Capitulo II: La Princesa de Cristal
En un lejano lugar, mucho tiempo atrás...
La soberana del lugar permanecía sentada junto al pequeño río de agua cristalina que rodeaba el gran palacio erguido hecho de cristal tornasol, ahí el agua corría, produciendo un cálido sonido, que amenizaba la mañana de la joven mujer que sumergía sus bellos pies en él, su cabello azul, sedoso y brillante, se mecía al compás del suave viento que soplaba en el lugar, que la rodeaba amorosamente. La reina sonreía, feliz por ninguna razón, su jovialidad era muestra de su juventud una ironía contra su gran sabiduría. La primera reina joven elegida, la menor de entre sus hermanas.
Caminaba de regreso al palacio de brillantes columnas de cristal, con ligeros destellos azules y violetas, acariciaba el pasto azulado con sus delicados pies blancos, de su hermoso vestido blanco brotaban pequeños brillos. Caminaba, atrayendo la luz a su alrededor, entonces se quedo un instante mirando, de pie junto a una gran columna, los planetas que lograba distinguir entre el cielo azul celeste, lleno de estrellas, donde se distinguía claramente la hermosa Luna blanca que giraba alrededor de aquel planeta de brillante azul, donde vivían sus dos hermanas, ellas estaban una cerca de la otra, pero ella estaba sola, lejos de ellas, así pues era la reina solitaria… hasta entonces, cuando él apareció, y su vida cambio...
Londres, Inglaterra. Actualidad.
Scarlett se despertó por el golpeteo de las gotas de lluvia en la ventana principal de la habitación. Se levanto trabajosamente, no había vuelto a dormir muy bien, había tenido esos terribles sueños que la estaba dejando despierta la mayor parte de la noche. Camino hasta la ventana, recorrió con su mano la pesada cortina para mirar hacia el jardín, el cristal estaba empañado, con su mano lo descubrió y miro los efectos de la lluvia, el pasto estaba cubierto de un rocío de agua, y las ventana cubiertas de delicadas gotas, que aumentaban a medida que caía la lluvia. Entonces llamaron la puerta de su habitación –Señorita Scarlett, buenos días, sus abuelos le esperan en el comedor- le dijo la mucama a su servicio –Gracias Anna, en un momento bajaré- dijo, Scarlett camino hasta el baño, se miro en el espejo, las terribles ojeras bajo sus ojos mostraban la escasez de horas que había logrado dormir aquella noche que ya terminaba.
Bajo con el uniforme puesto, lista para otro día de clases, sus abuelos estaban ya tomando el desayuno cuando ella llego al comedor –Buenos días- saludó, sus abuelos centraron entonces su mirada en ella –Buenos días, veo que a pesar de que te has levantado un poco tarde aun tienes esas ojeras, ¿no has dormido bien últimamente?- Indago su abuelo al mirarla tan cansada –No- dijo ella mientras tomaba asiento –Algo te preocupa, hija- pregunto su abuela con preocupación –Creo que es por los exámenes- dijo –Desea tomar algo en especial, señorita- pregunto la mujer de servicio –Solo una taza de café- pidió –¿Solo café? Tráiganle también un par de panques- pidió la reina –Pero abuela, yo solo quiero café- repitió Scarlett –Pero hija, necesitas comer más, has estado adelgazando mucho últimamente, ya ni siquiera tomas el té de las cuatro con nosotros, necesitas alimento- sugirió –Esta bien- dijo cediendo tomando un sorbo de jugo de fresa, su favorito. En un momento ya estaban los panques y su café en su lugar, pero apenas y comió algo se levantó de la mesa –Ya es tarde, así que me despido- Scarlett beso las mejillas de sus afligidos abuelos y salió del palacio, camino hasta el garaje y tomo su flamante convertible negro, aunque tuvo que colocar la capota pues aun caían algunas gotas de lluvia.
Scarlett era una mujer hermosa, en extremo, pero su belleza, casi etérea, escondía más de lo que ella podía soportar, una princesa inmaculada bajo el delicado cuerpo de piel blanca, delgada figura, ojos bicolor y sonrisa de princesa la hacia una fantasía inalcanzable, la distinguida princesa de cristal, con una sutileza casi infalible, podía verse solo de lejos, como una figura que esta ahí pero que jamás se podría tocar, solo una persona podía osar estar cerca de ella: Fredrick Ljungberg, su íntimo compañero, desde la infancia habían estado juntos, eran como dos hojas de una sola lanceta, armas mortales de exquisita belleza, cortados en similitud pero incomparables en color y movimiento. La belleza inconmensurable de aquellas dos figuras caminado juntas por el campus era una delicia, nunca dos figuras habían sido tan brillantes, Scarlett poseía una cabellera azulada llena de ondulados mechones que danzaba seductoramente con el aire, su cuerpo libre y fresco caminaba armonioso. El atlético cuerpo de Fredrick desenvolviéndose como una fugaz figura caminando con ritmo, en sincronía con el aire. Así eran ellos, dos figuras aladas, casi como ángeles bajados para deslumbrar a los simples mortales.
