Una Presencia de Mente
Una húmeda niebla azulada rodeaba los árboles en la distancia, una brisa se oye a través del verdor pero el aire es tan espeso a su alrededor que no alcanza la profundidad de los terrenos. Los pies de Harry caminan por su propio acuerdo, el borde demasiado largo de sus pantalones humedeciéndose con el rocío matinal de la hierba mientras pasa las hileras de intemporalidad pétrea. Quiere marcharse, quiere ir a casa donde hay ruido y el sol lo calienta realmente, pero está encendido, volviéndose hacia un pequeño sendero y agachándose bajo las ramas colgando bajo de los tejos diseminados a lo largo. No puede ver lo que hay por delante, el fondo está fuertemente borroso, pero eso no parece antinatural en este momento.
Se detiene ante una señal, el cementerio encantadoramente enmarcado por una hiedra de crecimiento lento, sus hojas descansando gentilmente sobre la cima de la piedra como en busca de un hombro en que apoyarse. Sin hacerlo su conciencia, los dedos de Harry se extienden, y nota que sus dedos parecen más viejos; están más bronceados e incrustados de suciedad, pequeños cortes y heridas alrededor de los nudillos que parecen levemente hinchados. Está solo, pero se siente calladamente acompañado por otro, cuando el nombre grabado del difunto es trazado gentilmente por sus dedos. No puede leer el nombre, y la sensación de calma que lo había llenado originalmente ahora comienza a alejarse, empujada fuera de su pecho por un lento dolor. Ha estado aquí antes. Conoce este cementerio, conoce… Se oye una pequeña risa desde la densa niebla tras él, la risa de un adolescente que ladra con fealdad y corta a través de las hileras de piedras. Ha oído esta risa hace años, resonando en un conjunto de piedras diferente en una cámara lejana. Harry observa con horror cómo las palabras bajo su mano, las que está trazando distraído, alcanzan su cerebro y las lee como Braille. Potter. Las letras cambian, formando otra palabra familiar. Snape. El último enemigo que… Su estómago se revuelve, y de repente tiene ganas de vomitar todo lo que ha conocido jamás.
"¡Papá!" Jadeó Harry, tosiendo en su almohada y agitando las piernas en la cama. No le importaba cuán estúpido pareciera o dónde estuviera siquiera, mientras no estuviera en el cementerio. Que estuviera de vuelta en Hogwarts.
Un súbito ruido de arrastre a su izquierda captó su atención, y se colgó del sonido como de una línea de vida, parpadeando rápidamente y tratando de levantar la cabeza de la almohada. Debía haber sido un sueño, ya que estaba yaciendo en una cama. De repente había un borrón negro situado junto a él, y una pesada palma puesta en su espalda. Harry entrecerró los ojos mientras quienquiera que estaba parado a su lado lo hacía rodar gentilmente de costado. Estaba oscuro, mucho más oscuro que la enfermería estaría normalmente. Pero, ¿por qué estaría en la enfermería? Harry intentó mover el cuerpo y gimió por el dolor residual que viajó por su brazo. Vale, el horrocrux le había atacado, que sería por lo que había esperado la enfermería. Lo que significaba que el borrón negro…
"Eres un colosal e inequívocamente temerario idiota." Murmuró Snape, su mano frotando círculos calmantes en el hombro de Harry y contradiciendo la molestia en sus palabras. Un termómetro fue empujado entonces bajo su lengua y gentiles dedos levantaron sus párpados, un brillante lumos haciéndolos dilatarse mientras Snape los chequeaba. Harry gimió, luchando por alejarse de las manos frías de Snape. Un dedo fue colocado ante él y fue pinchado hasta que abrió los ojos y siguió el dedo de Snape, su mirada moviéndose perfectamente, o tan perfecta como podía conseguirlo a las tres am. Lo que fuera que Snape estuviera buscando, pareció estar satisfecho con los resultados y soltó a Harry.
Harry volvió a cerrar los ojos frunciéndolos y lloriqueó mientras se acurrucaba de costado, atrayendo las rodillas a su pecho. Harry no tenía idea de qué hora era, pero la habitación estaba bastante oscura y Snape estaba más pálido de lo habitual, con círculos oscuros alrededor de los ojos y finas líneas de preocupación en torno a la boca. Probablemente había estado inconsciente por un rato, entonces. Harry no recordaba mucho después de que la insignia atacara, sólo una sensación de pánico, frío y la sensación de ser levantado.
"Yo…" Comenzó Harry, tratando de conseguir que su espesa lengua se moviera. Un vaso de agua con una pajita fue puesto ante él, y Harry lo sorbió agradecido. Sentía un frío residual en el cuerpo; el frío cementerio había parecido muy real.
