N. de A.: Lo primero advertir que esto va a ser lemon a saco, con contenido, pero sexo al fin y al cabo entre dos chicos, es decir YAOI. Si no te gusta, retrocede; si prefieres arriesgarte, adelante.

Segundo: es la primera vez que escribo sexo explicito, además en primera persona y, de extra, de temática homosexual. Así que se agradecerán especialmente los reviews comentando el capi, porque estoy escribiendo otro fic subido de tono y quiero saber si meter sexo explicito o no. Arigato por anticipado.

Dedicado a mis niñas del Foro DZ Sasunaru XD En honor a los 100 post.

Funeral

Abro los ojos despacio, reconociendo al instante el techo del hospital. La luz que entra por la ventana indica que la mañana ya está muy avanzada. Salgo de la cama, posando inconscientemente una mano sobre la marca negra de mi cuello. Han conseguido obstruir el Sello Maldito otra vez, pero ¿por cuánto tiempo? Sacudo la cabeza; he recordado el dolor al liberarlo en mi enfrentamiento contra Gaara.

Me pongo mis ropas negras y en recepción pregunto por mis compañeros. Sakura se recupera en casa de las magulladuras; Naruto se marchó ayer sin que los médicos se dieran cuenta. No puedo evitar sorprenderme, acabó seriamente herido en su combate contra Gaara, no debería ser capaz de moverse en unos días. Decido buscarle.

Nadie en Ichiraku o su casa. Doy una vuelta por la aldea contemplando la destrucción provocada por el ataque de Orochimaru. La gente se muestra desolada, no es raro, la enfermera me ha dicho que el Hokage es uno de los muertos.

Hago un último intento por localizar a Naruto, pasando por su casa antes de irme a la mía a descansar para el funeral de mañana. Llamo y casi enseguida la puerta se abre, dejando ver a un Naruto desaliñado, con leves ojeras y algunos vendajes. Incluso sus ojos parecen opacos.

- ¿Sasuke? – parpadea sorprendido - ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí? -.

- Bien, me dijeron que te fugaste del hospital -.

- Hmpf, no me gusta ese lugar – musita él - ¿Quieres pasar? -.

Le sigo al interior. La casa está bastante desordenada.

- Perdona el caos, hacía mucho que no pasaba por aquí, con lo del examen, el entrenamiento con Ero-sennin y bueno... ya sabes -. Se remueve el pelo con la mano – Siéntate, traeré algo para beber -.

Ocupo una silla, observando como Naruto prepara té.

- Tienes muchas plantas – comento casi sin darme cuenta.

- Me gustan -. Naruto señala una junto a la ventana – Sandaime me regaló la primera, esa de allí, cuando tenía siete años, dijo que ya era mayor para tener responsabilidades y cuidar una plantita era bueno para desarrollar mi inexistente paciencia; además, pronto aprendí que las plantas no te juzgan, ni te miran mal... -. Deja encima de la mesa dos vasos de humeante té con expresión triste, resulta raro verle tan apagado, como si una nube hubiera cubierto el sol – Siento no poder acompañarlo con algo de comida -.

- No importa -.

Bebemos en silencio.

- ¿Sabes que Sandaime ha muerto? – pregunta él, repentinamente.

- Me lo dijeron en el hospital -. Le miro y aún no entiendo cómo puede desear ser Hokage, es prácticamente una sentencia de muerte.

- El funeral es mañana -. Da un trago al té y se recuesta en la silla con la mirada posada en el vacío.

- Lo sé... ¿qué ocurre? -.

- He vuelto a perder a una persona importante – suspira Naruto - ¿Tú no te pones triste cuando muere alguien? -.

- No tenía tanta confianza con Hokage como tú -.

El dobe esboza una tenue sonrisa y vuelve a sorprenderme.

- Mientes – me apunta acusador con el dedo – Siempre se preocupó de los que no teníamos familia -.

Varios recuerdos cruzan mi mente, pero hay uno que permanece sin querer desaparecer: blanca túnica, un anciano rostro, y un refugio en la forma de un abrazo que me aparta de la sangre seca que mancha el suelo de mi casa.

- ¿Lo ves ahora? -.

Asiento con un débil movimiento de cabeza.

- Por eso quiero ser Hokage – continúa Naruto – Aunque se burlen de mi sueño o por muy difícil que sea -.

