Capítulo 6
Quedaba poco para llegar hasta el castillo de los Faré, y Kanon decidió que había llegado el momento de separarse. Habían acordado volverse a ver en cuanto el joven príncipe terminase sus encargos, iría a las ciudades fronterizas y buscaría a Shaka en ellas. Entonces le diría la verdad sobre su identidad y... el destino marcaría la pauta.
Kanon: bien supongo que con eso tendrás bastante dinero para cubrir todas tus necesidades durante un tiempo. Iré a verte pronto y te ayudaré a exponer tus problemas al rey Dohko
Shaka: está bien, pero no entiendo porqué no puedo acompañarte. No tengo intención de espiar los negocios de tu familia si eso es lo que te preocupa- realmente al rubio le había dolido verse expulsado del lado del peliazul. En muy poco tiempo había pasado a ser alguien muy importante para él.
Kanon: no es eso Shaka, solo que estarás más seguro allí que acompañándome. Cuando vuelva te lo explicaré todo, si te parece bien
Shaka¿tengo alternativa?
Kanon: sí, podrías no querer volver a verme- apenas un susurro que expresaba el mayor de sus miedos
Shaka: eso no ocurrirá- las palabras salieron sin que le hubiera dado tiempo a pensarlas. Sus mejillas tomaron color en cuanto se vio fijo en los ojos de su acompañante. "¿cómo he podido decirle eso? No quiero imaginar lo que estará pensando de mi ahora"
Con una dulce sonrisa, Kanon acarició suavemente la mejilla de Shaka y se despidió de él con un hasta pronto. Montando en su caballo se dirigió al galope hacia el castillo decidido a terminar lo más rápido posible con la encomienda de su padre e ir a buscar a su nuevo amigo, por el que parecía que empezaba a sentir algo más que simpatía.
Shaka se quedó un rato observando cómo la silueta Kanon se perdía en el horizonte. El hombre que lo había salvado de la muerte aquella noche y que le había devuelto la alegría y la esperanza. Por supuesto que le esperaría, contaría los días que pasaba sin poder verle y cuando finalmente volviera a buscarle le diría eso que había nacido en su corazón.
Con todo lo que le había dado Kanon para el camino comenzó a andar aunque sin mucho entusiasmo, andar solo no le gustaba, ya había estado demasiado tiempo solo. Además le agradaba la idea de montar un campamento ahí mismo y esperar a que el azulino tomase el camino de vuelta para unirse a él. ¿Y por qué no? Total, seguro que Kanon se alegraba de verle.
Así que se internó un poco en el bosque preparado para pasar unos días ahí, lo suficientemente alejado del camino como para esconderse si era necesario, pero lo suficientemente cercano como para poder ver cuando Kanon pasase por delante
El corpulento hombre bajaba confiado las escaleras que llevaban a las mazmorras del castillo. En una de las celdas más oscuras permanecía el joven que, meses atrás, había sido encerrado en ella para morir en su propia inmundicia.
Apenas le daban de comer un plato de bazofia mezclado con los escupitajos de sus carceleros y dios sabe qué más, un vaso de agua diario en el que los había visto orinar alguna vez complementaba el menú. Como único privilegio tenía el que no podían tocarle, lo cual dada su situación no era poco.
Allí estaba, arrinconado en el extremo más oscuro de la celda. Sentado en el suelo abrazándose las rodillas con el rostro enterrado en ellas. Probablemente había estado llorando, los guardias decían que no dormía por las noches, que solo lloraba en silencio.
-Eh! escoria! levántate- sus palabras destilaban tanto veneno que los propios guardias se estremecieron
El joven levantó la mirada hacia aquel que lo insultaba, hacia el que lo mantenía cautivo de la más cruel de las maneras. A pesar de todos los sufrimientos, su mirada no había perdido un ápice del orgullo y la altivez que le eran característicos.
