Dedicado a Cristina, una de mis mejores amigas y que ya no está conmigo; por tu valentía, tu alegría y tu generosidad, gracias mi querida Meiga.

Amigos

El primer día. Naruto se miró en el espejo; un niño de rebelde cabello rubio y ojos azules le devolvió una sonrisa traviesa. Aquel sería su primer día en la academia de ninjas, un lugar donde aprendería todas las técnicas de ninjutsu, taijutsu y genjutsu que le conducirían a ser un buen shinobi, pero más importante para él eran los amigos que allí por fin podría hacer. Estaba harto de intentar acercarse a otros niños en los parques y que las madres le espantasen como si fuese un criminal o la peste misma.

Caminó alegremente por la calle, terminando de comer una tostada, ignorando las ocasionales miradas de odio de los transeúntes. El día era demasiado especial como para preocuparse de cómo le trataba la gente.

El patio de la academia estaba atestado de niños de entre 6 y 7 años y sus familiares. Una pequeña punzada de tristeza y envidia consiguió abrirse paso en el corazón de Naruto. Él no tenía a nadie, era huérfano y sin parientes. Siempre se había preguntado qué ocurrió con su familia¿qué tipo de personas eran¿cómo murieron¿le querían, quizás no le querían y le abandonaron y por eso la gente le miraba raro. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando alguien chocó contra él, se giró hacia la derecha más curioso que molesto y encontró dos brillantes ojos negros.

- Perdona – se disculpó aquel chico con aire ausente, yendo a situarse un poco más adelante en las filas de alumnos.

- Ah, vale -. Naruto frunció el ceño, juraría que ese niño paliducho no era feliz con su primer día de clases.

El Hokage dio el discurso inaugural del curso como cada año. Era muy aburrido. Naruto se dedicó a escrutar los rostros en torno a él, buscando amigos en potencia. El niño a su izquierda, que llevaba el pelo recogido en una coleta, tenía el rostro alzado al cielo como si allí hubiera algo muy interesante y no parecía interesado en entablar conversación. A su derecha Naruto tenía una niña, rubia y bonita, con una expresión de autosuficiencia que no le gustó nada.

- ¿Aburrido, eh? -.

- ¿Hmmm? -.

El que había hablado era el niño a su espalda, de pelo alborotado como un puercoespín y expresión revoltosa.

- Me llamo Inuzuka Kiba -.

- Yo soy Uzumaki Naruto -.

- Es una lata el tener que oír al viejo ese -. Kiba cruzó las manos tras la cabeza.

- Creí que era el único que lo pensaba -.

Ambos niños conversaron en voz baja hasta que terminó el discurso y les hicieron pasar a sus respectivas clases.

Naruto ocupó un sitio en aquellas largas mesas al lado de Kiba y un niño muy raro que llevaba gafas de sol y no hablaba. Cruzó las manos sobre el pupitre y apoyó la barbilla, no estaba pasando nada emocionante para ser el primer día.

Un ninja de aspecto simpático entró al aula y se presentó como su profesor. Naruto sonrió. Intuía que sería divertido tener a Iruka sensei de instructor.

- Bien, ahora iré diciendo vuestros nombres. Cuando os nombre poneos en pie para que pueda ir conociendo vuestras caras -. Sacó una hoja y empezó a leer – Aburame Shino -.

Los ojos azules fueron escrutando a cada niño y cada niña con la avidez de quién jamás ha tenido un solo amigo.

- Uchiha Sasuke -.

El chico que tropezó con él en el patio se levantó. Hubo murmullos de admiración y curiosidad. Naruto se preguntaba a qué venía tanto revuelo con aquel chaval, él no le veía nada de especial, quizás resultaba demasiado serio...

Estaba tan absorto examinando a su nuevo compañero, que Naruto ni se percató que Iruka decía su nombre.

- ¿Uzumaki Naruto? – repitió Iruka.

