Allí- había dicho Ged- se encuentran nuestra magia y
los Antiguos Poderes de la Tierra, y son uno.
Ursula K. Le Guin. En el otro viento
El Valle de Godric
El joven, sin embargo, sabía que sin ella, él no habría podido lograrlo. No habría podido comprender el lazo que unía a sus mundos...
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Esa mañana Harry se había levantado temprano. Estaba un poco atontado y le dolía levemente la cicatriz. No había vuelto a tener visiones desde aquella fatídica tarde en la que vio a su padrino torturado pero desde la muerte de Dumbledore la cicatriz ocacionalmente lo molestaba. Harry suponía que ahora Voldemort no tenía tanto cuidado en alejarse de su mente pues sabía que estaba solo, desprotegido. Sin embargo, estaba seguro que por el momento no había tratado de entrar en su mente, aunque era claro que las barreras que lo separaban de él se habían debilitado.
El sol se colaba tímidamente por la ventana e inundaba, poco a poco, la gran habitación. Harry estaba sentado en un viejo sillón leyendo un gran libro de tapas oscuras, con un emblema en dorado en el centro de las mismas. El libro debia ser muy antiguo a juzgar por el color amarillento de sus hojas y había muchas partes que no comprendía. Estaba escrito en inglés antiguo, pero muchos pasajes se encontraban en latin y otros idiomas que Harry no llegaba a identificar. Nunca había sido muy aficionado a la lectura (para eso estaba Hermione) pero sabía que necesitaba aprender mucho más para poder derrotar a Voldemort. Los acontecimientos de los últimos meses le habían enseñado que el desconocimiento y la ignorancia eran las mejores armas de su enemigo.
Había pasado el mes de julio en casa de sus tíos, estudiando como nunca lo había hecho antes. Como no disponía de la información necesaria, se concentró en sus libros del colegio. Estos no le daban ninguna pista de como destruir horcruxes, ni de cual era el actual paradero de las pertenencias de los fundadores, pero por lo menos estaba seguro de dominar todo lo que había aprendido durante los últimos años. No se sentía más tranquilo pero por lo menos aprovechó la estadía en Privet Drive. Sus tíos se comportaron como siempre, aunque no lo mataron de hambre ni escondieron sus cosas, se mostraron distantes y evitaron cualquier contacto con el joven. El momento de la despedida fue extraño. Ninguno tenía mucho que decir, los años de convivencia valían más que cualquier palabra.
Luego se dirigió a La Madriguera en dónde permaneció sólo dos gloriosos días. No tuvo mucho tiempo para pensar. La casa era un absoluto caos. Con los preparativos para la boda, la señora Weasley se pasaba corriendo de un lado para otro gritando a cualquiera que se cruzase por su camino. Los gemelos no ayudaban mucho pues estaban decididos a probar nuevos trucos con las habitantes de la casa y Fleur parecía tener un imán para ellos. A veces aparecía con el cabello de diferentes colores o su nariz desarrollaba unas berrugas del tamaño de pequeñas manzanas. Todos estaban al borde de la histeria. Pero finalmente el día de la ceremonia llegó. La fiesta se desarrolló en el jardín de la casa un soleado día de agosto. Fue una boda sencilla, sin lujos y con pocos invitados pero muy emotiva.
Por la noche Harry se reunió con Ron y Hermione y le dijo que se marcharía por la mañana y que lo haría solo. Por primera en su vida partiría hacia lo desconocido sin la compañía de sus amigos. Ellos, cosa que sorprendió un poco a Harry, no pusieron ninguna objeción y se limitaron a pedirle que se ciudara y que escribiera. Estaban visiblemente conmocionados pero seguramente ya habían discutido esta posibilidad y habían decidido dejarlo marchar. Los ojos de Ron brillaron de una forma extraña cuando se despidieron y Hermione lo abrazó muy fuerte pero no derramó ninguna lágrima. De esta forma Harry abandonó al amanecer La Madriguera, sin despedirse de nadie y dejo atrás su infancia y su adolescencia. Ahora estaba solo .
