Sin Vuelta Atrás
Harry respiró hondo mientras la poción que ingirió se fundía como hielo en sus venas, abriendo sus vías respiratorias, neutralizando el veneno de la abeja, y ralentizando su pulso. Se sentaba en la cama, apoyado contra el cabecero con la camisa del uniforme abierta y la corbata tirada en alguna parte a los pies de la cama. Tenía pegatinas del monitor cardíaco en el pecho, y su cabello estaba húmedo de los sudores fríos que había pasado.
Snape se apoyaba en la pared opuesta de la pequeña habitación insulsa, en pie junto a la ventana y frunciendo el ceño inquieto. En la mano derecha tenía otro vial, éste mucho más grande y negro.
"Sin vuelta atrás." La voz de Snape era inquietantemente calmada; como si enfrentarse a Voldemort fuera algo que hiciera todos los días. Harry imaginaba que por muy a menudo que Snape acudiera a reuniones, debería haberle puesto más nervioso.
"Sin vuelta atrás." Concordó Harry, manteniendo contacto visual y metiendo la mano en el bolsillo de sus pantalones. Sacó una carta y se la tendió a Snape. "Dame esto cuando termine. O léemela si no puedo leer." La voz de Harry fue menos firme.
Snape asintió y aceptó el pergamino, desterrándolo de inmediato a alguna parte. Descorchó el vial y se desplazó hacia la cama, estudiando a Harry atentamente.
"¿Por qué estás mirándome así? Estás poniéndome nervioso. ¿Tú estás nervioso?" Soltó Harry, ocultando su varita en un pliegue de las sábanas de la cama.
"Estoy a punto de freír parte de tu cerebro." Respondió Snape con sequedad, cruzando los brazos mientras Harry tomaba el vial.
"Esto parecía una idea mucho mejor en casa." Murmuró Harry, haciendo una mueca por el olor. "Hey, antes de que tome esto, quiero carta blanca para cualquier cosa que ocurra esta noche. Sin castigos."
Snape alzó una ceja intencionada. "¿Pretendes hacer algo estúpido?"
"En realidad nunca planeo estas cosas." Respondió Harry con una sonrisa forzada. "Sólo son veintiocho horas, ¿verdad?"
"Sí, pon o quita unos minutos."
"Espera." Harry levantó la mirada a Snape y parpadeó despacio. "Si salgo de esto dañado, ¿todavía seremos una familia?"
Snape vio la leve inestabilidad de las manos de Harry y reconoció que había suficiente de Slytherin en él para saber cuándo temer.
"Siempre he pensado que estabas un poco dañado. Todavía serás mi hijo." Respondió Snape, mirando desde lo alto de su nariz y fulminando el vial. Harry le destelló una brillante sonrisa.
"Proost, Papá." Brindó Harry en holandés, su voz seria ahora mientras se llevaba el vial a la boca y lo apuraba.
El brebaje para despejar las vías respiratorias de Harry y ralentizar su pulso fue un juego de niños comparado con la poción que Harry acababa de tomar, que a Snape le había llevado un mes perfeccionar. Era una mejora de la poción que Harry había tomado durante el verano, que le había permitido retener su edad completa de mente en el cuerpo más joven, y había sido cargada con suficiente veneno de basilisco para, con suerte, destrozar el horrocrux. Cronometrando con el reloj en su muñeca, Snape contuvo el aliento mientras Harry comenzaba a temblar levemente y a vomitar. Un cubo fue conjurado velozmente y Snape observó cómo la bilis negra era arrojada en él, los brazos de Harry convulsionando mientras luchaba por vaciar su estómago de la sustancia que parecía estar batallando, a juzgar por las arcadas secas que estaba causando. Después de dos minutos, Harry dejó escapar un gemido de lamento y dejó caer el cubo, que Snape hizo desaparecer de inmediato para evitar vertidos. Justo ante los ojos de Snape, Harry comenzó a encogerse.
La última vez que Snape había estado tan nervioso había sido casi diecisiete años antes, cuando se había examinado de su maestría y había pasado tres días despierto para elaborar una poción regeneradora de nervios particularmente quisquillosa. La mente de Snape destelló de regreso al pasado verano, recordando al idiota borracho que había encontrado encogido en el viejo tronco árbol suyo y de Lily, apestando a cerveza y desesperación. Qué rápido se había abierto paso el pequeño bobo en la aceptación de Snape, desde su vulnerable y medio dormido murmurar por la mañana, entrando en la cocina de Snape con cabello ridículo y la varita sobresaliendo de los pantalones de pijama, a su sorprendentemente coherente conversación durante una partida de cribbage en las veladas. Pensó en cómo Harry había sido un adolescente bastante normal en Stockport, durmiendo hasta tarde perezosamente algunos días, merodeando a las tiendas por las tardes, y lanzándose a sólo las suficientes tareas domésticas para hacer que Snape se abstuviera de comentar.