Kiba le dio un amigable codazo en las costillas que le puso en pie con una exclamación y pose bastante cómicas. Hubo algunas risas.

- ¿Uzumaki? – interrogó Iruka, mientras Naruto sonreía avergonzado llevándose una mano tras la cabeza.

- Sí, soy yo – afirmó sin perder la sonrisa, aunque no pudo evitar pensar – Otra vez esa mirada... ¿por qué todos los adultos me miran como si fuese algún tipo de bicho desagradable? -.

Volvió a tomar asiento.

- ¿Por qué tanto alboroto con ése? – le preguntó a Kiba.

El chico se encogió de hombros.

- Es un Uchiha¿no has visto el emblema de su camiseta? -. La palabras pertenecían a Shino, el niño de las gafas de sol – Son un importante clan en Konoha, muy respetados, casi todos ocupan puestos en la policía de la aldea -.

- ¿Y qué más da eso? – protestó Naruto – Esta aldea es un asco. Sólo te hacen caso si eres hijo de alguien importante -.

Como intuyendo que era observado, Sasuke giró la cabeza para encontrar unos inusuales ojos azules cargados de curiosidad y envidia posados en él. Resopló hastiado y devolvió su atención al profesor; ¿por qué la gente tenía que tratarle así, parecían esperar que a cada paso que diese brotasen maravillas a su alrededor, y mientras su padre con ese maldito "conviértete en un ninja como tu hermano". Siempre bajo la presión de mantener alto el honor del clan, de ser perfecto, el mejor, bajo la sombra del genial Itachi que se graduó a los siete años. Su padre había venido sólo por obligación, durante toda la ceremonia inaugural había estado con esa expresión de preocupación tan sombría... preocupado por su primogénito, por la misión que le abriría las puertas del ANBU si todo salía bien. Apretó los puños. Pues bien, iba a demostrar lo que valía por sí mismo, no como un Uchiha, no como el hermano de Itachi, no, simplemente como Sasuke para que su padre por fin reconociese su existencia.

- Si sigues frunciendo el ceño así te va a dar un calambre en la cara -. Era el niño rubio de gesto burlón.

- Lo mismo digo, idiota, si sigues sonriendo así se te va a desmontar la mandíbula -.

- ¡Serás...! -.

Sasuke se levantó, ignorándole, y salió al recreo con su bolsa de shurikens.

- Es un imbécil – gruñó Naruto.

- Déjale y vamos fuera – dijo Kiba, dándole una palmada en la espalda.

En el patio se hicieron amigos de otros dos niños, Shikamaru y Chouji. Naruto jamás se lo había pasado tan bien en toda su vida, quizás por eso el día le resultó demasiado breve. Sintió que el mundo se le caía encima cuando sus compañeros se despidieron de él y abandonaron la academia en compañía de sus padres, riendo, hablando de cómo había sido su primer día de clases. Sabía que les vería al día siguiente, pero eso no cambiaba la sensación de vacío.

Se sentó en uno de los columpios; no le apetecía regresar a su casa, tan vacía como su corazón; además, si volvía de noche se ahorraba unos cuantos insultos a media voz y las desagradables miradas.

Le sorprendió escuchar pasos, más cuando reconoció al niño que llegaba procedente de la zona de entrenamiento de la academia: Sasuke.

El Uchiha también mostró cierta sorpresa de encontrar allí al inquieto rubio. Practicando con los shurikens se había despistado con la hora como de costumbre, aunque tampoco es que importase mucho cuando nadie espera verte aparecer por casa hasta la hora de cenar. Seguramente Itachi había regresado en perfectas condiciones de su misión y su padre andaría alabando sus grandes cualidades como ninja, algo que Sasuke no se sentía capaz de soportar.

- ¿Todavía por aquí, niño bonito? – bromeó Naruto con su perenne sonrisa.

- Metete en tus asuntos, idiota -.

- Eres un creído, Sasuke -.

