N/A Hay una nota del autor al final que explica algunas cosas. Este capítulo es un poco fluffy, y no tengo excusa para eso. ;)

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La Navidad está por Todas Partes

Harry no pudo evitar ser barrido en el emocionado zumbido de los estudiantes justo antes de las vacaciones de Navidad. Las clases eran más ligeras (excepto la de Snape), había sonidos de villancicos de Navidad mal cantados en los pasillos (excepto cerca de Snape), y el gran comedor estaba abarrotado con enormes árboles de Navidad una vez más. La misma última noche, cuando los baúles estaban empacados, los estudiantes abrigados y metidos en los carruajes hacia el tren, Harry cubrió su baúl con su capa de invisibilidad y fue de paseo, levitándolo ante sí. Se encaminó hacia el despacho de la Profesora McGonagall y le deseó felices fiestas mientras viajaba por flu a casa en Stockport.

Harry no sabía si un elfo doméstico había venido a limpiar Spinner's End mientras estaban en Hogwarts, pero cuando atravesó la rejilla de hierro para el fuego respiró hondo y por una vez sintió que había llegado a casa. Snape estaba en la cocina, sacando la cena del horno, y le dijo a Harry que llevara sus cosas arriba antes de venir a cenar. La pura diferencia entre ser bienvenido a casa con aceptación en lugar de odio hizo que Harry casi tropezara en las escaleras con energía.

Cuando regresó rebotando a la cocina, Snape estaba dirigiéndole una mirada extraña y comenzando con su propia cena. Típico pastel de carne de pollo inglés, con trozos de verduras que el vapor vertió cuando Harry cortó el suyo.

"¿Papá?" Preguntó Harry, tomando un trago de leche para aliviar su lengua ardiendo. Sabía que la comida estaba caliente pero no pudo resistirse a un bocado en cualquier caso. "¿Cuánta de esa poción tienes?"

"¿Qué poción?"

"La que, ya sabes. Me encoje." Harry partió otro trozo y le sopló para enfriarlo.

"Suficiente. ¿Por qué, estás planeando de-evolucionar durante las vacaciones?"

Harry tosió por la pregunta y se negó a levantar la mirada, en cambio interesándose mucho por los guisantes que había en la comida.

"No lo sé. Quiero decir, es más una fiesta de niños, ¿no?" Harry apuñaló uno de los guisantes y accidentalmente lo mandó carenando contra su vaso de leche.

"También es tu primera Navidad real desde que eras bebé, ¿correcto?" Preguntó Snape, cortando directo a la cuestión.

"Sí." Respondió Harry, levantando la mirada y maldiciendo el leve sonrojo que podía sentir en sus mejillas. Snape lo estudió por un momento antes de extender la mano y convocar no verbalmente un vial del frigorífico. Lo colocó en la mesa junto al plato de Harry.

"Puedes decidir entonces si quieres pasar la Navidad como niño de seis años." Dijo Snape finalmente, regresando a su cena.

Harry no estaba seguro de lo que vio Snape en su expresión que le hiciera decidir eso, lo que en realidad era mejor. Harry estaba esperando con muchas ganas una Navidad real en familia, e imaginaba que en el cuerpo de seis años y bajo el aspecto de ese conjunto de emociones, sería capaz de obtener más formas infantiles de consuelo y entretenimiento durante las vacaciones.

"Sin embargo, no vas a tomar eso hasta que compremos el árbol," Snape sacudió el dedo al falso gemido de Harry, "ya que no arrastraré eso a casa yo mismo, perezoso. Y volverás a tu cuerpo de dieciséis años el día 27 para la visita de los Weasley. Si crees que Molly Weasley te acosa ahora para que comas, sólo espera hasta que vea qué enano flacucho eras a los seis."

"¿Qué? Tú no me molestas por ello." Señaló Harry, tomando otro bocado.

"Por supuesto que no lo hago. La mitad del antídoto es una poción nutritiva, ¿no puedes saborearla?"

"No, para ser honesto, todas saben bastante a mier…"

"Hielo delgado, muchacho." Amenazó Snape con su cuchillo apuntando a Harry. "Hielo delgado."

Harry sonrió ampliamente y se metió más pastel de carne en la boca, para evitar decir nada más.

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La Nochebuena fue pasada en la sala de estar, viendo televisión prestada por los vecinos de nuevo mientras el tiempo miserable llovía fuera. Snape se sentaba en su sillón junto a la chimenea, fingiendo leer su revista muggle de ciencias de la salud y frunciendo el ceño a los dibujos animados infantiles en la tv. El Harry de seis años se encorvaba tendido en el sofá, sidra de manzana caliente en el suelo a su lado. Tenía la manta tejida de su dormitorio envuelta en la parte inferior del cuerpo, un pie metido en un calcetín colgando sobre el borde del sofá mientras miraba a Rudolf el reno de nariz roja brincar por la pantalla.

