Capítulo 18: Vida normal
Los primeros días en Kobe habían sido atareados; buscar un lugar donde vivir de nuevo fue la primera de sus preocupaciones, está vez no había tenido tanta suerte como cuando llegó a Osaka. Recién después de pasar durmiendo algunas noches en paradas de autobús, para ahorrarse dinero pues no sabía si en Kobe Kyuzo había dejado otro almacén con recursos. Estando con los gastos limitados tendría que volver a buscar trabajo y donde instalarse. Podría intentar en trabajar en alguna konbini de nuevo, después de todo ya había estado viviendo así antes. Las bancas en las que dormía no eran cómodas, eran duras y no encajaba en ellas. Ella sabía que no era la persona más alta de todas, pero aun así no lograba acomodarse correctamente cada vez que se echaba en una de ellas. Cansada de dormir al aire libre, su búsqueda para encontrar un techo era intensiva. Entre agencias de inmobiliarias al fin pudo encontrar un lugar estable, un segundo piso que una señora tenía en su casa. Al parecer lo adecuó para que fueran independientes y así ella usara el primer piso para sí misma y el segundo para alquilarlo. Con el contrato firmado finalmente pudo mudarse; por suerte se hallaba algo amoblado aquel sitio, dos pequeños sillones, una mesa, un mini refrigerador, una hornilla y una cama.
Solo había traído un maletín con algo de ropa, una pistola, útiles de aseo y dinero. Desempacar no iba a ser la gran cosa, limpiar sería el asunto. A pesar de tener un precio asequible, al parecer ella tendría que encargarse de mantener en pie ese lugar. Deslizó su dedo sobre la mesa y al verlo tenía algo de polvo sobre ella. Buscó si es que había algo más que le fuera útil logrando acomodar lo que había encontrado en la sala. Una escoba y recogedor, algunos trapos y útiles de limpieza, cajas vacías y ganchos de ropa. Sin nada más que hacer, empezó a limpiar. Estuvo así unas horas; con pocos recursos, se había extendido el tiempo que había estado aseando la casa. Cuando terminó de enjuagar el último trapo, se estiró sobre uno de los sillones, estaba agotada. Miró alrededor suyo, el lugar no había cambiado mucho, parecía que iba a tener que hacer trabajos de diseño interior más que limpiar.
Ya habían pasado algunas semanas desde que Noodle había llegado a Kobe, su hogar tenía alguna que otra mejora, habiendo implementado un televisor con el que podía entretenerse. Ahora en su refrigerador y despensa había comida; pero lo que más le gustaba era su kotatsu que había conseguido, ya quería que llegase el invierno para usarlo. Estaba trabajando en una konbini de nuevo; aun así, a pesar de contar con una fuente de ingresos, estaba con el dinero justo. Lo que trajo al venir le había sido útil, pero si quería sobrevivir, iba a necesitar aún más. Se le ocurrió trabajar en fábricas, la verdad era lo que más le convenía; pero, trabajar largas jornadas haciendo el mismo proceso una y otra vez, le agotaba con solo pensarlo. Sería su último recurso por si ya no tenga a que más recurrir. Buscando entre sus cosas algo que pueda vender en alguna casa de empeño, encontró la llave del almacén de Kyuzo.
Era increíble, arriesgado y estúpido. Pensar en eso como una opción en vez de trabajar. Con el dinero que le quedaba, estaba en el tren bala yendo a Osaka. Una vez había llegado, había cubierto su cara con una capucha y mascarilla. Se le había advertido que no volviera a esa ciudad ni interfiera, por lo que debía pasar lo más desapercibida posible. Si no conseguía lo que necesitaba, se quedaría estancada y vendría lo peor. El taxi llegó al local, le pagó y se bajó para entrar. Una vez dentro de su almacén correspondiente buscó en los maletines que había alguno que contenga la cantidad de dinero exorbitante que debía haber. Abrió uno de los cierres encontrándose con fajos y fajos de billetes, bingo. Cargó todo eso, se llevó el maletín al hombro y partió de vuelta.
No había sido tan difícil, pensó. Con ese dinero ya tenía una puerta trasera en caso de emergencias, ahora solo quedaba vivir lo que le quedaba de vida en ese segundo piso. Si es que se le acababa el dinero, si es que eso sucedía, tendría que volver a por más. De nuevo en casa, dejó el maletín en su cuarto, prendió la televisión y empezó a preparar la cena. Cualquiera que se hiciera amiga de ella pensaría que es solo una chica normal que pasa sus días trabajando en tiendas de conveniencia y disfrutando del tiempo libre cuando puede. Tal vez conocer personas podría mejorar sus ánimos, le vendría bien algo de compañía. Ahora iba a vivir de forma normal; sí, de manera normal. Entonces como personal normal tenía que hacer cosas normales. Mañana iría a un bar a conocer gente, porque eso es lo que hace la gente normal.
