Encajando en su Lugar

La cena del lunes por la noche era el asado favorito de Ron, y mientras comía con su gusto habitual, Harry notó que parecía estar bastante preocupado por algo, mientras que Hermione estaba bastante emocionada. Algunas lechuzas de correo entraron con esfuerzo mientras los platos se rellenaban con segundas raciones, y el trío observó cómo una gran lechuza marrón se dirigía a la mesa de profesores y aterrizaba ante Snape.

"Bueno, Ronald, si te hubieras molestado en estudiar conmigo algunas noches en lugar de quedarte mirando al espacio todo el tiempo, no necesitarías estar tan preocupado por tus notas." Hermione puso los ojos en blanco y dejó a un lado sus cubiertos. Harry echó un vistazo y vio a Snape darle a la lechuza unos pedazos de asado mientras aceptaba el pergamino.

"Tienes suerte, Harry, a los Dursley no les importan tus notas." Ron hizo un puchero, moviendo su plato para el postre.

"Mmmh." Harry asintió alrededor de un bocado de puré de patatas, que casi escupió cuando se percató de qué había entregado la lechuza.

"Me pregunto qué recibió Snape en el correo." Ponderó Hermione, sus ojos en la mesa de profesores. "Parece bastante complacido, sea lo que sea."

Las mejillas de Harry se ruborizaron de un tono rojo bastante caliente, sabiendo que Snape acababa de leer su boletín de calificaciones. Se sintió estúpidamente orgulloso por que Snape estuviera sentado en el Gran Comedor, calmado y tranquilo mientras comprobaba las calificaciones de su hijo.

"Parece una lechuza del colegio. ¿Podéis imaginaros si el boletín de calificaciones de alguien fuera enviado a casa a Snape?" Ron sonrió burlón, agarrando el primero de los pasteles de mantequilla que apareció en el centro de la mesa.

Harry se inclinó hacia Hermione y habló en un alto susurro de escenario. "Estudiar no es el problema. El problema es que Ron te estudia a ti, y no la materia."

. . . . . . . . .

A las nueve pm las únicas personas todavía deambulando por los pasillos en el cuarto piso eran los estudiantes de cursos superiores que acababan de abandonar la biblioteca, o estaban colándose dentro en busca de un libro más antes de que cerrara por esa noche. Los exámenes de medio trimestre habían terminado hace menos de una semana, pero los ensayos estaban amontonándose día tras día. Harry condujo a sus amigos mientras pasaban una gárgola que parecía tener alergia, ya que no paraba de sorber por la nariz ruidosamente cada pocos minutos. Harry tenía su capa de invisibilidad oculta bajo la túnica en caso de que se quedaran más allá del toque de queda, pero como era martes, esperaban no estar fuera hasta demasiado tarde. Después de todo, la mayoría de estudiantes eran atrapados fuera del toque de queda las noches del fin de semana.

Harry sacó su mapa y lo activó mientras se acercaban al grupo de espejos y retratos donde estaba el pasadizo. Ron y Hermione mantenían una vigilancia indiferente para ver si algún otro estudiante se dirigía en su dirección mientras Harry se acercaba a un antiguo espejo en un marco de plata ornado aunque ligeramente deslustrado. Alrededor de los bordes del espejo se había acumulado residuo, haciendo que el reflejo en esta parte se volviera levemente borroso. Harry echó una mirada a su mapa de nuevo antes de golpetear el espejo con la varita.

"A través del espejo." Murmuró Harry, retrocediendo mientras el espejo rielaba y se convertía en una ventana. Detrás de él había una masa de roca revuelta, y Harry sólo se sorprendió levemente por encontrar que su mano pasó a través del cristal cuando fue a tocarlo. Los tres lo atravesaron enseguida, antes de que alguien pudiera notar cómo se había abierto.

El interior del pasadizo estaba notablemente más frío que el aire en el pasillo del castillo, y había escombros diseminados por la abertura bastante grande. Harry notó que la roca caída aquí parecía ser de la misma forma y tipo de roca que había visto deambulando por el castillo en algunas ocasiones hasta ahora. El único problema era que el pasadizo seguía completamente bloqueado. Parecía que nadie había estado allí en algunos años, no desde que los gemelos habían descubierto su destrucción.

"No creo que Malfoy esté haciendo nada aquí." Dijo Ron, pinchando el bloqueo con su varita.

"No a menos que haya cubierto su trabajo con un glamour o algo así." Respondió Harry, estudiando el muro con el ceño fruncido.

"¿De verdad Malfoy ha estado viniendo aquí? Después de todo, el mapa te dijo cómo entrar." Señaló Hermione.

"Déjame mirar el mapa, veré si Malfoy está acechando cerca." Dijo Ron, tomando el mapa ofrecido por Harry y comenzando a escanearlo.