Una tos llegó del diminuto cuerpo en la cama, y Snape de repente recordó la calidez de Harry cuando se había quedado dormido contra el pecho de Snape en Ámsterdam, momentos antes de que Amy Benson cediera su información. Por mucho que el muchacho hubiera sido una espina en el costado de Snape desde que había llegado por primera vez a Hogwarts, Snape esperaba que emergiera el mismo Harry al final de esto.
La ropa se quedó del mismo tamaño, pero bajo el tejido flojo ahora yacía un bebé temblando. Harry Potter, reducido a un infante de catorce meses bastante indefenso. Snape dio un paso vacilante hacia la cama, manteniendo los ojos enfocados en el aterrado niño que yacía allí. El temblor probablemente era un resto del veneno de basilisco corriendo junto a la poción rejuvenecedora, y no por primera vez en su vida, la respiración de Snape se hizo superficial como si estuviera aproximándose a una elaboración muy inestable.
La cicatriz había desaparecido, y la frente estaba completamente limpia, pero los ojos estaban lanzándose alrededor de la habitación rápidamente y bastante nublados de confusión. Snape tomó una de las manitas, inquieto por cuánto espacio quedaba cuando encajaba en la suya. De haber funcionado correctamente la poción, el horrocrux habría desaparecido y la mente de dieciséis años de Harry estaría dentro de su cuerpo de catorce meses. Había la cuestión de qué daño cerebral causaría la eliminación del horrocrux, pero no había absolutamente nada que pudiera hacer al respecto ahora. Los ojos de Harry por fin se encontraron con los de Snape, y Snape le estrechó la mano.
"¿Sabes quién soy?"
Pareció llevarle a Harry una eternidad procesar lo que Snape le había preguntado, pero lo hizo y asintió despacio, su desaliñado cabello negro cayendo sobre sus ojos.
Snape exhaló algo de la tensión en sus hombros y apartó el pelo de Harry, antes de percatarse de que estaba haciéndolo y enderezarse. ¿Fueron lo bastante afortunados como para que eliminar el horrocrux no hubiera afectado a Harry?
"¿Cuántos dedos estoy levantando?"
La cara de Harry se arrugó mientras se concentraba en los tres dedos.
"Azul." Respondió, su voz suave y vacilante.
Snape mantuvo la expresión en blanco mientras asentía. "Bastante cerca. ¿Recuerdas el plan?"
Otro asentimiento, y Snape se puso a trabajar creando un glamour sobre el cuerpo de Harry. Era bizarro discutir planes de guerra con un niño de un año, pero no tenían mucho tiempo, y era un intento a todo o nada. Si algo iba mal, la lealtad de Snape quedaría expuesta y estarían en un lugar muggle bastante abarrotado sin ningún apoyo.
"Pa. Pa." Dijo Harry, su voz sonando un poco ronca. Snape se congeló, en medio de trasfigurar su traje negro a túnica. Sintió un pequeño empujón de legeremancia al frente de su mente, ni siquiera bastante para intentar romper barreras, pero lo suficiente para darle a Snape firmes garantías. Ése no era un mero niño de un año yaciendo en una cama de hospital, disfrazado para parecer de dieciséis. Ése era su hijo, y parecía aterrado. Su cuerpo era flacucho y estaba un poco mugriento, el cabello lacio como si no se lavara a diario. Snape pudo localizar una cicatriz bastante oscura bajo la oreja de Harry que corría hacia su cabello y apartó sus pensamientos asesinos de los Dursley por el momento para ofrecer una palabra de tranquilidad. Harry estaba batallando las abrumadoras emociones y temores de un bebé de catorce meses, y Snape sólo podía imaginar cuán fuerte era la sensación de pánico. Cuando se había llevado la cicatriz en forma de rayo, Harry no había sabido lo que estaba llegando, de qué destrucción era capaz Voldemort. Por el temblor en los dedos del niño, Snape supo que Harry era muy consciente de las posibilidades ahora.
. . . . . . . . .
Snape acababa de recostarse en la silla junto a Harry, que había rodado de costado y dejado que su largo cabello le cubriera los ojos, cuando sintió un encantamiento silenciador asentarse en el aire a su alrededor. Snape se tensó levemente, pero no se volvió. No necesitaba hacerlo, no necesitaba ver los ojos fríos como el hielo para saber exactamente quién acababa de entrar en la pequeña habitación.
"Bien hecho, Severus."
El elogio fue acompañado de un lento aplauso y pronunciado desde la puerta; desde la voz que sonaba inquietantemente humana que Snape sabía pertenecía a un monstruo. Snape inclinó la cabeza, su cabello lacio cubriéndole el rostro, y todavía no se volvió.
"Mi Señor, sois tan impecablemente oportuno como siempre."
Voldemort se quedó inmóvil al fondo de la habitación; junto a la puerta por la que había entrado, y observó las máquinas al lado de la cama. Hizo un gesto de desdén hacia el monitor cardíaco que estaba acoplado a Harry, antes de regalarle a Snape una terrible sonrisa.