Le miro. Hay una determinación tan profunda en sus ojos que resultaría imposible burlarse de él. Creo que por fin puedo comprenderlo; no es sólo la necesidad de ser reconocido y valorado lo que le impulsa a seguir adelante, sino también el sincero deseo de proteger a la gente. Es envidiable... estúpido, pero envidiable.

- ¿Acaso quieres morir por desconocidos que te desprecian? -.

- Mira que puedes ser desagradable, Sasuke-teme -. Me saca la lengua – Protegiendo la aldea protejo a los que son importantes para mí, como Iruka-sensei, Sakura-chan, Kakashi-sensei, a t... -.

Baja la cabeza, como si su vaso fuese lo más interesante del universo. No puedo evitar esbozar una sonrisa divertida. Han pasado tantas cosas, pero creo que él tampoco ha olvidado el País de la Ola.

Agarro un cartón de leche vacío y lo tiro contra la cabeza rubia.

- ¡Animal! – protesta, contraatacando al instante con unos bóxer colgados de su silla.

- ¡Argh, ¿quieres matarme del asco, usuratonkachi? – me levanto para esquivarlos, haciendo caer mi silla, y le lanzo una zapatilla que le acierta en un hombro.

- ¡Banzai! – grita Naruto, arrojándose sobre mí. Por supuesto, acaba de desencadenarse una batalla campal en el salón, aunque la risa de mi adversario y algunas de mis estúpidas amenazas le restan seriedad.

El Sello Maldito me pasa factura, obligándome a ser el primero en capitular; sin embargo, Naruto no parece haber peleado a muerte el día anterior contra un monstruo, rebosa energía, así consigue tumbarme boca arriba con mis brazos a la espalda, inmovilizados por mi propio peso y el de Naruto.

- Gané, te gané, Sasuke-teme -.

- Te recuerdo que he salido hace unas horas del hospital, no todos nos recuperamos tan rápido como tú, usuratonkachi -.

- Excusas, excusas – sacude la cabeza – No he usado el Kage Bunshin como en nuestra primera pelea -.

- Da igual, ahora suéltame -.

- Ni hablar -.

- ¿Qué? -.

- Eres un borde, hasta que no digas "por favor" yo de aquí no me apeo, aunque se te gangrenen los brazos y... -.

- Naruto... -.

- ¿Hum? -.

- ¡¡¡Levanta o te mato! -.

Me debato con violencia pero el dobe no tiene problema en sujetarme, aunque a tal fin prácticamente se tumbe sobre mí en una posición problemática para mis hormonas. Casi hubiera sido mejor decir por favor. Tiene el cabello revuelto por la pelea, la respiración agitada contra mi rostro, soy perfectamente consciente de cada centímetro de su cuerpo en contacto con el mío.

- Dobe -.

El insulto de Sasuke se desvanece en un susurro que acaricia mis labios y, antes de saber lo que hago, sigo ese suspiro hasta que mis labios rozan los suyos. Me aparto espantado, quedando sentado, con las piernas dobladas de mi adversario a modo de respaldo. De repente, me siento bastante nervioso y no sé muy bien qué debo hacer; seguro que se ha enfadado, me llamará idiota y se irá sin más.

Al no ejercer fuerza, Sasuke libera sus brazos pero los deja tranquilamente echados sobre el suelo; no hace nada, sólo me mira como si esperase algo. ¿El qué? No entiendo a Sasuke.

Frunce el ceño. Mala señal. Eso es que se impacienta. ¡Pero es que no sé qué pretende que haga! Nos estábamos peleando como siempre, y ahora esto. Evito sus ojos, en un intento por aclararme. Vuelvo a mirarle y le encuentro con los ojos cerrados y una leve sonrisa. En serio, no le entiendo.

- ¿Sasuke? -.

Sigue inmóvil, el cabello oscuro cayendo suave sobre la frente.

- ¿Te has enfadado? -.

No contesta, pero la pequeña sonrisa basta para tranquilizar mis nervios. Me echo un poco hacia delante y rozo los mechones negros con los dedos. Se me ocurre una pequeña travesura. Dejo que mi mano se deslice del pelo a la frente, la nariz, la mejilla, el cuello.

- Na... -.

- No, si te mueves o hablas se acabó el juego – le ordeno con aire divertido.

- Hum -. Me mira con curiosidad un instante, antes de obedecer y cerrar los ojos de nuevo.

