La creación y la destrucción,
el fin y el comienzo,
¿quién podría distinguirlos con certeza?
Lo que conocemos es la puerta que los separa,
por la que entramos al marcharnos.
Regresando sin cesar entre todos los seres,
el anciano, el Portero, Segoy...
La canción de Ea
Ursula Le Guin, Tehanu
Capitulo 2: La Puerta del Destino
Estaba tan inmerso en su propia rabia que no había escuchado al hombre acercarse.
- No es bueno golpear a los árboles, joven amigo. Sólo conseguirás que tu enojo y frustración vuelvan con fuerza hacia ti. Ahora dime ¿Que te hizo este árbol para que lo trataras así?
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Elnar se dio vuelta bruscamente y levanto la varita en forma instintiva, a pesar de que sabía que no le serviría de mucho. Frente a el se hallaba un hombre envuelto en un capa gris que lo observaba con serenidad desde un claro del bosque. Se trataba de un hombre moreno, de tez cobriza y cabellos grises. Sus oscuros ojos negros parecían penetrar en alma de Elnar. No parecía sorprendido por su extraña reacción ni había dado muestras de recelo o temor. Solo en sus ojos se pudo observar una chispa de reconocimiento que se desvaneció enseguida. El desconocido estaba reclinado sobre un árbol y sostenía en una de sus manos una larga vara de madera.
-¿Quien eres?-tartamudeo el joven torpemente. Aun no dominaba la lengua y las palabras recientemente aprendidas se le agolparon en su mente. -¿Que haces aquí?
El desconocido no respondió inmediatamente. Se acerco caminando lentamente hacia Elnar y lo observó durante unos segundos. Luego se inclinó ante una frondosa planta que crecía en las márgenes del bosque y recogió tranquilamente unas pequeñas flores blancas que si Elnar no recordaba mal Malfran utilizaba para hacer un té que disminuía los dolores de su pierna.
-Sólo paseaba.-respondió con suavidad el extraño. -El tomillo blanco que crece aquí es el mejor de los alrededores, joven amigo. En esta época del año ya no se consigue en todos lados. Pero ya es tarde y la hospitalidad de la isla de Lual es bien conocida por todos. ¿Podré pasar la noche en la granja? Supongo que ahí vives ¿o estoy equivocado?
Elnar no respondió. Había algo en aquel hombre que lo inquietaba pero al mismo tiempo su mirada le transmitía tranquilidad, confianza. Algo que sólo había sentido con una persona... pero no quería pensar en eso ahora, su perdida aún era muy reciente. Se limitó a hacer un gesto ambiguo e inició el camino de regreso hacia la granja. El desconocido lo siguió.
Caminaron en silencio durante todo el trayecto. Elnar iba adelante pero no podía dejar de sentir la mirada del hombre en su espalda. No sentía miedo. Con los años había desarrollado un sexto sentido para reconocer el peligro y éste le decía que no había ninguno por el momento. Pero estaba intrigado. Este hombre debía ser un mago. La vara de madera que llevaba a modo de bastón, la larga capa gris que envolvía su cuerpo coincidían con la descripción que Elifar le había hecho de ellos. El marinero le había narrado que en su último viaje habían transportado a un mago desde Iffish hasta Havnor, si no recordaba mal. Elifar trabajaba en el Colibrí, un pequeño barco mercante que recorría el archipiélago, y siempre le narraba historias de viajes a sus hijos antes de acostarse. Elnar se había sorprendido al escuchar que los magos eran bien conocidos por todos. Las personas de este lugar no le temían a la magia, por lo menos no del modo que los muggles de su mundo lo hacían. No. Sentían respeto y admiración por ella y el temor que a veces expresaban sólo era el resultado de ese respeto. Pero había algo mas en este hombre que le inducía a pensar que era un mago: podía sentir la magia que fluía alrededor de el.
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Elifar se había sorprendido mucho con la llegada del misterioso hombre junto con Elnar. Pero, como era costumbre en la región, le dio una cálida bienvenida. Sin embargo, los ojos de Malfran se habían abierto por el reconocimiento de aquel forastero pero lo disimulo enseguida y se dirigió a la cocina a preparar la cena. Ella lo había visto una vez, en Diez Alisos, su aldea natal, cuando llego poco tiempo después del ataque de los kargos hacia ya mas de quince años. Lo recordaba perfectamente a pesar del tiempo transcurrido porque nunca en su vida había sentido tanto miedo como en esos días. Es que ese ataque la había marcado para siempre. Nunca, después de aquel fatídico día, había podido volver a caminar sola, sin la ayuda del bastón. Pero, a pesar de sus dolorosos recuerdos aun se acordaba del poderoso mago de Gont, Ogion el Silencioso, el que había domado al terremoto.