"Cierto, pero por lo que oímos en el Callejón Diagon, Malfoy está planeando algo que necesita que le envíen aquí. Y mencionó un cáliz a ese tipo Greyback, quizá esté trayendo veneno." Se preguntó Harry, intentando recordar qué más habían oído en el Callejón Diagon.

"¿Ron?" Interrumpió la voz de Hermione, sonando preocupada e insegura. Harry levantó la vista para ver a Ron mirándolo fijamente, el rostro pálido pero los ojos destellando.

"¿Quién eres tú?" Gruñó Ron en voz baja, fulminando directamente a Harry.

Los ojos de Harry bajaron a las manos de Ron, que estaban aferradas alrededor del mapa del Merodeador. La compresión caló y se drenó el color del rostro de Harry.

"No es lo que piensas." Soltó Harry, levantando las manos en un esfuerzo inútil de aplacar a Ron.

"¿Quién demonios eres?" Gruñó Ron, empujando el mapa hacia Hermione. "¿Snape? ¿Estás bajo multijugos? ¿Has estado espiándonos?"

"¿Qué? No seas imbécil, Ron." Ahogó Harry, pillado por sorpresa por la acusación. "Mi nombre legal cambió, eso es todo."

"Vale, y crees que soy lo bastante estúpido para creer que mi mejor amigo se convertiría en un Snape." Resopló Ron, avanzando y empujando a Harry.

Soy tu mejor amigo! ¿Quién más sabría que duermes con un conejito de peluche con una sola oreja y que tienes revistas para pajearte escondidas en la librería rota en tu cuarto en la Madriguera?" Exigió Harry, su cara calentándose de cólera. "¡Te aterran las arañas, tienes calzoncillos de los Chudley Cannon, babeas cuando duermes en Adivinación, y quieres convertirte en autor de libros infantiles más que ser auror!"

"¡Eso no demuestra nada! ¡Mi mejor amigo me habría dicho que se había cambiado el nombre a Elliot Maldito Snape!" Gritó Ron en respuesta, la cara ardiendo roja. Estaba parado más cerca de Harry, y ambos estaban sacando pecho en una ridícula demostración de combativas hormonas masculinas. Hermione estudió el mapa con una sonrisa triste en el rostro.

"¿Alguna vez pensaste que no pudiera decírtelo, Ron?" Preguntó Harry, su voz goteando sarcasmo. "¿Que quizá si el mundo supiera que Snape me adoptó eso podría, no sé, hacer que aún más gente quisiera matarnos?" Harry se cruzó de brazos y fulminó con la mirada a Ron, ignorando a Hermione.

"¡No, porque no lo sabía! ¿Pero así es como es entonces, Snape? ¿Ese ex-mortífago grasiento es bastante bueno para ti, pero mi familia no lo es?"

"¡Yo quiero a tu familia, Ron, son la primera familia real que tuve!" Soltó Harry, bastante exasperado y dando un paso adelante. Ron lo empujó con fuerza, y él tropezó con piedras sueltas en el suelo, cayendo y aterrizando con dureza.

"No quiero oírlo. Y no tengo nada más que decirte." Ron pisoteó con los pies y desapareció a través del espejo, dejando a Harry en el suelo mirando el espacio vacío.

"¿Harry?" Hermione se agachó y llamó su atención. Su mirada buscó su rostro aturdido, y le puso una mano en la rodilla.

"¿Estás bien?"

"Estoy bien." Dijo Harry, tosiendo una dura risa. Sabía que sonaba como si estuviera a punto de llorar.

"Todo irá bien. Estoy segura de que el Profesor Snape es un buen tutor para ti, y tiene muchas cosas útiles que enseñarte." Ella le dirigió una cálida sonrisa, y Harry descubrió que su optimismo no le molestaba tanto como pensaba que debería.

"No podía decíroslo." Dijo Harry, manteniendo los ojos en las rodillas. El mapa yacía plegado junto a sus pies, todavía activado.

"Lo sé." Respondió Hermione, volviendo a levantarse. Recogió el mapa y lo escaneó con los ojos.

"¿Conoces ese hechizo todavía, el que conjuraste sobre la lista de miembros del ED?" Cuestionó Harry, poniéndose en pie despacio. "Esto tiene que permanecer en secreto, estaba diciendo la verdad sobre la amenaza."

"Bueno, no le daré verrugas, pero haré que Ron permanezca callado." Le tranquilizó Hermione con una sonrisa maléfica. "¿Quieres regresar conmigo a la Torre?"

"No. Creo que sólo pasearé un rato." Dijo Harry suavemente, limpiándose las manos en los vaqueros y notando que había un leve escozor en sus palmas.

"Ten cuidado." Le dijo Hermione, dándole una palmada en el hombro mientras se deslizaba fuera del espejo con el mapa e iba en busca de Ron.

