Todos los personajes son propiedad exclusiva de Gosho Aoyama y sus respectivos distribuidores. No pretendo apropiarme de la serie ni mucho menos, simplemente intento potenciarla mediante la narrativa, sin ningún ánimo de lucro, por puro placer de escribir y hacer que la gente se divierta leyendo .
Aclaraciones:
… Lo que piensa un personaje
Cambio de escena
Texto en cursiva: flash back
Texto en cursiva: palabras que dicen en inglés
… Un lugar
SUCEDIÓ
EN
NUEVA
YORK
Cap.5: No es un sueño
Un fanfic de CiNtUrO-cHaN
Seguía lloviendo sin parar. Pero por primera vez, la lluvia no lograba impactar en la suave piel de Ran, sino que se veía impedida por un paraguas. Ran observaba hacia arriba, hacia la persona que lo sujetaba, la cual sonreía bondadosamente, tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse. Con movimientos llenos de duda e incertidumbre, Ran se puso de pies, pero sin su ayuda. Seguía mirando al dueño del paraguas el cual, como estaban ahora en el arropo de las frondosas hojas de un conjunto de árboles enormes, había cerrado.
-Sabía que estarías en Central Park.
Ja. Qué irónico. Después de tres años, ¿aún podía prever todos sus movimientos, introducirse en su mente como quien no quiere la cosa y adivinar todo lo que le pasaba por allí? Cierto, estaba en Central Park, esa gran zona que quedaba a dos manzanas del hotel Prince donde, cuatro años y medio atrás, había ido con Shinichi y Yukiko justo antes de irse al aeropuerto para volver de su viaje a Japón. Ése lugar le traía recuerdos, y como era uno de los pocos lugares de Nueva York que conocía, sus pies mismos la habían dirigido allí sin prácticamente ella enterarse.
-Hola, Ran. Cuanto tiempo – dijo Shinichi, con una mano en el bolsillo y la otra sujetando el paraguas cerrado – Me alegro de verte y ver que estás bien.
Ran seguía mirándole sin decir esta boca es mía. Simplemente le miraba. Intentaba cuadrar todo lo que sus ojos percibían. ¿Real o imaginario? No podía ser real. No era posible que, después de tanto tiempo, tuviera a Shinichi a dos palmos de su cara, y que encima se comportara como si no hubiera roto un plato en su vida. Esa actitud suya la confundía. ¿Cómo podía hablarla con tanta naturalidad después de haberlos dejado a todos durante tanto tiempo? Y además, estaban esas crueles palabras que retumbaban en sus oídos sin cesar.
Lo siento, Ran. Olvídame.
Esas cuatro palabras habían conseguido romperle el corazón en pedazos, matarle el alma y sumirla en al más oscura depresión. Y después de todo eso, ¡¿tenía la gran cara de presentarse a ella como si nada, y encima decirle que le alegraba que estuviera bien!
-Sé…que estás sorprendida, dolida, enfadada y mil cosas más… Lo siento, lo siento mucho. Pero no hay tiempo para hablar, Ran. Corremos peligro, tenemos que irnos a un lugar seguro. Te llevo en coche, ¿vale?
Shinichi empezó a desesperarse. Ran no decía nada. Y él cada vez perdía más los nervios. Para él no era nada fácil aparentar indiferencia. No podía permitirse el lujo de caer en el error de demostrarle sus sentimientos, porque si alguien les estaba espiando, sabrían que ella era la persona más importante para él, y eso significaría un peligro mortal no sólo para él, sino para ella también. Así pues, no le quedaba más remedio que actuar así, fingir así, hasta estar en lugar seguro y hablarle de corazón.
-Ran… vamos, tenemos que irnos… - dijo el joven desesperadamente, haciendo ademán de cogerle la mano.
Ran correspondió ese gesto con suma rapidez, con la otra mano, propiciándole un sonoro bofetón. La mejilla del detective se tornó roja. Shinichi miraba a Ran tristemente. Sabía que se merecía eso y más. Pero ahora no había tiempo…
-¡¿S-Se puede saber de…de qué me estás hablando! ¡Siempre haces lo mismo! Vienes, te vas, vuelves a venir, te vuelves a marchar… Y cuando por fin parece que has tomado una decisión y te vas para siempre, cuando por fin te había olvidado… ¡¡VUELVES! – toda la resignación, tristeza y soledad que había sufrido esos tres años salieron a flote. Estaba feliz de tenerle delante, pero no podía perdonarle tan fácilmente. No podía… Además, no estaba segura si volver con él era la mejor opción. Tal vez lo mejor para ella era intentar, una vez más, olvidarle. Aunque sabía que no podría.