"De acuerdo al plan. Aunque debo admitir que tenía mis dudas de que tu propuesta funcionara. Es bastante… simple."
"Encuentro innecesario recurrir a maldiciones y hechizos elaborados cuando un simple hechizo infantil servirá." Respondió Snape de inmediato, permitiendo una pequeña cantidad de arrogancia cargar su voz.
Voldemort se alejó de la puerta, su túnica negra balanceándose junto a sus pies mientras se acercaba a la cama y se inclinaba sobre Harry. Snape experimentó de repente un impulso de protección muy fuerte al que no estaba acostumbrado, y apretó los puños para evitar saltar en pie.
"Sí, quizá deberías impactar esa lección en Lucius y su pequeño mocoso. Dondequiera que acabara."
"En San Mungo." Respondió Snape, sus ojos entrecerrados enfocándose en la clara falta de espacio entre Harry y Voldemort. "McGoganall lo creyó lo mejor, aunque vos no pudiérais alcanzarlo allí."
"No importa. Es inútil por el momento." Voldemort puso la mano sobre la cabeza de Harry, a pulgadas de la maraña de pelo bajo glamour, y Snape se tensó más. "Pequeño Harry Potter, yaciendo aquí indefenso en un hospital muggle."
Si tan sólo supiera cuán pequeño.
"La familia Malfoy siempre ha sido más del espectáculo que de la funcionalidad." Comentó Snape ociosamente, tratando de distraer a Voldemort de maldecir a Potter.
"No una observación completamente incorrecta, Severus. Quizá algunos de mis seguidores, siendo de sangre menos pura y de más pobre estatus, estén más hambrientos de éxito." Comentó Voldemort, sonando desinteresado, pero Snape oyó claramente el insulto. "Sólo puedo imaginar cuán implacable y ambicioso sería cualquier hijo tuyo."
"De tener alguna inclinación a reproducirme," dijo Snape con asco, "os aseguro que cualquier hijo mío conocería su valía, independientemente del estatus social que tenga mi nombre de familia."
Voldemort volvió a enderezarse y se acercó a la diminuta ventana que había en la habitación. Snape había apostado a que querría que Harry estuviera consciente antes de hacer algo, ya que Voldemort era aficionado al drama y probablemente quería mofarse de Harry un rato antes de intentar matarlo.
"Mientras que os felicito por libraros de Dumbledore," continuó Snape, "parece que el plan original era llevarse a Potter con un traslador. ¿No confiabais en mi información para vos, mi señor?"
Desde la dirección general de la cama, Snape pudo detectar de repente un fuerte olor, y supo que Harry no sería capaz de mantenerse inmóvil mucho más tiempo. Era como tener un gato rondando en una habitación cerrada mientras uno estaba oculto en las sombras, y desde que habían trazado el plan por primera vez unas semanas antes, Harry había estado incómodo con la idea de ser probablemente demasiado joven para controlar su magia.
"Lo hacía, Severus. Hasta ahora eres quien menos me ha decepcionado." Voldemort agitó la mano apaciblemente. "Pero cuando me informaste en noviembre de que una simple picadura de abeja era lo bastante fuerte para reducir a una plaga molesta que yo no he sido capaz de destruir, fui naturalmente escéptico."
Snape fingió molestarse y sacó un pequeño vial del bolsillo de su túnica, lleno de un turbio líquido verde. "Sí, bueno, ahora que habéis visto los resultados, supongo que deseáis la cura."
"¿Y por qué crees que necesitaría eso, Ssssseverusss?" Siseó Voldemort, pareciendo molesto.
"Aunque lamento no haber estado allí la noche de vuestra resurrección, ¿sí entiendo que fuisteis capaz de regresar utilizando la sangre del muchacho?" La voz de Snape era monótona y no acusadora.
"La sangre de mi enemigo." Confirmó Voldemort con tono de superioridad. "Me permite tocar a Potter ahora, haciéndole más daño que a mí mismo."
"Quizá desafortunadamente os haya infectado con la alergia también." Dijo Snape, arreglando su expresión facial para parecer preocupado.
Voldemort arrebató la botella de la mano de Snape, levantándola a la luz e inspeccionándola.
"¿Esto es una cura permanente?" Preguntó Voldemort, su mirada clavándose en la de Snape como si realmente le leyera la mente, en lugar de comprobar en busca de recuerdos.
"Por supuesto, mi señor. Sólo de la mejor calidad." Respondió Snape con confianza.
Voldemort no descorchó el vial, sin embargo, y Snape hizo otra pregunta para acelerar las cosas.
"Por curiosidad, ¿dónde envió a Dumbledore el cáliz?"
"A un antiguo baluarte mío donde pretendía enviar a Potter. Estraga la magia de cualquiera sin marca tenebrosa," explicó Voldemort arrogante. "Me contentaba con dejar a Potter pudrirse allí en la cueva hasta que muriera, e informar de que el amado héroe del mundo mágico les había abandonado."