Scarlett caminaba junto a Fredrick, caminaban sin decir una palabra, sabían que todos les miraban con atención, a veces Scarlett no podía evitar sonrojarse ante la mirada lasciva de algún chico, pero aun así nadie se atrevía a estar siquiera dos metros cerca de ellos, su belleza intimidaba hasta el más galán o las más atrevida de la escuela, eran simplemente figuras confinadas, condenadas a la soledad. Pero a ninguno de los dos parecía importarle, Fredrick era la estrella de fútbol y Scarlett la visión de la esgrima.
Scarlett esperaba sentada en la butaca del salón de clases, nadie más estaba dentro, Fredrick estaría ya también en su propio salón. Un grupo de chicos entro en el lugar, todos miraban a la princesa sentada ahí, en su soledad, ella ni siquiera se molestaba en hacer lo mismo, estaba sumergida en un sin fin de ideas y pensamientos, con su vista hacia la ventana. Todos charlaban entre si, jugaban, como era clásico en los chicos de su edad, pero no podían evitar mirar de vez en vez a la figura blanca, ecuánime sobre aquel lugar, que ni siquiera parecía respirar, era como una figura de mármol, poseedora también de esa frialdad. –Buenos días, jóvenes- interrumpió el profesor, Jonathan estaba ahí, como cada viernes, a la primera hora, su voz fue como un detonador, Scarlett giro casi como un impulso automático hacia él. Y de pronto parecía no haber nadie más que ellos dos. Scarlett podía permanece meditabunda, distraída, apática, alejada en cualquier clase, pero no en esta, Jonathan atrapaba su atención y ella podía ser feliz así.
La clase termino demasiado pronto, era como si el tiempo volará cuando él estaba cerca. Scarlett miro su reloj, eran poco más de las 10:00, era la hora del almuerzo. Camino hasta el salón de descanso, miro por la rejilla antes de entrar, ahí estaba Fred con el resto del equipo de fútbol, como todos los días. Entro en el lugar, se deslizo como una gacela sobre el bosque, con su delicado paso, firme y seguro. –¿Que has traído para mí?- pregunto al llegar con el apuesto jugador, el equipo entero la miro, Fred se levantó ofreciéndole un lugar a su lado. Todos lo chicos habían estado jugando, hasta que la chica apareció, permanecieron callados –Vamos chicos, pueden actuar como si nada, es solo Scarlett Windsor, princesa de Inglaterra- dijo Fred en tono de burla, Scarlett les sonrió en forma de aprobación. Los chicos siguieron charlando entonces. Comieron el almuerzo juntos, aun así Scarlett apenas probó lo que Fred había traído para ella. Antes de retirarse el joven y fuerte portero del equipo miro a Scarlett –Eres más sencilla de lo que pensé- dijo antes de retirarse, Scarlett ni siquiera pudo decir nada, parecía haber sido un cumplido, pero ella sintió entonces que la gente la miraba como una mujer ufana al ser ella una princesa –Ves, sirve que te sientes alguna vez acompañada- le dijo Fredrick.
Pronto las clases llegaron a su fin, un día más en la vida cotidiana. Scarlett camino hasta el gimnasio, donde acostumbraba entrenar con el equipo de esgrima, Fred estaba en los campos de la preparatoria, como cada viernes.
–¡Princesa...!- la chica miro en todas direcciones, no había nadie más, alguien le llamaba, pero no lograba verle entre la oscuridad que la rodeaba –¿Quién es?- preguntó al vacío sin obtener respuesta, de pronto el silencio abatió, no escuchaba nada más que el respirar de su cuerpo, el latir de su corazón acelerado y en un instante el silencio se rompió, estallando en miles de alaridos a su alrededor, sintió como dentro de la oscuridad salían terribles cosas, sintió que algo le arañaba la piel, pero no lograba distinguir nada –¡Ayúdenme!- grito aterrada tratando de liberarse de lo que la sujetaba –Solo tú...- escucho, como en respuesta a su petición –Solo tú puedes ayudarte... no hay nadie más que pueda hacerlo- Scarlett entonces distinguió figuras, una mujer sujetada con monstruosos grilletes a sus delicados pies blancos, su vestido blanco bañado en sangre que parecía la propia, miro su rostro inclinado, era una joven mujer, que alcanzaría tal vez los dieciocho años, sus ojos, bellos como el mar azul, cubiertos por centenares de lagrimas y hundidos en la nada, la sedosidad de su cabello poco podía distinguirse entre las sombras que la rodeaban, pero lo notó, el color de su cabello, era tan parecido al suyo, y cuando la chica levanto su rostro y sus miradas se encontraron, en su belleza encontró la suya propia.
