Con su secadora quitó la humedad de su cabello y se lo peinó de tal manera que tenía una cola suelta que la dejaba caer en su hombro derecho hacia adelante. Su flequillo eran mechones de pelo que caían sobre su frente, dejándola ver un poco. Habiendo terminado de peinarse, cogió su morral, salió de su cuarto, se despidió de Atsuki, y salió del departamento.

Al salir del edificio sacó unos audífonos y se los colocó para escuchar la música que le gustaba, una playlist de EDM que servía para ambientar todo el momento de recorrido que hacía. Caminó hasta llegar a la estación del metro, bajó por ella y esperó a que llegar su línea. Entró al vagón y se sentó en un asiento libre que había. Estuvo ahí unos veinte minutos esperando a que llegara su parada. Cuando finalmente llegó, se bajó y salió de la estación. Le tocaba caminar de nuevo, hasta llegar a la universidad. Ella disfrutaba caminar por las calles de Osaka sentía que había mucho que ver en ellas, los edificios, las personas, los árboles, y cuando lo hacía de noche…, otra historia. Edificios altamente iluminados, gente yendo de local en local, ya sea de comida o entretenimiento, autos transitando por las calles en lo que parecía ser una ciudad que nunca duerme

Llegó a su destino y entrando a su casa de estudios se dirigió a la biblioteca. Necesitaba unos libros para mejorar un argumento que explicaba en su investigación. Buscó en las computadoras si se hallaba disponible, para su suerte si lo estaban. Temía que su rival declarado los hubiera sacado antes al estar haciendo temas parecidos. Desde hace algunos semestres ella y otro más competían por los primeros puestos en sus cursos, y luego de conocerse mutuamente, ambos se declararon rivales al unísono. Habiendo dicho eso ambos, al momento se dieron media vuelta y se fueron por caminos opuestos.

Encontró los libros en la estantería que se le había a indicado, los agarró y fue a la máquina que otorgaba el préstamo. Salió de la biblioteca y revisando la hora en su celular fue a la cafetería para llenarse el estómago. Mientras hacía su cola, recibió un leve golpe en su cabeza, Kanna le tomaba por sorpresa de nuevo.

─Hola Mako. ─dijo una chica de cabello medio desarreglado medio ordenado, no se podría decir con claridad si estaba peinado o no, pero aun así parecía quedarle bien.

─Kanna… ─contestó al voltear a verla. ─¿Por qué siempre tienes que hacerme sobresaltar así?

─Porque soy tu amiga. ─dijo soltando una risita.

─¿Qué seas mi amiga significa que me agredas? ─le preguntó tratando de dejarla sin excusas.

─Mako, así es como funciona la amistad. ─argumentó finalmente.

La observó con una cara de incredulidad y suspiró, al fin y al cabo no podía enojarse con alguien como ella por algo tan dulce como se lo hacía ver. Ambas esperaban su turno para adquirir un plato de comida mientras conversaban alegremente sobre lo que les sucedía en su vida últimamente. Kanna estudió psicología con Mako durante el primer año de carrera, ahí se conocieron y se hicieron amigas; sin embargo, ella se dio cuenta que estudiar eso no era lo que quería hacer y por una experiencia que tuvo decidió cambiarse a docencia, estudiar para ser maestra. Cuando le contó que se iba a cambiar de carrera Mako se sorprendió, pero comprendió que si eso era lo que quería y lo que le hacía feliz entonces la apoyaba. A pesar ya no estar en la misma facultad se seguían viendo y juntando para conversar sobre lo que les afrontaba la vida.

Llegaron a donde les servían su comida, pagaron la cantidad que costaba y fueron a buscar una mesa. Encontraron una que se estaba justo vaciando y se sentaron en ella. Ambas sacaron sus palillos de madera que venían con la comida, los partieron y empezaron a comer.

─Entonces, ¿sigues avanzando en tu proyecto?

─Sí, ahora vine para buscar unos libros.

─¿Toda la información que necesitas está en libros?

─Algo así, necesito fuentes que confiables; y bueno, los libros nunca me han fallado.

─Si a veces te amaneces leyendo, ¿no?