"Un final adecuado." Comentó Snape ociosamente, guardándose su asco para sí mismo. "Desafortunado que Greyback fuera sacrificado."
"Sí, sí." Cortó Voldemort, paseándose por la habitación y fulminando con la mirada la cama de hospital. "Aunque es asombroso cuán voluble es la vida, ¿no? Ahora, el gran niño que vivió, la única persona que jamás sobrevivió a la maldición asesina, reducido por un simple abejorro."
"No del todo, mi señor. Debería despertar pronto, y pensé que desearíais terminar la hazaña." Corrigió Snape suavemente, asintiendo hacia el vial en la mano de Voldemort.
"Y lo haré." Dijo Voldemort con desprecio, antes de apurar el vial y tragar la totalidad de él. Snape se recostó en su asiento, cuidadoso de mantener el rostro neutro.
"Mis disculpas por el sabor." Ofreció Snape, bajando los ojos en una fingida señal de respeto.
"Harías bien en recordar," pero Voldemort se detuvo, su reprimenda muriendo en sus labios mientras su rostro tomaba un aspecto extraño.
"¿Mi señor?" Preguntó Snape suavemente, observando cómo el color llenaba las normalmente cetrinas mejillas blancas en el rostro de Voldemort. Los ojos de serpiente se ensancharon mientras su respiración se hacía áspera, y buscaba algo a tientas en su túnica.
Harry, que había estado esperando el momento adecuado, levantó la cabeza y apuntó su varita ahora demasiado grande a Voldemort. Snape imaginaba que Harry debía haber conjurado el hechizo stupefy no verbalmente, quizá porque como bebé su pronunciación estaba lejos de ser clara, pero no tuvo tiempo de cuestionarlo mientras sacaba su propia varita. Se estremeció cuando sintió un maleficio cortante no verbal destellar junto a su rostro, rajándole la mejilla.
"¡Stupefy! ¡Expelliarmus! ¡Incarcerous!" Comandó Snape, su voz baja y fuerte como si simplemente estuviera dando una lección en clase.
Voldemort se estrelló contra el suelo, sus ojos lanzándose locamente alrededor mientras trataba en vano de combatir los cuatro hechizos. Su varita salió volando y golpeó contra la silla del visitante, mientras gruesas cuerdas rojas se deslizaban por su cuerpo como una serpiente, manteniéndolo fuertemente atado mientras su cara se ponía aún más roja. Pasaron cinco tensos minutos en que el único ruido que podía oírse era un tembloroso jadeo por aliento en el suelo, y un pequeño gemido de Harry. Su pequeño cuerpo había sido empujado al límite por el miedo y los sonidos desesperados que Voldemort estaba haciendo mientras tomaba sus últimos alientos. Harry estaba incorporado en la cama, y Snape se desplazó al otro lado, abarcando la cabeza de Harry con la mano, cancelando el glamour, y abrazando a Harry contra su cuerpo. Protegió a Harry de la fea visión que había en el suelo, y mantuvo su varita apuntada al Señor Tenebroso unos minutos más. Si habían pasado por alto algún horrocrux, ahora sería el momento en que lo descubrirían.
Snape dejó pasar otros diez minutos mientras abrazaba a Harry contra su costado, finalmente conjurando un hechizo de diagnosis sobre el cuerpo de Voldemort, complacido y aliviado hasta el punto del mareo por que regresara sin signos vitales en absoluto. Voldemort estaba muerto.
Snape conjuró hechizos de contención sobre el cadáver, quedándose lo bastante lejos de él pero asegurándose de que no comenzaría a moverse espontáneamente de nuevo. Enseguida conjuró un cubo de agua caliente jabonosa y rebuscó en un armario contra la pared.
"Sólo hay pañales muggles." Murmuró, regresando junto a Harry y quitándole la ropa holgada que cubría su cuerpo. "Pronto convocaré a los aurores."
Snape notó con interés que incluso como niño de un año, la vergüenza de Harry era bastante evidente en su cara. Aunque Snape no dijo nada mientras se deshacía de la ropa interior mojada, todavía sintiendo la electrizante mezcla de temor y anticipación en el aire, y sin comprender del todo cómo Harry podía estar manejando la versión infantil de esos sentimientos tan silenciosamente. Harry fue bañado y cambiado a un pañal muy velozmente, con una breve disculpa. Debido a la poción que había destruido el horrocrux además de intentar preservar la mayor parte del cerebro de Harry, ahora estaría atrapado como bebé durante 28 horas. Ninguna magia podía ejecutarse sobre él, por si acaso interrumpía a su cerebro en reorganizarse lo mejor posible sin el fragmento del alma de Riddle que había estado allí.
"Monstruo." Dijo Harry, dirigiéndole a Snape una mirada suplicante. Snape notó que tenía que ser extremadamente frustrante tener pensamientos y preguntas que expresar, pero estar restringido al limitado vocabulario que tenía a los 14 meses.