"Cállate, Potter. De haber sabido que sería tanto…" Snape se interrumpió, pareciendo agotado. La mano dejó de hacer círculos y Snape se movió para dejar el vaso de agua sobre la mesa.
Harry levantó la cabeza de golpe, incapaz de ocultar el breve parpadeo de pánico en sus ojos. Snape no le había llamado por su apellido con ese nivel de pura agitación desde antes del verano. ¿Había cruzado la línea? Snape había dicho antes que la adopción era permanente, pero Snape era humano y Harry sabía que todo el mundo tenía sus límites. La cama se hundió cuando Snape se sentó junto a Harry, acunando su cabeza en las manos y enganchando los dedos en su cabello. El pelo cayó en cascada sobre el rostro de Snape, y Harry no pudo decir lo que Snape estaba pensando.
El pequeño pedazo rizado al extremo del cabello de Snape se movió con su exhalación de aliento, y Harry lo observó atentamente. Ignoró la persistente sensación de picor en su mano y atrajo las rodillas con más fuerza contra sí.
"¿Vas a, vas a devolverme?" Susurró Harry, sabiendo que probablemente sonaba ridículo. Snape nunca había dicho que lo haría, pero Harry imaginaba que estaba bien en su derecho de hacerlo. Simplemente no parecía poder evitar meterse en líos, y el sueño le había dejado sintiéndose bastante expuesto, similar a como se sentía como niño de seis años.
"No." Respondió Snape, levantando la cabeza pero dejando que su cabello oscureciera parte de su rostro. "No te devolveré, Elliot." Snape dejó sin decir lo que ambos sabían, que en realidad no había nadie a quien devolver a Harry.
Harry dejó escapar el aliento asentado en su pecho y se frotó los ojos. "Lo siento, Papá."
"No lo digas." Lo interrumpió Snape, levantando la mano. "Estoy muy furioso contigo ahora mismo y no quiero oír ninguna de tus excusas."
Snape fulminó con la mirada a Harry, pero Harry pudo ver la preocupación grabada en sus ojos alrededor de la ira. La decepción estaba allí también, y Harry se sintió un fracaso.
"Sí, señor." Respondió Harry, sin parpadear la aguda punzada en sus ojos. La mano fue devuelta de repente a su espalda, y los pequeños círculos frotados entre sus hombros comenzaron de nuevo. Se sentía como un niño ridículo, pero Snape nunca le había regañado por buscar consuelo antes, y Harry se percató de que quizá a Snape no le importaba darlo. Al menos, no a Harry cuando más necesitaba una presencia sólida.
"¿De qué trataba la pesadilla?"
"¿Qué? Preguntó Harry tontamente, distraído y avergonzado por cuán reconfortante se sentía la mano de Snape sobre sus hombros.
"Despertaste con sudor frío después de estar en shock. Todos los demás signos vitales han sido normales durante las últimas horas. Tú… llamabas a tu padre. Asumo que tuviste una pesadilla."
Harry bajó la mirada hacia sus rodillas y cerró los ojos.
"Te llamaba a ti." Dijo, pellizcando distraído la manta. "¿No puedes volver a darme esa crema, la que hace que mis pesadillas se alejen?"
"No. Te deja vulnerable y has tenido suficiente influencia del Señor Tenebroso esta noche. Eso, y que tiene propiedades similares a un brebaje de balbuceo, y no tengo deseos de oír tu estúpido razonamiento por intentar destruir el horrocrux sin ayuda."
Harry de repente se sintió aún más culpable. Algunas lágrimas se filtraron de sus ojos, y Harry pensó que era irónico que por fin tuviera un papá que lo consolara tras una pesadilla, pero había ido y hecho algo estúpido y volado por los aires su oportunidad. Se limpió la cara contra la almohada, dejándola allí de modo que no tuviera que encarar más a Snape.
Dedos fuertes y callosos cardaron de repente el cabello en su nuca, guiando su cabeza gentilmente para que girara un poco de modo que pudiera obtener aire fresco.
"Háblame de la pesadilla, Elliot."
Harry se permitió hundirse más en la almohada, y la tensión se filtró fuera de sus hombros mientras respiraba hondo y comenzaba a describir el cementerio en que creía haber estado.
