N/A: En este capi hay mínimos SPOILERS de En el otro viento. No se refiere directamente a la trama del libro, pero ciertos hechos son explicados en ese libro y en Los Cuentos de Terramar, van a ser desarrollados aquí. Quedan avisados por las deudas.

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Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades.

J. K. Rowling. Harry Potter y la Cámara Secreta

Capítulo 11: El Libro Perdido de Hussa

- Creo que estamos más cerca de tu mundo de lo que habíamos pensado, Gaviota - dijo Ged en tono grave. - La luz y la oscuridad son uno solo, igual que tu mundo y el mío...

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Gavilán se detuvo unos instantes a observar el extraño fenómeno que ocurría frente a ellos. El gran remolino de luz clara, azulada, se mezclaba con las sombras provenientes de la Tierra Yerma, otorgándole una belleza aterradora al lugar. La magia que se desprendía de esa especie de portal era poderosa, pero a la vez ajena, extraña. Ged no podía identificarla con claridad; era como si ese vórtice canalizara el poder de todos ellos...

Harry, por su parte, se había quedado paralizado por la impresión. En primer lugar y luego de más de un año había vuelto a ver, aunque sea a la distancia, los rostros de sus amigos. Ese simple hecho, lo embriagaba de esperanza, de tranquilidad. Pero Lord Voldemort estaba allí, como siempre, alto y fantasmal, desestabilizando su mundo, arruinando los pocos momentos de tranquilidad que había sentido en los últimos meses. Sin embargo, pese a la fuerte emoción por volver a ver un pedazo de su mundo, Harry no pudo dejar de notar un par de ojos que en ese momento se tornaban casi anaranjados. La mujer que estaba del otro lado, le sonrió enigmáticamente antes recargar su peso sobre su gran vara de tejo. Parecía cansada. El joven la recordaba vagamente, de la noche del Banquete de Bienvenida, como la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, aunque no podía decir a ciencia cierta su nombre.

Pasaron unos segundos, que parecieron siglos, antes que nadie se moviera. Hermione fue la primera en reaccionar, sorprendiendo con su agilidad mental a más de uno. Aprovechando que el Innombrable estaba demasiado concentrado en la Puerta del Destino, intentó aturdirlo. Sin que se dieran cuenta, había avanzado unos pasos y levantó su varita dejando salir el hechizo. Sin embargo, Voldemort fue más rápido que ella, pues levantó un escudo casi sin moverse del lugar y sin decir una a palabra. El hechizo rebotó hacia ella, dejándola aturdida y desmayada sobre la hierba. El grito de Ron y Harry, a ambos márgenes de la Puerta, retumbó en el aire despertando a todos de ese estado de perplejidad y ensoñación en el que se encontraban.

Lo que sucedió a continuación fue rápido y confuso, dejando a más de uno preso del pánico y de la desesperación. Lord Voldemort, esquivando los hechizos de Ron, se adelantó unos centímetros para tratar de cruzar la Puerta del Destino. Por su parte, McLuggen había levantado su vara de tejo y estaba urdiendo un sortilegio extraño y antiguo, que ni siquiera Ged lograba reconocer. Estaba invocando todo su poder mágico para poder defender la entrada hacia el otro mundo.

Desde el otro lado, Harry había corrido hasta el vórtice de luz, e intentaba atravesarlo. Estaba al límite de la locura, y no podía pensar con claridad. Sin embargo y pese a sus esfuerzos, no podía acercarse lo suficiente. Era casi como una pesadilla, en la que cuanto más rápido se corre hacia la meta, más lejos se está de la misma. La luz azulada comenzó a brillar con más fuerza, encegueciendo a los allí presentes, e iluminando de forma sobrenatural la morada de los muertos. Ged también se había movido de su sitio, no sin antes reforzar la salida hacia Terramar, pues, a pesar de lo que sucediese a continuación, no podían arriesgarse a quedarse estancados allí. Cuando llegó al lado de Harry, pudo sentir como la grieta entre sus mundos se hacía más débil, y justo a tiempo comprendió el peligro.