A eso de las diez de la noche se hallaba en un bar junto a más gente. Se había vestido bien, ¿puede que un poco provocativo…?, no, creo que no, pensó, viendo su vestido que llevaba puesto. Le dieron la bebida que había pedido y sentada en la barra observó todo el local. Había chicos jóvenes de su edad, de entre 20 y 25 años diría. Ella tenía 20 años, por lo que se supone que debería encajar con los demás. Le dio un gran trago a su bebida y caminó al tumulto de gente que había. Pasado un rato se hallaba hablando alegremente con el grupo de gente presente, había tratado de parecer alguien amigable con quien se pasaría un buen rato, y al parecer lo había logrado. Unas horas después caminaba de vuelta a casa con los tacones en la mano.
A diferencia de antes, esta vez su trabajo no era parcial, sino de tiempo completo, por lo que pasaba más tiempo en el trabajo que antes. Aun así, lograba acomodar sus tiempos y siempre se hallaba haciendo algo. Desde leer hasta armar modelos a escala, por alguna razón debería estar haciendo que la mantuviera ocupada, sentía que no si no hacía algo iba a explotar. A consecuencia de los pasatiempos, el interior de su vivienda se había llenado de cosas variadas, parecía la de un coleccionista, la de varios coleccionistas viviendo juntos. Ahora contaba con internet en su casa, por lo que arrasó con las series y películas que se encontraba, claro también iba al cine, era una experiencia totalmente diferente el ver una película en una computadora sentada en un sillón y cubierta de mantas a ir una sala de cine con una pantalla gigante comiendo pop corn y gaseosa.
Aunque parezca que estaba 24/7 haciendo todo tipo de cosas sin parar, Noodle dormía sus horas correctamente, ocho horas de sueño necesarias y se despertaba apenas sonaba su alarma. Por supuesto el ejercicio no faltaba, iba a correr, hacía algo de estiramientos, yoga y calistenia en casa. Se cocinaba a si misma todas sus comidas, se aseaba correctamente y le gustaba el tiempo que estaba en el ofuro. Pagaba correctamente sus cuentas: de luz, de agua y renta. Algo diferente con lo que trató fue pintar. Tenía cuadros de panoramas de la ciudad, de bodegones, de poses humanas, básicamente de cosas normales. Los colgaba por toda la casa, se había vuelto un lugar agradable, no se parecía a lo que era cuando llegó inicialmente ahí.
En su búsqueda por cosas que la mantuvieran ocupadas, se interesó por los stop-motion. Una clase de animación en la simulaba el movimiento de algún objeto mediante el uso de varios fotogramas que al juntarlos parecía que el objeto tenía vida propia. Comenzó con algo simple al animar a una pelota moviéndose, cuando le agarró práctica, a pesar de que era más que nada prueba y error, pasó a usar sus figuras que tenía, que también coleccionaba, para simular que estuvieran en una aventura o algo parecido. Pasó mucho tiempo tomando fotografías de las figuras haciendo movimientos humanos. Cuando ya había terminado esa parte, ya después de varios días, comenzó a editar todo el contenido que tenía. Finalmente terminó con un cortometraje en el que sus figuras iban en una aventura y cosas así. Subió el corto a internet a ver si corría suerte y se volvía viral o algo.
Agosto pasó lento a pesar de todo lo que había hecho, era raro, pensó que al estar ocupada y haciendo cosas normales el tiempo pasaría rápido, que ya habrían pasado unos años para ese momento. Sin embargo, había pasado solo un mes, e irónicamente parecían años ese periodo de 30 días. Seguro solo tenía que acostumbrarse y ya pasaría rápido el tiempo. Ya era hora de acostarse, abrió su cama y se echó a dormir.
En las jaulas de bateo le daba a la pelota cada vez que se la lanzaba la máquina, no fallaba ni una vez. Bateaba tan fuerte que una de las pelotas se quedó atorada en las rejas de protección. Habiendo terminado su sesión, dejó el lugar y se dirigió al trabajo. Otra jornada de ocho horas atendiendo clientes y ordenando cosas de la tienda. Ya en la tarde después del trabajo caminaba por las calles de Kobe, mirando todos los rostros de las personas que pasaban memorizando como se veían cada uno de ellos. A veces volvía a ver a las mismas personas caminando. También pasaba con las matrículas de los autos, memorizaba esos números y letras que identificaban cada vehículo. Contaba cada paso que daba mientras caminaba, todo eso al mismo tiempo.