Harry sonreía con satisfacción perversa, preguntándose qué estaba haciendo ahora su primo. Normalmente, Dudley estaría jugando un juego de ordenador o mirando la tv, atiborrándose de las galletas y caramelos navideños baratos que Tía Petunia siempre sacaba. Se aseguraría de que su media estuviera colgada en el mismo centro de la chimenea, y la más grande en el árbol. Se burlaría de Harry, se mofaría de él por no recibir ningún regalo, y subiría como un trueno las escaleras a la cama para esperar la mina de oro de presentes por la mañana, y a Harry haciendo el desayuno para todos.

No este año. Harry se estiró y bostezó mientras comenzaban los anuncios, rascándose la frente distraído. Todavía no eran las nueve pm, y estaba muy calentito en la sala con el fuego y la sidra. Sonrió, sintiéndose completamente contento por una vez.

"Ésa sonrisa en tu cara parece estúpida." Dijo Snape de repente, sin levantar la mirada de su revista. "No puedo creer que encuentres divertida esta bobada infantil."

"Feliz Navidad también a ti." Respondió Harry, sonriendo más ampliamente mientras se levantaba y aferraba su manta.

Una hora más tarde encontró a Snape todavía sentado en su sillón, las noticias locales puestas y emitiendo actualizaciones periódicas del progreso de Santa a través del mundo, un niño pequeño acurrucado en su regazo con una madeja de cabello enmarañado metido limpiamente en el hueco de su cuello. Una manita se aferraba a su bata, y la respiración del chico se movía regularmente a tiempo con la de Snape. Una taza de ponche de huevo especiado estaba en la mesa a su lado, y tras comprobar para asegurarse de que Harry estaba completamente dormido, Snape chasqueó su varita y la tv cambió de vuelta al canal de dibujos animados, a tiempo para pillar el inicio de la única película navideña que le había gustado de niño. Los sonidos de Charlie Brown llenaron la sala y Snape envolvió la manta alrededor del delgado cuerpo de Harry mientras se recostaba y disfrutaba de la primera Nochebuena que había celebrado en Spinner's End desde que tenía diecisiete años.

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Harry despertó a las seis y media la mañana de Navidad. El aire en su habitación era bastante frío, justo como le gustaba, y las mantas muy calientes. Harry se quedó mirando al techo e imaginó lo que encontraría abajo, si encontraría algo de Snape bajo el árbol. Si merecía algo. Era un temor estúpido, ya que Snape hasta ahora había demostrado ser un tutor muy proveedor, por a menudo que intentara ocultarlo.

Harry se dio la vuelta y miró alrededor de su habitación, los ojos siguiendo la curva de la costa este de África en el papel pintado del mapamundi frente a su cama. Si no podía volver a dormirse siempre había algunos libros en su estantería que podía hojear, ya que no creía que Snape quisiera ser despertado antes de las 8 am, sin importar qué día fuera.

Aunque primero, haría una parada en boxes en el cuarto de baño. Tres tazas de sidra anoche habían empujado el límite de verdad, pensó Harry mientras arrastraba los pies por el frío suelo de madera y se deslizaba en el pasillo a oscuras. La puerta del dormitorio de Snape estaba cerrada, como Harry esperaba que estaría, y el suelo de baldosas del metro del baño estaba gélido mientras hacía su rápida parada en boxes. Regresando a su cuarto, Harry se detuvo cuando se fijó en la puerta de su dormitorio.

Una fina media tejida azul marino colgaba del picaporte de la puerta, con el nombre de Harry cosido en blanco en la parte superior, y un parche verde sobre el talón de la media. Estaba repleta de cosas, abultada en el centro, y simplemente esperando a que Harry la encontrara. Otro vistazo a la puerta de Snape confirmó que él era el único con una media, y la curiosidad venció a la paciencia. Cogiendo la bolsa de obsequios, Harry se deslizó de regreso a su dormitorio y trepó bajo las mantas, volcando su premio.

Tres pequeñas mandarinas aparecieron de inmediato, seguidas por algunos pequeños bombones navideños, una rana de chocolate, un cepillo de dientes nuevo, un libro de crucigramas, una baraja de cartas con marcas en ruso, una snitch dorada de juguete, tres postales de Ámsterdam, hilo dental mentolado, y unos mitones de los Murciélagos de Ballycastle.

Eran cosas pequeñas, baratijas realmente salvo por el cepillo de dientes, pero todas eran cosas que le gustaban a Harry y sería útil que las tuviera. Sin importarle la hora, Harry abrió uno de los bombones y comenzó a hojear el libro de crucigramas.