─Jejeje.

Así siguieron pasando el rato hasta que terminaron de comer. Mako y Kanna caminaron un rato más por el campus hasta que tenían que separarse. Se despidieron y cada una se fue por su camino. Ya almorzada y con los libros necesarios partió a su casa. Tomó el tren de vuelta y mientras caminaba con los audífonos puestos ya casi llegando, recibió un mensaje en su celular. Al revisarlo era de su hermano, necesitaba que ella hiciera las compras para la semana pues ya era viernes y a Atsuki le gustaba tener lo necesario en el fin de semana. Sabiendo eso entró a su departamento, dejó los libros en su cuarto, cogió la tarjeta de débito que su hermano había dejado y se fue a hacer la compra.

En el supermercado caminaba con el cochecito por los pasillos del lugar. Estaba lleno de abarrotes, conservas, productos de limpieza, entre otras cosas. Acordándose lo que hacía falta, metía alimentos y productos en y seguía avanzando. Al pasar por el pasillo de los piqueos salados paró con su cochecito mientras tenía una miraba al vació con una mirada de concentración. La siguiente escena era Mako decidiendo entre precios, peso y sabor cuales frituras llevar. Su hermano le permitía llevar solo una bolsa por cada compra que ella realizaba. Miraba cual escoger, sostenía una en cada mano para ver si había una diferencia de peso que valiera la pena, chequeaba los precios y si es que había algún descuento en ellos. Al parecer había una oferta buena y se emocionó al descubrirlo; sin embargo, se le borró la sonrisa al notar que necesitaba la tarjeta que ofrecía la tienda para descuentos y otros beneficios. La cara se le hizo un puchero, le había insistido a su hermano que consiguiera una pues les convendría más. Aun así, él siempre se mostraba en negación con respecto a ese tema. Dejó la bolsa en el estante de donde la sacó y siguió inspeccionando. Estuvo un buen rato en ese pasillo sacando cálculos sobre que llevar hasta que finalmente metió una bolsa al cochecito.

Después de meter las verduras se dirigió a la caja a pagar lo adquirido. Sacó dinero del cajero automático para pagar el taxi y que la llevara casa. En ella el taxista le ayudó a meter las bolsas dentro del edificio; sin embargo, dentro de este ella misma tenía que subir los paquetes, sin duda esta era su parte menos favorita de esa labor. En la tercera vuelta se lamentaba de que no hubiera un ascensor, de verdad le serviría de mucho. Para la quinta y última vuelta, entró al departamento, cerró la puerta y se tiró sobre el sofá de la sala. Estaba a punto de dormirse cuando recordó que aún tenía que guardar todos los paquetes. Metió su rostro en uno de los cojines y gritó.

─Dichoso Atsuki. ─dijo al levantar la cara y se puso a ordenar todo.

Metió los cereales en el repostero donde correspondía y se metió a su cuarto. Revisó la hora, daban las siete y media, ya había anochecido. Decidió que dormiría unas horas, lo necesitaría para después. Su hermano todavía llegaría algo tarde por ser vienes por lo que no se preocupó por eso. Puso su despertador para que sonara en cuatro horas y se hecho a dormir con la ropa puesta.

Marcada las once y media de la noche, y con la alarma de su celular sonando; Mako se levantó como lo hizo esa misma mañana. Salió de su cuarto y todo seguía igual, efectivamente su hermano todavía no regresaba, bien, pensó. Se lavó la cara y preparó una mochila con cosas que iba a necesitar: unos audífonos inalámbricos, batería portátil, billetera, entre otras cosas. Aún seguía con las mismas ropas del día a lo que le agregó una chompa ligera. Cogió su celular y le envió un mensaje a Atsuki diciéndole que se quedaría a dormir dónde Kanna. Finalmente salió del departamento, trancó con llave y salió del edificio marcada la medianoche.