- Y tú un cabeza hueca, no sé quien está en peores condiciones – esbozó una media sonrisa a su pesar, consciente que Naruto era el único que le había tratado por su nombre en todo el maldito día.

- A mí no me impresionas, Uchiha o no Uchiha, sólo eres un niñato más... y te lo demostraré -.

- ¿Cómo? -.

- Voy a ser mejor que tú, mejor que cualquiera de los demás... seré el mejor ninja que jamás haya existido – afirmó el rubio, señalándose a sí mismo – Y te daré una paliza -.

Sasuke sonrió más ampliamente, divertido, desencadenando la risa de Naruto.

- Hasta resulta que vas a ser una persona normal y sabes sonreír -.

El Uchiha se ruborizó y regresó a su cara de pocos amigos.

- ¿No tienes que irte a casa a dar la tabarra a tu familia o qué? – gruñó molesto el moreno.

- No tengo familia a la que dar la tabarra – fue la hosca respuesta de Naruto.

Aquello hizo que Sasuke se sintiera mal. El chico era un incordio pero tampoco tanto.

- Hasta mañana... idiota -.

- Hasta mañana... creído -.

Ambos lo dijeron completamente serios, pero, una vez fuera de la vista el uno del otro, ambos sonrieron.

O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o

Las semanas empezaron a pasar volando en la academia. Como en cualquier colegio, los roles empezaron a asignarse prácticamente desde el principio y, mientras Sasuke cargaba con el de mejor alumno, serio y disciplinado, Naruto se ganó muy pronto el de peor estudiante, gamberro e insolente, aunque a veces no dudaba en compartir su puesto con Kiba, Shikamaru y Chouji.

Hubo situaciones memorables: una bolsa de polvos para estornudar que se le cayó a Naruto en medio de clase y casi asfixia a todo el mundo, el destrozo de mobiliario que montó Chouji cuando alguien le robó su última bolsa de patatas, Naruto y Sasuke medio ahogados en el río durante un entrenamiento (en una parte que no cubría más allá de la cintura), las niñas linchando a Naruto por casi ahogar a su querido Sasukekun, Shikamaru exponiendo una tesis durante más de una hora a Iruka de por qué era demasiado problemático ponerse a lanzar shurikens, Kiba recogiendo animalitos del campo cada dos por tres hasta que todos acabaron sufriendo una plaga de pulgas.

Así terminó el primer semestre. Sasuke casi se estremeció cuando el cuaderno de notas llegó a sus manos, lo abrió al momento y sonrió feliz al ver sus inmejorables resultados. Estaba tan contento pensando en lo que diría su padre ante sus buenas calificaciones, que no se percató del niño rubio sentado tras él que leía con envidia su cartilla de notas.

- Todo sobresalientes – pensó Naruto con acritud – Y yo apenas un par de aprobados y el resto suspenso -.

Bueno, era de esperarse. Sasuke era el alumno modelo, mientras él sólo era un cabeza hueca sin familia... no merecía la pena preocuparse, no tenía que rendir cuentas ante nadie por mal comportamiento o malas notas, entonces ¿por qué se desilusionaba tanto?.

Como todos los días, Naruto se sentó en el columpio que ya consideraba suyo, contemplando a los otros niños que se marchaban con sus familiares. Fue entonces que vio a Sasuke pasar corriendo con la cartilla en una mano y una gran sonrisa; hoy no se quedaba a entrenar, no se quedaría a discutir con él, quería llegar pronto a casa para recibir las alabanzas de su familia. Naruto destrozó rabioso sus notas, reduciéndolas a pequeños trocitos de papel, antes de marcharse a casa.

Sabía que era estúpido, pero no podía dejar de desear parecerse a Sasuke, ser como él, que los demás le admiraran en lugar de ser conocido por sus travesuras. Rebeldía, insolencia. Esa había sido la única salida, la única vía de escape al gran pozo negro que era la soledad; seguía sumido en ella hasta el cuello, aunque por fin tenía para agarrarse ese pequeño cachito de esperanza que representaban sus compañeros de clase y evitar ahogarse en la tristeza y el odio.