Harry esperó un minuto y entonces desplegó su capa de invisibilidad, notando que sus palmas estaban sucias y que tenía cortes y raspaduras de donde había caído sobre el escombro de roca.

Muy consciente de que probablemente Hermione estuviera rastreándole en el mapa además de a Ron, Harry caminó en silencio por el pasillo oscurecido, el toque de queda comenzando en menos de diez minutos. Pasó junto al Fraile Gordo, que estaba manteniendo una animada conversación con un grupo de pícaros viajeros en un retrato junto a las escaleras del sexto piso. Harry subió más alto, sin ser visto a través de la capa, y se dirigió hacia el pasillo del séptimo piso. Su cabeza estaba gacha, y se permitió tiempo para revolcarse en la auto-compasión.

Las primeras reacciones de Ron a las cosas habitualmente eran estúpidas y exaltadas, lo que era un hecho que Harry conocía muy bien por ser el mejor amigo, y compañero de crímenes de Ron, durante tantos años. Pero todavía dolía saber que Ron había asumido lo peor de inmediato, asumido que Harry ni siquiera era él mismo, sin darle a Harry tiempo para explicarse. ¿Estaba Ron realmente celoso de que Harry hubiera sido adoptado por Snape? Harry se paseó adelante y atrás por el pasillo y reprodujo la breve y rápida pelea que habían tenido. Parecía que Ron imaginaba que su familia no era lo bastante buena para Harry, que Harry pensaba que merecía algo mejor.

O algo así, se preguntó Harry sombríamente mientras abría la ornada puerta de madera y caminaba hacia la solitaria chimenea en la sala. Había esperado que Ron fuera un poco difícil con la identidad de su nuevo padre, pero no esperaba esas acusaciones. Harry arrojó un puñado de polvos flu a las llamas y entró, pronunciando la palabra rusa para hogar. El girar se detuvo por un momento para que Harry diera la contraseña y entonces la sala de menesteres se emborronó mientras giraba hacia la sala de estar del apartamento de Snape.

Snape no estaba en casa, y Harry imaginó que tenía algún tipo de reunión de profesores, o quizá era el primero en las rondas esta noche. Se desplomó en el sofá, encendiendo un fuego de verdad en la chimenea, y enfrentándose a una lucha interna. Probablemente era mejor que tomara té, a pesar de que era tarde, pero bueno, Snape tenía whiskey en su armario y emborracharse parecía una idea brillante. Las consecuencias, especialmente la reacción de Snape, quizá no tan geniales. Harry se conformó con el té, convocando a Dobby para que lo trajera, pero también sacó el whiskey y lo dejó sobre la mesa ante sí.

"¿Dobby?" Preguntó Harry, frotándose la cabeza. Le dolía un poco la cabeza, lo más probablemente por intentar no llorar.

"¿Sí, Amo Harry?"

"¿Puedes cambiar la contraseña de mi baúl? ¿El de mi cuarto?" Harry se quitó los zapatos y se levantó, caminando hacia la librería. No tenía deseos de irse a la cama tan temprano, y pensó que un libro podría distraerle.

"Dobby está cambiando eso enseguida. ¿A cuál, Harry Potter señor?" Dobby sirvió el té elegantemente de la tetera y también había traído galletas.

"Fyodor." Respondió Harry, pasando los dedos por los lomos de los libros antes de decidirse por algunos antiguos anuarios de Hogwarts. No estaba seguro de por qué los tenía Snape, ya que eran de la década de 1950, pero servirían como distracción.

Harry transfiguró una hoja de pergamino en dos vendas de lino, cubriéndose las palmas de las manos de modo que no dejara nada de sangre o suciedad sobre los libros. Sus manos estaban escociendo, pero no le importaba el dolor, no en este momento.

Pasó más allá de la cocina, deteniéndose cuando vio algo pegado a la nevera. En Spinner's End habitualmente se pegaba cualquier factura doméstica por pagar en el frigorífico, pero en Hogwarts Harry tenía la certeza de que no había tales facturas. Estaba bastante seguro de que parte del salario de Snape era alojamiento completo. Acercándose, Harry vio con una cálida sacudida que era su boletín de calificaciones pegado allí. Sus notas eran bastante buenas hasta ahora, Adivinación la única menor de Supera las Expectativas, y a Snape le habían parecido lo bastante buenas para ponerlas en el frigorífico.

Sintiéndose ligeramente mejor, Harry se sentó en el sofá con su té y comenzó a hojear los anuarios. Snape entró en silencio en la sala una hora más tarde, la túnica y los zapatos ya quitados. Harry lo sintió mirando fijamente desde la puerta, y se percató de que tenía un aspecto un poco desastroso sentado en el sofá con vaqueros sucios, una vieja sudadera extra-grande de Dudley, polvo en el pelo y manos raspadas mal vendadas. Sabía que probablemente sus ojos estaban un poco rojos también, pero Harry mantuvo la mirada baja en el anuario en lugar de levantarla.