Snape llamó a la puerta una hora después, encontrando a Harry masticando una de las mandarinas, y jugando al solitario con las cartas rusas. Ofreció un buenos días gruñón, antes de decirle a Harry que se pusiera ropa abrigada y esperara hasta que Snape le dijera que bajara. Harry se sintió ridículo por un momento mientras debatía consigo mismo qué vestir, antes de decidir ponerse simplemente una camiseta de manga larga de Quidditch Gryffindor que había conseguido en primer año y enseguida se le quedó pequeña. Tuvo que encogerla un poco para que le viniera ahora, pero era mucho mejor que sus otras camisetas. Todavía llevaba sus pantalones de pijama de franela gris, y decidió con espíritu navideño ponerse calcetines verdes de lana que combinaran.

El olor a café filtrándose sopló escaleras arriba antes de mucho rato y Harry también captó un soplo de pastel horneado. Por fin llegó la llamada de Snape y Harry abandonó su cuarto, decidiendo dejar la media allí. Bajó las escaleras a oscuras, estremeciéndose un poco con el aire frío, y pisando en todos los lugares que crujían. Pudo oír un fuego crepitando en la biblioteca y abrió la puerta empujándola con una sonrisa en la cara. Se sentía como un niño de seis años sobre-excitado, y fue la primera vez que podía recordar sentirse así por la Navidad.

La sala estaba iluminada por el fuego caliente en la chimenea y las velas que estaban encendidas en el árbol. Bolas azules, plateadas y verdes centelleaban a las llamas vacilantes y el espumillón colgaba entre los viejos adornos de hojalata y metal prensado que Snape había desenterrado de una caja en la bodega. Bajo el árbol había un montón de regalos alegremente envueltos de extrañas formas y tamaños, y en la cima del árbol se erguía una pequeña hada alada plateada que tenía una sonrisa traviesa y guiñó el ojo a Harry mientras se fijaba en la imagen. Dos tazas humeantes de café estaban sobre la mesa de café junto a un plato de bollos pegajosos recién hechos y Snape estaba sentado con su bata y zapatillas, una pierna cruzada sobre la rodilla, sin lograr del todo mantener fuera de su rostro la sonrisa complacida.

"Feliz Navidad, Elliot." Dijo Snape, agitando la mano hacia los regalos. Harry se zambulló en el árbol con una amplia sonrisa en la cara, dividiendo los presentes en montones y apilándolos junto al sillón de Snape y su sitio en el sofá. Harry por fin se instaló en el canapé, una cajita en la mano y su manta envuelta alrededor de los hombros, antes de levantar la mirada para pedir permiso para comenzar a abrir regalos. Snape le dirigió un pequeño asentimiento cortante, y en el rincón de la habitación la radio sin cables se encendió y comenzó a sonar música navideña.

La primera caja, que había sido etiquetada de Papá, resultó ser su propio traductor babelfish. La mandíbula de Harry cayó mientras levantaba la mirada hacia Snape, alucinado por haber recibido realmente uno. Se habían hecho modificaciones en el babelfish también, le dijo Snape, que le permitían oír ambos idiomas en diferentes volúmenes mientras eran hablados. Harry podía apagar esa opción si quería, pero Snape teorizaba que facilitaría aprender el idioma.

Un regalo para Snape de la Sra. Weasley trajo una risa de Harry, ya que era un libro de recetas familiar. El Profesor Dumbledore enviaba a Snape bombones caros y una caja de caramelos de limón para Harry, y una gran bolsa de regalos que decía De Santa en escritura que se parecía sospechosamente a la de Snape trajo a Harry cinco paquetes diferentes de calcetines deportivos en cuatro colores distintos. Hermione enviaba a Harry un grueso libro repleto de blasones de familia y diferentes iconos y símbolos del mundo mágico, que podría usar para tallar, y Ron enviaba algunos libros de chistes de la tienda de sus hermanos. La Profesora McGonagall regaló a Snape una cámara, y a Harry le alucinó ver que había incluso un regalo para Snape de Ron y Hermione. Era sólo un pequeño vale de regalo para un apotecario, pero para Harry era la oferta perfecta de una rama de olivo. Snape pareció satisfecho con ello también, ya que metió el vale en su cartera y puso la tarjeta sobre la repisa de la chimenea con las demás.

Después de ponerse su suéter Weasley de costumbre (este año de un gris-azul acerado), Harry se zampó un bollo pegajoso e inspeccionó su siguiente regalo de Snape. La diversión en los ojos de Snape mientras Harry sacudía gentilmente la caja rectangular no hizo nada por mitigar su preocupación de que fuera algo embarazoso, y pensó que el ruido sordo que hizo la caja sonaba bastante familiar, casi como un videocasete. Dejando el plato, Harry fue a abrir el papel y sacudió los dedos cuando Snape envió un hechizo scourgify para eliminar la cobertura pegajosa de su mano. Hubo rodar de ojos también pero Harry lo ignoró por completo y desgarró el papel para encontrar un videocasete VHS de Una Navidad en Familia con los Teleñecos.

"He sido informado de que tus Fraggles hacen la aparición más fascinante en esta película." Comentó Snape, los ojos riéndose de Harry desde detrás de su taza de café.