Se fue a dormir con un terrible dolor de cabeza, para recibir el nuevo día con melancolía. Le costó armarse con su sonrisa y su aire juguetón, a veces pasaba eso, su optimismo se derrumbaba y desmontaba todo su mundo como fichas de dominó que se hacen caer las unas a las otras.

De camino a la academia se encontró con Sasuke. El Uchiha tenía ojeras, estaba más pálido de lo normal y también más sombrío, ni siquiera reparó en la presencia del rubio algunos metros a su espalda. Sasuke el paradójico: soy perfecto, tengo la vida perfecta y, sin embargo, parezco un personaje salido de una tragedia teatral. Naruto sacó de su mochila una hoja de papel, la arrugó y la mojó en una fuente; preparado el proyectil, se lo arrojó con todas sus fuerzas a la cabeza del deprimido moreno.

Sasuke ahogó una exclamación producto de la sorpresa y la impresión del agua fría en la nuca. Se giró mosqueado hacia Naruto que se reía a mandíbula batiente.

- ¡Te has levantando más tonto que ayer o qué? -.

- No lo sé, pero es evidente que tú sí te has despertado cabreado... ya veía salir el humo de tus orejas así que pensé que el agua evitaría que tu cerebro se quedase frito -.

El Uchiha entrecerró los ojos peligrosamente antes de abalanzarse hacia el portador de Kyubi con un bramido rabioso; Naruto soltó un grito a medio camino de convertirse en carcajada y huyó calle abajo. La persecución incluyó desde correr por tejados, árboles y gente, hasta volcar cubos de basura, tenderetes y gente. Concluyó a las puertas de la academia, a la cual ya llegaban tarde, con Naruto besando el suelo y Sasuke subido a su espalda con los restos de una remolacha en el pelo.

- Eso para que aprendas, idiota – gruñó el moreno.

- Glglglglglg... -.

Tuvieron suerte, Iruka aún no había llegado por atender algunos asuntos ligados a sus competencias como ninja. Los otros alumnos sacaron conclusiones al verles llegar juntos y que Naruto lo hiciera habiendo perdido media cara en el proceso, sin duda el Uchiha le había dado un par de golpes bien dados por ser tan pesado.

Sasuke ocupó su asiento igual de hermético que siempre. Sin embargo, debía reconocer que Naruto tenía razón, su cabeza estaba a punto de estallar. El día anterior había sido malo, horrible, su padre no sólo no se inmutó ante las buenas notas sino que le repitió como siempre "sigue así, sé un buen ninja como tu hermano"; hermano que cada vez era más frío y distante, que esa misma noche había discutido con sus padres, que por la mañana se había peleado con otros miembros del clan y había estado a punto de ser arrestado... y esos ojos... Pero todos los problemas se habían evaporado tras el inesperado e infantil ataque de Naruto, eso y la carrera habían despejado su mente.

Se giró instintivamente y atrapó un nuevo pelotazo arrojado por el rubio desde un par de mesas más atrás. Naruto pareció ligeramente contrariado por no haberle dado, pero esbozó su sonrisa traviesa casi de inmediato.

- Cabeza hueca – masculló Sasuke, sentándose bien al escuchar entrar al profesor. Cruzó las manos ante su rostro y sonrió.

O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o

- ¿Sasukekun, qué te ha pasado¿estás bien? -.

El niño dejó de estudiar el libro para alzar sus negros ojos hacia la apocada chiquilla de cabello rosa. Qué pesadas que podían ser las niñas¿no veían que intentaba aprovechar el tiempo de recreo, se acercaba el fin de curso y quería mantener o superar sus anteriores calificaciones.

- Nada -.