Hubo una gran explosión antes de que la oscuridad volviera a reinar sobre ambos lados de la Puerta. Gavilán sólo atinó a urdir un potente sortilegio para proteger a Harry, quien continuaba tratando de cruzar el portal y parecía no haberse dado cuenta de la inestabilidad del mismo. Sin embargo, segundos antes de que todo terminara, el joven, instintivamente, había movido rápidamente su varita realizando el único hechizo que pasó fugazmente por su mente. Un ciervo plateado se escapó de su varita, atravesando la puerta sin dificultad aparente. Luego todo se volvió negro y entre las tinieblas, Harry perdió el conocimiento.

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- Lois jis under udeu... (El destino está sobre nosotros...)

- Niod, losjd sodoasi arkademid luosado, Kalessin (Pero, el viento no sopla fuerte ni las piedras se han reunido, Kalessin)

- Kius, sjka fyeer Orm Luggel, jis potles dreusod (Lo harán, escucha la llamada de Orm Luggel, el destino la traerá de regreso)

- Plies, mindius hduyu preusi, hud syar ilertsi lloser (Lo sé, pero aún es largo el camino, y la oscuridad todavía se presenta fuerte ante nosotros)

- Jus tussy Trimma, Fryaddesum, jus tussy Trimma (Sólo espera a Trimma, Fryaddesum, sólo espera a Trimma)

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Araña estaba tumbado sobre las frías rocas del Acantilado, en la isla de Havnor. Su cuerpo viejo hecho un ovillo contrastaba con la imponente figura de Gavilán, quien estaba de pie frente a él, observándolo con dureza y determinación. A unos metros de allí, Harry se hallaba recostado sobre la hierba, aún sumido en la inconciencia, dónde Ged lo había dejado luego de asegurarse que el muchacho no sufría ningún daño permanente.

- Confío en que no cometerás la misma imprudencia otra vez, Tsusa, nunca más jugarás con aquellos poderes superiores a los nuestros -la voz de Ged era suave, aunque no podía ocultar el desprecio que sentía hacia el hombre frente a él- Le debes respeto a los muertos...

- No lo haré, señor, claro que no lo volveré a hacer- Araña se había arrodillado ante Gavilán y balbuceaba torpes disculpas, aunque la furia y el odio brillaban poderosos en sus ojos. Si hubiera tenido el poder suficiente, lo habría matado allí mismo, sin dudar siquiera un instante. Sin embargo, en ese lugar, bajo el sol del atardecer en la hermosa isla de Havnor, selló una promesa de venganza y de inmortalidad, que lo acompañaría por siempre y que lo llevaría a encontrarse con Gavilán muchos años más tarde.

Sin mediar ninguna otra palabra, el viejo hechicero se puso dificultosamente en pie y, con las pocas fuerzas que le quedaban, se transformó otra vez en un cuervo negro, y se perdió entre las luces del ocaso volando hacia el norte. Quizás volvería a Paln, dónde fue educado en las artes de la magia por el Mago Gris, o volaría hacia Osskin, dónde viviría de su arte para algún señor de esas tierras. Pero para Ged, eso ahora carecía de importancia. Quería ver como estaba Gaviota, y aunque confiaba en que se recuperaría rápidamente, sabía que para el muchacho las experiencias de las últimas horas habían sido difíciles y dolorosas.

Ged no podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo ante sus ojos. A pesar de sus múltiples encuentros con los Poderes de la Naturaleza y con sus propios fantasmas, sabía que estaba ante un peligro, quizás incluso mayor de los que él había enfrentado. Su búsqueda del Gebbet, cuando era apenas un año mayor que Harry, le había ayudado a comprender que tanto la luz como la oscuridad viven en todas las personas, y gracias a ello ahora podía valorar mucho más la vida y sus matices. Quizás por ello había actuado de la forma en que lo hizo con Araña, quizás por ello lo había forzado a ese viaje hacia sus más profundas y aterradoras pesadillas. Pero, recordando el rostro duro y atemorizado de Tenar la primera vez que se encontraron en el laberinto de las Tumbas, no pudo evitar preguntarse si había actuado correctamente. Él, Ged, le había dado a ella una oportunidad, pero no había hecho lo mismo con el viejo hechicero. Si bien Araña era libre, y había obrado por voluntad propia y había tenido posibilidad de elegir, no dejaba de sentirse un poco responsable por el futuro de ese hombre.