"Nunca vas a dejar pasar eso, ¿verdad?" Harry arrugó la cara juguetón, dándole la vuelta al videocasete para leer la sinopsis de la película. Estaba avergonzado y divertido, pero también conmovido porque los regalos de Snape parecían ser algo en lo que había puesto pensamiento en Harry.

"No en tu vida." Confirmó Snape, cogiendo su siguiente presente. Era una larga caja rectangular, un poco más ancha que una caja de varitas de Ollivander e igual de gruesa. Harry observó con intenso nerviosismo, ya que éste era el regalo en que más se había esforzado. Snape desenvolvió el papel cuidadosamente, a diferencia de Harry, y sus ojos se ensancharon por lo que reveló el papel dentro de la caja. Lo levantó para inspeccionarlo, y Harry se sintió ridículamente complacido por la mirada de sorpresa en su rostro.

Era sólo un pedazo de madera, un bloque de arce que había comenzado en la cabaña de Hagrid y había sido hallado por Harry una tarde cuando se había pasado para el té. Tras varias horas de trabajo en él, la madera tenía ahora una silueta de caldero delicadamente tallada en la parte inferior, y una voluta de vapor reluciente elevándose desde el caldero y ondulándose tabla arriba, en la que había hecho un sendero de agujeros taladrados. Era un tablero de cribbage; Harry había sacado la idea para el diseño después de quedarse mirando el libro de texto de Elaboración Avanzada de Pociones que Snape le había dado a Harry. Las pequeñas clavijas marcadoras, que Snape estaba ahora deslizando fuera de su escondite en la base del tablero, eran en realidad diminutas réplicas de los cucharones que normalmente utilizaban en clase, un conjunto de bronce y un conjunto de peltre para los diferentes jugadores.

"Esto es exquisito." Comentó Snape en un suave aliento, inspeccionando los marcadores. "¿Tú hiciste esto?"

Harry imaginaba que no sería capaz de dejar de sonreír por una semana. Había impresionado a Snape. Snape estaba realmente impresionado por algo que él había hecho.

"Sí. Me prohibiste ir a Hogsmeade, así que Hagrid tuvo que conseguirme el metal. Pero lo hice todo yo mismo."

"Merecías ser castigado por tu idiotez." Respondió Snape distraído mientras pasaba los dedos por el sendero de agujeros que llevaban a 121. Gracias. Éste es un regalo muy bonito."

"De nada." Respondió Harry, de repente no queriendo darle mucha importancia a las cosas. "Gracias por el babelfish, y el vídeo y los calcetines." Harry se levantó y se estiró, crujiendo los dedos de los pies cuando lo hizo.

"Los calcetines eran de Santa, como decía la etiqueta. ¿Te parezco un hombre jovial con sobrepeso en un traje rojo?" Respondió Snape con una mirada mordaz, haciendo que Harry casi se doblara riendo de la imagen mental que había aparecido de inmediato en su cabeza.

"Ahora, ayúdame a deshacernos del papel, pondremos tu insufrible película en la televisión y estrenaré el tablero dándote una completa paliza en una partida o tres." Continuó Snape, dejando el tablero sobre la mesa y enviando los platos a la cocina.

Harry imaginaba que ésta era la mejor Navidad lejos de Hogwarts de su vida, y no le importó cuando Snape ganó tres partidas de cribbage seguidas, ni cuando se burló de Harry por cantar con la película.

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Nochevieja fue un día muy frío para los estándares de Ámsterdam, los vientos azotando a través de algunas calles, haciendo que Harry sintiera cada grado de esa temperatura de menos diez Celsius. No le importaba una onza, sin embargo, en cambio simplemente escogiendo abrigarse más bajo su bufanda mientras él y Snape salían de la Estación Centraal de Ámsterdam. Harry miraba alrededor con una sonrisa satisfecha en la cara, disfrutando las coronas, guirnaldas, y luces de colores que iluminaban los escaparates en las viejas casas de canal que marcaban el camino hacia la plaza Dam, donde por las luces destellantes y la música alta supuso que había un carnaval.

Siguió a Snape a través del gentío de familias de paseo el último día del año, sonriendo ampliamente a los niños pequeños que iban vestidos con ropa nueva y con los ojos danzando por los dulces festivos que habían tomado. Se subieron a un tranvía, Harry parado junto a Snape y balanceándose mientras el tranvía saltaba sobre las vías. Harry recordó la primera vez que había montado en un tranvía holandés en verano, como niño que estaba aplastado en el asiento entre Snape y el costado del vagón, mirando maravillado por la ventanilla. No mucho había cambiado, excepto unos pies de altura, pensó Harry mientras miraba de nuevo por la ventanilla al escenario que pasaba.

El tranvía los escupió en Leidseplein, la muy abarrotada plaza que estaba llena de turistas y holandeses comenzando temprano las celebraciones de la noche. Acróbatas callejeros estaban actuando en un espacio circular frente a la parada de tranvía, todos los pocos árboles en el área estaban iluminados con luces navideñas, y había un pequeño claro donde se había instalado una pista de hielo para patinar. Harry la miró con anhelo mientras caminaban a su alrededor, y fue una mirada que Snape no pasó por alto.