-¿No me has oído? O acaso quieres que entre a por ti- una horrible sonrisa daba idea de lo oscuros de sus pensamientos
El joven se levantó del suelo con una elegancia digna del más opulento de los príncipes. Erguido y con la cabeza bien alta continuó mirando con un profundo desprecio al otro, mientras permanecía en el mismo lugar en que había estado sentado.
-Veo que te cuesta aprender, jejeje. Deberías mostrar más respeto por el líder del Clan de los Faré!
Tú no eres el líder de nada, solo eres un vulgar asesino y un ladrón
Aquellas palabras dichas por los elegantes y finos labios encendieron al asesino.
-¿sí? Pues hay algo que hace tiempo que quiero robar... y quizás este es el momento adecuado- sus ojos se nublaron llenos de lujuria y de deseo- Guardias! abrid la puerta, voy a entrar
Un guardia se acercó y abrió la verja dejando entrar al inmenso hombre quien sin tan siquiera apartar un segundo la vista del más joven dijo:
-cerradla y que nadie me moleste. Os gritaré cuando termine
Comenzó a andar hacia el joven lentamente, disfrutando de la aterrada mirada que conseguía. Le iba a hacer sufrir, tanto que apenas podía contenerse. El chico retrocedía asustado cada paso que daba el otro, intentando mantener constante la distancia entre ellos. ¿Qué demonios pretendía¿Qué era lo que se suponía que iba a hacerle? En realidad no quería saberlo.
Con un rápido movimiento el autoproclamado líder del clan se acercó al muchacho cogiéndolo por la cintura y apresando sus manos por encima de su cabeza golpeándolo contra la pared. Reía divertido al ver los intentos de su presa por soltarse, realmente sería muy divertido.
-puedes seguir luchando fierecilla, que de nada va a servirte. En realidad- lamió su mejilla con lujuria- así es mucho más excitante
suéltame! no me toques! qué demonios pretendes!
-¿no lo adivinas? pensé que eras un poco más listo- dijo mientras metía una mano bajo la ropa tocando los pezones del chico- o quizás puede ser que nunca te habían hecho esto antes
te mataré- amargas lágrimas corrían por sus mejillas mientras trataba de controlar el miedo, la vergüenza y la ira que sentía en esos momentos- te haré pagar por todo lo que le has hecho a mi gente
-JAJAJAJAJA! si niño, puedes empezar- atrapó sus labios en un brusco movimiento mordiéndole y haciéndole sangrar. Con extrema rudeza metió la lengua en su boca mientras manoseaba el cuerpo sin ningún pudor- eres delicioso, creo que lo voy a disfrutar muchísimo
De repente un guardia entró en el sótano pero se quedó en el pasillo lo suficientemente alejado de la celda como para no desatar la cólera de su señor
Guardia: señor, los espías informan que el príncipe Kanon está al llegar
-está bien, ahora mismo subo- dijo no sin antes exhalar un bufido de disgusto
A modo de despedida agarró con gran fuerza el miembro del otro haciéndole gritar por el dolor
-no te creas que esto acaba aquí, volveré por ti más tarde, cuando me deshaga de ese principito del demonio
Sin decir más salió de la celda haciendo que el guardia la cerrara inmediatamente y se dirigió al salón principal del castillo dispuesto a preparar una buena bienvenida a su "invitado".
Cuando estuvo seguro que no volvería, el muchacho se dejó caer al suelo llorando con desesperación. Los labios le sangraban y sentía un asco inmenso cada vez que pensaba en cómo lo había tocado ese hombre. Nunca se había sentido tan humillado, pero no temía por su vida o por su suerte. Ahora lo único que ocupaba su mente era la vida de su hermano, lo único que quedaba de su familia antes de que aquella bestia les asesinase a todos.
Shaka estaba escogiendo un lugar apropiado en el que quedarse cuando sintió algo a sus espaldas. Se volvió pero no vio nada. Anduvo unos pasos hacia atrás para asegurarse, pero no había nadie. Y sin embargo sentía que lo observaban.