-¿Eres un mago verdad?-preguntó Tunir. El niño observaba al mago con una mezcla de fascinación y temor. A pesar de su corta edad Tunir era muy observador (cualidad que había heredado sin lugar a dudas de su madre) y dueño de una curiosidad insaciable. Sin esperar una respuesta salió corriendo en busca de sus hermanos que se hallaban en el cobertizo guardando algún tesoro que habían encontrado durante sus exploraciones cerca del acantilado.
Ogion se limitó a sonreír a modo de respuesta y se sentó en la silla que Elifar le había ofrecido. Media hora más tarde se hallaban todos sentados a la mesa disfrutando de la austera cena que Malfran había preparado. La comida se desarrolló con normalidad aunque ninguno de los comensales hablo mucho. Los niños le lanzaban miradas cargadas de curiosidad al igual que los adultos, aunque claro, estos últimos lo disimulaban más.
Elnar se hallaba sumergido en sus propios pensamientos. Desde su llegada a Terramar todo le parecía irreal, como si se tratara de un sueño. Muchas veces se sentía atrapado en una vida que no era la suya. Le costaba conciliar el sueno y cuando lo hacía no lograba dormir tranquilo. A menudo caminaba por una tierra árida, habitada por hombres y mujeres que deambulaban a ciegas, atrapadas en su propia muerte. El corría, gritaba, pero no podía salir de allí. Y antes que la conciencia lo reclamara veía a un enorme dragón que lo llamaba...que le hablaba pero no podía reconocer sus palabras. Era como si le susurrara al oído palabras pertenecientes a un lenguaje desconocido pero sin embargo familiar...demasiado familiar. A pesar de que ya habían pasado más de tres meses desde su llegada no dejaba de tener esas extrañas pesadillas. Se despertaba sobresaltado tratando de tranquilizar su respiración, de poder distinguir que cosas eran reales y cuales no. En esos momentos se aferraba con su vida a su varita y se obligaba a pensar en sus amigos, en su vida pasada y en la misión que debía cumplir. Solo en esos escasos momentos la verdad lo golpeaba con fuerza. Debía descubrir que extraña fuerza lo había traído a estas tierras... y debía regresar. De una sola cosa estaba seguro: lo que hubiera sucedido estaba estrechamente relacionado con la destrucción del cuarto horocrux...
-¡Elnar¿Me escuchas? Hoy dormirás con nuestro invitado. ¿Podrías preparar el jergón para él?- Las palabras de Malfran lo habían devuelto de improviso al lugar donde estaba. La cabaña en donde vivían solo tenía un pequeño cuarto. En este dormía el matrimonio mientras que los niños ocupaban unas literas en la habitación principal (donde estaba también el modesto fogón y la mesa donde comían). Elnar no dormía con ellos sino que lo hacía en el cobertizo, sobre un jergón que habían acondicionado para él. El hechicero no parecía incomodo por la situación aunque Elifar se disculpaba por no poder ofrecerle ningún sitio mejor. Se dirigieron en silencio hacia el lugar donde dormirían y nada, salvo el rugir del viento, se oyó durante esa noche. Por primera vez en muchos meses, Elnar el extraño joven venido de lejos, pudo dormir sin sueños.
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Cuando abrió sus ojos lo primero que vio fue al misterioso mago Ogion sentado frente a el. Parecía concentrado en un punto por encima de su cabeza y apenas si despegaba los labios. Aparentemente estaba entonando una vieja melodía pero Elnar no llegaba a distinguir las palabras que se escapan de su boca como si tuvieran vida propia. Sin embargo, aquel extraño ritual (o lo que fuere que estaba realizando) no le infundía miedo ni desconfianza solo le transmitía una tenue sensación de tranquilidad, de paz. Incapaz de romper el hechizo del momento, permaneció recostado en el jergón simplemente observando al mago. ¿Quien era?' se preguntó. ¿Podría ayudarlo a encontrar las respuestas que necesitaba? No lo sabía pero decidió que debería arriesgarse. Por más absurda que fuera su historia (a él mismo aún le costaba creerla) necesitaba a alguien que lo escuchara, que lo entendiera y que le explicara ciertas cosas que no comprendía de este mundo. Necesitaba un guía.
-Tal vez, si tu lo deseas, puedo tratar de ayudarte-dijo Ogion.-Puedo sentir que algo te perturba, Elnar. En Terramar la magia fluye en todas partes, el poder puede reconocer al poder, y todo esta conectado formando un conjunto armonioso. Si algo sucede aquí, por ejemplo, puede tener repercusiones al otro lado del mar. Por eso siempre hay que respetar el equilibrio. Cada movimiento, cada hechizo que se realice depende de los demás hechizos. Hace unos meses algo sucedió, algo que no debería haber pasado.