No pudo seguir meditando acerca de sus propias acciones, porque un tenue gemido de dolor lo sacó de sus propios pensamientos devolviéndolo a la realidad. Harry acababa de despertar, y lo miraba interrogante. El joven se veía aún confundido, como tratando de ordenar los últimos hechos en su cabeza...

- ¿Que sucedió Gavilán? ¿La Puerta del Destino volvió a cerrarse? - las palabras se escapaban de su boca rápidamente, mitad en inglés, mitad en hárdico, como siempre sucedía cuando estaba confundido y nervioso. Ged sonrió ante el balbuceo del joven.

- Más despacio Gaviota, que no comprendo lo que dices - dijo con dulzura el mago. Aunque no se parecían en nada, Gavilán recordó a Algarrobo, y por primera vez desde que se conocieron, se encontró pensando en el joven de ojos verdes como en un amigo.- Creo entender, aunque no está muy claro, que preguntas acerca de la Puerta del Destino...

- Si, mis amigos y mi mundo están en peligro... necesito volver, Gavilán, cuanto antes - las últimas palabras de Harry fueron dichas casi para si mismo, pero levanto la mirada con decisión antes de continuar - ¿Tienes alguna idea de que fue lo que sucedió?

Gavilán respiró profundamente antes de responder. No tenía ninguna respuesta para el joven, sino muchas hipótesis, y ninguna de ella era demasiado plausible, aunque quizás se aproximaran bastante a la realidad.

- Bien, sólo podemos adivinar lo ocurrido hace algunas horas, Gaviota -dijo Ged en un susurro. - Pero creo, que nuestro encuentro con Araña nos dio algunas pistas, que confirmaron que vamos en el camino correcto. Pero antes, prepararé algo para que comamos... ¿Encenderías el fuego por mí, Gaviota?

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En los alrededores del Castillo, varios jóvenes y adultos se miraron unos a otros absolutamente desconcertados. Habían pasado las últimas horas peleando ferozmente frente a un centenar de dementores y no habían podido hacer más que mantenerlos un poco alejado del castillo. Sin embargo, las fuerzas los estaban abandonando y era solo cuestión de tiempo para que uno a uno comenzaran a caer. Sabían que corrían graves riesgos de no sobrevivir a la batalla. Hasta que lo más extraño de la noche sucedió. Una intensa luz azulada emergió de un rincón del Bosque Prohibido, encegueciendo por completo a los allí presentes, iluminando con un resplandor sobrenatural la noche, antes de desaparecer de forma tan misteriosa como había surgido.

Por eso, no se dieron cuenta que los dementores habían comenzado a replegarse antes de iniciar la retirada. Sí. Aunque fuera difícil de creer (aunque tranquilizador al mismo tiempo) ya no quedaba un dementor en los alrededores de Hogwarts. Poco a poco, tratando de recuperarse luego de la agotadora batalla, fueron regresando al Castillo, antes de intentar averiguar que había pasado. Lo principal era que estaban a salvo, al menos por el momento.

Mientras tanto, en las inmediaciones de la Puerta del Destino, Luana McLuggen y Ron Weasley trataban de reanimar a Hermione, que continuaba desmayada. Luego de que el gran ciervo plateado atravesara la puerta y le entregara un críptico mensaje a Ron, se produjo una fuerte explosión, de la que salieron ilesos gracias al escudo de la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras. Lord Voldemort se había ido silenciosamente sólo segundos más tarde, al parecer sin fuerzas para atacarlos aunque con una expresión poco tranquilizadora en su rostro. Debía haber obtenido lo que fuese que había ido a buscar al bosque.

Hermione se incorporó con dificultad, respirando agitadamente mientras trataba de organizar en su mente los últimos sucesos. Ron la miró con alivio, al darse cuenta de que la muchacha estaba bien y sonriendo tímidamente mientras le ofrecía su mano para ayudarla a emprender el camino de regreso. McLuggen, por el contrario, parecía preocupada y su rostro había recuperado la dureza habitual.