- Ah... vale... lo siento -.

Era la sexta persona que le preguntaba y ya empezaba a tener ganas de cargarse al próximo que se interesase por las quemaduras de su rostro.

- Vaya, Sasuke¿al final tu cabeza salió ardiendo de tanto estudiar? -.

- Naruto... – gruñó mirando con expresión homicida al rubio, sin que éste pareciera amedrentarse en lo más mínimo.

- Tiene que ser eso, porque la otra posibilidad es que te quemases haciendo barbacoa y tú con lo seco que eres pues no te veo de picnic con los exámenes tan... ¡ay! -. El portador de Kyubi se frotó la frente donde había impactado el lápiz de Sasuke - ¡Pero mira que eres bestia! -.

- ¡Vete a darle el coñazo a tus amigos y déjame estudiar! -.

- Ellos pasan de mí... ¿qué estudias? -.

Sasuke dejó que su cabeza colisionara contra el pupitre de pura exasperación.

- Sellos... intento repasar los sellos – gruñó sin levantar la cabeza.

- Aaaaaah – dijo Naruto, con la misma entonación que nosotros le daríamos si alguien nos dijera que estudia los paramecios.

- Vas a seguir incordiando – afirmó más que preguntó Sasuke.

- Es que me aburro -.

No quedaba nadie más en el aula, todos habían salido a respirar aire fresco, así que su reputación no se vería dañada. Le pasó el libro a un sorprendido Naruto.

- Dime un sello, yo lo hago y me dices si está bien -.

- Vale... a ver... el tigre -.

Sasuke movió veloces los dedos y enseguida adquirió la pose adecuada.

- Bien... caballo -.

Cambió la posición de las manos. Naruto enumeró unos cuantos, saltando de una a otra página.

- Sasuke -.

- ¿Qué? - se quejó él.

- ¿Por qué sigues estudiando si ya te lo sabes? -.

- Porque siempre se puede hacer mejor -.

- Ni de coña -.

Sin miramientos, el Uchiha le quitó el libro.

- Vete -.

- Te enfadas enseguida -.

- Solo contigo, idiota -.

- Al menos dime cómo haces para aprender tanto sello y no morir en el intento -.

- Te lo digo y te largas -.

- Vale – consintió Naruto.

- Repitiéndolos muchas veces, claro que a mí me resulta fácil porque no soy un cabeza hueca -. Sasuke esbozó su característica sonrisita, sí, esa que sacaría de sus casillas incluso al pasota de Shikamaru.

- La próxima vez que tengas problemas te ayuda el Hokage, tío borde -.

Naruto bajó de un par de saltos las escaleras y corrió hacia la puerta.

- Fue practicando -.

- ¿Qué? -.

Frenó en seco y miró a Sasuke; no podía ver su cara, parapetada tras el libro.

- Las quemaduras, me las hice practicando el Katon Goukakyuu no Jutsu... -.

Naruto sonrió y abandonó el aula. Jamás entendería a Sasuke.

O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o

Soñoliento, Naruto salió como cada mañana de su casa rumbo a la academia. Hoy les tocaba taijutsu básico a primera hora, algo que no le importaba demasiado ya que prefería estar dos horas aporreando un tronco a estar frente a un montón de pergaminos sobre la historia de Konoha.

No pudo dejar de notar la extraña actitud de la gente. Hablaban en rápidos susurros con rostros ensombrecidos. La curiosidad martilleaba la rubia cabeza de Naruto¿qué habría pasado para tener tan revuelto al vecindario?.

- Disculpe – dijo acercándose a un anciano de aspecto afable.

- Dime, pequeño -. El hombre no parecía tener intención de atacarle, aún cuando le dedicase la misma mirada rara que los otros adultos tamizada de compasión.

- ¿Sabe qué ha sucedido¿por qué todo el mundo habla en voz baja, es algo malo¿verdad? -.