"¿Has encontrado a mi madre?" Preguntó por fin Snape, sentándose en el sillón junto al fuego y apartando la botella de whiskey del alcance de Harry.

"No bebí nada de eso." Murmuró Harry, esperando que Snape le creyera.

"Hmm." Snape hizo un ruido no comprometido y sacó un pequeño cuaderno de notas de su bolsillo, arrojándolo sobre la mesa de café. Parecía uno que llevaba para tomar notas durante el día, pequeños recordatorios para sí mismo.

Harry se quedó mirando el libro, a la clase de graduados de séptimo año y la imagen de Eileen Prince que había encontrado. Los altos pómulos cetrinos y el lacio cabello negro reunido con los ojos oscuros eran inconfundibles, pero señaló la foto de todos modos. "¿Ésta es tu mamá?"

Snape echó un vistazo mientras se quitaba el reloj. "Sí."

"¿Tu papá está aquí?" Harry ya lo había chequeado, pero volvió a hojear las páginas hasta la sección S de todos modos.

"No. Él era muggle." Snape se levantó y volvió a guardar el whiskey en el armario.

"¿Él la mató?" Preguntó Harry suavemente, observando la mirada fulminante que Eileen Prince dirigía a la cámara. Se perdió la mirada perpleja que Snape le dirigió.

"¿De dónde sacaste esa idea estúpida? No, no lo hizo."

"En tu recuerdo, él estaba gritándole. Tú estabas llorando." Respondió Harry, cerrando el libro suavemente.

Snape resopló su molestia, pero respondió de todos modos. "Por supuesto que él estaba gritando. Ella intentó envenenarle. ¿Te importaría explicar por qué has llegado aquí pareciendo un extra de una película de Indiana Jones?"

"Creo que averigüé de dónde proceden las piedras. Un pasadizo en el cuarto piso, detrás de uno de los espejos." Respondió Harry, dejando el libro y levantándose para dejar su taza en el fregadero de la cocina.

"¿Descubriste esto cayendo en la tierra?" Preguntó Snape, ceja alzada.

"Ron me empujó." Admitió Harry, sintiéndose estúpido por haberse disgustado por ello. Ron siempre se caía de la escoba cuando lo sorprendían en el mal sentido. "Vio el mapa del Merodeador, y mi nombre."

"¿Y el exaltado Sr. Weasley ya no te habla?" Preguntó Snape, tan perspicaz como habitualmente era.

"No. Bueno, tenía algunas cosas que decir primero." Harry se sintió enojándose de nuevo, y pellizcó la venda de lino alrededor de la mano de su varita.

"Deja eso en paz. Los Weasley siempre han sido de mal genio."

Snape apuntó su varita a las manos de Harry y murmuró un hechizo sanador general antes de empujar a Harry hacia el pequeño pasillo, sin detenerse a pesar de las débiles protestas de Harry.

"Vete a la cama. Y deja esa ropa asquerosa en la silla, Twinky se pasa mañana."

. . . . . . . . .

Harry pasó los siguientes dos días curiosamente reminiscente de su cuarto año, después de que el Cáliz de Fuego hubiera escupido su nombre para el torneo de los tres brujos. Otros estudiantes le hablaban como de costumbre, pero entre Ron y él había una especie de silencio gélido. Los otros chicos del dormitorio eran incómodamente conscientes de que había un problema, pero eran lo suficientemente inteligentes para no preguntar. En cambio, sólo apartaban los ojos cuando Ron irrumpía en su habitación por la noche, una mirada fulminante en el rostro mientras echaba un vistazo a la cama de Harry segundos antes de cerrar las cortinas de la suya.

Harry se movía más despacio, pasando por su rutina nocturna como de costumbre, y sentándose en su cama por un momento para pensar, antes de cerrar sus propias cortinas. Siempre les daba unas débiles buenas noches a Neville, Dean y Seamus, pero se negaba a explicar lo que había ocurrido.

El jueves por la tarde, mientras Harry subía de regreso a la torre Gryffindor caminando en silencio detrás de Ron y Hermione, un chico bajito de primer año con cabello rubio tupido y ojos color oliva se tropezó con ellos.

"Tengo una nota para Harry Potter." Dijo, pareciendo un poco sin aliento. Era Ravenclaw, y aunque parecía un poco torpe en su cuerpo, Harry vio ansiedad en sus ojos.

Harry tomó la nota con un gracias, y la leyó velozmente. Sus amigos habían dejado de caminar, Hermione mirándolo con interés y Ron con suspicacia.

"Es de Dumbledore, tengo otra lección con él."

Hermione sonrió y le deseó suerte, mientras Ron parecía estar luchando consigo mismo sobre si decir algo o no. Se volvió vacilante y se marchó, mientras Harry plegaba la nota en silencio.