Se puso los audífonos sobre su cabeza y comenzó a reproducir la playlist de su celular. Con patines puestos comenzó a acelerar por la vereda, y llegada a cierta velocidad se pasó al borde de la pista. Como había pensado anteriormente, Osaka es una ciudad que no duerme por lo que tiene una larga lista de actividades que realizar. Una vez al mes se daba una escapada de madrugada y se quedaba despierta hasta que amaneciera, como era viernes era un buen día para que lo hiciera, aunque técnicamente ya era sábado, pero esas eran pequeñeces. Partió a su primera parada: el karaoke.

Ya en la sala con sillones y una pantalla grande para las letras de las canciones y el video musical o el arte que pusieran, y unos bocadillos; Mako se hallaba cantando a todo volumen con micrófono en mano y saltando de sillón en sillón. Ya llegando a la última parte, dio un salto y cantó la última nota, aterrizando finalmente en el piso. Se sentó en uno de los sillones para descansar un momento mientras le daba un bocado a ese bocadillo. Estuvo alrededor de hora y media en el local cuando vio la hora y era momento de irse a la siguiente parada. Los pachinko tenían letreros luminosos que por alguna razón la atraían. Habiendo entrado en el edificio, busco alguna maquina en la que sentarse y metió una moneda. El truco para "ganar" en un casino era básicamente no estar largos periodos de tiempo; mientras más tiempo se estaba, el local sacaba más ganancia, después de todo esos lugares estaban diseñados para que cumpliera ese cometido. Una manera de mejorar aquello era la no presencia de ventanas que dieran al exterior, y que debido a ello se perdiera la noción del tiempo al no tener una referencia del tiempo. Ya pasado dos horas, era hora de irse. Recogió sus cosas, fue a reclamar lo que había ganado y partió al siguiente lugar. Este lugar era algo singular, pues hacía que alguien como Mako se sonrojara, después de todo que ella fuera a un hostess club era algo raro. Sentada en un lujoso sillón con dos muchachas a los lados sirviéndole alcohol y dando charlas eróticas hacía que la cliente de ese servicio estuviera de lejos en un estado de calma. Su corazón palpitaba rápidamente y no dejaba de juguetear con sus manos, en especial con sus índices, los cuales no podía evitar chocar el uno con el otro. Las chicas le hablaban y ella tan solo se limitaba responder nerviosamente, mayormente con un sí. Había aceptado el vaso de licor que le habían servido y bebía pequeños tragos de este. Las mujeres que la atendían se habían encariñado con la tierna niña que se hallaba ahí, para ellas ella solo quería perder el miedo a expresarse, a desenvolverse y le continuaban persuadiendo y hablando como amante a esposo. Cuando ella creía que ya había estado el tiempo necesario allí se despidió de las chicas y dejó el licor en una mesa, ni siquiera se lo había terminado. Salió del lugar, pero esta vez no se dirigía un local, sino que haría una parada de descanso en una konbini. Compró unos dulces y unas bebidas energéticas para poder seguir despierta y activa. Se paró afuera de la tienda y se comió lo que había comprado, seguidamente se bebió la lata de energizante y la tiró en el tacho, siguiente parada: el manga café. Esta parada era algo más tranquila pues estaría un buen rato leyendo manga, viendo anime, y navegando por internet en ese estrecho cuarto del que disponía. Se trajo consigo una gaseosa y se dispuso a pasar el rato. Se leyó volumen tras volumen hasta que finalmente terminó esa serie que había querido empezar. Concluido eso, prendió la computadora y comenzó a ver anime. Se vio solo unos cuantos capítulos, pues eso consumía más tiempo. Vio un capítulo de esa serie de televisión americana, vagueo un rato por redes sociales y finalizado eso salió de ese estrecho cuarto a la calle. Lo que seguía era algo que le recordaba a su infancia, las recreativas eran juegos que le traían mucha nostalgia. Estuvo en el juego de la garra; sin embargo, no logró ganar ningún premio. Para la próxima será, pensó. Estuvo un rato más divirtiéndose en algunas maquinitas y en otras en las que tenía la posibilidad de ganar el pozo acumulado, aun así, no logró hacerlo. Esa parada fue algo rápida, y la que tocaba ahora era una que requería un buen esfuerzo físico. En las jaulas de bateo se ponía prueba para ver que tanto había mejorado su habilidad con el bate. Se puso el casco, entró a la zona y prendió el dispositivo. Rápidamente pelotas de beisbol salieron disparadas hacia ella, pero con un ágil movimiento logró atinarle a la primera pelota. Estuvo así un buen rato, y cuando ya se había cansado observó la hora, viendo que ya iba a amanecer pronto salió del local. Patinó por las calles de los bares viendo como de algunos de ellos salían los oficinistas de las reuniones que organizaban las empresas en estos, algunos de ellos en mejor estado que otros. Patinó hasta que encontró un lugar de donde ver como salía el sol, en la azotea de un edificio. Con café en lata en la mano y sus audífonos puestos esperaba a que aparecieran los primeros rayos de sol. Repentinamente algo de luz iluminó la ciudad. A Mako le gustaba observar este fenómeno, y en Año Nuevo, ni que decir. Ya aparecido el sol decidió que era de regresar, esta vez iba a ir a pie en vez de usar los patines.

