Capítulo 1

-Necesitamos confirmar lo que cuentan nuestros espías. Si es cierta la masacre deberíamos plantearnos la guerra contra los Faré, pero si no lo es... no guiaré a mi pueblo hacia la muerte por nada.

.-Tenéis razón mi rey, pero no será fácil. No tenemos espías cualificados para esta misión y creedme que no va a ser nada fácil

El rey Dohko se encontraba en una encrucijada. Durante todos los años que había gobernado Lepadoria había conseguido la estabilidad económica y social para su pueblo, manteniéndolo alejado de guerras y disputas. El pueblo tenía comida y bienes, cada cual según su trabajo por supuesto, pero podría asegurarse que no había pobres en su reino. Las tierras se cultivaban correctamente y los campos daban buenas cosechas. Nada que ver con la mayoría de los reinos circundantes donde la pobreza y la desolación eran la tónica dominante.

Todo había ido bien, hasta ahora. El clan de los Faré, clan vecino y antiguo aliado de Lepadoria parecía haberse alzado en armas contra esta última. Llevado, al parecer, por sus deseos de poder y gloria, Camus, el jovencísimo líder del clan, había organizado diversas revueltas en la zona que finalmente se habían consumado con el exterminio de los pueblos Lepadorenses colindantes, siempre según lo que los espías decían.

Pero para el rey Dohko las cosas no estaban tan claras. Él había conocido al padre de Camus y nunca le pareció alguien que desease poder o la gloria y mucho menos por el camino de las armas. Cierto era que no conocía al actual líder pero¿podría un niño cambiar tanto como para traicionar todo por lo que su padre había luchado en vida?

Yo iré padre, llegaré hasta los límites del reino y negociaré con los Faré una tregua si es necesario. Os transmitiré sus peticiones y llegaré a un acuerdo que nos asegure la paz

-Saga hijo mío, tú eres mi heredero. No puedes correr esos riesgos

¿Por qué no padre? Vos mismo lo dijisteis y el propio Shión está de acuerdo con vos! No tenemos a nadie más capacitado para esta misión y yo estoy de sobra preparado

.-Príncipe Saga, al decir que nuestros espías no estaban cualificados para una misión de esta envergadura no quise insinuar ni por un instante que me parecería bien mandar al heredero y futuro de nuestro pueblo a una especie de misión suicida

.-.Bueno, pero siempre quedo yo, no es cierto?

-Kanon tú también? Maldita sea! dos hijos el doble de problemas!

.-.Yo no soy el heredero y también soy diplomático. De hecho estoy más capacitado que Saga para esto, no es la primera vez que os acompaño a algún sitio a negociar pactos y treguas. Conozco los caminos que llevan hasta el Clan y estoy seguro de poder triunfar.

Kanon no! Padre no lo permitáis! Yo os ofrecí mi vida no la del pequeño!

.-.¿pequeño? Saga! me sacas cinco minutos!

Suficientes para que no tengas que responsabilizarte tú de una guerra ni arriesgar tu vida por proteger la mía!

-Ya basta! fuera de aquí los dos. Necesito pensar.

Ya en la soledad de su trono el rey hizo memoria. Recordaba cuando con tan solo 15 años tuvo que hacerse cargo del trono tras la muerte de su padre, un hombre despiadado y cruel que mató a su madre y obligó al niño a casarse con una mujer que no amaba.

El matrimonio no resultó demasiado duro para Dohko después de todo. La joven Ariadna era una mujer muy hermosa, tanto por dentro como por fuera. Enseguida se llevaron bien e incluso llegaron a quererse aunque nunca se amaron puesto que sus corazones estaban ocupados. Ella le había entregado su alma y su virginidad a un joven campesino asesinado por el padre de Dohko poco antes del matrimonio, él amaba en secreto a uno de los magos y consejeros de la corona, Shión quien con los años se convirtió en su inseparable aliado.

