Capitulo IV: Durmiendo con fantasmas
En un lejano lugar, mucho tiempo atrás...
Fue liberada por el único guardia fiel que había quedado vivo en el castillo, desato sus pies y manos, la libero de su encierro –Salga de prisa, su alteza- pidió el joven guardia, la joven se levantó trabajosamente –¿Donde están las cuatro guerreras?- preguntó antes de salir –Ellas han perecido- dijo el joven con tristeza, ella no pudo evitar llorar –Cuídese, mi lady- pidió, ella corrió por las escaleras que conducían a la superficie, poco le importó el dolor que esto le causaba a sus heridos pies. Entonces encontró la tenue luz, la ciudad estaba destruida y el castillo estaba trabajosamente en pie. Un olor a sangre y muerte cubría el lugar, estaba horrorizada por lo que veía, cayo sobre sus rodillas –¿Por que!- Preguntó desesperada –¿Dime por qué haces esto!- grito enfurecida.
Londres, Inglaterra.
Scarlett miraba por la ventana el amanecer llegar por el este, el sol irradiaba su extensa luz sobre los campos verdes de los bellos jardines que rodeaban el palacio, aquella mañana era diferente, no parecía el mismo amanecer de siempre, no llovía, no hacía frío, el lugar estaba un tanto cálido, la chica dejo salir un leve suspiro, sentía un ligero alivio recorrerla, como si de pronto sus antiguos fantasmas la liberaran. Se coloco un par de jeans y una playera a su semidesnudo cuerpo para salir de su habitación, bajó por las escaleras desiertas y salió a la enorme arada principal, se quitó los zapatos para sentir el roce del pasto bajo sus plantas, era una sensación agradable, de pronto, y sin ninguna razón un "Llévame contigo" salió de sus labios –Mamá, llévame a donde estas- repitió en un sueño que vivía despierta.
–¿Scarlett?- dijo una voz extrañada detrás de ella -¿Con quién hablas?- preguntó, Scarlett giró sorprendida –Abuela- dijo reconociendo a la recién llegada, que aun vestía la bata de dormir -¿Me escuchaste?- preguntó –Solo escuche que pedías a alguien ir a donde está ¿a quién le pides eso?- Scarlett se quedo pensando un momento –A ella- le dijo mostrándole el relicario que colgaba en su cuello, ahí estaba la foto de una mujer bella, tan bella como ella –A mi madre- dijo, la reina miró incrédula la pequeña foto en el estuche –Pero, Scarlett, mira la foto que traes en el relicario, ella no es tu madre- Scarlett miró la foto –Ella es…- Scarlett parecía ausente mirando la foto –Ese es el retrato de una vieja pintura que tu abuelo compró en Grecia hace ya mucho tiempo, por su impresionante parecido contigo, pero ella no es tu madre- Scarlett miró a su abuela –Pero…- dijo apenas entendiendo lo que sucedía –¿Qué pasa?- el rey Philipe salió al jardín mirando a las dos mujeres paradas ahí, Scarlett seguía mirando la pequeña foto dentro del relicario, el Rey caminó hasta Scarlett y está le mostró la joya y su contenido –Ese retrato, la mujer que se parece a ti- dijo –Pero¿qué pasa con ella¿Por qué la cargas en tu relicario? pensé que guardabas la foto de tu madre- Scarlett los miró sin entender –Ella es mi madre- estableció, segura de sus palabras –Ella es la mujer que veo en mis sueños, a la que llamo madre¿por qué dicen ahora que ella no es mi madre?- los ancianos se miraron confusos –Scarlett, hija mía, ven a dentro- le pidió la reina –Debes haber pasado una mala noche- entraron los tres, la reina camino hasta el estudio y regreso trayendo consigo una foto –Mira, ellos son: tu padre y tu madre- dijo mostrándosela –Esta mujer es tu madre, mírala- le pidió.