Las palabras de Ogion lo desconcertaron por unos momentos. ¿Como podría saber que él no debería estar allí¿Que no pertenecía a este lugar? Elnar lo miró directamente a los ojos por unos segundos, luego bajo a mirada y murmuro:
-Yo no se que sucedió, ni como...se que pensarás que hablas con un loco, pero no puedo ofrecerte mas que eso, una historia a medias con grandes lagunas... Si es verdad que el poder reconoce al poder habrás notado que soy un mago...
Ogion no respondió. Se incorporo suavemente y con un gesto con su mano le indico al joven que lo siguiera. Caminaron en silencio a través de la granja. Los niños estaban jugando cerca del corral y Malfran se hallaban hilando sentada en la puerta de la casa. Atravesaron la pradera y llegaron a los límites del Bosque de las Sombras pero no ingresaron en él. Ogion caminaba sin prisas. De vez en cuando se detenía y observaba el cielo o a los pájaros que revoloteaban cerca de sus nidos. La granja se hallaba ubicada cerca de un acantilado, por lo que estaba rodeada por los árboles del bosque y por el mar. Una vez Malfran le había dicho que ese era el mejor lugar para vivir, pues allí se encontraban reunidos los elementos esenciales de la vida: la tierra y el mar, la vida y la muerte. Sólo en ese momento comprendió la verdad de las palabras de la mujer, las palabras de una persona simple que comprende el equilibrio de la naturaleza. Equilibrio que el había roto. Sus acciones, o la falta de ellas habían provocado una grieta en el orden natural de las cosas. Y no sabía como repararla.
-Hace unos años mi maestro me dijo que uno de los placeres de la vida de un mago era encontrar otro con el que pudiera hablar. Ogion el Silencioso, me llaman, y tienen razón, no suelo decir mucho, pero se escuchar.- El viejo hechicero sonrió. Luego adoptó una expresión seria y continuó.- No solo las palabras nos transmiten sabiduría. La tierra, el mar, el viento nos hablan continuamente. Hace solo unos meses la naturaleza de las cosas fue alterada, hubo signos inequívocos de que el equilibrio se rompió. Las cosas están cambiando, evolucionando, y ello debe ser así...pero no podemos jugar con poderes que están mas allá de nuestro entendimiento Elnar, el conocimiento de las consecuencias de nuestras acciones es indispensable...
Elnar solo asintió. No comprendía a donde quería llegar el mago pero estaba empezando a impacientarse. No iba a tolerar sermones en cuanto a su comportamiento. Había actuado lo más rápida y eficientemente que podía. El solo había tenido una cosa en mente, debía destruir el alma de su enemigo para ponerle definitivamente fin a su vida, no podía fallar. Habían demasiadas vidas en juego.
-Si, tienes razón. Pero a veces no hay muchas opciones.-le contesto Elnar. A pesar de que su tono era suave se dejaba traslucir la ira acumulada durante meses, la impotencia.-¡Pero eso ya no tiene importancia! No importa porque no puedo conjurar ni un simple hechizo...creo que ya no soy un mago
Las ultimas palabras solo fueron un susurro, toda la angustia y frustración de los últimos tiempos se habían apoderado de el. Había vivido casi como un autómata, solo trabajaba, comía y dormía. A veces jugaba con los niños pero sólo lo hacia para recordar que aun era capaz de sentir, de sonreír. Paradójicamente luego se encontraba peor, viviendo una vida prestada, que no era la suya. Necesitaba volver a hacer magia, recuperar el control de su vida...Ogion hablo:
-Eres un mago...la magia fluye a través de ti. Forma parte de tu esencia. Pero la magia, esta unida a la tierra, al aire, al mar. Somos una con ella. La magia de aquí, de Gont, no es la misma que en Selidor o en Toly Lejana. Debemos comprender la esencia de las cosas, para aprehenderlas, conocer su nombre y después transformarlas...Es necesario que entiendas que debes aprender, o reaprender a utilizar tu poder. Es un largo camino.
-De donde vengo es diferente... en realidad todo es diferente. -balbuceó el joven. Luego, levantó la cabeza y miró al hombre con determinación.- No me llamo Elnar, no pertenezco a este lugar, a Terramar. La vida de mis amigos, de la gente que conozco está en peligro. Estamos en guerra y yo estoy aquí convertido en una especie de pastor. No necesito consejos entúpidos ni palabras vacías! No me interesa la esencia de las cosas... sólo quiero recuperar mi vida!