Ya no sonríe. Nunca le he visto tan relajado, su rostro se vuelve mucho más infantil, supongo que por eso va siempre a todos lados con esa cara de mala leche, sino nadie le tomaría en serio. Dudo un instante antes de volver a acercarme a su rostro, no quiero que haga lo mismo que cuando regresábamos del País de la Ola, no quiero besarle y que diga que no ha sido nada, que lo olvide, porque no puedo y sé que él tampoco. Mis labios se posan en su frente, la mejilla, la comisura de su boca, el cuello; siento a Sasuke tensarse bajo mi contacto, su desilusión al no detenerme sobre sus labios y el estremecimiento al perderme en probar hasta el último rincón de su cuello.

- Naruto -.

Me ha matado. ¡No puede decir mi nombre de esa manera tan sexy y quedarse tan feliz! No quiero que lo repita y la única forma de callarle que se me ocurre es tapando su boca con la mía. Casi al instante nuestras lenguas se enredan desencadenando burbujitas en mi estómago; una mano en mi nuca me obliga a profundizar más el beso, es un gesto posesivo, exigente. Emito un gemido de sorpresa al sentir otra mano sobre mi trasero.

- ¿Se puede saber qué haces? – protesto, apartándome a la fuerza.

Él ríe, yo me cabreo.

- ¡No te burles, Sasuke-teme! -.

- Es inevitable, te ves muy gracioso completamente rojo y desgreñado -.

- Hmpf, también parece inevitable que seas un capullo -.

- Repite eso – sisea, al tiempo que se sienta haciéndome resbalar hasta su regazo.

Juro que lo intento, quiero insultarle, tengo como un centenar de burradas luchando por saltarle a la esa cara de niñato creído, pero mi cerebro parece más interesado en registrar la proximidad de nuestros cuerpos, lo atractivos que parecen sus labios desde tan cerca y la existencia de algo bajo los pantalones del Uchiha.

- ¿Decías? – ronronea, acariciando mi oreja con su aliento. Odio que haga eso, es un maldito manipulador.

- Capullo – suspiro, apoyando la frente sobre su hombro y atrapando su cintura con los brazos.

Siento pequeños mordiscos y besos en el cuello, mientras unas manos acarician mi pelo, espalda, hasta deslizarse por debajo de mi camiseta; gruñe algo molesto por las vendas que cubren parcialmente mi torso. Hay algo que tengo claro, le encanta sobarme.

- Sasuke, vas a desgastarme -.

- ¿Acaso te molesta? -.

- Me molesta no saber cómo demonios se quita tu ropa para hacer lo mismo -.

- Es elástica, ¿ves? – tira de la tela que se estira con facilidad.

Risa maliciosa por mi parte.

- ¿Qué? – refunfuña.

- Que sólo al pervertido de Kakashi-sensei se le podría ocurrir darte ese tipo de ropa, bwahahaha! -.

Sasuke se sonroja de manera escandalosa y me aparta para ponerse en pie, malhumorado. Ja, creo que voy a tomarme la revancha por lo de antes.

- Espero que no pretendas irte de mi casa -.

- Yo hago lo que me da la gana, usuratonkachi -.

- Lo digo porque la gente va a dejar de preguntarse por qué te llaman el prodigio Uchiha – señalo descaradamente su entrepierna, mientras él adquiere un tono tan rojo que parece haya sufrido una insolación.

- Tú andas igual, así que no te burles -.

- Encima que te salvo de hacer el ridículo me echas la bronca -. Me levanto y abrazo a Sasuke, aunque el gesto pierde toda su inocencia cuando una de mis manos se posa sobre su más que clara excitación – Habría que hacer algo para solucionar esto, ¿ne? -.

- ¿Qué... qué tenías pensado? – jadea ante el contacto.

- Ven, el suelo es demasiado incómodo -.

Le llevo de la mano hasta mi habitación. También está desordenada, con pergaminos, ropa y paquetes de ramen vacíos regados por el suelo.

- Parece como si Kyuubi hubiera pasado por aquí -.

El comentario de Sasuke casi me mata del susto, no puedo evitar una risilla nerviosa.

- No lo sabes tú bien –. Mi respuesta le deja un poco confundido.

- ¿Y ahora qué? – pregunta, procurando mirarme a mí y no a la cama.

- Pues, no lo tengo muy claro, pero podríamos ir improvisando – sonrío y me subo de rodillas a la cama – En el comedor no tuvimos muchos problemas -.