Scarlett se sentó en la salita de su habitación, pensando en lo que estaba pasando, por qué esa mujer estaba en sus sueños, por qué la llamaba madre, cerró sus ojos. Una pequeña niña de rulos azules sujetados a los lados por listones estaba sentada en la banquita de madera pintada de negro, el lugar era un tanto deprimente y lúgubre, portaba un bello vestidito negro y un triste semblante en su hermoso rostro infantil –Ven aquí Scarlett- le llamo una mujer rubia de cabello corto, con una bonita sonrisa, traía de la mano a su pequeño hijo, un niño un poco mayor que ella, con la misma sonrisa de aquella mujer amable, la niña caminó hasta ella –Es hora de despedirte de tus padres- ella caminó despacio, tomando la mano libre de la mujer, la apretó cuando llegó al féretro de su padre, él yacía ahí, su rostro parecía dormido, como si pudiera despertar en cualquier momento, pero en el fondo de su corazón ella supo que no lo haría –Adiós, papá- dijo tenuemente, después camino hasta el de su madre, ella, con su cabello castaño, sus ojos pintados con sombras, su boca delineada y coloreada de un tono rosa pálido, la niña sintió sus piernas temblar, la mujer que veía dormía, y dormiría para siempre y ya jamás la abrazaría y besaría, como solía hacer –Adiós, mamá- dijo, la mujer de la bella sonrisa tomo a la niña –Debemos irnos- y apretó su mano, para que ella sintiera que no estaba sola, pero ella siempre se sintió sola, aun con sus padres.
Ese recuerdo era verdadero, aquello fue cuando sus padres murieron, y esa mujer, la que ella portaba en su relicario, no estaba en él.
Pero como explicarlo, por todos lo años en que había llevado ese relicario, desde que su memoria le permitía recordar, esa foto había estado en el relicario, aun cuando sus padres estaban vivos, esa foto siempre estuvo ahí, nunca estuvo la mujer que la dio a luz, la mujer de cabello castaño oscuro, de ojos verdes y mirada dulce. Pero entonces su memoria le trajo un viejo recuerdo, cuando cumplió 10 años su abuelo regresaba de un viaje por el mediterráneo y le había traído una bella pintura de tiempo indeterminado, la pintura lucía como si hubiese sido hecha el día anterior, pero se sabía que tenía varios siglos de vida, lo increíble era su conservación, ni siquiera la Giocconda de Leonardo tenía tal preservación, a pesar de su alto cuidado, esta pintura había sido simplemente encontrada y guardada como un hallazgo del pasado, pero no se sabia de que tiempo exactamente, y su autenticidad era puesta en tela de juicio, por su increíble lucidez, pero cuando se llevaron a cabo ciertos estudios se encontró que la pintura utilizada era totalmente desconocida, sus componentes químicos eran simplemente inexistentes en la faz de la tierra, lo que hacía pensar que podía tratarse de un impresionante hallazgo de un pasado muy lejano, quizá de la época de los faraones, o aun antes de ellos, pero la pintura fue olvidada y un mercante la encontró y la llevaba entre los objetos que vendía, Philipe estaba realmente impresionado por el parecido tan semejante con Scarlett, así que la compró y la llevo de regalo de cumpleaños a su nieta. Scarlett levanto la vista y miró el bello cuadro de la mujer que se parecía tanto a ella -¿Por qué estoy pasando por esto? Tú no eres mi madre, pero apareces en mis sueños, necesito una respuesta- dijo determinante –Mis abuelos creen que estoy enloqueciendo, y yo también lo creía, hasta ayer- dijo recordando su cita con Mikos –Pude huir de él por que sentí tu presencia dentro de la habitación ¿Quién eres?- le preguntó al cuadro, la mujer la miraba y parecía real, Scarlett alcanzó la pintura con su mano, sentía los grumos de la extraña pintura al recorrerla –Por favor, dímelo- le repitió, pero no obtuvo respuesta