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Harry despertó solo en la pequeña habitación de invitados, todavía enterrado bajo las mantas pero con un pie frío, ya que parecía haberse colado desde debajo de las mantas en algún momento de las horas tempranas. Se arrastró fuera de la cama, chequeando el vendaje en su mano. Era pequeño y estaba pulcramente envuelto, a pesar de las vueltas que había dado en sueños, y Harry supo que había sido Snape quien lo aplicara, no Madame Pomfrey. Harry miró el uniforme pulcramente doblado sobre la silla de su escritorio y bajó la mirada a su atuendo. Había sido cambiado a los pantalones de pijama a rayas grises que guardaba allí, y llevaba la camiseta de Snape de pocionistas de Aberdeen. Harry se levantó y se miró en el espejo, notando el oscurecimiento alrededor de sus ojos y la palidez de su piel. Sabía que probablemente debería cambiarse a su uniforme, pero Snape nunca había exigido que fuera a desayunar en ropa diaria antes. De hecho, los fines de semana durante el verano Snape a veces había llegado con su bata y zapatillas.
Decidiéndose, Harry cogió dos calcetines gruesos al azar del cajón de la cómoda, respiró hondo, y caminó pasillo abajo hacia la cocinita.
Harry se sintió muy silenciosamente a la mesa del desayuno, comiendo su tostada con mantequilla de calabaza y por una vez sin saborearla. El café parecía más oscuro y más adusto, y el rumor de papel de periódico era muy fuerte mientras Snape se sentaba rígidamente en su silla y leía el diario el Profeta. Harry apartó su plato de tostadas y se quedó mirando la imagen de una alegre familia mágica saludándole con la mano. Era un anuncio de Terror Tours del Callejón Diagon, que al parecer tenían una oferta en viajes al Triángulo de las Bermudas. Bien por ellos, pensó Harry hoscamente.
Justo cuando había pensado que no podría sentirse peor por tener que escuchar a Snape decirle lo que había hecho mal para decepcionar al hombre, Snape encontró otra manera de torturarle. Actualmente, eso implicaba sentarse en calma a la mesa del desayuno y dejar que la discusión colgara sobre sus cabezas, inquietando la conciencia de Harry. No estaba acostumbrado a esto. Con los Dursley había sido fácil saber lo que estaba por llegar, esperar el súbito estallido de ira inmediata. Pero Snape era un hombre diferente por completo. Cuando airado, explotaba y hacía exigencias irracionales sobre cosas, como hacer que expulsaran a Harry. Cuando había tenido tiempo para reflexionar, sin embargo, Snape era tranquilo y calculador. Y a pesar de haber estado tan furioso anoche, aquí estaba sentado con Harry a la mesa del desayuno, asegurándose de que Harry tuviera suficiente comida que comer. Harry se preguntó si para Ron era más fácil enfrentarse a rollos así, habiéndose criado con padres que sabían cómo echarte la culpa. Quizá Ron era mejor ignorando la horrible sensación en sus entrañas.
Cuando el tictac del reloj sobre la repisa de la chimenea le enervó lo suficiente para que Harry estuviera a punto de exigirle a Snape que le gritara por su estupidez, Snape plegó pulcramente el diario y miró directamente a Harry.
"Espero que estés completamente vestido con tu uniforme adecuado y de vuelta en la mesa en veinte minutos. Vamos a tener una discusión sobre tu comportamiento."
Harry vio que mientras Snape parecía estar pasando por su rutina matinal como de costumbre, sus palabras fueron cortantes y su mente parecía estar muy preocupada. Harry se deslizó de la mesa con un sí señor.
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Harry trastabilló de regreso a la sala de estar con tres minutos de sobra, ajustándose la corbata mientras aterrizaba en la mesa. Su túnica escolar no estaba con su montón de ropa doblada, pero Harry la vio a través de la grieta de la puerta del pasillo, colgando junto a la túnica de maestro de Snape. Le consternó ver que Dumbledore había llegado, pero por la mirada en el rostro de Snape parecía que Snape tampoco había esperado al director.
"Creo que ha venido para asegurarse de tu bienestar." Comentó Snape, captando la mirada de Harry. Dumbledore ignoró el comentario por completo.
"Buenos días, Harry. ¿Confío en que durmieras bien?" Dumbledore sonrió, examinando a Harry por encima de sus gafas.
"Er, en realidad no, señor. Tuve pesadillas y tengo un brazo dolorido." Murmuró Harry, inseguro de si debería quejarse o era mejor mantener la boca cerrada.
"Ah, probablemente de la vacuna del tétanos. No hay hechizo para eso, me temo." Respondió Dumbledore.
"¿Tétanos?" Repitió Harry, su rostro en blanco.
"No es todos los días que alguien es mordido por una serpiente de metal de cincuenta años de antigüedad." Respondió Snape desde el otro lado de la mesa, su sarcasmo un consuelo bienvenido de la cólera.
"Nos diste un pequeño susto, muchacho." Dumbledore guiñó el ojo, sonando bastante despreocupado acerca de todo el asunto.
"No sabía que haría eso." Murmuró Harry, jugando con su corbata.