-Ya…Ya sé que he cometido muchos errores en mi vida, y te pido perdón de corazón. Pero… entiéndelo, no podemos demorarnos más. Corremos peligro, aquí fuera. Hay que ir a un sitio seguro – volvió a insistir él, cogiéndole la mano.
-¡¡¡NO! – Ran se separó de él bruscamente, con tal brusquedad que hasta chocó con el tronco del árbol que tenía a unos centímetros a su espalda – No me pienso mover hasta que me des una BUENA explicación de todo lo que está pasando. Aquí y ahora. O mejor… ¡No me cuentes nada! ¡Estoy harta de tus excusas…! ¡HARTA! 'Volveré, volveré, volveré', ya lo creo que volviste… - dijo Ran, apretando los puños con fuerza, con nuevas lágrimas saliendo al exterior.
Shinichi cerró los ojos y suspiró. Los volvió a abrir y la miró con decisión – Está bien, tú ganas. Te lo explicaré resumidamente… Pero tienes que prometerme que cuando haya terminado, vendrás conmigo.
Ran no dijo nada. Eso era, según Shinichi, lo que más se acercaba a un 'sí', aunque no lo fuese al 100. Shinichi prosiguió – Está bien… resumiendo: desde hace muchos años, desde que desaparecí en Tropical Land, he estado siguiendo una peligrosa Organización japonesa-estadounidense que trafica con armas, drogas, venenos, que hace chantajes y asesina por dinero. Por eso me mantenía siempre a la sombra, para que nadie se relacionara conmigo y para no poneros en peligro.
Ran lo escuchaba con la mirada baja. Shinichi empezaba a desesperarse. Odiaba verla así… pero no tenía más remedio que continuar – Hace tres años… la situación se volvió… 'insostenible' y no tuve otro remedio que irme del país. Fue entonces cuando vine a vivir a Nueva York, y entré en el F.B.I.
-¿Por recomendación de la profesora Jodie? – dijo Ran, mirándole a los ojos. Recordaba perfectamente que, un día hacía tres años, Jodie le confesó en el hospital que era del F.B.I. Así pues, parecía que todo empezaba a cobrar sentido.
-Exacto – dijo él, suspirando – Y por eso me vi OBLIGADO – Shinichi remarcó la palabra 'obligación' – a cortar todos mis contactos con todo el mundo. Por eso… cuando te llamé…
-Yo… Me voy. Me voy de Japón y… y no sé si volveré.
-No es ninguna broma, Ran. Te lo digo seriamente. Me marcho.
-Tengo mis motivos, entiéndelo, y no puedo decírtelo. Tampoco puedo decirte cuándo volveré porque ni yo mismo lo sé; tal vez dentro de dos meses, cinco años o nunca. No lo sé.
-No puedo decírtelo, Ran. Te pondría en peligro y…
-Sólo quería decirte esto… En fin, Ran, espero que te vaya todo muy bien, que encuentres un buen chico y que seas feliz.
-Lo siento, Ran. Olvídame.
Una vez más, la frase volvió a la cabeza de la joven.
Olvídame.
-Por eso… Por eso me fui… - culminó Shinichi, bajando levemente la cabeza – Por favor, ven conmigo. Si nos quedamos más tiempo, alguien podría…
-No…No tenías por qué decirme eso… - dijo Ran, con su mirada perdida entre su pelo. Shinichi la miraba sin entender – Si… Si realmente era así, ¿por qué no me lo dijiste…? ¿Por qué…? Dudo que el teléfono de mi casa estuviera pinchado, así pues, nadie nos escuchaba. Entonces… ¿por qué no me dijiste esto que me acabas de decir entonces? Si en lugar de pedirme que te olvidara, me hubieras pedido que te esperara… habríamos acabado igual, pero habría pasado estos tres años con más esperanzas…
Shinichi la miró profundamente – Ran…
-¿O es que en serio pensabas que no nos veríamos nunca más? Lo que una persona quiere, se hace realidad a su debido tiempo. Yo siempre tuve la esperanza de volver a verte, darte un buen bofetón y luego escuchar lo que tuvieras que decirme, pero… ¿y tú? ¿Qué querías tú, Shinichi…? – Ran empezó a temblar. Cada vez llovía con más intensidad y empezaban a mojarse, aunque eso no importaba a ninguno de los dos.