- Anoche alguien asaltó al Clan Uchiha, un desastre, dicen que se produjo una masacre y les han matado a todos, una pena, eran buena gente, un clan honorable -.

Naruto no escuchó más, en su mente reverberaban las mismas palabras "al Clan Uchiha... les han matado a todos".

- Sasuke... -.

Salió corriendo hacia la academia. No podía ser. No podían haber matado a Sasuke. No antes de haberle derrotado. No antes que pudiera demostrarle que era mejor ninja que él. Sentía el corazón golpeando con fuerza sus costillas y que los pulmones iban a estallarle pero no frenó su loca carrera hasta llegar a su destino.

Los ojos azules buscaron frenéticamente entre todos los niños y adolescentes que llegaban a clase, y se iluminaron al reconocer el símbolo del abanico sobre una holgada camiseta negra.

- ¿Ya te has enterado? -.

- ¿Shikamaru? -.

El indolente niño se llevó ambas manos tras la cabeza, observando al Uchiha que desaparecía entre la gente.

- Sólo sé que han masacrado su Clan – dijo Naruto.

- Mis padres lo comentaban esta mañana creyendo que estaba en mi habitación; Sasuke es el único superviviente a parte del asesino que ha matado a todos los Uchiha -.

- ¡Uno de su propio Clan? – exclamó el rubio.

Shikamaru asintió. Fue entonces que aparecieron Kiba y Chouji, sus familias tampoco habían dejado de comentar el terrible incidente.

El grupo de primer año se reunió en el campo de entrenamiento. Sasuke estaba tan blanco como el mármol e igual de gélido, parecía haber levantado una muralla invisible en torno a él. No mostró ni una sola emoción, concentrado en los ejercicios de taijutsu. Algunas niñas hicieron el intento de entablar conversación con él, pero se limitaba a seguir mirando al frente, al vacío, como si no las hubiese escuchado.

Decían que era el único superviviente de los Uchiha. Sasuke no lo veía así. Había muerto la noche anterior como los demás ante la roja mirada de su hermano, del Mangekyou Sharingan, y al lado de los cuerpos ensangrentados de sus padres. Su sueño había sido mejorar para superar a su hermano y que su padre le reconociese, ese sueño había estallado en mil pedazos imposibles de recuperar, dejando ahora más que un sueño una obsesión enfermiza: matar a Itachi, vengar a sus padres y a su Clan... y a sí mismo, al Sasuke infantil e ingenuo que se desangró de horror y pena.

Odiaba como le miraba la gente, a medio camino entre la compasión y el miedo. No les necesitaba. Ahora su objetivo era la venganza, hacerse más y más poderoso, sólo se debía a sí mismo y a nadie más. Se lo repetiría mil veces, más si fuese preciso, hasta que ese dolor que amenazaba con desgarrarle el pecho y asfixiarle desapareciera. Soledad... sí... la soledad era preferible a volver a sentir.

Volvió a golpear la madera. Puñetazo tras puñetazo. Patada tras patada. Con el rostro de Itachi ante sus ojos en todo momento, con aquellas palabras taladrándole el alma.

"Si quieres matarme, maldíceme, ódiame... vive una larga vida sin sentido... huye, huye... y aférrate a tu penosa vida... y, algún día, cuando tengas mis ojos, ven a por mí"

Naruto golpeaba su propio tronco sin perder ojo al moreno. Al contrario que las otras personas, creía tener una ligera idea de cómo podía sentirse Sasuke en esos momentos. Nunca había tenido familia y no sabía lo que era perderla de una manera tan desagradable, pero conocía la tristeza de la soledad. Quería hablar con Sasuke, decirle cuanto se parecían ahora.

Como todos los días, Naruto se sentó en el columpio a esperar. Sasuke no apareció hasta que empezó a oscurecer, con las ropas sucias y el rostro agotado del que ha entrenado hasta el agotamiento, para no pensar, para olvidar. Pasó ante su compañero rubio sin dar a entender que le había visto, escudado tras esa máscara de gélida indiferencia que el tiempo convertiría en algo permanente.