Después de dudar unos instantes – ¿por qué Sasuke siempre tiene que darle tantas vueltas a las cosas? Un día se le fundirá el cerebro por pensar tanto – acaba sentándose junto a mí. Me besa muy despacio, como si fuese un helado que se quiere saborear con toda la calma del mundo y, no sé por qué, pero es el mejor beso de todos los que me ha dado.

- Alza los brazos – murmura.

No es una orden, sino una petición. Obedezco y me quita la camiseta, rozando la mayor cantidad de piel que puede en el proceso.

- Yo también quiero -.

Agarro el cuello de su traje de combate y estiro para poder bajarlo hasta su cintura con un poco de ayuda de Sasuke. Sin embargo, no contento con eso, suelto una carcajada revoltosa y empujo a Sasuke para tumbarle y terminar de quitárselo.

- ¡Eh! – protesta, intentando resistirse - ¡Suelta, baka, no hagas eso! -.

- ¿Seguro? -.

- Te he dicho que pa... aaah! -.

Algo inseguro, agarro su erección por encima de la ropa interior y empiezo a acariciarla. Observo la expresión arrebolada de Sasuke; los ojos encendidos, su boca entre abierta por los jadeos, sus manos estrujando las sábanas, su cuerpo semi desnudo; es la visión más espléndida y excitante imaginable, y mi propio cuerpo empieza a responder a ella. Aparto la ropa y le masturbo con más fuerza perdida la vergüenza inicial, sus jadeos se convierten en gemidos.

- Sigue... más... Naruto... -.

No me puedo creer el control absoluto que ahora mismo poseo sobre Sasuke, es tremendamente excitante someter de semejante manera al tan admirado heredero del clan Uchiha, el mismo que me insulta y menosprecia. La mano de Sasuke se posa sobre la mía marcándome un ritmo más apresurado e intenso, hasta que noto como se pone completamente rígido y un líquido espeso se derrama por mi mano. Cojo una de las camisetas sucias del suelo y me limpio, mientras contemplo a Sasuke, sus ojos cerrados y la respiración agitada.

- ¿Has hecho esto antes? – pregunta sin moverse.

- No a otro chico, si te refieres a eso – contesto, algo abochornado - ¿Lo he hecho mal? -.

Él se incorpora y me besa con su característica sonrisa socarrona.

- Me ha gustado – afirma – Y más con esa expresión de inocentón pervertido que tenías -.

- Eres un salido, Sasuke -.

- Igual que tú -. Termina de sacarse la ropa interior hasta quedar completamente desnudo - ¿Qué miras? -.

- Ahm, ¿nada? -. ¿Cómo voy a decirle que miro el pedazo de cuerpazo que tiene? Me tomaría el pelo como siempre, aunque creo que ya se imagina la respuesta correcta.

Esboza su habitual sonrisa de superioridad y me tumba de un ligero empujón en el pecho.

- ¿Qué...? -.

- Ahora te toca a ti – dice en plan depredador.

Me quita los pantalones junto con la ropa interior, yo estoy demasiado sorprendido como para resistirme, y se queda mirándome hasta que consigue avergonzarme de verdad. Seguro que se burlará porque no soy atractivo, nunca he sido nadie a ojos de las chicas a diferencia de Sasuke.

- ¿Quién diría que bajo ese horrible chándal naranja encontraría algo así? -.

- Si vas a reírte al menos hazlo claramente -.

- ¿Reírme? – arquea una ceja – Supongo que eres tan baka que eres incapaz de reconocer un elogio -.

Parpadeo alucinado.

- Me encanta tu cuerpo -.

Eso ha sonado terriblemente a "voy a devorarte", pero no me preocupa, estoy demasiado feliz por resultarle atractivo. Mi línea de pensamiento se interrumpe de golpe, cuando la mano de Sasuke se apropia de mi miembro para masturbarlo. Al principio parece pasarle lo que a mí, se mueve de manera insegura, hasta que mis jadeos, y supongo que la expresión de mi cara, le indican que lleva buen camino. Todo mi universo queda reducido al calor y cosquilleo que se extienden por mi cuerpo partiendo desde mi entrepierna, cada vez más y más intenso. La excitación es tan arrolladora que casi duele. La mano acelera sus movimientos y los hace más bruscos, arrancándome gemidos y suplicas.