"Si quieres jugarte el cuello en una lámina de hielo, sírvete." Ofreció Snape, asintiendo con la cabeza hacia el puesto de alquiler de patines. Niños de seis y siete años giraban alrededor de la diminuta pista, riendo de los ánimos y alegres gritos de sus padres mientras la rodeaban.

"Estoy bien. Quizá otro día cuando no haya tanta gente mirando." Harry sacudió la cabeza, contento con sólo mirar a los niños patinando.

"Merlín lo prohíba, un Potter que no quiere ser el centro de atención." Arrastró Snape, pero carecía del desdén que esta frase normalmente llevaba de él.

"Mañana es un nuevo año." Replicó Harry ingenioso.

"Eso es." Concedió Snape con una sonrisa burlona.

Snape condujo a Harry a través de un grupo de adolescentes alemanes borrachos hacia un pequeño edificio en la esquina noroeste de la plaza, brillantes letras rojas destellando un logo de Boom Chicago. Harry entró por la puerta después de Snape, pasando a través de la pequeña barra al frente y deteniéndose en el puesto de entradas. Harry dejó caer su cabello hacia delante, la longitud más larga para hacerle parecer un poco mayor y sus gafas plegadas en el bolsillo. Snape le había hecho un arreglo temporal de la visión, similar a lentes de contacto muggles, y había dejado que le creciera barba en la barbilla para concordar con la fotografía en el pasaporte falso muggle que Snape había hecho.

Tenía el mismo aspecto que cuando habían ido a Londres a encontrarse con Dennis Bishop, pero esta vez en lugar de parecer un adolescente hosco, Harry estaba vestido con vaqueros oscuros, una camiseta negra y una chaqueta negra de traje ajustada. Snape estaba vestido de forma similar, aunque su bufanda era gris lisa, a diferencia de la roja y negra de Harry. La camarera les condujo a la galería del segundo piso, un lugar que Snape prefería porque cuando comenzara el espectáculo, no quería estar en la línea de visión de los cómicos. Harry pensaba personalmente que ésta era una estrategia brillante.

Llegó la cena y Snape instaló un muffliato localizado, ignorando la charla de los demás asistentes al teatro a su alrededor.

"Mi investigación ha terminado." Comenzó Snape, tomando un sorbo de su cerveza y observando atentamente la reacción de Harry. Había muy pocas dudas sobre cuál era el tema de conversación.

"Y ya que he destruido el cuarto horrocrux, no queda nada que nos detenga." Respondió Harry, dejando su tenedor.

"No." Respondió Snape, todavía manteniendo los ojos fijos en los de Harry. "Estoy bastante seguro de que el director tiene ideas de una batalla final en Hogwarts con una gran audiencia y una plétora de participantes. Yo, sin embargo, preferiría un encuentro sorpresa a mucha menor escala."

"¿Algo así como un emplasto? ¿Tira de ello rápido y no duele tanto como un tirón largo?" La inquietud de Harry discutiendo su destino era evidente en el modo en que temblaban sus manos mientras cortaba su bistec.

"Una teoría similar, sí. El Señor Tenebroso es aficionado a los discursos grandiosos y tiene intención de ponerte en su lugar."

"Sí. Delante de tanta gente como sea posible de modo que pueda demostrar que es invencible." Añadió Harry, su sarcasmo intenso.

"No me interrumpas." Snape entrecerró los ojos. "Tengo algunas ideas de cómo lograr esto, pero necesitaremos hacer un plan más detallado una vez de regreso en el colegio."

Harry asintió y tomó un trago de su gaseosa. "No me enfrentaré a él solo, ¿verdad?"

"Yo estaré allí." Respondió Snape de inmediato. "Para proteger mi inversión de tiempo, por supuesto."

Harry sonrió inquieto y empujó la comida alrededor de su plato.

"Y la poción que hiciste, ¿va a matar el horrocrux en mi interior?"

"Sí." Respondió Snape, notando que el teatro estaba llenándose bastante ahora.

"¿Y voy a morir?" Preguntó Harry entonces, pareciendo haberse armado de valor para hacer la pregunta.

Snape parecía estar considerando darle a Harry un poco de su cerveza, pero pronto lo pensó mejor.

"No si lo he hecho todo correctamente." Respondió por fin Snape, inclinando su botella hacia el plato de Harry. Harry captó la insinuación y comenzó a comer de nuevo despacio.

"¿La gente me reconocerá después? ¿Una vez mi horrocrux haya desaparecido?"

A esto Snape puso los ojos en blanco.

"¿Estás planeando que te crezcan cuernos de diablo y que tu piel se vuelva púrpura? Creo que todavía te reconocerán, si ése es el caso."