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Llegó al Valle de Godric cerca de las siete de la mañana. Estaban en verano pero las mañanas siempre resultaban frías. Se enfunfó en una vieja cazadora de cuero que Remus le había regalado por su cumpleaños e inició el camino. No tuvo muchas dificultadas en encontrar la casa de sus padres, su casa...
Pasó las dos primera semanas conociendo el lugar. La casa estaba en ruinas pero en el salón principal las paredes aún estaban intactas y lo resguardaban de ojos curiosos. Allí estableció su 'cuartel general' y pasaba mucho tiempo en una viejo sillón examinando las pertenencias de sus padres. Al parecer alguien (y Harry suponía quien) se había encargado de proteger a la casa mágicamente para que nadie que no fuera su legítimo dueño ingresara en ella sin permiso. Descubrió montones de albumes de fotos de sus padres (principalmente del colegio y de él mismo de bebé). Pero también halló una gran biblioteca. Parecía que sus padres tenían una gran variedad de libros, desde novelas muggles hasta libros avanzados de encantamientos y transformaciones. Sorprendentemente encontró muchos sobre historia de la magia (que al parecer habían pertenecido a Lily) y finalmente un gran libro que le llamó la atención. Se trataba de la biografía de Godric Gryffindor escrita por él mismo...
Estaba muy concentrado en la lectura pero escuchó claramente las voces que provenían de afuera. Rápidamente tomó su varita y sigilosamente se acercó a la puerta. Los intrusos no estaban siendo muy discretos, en realidad estaban discutiendo... ¿Discutiendo?
-¡Ron! ¡Hermione! ¿Que diablos hacen aquí?- preguntó sorprendido Harry. Ron lo miró y una sonrisa apareció en su cara. Hermione sin embargo solo resopló.
- Dime Harry ¿Realmente creíste que te dejaríamos solo?- La chica aún estaba enojada y tenía las mejillas sonrosadas. En sus manos tenía una vieja escoba que parecía que sólo servía para barrer (Ron y él no habían dado su examen de aparición aún) -Claro, que hubieramos llegado antes de no ser por Ron. Se empeñó en ir hacia el oeste cuando estaba muy claro que, según la Guía de Turismo del Mundo Mágico, el Valle de Godric está al este de...
-Ya Hermione, tenías razón ¿satisfecha?- el pelirrojo se volteó hacia Harry ignorando por completo a la ofuscada muchacha.- Y dime ¿tendrás algo para desayunar, compañero? Me muero de hambre...
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Ron y Hermione se quedaron con él el resto del verano. No pudo convencerlos de lo contrario y, para ser sincero, le agradaba que estuvieran allí. Lo ayudaron mucho, como siempre. Practicaron hechizos de defensa, de ataque y lo acompñaron en su búsqueda de los horcruxes. Harry tenía una idea clara de hacia dónde ir. Les mostró el Libro de Godric (Hermione casi se puso a llorar cuando lo vio) y les dijo que creía saber dónde estaba una de las posesiones de Rowena Ravenclaw. No estaba seguro de que Voldemort la hubiera usado para almacenar un trozo de su alma pero era la única pista que tenía. Sin embargo, creía estar en lo correcto, pues coincidía con el perfil de Ryddle.
Rowena Ravenclaw había sido una mujer excepcional. Había crecido libre, como una flor salvaje, bajo el cuidado de su madre, en una pequeña cañada cerca de la mítica Camelot. Conoció a Godric Gryffindor a los dieciseis años y a los diecinueve ya estaban casados. Godric fue el discípulo de Merlín durante toda su vida y compartió con Rowena su conocimiento. Ella, por su parte, le enseñó todo lo que sabía, todo aquello que se madre le había transmitido antes de morir de peste cuando ella cumplió los quince. El antiguo saber de los druidas. Juntos, se alejaron de la aldea y se establecieron en un pequeño pueblo en el corazón de la isla. La historia a partir de allí es bien conocida por todos. Junto con Helga Hufflepuff y Salazar Slytherin fundaron Hogwarth y dedicaron su vida a la enseñanza.