"Por supuesto que no lo sabías. Nadie sabía que haría eso, que es por lo que te dije que no te molestaras con los horrocruxes todavía." Espetó Snape, haciendo que Harry se encogiera un poco en su silla. Snape le había dicho a Harry que no se preocupara por ello, en la Cámara de los Secretos, y Harry se había frustrado por tener que dejar el horrocrux simplemente colocado allí.
"Pero, ¿y si alguien tuviera detención con Filch para pulir los premios? Cualquiera podría haberlo tocado o llevárselo." Preguntó Harry, mirando directamente a Snape. Puede que Dumbledore fuera el director, pero Harry estaba más preocupado por ganarse de nuevo el respeto de Snape.
"Ven aquí." Ordenó Snape, empujando atrás su propia silla pero permaneciendo sentado. Dumbledore estaba esperando cortésmente junto a la librería, escuchando pero sin comentar. El humor en la habitación era bastante incómodo; tanto como Harry no quería ser amonestado delante de Dumbledore, parecía que Snape también estaba vacilando en ponerse por completo en modo padre con su empleador presente.
"¿Qué te dije cuando casi te dejé caer escaleras abajo la semana pasada?" Exigió Snape, agarrando el brazo de Harry y maniobrándolo para que se situara muy cerca de Snape. Harry captó la expresión curiosa de Dumbledore antes de estar atrapado en pie, encerrado entre las rodillas de Snape y teniendo que bajar la mirada a Snape para encontrarse con los ojos del hombre. Harry hizo una mueca, recordando estar parado en esta misma posición en Ámsterdam y odiando cuán incómodo le hacía sentirse.
"Que te hiciera caso. Incluso si no comprendía por qué."
"No." Snape golpeteó los dedos irritado sobre los brazos de Harry, ignorando la tosecilla de Dumbledore. "Te dije que podría ordenarte hacer algo aparentemente peligroso o inútil, pero que tendrías que confiar en mí. Confiar en mí para enmendar ese pésimo sentido de auto-conservación que tienes."
Las mejillas de Harry ardían y miró fijamente los hombros de Snape. Snape también le había dicho lo último durante el verano, lo había hecho como una promesa.
"Sólo pensamos que debería ser destruido antes de que alguien pudiera encontrarlo." Murmuró Harry. "Y antes de que se percatara de lo que íbamos a hacer."
"El primer horrocrux al que te enfrentaste poseyó a tu amiga y petrificó a personas con una serpiente, y el segundo del que supiste maldijo fatalmente la mano del director." Gruñó Snape, sus ojos oscuros capturando la mirada de Harry. Harry pensó que era un momento muy extraño para que notara que los ojos de Snape no eran negro puro como todos pensaban – tenían manchitas de castaño en ellos. "¿Y aun así no pensaste que éste te haría daño? ¿Porque eres Harry Potter y tienes suficiente suerte de los tontos para sobrevivir a lo que pudiera hacer?"
"Severus, creo que Harry simplemente estaba intentando hacer lo correcto."
Snape se dio la vuelta para fulminar con la mirada al director. "No dejaré que aliente su idiota impulsividad Gryffindor por el heroísmo temerario."
"Como desees, Severus, pero sí logró destruir el cuarto horrocrux." Dumbledore sonrió con ligereza con un movimiento de la mano, casi tirando un minúsculo caldero en la librería.
Harry notó con interés que el tic involuntario bajo el ojo derecho de Snape parecía ser algo que no sólo él podía causar.
"No piense siquiera en recompensar con puntos de casa." Rechinó Snape, manteniendo su foco en Harry. "Hay una restricción establecida en este apartamento que evita darlos o quitarlos."
Dumbledore pareció sorprendido por esto, y Harry sonrió muy discretamente para sí mismo. Sospechaba que Snape disfrutaba bastante pillando al director con la guardia baja.
"¿La hay? Debo decir que me sorprende, Severus, dado tu constante uso del sistema de puntos de casa."
"Esto es un hogar, Director. Los castigos del colegio van por separado, y permanecen fuera de estas paredes, en el colegio." Respondió Snape irritado.
Dumbledore sonrió radiante, y Harry se movió incómodo. Se preguntó qué haría Snape para castigarle esta vez. Durante el verano había tenido un período bastante largo de castigo, pero Hogwarts requería más discreción, ya que no se sabía aparte de Ron o Hermione que Harry visitaba las mazmorras cada semana. No había mentido, así que por suerte no habría ninguna mostaza en su lengua. Había, por otra parte, puesto en peligro su vida e ido contra lo que Snape le había dicho que hiciera, y Harry estaba bastante seguro de que eso le ponía en la cima de la lista de mierda de Snape por una temporada.
"Elliot." Dijo Snape, atrayendo la atención de Harry de vuelta a la conversación.