- ¡Sasuke! – exclamo al sentir contraerse mis músculos y como mi cuerpo se estremece en un espasmo de placer.

Permanezco inmóvil, recordando lo que es respirar. Siento a Sasuke tumbarse a mi lado y acariciar mi cabello.

- Esto es mejor que el ramen -.

Me echo a reír ante el comentario de Naruto, sólo él haría semejante comparación. Me da un codazo.

- Auch, dobe – le doy un pequeño topetazo en la cabeza.

- Has empezado tú –.

Se abraza a mí, quedando nuestros cuerpos completamente pegados y nuestras piernas entrelazadas. Yo no pretendía que ocurriera todo esto cuando vine a su casa, sólo quería verle. Parece que, después de todo, no he podido apartarle, ni con nuestras constantes disputas, la rivalidad, o el amor platónico que para él representa Sakura. Naruto siempre ha estado ahí y siempre lo estará, con sus radiantes sonrisas, sus disparatadas ocurrencias, su olor a ramen y aire libre; haciéndose más y más fuerte, tocando el corazón de todo aquel que se cruce en su camino, mientras yo me quedo atrás hundido en la oscuridad... Itachi...

- Sasuke, ¿estás bien? -.

- ¿Qué? -.

- Estás temblando -.

Naruto alcanza la sábana y manta para cubrirnos a los dos, después se hace un ovillo contra mi cuerpo.

- Mejor, ¿ne? -.

- ¿Qué hora es? – pregunto, saliendo de mi aletargamiento.

- Casi las diez – dice Naruto, tras echar un vistazo al reloj de la cómoda.

- Es tarde, debería irme -.

- ¿Y por qué no te quedas? -. Frunce el levemente el ceño – Sólo si quieres, claro, pero es tarde y hace mal tiempo, aunque de cena sólo puedo ofrecerte ramen, lo único que no ha muerto en mi despensa -. Clava en mí esos brillantes ojos azules – No quiero estar solo, hoy no, por favor -.

"No quiero estar solo". Le abrazo y beso su cabello rubio.

- Supongo que comer ramen por una vez no me sentará mal -.

- ¡Yaiiii! -. Me salta encima para besarme hasta que casi me asfixia.

- ¡Para ya, usuratonkachi, que resultas más pegajoso que Sakura! -.

- No te metas con ella, encima que es tan simpática contigo -.

Naruto sale de la cama y se despereza. Sin que se dé cuenta, me recreo en contemplar su cuerpo bronceado, los músculos más esbeltos que los míos y, algo más prosaico, su trasero. Naruto es hermoso a la manera en que lo son los animales del bosque: indomable, espontáneo y, a su manera, enigmático. El espectáculo concluye cuando se enfunda una camiseta y unos bóxer.

- Si quieres te puedo prestar algo de ropa, para que estés más cómodo – ofrece con una gran sonrisa.

- Una camiseta bastará y nada de colores horteras, te lo advierto -.

- Supongo que tendré algo lo suficientemente oscuro – suspira rebuscando en los cajones – Toma esto -.

Atrapo al vuelo una camiseta negra con espiral roja.

- Ahora a cenar -.

Naruto enciende el hornillo y pone a hervir agua tarareando una cancioncilla. Coloco la silla que había tirado antes de la pelea y tomo asiento, sonriendo por la actitud tan infantil de mi compañero.

- Tus camisetas suelen tener el dibujo de la espiral – comento mientras aguardo la cena.

- Lo sé -.

- ¿Por qué? -.

- Bueno, creo que está de alguna forma relacionado con mi familia, aunque no estoy seguro porque no conservo ningún recuerdo de ellos y nadie me ha explicado qué les ocurrió, supongo que serían de los que murieron por el Kyuubi – responde Naruto con voz neutra – Mi nombre significa "remolino" y la verdad es que me comporto muchas veces como uno, así que no es raro que se convierta en algo así como mi emblema – ríe – Además necesitaré uno cuando me convierta en Hokage, quedará genial con la túnica blanca -.

Hokage. Siempre me pareció ridícula la aspiración de Naruto, un infantil sueño absurdo, pero a fuerza de pura obstinación y entrenamiento el Uzumaki estaba demostrando a todos que podría llegar a conseguirlo. Cada vez que recuerdo el combate contra Gaara no puedo evitar la rabia y los celos, ¿cuándo se había hecho tan fuerte y decidido aquel niño cobarde y torpe?