"Sí. Era un monstruo." Murmuró Snape, transfigurando una manta de hospital sobrante en un pijama con pies azul marino y levantándolo hacia Harry para comprobar la talla.
"¿Volar?"
"¿Disculpa?" Snape levantó a Harry y puso el pijama en la cama debajo de él, antes de bajar a Harry y meter los bracitos y piernecitas en las mangas y los pies.
"Rojo." Harry se revolvió, señalando la mejilla de Snape.
"Sí." Snape comprendió de repente. No estaba del todo seguro de si el problema de lenguaje era por la edad de Harry, o por la eliminación del horrocrux, pero era algo que podría resolverse una vez Harry regresara a su yo normal.
"El monstruo se ha ido." A Snape le sorprendió cuán fácil era caer en patrones de discurso más simples como si realmente estuviera hablándole a un bebé. Bajó las manos para abrochar los cierres en la barriga de Harry, las yemas de sus dedos rozando suavemente la piel y causando una risita inesperada.
Interesante.
Harry estaba dirigiéndole su mejor mirada fulminante de bebé, que Snape ignoró por completo y volvió a hacerle cosquillas en el estómago. La risilla fue más alta y larga esta vez, acompañada por pies pataleando y puños balanceándose. Snape no pudo evitar sonreír, disfrutando la euforia de saber por fin que el reinado de Voldemort había terminado. Todavía había otros mortífagos por ahí, y gente que querría hacer daño a Harry y a él mismo (probablemente la misma gente, pensando en ello), pero el icónico líder había desaparecido para siempre.
Teniendo piedad, Snape terminó de abotonar el pijama y cogió a Harry, acunándolo contra su pecho. Sintió un tirón bastante doloroso en un mechón de pelo, y alzó una ceja a la mirada inocente que recibió a cambio. Snape se metió la varita de Harry en el bolsillo antes de usar la suya para convocar su patronus.
Harry dejó escapar un chillido excitado al ver la cierva, antes de enterrar la cabeza avergonzado contra el hombro de Snape.
Snape volvió a sonreír burlón y habló a su leal patronus, la cierva que había sido su amiga en las noches más oscuras de esta guerra.
"Proporciona coordenadas de aparición y entrégalas a Rufus Scrimgeour, Kingsley Shaklebolt, Arthur Weasley, y Minerva McGonagall. Voldemort está muerto."
Mientras esperaba a que llegaran los receptores, Snape atrajo la túnica exterior de Harry hacia ellos y la transfiguró en una manta tejida de bebé marrón oscuro, verde, y azul. Los dos juguetes que Harry se había metido en los bolsillos el día anterior cayeron, y Snape se los tendió, antes de envolver a Harry flojamente en la manta. Kermit se revolvió en las manitas de Harry cuando sonaron tres pops, los tres hombres llegando a la habitación y un patronus en respuesta de McGonagall declarando que no podía abandonar el colegio pero daba una felicitación de corazón.
Scrimgeour se quedó boquiabierto al llegar a la habitación, en primer lugar tomando nota del hecho de que parecía haber un cadáver en el suelo, uno de los magos más malvados de la historia reciente, y en segundo lugar notando que el ex-mortífago Severus Snape estaba sentado en la cama de hospital, un niñito con pequeños picos de cabello negro escapando de la manta en que estaba envuelto, sentado en el regazo de Snape con la cabeza metida en el hueco de la garganta de Snape.
Kingsley y Arthur contuvieron su sorpresa sobre lo segundo fraccionalmente mejor, y los tres sonrieron ampliamente.
"Realmente se ha marchado." Dijo Shaklebolt, tocando con la punta del pie la bota de Voldemort.
Los ojos sin vida todavía miraban fijamente al techo. El cuerpo de Voldemort yacía boca arriba en el suelo, envuelto en túnica negra, los bordes levemente embarrados y el tejido alrededor de los puños raído. Snape encontró esa idea levemente perturbadora, ya que no disfrutaba ligar a Voldemort con nada humano.
"Bien hecho, Severus, bien hecho." Cantó Arthur, haciéndose eco sin saberlo de las anteriores palabras de Voldemort.
"¿Quién es ése?" Dijo Scrimgeour tontamente, señalando a Harry.
"Mi hijo." Respondió Snape, dirigiéndole al Ministro de Magia una mirada que comunicaba claramente que creía bobo al hombre.
Harry, que había estado abrazando a Kermit y Ambrose el mago, los golpeteó contra el pecho de Snape y los dejó caer sobre el muslo de Snape. De repente se sentía exhausto.
"Parece que el cachorrito necesita una siesta." Dijo Arthur, dirigiéndole a Snape un pequeño asentimiento. "¿Repasamos lo que ocurrió, y podéis marcharos?"
"Eso sería ideal, gracias." Concedió Snape, metiendo los juguetes en el bolsillo de su túnica. "Tengo dos versiones de los hechos, una de la que será informado el mundo mágico, y la verdad, que se guardarán para ustedes."