Shinichi apretó los puños - ¿Que qué quería? Quería un lavado de cerebro, olvidar todo lo concerniente con la Organización y el F.B.I., y no ser detective, para poder estar siempre con la gente que quería. Pero son tiempos difíciles, y debemos ayudar a los que necesitan ayuda. Mucha gente ha sufrido por culpa de la Organización. No podía negarles mi ayuda cuando me la pidieron, después de haberme ayudado ellos tantas veces…
Ran sonrió interiormente. Esa era la verdad de las verdades. Las preferencias de Shinichi eran, antes que nada, los casos y ayudar a la gente con sus deducciones; después de eso, todo lo demás.
-Debemos irnos – dijo Shinichi, cogiéndole la mano de nuevo.
-¡No! No iré contigo a ninguna parte… ¿Es que no has tenido suficiente ya conmigo, eh? ¿¿Es eso? – dijo ella, resistiéndose. Mas aún así, para su sorpresa, esta vez Shinichi la cogía con fuerza y no cedía - ¡Suéltame!
-No – dijo él, tirando con fuerza – Te llevaré hasta mi coche aunque tenga que arrastrarte, Ran. Me conoces y sabes que soy capaz.
Ran lo miró con fuego en los ojos - ¡¡Déjame! ¡¡Suéltame! ¡No quiero ir contigo! ¡¿Me estás oyendo! ¡Recuerda que hago kárate!
-Lo dejaste al acabar el instituto – le recordó Shinichi.
Ran lo miró sin entender - ¿Cómo…? ¿Cómo lo sabes…?
Shinichi se encontraba de espaldas a la chica en su intento de moverla, pero finalmente cedió de hacer fuerzas y se giró hacia ella, sonriendo y con la mirada triste – Aunque tú no hubieses sabido nada de mí en estos tres años, yo no perdí el contacto contigo. No es lo mismo que el haber estado junto a ti pero tengo una remota idea de qué es lo que hiciste todo ese tiempo en que yo no estuve.
Ran parpadeó incrédulamente – ¿Me espiabas?
Él asintió algo avergonzado – Bueno… digamos que me preocupaba por ti.
No entiendo nada… No entiendo nada… ¡¡NO ENTIENDO NADA DE NADA! Ran cerró los ojos con fuerza, obligando a las lágrimas que allí había a caerse por sus mejillas - ¡¡No entiendo nada! ¡¿Por qué te fuiste sabiendo que volverías de vez en cuando! ¡¡Podrías haberme venido a visitar, ni que fuera a hurtadillas! ¡¡No tienes ni idea de lo que he sufrido por ti…! – Ran respiró entrecortadamente, con la vista escondida.
-¡No tienes ni idea…!
Había parado de llover, pero aún así Kazuha sostenía el paraguas en la mano firmemente, por si volvía a ponerse a diluviar. Según lo poco que sabía, no tenía mucha certeza de volver esa noche al hotel, así que coger el paraguas y el chubasquero negro fue una buena opción.
La joven de Osaka miraba preocupada a Heiji fijamente, el cual estaba con el móvil pegado a la oreja, discutiendo con alguien.
-¡Le he dicho que me ponga con Jodie Sainte…Starling, es urgente! – rectificó el detective de kansai, haciendo un momento de silencio, para acto seguido volver a la carga - ¡Oiga! ¿Tiene usted la mínima idea de lo que significa 'urgente'?
-Heiji… Estamos llamando demasiado la atención – le recordó Kazuha. Instantes antes estaban saliendo del hotel a hurtadillas, como si se escondieran de sus propias sombras, y ahora que nadie les había visto él iba y se ponía a gritar por todo lo alto.
Heiji se vio obligado a frenar su temperamento – Sí, sí. Heiji Hattori. Por favor, le repito que es extremadamente ur… ¡Jodie-san! – exclamó Heiji lleno de alegría súbitamente.