"Tus ojos tienen marrón en ellos." Soltó Harry estúpidamente, parpadeando. Casi se perdió las cejas de Snape estrechándose con confusión, antes de que Snape hablara.
"Yo… soy consciente de eso. ¿Comprendes lo que hiciste mal?"
Los hombros de Harry cayeron levemente mientras asimilaba la pregunta. Eso era nuevo. El Tío Vernon habitualmente le decía exactamente lo que había hecho mal, fuera culpa de Harry o no. Harry se quedó mirando el reloj en su muñeca, el pequeño rodal de barba bajo el lado izquierdo del mentón de Snape que el hombre había pasado por alto al afeitarse, y la falta de sueño que aparecía en los ojos de su papá. Pensó en su propia noche, en cómo Snape parecía ya haber estado en la habitación cuando Harry despertó. Debía haber estado allí la mayor parte de la noche, para asegurarse de que Harry estaba bien.
"Me puse en peligro. No confié en ti, y fui tras algo por mi cuenta que podría haberme herido gravemente." Las palabras fluyeron, y Harry las encontró extrañamente catárticas. Salieron rápido, como la respuesta automática que normalmente le daba a su tío, pero le dieron una sensación de redención que no había sentido antes. Volvió a sentirse como un condenado niño, y mientras que esto era molesto, era estimulante no sentirse furioso por ser castigado. Snape asintió y pareció esperar a que Harry llegara a la conclusión por su cuenta.
"Olvidé que no siempre tengo que ser el héroe." Murmuró Harry, intentando ignorar a Dumbledore situado a un lado. Dumbledore, que siempre le había dado el empujón extra para derrotar lo que se le venía encima.
"Aprenderás." Dijo Snape, y liberó a Harry. Harry retrocedió y se apoyó contra la mesa, sintiéndose más ligero de lo que había estado cuando despertó por la mañana. Snape se puso en pie y se movió hacia la cocina, dejando los platos del desayuno en el fregadero para los elfos domésticos.
"Y me escribirás un ensayo de dos pies sobre lo que significa depender de los demás." Snape levantó la mano para evitar que Harry dijera nada. "También estás castigado durante las próximas dos semanas, y eso significa pasar tus fines de semana aquí. Estoy seguro de que puede ponerse una excusa."
Snape echó un vistazo a Dumbledore, transmitiendo una mirada molesta y una petición todo en uno.
"Estoy seguro de que puede arreglarse algo." El director sonrió.
"Por último, no irás a Hogsmeade el último fin de semana antes de las vacaciones. Sí espero que tengas hechas todas tus compras." El tono de Snape fue sarcástico, pero pasó sobre la cabeza de Harry cuando Harry despertó a la atención.
"¿No vas a cancelar la Navidad?" Harry se tapó la boca con la mano e intentó dominar su expresión en una de desinterés. Estaba avergonzado por delatar que esta Navidad, la primera real para él con una familia, era algo que estaba esperando con verdaderas ganas.
Snape vio la mirada y decidió restarle importancia mientras tuvieran compañía.
"Ni siquiera yo soy un mago lo bastante poderoso para cancelar esa molesta fiesta." Respondió Snape llamando a un elfo doméstico. Harry observó con diversión cómo Dumbledore cambiaba de lugar tres libros en la estantería, perturbando el orden en que los tenía Snape.
"Me despediré, Severus, Harry. Parece que he olvidado por qué libro vine a verte." La mirada fulminante de Snape podría haber perforado agujeros en la espalda de la túnica de Dumbledore, pero Dumbledore no prestó atención mientras pasaba junto a Harry y le daba a Harry una rápida palmada en el hombro.
"El castigo pasará bastante rápido, Harry, no te preocupes. Hiciste un trabajo excelente encontrando el horrocrux; lo que está hecho está hecho." Comentó Dumbledore, con un centelleo en los ojos.
"Excepto cuando tienes un giratiempo, ¿verdad?" Harry sonrió ampliamente, volviendo a sentirse descarado de repente.
"¿Discúlpame?" Dijo Snape, con frialdad desde la cocina. Los ojos de Harry se ensancharon mientras recordaba cuán beligerante había estado Snape cuando Sirius había escapado aquella noche en su tercer año.
"Potter con un giratiempo, vaya, vaya, qué podría tramar con uno de ésos." Continuó Snape, su voz volviéndose sedosa y haciendo que se erizara el pelo de la nuca de Harry. Snape miró directamente al director, y frunció el ceño cuando Dumbledore le dijo buenos días con la mano y se dirigió a la puerta.
Harry nunca había visto a Dumbledore parecer tan traviesamente culpable antes.
Dumbledore se deslizó por la puerta y Harry se preguntó si tenía oportunidad de coger otra tostada de la cocinita antes de dirigirse a clase. Ahora que la charla había terminado, Harry de repente se sentía de vuelta a la normalidad.