Scarlett despertó alterada, estaba en la enfermería de la escuela, recostada en una camilla –Ya despertaste- dijo la enfermera del lugar –¿Que hago aquí?- pregunto Scarlett incorporándose –Te desmayaste en la practica de esgrima, el instructor te trajo hasta aquí- Scarlett salió de la camilla, aun portaba el traje de las practicas –¿Has comido y dormido bien?- pregunto la enfermera mientras Scarlett se acomodaba la ropa –Noto que estas muy delgada, además muestras señas de cansancio extremo, y sé que no estas en torneo ni tampoco en exámenes- Scarlett la miro sin decirle nada –Agradezco su interés, pero estoy bien, es solo que no me he sentido con ánimos de nada, ni siquiera de dormir- decía mientras caminaba hacia la salida –Pero...- intento detenerle la enfermera –Hasta luego y gracias por todo- dijo saliendo del lugar.
Scarlett camino por el corredor hasta los vestidores, miró su reloj, eran casi las seis –Vaya, hasta que apareces- dijo el chico de cabellera corta, salienso de entre las sombras –¡Dios Fred! ¡Casi me matas del susto!- exclamo la chica al verle –Ay no, ¡no me digas que estoy tan feo!- dijo provocando que Scarlett riera un poco –Gracias por estar aquí- dijo Scarlett. La chica se apresuro a tomar una ducha y vestirse –Y dime ¿por que de pronto te desmayaste? Estuve ahí esperando que despertaras, pero como no lo hiciste vine a recoger tus cosas, creo que despertaste poco después de que salí- le contaba, mientras ella pensaba.
Caminaron juntos hasta el estacionamiento de estudiantes –¡Scarlett!- Jonathan se apresuro a encontrarse con los chicos –¿Como estas? Supe que te desmayaste en medio de la práctica de esgrima- dijo –Estoy bien, pero parece que toda la escuela lo sabe- dijo sonriendo –Es bueno saber que ya estas bien- dijo el apuesto profesor, Fredrick de pronto se sintió fuera de lugar –Scarlett, iré por el auto, ¿me das las llaves?- Scarlett saco las llaves de su mochila –Nos vemos Profesor- Fredrick los dejo solos –Hasta luego joven Ljungberg- dijo, y luego puso su atención en Scarlett –Y bien, ¿ya has tomado tu decisión?- preguntó –Ya la tome- dijo determinante –Quiero ir, pero aun debo hablar con mis abuelos, no lo he hecho- agregó –Comprendo, y entonces ¿cuando me dirás la decisión definitiva?- le preguntó –Pronto, se lo prometo- Scarlett sabía que no seria fácil convencer a sus abuelos sobre su decisión, ellos deseaban que asistiera a la Universidad en Europa, y Japón distaba mucho de las expectativas de estos –De acuerdo, en cuanto la tengas no olvides visitarme- pidio Jonathan –Lo haré- dijo, un silencio los cubrió por un momento, esperando una reacción, la de cualquiera –Bueee...noo… creo que debo irme, lo veré después- se despidió nerviosamente –Si, Scarlett, hasta pronto- dijo entristecido por alguna razón, miro a la chica caminar hasta su auto.
Fredrick estaba hablando por su teléfono móvil cuando Scarlett subió al auto, colgó al llegar la chica –¿Alguna novia nueva?- preguntó –No que va, era mi padre, preguntando por que me había retrasado para la cena familiar, ya sabes lo estricto que es... y vendrás conmigo ¿verdad?- Scarlett lo miro –Como crees, ni siquiera me avisaste con tiempo, ¿que crees que me pondré? no lo creo- dijo cortante –¡Oh vamos, yo siempre estoy ahí para ti, además es una cena importante, vendrá alguien muy importante, si voy solo las mujeres se lanzarán sobre mí, ya sabes como son esa mujeres-le suplicaba –¡Ah! Ahora entiendo por que me esperaste hasta tarde- dijo intuyendo –¡Tenías planes para mí!- dijo molesta –Pero esta bien- le dijo –Pero primero iré a casa a cambiarme y olvida que me de prisa, me tardaré lo suficiente para asegurarme de que tu padre te de un buen regaño, además dime que te pondrás, tendrás que ir a tu casa sin mi- explico –Ni lo creas- le reveló –Llame a Russell, llevará un traje a tu palacio- Scarlett descubrió que el chico ya había preparado todo.
Llegaron al enorme palacio de Buckingham –Señorita Scarlett, buenas noche, señor Ljungberg- Dijo el mayordomo al entrar los chicos –Su amigo Russell les espera en el estudio- les aviso –Bien, ¿y mis abuelos?- pregunto Scarlett –Han salido esta noche, tenía una cena con el Primer Ministro, Sr. Ljungberg le envian a su padre sus sinceras disculpas por no poder asistir a la cena que ofrece- les comentó –Esta bien, se las daré, gracias- caminaron entonces hasta el estudio, ahí estaba el joven Russell, un universitario de gran estatura –Hola Russell, ¿tienes mucho esperando?- preguntó Fred –El suficiente, aquí esta el traje- el chico se levanto, traía también un elegante traje puesto –Hola Scarlett no te había visto en mucho tiempo, luces tan bella como siempre- le dijo –Muchas gracias- respondió ella –¿Pero que esperas, luego coqueteas con Russell, sube a cambiarte- ordeno –Basta, ahora voy- dijo ella.