. . . . . . . . .

Tom Marvolo Riddle era el más narcisista y engreído bastardo del que Harry había oído jamás. Ni siquiera Draco podía competir con el tipo de locura que Harry había recogido de los recuerdos que Dumbledore le había mostrado. ¿Y poner pedazos de su alma en objetos al azar, para asegurarse de que viviría para siempre? Bueno, no al azar, pero eso lo hacía peor. Completamente chiflado.

"¿El Profesor Snape me dijo que has encontrado un corredor secreto en el cuarto piso?" Interrumpió Dumbledore suavemente, cambiando de tema sin aviso.

"Sí. Creo que Malfoy va a utilizarlo para meter gente en Hogwarts." Dijo Harry, agitándose. Dumbledore estaba inquietantemente tranquilo al oír estas noticias.

"Sí creo que tienes razón. Quiero que lo dejes estar, Harry." Pidió Dumbledore desenvolviendo un caramelo de limón.

"¿Qué?" Preguntó Harry, mirando fijamente al director. Dumbledore le había lanzado juguetonamente un caramelo de limón a Harry, y navegó pasando su hombro sin que él le dedicara un pensamiento.

"Soy consciente de los planes del Sr. Malfoy, Harry. Y te pido que no te pongas en peligro y trates de interceptarlos." Dumbledore miraba atentamente a Harry.

"Sabe que está intentando matarle, y no le importa." Repitió Harry.

"Oh, sí, Harry, sí me importa." Afirmó Dumbledore. "No deseo que Draco Malfoy se convierta en un asesino. Quiero que tenga la oportunidad de hacer lo correcto. De ser capaz de tomar esa decisión, y necesita tiempo para tomar esa decisión."

"¿Cuándo tendré yo esa opción, Profesor? Yo nunca la tuve, y me ha costado mis padres y una vida normal hasta ahora." Harry se levantó de su asiento, y tuvo ganas de destrozar cosas en el despacho de nuevo. Dumbledore tuvo la gracia de parecer levemente avergonzado.

"Harry, cuando eras un bebé yo tome la mejor decisión que podía para mantenerte a salvo, y evitar que te criaras en un mundo donde la gente sabía más de ti que tú mismo."

Harry ignoró esto, asegurándose que ahora sí tenía una familia y que no importaba en qué estúpidos líos se metiera, Snape cuidaría de él. Mucho más que los Dursley jamás lo harían.

"¿Y si no le mata?" Preguntó Harry, cruzando los brazos en una postura inquietantemente similar a la que Snape se ponía cuando estaba irritado por algo. "Los oí. Su madre quería que Snape lo hiciera…" Harry se interrumpió cuando lo alcanzó la comprensión y no vio sorpresa en el rostro del director, sino una pequeña cantidad de resignación.

"No." Harry se acercó a la puerta. "No puede pedirle que lo haga."

"Harry, hay algunas cosas que no puedo contarte todavía, pero resultará…" Dumbledore se levantó, logrando hacerse parecer todavía levemente avergonzado.

"¡NO! ¡No me diga eso! No me diga que lo comprenderé algún día, no quiero oírlo." Harry retrocedió contra la puerta y señaló con el dedo a Dumbledore, descubriéndolo como una varita. "¿No fue suficiente que me arrebatara a Sirius el año pasado? ¿Ahora quiere arrebatármelo a él también?"

"Harry, nadie está arrebatándote al Profesor Snape." Respondió Dumbledore, su voz fuerte mientras se paraba inmóvil. "La maldición en mi mano está matándome lentamente. Cuando llegue la hora, si Draco escoge la luz, necesito a alguien que todavía muestre piedad de un viejo."

Harry miró fijamente la marchita mano ennegrecida, y luego los objetos sobre la mesa para los que ahora tenía nombre. Horrocruxes. Volvió a mirar al hombre que solía considerar su héroe, y le recordó a la gente demasiado perdida en los detalles para ver más la gran imagen.

"¿La merecerá?" Preguntó Harry calladamente, sintiéndose un completo imbécil. No se atrevió a encontrarse con los ojos del director mientras abandonaba el despacho.

. . . . . . . . .

Harry entró al gran comedor arrastrando los pies el viernes por la mañana con aspecto tan horrible como se sentía. No había dormido en absoluto la noche anterior, finalmente conjurando un encantamiento silenciador sobre su cama cuando Seamus se había quejado del ruido de la talla a las dos y media am. Harry había hecho cuatro lechuzas de madera, diminutas, que en este momento estaban descansando en el bolsillo de su túnica. Hermione se deslizó en el asiento junto a Harry unos momentos después, con Ron sentado en silencio frente a él con una mirada en el rostro que al fin no era de sospecha. Al parecer tenía un aspecto lo bastante terrible para que incluso Ron estuviera levemente preocupado. El desayuno fue comido en silencio, ya que Harry no podía resolver por su vida cómo decirles a sus mejores amigos que el director estaba intentando designar su propio asesino.