"Bueno, no." Harry sonrió ampliamente, arponeando otro pedazo de bistec. "Pero dijiste que perdería algunos pedazos de mí cuando el horrocrux desapareciera, porque no sabías lo que era horrocrux y lo que era material mío."

"Ah. Las capacidades mentales probablemente se corromperán de algún modo." Respondió Snape antes de continuar con su comida. "Similar a daño cerebral tras un suceso traumático, aunque tengo intención de remediar cualquier problema que surja lo mejor que pueda. Tu aspecto físico permanecerá igual."

"Ah, entonces podría sólo estar un poco chalado, eso no es demasiado malo entonces." Harry respiró un suspiro de alivio, casi frívolo hasta el punto de las risitas. Había estado aterrado porque no recordara su propio nombre, no recordara el rostro en el espejo al que mirara. O peor, no se percatara de que esta falta de reconocimiento era mala.

"Un poco chalado." Repitió Snape, dirigiéndole a Harry su mirada "no has comprendido una palabra que he dicho en todo el día."

"Has tenido el horrocrux desde que tenías quince meses de edad. Por extensión, estaba ahí mientras aprendías a hablar, aprendías a alimentarte por ti mismo, aprendías a usar el servicio, aprendías a escribir, leer, contar, volar, vestirte, cocinar, limpiar, hacer magia, y jugar. Cualquiera de esas actividades podría verse afectada o perderse cuando el horrocrux sea destruido."

Harry se quedó mirando a Snape mientras tragaba su bocado de comida. Quince meses no estaba tan alto en la escala evolutiva, y a pesar de que Harry sabía que el horrocrux en su interior tenía que desaparecer, el desafío que al que se enfrentaba al hacerlo francamente le aterraba bastante. No saber el resultado más probable en absoluto sería casi mejor que este juego de adivinanzas de qué se perdería.

"¿Volverías a enseñarme todas estas cosas, si olvidara cómo hacerlas?" Preguntó Harry, intentando no sonar esperanzado por que, sin importar lo que ocurriera, Snape se quedaría cerca.

"Sí, Elliot." Snape suspiró, sonando molesto y muy sarcástico. "Te ayudaré a aprender a leer de nuevo, a comer adecuadamente sin echarte la comida por encima, me aseguraré de que no te rompas el cuello la próxima vez que saltes sobre una escoba. Incluso te enseñaré con el orinal, por embarazoso que sea para ambos." Snape puso los ojos en blanco y tomó otro sorbo de cerveza.

Focos desde algún lugar al fondo izquierda de la galería se encendieron y parpadearon alrededor de la sala antes de enfocarse sobre el escenario. Harry ocultó su sonrisa mientras bajaba la mirada a su plato, dando vueltas a su tenedor. Ir a la batalla sabiendo que alguien estaría esperándole al otro lado, sin importar cómo saliera, hacía que la guerra de repente no pareciera tan imposible como antes.

"Gracias, Papá." Dijo Harry sinceramente, pillando a Snape con la guardia baja en un sonrojo.

"Sí, bueno. Cállate y cómete las judías verdes, el espectáculo está a punto de comenzar." Respondió Snape, pareciendo incómodo pero realizado.

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Una vez terminó el show de comedia volvieron a salir a Leidseplein y notaron una marcada diferencia con antes. Eran las once y cuarto, y la multitud se había vuelto mucho más ruidosa y adulta, la mayoría en diversos estados de embriaguez mientras cantaban y reían juntos. Se disparaban fuegos artificiales a intervalos aleatorios a su alrededor, cajas de petardos que los juerguistas nocturnos estaban encendiendo en las puertas de los pubs. Snape se detuvo junto al pub irlandés en el lado norte de la plaza, comprobando en su mapa de bolsillo la ruta más rápida a la plaza Dam, donde estaba el palacio, y Harry comenzó a reír mientras escuchaba la canción que estaban cantando algunas personas en la barra. Las palabras llegaban en holandés, y su babelfish traducía la mayoría de las no arrastradas. Aunque Harry captó la esencia, y rio disimuladamente mientras brindaban por un joven llamado Youp y cantaban sobre su conejo mascota que se había perdido, sólo para volver a aparecer para la comida familiar de Navidad. Harry estaba combatiendo una amplia sonrisa mientras Snape lo conducía lejos y llegaban al final de la canción, cuando el padre del muchacho acababa perdiéndose el siguiente día y se insinuaba que aparecía más tarde, alrededor de la hora de la comida.

"Ésa es una canción perturbadora." Murmuró Snape, manteniendo los ojos en el suelo y evitando velozmente algunos pequeños petardos que habían sido lanzados a lo largo de la calle para sobresaltar a la gente.

"Pobre Flappie." Respondió Harry, sonriendo como loco.