Se miraba frente al espejo, que vestido sería el mejor, sabía lo mundanas que podían ser las cenas en casa de los Ljungberg. Tomo el vestido azul, combinaba perfectamente con su cabello, pero lucía demasiado informal, el vestido gris estaba demasiado usado, entonces encontró el vestido negro, no lo había usado, había olvidado incluso que lo tenía, era elegante, sobrio y lo suficientemente llamativo para no dejarla pasar inadvertida con aquella abertura en la espalda. Se peino en un chongo y se coloco un prendedor negro, al tono del vestido, se dio unos toques en el rostro, se puso lipstick rosa y salió, había tardado menos de lo que esperaba, ya en la entrada le esperaban los guapos jóvenes vestidos ceremonialmente –Wow, si se trata de deslumbrar tu eres la experta- dijo Fred al mirar a la hermosa chica elegantemente vestida. Salieron del palacio y tomaron el auto de Scarlett y Russell se llevo el auto de Fredrick –Mi padre va a matarme, lo sabes ¿verdad?- dijo un poco angustiado –Dirá algo como "Fredrick Ljungberg III, que esta pasando contigo, llegas tarde sabiendo lo importante que es para mí esta noche, y además, me llegaron tus notas, como piensas obtener un lugar en la Universidad con esas calificaciones tan bajas, ningún Ljungberg ha sido futbolista y tu tampoco lo serás, así que olvida esa idea tuya de jugar futbol"- dijo –Bueno creo que debes hablar con tu padre sobre tus metas, no puedes seguir ocultándole que entrarás a la liga inglesa el próximo verano- aconsejo Scarlett –Lo sé, pero no me dejará- comento entristecido –Creo que sufrimos lo mismo- dijo Scarlett –Ah, ¿y eso a que se debe?- pregunto –Recibí una beca para ir a Japón a estudiar, tu sabes lo importante que es para mi familia la educación, desde que William nació no hemos tenido que tomar clases en casa, ahora podemos salir a clases a una escuela real, pero aun así, no creo que acepten que me marche a Japón, desean que asista a la misma Universidad con William en Escocia, pero ese nunca fue mi deseo- ambos permanecieron en silencio –¡¡Diablos, que vidas tan atroces tenemos!- ambos rieron –Pero si no nos dejan, nos marcharemos sin su consentimiento, ¿de acuerdo?- le propuso el chico –¡Será un pacto!- aceptó Scarlett.
Llegaron al fin a la residencia de los Ljungberg, era una casa enorme, no tan grande como lo era el palacio Buckingham, nada en Londres era más grande que el palacio de los reyes ingleses. Entonces dejaron ver su belleza, todas las miradas se centraron en los tres recién llegados, eran los más jóvenes del lugar, Scarlett tomada del brazo del brazo de Fredrick, caminaba solemnemente como una mujer aristócrata, intentaba mantener su postura, debía representar la casa Windsor como había sido educada en eventos del tipo, aunque después de la entrada se dedicara a rechazar invitaciones y conversaciones. Entonces interrumpió la caminata el furibundo Señor Ljungberg uqe los intercepto rumbo al salón principal – Freddy ¡¿ya viste la hora, se suponía que estarías aquí hace dos horas... pero bueno, ya estas aquí, Señorita Scarlett, que gusto verle, tan bella como siempre, ¿sus abuelos vendrán?- preguntó más tranquilo –Te envían sus disculpas, debieron atender otro compromiso, y disculpa mi demora, tuvimos un contratiempo en la escuela- fueron guiados al salón principal por el Sr. Ljungberg. Dentro había mucha gente, distinguidos miembros de la sociedad, todos elegantemente vestidos. Scarlett entonces lo miro entre la multitud, un hombre exageradamente alto, quizá de dos metros o un poco más, portaba un hermoso traje confeccionado en un negro pulcro, conversaba amenamente con otros caballeros, pero el porte de aquel hombre no pudo pasar desapercibido para ella, él entonces también la miro, con sus centelleantes ojos grises, su cabello largo y azul sujetado por una delicada cinta negra, le lanzo una sonrisa y camino hasta ellos, el señor Ljungberg parecía conocerle –Sr. Mikos Rogasis, este es mi hijo, Fredrick James- ambos estrecharon las manos, aunque Fredrick se asombro al ver aquel imponente hombre de frente –Y su agraciada acompañante… ¿quien es?- pregunto mirando a la delicada mujer sin habla frente a él –Ah, claro, la señorita Scarlett Windsor, princesa de Inglaterra- Scarlett no podía ocultar su fascinación por aquel hombre –El señor Mikos Rogasis es un importante empresario que nos hizo el honor de asistir esta noche- dijo el padre de Fredrick –Es un placer para mí, cuando puedo conocer bellezas como esta- dijo besando la mano de Scarlett, ella no pudo evitar sonrojarse.