"¿Qué le harías a Snape, Harry?" Rio Seamus, cogiendo más beicon. "Parece que tragó algo asqueroso y está fulminándote." Toda la atención cambió a la mesa de cabecera a eso, donde Harry encontró la penetrante mirada negra de Snape mirándole directamente. Tan sólo el último semestre tal mirada le habría provocado, pero hoy sólo logró encogerse de hombros y dejó caer la mano junto a su plato. Tras unos segundos notó por el rabillo del ojo que la túnica de Snape estaba girando mientras salía airado por la entrada lateral.

Ron tenía una mirada calculadora en el rostro mientras subían a adivinación; una de la que Harry estaba demasiado harto para preocuparse. Esperaba que Ron fuera al menos lo suficientemente amigo para despertarle si comenzaba a roncar en clase.

. . . . . . . . .

El rostro de Snape permanecía impasible mientras escuchaba al director, el frunce de sus labios la única señal de la furia que estaba aumentando en el interior. Varias de las personas de los retratos, que recordaban bien la fuerza de Snape, retrocedieron en marcos separados. Las reuniones del viernes de madrugada nunca traían buenas noticias, y como Snape acababa de descubrir, este viernes parecía ser espectacularmente horrible.

"Discúlpeme, Director." Preguntó Snape, su voz fría y casi congelada. "¿Está diciendo que Potter es un horrocrux?"

"Su cicatriz lo es, Severus. Al igual que su capacidad de hablar pársel, parece que algunos de los poderes de Voldemort se transmitieron junto al alma de su horrocrux." Dumbledore se sentaba al escritorio, erguido y mirando fijamente al maestro de pociones con duros ojos azules.

"Corríjame si me equivoco, pero, ¿no necesita destruir el recipiente para deshacerse del horrocrux?" Preguntó Snape, levantándose de su asiento.

"Sí." Dumbledore echó un vistazo a su escritorio y empujó el anillo agrietado hacia delante, donde Snape no hizo movimiento hacia él.

"Quizá entonces sería mejor que me explique cuál es su plan para destruir ese pedazo del Señor Tenebroso en particular." Invitó Snape, atravesando a Dumbledore con una mirada fulminante.

"Es mi creencia que Voldemort no sabe de este horrocrux. Al formarse por la muerte de Lily, por la misma magia sacrificial que salvó a Harry, es la única cosa que mantiene vivo a Voldemort. Mientras Harry continúe albergando el pedazo fragmentado del alma de Voldemort, Voldemort no puede morir. La profecía declara que debe ser a manos del otro, y si conozco a Harry, arreglará sus asuntos y estará preparado. Venceremos a Voldemort."

"¿Y usted conoce a Harry Potter?" Preguntó Snape en voz baja. "¿O está apostando todo esto a una profecía pronunciada por una borracha fraudulenta ciega a los colores que todavía tiene que aprender a vestirse de manera apropiada? Dice que ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva, pero eso no clarifica el simple hecho de que ambos pueden morir."

Snape había cruzado los brazos y estaba parado en postura cauta junto a la puerta del despacho de Dumbledore. El director no se había movido de su asiento, pero bajó la mirada con una pequeña cantidad de vergüenza en los ojos.

"Tú la creíste." Dijo Dumbledore, sabiendo instantáneamente después de que las palabras dejaran su boca que era la cosa incorrecta que decir.

"¡Por supuesto que lo hice!" Gritó Snape, su rostro por fin ganando color. "¡Era joven, estúpido, y estaba fascinado por el poder!"

"¿Y no lo ves, Severus? ¡Harry no es así! Harry sabrá hacer lo correcto." Dumbledore parecía condescendiente y esperanzado al mismo tiempo, y eso hizo que Snape quisiera estrangularlo.

"Por supuesto que lo hará." Concordó Snape, la saliva formándose en sus labios mientras intentaba no volver a gritar. "Pero esta vez lo hará por sí mismo, a la manera Slytherin."

"No dudo de que lo hará, Severus. Fue ciertamente franco conmigo anoche. Ya parece haber tomado algunos rasgos de ti." Habló Dumbledore, observando atentamente mientras el elogio golpeaba. Snape, como era predecible, mostró sólo el más mínimo indicio de orgullo.

Snape se giró y abrió la puerta de golpe, deteniéndose sólo cuando oyó el siguiente comentario de Dumbledore.

"Quedan dos lecciones más, y puede que necesite que me acompañe a la cueva que encontrasteis durante el verano."

Snape echó una mirada por encima del hombro a su empleador y filtró mentalmente el lenguaje vulgar fuera de su respuesta.