- Necesitamos hablar, hay muchas cosas que se nos están escapando- dijo con seriedad la profesora - Pero primero debemos volver al castillo, allí nos necesitan ahora y usted, Señorita Granger, debe ir a la enfermería.

La muchacha sólo asintió a modo de respuesta. Estaba demasiado cansada y adolorida para discutir. Se apoyó en su amigo y comenzaron, lentamente, a caminar por el sendero. Entre las copas de los árboles, los primeros rayos del sol del amanecer se filtraban anunciando el comienzo de un nuevo día.

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El fuego crepitaba tranquilamente perfilando dos sombras sentadas a su alrededor en la oscuridad de la noche. Tanto Harry como Ged se hallaban en silencio, comiendo unas frutas silvestres que había traído el mago. Ambos se encontraban sumidos en sus propios pensamientos, tratando de dilucidar los hechos de las últimas horas. Finalmente, Harry rompió el silencio.

- Es extraño como se dieron las cosas... Desde que llegué a Terramar he estado deseando volver a ver a mis amigos, regresar a mi mundo - dijo en un hilo de voz Harry - Pero hoy, aunque estuve cerca de ellos, también recordé porqué mi vida siempre ha estado marcada, y, por un sólo instante, deseé poder quedarme aquí...

- No creo que querer una vida un poco tranquila sea tan extraño Gaviota -contestó Gavilán - Pero, a pesar de tus deseos de paz para ti, aún así sabes que debes regresar y, creo, que no vas a detenerte hasta conseguirlo...

- Sí - suspiró Harry antes de preguntar -Hoy dijiste que estábamos siguiendo la pista correcta... ¿Qué clase de pista es esa? ¿Aún no me has dicho que clase de libro estamos buscando?

Ged sonrió. Había llegado el momento de la verdad, aunque la misma fuera inalcanzable incluso para él. El vuelo de los dragones lo había conducido a un laberinto mucho más complejo que el de las Tumbas, en el cual la Cámara del Tesoro se presentaba más difusa y compleja y no había que buscar la otra mitad de las Runas de los Reyes, sino que necesitaban reunir las Cuatro Runas de la Naturaleza.

- Muchas historias y leyendas circulan el Archipiélago, algunas más veraces que otras. Muchas se han desvirtuado con los años y la tradición oral, mientras que otras fueron totalmente creadas gracias a la imaginación de algún trovador o rey. Sin embargo, muchos fragmentos de nuestro pasado aún continúan siendo un misterio para nosotros. Una de las historias con menos credibilidad entre la comunidad de los magos, es la que se refiere a una vieja bruja llamada Hussa, de quien dicen que la magia se manifestaba en forma diferente, quien podía conjurar hechizos sin necesidad del Lenguaje de la Creación...

Las viejas leyendas también dicen que Hussa era un Señora de Dragones, por decirlo de algún modo, quien había ganado su respeto luego de entregarle al Anciano la Runa del Fuego, y que era la última descendiente de una familia de magos, perteneciente a una antigua comunidad llamada Las Manos (comunidad que se dice protegió la enseñanza de la magia durante la Época Oscura). Por eso, se supone que conocía el paradero de las Cuatro Runas de la Naturaleza y que en realidad fue ella misma quien las escondió. Luego de que Roke comenzara a funcionar como una Escuela de Magia, el Archimago logró un poco de paz en el Archipiélago, a pesar de que no todo funcionaba tan armónicamente como debiera. Sin embargo, Hussa pensó que sería un sacrilegio que el poder de las Runas se perdiera para siempre y escribió un libro, en el que cuenta su vida y su entendimiento de la magia, así como también la ubicación de las Runas del Aire, la Tierra y el Agua, ya que la de Fuego estaba en poder del Anciano.