"Sólo puedo imaginar lo que el Profesor Dumbledore se traería entre manos." Comentó Harry con jovial y fingida inocencia.
"Sin duda." Snape lo detuvo en su camino, agarrando el jersey de Harry y haciéndole girar a un torpe abrazo. Harry se tensó por unos segundos antes de dejarse hundirse contra Snape. A Harry nunca se le habría ocurrido pedir un abrazo, pero sentaba bien tras la discusión. Se sentía como perdón.
"Intentaré no auto-sacrificarme en el futuro." Prometió Harry en la espesa lana negra contra la que estaba apretada su mejilla. Snape olía a desodorante old spice y levemente a jabón carbólico.
"Buen chico." Murmuró Snape, y Harry no se sintió insultado por el término chico. Iba a retroceder pero de repente encontró el brazo de Snape apretándose a su alrededor, y la voz profundizándose.
"El famoso Harry Potter, aprendiendo a compartir el heroísmo. Giratiempo extraordinario." Continuó Snape, y Harry se tensó. Uy uy.
"Técnicamente fue Hermione quien…" Los dedos se apretaron alrededor de sus costillas y Harry dejó escapar una risilla. No había sabido de niño que tenía cosquillas, y lo maldijo ahora.
"Pronto descubrirás que hay algunas cosas que tanto tú como yo preferiríamos con mucho que yo nunca sepa. Eso, o mis sospechas respecto a los incidentes nunca están justificadas. Confirmar mi muy fuerte creencia de que tuviste algo que ver con liberar a ese miserable chucho la noche que fui aturdido por tres estudiantes es una de esas cosas."
El agarre de Snape era lo bastante fuerte para ser casi doloroso, y estaba hablando encima del pelo de Harry, sin bajar la mirada hacia él.
"Buena idea, Papá." Concordó Harry, dándole un rápido abrazo de vuelta antes de apartarse retorciéndose para llegar a clase antes de poder meterse en más líos.
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La clase de Herbología de ese día les dejó salir temprano debido a una partida bastante entusiasta de arces Maythistle que los de primer año estaban cultivando por la savia. La combinación correcta de fertilizante y cuidados de hecho había llevado a plantas sanas y robustas; que ahora estaban intentando germinar miles de semillas con forma de helicóptero sobre todo el invernadero cuatro, volviéndolo inútil para la clase. Gruñendo por no querer estar metido en una habitación con esperma de árbol diseminado por todas partes, Ron sugirió enseguida una visita a Hagrid en su tiempo libre y los tres salieron de inmediato.
"Snape no va a aparecer de repente doblando la esquina si sales, ¿verdad?" Preguntó Ron, poniéndose su gorro y mitones naranja brillante de los Cannons.
"No. Estoy castigado los fines de semana, pero me deja estar durante la semana." Harry se encogió de hombros, poniéndose el abrigo.
"Eso es extraordinariamente justo, Harry, considerando cuán preocupado estaba por ti." Respondió Hermione, poniéndose la bufanda apretada a su alrededor mientras salían por la puerta delantera.
"Yo… él se pone así. En realidad no recuerdo lo que ocurrió después de que la serpiente me mordiera anoche de todos modos." Admitió Harry, sus mejillas sonrojándose. Por el frío de afuera, se dijo Harry, no por vergüenza.
"Juraste bastante alto." Respondió Ron, sonriendo ampliamente a Harry.
"Tú también lo habrías hecho." Replicó Harry, levantando su mano todavía vendada.
"Sí, bueno, aparte de todas las bromas, Harry y Ronald, fue una visión aterradora. Esa cosa tenía una mente propia y hubo ese gemido horrible que hizo cuando te mordió." Hermione se estremeció, enganchando el brazo a través del de Ron.
"Espera un momento. ¿Por qué siempre me llamas Ronald, y nunca Harold a él?" Preguntó Ron, pateando un montón de nieve por delante por accidente y alcanzando la parte trasera de los pantalones de Harry con ella.
"Porque pienso que yo soy sólo Harry." Respondió Harry, sacudiéndose la nieve de la pierna y lanzándole a Ron una mala mirada fingida. Hermione asintió y siguió caminando.
"¿Cómo te llama Snape cuando estás en problemas?" Preguntó Ron, su sonrisa burlona bastante evidente.
"Elliot. Pero él tiene esta manera de hablar, haciendo que suene que está más decepcionado conmigo que enfadado. No sé cómo lo hace, pero realmente me afecta." Respondió Harry, levantándose el cuello más para cubrirse la parte superior de los hombros.