- Listo -.

Un tazón de humeante ramen aparece ante mis ojos acompañado de la alegre expresión de Naruto. Un tenue calor que nada tiene que ver con el ramen se apropia de mi interior ¿Cuándo consiguió este baka colarse en mi corazón?

- Piensas demasiado – me acusa entre sorbo y sorbo – Se te fundirá el cerebro, Sasuke-teme -.

- Lo dice uno que no tiene cerebro para fundir -.

Él se limita a sonreír y seguir comiendo. Me desquicia.

- Si quieres puedes ducharte primero – dice Naruto, una vez terminamos la cena que no estaba tan mal como temía – Hay toallas limpias junto a la ducha... sí, no me mires así, no soy tan cerdo como te piensas, y que sepas que no se me da nada mal hacer la colada. Yo voy a regar un poco las plantas, grita si quieres algo -.

- De acuerdo -.

El baño es pequeñito. Nota mental: invitar a Naruto al jacuzzi de casa. No tardo mucho y, después de avisar que he salido, me voy al dormitorio. Apago las luces, dejando sólo la claridad que entra por la ventana, y me tumbo en la cama a esperar a mi anfitrión. Fuera llueve y ocasionales relámpagos surcan el cielo. Un fogonazo especialmente fuerte y todas las luces de la calle desaparecen.

- No te preocupes por la luz – oigo al otro lado de la pared – En esta parte de la aldea no es raro que se vaya cuando hace mal tiempo -.

No puedo evitar imaginarme a un niño rubio escondido bajo la colcha, solo y aterrado una noche de tormenta.

- ¿Te asustan las tormentas, usuratonkachi? –.

- Ya no – la respuesta suena justo a mi lado sobresaltándome; la cama se mueve al sentarse Naruto – Encógete un poco o no cabremos los dos -.

Me pongo de lado. La cama es tan estrecha que, aún estando ambos tumbados de costado, es inevitable rozarse. Es bastante ridículo que después de lo que hemos hecho antes, ahora vaya a entrarnos vergüenza por compartir la cama.

- ¿Por qué no te acercas? – pregunto.

- ¿Por qué no lo haces tú? -.

- No empecemos con los diálogos de besugos que te conozco, dobe -.

- Pues tú deja ya los insultos -.

- ¿Qué te ocurre? -.

- ... -.

- Naruto – gruño.

- Quería preguntarte algo, pero no quiero que te enfades, sólo eso -.

- Entonces pregunta -.

- Ahm, ¿puedo tocarte? -.

Que alguien que te gusta haga semejante pregunta normalmente resulta incitante, pero que esa persona sea tu compañero de equipo con el que te has enrollado (y alguna que otra cosa más) hace poco más de una hora, puede acabar con la cordura de uno: yo mismo.

- ¿Sasuke, te has enfadado? -.

- No me he enfadado, me has sorprendido, eso es todo -.

- Vale, pero ¿me dejas tocarte? -.

Sonrío en la oscuridad. Extiendo la mano hasta topar con un hombro vendado, bajo por el brazo y agarro la muñeca para tirar de ella y posar la mano de Naruto sobre mi pecho.

- Haz lo que quieras -.

La mano sufre un ligero tic nervioso antes de decidirse a explorar. Pecho, cintura, cuando quiere alcanzar la espalda su cuerpo se aproxima al mío hasta que siento su cabello rozando mi rostro. Respondo a sus caricias con otras, resiguiendo la figura que no puedo ver. Naruto se coloca sobre mí, confirmando así que está tan desnudo como yo a excepción de los vendajes, besando mi boca, saboreando cada rincón.

- Me encanta que sepas a ramen –. En su voz reverbera una sonrisa – Me encanta tenerte sólo para mí -.

Eso basta para hacerme perder el escaso control que me queda. Enredo mi mano en sus cabellos y procedo a besar y morder su cuello, se estremece soltando un ligero gemido. Sus movimientos, el roce de su piel contra la mía, los pequeños sonidos de placer que emite cuando localizo algún punto sensible, su risa traviesa al conseguir que me estremezca bajo sus manos y su boca; todo ello se concentra hasta excitarme de tal forma que me siento mareado, más cuando algo cálido y húmedo se apropia de mi miembro.

- ¡Na-naruto! -.

Me arqueo sorprendido. ¿Cuándo se ha deslizado allí abajo? ¿Cuándo ha aprendido a hacer eso?