El número pi le obsesionaba, todos esos números al azar, sin ningún orden aparente. Se había pasado diciendo en voz alta cada número que lo conformaba durante varias horas. Lo mismo había pasado con phi y e. Asimismo miraba videos completos de fractales, esos zooms que se hacían eran hipnóticos. Lo mismo con los videos de time-lapses de cualquier cosa: la ciudad, de dibujos, de construcciones, etc. Para mitad de septiembre había contado todas las cosas que podía, las letras y palabras de los libros, los pixeles de las pantallas de su televisor, celular y computadora, el número de ventanas de los edificios, y pesar de que se encontraba entretenida y ocupada haciendo todo eso, parecía que en verdad solo habían pasado horas.
Había comprado pegamento instantáneo para dejarlos gotear en un lugar específico. Se había dado cuenta que al secarse quedaba pegamento seco y duro, ya había creado una torre de treinta centímetros de pegamento seco. Lo mismo con silicona en botella y silicona caliente. Había comprado varios lapiceros para gastarles su tinta llenando hojas y hojas de rayones con ellos. Lanzaba una moneda para que saliera cara o sello y anotaba las veces que había salido cada una. Contaba los granos de arroz y los cereales que tenía guardados.
Con algo diferente cada vez, pasaron los años estando siempre con algo que hacer, el resultar ocupada por todos aquellos pasatiempos había dado fruto. Ya tenía 25 años, ahora la forma de la que se mantenía ocupada, y su favorita, era abrir y cerrar la puerta de su cuarto. La deslizaba de izquierda a derecha; uno dos, uno dos, uno dos, eso decía en su mente cada vez que la abría y cerraba. Una alarma sonó, vio que era su celular, era viernes en la noche e iba a salir. Se bañó y alistó para salir. Iba de camino a un bar, se había hecho ya rutina salir una vez a la semana. Llegó y todo iba como siempre. Fue a la barra y pidió una bebida. Le dio un trago y fue al grupo de gente que había.
Horas después se hallaba peleando con otra chica, ambas ebrias, mientras unos chicos trataban de separarlas. Noodle le ganaría a cualquiera en una pelea así; sin embargo, no se encontraba en las mejores condiciones, y no se hallaba consciente de ello. En todo el forcejeo, recibió una patada en el estómago dejándola sin aire por un momento, soltándose y dejándose caer de quien la sostenía. En el piso se agarraba la zona donde había recibido el golpe, con la visión borrosa y dando bocanadas de aire. La chica que la había golpeado se reía de su victoria y se disponía a irse. De pronto, sentía como le agarraban el pie, parecía que su contrincante aun quería más. Dispuesta a seguir, levantó su otro pie para darle una patada en la cabeza. De repente, un fuerte jalón hizo que cayera al piso y un fuerte golpe le fue atinado en el lateral de su pierna, en el muslo; dio un grito de dolor y se la agarró. Los chicos al presenciar lo que sucedía, y viendo que ya se podrían hacer nada más. Agarraron a su amiga entre dos y la llevaron adentro para tratarla, mientras dejaban a Noodle tirada en el piso de la calle.
Luego de un rato, con la respiración ya recuperada, se paró y decidió volver a casa. De nuevo llevaba los tacos en la mano caminando descalza. Su vestido estaba arruinado con alcohol y agujeros en él. Tenía moretones por el cuerpo y su cabello estaba hecho un desastre después de aquella pelea. Caminaba lentamente, encorvada y mirando al vacío. Finalmente había llegado a casa; entró, sin embargo, no prendió las luces. Se quedó parada en medio de la sala y dejó caer sus zapatos. Buscaba entre sus cosas que tenía y había acumulado, levantó un montón de cajas y cogió la soga. La amarró a la pata de uno de los sillones y lo pasó sobre uno de los tijerales de madera que sostenían el techo a modo de polea. Hizo el nudo que buscaba y agarró una silla. Se subió sobre ella y comenzó a meter su cabeza dentro del aro de soga. Ajustó el nudo, bajó los brazos y lentamente arrastró sus pies hasta el borde de la silla. Dio un pequeño brinco y quedó colgada con la respiración cortándosele de golpe.
Lo siguiente que sintió fue un fuerte golpe en el hombro contra el piso, la soga se había desatado de la pata del sillón ocasionando que cayera bruscamente.
─Mira, ni eso puedes hacer bien. ─dijo de repente una voz. ─¿Qué no es este como tu cuarto intento de suicidio?
