Capítulo 9

La puerta de la habitación se abrió de golpe, franqueando el paso a 8 guardias armados y aquel hombre inmenso.

-Vaya, vaya Príncipe, veo que ya has recuperado la consciencia

Cuatro de los guardias tomaron a Kanon sujetándole con fuerza impidiendo que pudiera moverse. Otro agarró al chiquillo por el cabello haciéndole llorar

H: Ayyyyy! duele!

K: déjalo sanguijuela! no le toques!

-JAJAJAJAJA!- aquella risa le puso los pelos de punta- así que no quieres que toque al mocoso, verdaderamente eres todo un caballero

Los ojos de Kanon refulgían de rabia: te he dicho que le dejes en paz

-humm, ya veremos si dentro de unas horas eres tan valiente- de nuevo aquella horrible sonrisa- sabes, yo conocí a tu padre... hace mucho tiempo

K¿a mi padre?- abrió los ojos en un gesto de sorpresa

-sí príncipe, al mismísimo rey- su rostro se ensombreció aún más llenándose de odio- llevadle abajo, que conozca a nuestro invitado

Guardia: y qué hacemos con el niño?

-¿ese mocoso?... jejeje, también bajará, hace mucho que no ve a su hermano

K: no! déjale en paz- no podía dejar de ver los aterrados ojos de Hyoga

A pesar de sus continuos forcejeos, Kanon no pudo soltarse de los guardias que le apresaban. Eran más y muy fuertes y él estaba débil aún, de hecho le costaba trabajo mantenerse erguido. El pequeño no dijo ni una sola palabra, de vez en cuando el guardia tiraba con fuerza de su cabello y le salía un débil quejido, pero aparte de eso no emitió ningún otro sonido. Aquel horrible tirano le miraba con una maldad que Kanon jamás había podido imaginar.

Al llegar a las celdas, se quedaron quietos enfrente de una que estaba vacía y con la puerta abierta. Kanon supuso que era para él. Justo enfrente, había otra exactamente igual, salvo porque estaba ocupada.

H: hermano!- a pesar de las circunstancias no pudo evitar alegrarse de verle vivo

C: Hyoga! qué haces aquí! maldito!- gritó refiriéndose al hombre que lo había encerrado allí- llévatelo de aquí! no le hagas nada, déjale en paz!

-te dije que el mocoso estaría a salvo si tú te quedabas quietecito- se acercó a Hyoga y tomó un mechón de pelo entre sus dedos- pero últimamente has estado un poco rebelde y yo...- se agachó aspirando el perfume del cabello del niño. Hyoga intentó moverse pero el guardia que lo sujetaba le retorció un brazo haciéndole gritar- tengo mis necesidades

K: déjale en paz!

C: no le toques!

Ambos gritaron al mismo tiempo. Sólo entonces pareció darse cuenta Camus de la presencia del otro azulino, otro prisionero al parecer. Se miraron un segundo, estudiándose. Camus era realmente hermoso, estaba muy sucio y descuidado, demasiado delgado, demasiado pálido, casi cetrino y sin embargo, seguía siendo una belleza o al menos eso pensó Kanon. "Es como Shaka, su cuerpo se quebrará pero sus ojos destilan fuerza. Shaka, me pregunto dónde estás ahora"


(en el campamento rebelde)

Shaka no podía recordar la última vez que se había sentido tan feliz. Conversar con Mu le hacía sentirse lleno de esperanza e ilusión. Su primo resultó ser un hombre encantador, compartían gustos y aficiones, su sentido del humor se parecía mucho. Realmente Shaka comprendía porqué había sido su mejor amigo de niño.

De repente Shura entró en la tienda: Mu hay noticias desde el castillo, ven a la tienda de Milo.

Mu: Voy. Shaka puedes quedarte aquí, estás en tu casa. Volveré en cuanto terminemos.

Pero el rubio no quiso quedarse quieto. Llevaba demasiado tiempo sintiéndose un mueble, viendo cómo otros le obligaban a vivir como a ellos les parecía y no como él deseaba. Así que salió hacia la tienda de Milo él también, esperando que a ninguno le pareciese mal esa solución.

Con tan solo escuchar las últimas frases su corazón dio un vuelco.

Milo: tenemos que sacar al Príncipe del castillo cueste lo que cueste. De otro modo nuestra lucha estará perdida desde mucho antes de empezar.

Mu: eso es fácil de decir, pero Camus reforzará la seguridad. El castillo de los Faré no es tan sencillo de asaltar

Aioria: yo lo haré, sé cómo llegar hasta las mazmorras sin que nos vean

Shura: no es la primera vez que hacemos algo así, creo que tenemos posibilidades

Shaka: yo también quiero ir- todos se volvieron a ver a Shaka, quien parecía encogerse ante la mirada de sus nuevos amigos

Mu: Shaka! no digas tonterías! apenas llevas dos días aquí y nunca has luchado!

Shaka: el Príncipe no confiará en vosotros. Si yo no voy la misión será un fracaso- la increíble fuerza de sus palabras contrastaba con su estado físico, pero era difícil no contagiarse del entusiasmo de sus cielos.

Milo: Shaka¿estás seguro de querer hacerlo?. Algo podría salir mal y...