Scarlett caminó confusa por su habitación, sus abuelos estaban realmente preocupados con su reciente actitud, pero ella estaba más preocupada por los sueños que estaban en su cabeza, la hacían olvidar sus antiguos recuerdos y su propia realidad. Salió de su habitación, lo mejor era despejar su mente –Oh, señorita Scarlett, estaba a punto de ir a su habitación- le dijo el mayordomo –¿Qué pasa Fred?- preguntó –En el salón esta un hombre esperándola, Mikos Rogasis- Scarlett sintió un leve sobresalto –Esta bien, Fred, iré a verlo ahora- Fred la dejo y ella caminó hasta el salón –Buenas tardes- saludó entrando –Oh, mi bella Scarlett- dijo él mirándola –Te he extrañado tanto- dijo caminando hasta ella y propinándole un apasionado beso –Espera- dijo ella empujándolo –No es apropiado- dijo separándose de él una considerable distancia –¿Qué pasa¿Acaso hice algo mal?- preguntó –No, nada, soy yo, anoche, lo que estuvo a punto de pasar… como sea, no pasó y me hizo ver lo que quiero y lo que no- dijo seriamente convencida –¿Y qué es lo que quieres?- preguntó el hombre en tono grave –Buenas tardes- la abuela de Scarlett irrumpió en la conversación –Abuela- dijo Scarlett –Él es el señor Mikos Rogasis, lo conocí en la cena de los Ljungberg- se apresuró a presentarlo –Ella es mi abuela, la Reina Isabell- dijo –Mucho gusto, señor Rogasis- el hombre sonrió con es sonrisa cautivadora que poseía –El placer es todo mío- dijo en un tono galante.
Scarlett caminaba por los jardines que rodeaban del palacio acompañada del imponente hombre que era Mikps Rogasis –Ya no quiero que me busques- dijo ella en tono áspero –Ya no quiero estar contigo, no quiero estar cerca de ti- dijo aun más fría –¿Por qué?- preguntó él sin entender –Porque no me gusta la persona que soy cuando estoy contigo, no me gusta la forma tan desesperada que necesito de ti, no me gusta esa sensación de pasión insana que siento al estar cerca de ti- dijo sin mirarlo, pero desasiéndose de los pesados grilletes que la ataban –No te entiendo… si te sientes así ¿por qué no dejas que pase?- dijo él sujetándola con fuerza por la cintura –¡No!- dijo empujándolo como en el salón hacia un momento –No quiero sentirlo, no me gusta, no lo necesito, por eso no quiero que pase- dijo. Él sonrío, pero su sonrisa no era más seductora o galante, ni siquiera amable –Te arrepentirás de esto- dijo en un tono que Scarlett no reconoció en él –¿Me estás amenazando?- Preguntó ella mirándolo juiciosamente –Tómalo como quieras- dijo más relajado, pero el tono de amenaza seguía en su voz –Cuídate- y camino hacia su auto. Scarlett miró con atención su salida por la entrada principal, hasta que desapareció de su vista detrás de la cerca de árboles verdes que rodeaba la entrada principal.
Dos semanas después…
Scarlett almorzaba con Fredrick y el equipo de fútbol –Scarlett, oye- le decía murmurando –¿Qué?- pregunto ella en el mismo volumen de voz –Que paso con Mikos Rogasis¿ya no sales con él?- Scarlett sintió como si un aire helado le recorriera la espalda –Eh… yo… no ya no- dijo nerviosamente –¿Qué pasa, estas bien?- le preguntó al notar el estado de su amiga –Si, si, claro que si- respondió ella tratando de mostrar lucidez –No te creo, luego hablamos- Scarlett sabía que no había podido engañarlo, pero era cierto que tampoco había mucho que decir, desde aquella noche no había vuelto a verlo y parecía que había desaparecido de su vida, o así lo consideraba.