─El tercero…
─Y en todos ellos fallaste, que se puede hacer contigo. ─volteo para ver quién era quien la hablaba. Se quedó muda al verse a sí misma apoyada y de brazos cruzados al lado de una ventana. ─Y, ¿no vas a intentarlo una cuarta vez?
─¿Qué quieres?
─No es sobre lo que yo quiero, es sobre lo que tú quieres.
─Pero, tu eres yo.
─Eso no es correcto, que me veas así demuestra un poco de narcicismo tuyo.
─¿Qué?, no yo…
─Bueno discutir sobre eso ahora no es lo importante, lo que importante es, ¿qué demonios es lo que estás haciendo?
─Yo, yo estoy viviendo una vida normal…
─Claro que no, solo te excusas para llenar ese vacío emocional tuyo.
─Q-qué, ¿qué vacío emocional?, no ves que…
─Desde que llegaste y te estableciste siempre buscaste algo con lo que distraerte, algo que terminó convirtiéndose en obsesión.
─No, solo son pasatiempos.
─Literalmente te pasas horas abriendo y cerrando una puerta. Tu cerebro quemó hace rato.
─¡Es solo otro pasatiempo!, ¡uno de personas normales!
─Noodle, tu mera existencia es la prueba de que lo normal no existe.
─Eso no tiene nada que ver. Puedo cambiar a lo que yo quiera, tengo toda la libertad de hacerlo.
─No confundas la libertad con algo que no lo es.
─Estoy decidiendo lo que yo quiero hacer.
─No lo estas entendiendo.
─¡No ves que ya he superado todo lo que pasó!, ya han pasado años desde lo de Osaka.
─Revisa tu calendario.
─¿…Qué?
─Revísalo. ─se paró y fue a la cocina.
─Ves, septiembre de 2016.
─Claro que no, te has saltado cinco años.
─Estás delirando.
─Ahí yo leo otra fecha.
─Te estoy diciendo que dice septiembre de 2011 ¿…qué?
─Si no recuerdo mal, el tiempo lo comenzaste a sentir que pasaba lentamente.
Agarraba el calendario con ambas manos, desde la última vez que lo vio solo había pasado dos semanas. ¿Solo dos semanas?, se sintieron como años realmente.
─Esto…no…no puede…
─Debió haber sido un purgatorio para ti, al menos hasta que tocaras fondo. Solo mira lo que intentabas hacer.
Dio un vistazo por toda casa, ya no parecía la de un coleccionista, parecía la de un acumulador compulsivo. Bolsas y cajas de cachivaches se hallaban por todos lados.
─Y esto nos lleva a lo siguiente: Mako.
─¡No digas ese nombre!
─¿Acaso crees que puedes evitarlo por siempre?
─¡Cállate!
─Mako Mako Mako Mako Mako
─¡Paraaa! ─y rompiéndose en llantos se dejó caer en el piso con los brazos y piernas caídos y la cara levantada mirando al techo. ─Ella…yo no debía estar ahí en ese momento…debí haber ido por otro lado.
─No es tu culpa que le dispararan a Mako. Tampoco lo es el choque que sufrieron después.
─Si no me la hubiera encontrado ella estaría consciente, y no en coma en una camilla del hospital conectada a máquinas.
─Lo menos que puedes hacer es ir y visitarla.
─No puedo, si voy Mazuu le haría daño.
─Los mismos por los que ella sigue echada. El golpe que recibió fue por el choque que ocasionó uno de los hombres que trabaja para Mazuu. Mientras más daño se haga el sistema nervioso, y en este caso fue un fuerte golpe en la cabeza, ocasiona que el coma sea más duradero. Si eso no hubiera pasado, seguro que aun así estaría en coma por lo del disparo y la infección, pero habría despertado después de unos días.
─Aun así, por mí es que le dispararon.
─Entonces no vas a hacer nada.
─No puedo hacer nada contra ellos, estoy en jaque.
─Tú podrías fácilmente deshacerte de ellos.
─Ya he considerado las cosas que podría hacer. Esta vez no me enfrento a grupos criminales promedio. Las personas que fueron seleccionadas junto a mi aquella vez que me infiltré rivalizan conmigo, yo misma vi de sus habilidades. Si me enfrento uno por uno con ellos puedo vencerlos fácilmente; pero, son un grupo de otras catorce personas contra mí, no sobreviviría. Además de que tienen a Mako de rehén.
─Entonces no puedes hacer nada, ¿y?, no por eso vas a caer en la demencia. Cometiste un error, ya, que se puede hacer. Supéralo y déjalo como lección.
─No es tan fácil como dices. Quise superarlo, pero a pesar de eso parece que solo me hundí.
