Capítulo 5
Un hombre fornido y corpulento observaba por la ventana del palacio a los jardineros que arreglaban las hermosas plantas del exterior, mientras bebía pequeños sorbos de su vaso de licor. Sus planes se estaban cumpliendo a la perfección. Dentro de poco todos sus enemigos, declarados o no, estarían capitulando en su favor y él se convertiría en el gran señor del continente.
Había resultado todo tan sumamente sencillo. Desde la muerte del gran líder de los Faré nadie había podido oponerse a su voluntad, los asesinatos y violaciones se sucedían por todo el límite de Lepadoria sin que, en su opinión estúpido rey hubiera hecho nada para remediarlo.
Alguien llamó a la puerta, un soldado del cuerpo de inteligencia ingresó en la sala y arrodillándose en señal de respeto dijo:
-señor, hemos recibido nuevas desde nuestros infiltrados en el palacio de Lepadoria
habla-dijo sin tan siquiera molestarse en darse la vuelta y mirarle
-al parecer el rey ha enviado al hermano del heredero, Kanon, hacia nuestras tierras con ánimo de investigar los hechos y negociar con nosotros una tregua.
Una sardónica sonrisa cruzó su rostro. Así que el viejo rey le enviaba a uno de sus hijos. Era mucho mejor de lo que esperaba.
bien, entonces dejemos que se acerque hasta aquí y cuando llegue a la altura de palacio, quiero que le tengáis preparada una bonita mazmorra. La terrible muerte del principito a manos de los temibles torturadores del clan de los Faré será lo que nos asegure la guerra contra Lepadoria... y mi victoria final.
-como ordenéis señor
De nuevo solo se sirvió otra copa del mismo licor y se sentó en el trono jugueteando con un delicado broche de oro. Sus ojos reflejaban un odio tan brutal que cualquiera podría haberse sentido intimidado por esa mirada. Pero por suerte o por desgracia, ésta ya tenía un destinatario. Alguien a quien el hombre odiaba con toda la fuerza de su alma desde mucho tiempo atrás
Dohko, te voy a matar
Dos hombres solitarios con un caballo caminaban a buen paso por el bosque del sur de Lepadoria. De repente uno de ellos se paró en seco y se agachó a un lado del camino
Shaka: Mira podemos coger algunas de estas hierbas y echarlas al guiso de esta noche para darle más sabor
Kanon: ah no! ni se te ocurra. Ya te hice caso ayer y no quiero volver a pasar por lo mismo, si quieres envenenarte tú solo adelante pero a mi comida ni te acerques
Shaka: no fue para tanto, solo un leve dolor de barriga y no tengo claro que fuese culpa de mis hierbas. El maldito conejo estaba enfermo, te dije que tenía mal color y tú aún así insististe en comértelo
Kanon: sí ya claro, seguro que la culpa fue del pobre bicho.
Mientras discutían no se dieron cuenta de que estaban siendo observados por cuatro pares de ojos escondidos en la maleza. Cuando continuaron adelante, sus espías salieron corriendo hacia un campamento clandestino situado en el corazón del bosque.
Kanon observaba divertido la cara de enfado del rubio y cómo caminaba a grandes zancadas mientras murmuraba algo no muy agradable sobre el gemelo. Llevaban ya una semana juntos y el muchacho había sorprendido gratamente al príncipe en multitud de aspectos. Aún no sabía quién era realmente pero no se adaptaba ni de lejos al perfil que podría tener un esclavo: era culto, inteligente, diestro con la espada, educado en la mesa, hábil en la caza y la cocina... en definitiva, aquel chico había tenido una educación digna de un noble lo cual, unido al tatuaje en su espalda que lo acreditaba como hombre libre del reino hacía que Kanon se plantease muchas posibilidades acerca de su origen y pasado.
Sin embargo no se había atrevido a preguntarle nuevamente, no desde aquella noche, la primera que durmieron fuera de la cabaña, en la que los sucesos relatados por el rubio habían dejado una huella indeleble en su corazón.
FLASHBACK
Esa mañana habían abandonado la cabaña rumbo al sur. Kanon no le había contado al otro quien era realmente, tan solo que era amigo de la familia real y que debía dirigirse al sur a finalizar unos negocios. Shaka tampoco había hecho más preguntas. Parecía contento tan solo de poder acompañarle y trataba por todos los medios de resultar útil.
Llegada la noche prepararon la cena y los sacos para dormir. Hacía frío y Kanon no había traído mantas suficientes para dos, así que decidieron dormir juntos compensando la falta de acomodos con el calor que podrían darse mutuamente. Shaka aún no estaba recuperado de sus heridas y se quedó enseguida dormido debido en gran parte al esfuerzo realizado durante todo el día. Kanon estaba aún despierto, tumbado boca arriba mirando las estrellas y de vez en cuando observando a su compañero que se acurrucaba contra su pecho cuando soplaba el viento.