Gracias a ese intenso cariño que se profesaban y a la necesidad de herederos para el reino, Ariadna se quedó embarazada, pero el parto fue demasiado difícil para la joven mujer y tres días después de que los gemelos vieran la luz ella se apagaba dispuesta a seguir a quien fue su verdadero amor. Dohko nunca olvidaría sus últimas palabras:

FLASHBACK

La sala estaba oscura, apenas alumbrada por el fuego de la chimenea y unas cuantas velas. La hermosa dama de azules cabellos y ojos como zafiros yacía en su lecho de muerte, con pocos minutos ya de vida.

Dohko se acercó y se sentó en la cama, tomó una de las lívidas manos de la mujer y la besó mientras la regaba con sus lágrimas.

No llores Dohko, mi muerte no es triste. Los pequeños son hermosos y fuertes, serán la continuación de tu linaje. Yo ya nada tengo que hacer aquí, debes dejar que me marche.

-No digas eso, Ariadna. Aún quedan muchas cosas en este mundo para ti y los niños te necesitarán, no podrán crecer felices sin su madre.

Cuidaré de mis niños desde las estrellas Dohko, y también cuidaré de ti.

La puerta del cuarto se abrió dejando pasar a un tembloroso Shión quien se acercó a la cama al ver que la mujer le tendía su mano.

Shión, mi dulce consejero. Debes prometerme una cosa.

.-Lo que digáis mi reina.

No le abandones Shión, no dejes nunca a Dohko. Debes hacerle feliz y estar siempre a su lado. y cuida de mis pequeños, sé tú la madre y la esposa que yo no puedo ser.

.-Mi reina, no digáis eso, os pondréis bien solo es cuestión de tiempo que la fiebre remita y...

Le veo, me está llamando. Mi tiempo se termina mis queridos amigos. Sed felices en esta vida, que yo voy en busca de la dicha en esa otra. Adiós.

-Ariadna no!

La mujer exhaló un suspiro y dejó de respirar. Sus ojos se cerraron y su rostro perdió el enfermizo color que había tomado en los últimos días para dar paso a una palidez indefinible.

-Descansa en paz mi querida esposa, jamás podré olvidarte y aunque sé que nunca hemos podido amarnos como debería haber sido, fuiste un gran regalo que me entregó el destino. Mantendré tu memoria viva hasta el final de mis días. Ariadna, Reina de Lepadoria!

.-Mi señora, os prometo cuidar de vuestros hijos tal y como si fueran míos. Espero que encontréis a vuestro enamorado ya que vos me habéis dejado con el mío. Realmente erais hija de reyes.

FIN FLASHBACK

Ambos cumplieron sus promesas. El rey no volvió a casarse y todos los años se festejaba el cumpleaños de la reina desaparecida.

Shión crió a los hijos de Ariadna como si él fuese su madre, hablándoles de ella todas las noches y manteniendo vivo en la mente y el corazón de todos el recuerdo de tan noble dama. Sus aposentos privados quedaron sin usar y todas sus cosas se dejaron tal y como ella las había tenido.

Los dos hombres reanudaron la relación que se habían visto obligados a romper en el pasado y no pocas noches mientras estaban tumbados observando las estrellas les parecía que el viento arrastraba la risa de Ariadna. Donde sea que ella estuviese era feliz y velaba por ellos.

Los niños habían crecido sanos y felices, habían heredado el cabello azul de Ariadna y los ojos verdes de Dohko. Shión había pintado retratos de la mujer y los tenían colgados en sus cuartos para que nunca olvidasen la figura de su madre.

Pero la felicidad estaba a punto de convertirse en tragedia. La guerra lo desolaba todo, no había ganadores en ella, solo vidas rotas, enfermedad y pobreza.

El rey se levantó de su trono y se dirigió a los aposentos del único dueño de su corazón, el que siempre estuvo a su lado. Una vez dentro cerró la puerta con pestillo y se derrumbó entre los brazos de su amante buscando respuestas y consuelo.

-¿qué debo hacer?

.-lo sabes tan bien como yo, debes enviar a Kanon. Él tiene razón, es el más adecuado para esto. Saga es demasiado temperamental, dudo mucho que fuera capaz de soportar el anonimato durante el viaje, está demasiado acostumbrado a ser el heredero.