Scarlett caminaba sola por el pasillo después del almuerzo, Fredrick se había quedado con sus compañeros de equipo, así que ella decidió salir, cuando él apareció –Buenos días Scarlett- ella lo había estado evitando desde hacia dos semanas –Profesor Jonathan, buenos días- dijo lo más ecuánimemente que pudo –Hasta que te encuentro, has estado faltando a mis clases¿puedo saber por qué?- Scarlett poco podía decir, no tenía una excusa coherente – Pues verá… yo…- trato de explicarse tranquilamente –No lo sé, en realidad, solo que no podía… verlo- dijo esto ultimo en una voz poco audible –¿No podías que?- preguntó, aunque había escuchado claramente lo que la joven Windsor había dicho –Olvídelo… pero volveré a su clase, no quiero adeudar su materia- le dijo, sonriéndole, Jonathan quería cuestionarla más –¡Aquí estás!- apareció Fredrick tras ella –Ah, profesor Williams¿interrumpo?- preguntó el chico –No, claro que no, espero verte mañana en la clase- dijo Jonathan –Hasta luego- le profesor siguió su camino –¡Gracias!- le dijo la chica tomando el brazo de Fred –¿Gracias?- preguntó confundido –Nunca me habías agradecido por interrumpir una conversación con ese hombre ¿qué te pasa?- decía confundido mientras tocaba su frente –Bueno no tienes fiebre- Scarlett lo miró molesta –¡Claro que no tengo!- dijo retirando la mano del futbolista de su frente –Es solo que ya no quería que siguiera cuestionándome- dijo mientras retomaban su marcha por el pasillo –Ah si, y qué no querías decirle, que amas a Mikos Rogasis y que te casarás con él y te irás a Grecia a vivir en su gran isla- decía en tono de burla -¡No¡¿Que te hace decir semejante barbaridad!- decía molesta –Esto- dijo mostrándole una revista, Scarlett la tomó "La princesa Scarlett visita el Hotel Four Season acompañada del empresario Mikos Rogasis" decía el encabezado –¿Qué?- dijo –Y no has leído el resto- dijo tomando la revista y abriéndola en las páginas centrales –Escucha "Princesa Scarlett, de 18 años, tiene una cita romántica con el apuesto empresario griego Mikos Rogasis, de 27 años, en la habitación del mencionado empresario, la chica, que lleva el titulo real después de ser adoptada, hace trece años por la casa real¿estará planeando renunciar al titulo para hacer su vida en Grecia con el magnate?"- Scarlett escuchaba lo que decía su amigo, pero no podía creerlo –¿Cómo se atreven?- dijo arrebatando la revista de las manos de Fredrick –Y mira… trae fotos tuyas, en tu auto, entrando al hotel- Decía él muy divertido –No te burles¡mi abuela me va a colgar!- decía preocupada, mientras hojeaba la revista.
Scarlett no podía concentrarse en las ultimas clases, estaba realmente preocupada por el articulo publicado recientemente, sabía que tal cosas no sería muy grata para su abuela, que sabía era muy conservadora, además ella jamás había dado pie a tales comentarios, sobre cualquier tema –¡Maldición!- dijo saltando se de su banca –¿Ocurre algo, señorita Windsor?- pregunto su profesora de matemáticas –No, nada, lo siento ¿puedo salir un momento?- pidió aun tensa –Esta bien- digo la profesora y continuo con su clase mientras Scarlett abandonaba el salón. Camino unos metros, alejándose de la entrada, pero de pronto sintió demasiada angustia, y es que aquello no era todo lo que le preocupaba, algo más fuerte la estaba alterando de ese modo, camino hasta la salida del edificio y salió, tomo aire, pero la pesadez no la abandonaba y caminó un poco más.
–Hey, Fred ¿esa no es tu amiga?- Fredrick estaba en plena clase de historia cuando un compañero de clase y del mismo equipo de fútbol le hizo la observación señalando a la chica que caminaba alejándose del edificio –Si, es Scarlett- dijo mirando con atención a la chica –Señor Ljungberg, si tiene algún asunto en el exterior de este edificio le agradecería que abandone el salón- le pidió su profesor en turno –No, yo…- el hombre movió la cabeza –No es sugerencia, retírese- dijo fríamente, Fredrcik se levantó de su asiento resignado y salió del aula, camino hasta la salida del lugar.
Scarlett regresó al edificio –¿Estas bien?- preguntó Fredrick –¿Por que no habría de estarlo?- preguntó ella secando sus lagrimas –No llores- la abrazó, Scarlett rompió en llanto, abrazada de su mejor amigo.
Tokio, Japón.