De repente Shaka comenzó a agitarse, se movía mucho y decía cosas ininteligibles mientras sollozaba. Tenía una pesadilla. Kanon no sabía si debía despertarlo o no, pero sus dudas duraron poco al ver cómo Shaka se incorporaba de repente totalmente despierto mientras gritaba con todas sus fuerzas el nombre de alguien, Shun.
Kanon se sentó y le tomó por los hombros intentando calmarlo. El rubio reaccionó de manera inesperada, se aferró a su cuello y enterró la cabeza en su pecho llorando amargamente por algo que el príncipe no alcanzaba a entender. El azulino solo pudo acariciar suavemente la dorada caballera mientras esperaba que se repusiera.
Shaka: él ya no está... snif... ya no está... fallé a Ikki ...snif ...le fallé
Kanon: quién no está, quién es Ikki y dónde debería estar
La dulzura de la voz de Kanon hizo que Shaka se tranquilizara un poco aunque no se apartó del seguro refugio que había conseguido entre aquellos brazos. De repente sintió unos suaves labios depositando un tierno y consolador beso sobre su frente. Las lágrimas lentamente dejaron de manar y el rubio retiró los brazos del cuello de Kanon dejándolos sobre aquel fuerte pecho al que de vez en cuando se atrevía a acariciar.
Sin dejar de abrazarle, el príncipe se echó de nuevo tapándolos a ambos con las mantas dejando al rubio apoyado sobre su pecho. Desde esa cómoda posición podía verle la cara surcada por lágrimas pero ya más tranquilo. Le retiró el cabello hacia atrás y besó de nuevo su frente aunque esta vez ya no era para consolarle, deseaba volver a besar aquella hermosa piel.
Shaka: no sé cómo llegué a esa maldita granja, no recuerdo nada de mi infancia si es que alguna vez la tuve. Sólo sé que para ellos solo era un esclavo. Debía hacer todo lo que me ordenaban¿entiendes, TODO y a ellos les gustaba mi cuerpo, ellos me... me...
La angustia de sus ojos era inimaginable. Chocado por esas palabras Kanon sólo acertó a abrazarlo con más fuerza aún y acariciar suavemente su mejilla. Aquello pareció relajar un poco al rubio que al no sentirse rechazado aún conociendo el otro las horribles cosas que se había visto obligado a hacer continuó con su relato.
Shaka: no era el único, había más esclavos en la granja pero ninguno era como yo. Todos los demás habían nacido en los confines del reino o eran hijos de esclavos que no habían sido liberados por el rey. Tenía un amigo, se llamaba Ikki. Siempre fue bueno conmigo. Ikki tenía un hermano pequeño, Shun. Era muy bello. Los señores le deseaban pero Ikki no dejaba que lo tocasen, decía que era lo único puro que había en sus vidas y que no podía permitir que lo destruyesen. Por eso lo mataron, para quitarlo del medio y poder... poder tomar a Shun y...
Un nuevo sollozo le interrumpió, apenas podía creerse capaz de estar hablando de aquello, pero la seguridad que los brazos de Kanon le proporcionaba iba mucho más allá de la simple protección física. Le permitían creer que podía contarle cualquier cosa a ese hombre.
Shaka: pero yo protegía a Shun cuando Ikki murió y... snif... Shun siempre curaba mis heridas. Era un buen niño, era dulce y tierno y... snif... por eso él...
FLASHBACK
Una última mirada al golpeado cuerpo de su amigo fue lo que le bastó para convencerse de estar tomando la decisión correcta. Se arrodilló a su lado y besó suavemente su frente intentando por todos los medios no turbar su plácido sueño.
Mientras caminaba hacia la gran mansión, los recuerdos de la muerte de su hermano se agolpaban en su cabeza. Si hubiera sido valiente, si hubiera tomado antes esa decisión, tal vez entonces Ikki aún estuviera vivo y Shaka se habría ahorrado multitud de sufrimientos.
Tímidos rayos de sol entraban por la pequeña ventana de la destartalada cabaña en la que Shaka despertaba como tantas otras veces con todo el cuerpo dolorido por los brutales latigazos de la noche anterior. Con tremendo esfuerzo logró abrir los párpados y buscó a quien lo había cuidado. Al no encontrarlo, se levantó tambaleante, se vistió y salió a buscarle en las cercanías. Tal vez había ido a por agua al pozo o por algo de comer a alguna de las cabañas cercanas.
Al no encontrarle comenzó a preocuparse y se dirigió hacia la mansión con una extraña sensación oprimiendo su pecho. ¿Dónde podía haberse metido? No solía desaparecer nunca ni adentrarse sólo en la casa de los amos, nunca se separaba de Shaka. El rubio lo defendía, si él estaba solo...
Seiya: Shaka
Una voz conocida le sacó de su letargo. Era Seiya, otro de los esclavos. Un muchacho de la edad de Shun aunque mucho más fuerte y, desde luego, con mucha menos suerte. Era él quien debía someterse a las vejaciones de los amos si quería que su querida hermana Seika no tuviese que hacerlo. Normalmente era amable y risueño pero esta vez algo nublaba sus ojos y su labio inferior temblaba de manera alarmante.