-lo sé, pero me duele pensar que algo malo pueda ocurrirle

.-he estado pensando en eso y creo que tengo la solución. Haré un conjuro en un medallón que le protegerá y le asegurará la victoria en lo que sea que haga. Mi fuerza estará con él y antes de que puedan dañarle tendrán que matarme a mí

Los ojos de Dohko se abrieron sobremanera:

-no, no quiero perderos a ninguno de los dos

.-ten confianza en Kanon, no es ningún crío. Sabrá defenderse, yo solo le ofrezco una pequeña ayuda que estoy seguro que no necesitará.

Shión acarició los labios de Dohko con los suyos, como siempre lo hacía, con toda la dulzura de que era capaz. Sabía muy bien del desasosiego del Rey porque él lo sentía en carne propia y por partida doble: su amado sufría, su rey dudaba y uno de los muchachos a los que consideraba su hijo pronto partiría en una peligrosa misión de la que era posible que no volviese con vida.

Pero para eso estaba él, para cargar con las tristezas de su amado, para hacerles la vida más fácil a todos. Ariadna le había enseñado a amar sin reservas y a ser un hombre mucho mejor de lo que nunca se esperó de él. Al fin y al cabo no fueron pocas las noches es las que la reina, antes de retirarse a dormir a sus aposentos, pasaba por los de Shión para decirle "el rey está sólo Shión y parece que tiene frío. Quizás debieras ir a darle un poco de calor".

El beso se tornó más apasionado a medida que Shión recordaba aquellas noches en las que bajo el beneplácito de la propia reina hacía el amor con Dohko regalándole toda su energía y su valor. Las manos de Dohko se aferraban a su espalda buscando ahí el apoyo que tanto necesitaba.

-Sé que también los sientes como tus hijos Shión, y sé que tu consejo es el más adecuado. Pero hazme olvidar ahora, hazme olvidar que soy el Rey, deja que aparte a un lado la inminente batalla y que deje de pensar en la posibilidad de perder a uno de mis amados hijos. Hazme creer que estamos en este mundo solo nosotros, como cuando éramos niños, como cuando tú eras todo mi universo

.-Como mi rey desee. Como mi amado me pida

Y así entre suspiros, jadeos y gemidos pasó la noche y llegó la mañana.

Mientras en el cuarto de Kanon, Saga irrumpía como un vendaval dispuesto a lo que fuera para hacer que su hermano no partiera hacia los límites del reino.

¿se puede saber a qué demonios te crees que estás jugando?

.-.hola Saga, qué tal, me alegra que entres en mi cuarto de esta manera, veo que el heredero tiene unos modales exquisitos

olvídate de eso y dime qué quieres demostrar

Saga tomó con rudeza el brazo de su hermano encarándole

.-.suéltame ahora mismo

Si Saga quería jugar duro él no iba a ser menos

.-.no tengo que demostrar nada hermano. Este es también mi reino y que no sea el heredero al trono no quiere decir que no me importe lo que le pueda pasar a mi pueblo... ni lo que te pueda pasar a ti. Sabes que soy el único que puede hacer esto, no me subestimes

no lo hago Kanon! me preocupo por ti¿acaso no puedes ver la diferencia? No quiero que te hagan daño... no quiero pensar en que tú no... en no volver a verte

La expresión de Kanon se suavizó al ver lágrimas contenidas en el rostro de su hermano. Lo abrazó con dulzura y mirándole a los ojos dijo:

.-.yo tampoco quiero pensar en perderte, pero créeme, esto no sucederá, no esta vez. Iré hasta los dominios del clan, hablaré con el imbécil ese de Camus y volveré sano y salvo a tiempo para celebrar una fiesta por nuestro cumpleaños.

ven a mi cuarto esta noche Kanon, como cuando éramos niños. Duerme conmigo

.-.y qué otro remedio me queda si no me sueltas

Risas inocentes inundaron la estancia. El amor de los gemelos les había mantenido unidos y a salvo. No era la primera vez que se separaban pero sí la primera que Saga tenía ese horrible presentimiento... la angustiosa sensación de que esa era su despedida.