Antes de que preguntes la relevancia de mi relato, Gaviota, déjame que te cuente otra leyenda en la que nadie cree. Dicen que durante los primeros años de paz, luego de la Época Oscura, el vuelo de los dragones se hizo errático, pero visible por todos. Es decir, que se comportaban de un modo similar al que lo hicieron semanas atrás... Buscaban a uno de ellos, a la guardiana, aunque no sabemos que era lo que tenía que custodiar, porque las historias no son muy claras al respecto. Sin embargo, se dice que el Anciano encontró a su hermana, a aquella a la que estaban buscando, al otro lado de la Puerta del Destino y de esa forma selló un pacto entre ambos mundos, para que el camino hacia la Paz y hacia el Equilibrio pudiera comenzar...

- El pacto, las Runas, el Anciano y Hussa... Godric y Rowena, los horcruxes y la Puerta... El principio... es por ello que llegué hasta aquí...-dijo Harry en voz alta aunque parecía que hablaba para el mismo. De improviso levantó su mirada y se enfrentó con los ojos interrogantes de Gavilán - Debemos encontrar el Libro Perdido de Hussa, es la única forma de terminar esto... Tu sabes dónde esta ¿verdad?

Ged sólo sonrió.

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Hermione estaba acurrucada en una de las camas de la enfermería, junto a Ron, quien se hallaba sentado a su lado. McLuggen se había presentado allí luego del almuerzo, mientras el Colegio trataba de recuperar su rutina luego de los sucesos de las última noche. Algunos padres se habían llevado a sus hijos por la mañana, en cuanto se enteraron del ataque. Sin embargo la mayoría había preferido dejarlos allí, pues creían que en sus hogares correrían más riesgos, ya que a pesar de la ausencia de Albus Dumbedore, sólo Hogwarts aún permanecía en pie. El Ministerio de Magia estaba sumido en el caos, y parecía que la guerra ya estaba perdida.

La profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras había conjurado un hechizo para evitar que algún oído indiscreto se enterara de lo que iba a comentarles a los jóvenes. Bajo su mirada severa y sus profundos ojos negros, la preocupación y el cansancio se reflejaban en el rostro de la misteriosa mujer.

- Antes de que me lo pregunte, Señorita Granger, déjeme repetirle que no soy un animago - dijo McLuggen cuando Hermione comenzó a abrir la boca para interrogarla - Sé que mi apariencia es la de un ser humano, como usted o como el señor Weasley, pero mi raza, de los que quedamos sólo muy pocos, es diferente. Terramar y este mundo, están unidos por lazos más profundos que el tiempo y el espacio, y que escapan a nuestro entendimiento. Sin embargo, muchas veces una parte de cada universo se manifiesta en el otro, y aparecemos seres que poseemos un poder fuera de lo común, perteneciente al otro lado de la Puerta.

- ¿En Terramar todos pueden transformarse en dragones? - preguntó Hermione sin poderse contener. McLuggen hizo un gesto de impaciencia antes de continuar.

- No, en realidad los dragones y los hombres pertenecen a dos razas diferentes, aunque en un principio fueron la misma. Pero por diversas razones, se produjo el Vedurnan, la División, un acuerdo por el cual ambas razas se diferenciaban, ya que la gente-dragón tenía deseos e intereses incompatibles. De todas formas, existen dragones que pueden adquirir la forma humana y viceversa, pero ya sólo quedamos unos pocos.

Sin embargo, de eso no es de lo quería hablarles. El muchacho Potter les envió un mensaje el cual no alcancé a comprender, pero es muy importante que conozca su contenido, pues creo que Voldemort se está acercando a la verdad, lo cual es muy, pero muy peligroso.

Ron hizo una mueca de desagrado al escuchar el nombre de Voldemort, pero palideció aún más al entender el pedido de su profesora. Miró a Hermione en busca de ayuda, pero esta se hallaba tan confundida como él. Sin embargo, sabía que no tenía opción, pues ella, a pesar de todo, era la única que podría ayudar a Harry.

- Él nos envió un mensaje a través de su Patronus, a Hermione y a mí. Yo no entendí que quiso decir... -dijo en voz casi inaudible el pelirrojo. Luego de mirar por última vez a su amiga, se aclaró la garganta y un poco más fuerte respondió - Busquen en el principio, dijo, allí está la clave...