Pero Rowena tenía un extraño poder, un poder que la separaba de las demás brujas...ella estaba directamente conectada con la naturaleza. Tenía la capacidad de comunicarse con los animales y pasaba mucho tiempo en el Bosque Prohibido. En el Libro de Godric, no se explicaba con muchos detalles este poder, pero describía con mucha precisión un objeto del cual Rowena nunca se separaba. Se trataba de un amuleto que siempre colgaba de su cuello. Era una antigua piedra, sin brillo ni color, que estaba engarzada en una fina cadena de plata.
"Me permite recordar que aún respiro, Godric, que soy sólo un ser mortal en la infinidad del mundo. Debes entender. La fuerza de la naturaleza es terrible, cada pieza de este universo está interconectada con otra, y cada movimiento que se realice me llega con fuerza. ¿Cómo conservar la cordura sin perderme en la inmensidad de la eternidad? Tengo el poder de ver más allá, de sentir más allá... Pero decidí hace muchos años vivir mi vida y no fundirme con la naturaleza, no compartir el vuelo con el viento, ni extenderme por el mundo junto con los cauces de los ríos ¿Entiendes? Esta piedra pertenece al reinado de las sombras, al reinado de los muertos... y me ata con mi vida mortal, es como un ancla que no permite que los poderes de la naturaleza se apoderen de mi cuerpo"
Gryffindor había plasmado en el papel muchas conversaciones que había tenido con su esposa. Los chicos habían estudiado el libro durante las últimas semanas. Esa tarde estaban discutiendo algunas cosas. La noche había llegado suavemente mientras Hermione releía en voz alta ciertos pasajes del libro.
- ¡¡Increible! No sabía que eso era posible... pero no entiendo ¿que clase de poder tenía Rowena?-preguntó Ron.- Es decir se comunicaba con los animales y todo eso... pero ¿Qué clase de poder le permite a una persona fundirse con el viento?
- No lo sé... han habido pocos casos documentados de seres que poseían ese tipo de poder y generalmente terminaban dejando su cuerpo mortal para compartir la eternidad junto a la naturaleza... -contestó Hermione pensativa.- Se dice que son espíritus antiguos que vivieron en cuerpos mortales...pero nunca nadie ha sabido con certeza de que se trata... por lo menos que yo sepa
- ¡Eso no importa ahora! ¿No se dan cuenta? Esa piedra o lo que sea debe ser el cuarto horcrux.-exclamó Harry de improviso. Por muy fascinante que fuera la historia él debía concentrarse en su tarea.- Por lo que dice el libro, Rowena había construído una especie de refugio en las profundidades del Bosque Prohibido y allí debe estar el horcrux...
- Harry, piensa, aunque lo que digas sea correcto...- dijo Hermione con cautela, últimamente el muchacho estaba muy irascible.-No sabemos si Voldemort lo utilizó como un horcrux... y si así fuera... no tenemos idea si fue en el bosque en dónde lo escondió...
- Está en el bosque -constestó Harry- Seguro que está allí. Estuve pensando y dado que Hogwarths reabrirá sus puertas el primero de setiembre creo que debemos volver e ir al Bosque Prohibido...
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Las vacaciones habían acabado y pronto se encontraron en King Cross con todas sus cosas. La señora Weasley los había recibido nuevamente en su casa a pesar de que estaba muy enfadada con ellos. Les reprochó duramente por haberse ido en estos tiempos tan peligrosos pero estaba demasiado contenta de verlos bien que, al final, no fueron días tan malos. Harry y Ron pasaron finalmente el examen de aparición y se prepararon para volver a Hogwarths.