"Vamos, Severus. ¿El público no merece conocer la verdad?" Objetó Scrimgeour, ya pensando en conferencias de prensa y futura reelección.
"Absolutamente no." Snape fulminó con la mirada. "Y ya que Potter y yo somos quienes hemos matado por fin al Señor Tenebroso, sí creo que no tienen elección en el asunto."
"¡Pensaba que dijiste que era tu hijo!" Farfulló Scrimgeour, mirando fijamente la parte trasera de la cabeza de Harry.
"Lo dije. Su oficina de asuntos familiares está bastante ocupada, no me sorprende que no recibiera ninguna noticia referente a la adopción el pasado agosto." Comentó Snape ociosamente, sabiendo muy bien que la adopción había sido mantenida al mayor nivel posible de secreto, y que Scrimgeour no tuvo ocasión de averiguarlo.
"En cualquier caso. Nos marcharemos pronto, así que recomiendo que busquen o transfiguren cuadernos de notas en breve."
Los tres conjuraron un cuaderno de papel y Snape esperó a que encantaran sus plumas para tomar notas.
"Desde el principio, por favor." Dijo Shaklebolt, encaramado a una silla transfigurada.
"Potter fue herido en mi clase esta mañana. Sufrió una grave reacción alérgica; le inyecté su medicina y lo traje al hospital. Obtuvimos una habitación privada, y Potter tomó una poción para librarse de la cicatriz en forma de rayo, su conexión con Voldemort. Voldemort llegó bajo mi convocatoria, pensando que por fin le había traído a Harry Potter. Voldemort fue cogido desprevenido, aturdido y ahogado."
El silencio cayó sobre la habitación mientras los tres hombres lo miraban fijamente.
"¿Eso es… todo?" Preguntó Scrimgeour.
"Eso es lo que pueden informar." Confirmó Snape.
"Un año y medio de miedo y terror, un loco amenazando purgar a todos los no sangre pura de la sociedad e invencible incluso por Dumbledore, ¿y tú lo ahogaste?"
"Ah, ¿así que admite que sabía que Voldemort había regresado, a pesar de que Fudge no lo hizo?" Preguntó Arthur, su bolígrafo muggle trabajando furiosamente en el cuaderno de papel. A Scrimgeour parecía estar a punto de estallarle un vaso sanguíneo que estaba retorciéndose bajo su ojo izquierdo.
"No lo ahogué yo." Respondió Snape en un exasperante tono calmado. "Fue técnicamente el esfuerzo de una colmena. El Ministerio recibirá, por cierto, una factura de 52 galeones por 60 mililitros de veneno de abeja sin diluir. Espero ser remunerado de inmediato."
Shaklebolt, tanto con diversión como teniendo piedad de Scrimgeour, convocó a un elfo doméstico del ministerio y pidió una botella de whiskey de fuego. Sirvió un vaso y se lo pasó, confiscando el cuaderno del hombre.
"¿Harry es alérgico a las abejas?" Preguntó Arthur, aceptando una bebida para él mismo.
En el regazo de Snape y apoyado contra el pecho del hombre, Harry renunció a toda pretensión de actuar como su edad normal y se metió los dos primeros dedos de la mano en la boca, cerrando los ojos. Cuando habían discutido los planes Snape le había advertido de que lo que fuera que hubiera sentido como niño de seis años estaría magnificado como bebé, y Harry había leído algo de la información de un libro muggle para padres en la librería de Snape. La mayoría de la información era auto-explicativa, pero Harry había estado preocupado por la ansiedad de separación que iba a experimentar. Ahora mismo, con el brazo de Snape y la manta envueltos a su alrededor y un firme latido contra su oído, Harry podía comprender por qué un niño de un año no querría que su padre se marchara.
"Sí. Y por extensión, también lo era el Señor Tenebroso." Confirmó Snape, declinando la oferta de whiskey. Sus nervios estaban lo suficientemente de punta tal como era, y preferiría resolverlo con un té y un libro de vuelta en el castillo en lugar de descuidarse emborrachándose.
"¿Cómo podías estar seguro de eso?" Preguntó Scrimgeour, entrecerrando los ojos.
"Su sangre." Explicó Arthur. "Voldemort se resucitó con la sangre de Harry."
Scrimgeour palideció.
"Sí. En consecuencia, cuando el Señor Tenebroso llegó aquí, con intención de acabar con su némesis por fin, le di el veneno de abeja y le dije que en realidad era la cura para la alergia."
"Deja de llamarlo así." Espetó Scrimgeour, haciendo que Harry saltara un poco.
"Hábito." Respondió Snape sin disculparse. Comenzó a acariciar ociosamente el cabello de Harry por encima de su oreja, manteniendo a Harry abrazado con fuerza.
"¿Cuánto tiempo le llevó al veneno matarlo?" Preguntó Shacklebolt.
"Cinco minutos, como máximo. Puede que le haya dado un poco más de veneno del necesario." Hubo un poco de diversión en los ojos de Snape ante este dato.