-Oh! Pero si eres el amigo de Cool Kid, ¿cómo es que tienes my cell phone number? (mi número de móvil) – preguntó Jodie, al otro lado del auricular, frunciendo el entrecejo pero sin dejar desaparecer su sonrisa casual.
Heiji se recostó a la pared de una tienda cerrada, y Kazuha le imitó. El chico de Osaka empezó a hablar con voz débil – Escúcheme, tengo un mensaje de parte de Kudo.
-Te escucho – dijo Jodie, retomando una postura más seria.
Heiji respiró y le contó todo lo que su amigo le había pedido que le dijera, desde que los planes habían cambiado y que ahora debían protegerles también a él y a Kazuha, hasta que ahora Shinichi había ido a buscar a Ran para ponerla a salvo, y que en cuanto pudiera irían directos al cuartel general.
-Oh, entiendo. Es posible que vosotros también estéis en su ficha – dijo Jodie, la cual se separó un instante del teléfono para mirar a Shuichi y asentir – Bien, escúchame bien, Hattori-kun. Hay un coche del F.B.I. delante del hotel Prince. Como es un hotel con buen prestigio, un coche así no llamará la atención. Ahora mismo les estoy pasando a mis hombres vuestras fotos. Id de nuevo al hotel Prince y subíos al coche. Es un Ford negro con cristales blindados, matrícula…
Heiji cogió una pequeña libreta de notas y fue apuntando los números y letras que le dictaba Jodie. Acto seguido se despidieron – Bien Kazuha, ahora escúchame. Tenemos que volver al hotel.
-Pero si acabamos de…
-Ya lo sé – dijo él, tajante – Tenemos que ir allí y buscar un Ford negro con esta matrícula. Es del F.B.I. Nos subimos y nos pondrán a salvo. Vamos – dijo él, cogiendo de la mano a la chica y empezando a correr.
-¿Es ése de ahí? – preguntó Kazuha, desde una esquina que daba al hotel. Efectivamente, el coche que había descrito Jodie estaba aparcado delante del hotel, con un hombre vestido muy elegantemente sujetando un papel y mirando a su alrededor.
Seguramente es alguna fotografía nuestra pensó el detective. Miró a Kazuha, la cual estaba algo estresada, y sonrió para reconfortarla – Ahora que no pasa ningún coche por aquí, contaré hasta tres y ambos iremos corriendo hacia el coche, ¿vale? Tranquila, no te pasará nada.
-No estoy preocupada por mí, sino por ti, porque sé que, como siempre, querrás lucirte demasiado – recalcó la joven de Osaka, mirándole con la ceja izquierda fruncida.
Heiji no respondió y contó hasta tres – Uno… Dos… - ambos tensaron los músculos – ¡TRES!
Heiji y Kazuha echaron a correr a través de la carretera. Kazuha sólo tenía en visión el coche negro y llegar cuanto antes allí, mientras que Heiji iba mirando de lado a lado buscando cualquier figura sospechosa que pudiera atacarles. Según Shinichi, ahora ellos también estaban en la sartén, ¿y quién no les aseguraba que algún hombre de la Organización no les estuviera apuntando en ese preciso momento?
¡No pienses en estas cosas y corre, maldición! se auto-recriminó el detective Lo principal es que ella llegue sana y…
¡BANG!
Un sonido de escopeta. Alto y claro. De caza. A la lejanía, un cartucho cayó al suelo. Heiji miró hacia algún lado, intentando descubrir qué ocurría. Seguía corriendo con todas sus fuerzas. Iban a por ellos.
Vio que el agente del F.B.I. también sacaba su pistola y apuntaba hacia alguna parte, pero sin vislumbrar un blanco.
¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
El primer disparo falló. El segundo también. Pero el tercero rozó con fiereza el brazo derecho de Heiji, el cual tenía envuelto alrededor de Kazuha para protegerla. El joven detective cayó al suelo, mientras que Kazuha, asustada, también caía como consecuencia de su peso, quedando debajo de él.
-¡Heiji! ¡Heiji! ¿Qué ha…? – de repente, la chica de Osaka vio que su brazo izquierdo estaba bañado en sangre. Sangre de Heiji. Kazuha palideció al instante, se sentó con rapidez y empezó a sacudir al chico - ¡¡HEIJI! ¡¡HEIJI! ¡¡Contesta, Heiji!