- Sasuke -.

El Uchiha no se detuvo. Naruto apretó los puños y, antes de pensarlo, se abalanzó sobre el moreno que detuvo el puñetazo con una mano. Los ojos negros se encontraron con los azules como lo harían dos espadas; los primeros vacíos de emoción, los segundos un revoltijo de sentimientos. Nunca se habían dicho nada más allá de sus trifulcas y, sin embargo, todo quedaba dicho. Distintos e idénticos, como las caras de una misma moneda.

- Idiota -.

De un empujón, Sasuke apartó a Naruto y siguió andando. El rubio se quedó sentado en el suelo, dejando que poco a poco una sonrisa invadiera su rostro. Sasuke se alejó con las manos en los bolsillos, el mármol de su máscara quebrado por otra sonrisa y dos regueros de lágrimas.

O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o

La rutina regresó a Konoha. El incidente del Clan Uchiha pronto fue relegado al semi olvido, igual que en su día lo fue el ataque del Zorro de Nueve Colas. En la academia los alumnos siguieron aprendiendo lo necesario para convertirse en ninjas; Sasuke cada día más perfecto, cada día más distante del resto; Naruto cada día más rebelde, buscando la atención de los demás. Ambos niños cada vez se hablaban menos, a lo sumo discutían en clase con la consiguiente puesta en ridículo de Naruto. El rubio definitivamente había decidido que Sasuke sería su rival y superarle su objetivo, quizás así dejaría de ser y sentirse como un perdedor.

Aquel era el día libre en la academia. Shikamaru, Kiba y Chouji lo pasarían con sus familias, de manera que estaba solo como de costumbre. Hacía muy buen tiempo como para quedarse en casa deprimiéndose, quizás dar una vuelta y comprar ramen para cenar le serviría de distracción.

Paseando cerca de la rivera del río reparó en una solitaria figura sentada en uno de los muelles. Frunció el ceño. Sasuke estaba tan solo y aburrido como él, pero ya estaba hasta el gorro de intentar confraternizar con el enemigo y quedar en ridículo. Sintiendo la mirada azul en la espalda, Sasuke volteó ligeramente la cabeza, primero sorprendido luego imitando la mueca de asco del rubio.

Ambos apartaron la cara al mismo tiempo; eran adversarios, no se soportaban. Uno era irritantemente rebelde e inquieto; el otro enojosamente callado y serio.

Naruto escondió una sonrisa divertida, al tiempo que miraba por encima del hombro y descubría la misma sonrisa semi oculta por los mechones negros del cabello de Sasuke. El Uchiha sabía que le había visto sonreír y, aunque públicamente lo negaría, no le importaba.

El rubio decidió que ya no le apetecía pasear. Usando los pequeños trucos que aprendían en la academia, se escondió entre unos árboles a esperar que Sasuke se marchase para darle un rato la tabarra. ¡Era tan divertido enojarle! Sobre todo por las caras que ponía. Le vio arrojar piedrecitas al agua, hasta que se quedó ensimismado mirando el río y se arrojó él en lugar de una piedra. Naruto arqueó una ceja¿qué le habría dado ahora a ése para tirarse al agua en plan psicópata?

El rostro de Itachi. Sasuke emergió del agua y sacudió la cabeza. Su reflejo por un instante le había devuelto la imagen de su hermano. Se tumbó sobre la hierba, dejando que el sol secase sus ropas. Itachi le había arrebatado tanto... no era sólo la mera existencia de su familia, sino todo lo que ésta implicaba; la cálida sonrisa de su madre al verle llegar para cenar, los silencios cargados de palabras de su padre, esos pequeños detalles cotidianos en los que apenas reparas hasta que los pierdes. Su estómago emitió una sonora protesta, recordándole que aún no había almorzado. Pausadamente, se levantó y subió hasta el camino; no le apetecía quedarse en casa con el día que hacía, quizás después de comer podría dar un paseo y comprar algunas manzanas.