"¿Y cuál fue la poción que le diste a Potter?" Preguntó Scrimgeour, poniendo una mirada calculadora en la cara. Los titulares del Profeta Nocturno serían sensacionales.
"Nada de esto en el informe." Gruñó Snape, cambiando a Harry al otro brazo.
"No, no." Accedió Scrimgeour enseguida. El impacto de un Voldemort muerto yaciendo en el suelo a un pie de distancia había pasado por fin. Su período como Ministro de éxito de repente parecía mucho más posible.
"La poción destruyó el último de los cinco horrocruxes de Voldemort. La cicatriz en forma de rayo." Dijo Snape, su rostro retorcido en una amplia sonrisa de desprecio mientras observaba cómo era absorbida la información.
"Hijo de puta." Exhaló Scrimgeour. A Arthur y Kingsley les pilló por sorpresa de modo similar, las cosas finalmente encajando en su lugar. Las tareas de la Orden de encontrar viejos recuerdos y conocidos del pasado de Voldemort, interminables búsquedas de información en los archivos del Ministerio concernientes a hechizos y prácticas de artes oscuras que habían estado en la lista negra durante décadas. Dumbledore nunca les había dicho lo que estaban haciendo, pero la investigación había sido muy exhaustiva.
"¿Es permanente?" Preguntó Arthur, asintiendo hacia Harry.
"No." Respondió Snape. "Solamente tendrá esta edad durante otras veintiocho horas, el tiempo suficiente para permitir a su cerebro que se adapte a no tener el horrocrux incrustado en él."
"¿Qué edad tiene ahora?" Preguntó Shacklebolt, sirviéndose otro trago. En alguna parte del mundo eran más de las 5 pm.
"Catorce meses, de lo que no se informará a nadie."
"Un mes más joven que cuando sus padres fueron asesinados." Comentó Arthur.
El silencio llenó la habitación de nuevo. Snape bajó la mirada para notar que Harry se había quedado dormido, mientras Scrimgeour y Shacklebolt miraban una vez más el cuerpo de Voldemort. Aquí se sentaban, en medio del hospital más ajetreado de Londres en medio de un frío día de enero, el olor del whiskey de fuego comenzando a impregnar la habitación mientras la mayor amenaza al mundo mágico en años yacía muerto en el suelo.
"¿Sabían," comentó Snape con ligereza, alisando un mechón de pelo de Harry particularmente obstinado, "que Dumbledore es una antigua palabra inglesa para abejorro?"
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Harry y Snape regresaron a Hogwarts justo después de mediodía, cuando los estudiantes deberían haber estado en el Gran Comedor para almorzar. El paseo fue lento mientras subían por el ventoso sendero, Harry medio dormido con la cabeza en el hombro de Snape, la manta todavía envuelta a su alrededor contra el aire gélido. Las botas de Snape hacían crujir la dura nieve cubriendo el sendero hasta el castillo, y la nariz de Harry se retorcía mientras inhalaba el aroma de la loción de afeitado de Snape y el almidón del cuello de su ropa.
Por fin llegaron a la puerta principal y la abrieron para revelar a la Subdirectora McGonagall, parada erguida con su familiar túnica verde, el cabello recogido en un moño apretado. Tenía una sonrisa muy cálida en el rostro mientras les daba la bienvenida.
"Severus, felicidades. Un centenar de puntos para Slytherin." Apenas era capaz de mantener la broma en su voz, y Harry imaginó que también estaba sintiéndose mareada tras dieciséis años de una guerra incierta. Bostezó mientras Snape murmuraba sus gracias, y de repente se encontró abrazado un poco más estrechamente. Snape continuó hablando con la Directora, prometiendo una explicación completa durante el té de la tarde, y cerrando los brazos cruzados contra el muslo de Harry.
"Me temo que necesitaremos abreviar esta conversación por ahora, Minerva." El tono de Snape era suave y el pecho de Harry retumbó con la voz. "Mi hijo ha venido de visita por un día."
Él le dirigió una mirada intencionada que ella comprendió de inmediato, tras haber pasado muchos años trabajando con Snape y estudiando sus diversas expresiones no verbales.
"Sí, por supuesto." Respondió ella con cariño, levantando la mano y pasando los dedos por el cabello de Harry.
"Espero ansiosa nuestra discusión. Bienvenido a casa, Elliot."
"Manta." Respondió Harry, volviendo a dejar caer la cabeza sobre el hombro de Snape.
"Muy bien." McGonagall sonrió, y les hizo un gesto hacia las escaleras a las mazmorras.
"Kingsley puede informarte, en caso de que llegue la prensa." Le aconsejó Snape, asintiendo su adiós.
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Como resultó, Harry sólo necesitaba una pequeña siesta. Si fue natural exuberancia de bebé o euforia restante por derrotar a Voldemort por fin, estaba bastante híper cuando McGonagall llegó para el té a las tres. Ella se fijó en la visión con rostro estoico, aguantando treinta segundos completos antes de comenzar a reír.
