Capítulo 2
Otro golpe más del látigo sobre su castigada espalda. Hilos de sangre resbalaban por sus costados para acabar cayendo en lento goteo al suelo. Sus ojos estaban ya secos de tanto llorar y su garganta quedó muda tiempo atrás. Mantenía abierta su boca intentando conseguir un poco de aire que le permitiera seguir vivo un día más.
El último de los cien latigazos cayó pesadamente sobre el muchacho. El castigo había terminado, ahora solo le restaba decidir si quería vivir o... El dolor le impedía moverse, de seguro tenía alguna costilla rota. Se encontraba más débil que nunca. ¿Cómo había terminado de esa manera? Él, que había nacido libre, parecía destinado a morir bajo los maltratos de aquel que se había proclamado su dueño.
Las cinchas de cuero con las que le habían atado lastimaban sus muñecas, su cabeza colgaba en un extraño ángulo sobre su pecho y suaves hilos de saliva se escapaban de su boca... sin que él pudiera hacer nada para remediarlo. Lo habían dejado solo... probablemente para que lo mataran los perros. Nadie vendría en su ayuda. Mejor, así todo acabaría de una vez por todas.
De repente notó que alguien soltaba sus manos mientras que con sumo cuidado sujetaba su cuerpo para que no cayera, procurando por todos los medios no tocar sus heridas. Con esfuerzo levantó su mirada aunque él ya sabía quién era su salvador... Sus sospechas quedaron totalmente confirmadas al ver dos inmensos ojos verdes repletos de lágrimas contenidas.
-Shun- susurró- siempre eres tú... gracias- intentó una sonrisa pero no fue capaz
shhhhhhh, no hables Shaka. Reserva tus fuerzas, yo cuidaré de ti, tranquilo
Con mucho trabajo el joven peliverde llevó al rubio hasta una destartalada cabaña que parecía ser su vivienda. Allí lo tumbó sobre un montón de heno fresco y le lavó las heridas con trapos y agua limpia.
tienes que dejar de hacer esto Shaka, tienes que dejar de desafiar a los amos. Acabarán matándote como hicieron con mi hermano y yo no quiero perderte a ti también- suaves lágrimas caían de sus ojos mezclándose con la sangre de su amigo que, a pesar de sus esfuerzos, aún no terminaba de manar.
-No puedo Shun, no puedo vivir de esta manera, prefiero morir a sus manos que seguir siendo su maldito esclavo.
Porque eso eran ellos, esclavos sin derechos ni identidad que vivían expuestos a los caprichos de su señor, quien les usaba tanto para las tareas de la casa y el campo, como para sus depravados juegos en la cama.
Ikki fue el primero en morir, pero aquello lejos de ser un escarmiento para Shaka se convirtió en un auténtico anhelo. En su mente resistían las imágenes de aquel asesinato, tan vívidas como en el momento en que se producía.
FLASHBACK
Capataz: este maldito esclavo se ha atrevido a desafiar los designios de sus amos. Impidiendo a los señores disfrutar del hermoso cuerpo de su hermano de sangre, el también esclavo Shun, ha firmado su sentencia de muerte. 250 latigazos te harán entrar en razón...
Afrodita: espera un momento. Ikki, las cosas no tienen porqué ser así. Si me pides perdón arrodillado y me suplicas que me tire a tu hermano, te dejaré vivir. De lo contrario.. yo no le tocaré pero tú morirás.
Un escupitajo en la hermosa cara de Afrodita fue la respuesta de Ikki
Afrodita: bien estúpido- mientras se limpiaba con asco la saliva de la cara- que sean 300 latigazos
Todos los demás esclavos estaban obligados a ver el espectáculo, incluido el propio Shun quien en los brazos de Shaka gritaba desesperado:
Shun: noooooooooooooooo! nooooooooooooooooo! basta! hermano! yo me entrego pero no le golpeéis más! no!
Ikki: no le sueltes Shaka! no dejes que se acerque!
El rubio apretaba contra su pecho al pequeño mientras miraba con ojos aterrados el castigo que le imponían a su compañero
Tras los 300 latigazos Ikki aún estaba vivo. Afrodita se acercó a él y le tomó del mentón. Con un lengüetazo retiró la sangre de los labios de su esclavo y en voz bien alta dijo
Afrodita: y bien Ikki, estás dispuesto a pedir clemencia y dejarme a tu hermano para mí?
Entonces Ikki mordió con saña los dedos que jugueteaban con sus labios provocando un espantoso chillido de dolor en Afrodita.
Afrodita: cabrón! has firmado tu sentencia! ahora verás, despídete del mundo porque no verás otro amanecer.
Ordenó a los guardias que atasen las dañadas manos a una cuerda y el otro extremo a su caballo. Con sus últimas fuerzas y haciendo un gran acopio de valor, Ikki se dirigió a Shaka
Ikki: cuida de mi hermano amigo, que no le hagan nada. Te quiero Shun, no lo olvides
Durante más de dos horas Afrodita arrastró el cuerpo de Ikki por la hacienda. Cuando el caballo se cansó y los esclavos de pudieron acercar al que antes había sido su amigo, nadie podría decir en qué momento exacto dejó de respirar, solo que ya no era de este mundo.
FIN FLASHBACK
Desde entonces Shaka se hizo cargo del pequeño Shun, recibiendo él los castigos de los amos cuando no les permitía gozar del virginal cuerpo del niño. El valor y la determinación que había visto en los ojos de Ikki aún cuando sabía a ciencia cierta que iba a morir le hizo creer que era posible una salida del infierno, que merecía la pena sacrificarse por otros.
Shaka, totalmente agotado se había quedado dormido. Shun le miraba con cariño, acariciando levemente su rostro y su cabello. Sabía que le debía mucho, tal vez demasiado, pero eso no hacía sino acentuar el sentimiento de culpa que desde hacía un tiempo le perseguía.
Shun: siempre fui muy débil Shaka,-el muchacho susurraba intentando no despertar al rubio- mi hermano lo sabía y por eso me protegía, pero tú... no creo que debas cargar tú con mis culpas. Ikki te dejó un deber demasiado difícil de cumplir. Me gustaría aliviártelo... de alguna manera.
Rozó con sus dedos el tatuaje de Shaka. Era una flor dibujada al final de la espalda en un costado. Era el símbolo de la libertad. Shaka no había nacido esclavo, él había nacido libre y sus padres le habían marcado de esa manera para evitar que nadie pudiera esclavizarlo... pero el símbolo de Lepadoria no había sido lo suficientemente poderoso como para disuadir a Afrodita y DM de sus horribles planes.
Desde muy niño le arrancaron de sus familia, aunque Shun no sabía cómo ni porqué ya que el rubio jamás hablaba de aquello. Le trajeron a la granja y allí vivía igual que los demás. Sin embargo su valor y resistencia eran muy superiores a los de los otros, quizá sólo Ikki habría podido igualarle pero ahora, él estaba muerto.
Con un profundo pesar salió de la cabaña y se sentó en el suelo dejando que el aire fresco de la noche enjugara sus lágrimas. Ya lo tenía decidido, ni Shaka ni nadie tendría que volver a sufrir por su causa, aquello no era justo y no permitiría que continuase pasando.