Scarlett había huido apenas tuvo la oportunidad del bullicioso salón donde la habían acosado preguntando sobre su vida amorosa, o más bien la inexistencia de esta, ahora miraba por uno de los balcones que daban la vista a un bello jardín, donde la madre de Fredrick pasaba horas arreglándolo –¿Siempre desaparece de entre la multitud?- preguntaron irrumpiendo su tranquila estancia solitaria, volteo a buscar al dueño de aquella voz –Ah, es usted- dijo mirando a Mikos Rogasis –Pero por favor, no me llames así, puedes llamarme Mikos solamente- dijo acercándose a la chica –Esta bien- dijo ella y volvió a mirar el jardín –Es muy hermoso, pocas veces he visto un jardín tan bello, mi madre solía cuidar el suyo con mucha pasión- dijo al avanzar y posarse junto al barandal a mirar el mismo lugar que Scarlett observaba –Debe ser una mujer hermosa- dijo Scarlett refiriéndose a la madre del recién llegado –Lo fue, sin duda- respondió melancólico, Scarlett notó su tristeza –Oh, ¿dije algo que le incomodará?- preguntó excusándose -Oh, no, no, y por favor, deja de llamarme de usted- Scarlett sonrío –Lo siento- dijo –Cuando sonríes eres aun más bella- le dijo, Scarlett sintió su rostro arder –¿Me permitirías una baile esta noche?- preguntó extendiendo su mano –Cla...ro- dijo tomándola nerviosamente. Caminaron tomados de la mano hasta el salón, donde bailaban todos. Mikos la tomo por la cintura y con la mano la guío –¿Y que hace una princesa en estos días?- preguntó –¿En estos días?- dijo sorprendida –Si, me refiero a que yo nunca había conocido una princesa físicamente, solo en libros- respondió él –Bueno, creo que ahora hacemos lo que queremos, sin romper la idiosincrasia impuesta, claro- respondió sonriente –¿Y tú que haces? ¿Haces lo que quiere?- preguntó –Si claro- respondió –Estudió, saldré de la preparatoria en un mes y espero poder ir a la Universidad- decía mientras danzaba con su delicado cuerpo, ambos se miraban a los ojos, intentando deducir que pensaba el otro –Y tú eres…- preguntó Scarlett –Soy un hombre de negocios, soy dueño de una empresa de telecomunicaciones- respondió. Siguieron bailando por un rato más.
Después de bailar un rato, decidieron descanzar, volviendo al balcón –¿Y tú sales con el hijo de los Ljungberg?- preguntó –No- respondió –Somos solo amigos, él es mi mejor amigo, desde que lo conozco él siempre esta ahí para mí, desde la muerte de mis padres, cuando fui traída hasta aquí, yo no me sentía muy feliz, hasta que lo conocí y me transmitió su jovialidad- le aclaró –Si, veo que él posee mucha alegría, pero no la siento en ti- dijo mirándola fijamente –Ni yo en ti- respondió ella devolviéndole la mirada –Eres un hombre oculto tras una máscara- dijo ella acercándose a él, como si pudiera ver a través de sus ojos –Es como si tratarás de ser alguien que no eres- argumentó –Yo también me siento así, es por eso que hablo contigo con tanta naturalidad, espero no haberte ofendido- dijo retrocediendo –No, no, es verdad, y me agrada que lo veas, no quiero fingir frente a ti- dijo acercándosele –No he sido muy feliz desde hace mucho tiempo- dijo reservadamente –Entiendo- Scarlett paso su mano sobre el bello rostro del hombre, estaba siendo atraída por aquel hombre de súbito, en él veía visiones que en otras personas no notaba, él beso la palma de su mano, después su muñeca, recorrió el brazo de la chica con suaves besos, se detuvo y levanto su vista, ella lo miraba fijamente y entonces se aproximo a su rostro, hasta juntar sus labios a los suyos, Scarlett cerró sus ojos y se entrego al fulgor de aquel apasionado beso, sintió un leve ardor, lo labios del hombre ardían. Una serie de visiones torcidas recorrieron su mente, divagando en escenarios distintos, todos torcidos y llenos de dolor, Scarlett se separó apresuradamente de él –Lo siento, creo que debo retirarme, ha sido un placer conocerte- dijo levantándose y saliendo del lugar apresuradamente.