Habían pasado tres semanas desde que Usagi había recibido aquel horrible anónimo, y parecía haberlo olvidado, pues Mamoru le había llamado a diario para mantenerla tranquila, y él volvería en poco tiempo. Las pesadillas parecían haberse ido también, y debido a la preparación para tomar el examen para la Universidad, tiempo le faltaba para pensar en ello. Ami les daba pequeños cursos de preparación, en matemáticas principalmente.
Esa tarde se preparo para irse al templo Hikawa cuando el teléfono sonó –Ohayo!- Respondió –Ohayo?- insistió al no obtener respuesta, parecía haber alguien del otro lado, pues claramente escuchaba una respiración que chocaba contra el auricular –¿Hola?- pero la línea se cortó –Que raro- se dijo a si misma y salió de su casa.
Llegó hasta la parada de autobús –Usagi, espérame- le llamo Minako cuando estaba a punto de abordar –¡Minako-chan!- la saludó, ambas subieron –Creí que ya estabas en el templo- le dijo Usagi –Si, estaba, pero regresé por mis cuadernos, los había olvidado, que boba soy- decía riéndose –Tú no cambias- le decía Usagi –¡Ah! Pero tú tampoco, ya viste la hora, Rei y Ami se mostrarán muy molestas- le decía recordándole su falta de puntualidad –Si, si, lo sé, pero estaba esperando que Mamoru me llamará, no podía irme sin saber de él- le aclaró –Aunque hubiese sido mejor que Luna me acompañará, no me hubiera retrasado tanto- continuo –Es cierto, y Luna, donde está, hace mucho que no va con nosotras al templo- preguntaba extrañada Minako –No lo sé, le he preguntado, pero solo me da evasivas, no sé que se trae- le contaba.
Makoto, Rei y Ami esperaban a las chicas en el templo –¿Ya vieron la hora? Y esas dos no llegan- dijo Rei aburrida –Hoy tengo un compromiso a las seis- les recordaba –Lo sabemos, ya vendrán, no deben tardar- dijo Makoto tratando de aligerar las cosas –¡HOLA!- saludó Minako –Disculpen la tardanza, pero mi mamá no me dejaba salir, decía que ya era demasiado tiempo en la calle, que debía quedarme en casa a estudiar, pero le explique que estábamos estudiando aquí todas juntas y accedió a dejarme venir- se justificó Minako –Hola chicas, perdón por llegar tarde- dijo Usagi apenada –Esta bien, siéntense, vamos a empezar- pidió Ami. Estudiaron un rato, Ami les había llevado algunos ejercicios que se dispusieron a resolver, aunque Usagi parecía ausente –¿Qué pasa, Usagi-chan?- preguntó Rei al ver a su amiga tan distraída –No, nada, solo que pensé que tal vez era una perdida de tiempo estudiar, en mi caso, no creo obtener un lugar- todas las chicas la miraron –¿Pasa algo? Tienes algún problema, no eres la misma Usagi de siempre- Usagi dio un largo suspiro –No lo sé, últimamente he sentido que la vida no es tan interesante como pensaba, de pronto me siento cansada de estar aquí… no sé, creo que en este momento daría lo mismo estar haciendo nada o muerta- Rei se levantó y camino hasta ella –¡No digas eso! No te das cuenta lo que significas para muchas personas, piensa en Mamoru, piensa en nosotras, en Luna, tus padres y tu hermano¡¿por qué dices esas cosas tan egoístas!- Usagi miró a Rei –¿Y quién piensa en mí¿por qué no puedo ser egoísta por una vez? Ya me cansé de ser la que lleve alegría a todos, la que tiene que soportar ser una princesa, una futura reina, yo no pedí ser eso…- las chicas miraron a su amiga confundidas, la Usagi frente a ellas no era la misma que conocían –Creo que es mejor que me vaya- Usagi se levantó y recogió sus cuadernos –Cuídense chicas- diciendo esto salió del lugar dejándolas muy confundidas.