Fue un viaje tranquilo principalmente por la poca cantidad de estudiantes que volvieron este año. Muchos padres no habían mandado a sus hijos al colegio por temor de lo que pudiera pasarles. Durante el trayecto se encontraron con Luna, Neville y Dean. Ginny no compartió con ellos el vagón, es más, ni siquiera les dirigió la palabra porque estaba muy enojada por haberla dejado atrás. Harry sintió como si le hubieran hechado un balde de agua helada pero no dijo nada...era mejor así...
El castillo estaba como siempre a pesar de los últimos acontecimientos. McGonogall los recibió en el vestíbulo y le hizo señas de que se apuraran. Habían cosas que nunca cambiarían. La ceremonia de selección fue una de las más tristes que recordaría, no era lo mismo sin Dumbledore. La nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras era una mujer alta, de cabellos y ojos negros, que tendría cerca de unos cuarenta años. Se llamaba Luana McLuggen y no dijo nada durante su breve presentación. Slughorn estaba a su lado y le hablaba animadamente sin percatarse, al parecer, de la mirada de indiferencia que ésta le dirigía.
Harry estaba muy nervioso. Esa misma noche planeaba ir al bosque a buscar el cuarto horcrux. Ron y Hermione lo acompañarían. Él habia protestado, por supuesto, pero ellos no se habían dejado convencer tan fácilmente. Lo tenían todo planeado...
Se quedaron en la Sala Común hasta que el último estudiante se hubo retirado a dormir. Se escondieron bajo la capa de invisibilidad (que este año definitivamente no los cubría a los tres) y salieron lo más sigilosamente posible del castillo. No tuvieron nigún problema. Gracias al Mapa del Merodeador evitaron encuentros desagradables con Filch y la Señora Norris. Pasaron junto a la cabaña de Hagrid y se internaron en el Bosque Prohibido.
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Caminaron durante toda la noche. Por suerte no se toparon con ninguna criatura desagradable. Bordearon con cautela de territorio de la centauros. En el Libro de Godric había un mapa que indicaba la ubicación del refugio de Rowena, aunque no estaba siendo fácil llegar allí. No habían tenido en cuenta el paso de los años, y el Bosque no era el mismo por el que Godric había caminado. Muchos árboles habían crecido en lugares dónde antes habían claros y por lo tanto se perdían con frecuencia.
Estaban agotados. Por suerte Hermione había traído algo de comida por lo que al amanecer del día siguiente tenían algo para desayunar. Sus relojes indicaban que eran cerca de las ocho de la mañana, pero se habían internado en un lugar en dónde pocos rayos de sol se filtraban a través de las copas de los árboles. En determinado momento oyeron un ruido, algo o alguien se acercaba hacia ellos. Ron palideció de golpe al ver que se trataba de una araña gigante, pero tanto Harry como Hermione reaccionaron rápidamente.
- Desmaius! -gritaron al unísono. La criatura se tambaleó pero continuó acercándose a ellos. Lo intentaron de nuevo pero los hechizos no penetraban la dura coraza del animal. Habían previsto que algo así podría pasar y ya habían decidido que hacer. Pero esta araña no iba a ceder fácilmente. Corrieron a esconderse tras el tronco de un árbol pero Ron no se movía del lugar en dónde estaba. Su cara se había tornado de un color verdoso por el pánico y no podía hacer ningún movimiento. El animal caminaba directamente hacia él. Hermione salió de su escondite pero tropezó y cayó al piso. Se lastimó y con dificultad logró incorporarse pero la critaura ya se había abalanzado hacia ella porque estaba más cerca. Sin perder un instante los muchachos repitieron el hechizo. Esta vez una tercera voz se escuchó en el bosque. Al parecer Ron había logrado salir de su ensimismamiento y el poder de los tres juntos logró desamyar a la araña.
- ¡¡Hermione! ¿Estás bien? -preguntó un preocupado pelirrojo. La chica solo asintió. Tenía un fuerte golpe en la cara y se aferraba con una mano su brazo, al parcer éste se había roto. La curaron lo mejor que pudieron entablillando el brazo herido y continuaron en silencio.