A medida que iba diciendo estas cosas la rabia se iba apoderando de el y terminó gritando las ultimas palabras. ¡No podía seguir allí! Ese hombre no podía ayudarle... Ya había perdido demasiados meses y no tenía tiempo para discusiones teóricas acerca de la magia. Necesita respuestas y ahora. En realidad ni siquiera tenía la certeza que estuviera hablando con un mago, sus sentidos podrían estar engañándole, podría ser todo una ilusión...
-Para obtener respuestas necesitas formular preguntas. Es una regla básica para la comunicación. -Ogion pronunció sus palabras con una pizca de humor en su voz. No parecía enojado por los gritos del joven ni impresionado por el significado de lo que había dicho. Se dio vuelta y observó los viejos árboles que se hallaban varios metros por delante de ellos.- El Bosque de las Sombras es un lugar extraño. Muchas leyendas hablan de él. Cuando Segoy creo las islas del mar surgió Terramar, surgió la vida tal y como la conocemos. Los Antiguos Poderes de la Tierra se manifiestan en algunos lugares de Archipiélago. Uno de ellos es el bosque que tenemos delante. Sin embargo, los poderes que habitan aquí son diferentes a los que puedes encontrar en cualquier otro lugar de Terramar, como Roke o Atuan. Nadie ha podido descifrarlos. Muchos magos, hechiceros y brujas han venido hasta aquí buscando respuestas, poder o sabiduría. Pero ninguno ha hallado lo que estaba buscando. Muchos de ellos (grandes entre los grandes, para bien o para mal) han desaparecido y el lugar ha caído, poco a poco, en el olvido.
Elnar lo escuchaba atentamente. Las palabras de Ogion habían logrado despertar su interés lo suficiente como para olvidar la autocompasión. El Bosque de las Sombras. Una incógnita a develar. Ogion continuó.
- Solo entre los habitantes de esta isla y algunos sabios y eruditos de por aquí y de por allá, el Bosque sigue despertando el interés, ya sea por temor o sed de conocimiento. Se dice, según cuentan algunas gestas, que dentro del bosque se puede encontrar la Puerta del Destino.-Ogion se interrumpió de pronto y miro fijamente a el muchacho que tenía enfrente. Los ojos verdes del joven no se apartaron del viejo mago y se pudo leer en ellos una mezcla de curiosidad y comprensión. Continuo.- Nadie sabe con certeza a lo que se refiere el termino, muchos libros se perdieron durante la Época Oscura y con ellos el conocimiento que poseían. Pero hay quienes aún creen que la Puerta del Destino existe...
-Y...esa puerta... que significa...quiero decir... ¿que poderes encierra? - Las palabras se le atascaban en su cerebro. Hablaba mitad ingles, mitad hárdico, pero a medida que continuaba su voz sonaba mas firme y hablaba con mas claridad.- Si los poderes de la Naturaleza se manifiestan en este lugar, en el Bosque de las Sombras...Si su magia esta unida a la esencia misma de la isla...si hasta los muggles, lo no mágicos, pueden percibir ese poder, eso quiere decir que en verdad existe, que esta allí. Un poder tan grande no pasa inadvertido por mas oculto que se mantenga...
-Si, allí está, abierto para mentes predispuestas pero...-Ogion se detuvo, parecía concentrado en algo, como tratando de decidir si debía continuar o no. Alzo su mano e hizo un movimiento circular con ella mientras pronunciaba unas palabras que Elnar no llegó a comprender. Durante un momento no ocurrió nada pero lentamente una luz tenue comenzó a brillar alrededor del joven y, parte por parte, una forma comenzó a aparecer frente a ellos. Al principio sólo se podían observar sombras bailando alrededor de la luz que emanaba del cayado del hechicero pero poco a poco se iban trasformando en algo más definido...algo que Elnar reconoció de inmediato. Podían distinguirse dos árboles antiguos, uno enfrente del otro, cuyas ramas se enredaban en lo alto describiendo un arco. No estaba perfectamente definido pero se trataba, sin lugar a dudas, de la Puerta del Destino, la que estaba en el corazón del Bosque de las Sombras. En la parte superior, donde las ramas más altas de los árboles se unían hasta convertirse en uno solo se podían distinguir dos figuras... un fénix y un dragón unidos...No luchando entre ellos sino juntos, uno al lado del otro...apenas si se movían como acariciados por el viento...
- Yo... -comenzó a decir inseguro el joven.- Yo atravesé esa puerta... Mi nombre es Harry Potter y vengo del otro lado... del otro mundo...