Pasaron sobre tres puentes, los canales llenos de barcos-casa iluminados y gente haciendo música a todo volumen, dirigiéndose hacia Kalverstraat. Doblando una esquina a una calle más pequeña para cortar hacia Rokin, Harry parpadeó cuando se encontraron con dos grupos de adolescentes con velas romanas, al parecer usándolas en batalla contra los otros. Se detuvieron para permitir pasar a Snape y Harry, antes de volver a comenzar y chillar de risa. Locos, pensó Harry, sacudiendo la cabeza. Esta gente estaba absolutamente loca. A su izquierda comenzaron más crujidos fuertes, una caja de petardos chispeando en la calle y gente gritando jovialmente mientras pasaban.

El ruido sólo aumentó mientras se aproximaban a la plaza Dam, enormes altavoces instalados alrededor del área desvaneciendo los últimos compases de Don't Speak de No Doubt, una de las canciones más populares del año. Otra comenzó, una canción que sonaba muy a campamento, que sonaba más a algo que Harry esperaría de un festival al aire libre, pero a la multitud parecía encantarle si Harry se guiaba por los vítores y las risas. Comenzó la letra y el gentío saltó directamente, haciendo a Harry preguntarse si su babelfish estaba funcionando bien. Todos parecían estar cantando sobre un tren.

"Vamos al De Bijenkorf." Snape se inclinó y declaró en voz alta, confundiendo más a Harry. ¿Iban a la colmena? Snape, notando la confusión de Harry, sacudió la cabeza y señaló hacia unos grandes almacenes antiguos e impresionantes en la parte norte del monumento a la guerra, las anticuadas letras blancas a un lado diciendo el nombre De Bijenkorf. Sus ventanas estaban enmarcadas con chispeantes luces blancas y colgaban guirnaldas a intervalos regulares, los escaparates inferiores iluminados cada uno en su propia luz de diferente color, los árboles de Navidad en el interior destellando blancos y plateados. En la cima del borde redondo del tejado del edificio había guirnaldas y manojos de lo que parecían bayas rojas de acebo. Harry podía ver, si entrecerraba los ojos, gente caminando por el tejado.

"Ése es el mejor lugar para ver los fuegos artificiales." Explicó Snape, conduciendo a Harry a una puerta modesta e invisible para los muggles junto a las principales cerradas de los grandes almacenes.

"¿Has estado aquí antes en año nuevo?" Preguntó Harry, sorprendido.

Snape le entregó sus entradas al portero, que echó un breve vistazo al documento de identidad de Harry. Estaba agradecido por que Snape hubiera cubierto su famosa cicatriz. Las puertas a los almacenes se cerraron mientras la multitud cantaba un exuberante "kedang kedang!" del estribillo.

"Sí, con un primo mío cuando era mucho más joven. No estaba ni de cerca tan sobrio en aquel momento." Respondió Snape con un fulgor en los ojos.

"En realidad no puedo imaginarte como un alborotador cuando eras adolescente." Dijo Harry, mientras entraban al ascensor para subir.

"Me siento insultado por que asumas que me habrían pillado." Replicó Snape, golpeteando el cogote de Harry.

Una vez llegaron al tejado, Harry y Snape salieron para ver una mini-feria callejera instalada para magos y brujas. Había pequeños puestos idénticos a los de Leidseplein, vendiendo pasteles y bebidas festivos, un carrito con distintos recuerdos de Ámsterdam, algodón de azúcar, ranas de chocolate, oscuros calderos de regaliz salados, y bebidas efervescentes de varios sabores. Al mismo extremo del tejado, frente al borde que miraba a la plaza Dam, había un pequeño escenario y un grupo de músicos holandeses que Harry nunca había oído antes tocando lo último en rock mágico holandés, situados bajo un reloj de arena resplandeciendo azul que estaba contando el tiempo para el año nuevo.

"¿Quieres un donut?" Preguntó Harry, sacando a Snape de su concentración. Había estado sumido en pensamientos mientras miraba fijamente una de las banderas tras ellos, al logo de colmena/panal de los grandes almacenes.

"¿Disculpa?" Preguntó Snape.

"Un donut. O… oliebollen." Intentó pronunciar Harry mientras señalaba al carrito de comida exhibiendo una variedad de donuts redondos en varios sabores. El carro también tenía una selección de poffertjes, pequeños mini-panqueques espolvoreados con azúcar glas, y lo que le pareció especialmente bueno a Snape, el stroopwafel. Finos pedazos redondos de gofre unidos en pares por una capa de espeso sirope de caramelo en medio.

"Una idea excelente." Concordó Snape, sacando unos galeones del bolsillo.

"Te vi mirando fijamente la imagen de la colmena antes." Dijo Harry momentos después, entre morder pedazos de donut y llenarse la boca y barbilla de azúcar glas.

"Mmmh." Respondió Snape, el caramelo del stroopwafel todavía caliente y fibroso en el aire frío.