- ¡Ah! -.

Agarro las sábanas al sentir como Naruto alterna mordiscos con las succiones. Ahora mismo podría ordenarme cualquier cosa y la haría, odio sentirme sometido de esta manera, pero también prefiero morir a que se detenga.

- ¡Sigue o te mato! – jadeo.

- Hum, no sé... ¿y si no me apetece? -.

Bajo la mirada. La luz de la calle ha regresado, dejando que vea una mueca maliciosa y unos brillantes ojos que se me antojan los de un felino en la penumbra.

- Sigue -.

- Sólo si prometes hacer lo que yo diga -.

- ¡Serás... ah! -. Como se dice vulgarmente, me tiene cogido por los huevos, pero esta vez es literal... y resulta estimulante por no decir enloquecedor – Lo que quieras -.

- ¿Obedecerás? -.

- Sí, demonios, pero continúa antes que... aaah! -.

Los movimientos se vuelven más rápidos y rudos hasta que mi mente se nubla por el fogonazo de placer.

- Sasuke – canturrea Naruto.

- ¿Hum? -. Mi cerebro aún anda perezoso.

- Quiero probar algo que leí en uno de los pergaminos de Ero-sennin -.

- ¿Qué exactamente? -.

- Prometiste obedecerme -.

Esto me da muy mala espina.

- ¿Y eso qué tiene que ver? -.

- Relájate -.

Se medio tumba sobre mí, besando mi boca, el cuello; sé que intenta distraerme y lo consigue bastante bien. Una de sus manos se desliza entre mis piernas, sólo que no va donde yo creía sino un poco más allá, hasta mi trasero donde un dedo penetra dando al traste con mi "relax".

- Naruto – amenazo.

Estático de repente, clava sus ojos en los míos.

- Relájate – repite, al tiempo que vuelve a besarme intensamente – Déjame seguir, por las veces que me has protegido, por las que te protegido yo, por... por... -.

¡Oh, maldita sea, ya no sé ni lo que digo! La mirada de Sasuke siempre me desconcentra. ¿Por qué es tan difícil? Soy un baka, claro que sé porque es difícil, porque siento que para Sasuke todo esto no es más que una diversión, quizás un capricho, quizás experimentar, no sé, sin embargo yo lo siento como algo más profundo. Le odiaba y le envidiaba por ser siempre el número uno y el centro de atención de todo el mundo; y, ahora, el gran heredero Uchiha está en mi cama y yo estoy confundido, sí, confundido y feliz, porque ya no sólo "me mira" sino que "me ve".

- Usuratonkachi – murmura acariciando mi rostro, besando mis labios, abriendo las piernas – Ve despacio -.

Le contemplo incrédulo durante unos instantes. Él sonríe con malicia ante mi estupor.

- Muy despacio – sonrío.

Busco una postura cómoda en el pequeño colchón para poner en práctica mi idea. Arrodillándome a un lado de Sasuke, vuelvo a tomar su miembro con la boca mientras una de mis manos vuelve a su trasero. Tal y como he prometido me muevo lentamente, lamiendo y succionando, dejando que parte de la saliva resbale hasta su entrada lubricando y permitiendo el acceso de un segundo dedo. Sasuke se tensa cuando empiezo a hacer pequeñas rotaciones.

- ¿Te hago daño? -.

- Es una sensación rara – jadea – No del todo desagradable -.

- No quiero hacerte daño, avisa si... -.

- Dobe, no voy a romperme... ahg! -.

Aprovechando su distracción introduzco un tercer dedo cortando su bronca. Se agarra a la cabecera de la cama y a mi brazo, todo su cuerpo agitándose al compás que marcan mis manos y mi boca, excitándome con sus gemidos y expresiones.

- Ya... entra... -. Tiene los ojos brillantes y su habitual gesto de determinación.

Asiento con la cabeza y me sitúo entre sus piernas. Me asaltan las dudas: ¿y si le hago daño, no quiero lastimarle. Con un gruñido de exasperación, Sasuke me tumba y se pone a horcajadas sobre mí.

- ¿Tengo que hacerlo yo todo, usuratonkachi? -.

