Tokio, Japón
–¡Regresa!- Artemis despertó trémulo después de aquel sueño, ese mismo que había tenido ya por varias noches, era un recuerdo que el había guardado en su memoria, pero ahora regresaba, como si aquella vieja herida, que él mismo había enterrado en lo más profundo de su ser, desde antes de que la tierra fuera el centro del sistema solar, para no recordarla más, se abría y supuraba lentamente ahora. Miró por la ventana, era quizá medianoche, la luna brillaba, como un enorme plato blanco sobre el cielo, alumbrando la habitación, miró a la chica en la cama, Minako dormía placidamente, Artemis la observo con atención, su respiración movía suavemente las sabanas que abrigaban su delicado cuerpo de guerrera, Artemis recordó que alguna vez, siglos atrás Venus había estado con él desde que Ella se había marchado, dejándolo solo, exactamente como ahora se sentía.
Llegó pronto la mañana, Minako despertó ruidosamente a Artemis –¡Vamos gato holgazán, despierta! ¡Hoy tenemos que ver a las chicas muy temprano!- Dijo moviéndolo estrepitosamente, Artemis entreabrió los ojos, Minako estaba lista ya para partir –Cinco minutos más- pidió el felino volviendo a envolverse en sí mismo –¡Ni un minuto más, las chicas esperan!- Minako tomo al gato –¡Vamos ya!- dijo sonriéndole, Artemis tallo sus mininos ojos –Esta bien, ya voy- pronuncio estirándose al aire. Minako tomo su pequeña maleta –Pronto llegará Mamoru de Estados Unidos, así que hay que aprovechar que Usagi esta disponible- Minako miró la foto del escritorio, una bella foto de la boda de Usagi y Mamoru, celebrada ya hacía más de un año atrás.
Usagi miró el reloj, aun recostada en la enorme cama –Ummm... ¡ya es tan tarde!- dijo agitada –Tengo que darme prisa, las chicas llegaran pronto-. Usagi se dio un baño rápidamente, lo más rápido que pudo, pues no era una chica que se diera mucha prisa bajo la ducha. Luna despertó con tanto alboroto, dormía placidamente sobre su canasto en el pasillo cuando la rubia lo golpeo –¿Que pasa?- pregunto la gata, pero solo vio como Usagi corría de una lado a otro, tratando de arreglarse -¡Es muy tarde ya!- dijo mientras cepillaba su larga cabellera húmeda, Luna miro el pequeño reloj del pasillo y se sorprendió al notar la hora –No debiste ver esa película anoche, por eso se te hizo tarde- dijo bostezando –¡Ah si! ¿Y quién era la que decía "no es tan tarde, podemos verla"? ¡No era yo exactamente!- reclamaba Usagi utilizando la misma frase que la gata utilizó.
Usagi estuvo al fin lista, Luna miraba como peinaba su cabello frente al espejo, miro la foto de la pared, ahí estaba ella, con aquel hermoso vestido blanco cubierto de rosas, junto a ella aquel buen mozo príncipe, el gran y eterno amor de su vida. Ahora casada con él la felicidad había cubierto su vida, después de haber sufrido tantas penas, aun después de la última batalla, en la cual se había perdido tanto, ella había logrado alcanzar su sueño y sus adoradas amigas estaban con ella. Aunque Mamoru había estado demasiado ocupado con la terminación de sus estudios, ahora que volviera seguramente ya nada podría ir mal, no ahora, cuando era todo tan perfecto. Luna estaba contenta con el hecho, sabía que la vida de su adorada princesa ahora estaba a salvo.