Scarlett condujo de regreso a casa, miro el reloj del tablero, eran casi las cuatro de la mañana, había pasado muchas horas platicando con aquel hombre, quien le había producido tantas emociones, extrañas y a la vez placenteras, aquel beso le había iluminado de una forma absurda, pero congruente a la vez, había sido una pasión arrebatada, pero llena de visiones escalofriantes y terribles. Llego a casa, dejó el auto y camino hasta el palacio. Se quito los zapatos antes de subir las escaleras y subió sin hacer mucho ruido. Ya dentro de su habitación se quito el vestido, deshizo el peinado y se coloco la pijama, se metió a la cama, apago las luces. Se acomodo en la cama, pero sintió que alguien más estaba en la habitación, se levantó apresuradamente, encendió la lamparita de su mesita de noche, no había nadie, camino hasta la ventana, vio una fugaz sombra correr entre los techos del palacio y desaparecer entre la espesura de la noche, no entendió que era eso, ni quiso, regreso a la cama, coloco su cabeza en la almohada y se dejo llevar por el sueño.
La mañana llegó, se despertó con el sonido del teléfono –Si, diga- se apresuro a responder aun medio dormida –¡¡Scarlett! ¿Donde te metiste anoche, te estuve buscando, después te vi bailar con ese empresario, luego volviste a desaparecer, luego te busque de nuevo y baje y me dijeron que habías tomado tu auto y te habías marchado, ¡¿por qué no te despediste!- dijo entre molesto y preocupado Fredrick –Lo siento, lo siento, es que estaba muy cansada y no tenía ganas de buscarte- respondió entre bostezos –Ya lo veo, ya viste el reloj, son más de las doce, ¿te vas levantando apenas?- Scarlett tomo el reloj de la mesita –¡Por Dios, tienes razón!- dijo saliendo de una salto de la cama –Tenía practica temprano, ¡¡y me quede dormida! Después te llamo, besos- Scarlett colgó, corrió al baño, no había notado que por primera vez, en mucho tiempo, no había vuelto a tener aquellos sueños, ni que su rostro brillaba tan claro y bello como hacia tanto tiempo no lucía.
Tokio, Japón
Usagi caminaba por las calles, en su soledad, lo extrañaba tanto, deseaba que volviera pronto de su viaje. Había estado demasiado tiempo sin él, era una pesada carga ya, al principio lo soporto bien, era solo un año, pero el plazo se había cumplido y él aun no volvía, le habían prolongado la beca por tres meses más, y aunque ahora ya faltaba menos para su regreso, era mortificante su estancia sin él.
Regresó a la soledad de su departamento, ni Luna estaba, se había marchado con las chicas un día atrás, se reclino sobre el barandal del balcón, miró el cielo, las estrellas comenzaban a brillar en el claroscuro del cielo, no había nevado y el cielo estaba despejado, la luna era una pequeña cuna, brillante y blanca. Usagi sintió un leve dolor en el pecho, como si algo malo estuviera a punto de pasar, se mantuvo quieta, pero ningún sonido llegó, todo parecía tan relajado, suspiro, pensando que talvez era una mala jugada de su propia soledad. Camino hacia el interior del lugar, estaba ya oscuro dentro y encendió las luces. Le parecía tan enorme el lugar sin su presencia. Se tumbo en el sillón, recargo su rubia cabeza sobre el respaldo, cerró sus ojos y visualizo a Mamoru, con su hermoso rostro, lleno de amor, que solo ella recibía. Se imagino que él volvía, le abrazaba y le juraba jamás volver a dejarla. Usagi se sentía feliz entre sus brazos, pero su sueño comenzó a nublarse, terribles criaturas comenzaron a brotar del suelo, sentía como ardía el piso, como si se estuviera incendiando, sujeto a Mamoru con fuerza, pero al mirarle se encontró una criatura aun más espantosa, con dientes afilados y ojos rojos, que ardían como el fuego –¡Serás mía!- Dijo la criatura mirándola lascivamente, Usagi trato de huir, pero la bestia poseía grandes extremidades con los que atrapó a la chica –¡No escaparás!- le dijo, mientras paseaba sus asquerosas manos por el delicado cuerpo de la chica –¡Noooo!- Usagi abrió los ojos apresuradamente, se levantó de un salto del sillón, por qué su sueño había sido contaminado tan horriblemente, estaba sudando, la noche ya había caído completamente en la ciudad, Usagi se sintió atrapada en una red de sombras, era como si su oscuro sueño fuera una clara visión de la verdad, camino de un lado a otro, intentó no pensar en aquello, pero la imagen de la criatura estaba clavada en su mente. Tomó una ducha para refrescarse antes de irse a la cama, recorrió la casa aun antes de ir a dormir, no estaba segura de que era esa sensación, pero le inquietaba la oscuridad. Regreso a su habitación y se acostó en la cama, apago la luz de la lámpara y se envolvió con el edredón, cerró sus ojos, pero la bestia estaba ahí, se descubrió y salió de la cama, como podría dormir si al cerrar sus ojos veía aquella aterradora imagen.
La mañana llego, Usagi estaba postrada sobre el sillón, no había dormido en toda la noche, tenía miedo de solo pensarlo. Las puntas rojizas del sol aclararon el cielo, cubriéndolo de un rojo que Usagi nunca había visto antes, era fascinante, pero aterrador. Se acomodo sobre el sillón, estirando su delgada figura, acomodo su cabeza entre los cojines y sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente, sin notarlo cayó dormida.