Toma mi miembro y lo guía hacia su entrada, sentándose para abarcarlo de un solo movimiento al tiempo que emite un grito a medio camino del placer y el dolor; yo me arqueo al sentir la inesperada cálida estrechez que me rodea. Los ojos cerrados, la boca abierta, el cabello despeinado, su cuerpo perlado de sudor, no puede haber nada más sensual que Sasuke en el mundo. Su respiración se normaliza un poco y empieza a moverse, le ayudo tomándole por la cintura notando la tensión de los abdominales bajo la pálida piel.

- Aaah... esto... eres delicioso, Sasuke -.

- Repite eso... ah... y te mato... -.

Naruto se incorpora de golpe, tumbándome violentamente contra la cama, sujetándome por las muñecas y sonriendo con malicia. Besa mi pecho, mi cuello y mi boca de manera hambrienta, mordiendo y lamiendo hasta escuchar mis quejidos.

- Eres delicioso – ronronea junto a mi oído, desencadenando un escalofrío por mi espalda y un extraño nudo mezcla de aprehensión y deseo en el estómago.

- Naru... ¡ah! -.

La primera embestida me corta la respiración, es un dolor y placer demasiado intenso, hielo al rojo vivo. Los siguientes movimientos son igual de bruscos, profundos, ardientes.

- ¡No... para...! -.

Intento zafarme, pero Naruto sujeta mis manos por encima de mi cabeza con una facilidad pasmosa, ¿de dónde saca tanta fuerza? Sus embates se vuelven acompasados, al tiempo que toma mi erección con la mano que le queda libre y empieza a estimularla; casi sin darme cuenta, mis caderas se unen a su ritmo, violento y cada vez más veloz. Entrelazo mis piernas alrededor de su cintura, buscando un mayor contacto.

- Na... naruto... más... -.

Más fuerte, más profundo, más rápido. Libera mis manos, que instantáneamente se agarran a sus hombros. Le miro a los ojos, brillantes por la excitación, antes de cerrar los míos para concentrarme por completo en la sensación que empieza a apropiarse de mi cuerpo. Naruto alcanza un punto en mi interior que desata el orgasmo; todo mi cuerpo se contrae, una explosión blanca en mi mente, grito retorciéndome de placer, notando como mi estómago se humedece; Naruto también se tensa derramándose en mi interior, clamando mi nombre, para luego quedar tendido sobre mí.

No puedo moverme, ni quiero. Nunca me he sentido más vivo que ahora. Abrazo al idiota que tiene la culpa de todo.

- ¿Sasuke? -.

- ¿Hum? -.

- Gomen -.

- ¿Por qué? -.

Parpadeo sorprendido, pensé que Sasuke se habría enfadado por forzarle. Me incorporo sobre los codos para mirarle, su expresión es tranquila y ligeramente adormilada. Acaricia mi rostro y alza la cabeza un instante para besarme.

- Te lo dije, no voy a romperme -.

- Pero... antes tú... -.

- Hace falta más que esa cosita para lastimarme -.

- Je, pues bien que gritabas por esta cosita -.

Frunce el ceño y me atiza un puñetazo en la cabeza. Hay cosas que no cambian, el señorito siempre tiene que tener la razón. Salgo de encima suyo, notando como se estremece al separar nuestros cuerpos; sí que le he hecho daño, pero antes se muere que reconocerlo.

- No me arrepiento, así que deja de mirarme como a un animalito desvalido si no quieres que te masacre – gruñe.

- Me descontrole un poco, lo siento -. Echo mano de la camiseta-trapo y procedo a limpiar los restos de semen de su cuerpo, sintiendo una punzada de culpabilidad al encontrar un poco de sangre entre sus piernas.

- Deja de hablar como si me hubieras violado, usuratonkachi -.

- Vale, todo con tal de que no me pegues – esbozo una sonrisa y él responde con el mismo gesto.

Los ojos oscuros se posan sobre el despertador.

- Durmamos un poco o, conociéndote, acabarás dormido en medio del funeral -.

- Bien -.

Esta vez nos abrazamos de forma instintiva. Sasuke se duerme prácticamente al instante con mi cabeza sobre su pecho, así escucho su respiración y el pausado latir de su corazón. Me pego más a él. Pienso todas las veces que Sasuke a estado a punto de morir, empezando por la masacre de su Clan y hasta la pelea contra Gaara, y doy gracias por dormir entre sus brazos.

- Siempre... juntos... -.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

N. de A: Ya sabéis, reviwearme y me haréis feliz. Estoy aterrada y avergonzada con este maldito capítulo ToT