"¿No sería perverso? Volcar una colmena sobre su cabeza y dejarles hacer el trabajo." Harry estaba sonriendo ampliamente, disfrutando su propia imaginación. "Puedo imaginarme a Voldemort corriendo por ahí, gritando '¡Estoy cubierto de abejas!' mientras los demás mortífagos intentan resolver qué hacer. ¿Qué puedes hacerles a las abejas? ¿Hay un hechizo para matarlas?" Preguntó Harry, sacando otro donut de la bolsa.

Snape simplemente alzó la ceja como para animarle a continuar. Snape había descubierto que en momentos como éste, era mejor dejar ir a Harry y divertirse con las ideas aleatorias que postulaba.

"La maldición asesina no funcionará, porque esas pequeñas cabronas son rápidas e impredecibles. Tampoco puedes convocarlas, bueno, podrías, pero ni siquiera yo soy tan estúpido para convocar algo con el cerebro del tamaño de un huevo de pez y un aguijón en el culo."

Snape resopló a esto, evidentemente pensando en los mortífagos que conocía que intentarían convocarlas de ese modo.

"Debe haber algún tipo de hechizo pesticida o algo así. La Sra. Weasley probablemente lo conozca o esté en uno de sus libros del hogar. Apuesto a que es realmente fácil, además. Simplemente caminar alrededor y gritar ¡exterminaos! O algo así." Harry terminó su donut con una floritura, pareciendo divertido por la lógica.

Snape, atrapado en la imaginería de mortífagos deficientes convocando una colmena de abejas de la cabeza de un Señor Tenebroso en pánico mientras un Harry Potter enloquecido corría alrededor en verdadera forma de Dalek, agitando su varita y ordenando a todo lo que se movía que se 'exterminara', comenzó a reír. Fue una risa profunda, una que sonaba a no usada lo suficiente, y Harry la encontró intrigante. Snape no sonreía tan a menudo, pero las líneas de risa encajaban perfectamente en su rostro y su cabello se sacudía fuera de sus ojos mientras reía entre dientes.

"Hay algo gravemente mal en ti." Respondió Snape cuando hubo recuperado el aliento.

"Sí, bueno, debe haberlo." Harry le devolvió la sonrisa, todavía de buen humor pero aún nervioso por lo que estaba por venir.

Sonó un tañido tanto desde el escenario mágico como de la multitud de abajo para comenzar la cuenta atrás. En el espíritu de las cosas Harry contó hacia atrás en holandés, los ojos azotando sobre los rostros ansiosos en su grupo y los cantos de anticipación de los muggles de abajo. Snape estaba parado en silencio, pero había una luz brillante en sus ojos mientras observaba los últimos granos de arena de 1996 salir del reloj.

"¡Feliz año nuevo!" Gritó Harry, lleno de emoción. Se quedó boquiabierto menos de dos segundos después cuando la ciudad explotó literalmente ante él. Fuegos artificiales se dispararon desde abajo en corrientes multicolores y un grupo de magos de seguridad dispararon un manojo que rivalizaba con cualquier creación que Fred y George pudieran haber creado. Apenas sintió la mano de Snape en sus hombros, un fuerte agarre que le dio la vuelta despacio para obtener una mirada de 360 grados de los estallidos de color. Harry parpadeó rápidamente mientras observaba, bastante seguro de no haber visto nunca antes nada como esto. Era casi como si los holandeses estuvieran en guerra con la noche, y estuvieran determinados a expulsarla con llamativas y vibrantes explosiones.

"La única vez que he visto algo que rivalice con esto, Sr. Potter, fue cuando derrotaste a Voldemort la primera vez." Comentó Snape suavemente, su voz no alcanzando más allá de ellos. El uso del nombre real de Voldemort no fue pasado por alto por Harry mientras se giraba a mirar a Snape.

"Espero volver a verlo este año, Elliot." Había una suave mirada en los ojos de Snape, una mirada confiada que le dijo a Harry que Snape tenía mucha confianza en la capacidad de Harry para volver a lograrlo.

Pequeños rastros de humo comenzaron a derivar a su alrededor mientras los fuegos artificiales continuaban, la ciudad iluminándose en destellos a través de los barrios en exhibiciones en su mayor parte no oficiales. Mientras Harry se inclinaba sobre el borde redondo del tejado y observaba a los celebrantes de abajo, supo de hecho que no decepcionaría a Snape.

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N/A La sidra en este capítulo es la versión sin alcohol que habitualmente consigues en otoño. No me refería a la sidra de manzana o pera habitual que compras en una lata (o haces) que te da bastante borrachera. :)

N/A Ambas canciones mencionadas en este capítulo eran populares en el '96 (no recuerdo ese año nuevo en absoluto), y las descripciones son precisas para ese momento del año en Ámsterdam. Que es uno de mis momentos del año favoritos, siempre. Para ver un vídeo de cómo explota Ámsterdam, buscad en youtube JenEstel's Amsterdam Fireworks 2009/10, el mejor clip que he encontrado hasta ahora, a los 30 segundos del comienzo. watch?v=3T5_Uzt9jVU