-Te oigo, te oigo – replicó el chico, sujetándose el brazo herido. Kazuha rápidamente se quitó el chubasquero y le cortó un trozo de tela, trozo que envolvió con fuerza al brazo herido – Gracias… - dijo él, haciendo un bufido.
¡BANG! ¡BANG!
Las dos balas se impactaron a pocos metros de Heiji y Kazuha. Ambos se levantaron con rapidez, sin tiempo que perder, mientras que un agente iba hacia ellos escoltándoles y el otro ya preparaba motores. No hubo más disparos. Heiji, con molestias, intentó sentarse lo más rápido posible en el lustroso coche, seguido por Kazuha. Justo cuando ésta cerró la puerta, el coche arrancó con rapidez. Se oyeron dos disparos más, pero no alcanzaron el coche.
-¡Heiji, ¿estás bien! ¿T-Te duele mucho? – decía y repetía Kazuha, una y otra vez, aunque sólo fuera para corroborarse de que el joven seguía hablando.
Él sonreía forzosamente – Sí… Sólo es un arañazo. He recibido de peores, como esa en el estómago cuando…
-¡No hables de eso ahora, ahou! – replicó la chica, cada vez más histérica – Tranquilo, ahora iremos a un hospital y te curarán las heridas.
-No exactamente – respondió el conductor. Kazuha le miró sin entender – Verá, señorita, tenemos órdenes claras y directas de llevarles sanos y salvos al cuartel general, y entregarlos a Starling. Pero no se preocupe, en el cuartel hay salas de operaciones. Y le aseguro que son mil veces más efectivas que el hospital público al que seguramente hubieran mandado al chico.
Kazuha se quedó callada, sin saber si darle las gracias o no.
-Ah, Starling – dijo el acompañante del conductor, con el móvil en la mano – Sí, no se preocupe, están ambos bien. El chico ha recibido una bala de cerca y le ha herido el brazo, pero es sólo superficial. Unas vendas y estará como nuevo. Ajá. Ajá. Si, tardaremos una media hora. ¿Han identificado al francotirador? Ajá. Entiendo. Sí, hasta luego – y colgó. Heiji le miraba inquisitivamente, y el hombre resopló – No le han pillado, aunque sabemos que disparaba desde una habitación de alquiler, ahora totalmente vacía, que había delante del hotel. Hemos encontrado restos de la pólvora que usó, pero no hay huellas ni nada. ¿Algo más, señor detective?
-No – se limitó a decir él.
-Hei…Heiji… - dijo la chica, algo tímida, pues no sabía si era el mejor momento para decirlo – ¿Cuándo te dignarás a explicarme qué está pasando aquí y por qué Ran-chan y Kudo-kun corren peligro? Y lo más importante, ¿qué pintamos tú y yo en un coche del F.B.I.? – dijo ella, algo enfurruñada. Dado que veía que Heiji no corría peligro alguno, empezaba a retomar el comportamiento natural de siempre.
Heiji resopló – Es una historia algo larga…
-Tenemos tiempo – respondió Kazuha, sin vacilar.
El joven de Osaka desvió la mirada hacia los cristales. Volvía a llover. Su vista se dirigió al pasado, con una cara melancólica – Todo empezó hace ya algunos años…
Jodie acababa de descolgar el teléfono. Se sentó en la mesa y dejó apoyar su cabeza en sus dos manos, intentando pensar con claridad.
-Alguien nos traiciona – dijo Shiho, desde la pared, con tono quedo.
Jodie negó lentamente con la cabeza – No, no… En el F.B.I. no te lo niego, seguro que entre todos los que somos podría haber alguien, pero no entre nuestro grupo…
Ahora en la estancia sólo estaban ella, Shiho y Shuichi (el cual fumaba para variar). James había ido a atender otros tantos asuntos que le requerían, y el inspector Raddish, acompañado por Willis, había sido llamado para investigar el tiroteo del hotel Prince.
-También es imposible cómo ha viajado de rápido la información acerca de Hattori y Toyama sin que no haya algún filtrador, Jodie – dijo Shuichi, con tono impasible, mirando a Jodie – O Raddish o Willis. Creo que deberíamos vigilarlos de más de cerca.