Escuchó pasos apresurados a su espalda.

- ¿Y ahora que quieres, cabeza hueca? – dijo al tiempo que se volteaba con cara de pocos amigos.

- El camino no es tuyo, Sasuke, tengo todo el derecho del mundo a pasar por aquí si me da la gana, tío borde, como sigas así nadie te va a querer nunca – replicó Naruto y le sacó la lengua.

Sasuke le dio la espalda y siguió andando con las manos en los bolsillos. Fue entonces que Naruto reparó en la sombra que proyectaba su rival y compañero, y se le ocurrió una de sus tontas ideas. ¿Quién no ha jugado nunca de pequeño a "piso tu sombra"?.

El moreno escuchó el extraño andar de Naruto, como a saltitos, y que iba demasiado pegado a él para su gusto. Volvió a girarse con su cara de "me molestas, microbio" y el otro se detuvo en seco frunciendo el ceño a pesar de haber sido pillado in fraganti.

- Sólo jugaba – dijo Naruto con voz apagada – Algo que tú no debes saber ni qué es -.

Sasuke se quedó quieto mientras el rubio pasaba de largo, dando por concluida la diversión, hasta que Naruto escuchó un seco ¡paf! sobre la arena del camino. Incrédulo, vio la sonrisa torcida del Uchiha y como pisaba su sombra. ¡Eso era una declaración de guerra!

Antes de saber cómo, los dos niños empezaron a dar saltos, volteretas y movimientos de lo más variado para pisar la sombra del otro y que éste no tocase la suya, contando puntos a favor y en contra a grito pelado. Cualquiera que les hubiese visto pensaría que ensayaban alguna danza rara o se habían escapado del manicomio más próximo. Exhaustos, acabaron de rodillas el uno frente al otro, empatados.

- Ya estoy harto de tanta estupidez -.

Sasuke se sacudió la ropa antes de marcharse con gesto molesto y las manos en los bolsillos. Naruto siguió sentado en el suelo, sin esconder su expresión desilusionada.

- ¡Hasta mañana, Sasuke¡cuando quieras te doy otra paliza! -.

El brazo que Naruto había alzado en el aire a modo de despedida, cayó lentamente al tropezar con la indiferencia del Uchiha. De verdad que no le entendía, se dijo con tristeza. Entonces ocurrió lo inesperado, Sasuke sacó una mano del bolsillo e hizo un ligero gesto que podría interpretarse como "vale, pelmazo, lo que tú digas, ya nos veremos".

Naruto soltó una risa alegre y se marchó corriendo en dirección contraria al moreno, aún tenía que comprar ramen. Sasuke esbozó una sonrisa, completa y sincera. Porque, a pesar de todas las discusiones absurdas en la academia, a pesar de su rivalidad, tanto Naruto como Sasuke, de manera inconsciente, sabían que ya no estaban solos ni volverían a estarlo mientras ese otro idiota siguiera por allí.

"Si miro hacia atrás mis amigos están allí. ¿Por qué no habría de sonreír?" Naruto nº223 Manga.

O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o O o

N. de A.: Bueno, mi primera incursión en el mundo de los fics de Naruto. Todo esto lo escribí de una tirada en una noche de insomnio después de ver la pelea de Sasuke y Naruto y los recuerdos que ambos evocaban. Una de mis mejores amigas falleció hace menos de un mes, así que la historia de estos dos me ha afectado más de lo recomendable (¡Qué llorera en la pelea contra Haku!) La parte final está inspirada en un doujin (fanart), la dire está en mi profile por si queréis echarle un vistazo.

Gracias por adelantado a los reviews. Sabed que los podréis encontrar contestados en mi livejournal, la dire tb está en el profile.

Mata ne.