Pronto sonó el timbre, Usagi dejó mirarse en el espejo, camino entonces hacia la puerta, miro por el pequeño orificio de la puerta, ahí estaban las cuatro chicas, con las cuales había pasado momentos difíciles en el pasado, pero ahora que por fin la paz reinaba podían disfrutar su juventud sin problemas. Usagi tomo su bolso, se abrigo, pues afuera parecía que el invierno no quería irse, salió con el resto, pasearía por la ciudad, disfrutando de la temporada invernal, que pronto culminaría, llegaría la primavera y la universidad a sus vidas. Usagi recordó que debía visitar al médico, no se había sentido bien últimamente, cierto malestar la había aquejado por varios días –¡¿Como pudiste olvidar una cita tan importante!- reclamó Ami –Sólo lo olvide, había estado demasiado ocupada con otras cosas- dijo –¿Te has sentido mal? ¡¿No estarás embarazada!- preguntó Minako observándola minuciosamente –Que cosas dices Minako-chan, Mamoru lleva poco más de una año fuera, ¡¿cómo podría Usagi-chan estar embarazada!- reclamó Luna, Usagi sonrió –No, no lo estoy, aun, pero cuando regrese Mamoru...- Todas miraron a Usagi sorprendidas, Usagi se torno de todos colores –Oh, vamos, ahora si estoy casada- la mirada se torno más sorprendida –¡¿Como que ahora, o sea que lo hicieron antes!- dijo alarmada Ami, las demás miraron incrédulas a Ami –Por favor Ami-chan, eso ya lo sabíamos, solo tratábamos de molestarla- admitió Minako. Usagi estaba totalmente roja, como podían hablar así de su intimidad, tan aligeradamente.
Continuaron su paseo por la blanca ciudad de Tokio, aun podían observarse algunos adornos de la pasada navidad, pero el ajetreo y el bullicio de esos días habían desaparecido casi por completo, la gente caminaba por las calles, como si nada hubiese pasado. Rei y Minako se quedaron mirando varíos vestido en una gran tienda de ropa –¡Quiero un vestido así!- decía Minako mirándolos fascinada –¡Yo también!- dijo Rei –Vamos chicas, debemos irnos- pidió Ami –Si, si, ya vamos- dijeron al unísono las dos jóvenes.
Londres, Inglaterra
Scarlett despertaba con el sonido del reloj despertador, abrió sus ojos bicolor, uno de color azul brillante y el otro violeta, se sentó un segundo, mirando su gran habitación. Ella tenía una vida displicente, sin turbaciones de ningún tipo, aunque no por ello no cumplía con sus obligaciones, se comportaba elegantemente, sus movimientos eran precisos, mantenía la cordura siempre, tal y como había sido educada, para ser una eterna princesa de porcelana, y así, caminando como toda una dama con linaje, camino hasta el baño. Scarlett era sencilla, amable, pero su rebeldía a veces la arrastraba a situaciones poco escrupulosas o incorrectas para alguien de su posición. Pero como ella lo decía, tan pequeñas que pocas veces alguien se daba cuenta, o se tomaba la molestia para reprenderla. Salio del baño y camino desnuda por la habitación, tomo su ropa interior y se la puso para terminar colocándose el elegante uniforme del colegio Westminter.
La vida de Scarlett era simple: asistir al colegio por las mañanas, tomar el té en la casa real con sus abuelos, asistir a fiestas y sonreír farsantemente hasta que su cara punzaba, y aunque ella era así, no todo había sido fácil. Pero eso había cambiado radicalmente desde hacía unos años, había sentido algo que estaba alterando su vida de "fantasía", era un llamado a algo que ella no entendía, deseaba haber estado en algún lugar en determinados momentos de su vida, y aunque había intentado buscar la causa algo muy fuerte dentro de ella le decía que debía esperar y la mantenía atada. Habían venido también esos sueños llenos de sucesos que ella había presenciado, pero que no lograba recordar, una memoria oculta que ahora parecía liberarse suavemente, pero como un violento movimiento del tiempo. Desde entonces ya eran más de cuatro años de que aquello había empezado, que ahora parecía aclararse a cada momento, como si de pronto la verdad fuera a aparecer repentinamente, explotar en su rostro y salirse de sus manos, cosa que de alguna forma le inquietaba más de lo que ella hubiese deseado.
Su mañana en la escuela comenzó como siempre, aunque aquel día, en plena clase de historia, su cuerpo estaba presente, pero ella se encontraba aislada del lugar, meditabunda, escribiendo en su libreta –Señorita Windsor, ¿podría decirme en que año comenzó la revolución francesa?- pregunto el profesor, Scarlett aun permanecía sumergida en sus propios pensamientos, involucrada en fantasías que ni ella entendía –¡Señorita Windsor!- increpó furibundo, la clase entera la miraba, entonces Scarlett reaccionó –¡Oh, perdón! ¿La revolución qué, dijo?- preguntó aturdida, todos comenzaron a reírse, Scarlett miro confundida a todos –¡Silencio!- dijo aun enfurecido el profesor, chocando el libro que portaba contra el escritorio –¡Quiero verla después de clases en mi oficina!- Scarlett estaba apenada, pero le sonrió –Ahí estaré- le dijo, lo cual desconcertó al profesor y al resto de la clase, aunque por dentro se moría de vergüenza.