.-Aquí no hay nadie Shaka, son sólo imaginaciones tuyas. Te has acostumbrado tanto a la presencia de Kanon que ahora estar aquí sin él se te hace extraño. ¿Pero estoy tonto, con quien hablo?
De nuevo unos pasos más adelante y volvió a escuchar un ruido con una increíble claridad. Esta vez no había duda, alguien lo seguía. Al volverse de nuevo se veía sólo en el bosque, pero sentía una mirada fuertemente clavada en él aunque no podía decir de dónde venía esa sensación.
Se giró para todos los lados pero no conseguía ver a nadie.
.-Quién eres! sal de donde estés!- a pesar de que intentaba sonar intimidatorio, el timbre agudo de su voz denotaba su extremo nerviosismo.
Unas risas a sus espaldas le hicieron girarse de nuevo para encontrarse de frente con dos hombres que le miraban sin muy buenas intenciones.
Kanon había llegado al castillo sin más contratiempos y se encontraba frente al portón dispuesto a entrar cuando algo llamó su atención. Un niño pequeño, de unos cinco años, rubio con unos bellísimos ojos azules le observaba con gran curiosidad escondido (o eso creía él) en unos matorrales cercanos. En cuanto el pequeño se notó descubierto salió corriendo hacia el bosque, pero a Kanon le extrañó la conducta del pequeño, cuando él era un niño y jugaba a espiar a la gente con su hermano y alguien les veía... solía causarles risa... no la aterrada mirada que aquel niño le había dedicado.
Sin más decidió caminar hasta el salón principal donde se presentó ante los guardias:
Kanon: soy Kanon Catharian, Príncipe de Lepadoria. Solicito una audiencia inmediata con el líder del clan.
Guardia: adelante príncipe Kanon, lo esperábamos
Al entrar en el salón principal se encontró con todo el lujo y la opulencia del castillo dispuestos para él, y un hombre tremendamente alto y musculoso sonriéndole y ofreciéndole una copa de vino
-Príncipe Kanon, qué alegría verlo por aquí. Por favor, tome usted algo, debe de estar cansado después de un viaje tan largo. Si nos hubiera avisado de su llegada, le habríamos preparado un mejor recibimiento tal y como usted se merece.
K: mi intención era precisamente pasar desapercibido, aunque veo que de alguna manera han sido capaces de encontrarme
-Príncipe, nos subestima usted. Estas son nuestras tierras y todo lo que aquí ocurre nos incumbe y desde luego,el tránsito de uno de los hijos del rey de Lepadoria no puede quedar sin saberse
La sonrisa de aquel hombre hizo estremecerse a Kanon durante unos segundos, algo que por supuesto no pasó desapercibido para su interlocutor.
K: deseo hablar con el Vizconde Camus lo antes posible. Hay asuntos muy importantes que debemos tratar.
-El Vizconde ahora mismo no puede atenderle, se encuentra resolviendo unos problemas muy urgentes que requieren de toda su atención y su tiempo. Pero no se preocupe, le prometo que antes de que caiga la noche ustedes dos podrán discutir todo lo que deseen. Mientras, le ruego que beba conmigo y se reponga de su viaje.
K: y usted quién es?
-Mi nombre señor, no tiene ninguna importancia. Sólo soy un sirviente fiel del Clan, el ayudante de cámara del Vizconde. Por favor, póngase cómodo y disfrute de la comida
El hombre alzó su copa diciendo: a la salud del Príncipe Kanon y el Vizconde Camus, que sus destinos se unan por siempre
Aún reticente, a Kanon no le quedó otro remedio que brindar con ese hombre pues no hacerlo hubiera sido un acto de descortesía imperdonable. No supo cuándo ni cómo empezó a ver borroso, y desde luego no fue consciente del momento en que se derrumbó en el suelo.