"No. Usted necesita mi permiso ahora para que él abandone el colegio, y ya no lo tiene."

. . . . . . . . .

Ron no habló una palabra a Harry en clase, aunque sí tosió una advertencia cuando Trelawney se aproximó. Ella se quedó mirando a Harry y le dio un puñado de piedras para arrojar sobre la mesa. Él lo hizo con reticencia, observando cómo resbalaban sobre el mantel manchado.

"Tú, querido," dijo Trelawney con voz inquietante e insincera. "El joven coleccionista de muerte. La buscas, buscas reliquias, verás a un hombre, dos hombres derribados…"

"A la mierda eso." Gruñó Harry, su rostro blanco mientras se levantaba y aferraba su mochila, saliendo airado de la sala. No oyó a Ron explicándole a su maestra que no estaba sintiéndose bien, y tampoco oyó los pasos de Ron siguiéndole por detrás. Harry bajó furioso las escaleras a pisotones y dobló la esquina, donde chocó de lleno con Snape.

"Potter, ¿por qué no está en clase?" Gruñó Snape, sosteniendo a Harry por los brazos y chequeándolo.

"No me importa una mierda la clase. Está prediciendo muerte de todos modos, poca sorpresa ahí."

Los ojos de Ron se ensancharon mientras observaba desde la esquina, esperando que Snape reaccionara al lenguaje.

"Todo el mundo muere. Es lo único en lo que no puedes fracasar." Snape echó un breve vistazo a la frente de Harry. "Quizá debería corregir esa declaración."

"No, predijo que alguien cerca de mí moriría. Y ambos sabemos quién es ése." Gruñó Harry, tratando de librarse del agarre de Snape. "Quizá sea mejor que te alejes de mí ahora, antes de que se refiera a ti."

A Ron le había pillado por sorpresa la respuesta que su amigo se había atrevido a darle a Snape entre todas las personas, pero casi dejó caer su mochila a la respuesta de Snape.

"Para siempre significa para siempre, niño idiota. Firmé esos papeles de por vida. Vayámonos, Elliot."

Snape giró a Harry y comenzó a marcharse con él, manteniendo un fuerte agarre en el brazo retorciéndose de Harry. Ron caminó calladamente tras ellos, manteniéndose en las sombras.

"¿Estás simplemente dándote por vencido entonces? ¿Deja que todos los demás lidien con las consecuencias y huye?" Machacó Harry, pareciendo a punto de estallar con cólera contenida.

"Yo nunca me doy por vencido cuando es importante." Siseó Snape. Hizo estremecerse a Ron, pero Harry mantuvo su terreno. "Simplemente he tenido una pelea a gritos con el director, ninguno de nosotros hemos dormido, y tú estás teniendo una rabieta. Nos marchamos."

Antes de que Ron o Harry pudieran decir algo, Snape golpeteó su reloj de pulsera y ambos desaparecieron.

. . . . . . . . .

Ron y Hermione aporreaban la puerta de McGonagall, esperando que estuviera dentro. El almuerzo acababa de comenzar, pero algunos profesores regresaban a sus despachos de antemano, y como resultó, ella era una de ellos. Mientras Ron recuperaba el aliento por correr, Hermione relató apresuradamente lo que sabía, que Snape había desaparecido con Harry casi 45 minutos antes. Ron narró la conversación bastante perturbadora que había oído a escondidas, y no calmó su preocupación el delgado frunce de los labios de McGonagall. Ella sacó su varita y el rostro de Hermione se iluminó cuando un elegante gato atigrado saltó adelante y recibió su mensaje y misiva. Mientras esperaban una respuesta, sonó el timbre de la chimenea de McGonagall y ella lo ignoró con una mirada fulminante a su escritorio.

"Wow." Dijo Ron de repente, cuando una brillante y grácil cierva de plata entró galopando en la habitación y se inclinó ante su jefa de casa. Una voz baja se oyó de ella, y Hermione jadeó.

"¿Ése es el patronus del Profesor Snape?"

"Lo es." Confirmó McGonagall, antes de conducirlos hacia la chimenea. "Al Profesor Snape le gustaría hablar con ambos, y desea que vean por sí mismos que no ha acabado con su amigo."

Les hizo pasar a través de la chimenea sin un momento de protesta, y ambos cerraron los ojos con fuerza mientras giraban a través de la miríada de puertas que constituían la Red Flu de Reino Unido.

Aterrizando en una triste y pequeña biblioteca, Hermione salió de la chimenea primero y lanzó un rápido vistazo a Snape, que estaba sentado en un viejo sillón andrajoso a su derecha. Tenía un vaso de tubo en la mano, lleno de líquido ámbar, y parecía estar mirando fijamente la pared de librerías que enfrentaban la chimenea. Mientras esperaba a que Ron se sacudiera toda la ceniza de la túnica, Hermione echó una mirada alrededor de la habitación, notando la pequeña capa de polvo en las estanterías, la colección de antiguas brújulas que estaba situada ante los libros en un estante, el viejo radiador muggle bajo la ventana, el canapé con la manta tejida bastante cómoda echada sobre él, y la foto enmarcada en la pared junto a la entrada a la cocina, de un niño con cabello oscuro parado en el muelle de un pequeño canal en una ciudad antigua, a punto de subir a un barco turístico.