─Entonces empieza de nuevo.
─Hacer lo mismo esperando un resultado diferente no es nada más que locura.
─No te vas a librar de esta por citar a genios, cómo crees que funciona el LHC. Solo has tenido un intento de superación, prueba una segunda vez; si no resulta, ya no te voy a fastidiar.
─Ya no sé qué hacer…
─Estuviste diciendo que hacías cosas normales, ¿no? Pero, no has tocado la guitarra en un ningún momento; eso debería ser lo más normal para ti.
Noodle no había tocado ese instrumento hace mucho, se había olvidado por completo de él.
─Quiero hacerlo, pero no tengo una ahora.
─Que se puede hacer contigo. ─le dijo reprochándole, mientras se movía de su posición para buscar algo entre el desorden que había. ─Aquí está. ─dijo sacando un lienzo en blanco. ─Puedes comenzar con esto.
─Ya he intentado eso.
─Has intentado hacer pinturas "normales", ahora hazlas como tú las harías. ─le dijo dándole el lienzo. ─Por ahí vi unos acrílicos.
Colocó el lienzo sobre un caballete y buscó las pinturas. Cogió un pincel y comenzó a trazar líneas de forma calmada.
─Mako.
─¿Puedes parar?. ─dijo dando una fuerte pincelada que manchó el orden que mantenía.
─Oblígame.
─Eres molesta.
─Mako. ─y el pincel fue lanzado fuertemente a quien la estaba provocando. Sin embargo, no había nadie ahí.
─Fallaste. ─le respondió de otro lado de la sala.
─¿Pero qué…?
─No sé qué es lo que esperabas. Ya sigue pintando.
Buscó entre sus cosas otro pincel que podía usar hasta que encontró uno y prosiguió. Seguía con las pinceladas, pero esta vez no eran tan suaves como antes.
─Mako. ─dijo para seguir provocándola.
No iba a parar, solo le quedaba ignorarla.
─No pudiste salvarla. ─y el pincel se rompió en la mano de Noodle.
─¿Por qué paras?
─Por qué será. ─dijo aplastando sus dientes y claramente empezando a molestarse.
─Aún quedan pinceles de sobra.
─Sí… ─dijo cogiendo su tercer pincel.
─No va a despertar.
─¡PARA!
─¿Me lanzará el pincel de nuevo o lo romperá en sus manos?, hagan sus apuestas señores; aunque no importa mucho, después de todo ni suicidarse puede.
No pudiendo soportar más, dio un fuerte grito, agarró uno de los tubos de acrílico y lo estrujó por completo disparando la pintura contra el lienzo; lo mismo hizo con los demás. Después con sus manos esparció la pintura violentamente por todos lados cubriendo cada espacio en blanco que había. Estuvo así durante un buen rato hasta que finalmente se había calmado.
Respiraba lentamente y de cansancio en frente de la pintura. Había manchas de ella alrededor suyo: en los muebles, en el piso, en la pared, en el techo… Sus manos se hallaban cubierta de ella complemente llegando hasta sus antebrazos. Su ropa estaba manchada por todos lados, al igual que su rostro y cabello.
─Está decente. ─dijo quien había causado eso.
─¿Por qué?
─El uso del color me gusta como está logrado, cada parte combina con todo.
─¿Por qué me hiciste hacer esto?
─Es solo una pintura normal ¿no? ─le dijo y caminó a la cocina. ─Deberías conocer gente, pero esta vez de buena manera creo yo. ─dijo buscando en el refrigerador. ─Incluso puede que un interés amoroso. ─dijo lanzándole la cerveza que había sacado del fondo del refrigerador. Atrapó la lata que le habían arrojado quedándose mirándola. ─Solo se te viene a la mente una persona cuando digo eso ¿no? ─oyó que le decían, pero al levantar la mirada ya no había nadie. Dio un vistazo a donde vivía, sí que era un desastre, pensó. Abrió la bebida y le dio un trago, hace tiempo que no probaba ese sabor, y sí que lo extrañaba; sonrió y volvió a darle otro sorbo.
A casi de terminar octubre, Noodle se levantó de su cama. Se puso algo que cubriera su torso y salió para preparase el desayuno. Caminó hacia la cocina y sacó unos cereales y leche. Se sentó en la mesa y en un tazón echó ambas cosas. Con la cuchara cogió un poco y procedió a comerlo. Justo cuando iba a entrar la cuchara en su boca, notó algo extraño en el ambiente, una presencia. Su mano se dirigió rápidamente debajo de la mesa buscando algo mientras volteaba para ver la sala.
─Hola Noodle.
─¿…Atsuki?