Caminaba lentamente por las calles de Osaka hasta que llegara al departamento. Marcado las seis y media de la mañana veía como locales empezaban a abrir para empezar su día de trabajo. Estuvo caminando por más tiempo, pasó al lado de un local de televisores y artefactos electrónicos que tenía pantallas que daban a la calle, había un grupo de personas en frente de ellas. Sin darse cuenta ya estaba junto a ese grupo y mientras se quitaba los audífonos para escuchar las noticias que ponían, alcanzó a leer el encabezado que acababan de poner: Osaka declarado en Estado de Emergencia.

Unos disparos y explosiones se habían oído desde una zona de clubes metida entre callejones decían los presentadores mientras se mostraba algunas grabaciones con celular de unos maleantes disparándole a algo, al parecer había ocurrido más temprano. Asimilado esto, decidió ponerse en marcha rápido a volver a su hogar, por ahora no sabía el peligro que habría si seguía afuera. Decidió tomar algunos atajos, usando los patines esta vez, tenía que regresar lo más pronto posible. Ya faltaba poco, solo tenía que seguir patinando, Atsuki seguro estaría volviendo y también se habría enterado de la situación. Mientras pensaba no se dio cuenta que se dirigía una avenida con autos transitando. Un momento antes de entrar en la pista, se dio cuenta de ello y frenó causando que se tropezara. En el suelo intentando pararse sintió un dolor en el pie. Al sacarse el patín y tocarse el tobillo sintió un dolor agudo, estaba torcido. No podía dejar que eso la detenga, por lo que cojeando siguió caminando. A pesar de no estar usando tanto su pie lastimado, se había cansado de andar con solo el que le quedaba sano. Divisó una pequeña área verde con bancos, descansaría un rato y luego volvería seguir caminando. Estuvo sentada unos minutos tratando de poner su pie en una posición cómoda. Mientras hacía esto, observó como una chica que también cojeaba, que se agarraba un brazo y que sostenía algo en su mano salía de un callejón, al observarle el rostro mejor, se puso pálida, era Noodle.

Tenía manchas de sangre en la ropa, se podía ver el dolor en su cara y lo que sostenía era un arma. Se paró del banco y gritó.

─¡Noodle! ─gritó.

Malherida y oyendo su nombre volteó, encontrarse con Mako justo en esta situación era lo peor que podía pasar. Con desesperación le devolvió el grito.

─¡Mako!, ¡corre, aléjate! ─gritó con las esperanzas de que le hiciera caso.

Por qué estaría ella así, sin pensarlo comenzó a acercársele.

─¡No!, ¡vete! ─gritó de nuevo. ─¡No vengas!

Sin entrar en razón ella seguía tratando de llegar a ella, y mientras eso pasaba algo se asomaba por el callejón. Noodle aún más angustiada que antes trataba de llegar a donde Mako al ver que ella no le hacía caso. Ya a punto de estar con ella, oyó un sonido detonante y sintió algo que le rozó el torso. Instintiva e instantáneamente se agarró sus costillas y al levantar la mirada en menos de un segundo observó cómo su amiga se agarraba el abdomen mientras comenzaba a tonarse rojizo oscuro.

─¡MAKO!