Jodie bebió un poco más de su taza de café, y se quitó las gafas para aclararse los ojos. Llevaba tres días sin dormir – Suponiendo que lo que decís es cierto, no tenemos pruebas. Aunque estoy de acuerdo en que deberíamos hacer algo. Le diré al señor James que lo mejor sería que nuestro grupo volviera a ser el de antes, nosotros tres y Cool Kid.
-No es buena idea – dijo Shiho.
Jodie la miró - ¿Por qué no?
Ella se encogió de hombros – Porque si le dijera eso a James, y él sacara del grupo a Raddish y Willis, el que fuese que fuera de la Organización de los dos sabría al instante que teníamos sospechas, e informaría a la Organización. Yo creo que no deberíamos prevenirla tanto. Que cuando cojamos al traidor, lo hagamos en el momento oportuno. Mientras tanto, tan sólo hace falta vigilar qué decimos y qué no decimos en la presencia del grupo completo. Creo que con esto bastará, ¿no creéis? – dijo Shiho, mirando a Jodie y a Shuichi imparcialmente.
-Tienes razón – admitió Jodie, suspirando – Creo que voy a dormir un rato. Cuando Hattori y Toyama vuelvan, despertadme. Estaré en las sillas de delante haciendo una cabezadita.
Jodie cerró la puerta tras de si. Shuichi miró a Shiho – Se confía demasiado. Ese es su defecto.
Shiho asintió – Lo sé. Llevamos ya tres años juntas. Pero… - Shuichi la miró. Shiho miró a través de la ventana, con preocupación – Creo que algo va a pasar. No es propio de la Organización estarse callada tanto tiempo.
Shuichi recogió su paquete de cigarrillos y salió de la habitación, no sin antes recomendarle a la chica que durmiera un rato mientras pudiera. Sin embargo, Shiho se quedó observando la lluvia cayendo lentamente, preocupada. Por algo. Por alguien.
Tengo un mal presentimiento.
-Me lo has prometido – dijo Shinichi con dureza, mirándola a los ojos – Me has prometido que cuando te lo explicaría, nos iríamos de aquí. ¿Entiendes qué significa estar 'en peligro'?
Ran miraba al suelo y a Shinichi, de lado a lado, sin saber ya qué decir ni qué pensar – Bueno, no será por las promesas que tú has roto, ¿verdad? – replicó ella – A ver, se puede saber al menos, ¿QUIÉN nos persigue?
-La Organización – respondió él fríamente – Podrían estar ahora mismo en Central Park. Vamos, Ran, confía en mí por alguna vez. Ya sé que no merezco tu confianza, pero… créeme, esto es diferente – decía Shinichi, casi suplicándole que se marcharan ya.
Ran no sabía qué hacer. Había esperado tanto un reencuentro con Shinichi, pero sus sentimientos, tan alborotados, se volvían contra ella. Lo único que tenía en mente era irse, pero no para escapar de la Organización o quien fuese, sino para huir de Shinichi. Huir, ¿eh? pensó Ran tristemente Cobarde…
-¡Se me ha acabado la paciencia! Vas a venir aunque tenga que llevarte en brazos – dijo él, cogiéndole ambas muñecas. Ran reaccionó y pegó su cuerpo al tronco, haciendo fuerza hacia el lado contrario.
-¡No! Es mentira… Todo esto es mentira… Tú no has vuelto, esto es sólo una pesadilla… - musitó Ran, notando cómo volvía a llover, y la lluvia se mezclaba con sus saladas lágrimas - ¡¡TODO ESTO NO ES CIERTO! Tú… ¡¡Tú aún no has vuelto…! T-Todo esto es una estúpida alucinación como tantas otras que he tenido, nada más, esto no es real, no es real… – dijo ella, mirándole a los ojos, esperando despertar en cualquier momento, empezando a llorar silenciosamente de nuevo. Shinichi seguía apretándole fuertemente las muñecas, aunque había desistido tirar de ella.
-¿¿Esto no es real, no? – replicó Shinichi – No es más que un sueño, ¿cierto? ¡Muy bien!
Ran notó como Shinichi se acercaba hacia ella y, mientras seguía agarrando, ahora ya débilmente, sus muñecas, la besó.