Despertó cuando alguien llamo a su puerta –Usagi-chan ábreme soy yo, ¡¡Minako!- escucho decir del otro lado, Usagi se levantó trabajosamente, estaba en pijama –¿¿Qué pasa, Minako-chan?- preguntó al abrirle la puerta y dejarle entrar –Usagi aun estas en pijama, son casi las cinco de la tarde- Usagi se alarmo, acaso había dormido por tantas horas –Luna estaba muy preocupada por ti, así que la traje, la hubiese traído en la mañana pero tenía una audición, ya sabes, hahaha- dijo alegremente la princesa de Venus, pero a Usagi no le causo gracia –¿Estas bien, Usagi-chan?- pregunto Luna alarmada –Si, estoy bien, me daré un baño, de acuerdo, espérenme- Usagi se apresuro a ducharse, terminó muy rápido, Minako miraba los videos en MTV, mientras danzaba al ritmo de la tonada, Luna y Artemis la miraban con gotas de sudor en la frente –Wow Usagi si que te diste prisa- se asombro Minako al ver a Usagi salir. Usagi traía el cabello suelto y revuelto, se sentó en el sillón junto a Minako y comenzó a peinar su rubia melena, mientras Minako le platicaba sobre la audición –Fue genial, ahí estaba la señorita Hikaru Utada, wow, no sabes, cantó para nosotras, canta bellísimo, ojala algún día yo logre cumplir mi sueño como ella- decía extremadamente entusiasmada –Claro, Minako-chan... pronto podrás- decía fríamente Usagi. Desconcertando a su rubia compañera.
Minako se marcho al llegar la noche, Usagi y Luna se quedaron en el departamento –Mañana tienes clases Usagi, ¿has descansado bien?- preguntó Luna al mirarla cansada –Si, si, estoy bien, dormí mucho hoy- dijo levantándose del sofá –Voy preparar las cosas para mañana- dijo caminando a su habitación. Sintió un leve escalofrío recorrerla, una sensación de alerta la asalto sorpresivamente –¡Luna!- gritó, la gata corrió hacia ella –¿Qué pasa Usagi?- preguntó al llegar con ella –No nada- dijo al mirarla –¿Podrías quedarte conmigo?- pidió.
La mañana llegó, Usagi se apresuró para llegar a la escuela, había dormido bien, sin pesadillas, desayuno lo más rápido que pudo –¿Cuando te levantarás temprano?- le preguntó Luna –Jeje, creo que nunca- dijo alegremente, Luna notó que Usagi ya estaba más tranquila. Usagi tomo su mochila y salió directo a la escuela. Minako miraba su reloj –¿Por qué tardas tanto Usagi?- decía mientras esperaba a la chica. Una ráfaga de polvo se dirigía hacia ella, la chica de coletas llegaba apresuradamente –Ay Usagi, por qué otra vez tarde, será la ultima vez que te espero, mira, ahí viene el autobús- decía Minako –Gomen- respondió Usagi apenada.
Makoto y Ami ya estaba en la escuela, platicaban en la entrada esperando a las dos rubias –Creo que esta vez no llegarán a tiempo, de nuevo- decía Ami –Pues parece que hoy si, ahí vienen- ambas venían corriendo apresuradamente –¡Buenos días!- decía con el poco aire que aun tenía en sus pulmones Minako –Vamos a dentro- dijo Makoto –Espera... déjame respirar un poco- pidió Usagi, que estaba recargada en un pilar intentando recuperar el aliento. Las cuatro chicas entraron al edificio de la preparatoria Jubban. Se despidieron de Ami, que era la única que iba en una salón diferente –Nos veremos en el almuerzo- dijo la chica de lentes y entro a su salón.
Las chicas tomaron su lugar, el profesor aun no llegaba –Chicas, ¿recuerdan a los Three Lights? ¿Creen que hayan regresado a su planeta?- preguntaba Usagi –A qué viene esa pregunta, ya paso mucho desde entonces y hasta hoy lo preguntas- decía Minako –No lo sé, solo lo recordé, ¿creen que estén bien?- preguntaba insistente –Supongo que si, todas la semillas fueron regresadas a sus planetas de origen... ah ya sé, ¡¡extrañas a Seiya!- dijo Minako –No, nada de eso, solo pensaba en las demás Senshi del Universo, es todo- decía desganada, como si su alegría se viese esfumado de repente, Minako no tuvo tiempo de preguntar más, el profesor de historia llego al salón.