Shaka: Seiya¿has visto a Shun?
Seiya: Shaka... él... él vino temprano y... Afrodita...
El rubio no necesitó escuchar más. Olvidando el dolor que agarrotaba sus músculos echó a correr hacia la casa, dispuesto a sacar de allí a su protegido a cualquier precio. En cuanto entró se encontró con Afrodita quien con una lasciva sonrisa en sus labios le dijo:
-Si buscas a tu niño... aún está en mi habitación. Dudo que pueda levantarse en algún tiempo
Shaka no supo reaccionar, decidió que luego se encargaría personalmente de ese malnacido y subió a toda prisa las escaleras que le llevarían a aquel cuarto en el que tantas veces se había entregado por Shun. No podía creer que todo aquello hubiera sido en vano.
Cuando entró sintió cómo se le caía el alma a los pies. Tumbado en la cama, con las muñecas aún atadas al cabecero estaba aquel dulce e inocente niño. Le llamó por su nombre mientras se acercaba a desatarle y entonces se dio cuenta, estaba terriblemente pálido.
Shun: Shaka, tú también has venido- una débil sonrisa se dibujó en su cara, pero lejos de mostrar ninguna alegría, daba la sensación de desprender una intensa melancolía
Shaka¿por qué Shun? Yo te hubiera seguido defendiendo, esto no era necesario- lágrimas de aflicción rodaban por sus mejillas al ver las vidriosas esmeraldas que su amigo le ofrecía.
Shun: tranquilo, todo estará bien ahora. Ya no tendrás que preocuparte por mí, ya no te pegarán nunca más y yo me voy con mi hermano. Ha venido a buscarme, le echaba mucho de menos.
Shaka: qué dices Shun? acaso no recuerdas que Ikki...- de repente algo se movió en su mente. El pequeño estaba muy pálido y frío y sin embargo estaba sudando. Sus ojos eran vidriosos y le costaba trabajo hablar y enfocar la mirada. Un horrible presentimiento se apoderó de él. Con cuidado levantó la suave sábana que lo cubría y sus peores pesadillas se tornaron realidad. Un gran charco de sangre era delatora de lo que había sucedido.
No pudo ahogar un sollozo de dolor, tomó la mano que el niño le tendía y se abrazó con cuidado a su cuerpecito
Shun: ya me voy Shaka, siento mucho haberte causado tanto dolor. Me ha encantado conocerte, espero que la vida te depare felicidad. Adiós
Y así con una dulce sonrisa que para nada revelaba las horribles circunstancias de su muerte, el ser más puro que Shaka había conocido abandonó el mundo para ir a reunirse con su hermano.
Roto de dolor y ciego de rabia salió de la habitación con el cuerpo del muchacho en sus brazos. Sin que nadie le detuviera llegó hasta donde habían enterrado a Ikki años atrás y con la silenciosa ayuda de Seiya cavó una fosa para el pequeño.
Cuando terminó, cogió una daga que un esclavo le había cedido años atrás y se dirigió hacia la mansión dispuesto a morir haciendo justicia. Encontró a Afrodita en el jardín, sólo oliendo sus rosas. Le tomó por el cuello y sin mediar palabra surcó su rostro con el cuchillo deformándole terriblemente.
A los gritos de dolor acudió el otro de los amos quien forcejeó con Shaka en un intento de quitarle el cuchillo. Estaba a punto de conseguirlo cuando se escuchó un gran alarido y DM calló al suelo gritando de dolor y sangrando de una pierna. Justo detrás de él estaba la muchacha con la que Shun mantenía una relación desde hacía algún tiempo. Ella le había herido.
June: vete de aquí Shaka! huye y vive, hazlo por mí, por Shun y por Ikki. Llega hasta el rey y haz que nos libere. Corre!
Sin tiempo para pensar, salió corriendo en una huída suicida en la que ni él mismo tenía esperanzas de salir vivo. Soltaron los perros que le hirieron pero no consiguieron detenerle. Los sicarios de los amos le seguían para darle caza, no debían matarle había que cazarlo vivo, querían que deseara estar muerto.
Las peleas contra los perros, los golpes y las caídas en el camino hicieron que sus heridas se abriesen y volvieran a sangrar debilitando aún más el maltratado cuerpo. Cuando se le doblaron las rodillas comenzó a arrastrarse bañado en un mar de lágrimas, miedo, odio e impotencia. Clavaba con furia sus dedos en el suelo para conseguir avanzar apenas unos metros mientras una torrencial lluvia caía furiosa sobre su espalda dificultándole la tarea, pero borrando sus huellas.
No supo cuando se agotaron sus fuerzas ni si se había resignado a morir. Su último recuerdo antes de despertar en aquella cabaña junto a su extraño ángel salvador, fueron los bellos ojos de Shun brillando puros e inocentes bajo el sol de la primavera, abiertos a una vida que le fue arrancada cuando apenas empezaba.