Estuvieron caminando durante todo el día. A media tarde pararon a descansar un rato en un claro del bosque. Comieron y bebieron sus últimas provisiones y aprovecharon para dormir unas horas. Realmente lo necesitaban. Al atardecer emprendieron de nuevo el camino. Cuando la noche llegó se encontraron frente a una rústica cabaña de madera cerca de un arroyo. El lugar parecía encantado. Harry, visiblemente emocionado, trató de entrar pero algo se lo impidió. Alrededor de la cabaña había una barrera mágica que impedía a cualquier ser cruzarla.
- Se trata del Innombrable, Harry. No te la iba a dejar fácil.- dijo Ron. El muchacho observaba a Harry con algo parecido a una sonrisa. Trataba de darle ánimos.- Vamos, ya hemos llegado hasta aquí... ahora sólo tenemos que esforzarnos un poquito...
- Bueno... tenía que probar ¿no? - Harry no estaba enojado, simplemente impaciente. Observó atentamente el contorno de la cabaña. Al parecer sólo tenía una habitación con una puerta. No había ventanas. El lugar era acogedor, como extraído de un cuento infantil, pero extrañamente irreal. Sin embargo había algo que no encajaba, algo que estaba fuera de lugar...
- Mira, una serpiente en la puerta.-exclamó Harry tan de improvisto que sobresaltó a Ron.- muy típico de Voldemort... igual que Slytherin en la Cámara de los Secretos...si... es posible... Porque nadie salvo él, o yo, puede hablar pársel... ¿Qué piensas Hermione?
Pero la joven no lo estaba mirando. Su atención estaba dirigida hacia dos extraños árboles que se encontraban enfrente a la cabaña. Eran mucho más altos que los otros y sus copas se fundían haciendo imposible distinguir donde empezaba una y dónde terminaba la otra. Describían un arco. En en extremo superior del mismo se podían observar unas figuras aunque, a causa de la oscuridad, no podían distinguir de que se trataba...
- Yo he visto esto antes... aunque no recuerdo dónde...-murmuró Hermione. No tenía un buen presentimiento. Sacudió su cabeza y se concentró en las palabras de su amigo.- Ya sé en que piensas... intentalo...¿puedes hacerlo?
- Sí. -Harry se concentró en la figura de la serpiente y emitió un silbido siseante: Ábrete. Un pequeño brillo alrededor le indicó que había tenido éxito. Con un gesto les indicó a sus amigos que no lo siguieran y se internó en la cabaña. En el interior de la misma no había nada, salvo una mesa y un cómodo sillon de mimbre. Parecía como si no hubieran pasado los años. En el centro de la mesa se hallaba el extraño amuleto de Rowena: una piedra negruza engarzada en una delicada cadena de plata. Lo tomó y salió corriendo del lugar.
Sin darse cuenta hacia dónde se dirigía se paró justo debajo de las copas de los árboles. Le costaba respirar, había otro encantamiento sobre el lugar...claro, Voldemort protegería bien su alma. No podía distinguir nada, estaba ciego y no escuchaba ni siquiera el sonido de las voces de sus amigos...sólo tenía una idea en mente... antes de morir (pues sus sentidos se estaban apagando al igual que su vida) debía destruir el horcrux. A ciegas, estiró su brazo con el amuleto colgando y con un movimiento de varita pronunció el encantemiento. Un fuerte estruendo lo sacudió y sintió como su cuerpo volaba a causa onda expansiva...luego todo se volvió negro...
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- Y esa es la historia Tenar.- Concluyó Harry mientras trataba de avivar el fuego. Aún estaban en la cueva, protegiéndose de la tormenta y escuchaban claramente los azotes del viento. El muchacho le había narrado los últimos acontecimientos de su vida aunque no sabía porqué lo había hecho. Había comenzado a hablar bajito, dudando, pero necesitaba hablar de todas esas cosas... ¿Porqué a ella? No tenía una respuesta para ello...- Pero creo que ya sé porqué llegué aquí...