Snape se sentaba regiamente en su sillón de orejas, un libro yaciendo abierto en el brazo del sillón. La cámara que McGonagall le había regalado por Navidad estaba sostenida casualmente en su mano mientras observaba con mirada bastante calmada el caos ocurriendo en el sofá. Harry, vestido con vaqueros, una camiseta gris a finas rayas amarillas, negras, naranjas, y azul claro, gruesos calcetines negros, y un babero verde, estaba recorriendo el borde del sofá y riéndose de dos pequeños juguetes que parecían estar persiguiéndole. El dragón púrpura corría a lo largo de los cojines del sofá, rugiendo a Harry mientras Harry lo provocaba con los dedos, mientras que el mago parecía estar desafiando a Harry con su varita de plástico. Un cartón de yogur individual a medio comer estaba abandonado junto a una cucharilla sobre la mesa de café, y una copita de zumo había caído al suelo.
"Bueno, Severus. Todo ladrar y no morder con tu propio hijo, ¿verdad?" Ella tomó asiento en el otro sillón de orejas y sonrió burlona. De repente Harry se volvió tímido, recogiendo sus juguetes y mirándola fijamente desde el frente del sofá.
"Simplemente comprobando sus habilidades motoras finas." Resopló Snape, sin sonar tan molesto por el comentario.
"¿Kingsley mencionó que sería así de joven durante un día?"
"En cuanto a eso, sí. Era necesario para librarle del horrocrux." Respondió Snape, convocando a un elfo doméstico para el té. McGonagall hizo una mueca a la mención de horrocruxes.
"¿Habrá algún efecto secundario?" Preguntó McGonagall.
"Hasta ahora sólo he notado una forma leve de parafasia. Sin embargo, se sabrá más cuando Elliot regrese a su yo normal."
McGonagall asintió y sorbió su té. Continuaron su conversación mientras Harry jugaba, un poco más silencioso que antes. Después de relatar su día y el extraordinariamente sencillo fin de Voldemort, Harry se tambaleó hacia el sillón de Snape, dinosaurio en mano. Lo levantó hacia Snape y se concentró.
"Kermit." Dijo Harry, sonriendo. McGonagall, que había cogido la cámara de la mesita auxiliar, tomó una rápida foto de Harry levantando el dinosaurio y Snape mirándolo como si fuera algo que Harry hubiera creado.
Antes de que pudiera comenzar el ceño fruncido, ella sacó un periódico de su bolso.
"La edición de esta noche, saldrá a tiempo para la cena. Pensé que podrías desear examinarla antes que las masas. ¿Os veremos en el Gran Comedor?" Preguntó McGonagall mientras terminaba su té.
Snape desplegó el diario y notó la fotografía bastante grande de sí mismo, una suya riendo. Se había tomado durante el segundo año de Harry en el colegio, en la sala de profesores tras uno de los discursos más indignantes de Gilderoy Lockhart. Era más un resoplido de incredulidad que una risa, pero la cámara había sido complaciente y Snape estaba bastante seguro de que la propia McGonagall había proporcionado la imagen. Estaba junto a una foto de Harry, tomada un fin de semana en Hogsmeade mientras sonreía con naturalidad mientras se sentaba a una mesa en Las Tres Escobas.
"¡VOLDEMORT DERROTADO! HARRY POTTER Y SEVERUS SNAPE LIBERAN AL MUNDO MÁGICO.
Se convoca una noche de celebraciones mientras el Ministerio de Magia confirma que más temprano hoy, el Sr. Harry Potter y el Profesor Severus Snape derrotaron a Quien No Debe Ser Nombrado. En la estela de la devastadora muerte del Director de Hogwarts Albus Dumbledore, Potter y Snape lograron arrinconar a Voldemort en un hospital Muggle de Londres y dar el golpe final. Ninguno de los hombres puede ser contactado para hacer comentarios, pero el Ministerio ha publicado algunos detalles de los hechos y ha confirmado que Voldemort está realmente muerto. Próximamente habrá entrevistas; tanto Snape como Potter están actualmente tomándose tiempo para recuperarse en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería y han pedido no ser molestados. Para una cronología de acontecimientos de la Segunda Guerra Mágica, por favor vean la página dos, para una lista de Mortífagos todavía sueltos, por favor vean la página tres, y una tentativa lista de lugares de celebraciones y conciertos puede ser encontrada en las páginas cuatro y cinco."
"Quizá." Respondió Snape, extendiendo el diario sobre la mesa de café, de modo que Harry también pudiera verlo. Parecía que Scrimgeour había mantenido su promesa de mantener la mayor parte de la información fuera de las noticias, una agradable sorpresa ya que lo último que Snape quería era que un mortífago desesperado averiguara que durante las próximas veinticuatro horas, Harry no estaba en estado real de defenderse.
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N/A El stupefy en el hospital fue una mezcla de magia no verbal y accidental. :)