Shaka: estoy completamente seguro

Milo miró a Mu en busca de su aprobación. Shaka era el as perfecto para conseguir la confianza de Kanon y, aunque sonaba cruel exponerle tan pronto a un peligro tan importante, parecía ser su única opción. Finalmente Mu agachó la mirada asintiendo débilmente con la cabeza.

Milo: bien, entonces contamos contigo Shaka. Ahora, veamos cómo lo vamos a hacer.


(en el castillo)

-pero qué clase de anfitrión soy, no os he presentado. Kanon, "eso" es el Vizconde Camus del clan de los Faré quien amablemente ha decidido cederme su puesto- hablaba mientras continuaba con sus manos toqueteando el cabello de Hyoga- Camus, este es Kanon Príncipe de Lepadoria

Camus: Lepadoria- por un momento la esperanza brilló en sus zafiros, si uno de los hijos del rey Dohko estaba aquí, quizás aún había esperanza.

-se quedará contigo unos cuantos días- se agachó agarrando con fuerza a Hyoga por el mentón y situándose a unos pocos centímetros de su rostro- y bien Camus, tú qué harás, cederás a mis deseos o lo tendrá que hacer tu hermanito.

Camus agarró con fuerza los barrotes de su celda y sin despegar la vista del pequeño que temblaba aterrado gritó:

C: no le toques! no te atrevas a hacerle nada!

Por toda respuesta, el hombre lamió lentamente la mejilla de Hyoga. Este cerró los ojos con fuerza y dejó caer unas cuantas lágrimas. No tenía ni la menor idea de qué se supone que iban a hacerle pero fuera lo que fuera seguro que no era bueno... y en absoluto de agradaba que le chuparan la cara de esa manera!

K: BASTARDO! suéltale!- Kanon forcejeó de nuevo intentando soltarse, pero un puñetazo en su estómago por parte de uno de los guardias le dejó sin aliento

C: no por favor, no le hagas nada, no a él, haré lo que tú quieras pero déjale en paz- el tono de Camus ahora era de súplica, sus mejillas estaban bañadas por lágrimas, se aferraba con fuerza a los barrotes porque sus rodillas habían dejado de sostenerle

-abre la puerta- le dijo a un guardia

K: no!

-ahora vas a ser un buen chico muy obediente- entró en la celda de Camus y cerró la puerta tras él. Entonces se volvió hacia los guardias- encerrad al príncipe ahí enfrente y haced con el niño lo que queráis

K: no!- por fin Kanon consiguió soltarse agarrando al pequeño Hyoga y metiéndose en la celda con él, cerró la puerta impidiendo a los guardias que se acercaran- Camus! te juro que antes tendrán que destriparme si quieren tocarle.

Los ojos de Camus miraban al príncipe con infinita gratitud, el niño se agarró a los barrotes de la celda de Kanon y empezó a gritar mientras lloraba

H: hermano!

-bien, protege al mocoso si quieres- dijo mirando hacia Kanon- pero te lo advierto Camus, si no haces lo que yo quiero le mataré de todos modos- se acercó a su presa quién veía horrorizado cómo su dulce hermanito era testigo de aquello.

Anticipándose a lo que venía ahora, Kanon agarró con fuerza a Hyoga y lo llevó al fondo de la celda, lo más alejado que pudo de la de Camus. Allí se sentó en el suelo, abrazó al niño contra su pecho, tapó con sus manos sus oídos y comenzó a cantar en alto. No quería que el pequeño escuchase nada de lo que iba a pasar.

El hombre agarró del pelo a Camus y lo lanzó contra la pared haciéndole caer al suelo. Entonces se sentó a horcajadas encima suyo y le golpeó con fuerza partiéndole los labios. La sangre del Vizconde salpicaba a su agresor, aquel sádico lo estaba disfrutando.

Sólo fue el inicio de una tortura que dejó a Camus más muerto que vivo. Golpeado hasta el hartazgo, violado, vejado hasta un punto casi inimaginable. Había intentado no gritar para que el pequeño no escuchase nada, pero no pudo evitarlo.

Creyó que moriría en varias ocasiones pero ver aquellos ojos verdes fijos en él, derramando tantas lágrimas, escuchar su canción tan fuerte como fuera necesario para que el niño no se enterase de nada. Saber que aquel hombre estaba arriesgando su vida por salvar a Hyoga, eso lo ató a la realidad. Kanon le dio esperanzas y fuerzas para resistir.

Por su parte el príncipe hizo lo que pudo. Cuidó lo mejor que supo al pequeño intentando evitarle ser testigo del sufrimiento de su hermano. Cuando miraba a los ojos de aquel muchacho no podía evitar pensar en Shaka, que probablemente aquel rubio había pasado por una tortura similar.

Sólo dejó de cantar cuando el asesino salió de la celda y se alejó por el pasillo. Camus no hacía ningún ruido, quizás estaba muerto... entonces le vio girar la cabeza, mirarle un segundo y murmurar un "gracias" inaudible. Entonces sus ojos se cerraron pero para alivio de Kanon, su pecho seguía moviéndose.

Hyoga sollozaba en silencio. Mantenía su rostro enterrado en el pecho de Kanon. El silencio había llegado súbitamente y no sabía si volverse a ver a Camus o no hacerlo. Finalmente se quedó dormido agotado en esa posición deseando con toda su alma que aquello fuera un mal sueño.