Scarlett terminó las clases de ese día, había estado demasiado distraída últimamente, pensando en cosas demasiado pueriles, o así le parecían, estaba por irse a casa a descansar cuando recordó la llamada de atención del profesor de historia, era un hombre irritable que por lo general era la burla del colegio Westminter, Scarlett desearía evitar visitarlo, pero sabía que de no hacerlo llamaría a su abuelo para informarle sobre su conducta en clase, se despidió de Fredrick, su amigo que la acompaña, aunque no le dijo con quien debía presentarse, así que camino hasta su oficina sola –Scarlett, que bueno que te veo, pensaba irte a buscar- Jonathan Williams era su profesor de Ciencias, era un hombre increíblemente atractivo y joven, quien la saco de su estado –Tengo que ir con el profesor Jonson- argumento –Que bien, entonces, en cuanto hables con él, pasa a mi oficina, hay algo que tengo que hablarte- Scarlett siguió su camino, hasta llegar a la oficina de Jonson –Aquí estoy, profesor- dijo al entrar en la oficina –Tome asiento señorita Windsor- Scarlett lo hizo, aunque aquel lugar era de cierta forma muy incomodo, nunca había estado ahí, siempre había tenido buena conducta en aquella clase, pero los rumores eran ciertos, era una oficina horrible –Bien señorita, ¿me podría decir por que no obtuve su atención en la clase de esta mañana?- Scarlett pudo haberle dicho que era simplemente porque era una clase aburrida, y aunque tenía buenas notas, no eran precisamente por su enseñanza –Me desvele un poco anoche, estudiando, y estaba un poco extenuada esta mañana, lo siento- el profesor la miro –Estoy un poco desconcertado por su actitud, pues usted es una de mis mejores estudiantes, así que por esta vez lo pasaré por alto, pero que quede claro que si se repite no seré tan condescendiente, puede retirarse- Scarlett se puso de pie –Muchas gracias- le dijo y salió del lugar. Ya fuera suspiro lentamente, la había librado esta vez, se sonrió y camino hacia la salida del edificio, pero recordó que Jonathan le había pedido verla, así que regreso, tocó la puerta –Adelante- escuchó –Scarlett, pasa- Scarlett paso, tomo asiento en una de las cómodas sillas de piel del profesor, era un hombre de gustos refinados, a pesar de su juventud, tales a los que Scarlett estaba acostumbrada, aquella oficina, al contrario de la anterior, la conocía bastante bien –Te tengo una excelente propuesta- dijo, Scarlett lo miraba, aquel hombre le despertaba sentimientos profundos, él hablaba, pero ella pensaba en él, sin escucharlo –¿Me estas escuchando, Scarlett?- Scarlett reaccionó y no pudo evitar sonrojarse levemente –He notado que andas muy distraída últimamente, ¿te sientes bien?- pregunto preocupado, Scarlett amaba ese rostro, y preocupado, especialmente por ella, parecía hechizarla –No... si... no en realidad si- Jonathan la miro confundido –Si, estoy bien, lo siento, es que…- Scarlett no sabía que decir –¿Esta bien todo en casa?- pregunto –Si, todo esta perfecto, es que no he podido dormir bien, eso es todo- dijo aun más apenada –Bien, entonces talvez debamos hablar en otro momento- determinó –No, ahora esta bien, ¿de que quiere hablar?- preguntó, Jonathan no estaba muy seguro, pero continuó y abrió entonces uno de los cajones de su escritorio, saco un sobre y se lo extendió –Es una solicitud, fue enviada para ti- Scarlett abrió el sobre, era una carta dirigida a ella, de una Universidad extranjera, en Tokio, Japón.
Scarlett regreso a casa, el enorme palacio en el que residía estaba vacío, sus abuelos habían salido a una reunión, así que estaba sola. Entro en su habitación, dejo su mochila en el escritorio y se tumbo en la cama. Cerró sus ojos y entonces fue envuelta por el sueño acumulado por días.
Continuará...
Sailor Padme Corregí esta historia, aunque los cambios no fueron muy drásticos, solo hice pequeñas correcciones y agregue algunas cosas. Espero que este "nuevo" Capitulo I les guste, dejen reviews, díganme que les parece la historia, es importante para mí saber sí esto va bien o no. Besos.