"Él está arriba." Habló Snape, en voz baja y monótona. Junto a ella, Ron saltó levemente al sonido. "Ha tomado un vial de sueño sin sueños, así que no intenten despertarle. Regresen aquí cuando estén satisfechos de que está bien."

Snape asintió hacia el rincón más alejado donde la pequeña puerta de madera se abrió despacio. Aparte del pequeño tictac de un reloj en la cocina, y la lluvia golpeando el alféizar, la casa estaba mortalmente silenciosa. La chimenea volvió a susurrar verde y McGonagall la atravesó, saludando a Snape con un asentimiento y una disculpa por quedar atrapada por una llamada del director.

Hermione arrastró a Ron a través de la puerta del pasillo antes de que pudiera soltar algo estúpido sobre estar en casa de Snape, y cuando llegaron a la entrada delantera vieron un par de zapatos de Harry, pateados contra la pared. Subieron la angosta escalera, hacia los cielos grises y lluviosos de la ventana en la cima de las escaleras. Otro pasillo diminuto, pero la primera puerta a la que llegaron en la cima de las escaleras tenía una pequeña placa de madera, grabada en letras cirílicas y con pequeños iconos alrededor de la palabra. Ron pasó los dedos sobre el pequeño grabado de Hedwig, y dio un bajo silbido.

"Condenadamente brillante. Es como si alguien talló todas las cosas importantes en la vida de Harry."

Hermione pasó un momento mirándola también, bastante impresionada por el fino detalle que había trabajado Harry. Se preguntó qué nombre había escrito allí, y tomó una nota de investigar el alfabeto cirílico en la biblioteca cuando regresara a Hogwarts. Despacio abrió la puerta de la habitación empujándola, y ambos quedaron sin habla por lo que vieron.

Brillantes colores destellaron hacia ellos mientras entraban, desde el azul profundo de la pared más cercana a los brillantes azules y verdes del gran mapamundi frente a ellos. Había una pequeña librería junto al escritorio que estaba llena de literatura muggle además de algunos libros infantiles holandeses y viejos libros mágicos que muy probablemente habían sido tomados de abajo. Había un pequeño estéreo en la librería también, con algunos cds amontonados al azar junto a él.

Ron se acercó a inspeccionar el armario mientras Hermione miraba a su amigo acurrucado en la cama verde y blanca. Su cabello oscuro sobresalía al azar contra la almohada verde bosque y dormía acurrucado de costado, cubierto con una manta tejida multicolor que parecía haber sido arropada a su alrededor. Su varita y gafas yacían sobre la mesa junto a un vial medio lleno de sueño sin sueños. Los ojos de Hermione se volvieron hacia el tablero de corcho sobre el escritorio de Harry, donde se habían clavado al azar algunas postales de Ámsterdam, además de un callejero de Stockport, un recorte de periódico con horarios del cine, y un brazalete de hospital.

Ron silbó desde el armario.

"¿Crees que Snape hizo esto? Tiene que haber una tonelada de ropa nueva aquí, parece cara. Y también tiene servicio de lavandería." Dijo Ron, sacando una bolsa de lona. "Aunque no sé quién se supone que es Medio Ingenio."

Hermione frotó con el dedo el brazalete de hospital, leyendo los detalles en él. Snape, Elliot F. La misma fecha de nacimiento de Harry, y un número de paciente asignado al azar.

"Creo que tiene más que sólo ropa nueva." Dijo Hermione, indicando a Ron que se acercara al escritorio. Ron inspeccionó el mapa de Ámsterdam y algún lugar llamado De Kromweg que estaba clavado al corcho de Harry, y las pequeñas x dibujadas en él que marcaban dónde había estado Harry con Snape.

"No hay nada malo en mi familia, ¿verdad?" Preguntó Ron, murmurando un poco avergonzado.

"No." Lo tranquilizó Hermione, tomándole la mano y llevándolo fuera de la habitación de Harry. "Pero Harry necesita una familia propia. Una en la que no se pierda en el jaleo." Cerraron la puerta mientras salían, pisando con ligereza las escaleras y aun así logrando tocar todos los lugares que crujían.

"Supongo que eso está bien, entonces." Dijo Ron, asintiendo con la cabeza con rostro severo mientras caminaban hacia las voces en la cocina. Hermione lo empujó un poco a través de la puerta de la biblioteca.

"Eres tan imbécil, Ronald."