Así de simple, así de fácil. Ran se quedó estática, apoyada al árbol, mientras que la lluvia seguía cayendo y cayendo. Ahora volvían a mojarse, puesto que el paraguas hacía rato que había sido tirado por Shinichi de la rabia que sentía. Pero ahora todas sus dudas se disipaban. El extraño sentimiento de cobardía y temor que había tenido instantes antes, había flaqueado y se había disipado por completo. Ran cerró lentamente los ojos, haciendo que las dos últimas lágrimas cayeran, pero no derramó ni una más. El beso fue corto, aunque para ambos pareció durar años, aunque no tanto de lo que ambos hubiesen querido. Shinichi se separó de Ran rápidamente, toscamente, y la miró con seriedad - ¿Sigues pensando que esto no es real?
Sin saber qué contestar, Ran negó con la cabeza y se tiró a los brazos del ahora sorprendido detective – L-Lo siento. No lo decía de verdad… -decía Ran entre sollozos, con la cara escondida en el hombro de Shinichi – N-No lo decía en serio… Todo lo que t-te he dicho antes… no lo…
Aunque le costó mucho, Shinichi tentó a Ran para que se separara de él. Ella seguía confundida. Shinichi sonrió – Ya lo sé, tontorrona. Ya hablaremos luego – dijo, haciendo que Ran se sonrojara ante ese tono tan íntimo – Ahora hay que irse – dicho esto, Shinichi le cogió la mano, pero por primera vez Ran también agarró la suya.
Metros más allá, encima de una gruesa rama de un árbol, una figura vestida de negro y con una escopeta sonrió. Él era el mejor tirador de toda la Organización. Y esa noche no iba a fallar su blanco. Así pues, dirigió su arma hacia la pareja que corría en medio de la lluvia del desierto Central Park.
¿Chico o chica? ¿Chico o chica? pensaba él, divertido. Acto seguido, sacó la lengua y se lamió los labios Chica.
Con firmeza, empuñó la escopeta y la dirigió hacia su blanco. Y sin que ninguna de sus facciones dudara o temblara, apretó el gatillo. ¡Bang! La bala ya iba en camino de la próxima víctima, la cual impactaría en pocas décimas de segundo en su corazón.
Fin del cap.5
CONTINUARÁ
Notas de la Autora:
¡Hola a todo el mundo! U… Reina un incómodo silencio. Muchos querréis matarme, ¿no? Pues siento recordaros que si me matáis no sabréis cómo termina esto, muajaja muajaja ((risa diabólica xD)) En fin, debo admitir que de todos los finales planchas que he hecho, éste se lleva la palma. Pero así esperaréis con más ansias el siguiente capítulo XP
Referente a todo lo demás, espero que os haya gustado
El título del capítulo "No es un sueño" se refiere a la última escena Shinichi-Ran, donde Ran por fin admite que todo esto lo está viviendo y que debe afrontar las consecuencias con madurez Espero que esa escena haya quedado clara U
Éste capítulo tenía que ser muy especial, aunque no sé si me ha quedado todo lo que a mí me hubiera gustado que quedara de bien. En fin… así se queda. Muchas gracias por vuestro apoyo incondicional. Empiezo a cogerle cariño a este fanfic también Recuerdos a Lex, Haku, Aza, Sachi, Ran-chan, Ran Kudo, Arzainer, Ran Mouri 1987, JkRanIV, Conan-kun, Silver Lady, An-neechan, Ralfa, Shiku, Mirta 22, Belly-chan, Ran Aoko, Aryma, Miruru, Sango-chan, Shiho-Miyano, Ao-chan, ONPU, Natàlia Hattori, Lady Rina, Yukimiaka, a toda la comunidad de mi foro de Shinichi's Memories, a todos mis amigos del MSN, a todo el grupo del Tantei Holmes Sensei (THS), a todos los que me enviaron mails de soporte, a todos los que me dejaron reviews, a todos los que me animaron a seguir adelante con el fic y, en resumen, a ti, lector, por haberlo hecho posible.
Cualquier duda/sugerencia enviadme un mail (o review :P) a : c i n t u r o arroba h o t m a i l . c o m
Nos vemos en el siguiente capítulo…XP
CiNtUrO-cHaN
·.·5 de julio del 2004·.·