"Está haciendo que te sientas culpable, Harry, por decirlo francamente. Es una forma de transmitir el mensaje que mantiene tu atención y apunta a tu instinto básico de hacer que se enorgullezca de ti. La decepción golpea donde más duele."
"Gracias, Dra. Granger." Replicó Harry, poniendo los ojos en blanco.
"Tiene razón, colega. Mamá puede exagerarlo como si el mundo se acabara si quiere."
"Eso me resulta familiar, Ron." Harry rio mientras se deslizaban un poco sendero abajo hacia donde Hagrid. Había un resplandor brillante en la ventana, y humo saliendo de la chimenea, haciendo que la casa pareciera acogedora y cálida contra la tormenta.
"Fue él quien estaba corriendo por el pasillo, ¿no? ¿Las botas sobre el suelo?" Preguntó Harry, recordando retazos del ruido que había explotado en la sala de trofeos.
"Sí. Ni siquiera nos gritó por estar allí, sólo nos empujó a un lado y fue directo hacia ti, chequeando para ver si estabas poseído o algo." Respondió Ron.
"Te pasó unos diez escáneres corporales antes de dejar que el Profesor Dumbledore se acercara a ti, y él mismo limpió la mordedura de la serpiente. Te llevó a las mazmorras, en lugar de a la enfermería, y nos hizo contarle tres veces lo que había ocurrido." Añadió Hermione, una leve sonrisa en el rostro.
Harry también tenía una sonrisa estúpida en la cara, pero mantuvo la mirada al frente sobre la puerta de Hagrid y se enorgulleció de sí mismo por recordar pedirle a Hagrid más pedazos de metal antes de que regresaran al castillo para cenar.
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La detención comenzó brillante y temprana el sábado por la mañana, y para gran sorpresa de Harry, no tuvo que limpiar el apartamento de Snape. Imaginó que los elfos domésticos estaban a cargo de limpiar todos los aposentos del personal, lo que le parecía bastante bien a Harry. Snape se sentaba a su escritorio, vestido cómodamente con una camisa negra de cuello y pantalones grises, el cabello enganchado tras las orejas mientras corregía ensayos, uno o dos mechones sueltos cayendo hacia el pergamino que estaba examinando.
"Deja tu mochila junto a la puerta y coge el cuchillo de la mesa de la cocina, quiero esos ingredientes finamente picados y en tres cuencos separados." Ordenó Snape, sin levantar la mirada de su trabajo.
Harry hizo lo que le dijo y caminó hasta la cocina, la nariz retorciéndose con disgusto por el olor. Era bastante familiar, pero no podía ubicarlo del todo. Su estómago gruñó infeliz, ya que había corrido a desayunar y conseguir los pedazos de metal de Hagrid antes de ir donde Snape.
Acercándose al cuenco, Harry descubrió cuán enfermizo era el sentido del humor de Snape. Había tres cuencos diferentes y un gran cuchillo de chef sobre la mesa, junto a dos cebollas españolas, un manojo de cebollinos, y dos manojos de cebollas verdes. Recordó aquella terrible noche en Stockport, vomitando su cena y la cerveza, y el olor, oh, cómo el olor de cebollas fritas había invadido el cuarto de baño donde habían estado y al parecer se había filtrado bajo su piel.
Harry pasó por un manojo de cebollas verdes forzándose a pensar en el helado, las ranas de chocolate, y la cerveza de mantequilla que esperaba que Ron y Hermione le trajeran de Hogsmeade cuando fueran la próxima vez. Harry se quitó el viejo suéter azul de Snape que había llevado y respiró hondo junto al sofá, antes de regresar a la mesa y comenzar con las cebollas españolas. Ésas, descubrió, luchaban sucio. No sólo el olor era más fuerte, sino que Harry sintió que le picaban los ojos con cada tajo y las lágrimas comenzaron a caer espontáneamente. De no haber temido perturbar aún más a su estómago, Harry habría reído por el ridículo de su reacción.
"Pensaba que no ibas a usar castigos escolares para rollos en casa." Dijo Harry, tirando del cuello de su camiseta y enganchándoselo sobre la nariz. No le importaba cuán bizarro se viera; el olor estaba haciéndole considerar seriamente revisitar el desayuno.
"No estoy haciéndolo." Respondió Snape, sin levantar la mirada del escritorio.
"¿Qué? ¿No estás haciéndome picar esto para alguna poción o lo que sea?" Preguntó Harry, empujando la cebolla con el cuchillo para darle énfasis.
"Sofrito." Sentenció Snape, agarrando otro rollo y desplegándolo para leerlo. "Congelo lo que no uso."
Harry parpadeó, inseguro de qué decir a eso.