Usagi caminaba sin rumbo por las calles de Tokio, ya empezaba a oscurecer, pero ella no tenía ganas de volver a casa, ese lugar solitario donde Mamoru la había abandonado para hacer su vida en Estado Unidos. Usagi pensó que tal vez ese chico, ese que le había jurado amarla por siempre y en cada una de sus vidas, estaba con otra, una hermosa mujer americana, inteligente y estudiosa, todo lo que ella no era y que sabía Mamoru deseaba que fuera, por eso una mujer así le sería más atractiva, más que ella, una torpe niña de 18 años con un sueño demasiado banal, largas lagrimas empezaron a rodar en su núbil rostro, por que se sentía tan mal con ella misma, que estaba pasando, porque dudaba de la fidelidad de Mamoru, sería acaso que eso en verdad estaba pasando y ella no lo había notado, no, ni pensarlo, Mamoru le llamaba casi a diario, y más ahora, además su regreso estaba muy cerca. Entonces solo deseo dejar de sentirse así, pero no pudo.
Siguió caminando por un rato más hasta que llegó a unas pequeñas bancas sitadas frente al parque del distrito Juuban, se sentó en una de ellas. Dejó a un lado la mochila que traía y depositó su mirada en la nada. –Buenas noches- le saludo una mujer de cabello castaño oscuros con lentes de sol, Usagi apenas la miró –Buenas noches- respondió, pero volvió a mirarla al reconocerla como la misma mujer que le había llevado el sobre –¿Por qué estás sola, en un lugar como este?- preguntó la mujer sentándose a su lado –Yo…- Usagi estaba paralizada de miedo, no entendía del todo la razón, aunque seguro era por lo que ella le había entregado en aquel sobre –¿Esperas a alguien?- preguntó la mujer, Usagi la observó con atención, pero la mujer parecía no tener expresión alguna, sus ojos, aun ocultos bajos los lentes, sobresalían en su mirada fría –No, solo pasaba el rato- respondió ella, un poco más segura –Mm- la mujer dejo salir de sus labios pintados de color rojo carmesí, y entonces la miró –Usagi… ¿por qué aun lo esperas?- Usagi la miró sin comprender la pregunta –¿Esperar¿A quién?- preguntó extrañada, la mujer quitó las gafas de sus ojos, sus centelleantes ojos grises brillaron en su bello pero frío rostro –Eres demasiado inocente- dijo en tono mordaz –Tu inocencia será tu perdición- dijo mirándola fijamente, Usagi se sintió sumamente amenazada, era la misma sensación que había experimentado ya en el pasado al enfrentar al mal, y como un acto de auto conservación se levantó y apretó con fuerza el broche que portaba en su bolsa, mismo que dentro guardaba el poder de transformarla en Sailor Moon, no pensó en las posibilidades, su sexto sentido le decía que algo más estaba en esa mujer de lo que ya le había mostrado. La mujer rió victorioso, pero su risa era una mueca malsana, casi podía distinguirse un rostro demoníaco y terrible, pero la mujer se levantó tranquila, coloco de nuevo las gafas oscuras en su rostro para cubrir su desafiante y macabra mirada –Cuidate Usagi, dulces sueños… ah, por cierto¿has dormido bien?- preguntó sin mirarla, Usagi había casi olvidado las horribles pesadillas que la habían rondado en las pasadas semanas, pero que parecían haber desaparecido recientemente –Ya veo que no- dijo reconociendo el rostro de incertidumbre de la princesa de la luna –Adiós, princesa- Usagi se quedó de pie, mirándola partir, paralizada por algo mucho más poderoso que el miedo, hasta que finalmente la silueta delgada de la mujer desapareció de su vista y Usagi pudo moverse de nuevo, pero solo pudo caer sobre sus rodillas para comenzar a llorar llena de angustia.
Continuará…
Sailor Padme
Nota: Muchas gracias a todos los que han seguido la historia, ha sufrido algunos tropezones, pero prometo que esto se ira desvelando cada vez más. Estuve muy ocupada con la universidad, pero ya me tomo más de mis tiempos libres para continuar esto, prometo no retrasarme tanto para el próximo capitulo, por favor, ténganme un poco de paciencia, sé que es bastante molesto cuando un autor no actualiza pronto, yo lo vivo y lo mismo hago :-P, así que trataré de no hacerlo. Besos.