Haruka corría en su deportivo, sintiendo como la velocidad aceleraba su corazón, corría por las costas de Tokio, como solía hacer mientras las demás permanecían en sus ocupaciones, había dejado que Michiru siguiera su loca idea de asistir a la Universidad, ella prefería no hacerlo, Michiru estaba embelesada con la idea de asistir a clases, vivir como los jóvenes de ahora y tener una vida común, Haruka odiaba la monotonía que llevaba ser universitario, pero se sentía atrapada en la misma actividad, correr por horas mientras Michiru salía de clases. Se detuvo frente a la preparatoria donde asistían las chicas –Usagi seguramente ahora estará en el almuerzo- pensó y se introdujo sigilosamente dentro de la institución. Dentro camino por los jardines donde los chicos tomaban el almuerzo, algunos notaron su presencia, otros estaban demasiado enfrascados en sus actividades, entonces vio a las chicas sentadas conversando tomando su almuerzo. Minako contaba alguna historia de una de sus audiciones –Hola chicas- dijo Haruka al llegar –Haruka-san, ¿que haces aquí?- preguntaron –Quería visitarlas, ¿puedo sentarme con ustedes?- preguntó –Claro, siéntate- se sentó entre Usagi y Ami –¿Quieres algo?- preguntó Usagi, ofreciendo su almuerzo, Haruka tomo una fresa –Que rica- dijo comiéndola –Si, Luna las escogió para mí- decía sonriente. Estuvieron un rato conversando, pero pronto llegó el final del receso –Bueno Haruka, debemos regresar a clases, pero espero que nos veamos pronto, envíales nuestros saludos a Michiru, Setsuna y Hotaru- se despidió Usagi –Si, adiós Odango- Usagi volvió a clases con las demás.
Por el resto de las clases Usagi parecía más animada, parecía que la visita de Haruka le había servido, incluso Makoto y Minako lo notaron, participaba en clase, cosa que rara vez hacia, estaba más feliz, y las chicas se contagiaron con su alegría. –Usagi, ¿extrañabas a Haruka?- preguntó Makoto mientras se dirigían a la salida de la preparatoria –¿Por qué lo dices?- preguntó la sonriente chica –Bueno, luces mejor después de verla- Usagi se sonrojo un poco –Lo crees, bueno si un poco- dijo riendo tímidamente.
Las chicas caminaron hasta la acostumbrada cafetería donde Rei ya les esperaba, estaba sentada en la misma mesa, leyendo el periódico –¡Hola Rei!- entonaron las cuatro juntas –Ah, hola chicas- las cuatro tomaron asiento –¿Algo interesante?- pregunto Ami –Si, ¿ya leyeron esto? Desde hace diez años se han reportado desapariciones masivas de personas en diferentes partes de Europa, y no han encontrado pistas o algo que les indique que les ocurrió, sus familias no las han vuelto a ver desde entonces- decía mostrándoles el periódico –Desde hace 10 años, vaya, si que es mucho tiempo- expresaba Makoto –Si, y las desapariciones han sido eventuales, no han sido continuas, sin embargo es muy incierto, y aunque la policía internacional tomo el caso, no han hallado nada, se dice que algo las devoró- todas miraron incrédulas el pedazo de papel –Pues espero que esa cosa se mantenga muy lejos de Japón- declaró Minako.
Usagi miraba la noticia en al periódico –Crees que sea algún enemigo esta criatura que come personas, digo, hemos enfrentado cosas similares, el Negaverso que robaba la energía y esas cosas, es como si se repitiera un patrón- comentaba con Luna –No lo creo, además dice ahí que es desde hace 10 años, demasiado tiempo como para que eso, sea lo que sea, no se hubiese ya manifestado frente a nosotros, ¿no crees? creo que estas exagerando- señalaba Luna –Espero que así sea- suspiro Usagi –Ah, mira, ¡recibiste una carta!- le mostraba Luna –¡Ay que emoción! ¡Es de Mamo-chan!- dijo abriéndola apresuradamente –"Querida Usako, ¿Como estas? ¿Como va todo con la escuela? Yo estoy muy bien, el clima es muy agradable en esta época en Nueva York, las clases están muy bien, además estoy trabajando en un hospital comunitario cerca de la Universidad desde hace una semana, he aprendido mucho en la práctica. Yo también te extraño mucho, sueño con el día en que nos volvamos a ver y te estreche entre mis brazos, no sabes cuantas noches lo he soñado. ¿Como están Luna y las chicas, no olvides darles mis saludos. El tiempo se acerca y ya pronto estaremos juntos, lo prometo. Escríbeme pronto. Te amo, Mamoru"- Usagi leyó la carta –Yo también te amo Mamo-chan- dijo besando la carta –Verás que pronto él estará aquí- la animaba Luna –Si, lo sé- dijo guardando la carta con las demás que había recibido.
Continuará...
Sailor Padme
Nota: Fredrick Ljungberg si existe, es un jugador de la liga Inglesa, el medio campista del Arsenal de Inglaterra, él es Sueco y es un chico muy guapo, actualmente esta modelando la ropa interior de Calvin Klein, así que si lo ven ya me dirán que les parece el muchacho. Este es el segundo capitulo, he hecho cambios poco notables, espero les gusten. Envíen comentarios y sugerencias al mail de siempre y dejen reviews. Besos.