Veinte minutos después, Harry empleó el respiro que se le había concedido para frotarse las manos y la cara en el baño, esforzándose por quitarse el olor a cebolla de la piel. Regresó a la sala de estar, perdiendo el equilibrio cuando notó a Snape mirándolo fijamente. No era una mirada 'estás en un lío'; era más la mirada que Snape normalmente dirigía a una poción en clase que había ido espectacularmente mal.
Había chocolate caliente sobre la mesa, sin embargo, junto a un plato de mantecados, y Harry se concentró en eso en cambio. Había bastantes libros apilados junto al plato, libros de facturas domésticas, registros de seguros, y recibos de impuestos que Harry había visto a Snape hojear algunas veces. Se preguntaba si estaría ayudando a clasificar eso a continuación cuando Snape interrumpió sus pensamientos.
"Parte de la razón por la que no deseaba que destruyeras el horrocrux es porque necesitaba estudiar los efectos que tiene en el objeto que lo alberga." Dijo Snape, su tono bastante serio.
"Me di cuenta de eso después." Respondió Harry quedamente, quemándose la lengua por accidente con el chocolate caliente.
"Naturalmente. Después de visto todo el mundo es listo, al fin y al cabo. Independientemente, he encontrado una manera que creo destruirá el horrocrux en tu cicatriz, sin causarte grave daño personal, y lo más probable es que la probaremos en el año nuevo."
"Eso es genial." Harry sonrió radiante, ignorando la parte que significaba que probablemente también estaría enfrentándose a Voldemort en un último combate en el nuevo año. Snape seguía estudiándolo con ojos penetrantes, y Harry los encontró levemente inquietantes.
"Sí. Quizá." Snape convocó un pedazo de pergamino que tenía un dibujo bastante detallado de un cerebro humano, incluyendo las subsecciones de las diferentes áreas del cerebro que controlaban el cuerpo y sus habilidades.
"Tu cicatriz contiene una pequeña porción del alma del Señor Tenebroso." Harry asintió en acuerdo mientras Snape transfiguraba otro pergamino de papel en un film transparente, como las láminas que los maestros muggles habían utilizado en la escuela primaria de Harry. Había un extraño borrón negro en él, y Snape lo puso sobre el cerebro. "Ahora sabemos por el diario y por lo que oí de la insignia, que ese pedazo de alma es capaz de pensamiento independiente de diversos grados. La cuestión es, al eliminar el horrocrux, cuánto del Harry Potter que eres hoy desaparecerá también."
Snape deslizó el film sobre el cerebro, la zona negra superponiéndose a partes del cerebro que participaban en el lenguaje, habilidades motoras finas, memoria, gusto, y lógica. Harry miró con horror la cantidad de cerebro cubierta.
"Pero, ¿ese pedazo de él no se considera extra? ¿No una sustitución de mi cerebro?" Tartamudeó Harry, los ojos no abandonando la hoja.
"No tengo idea. Eso es por lo que quería estudiar el horrocrux, pero desafortunadamente, tú eres el último que queda."
Harry tomó otro trago de chocolate caliente, ni siquiera haciendo una mueca cuando alcanzó su lengua. Sentía bastante frío, y estaba dispuesto a apostar que su semblante se había vuelto fantasmalmente blanco.
"Estoy refinando mi solución, para preservar de ti tanto como pueda, de llegar a eso." Dijo Snape suavemente, transmitiéndole a Harry con los ojos en lugar de las palabras que lo que fuera que perdiera, Snape volvería a enseñárselo. Si era posible. Tras un minuto de silencio, Snape empujó un rollo de pergamino hacia Harry y le tendió un tintero y una pluma.
"Comienza con tu ensayo sobre la dependencia, quiero que esté terminado para la hora del almuerzo. Tras el almuerzo repasaremos el plan de presupuesto doméstico que has comenzado para tu apartamento ficticio."
Snape se levantó y se estiró, levitando su propio trabajo de corrección de vuelta a la cartera junto a su escritorio. Mientras pasaba junto a Harry se detuvo y puso la mano en el hombro de Harry.
"Ahora es el momento en que necesitas confiar completamente en mí." La mano apretó una vez, y Harry asintió. Había algo que decir sobre tener a un maestro de pociones fuerte, estricto, duro como la roca apoyándole.
Mientras Snape se dirigía al pasillo donde estaba su dormitorio, Harry recordó de repente lo que iba a preguntar.
"¿Todavía vamos a Holanda por Navidad?" Había un filo de esperanza en su voz por el que Harry se dio una patada. Con los Dursley, si parecía remotamente ilusionado por algo, habían estado decididos a arruinárselo.
"¿Crees que mereces regresar a Ámsterdam?" Contraatacó Snape casualmente, dejando pensar a Harry.
Quedaban tres semanas hasta Navidad y estaba decidido a volver a ganarse su viaje.
