Capitulo 01
No entendí, ¿Qué tenemos que hacer? – Preguntó Cristóbal a sus amigos.
Pollo, tenemos que matarnos entre nosotros. – Respondió Huitzi u poco desesperado.
¿Pero por qué? – Siguió preguntando.
Por-tería – Respondió esta vez Felipe que ya estaba muy estresado y Pollo no lo ayudaba en nada con sus preguntas estupidas.
Pero no nos vamos a matar entre nosotros ¿Verdad? – Gritó Mariela histérica, pero nadie contestó. - ¿Verdad? No podemos hacer eso, no puede ser enserio. No somos capaces. – Dejó de hablar al escuchar como alguien se acercaba corriendo mientras gritaba. Se dieron cuenta de que era Claudia, la chica que venía de intercambio de Puebla, quien en su frenética huída ni siquiera los volteó a ver. Decidieron que no era muy buena idea ir tras de ella y siguieron caminando preguntándose que es lo que habría visto para ponerse así. Muy pronto descubrieron que había pasado. Enfrente de ellos había un cadáver descuartizado.
Si Mariela, somos capaces. – Dijo Felipe mientras Mariela se volteaba a vomitar. – ¿Quién pudo haber hecho esto? – Todos estaban realmente asustados.
. . . . Flash Back . . . .
Fernanda salió del edificio sin saber que hacer. Comenzó a caminar al frente, pero se detuvo a escuchar que alguien se acercaba, pero que sin embargo no se veía por ningún lado.
¿Quién es? – Preguntó un poco nerviosa, pero no obtuvo respuesta. – Por favor contesta. – Su nerviosismo se había convertido en miedo. Buscó entre sus cosas para ver que arma le había tocado. Se encontró con una sierra cercenadora. – Quien quiera que seas sal ahora mismo. –Una persona salió de entre unos matorrales. Fernanda no tuvo tiempo de gritar…
Sintió un agudo dolor en su cuerpo. Quería escapar, pero sus piernas no le permitían correr. Dio algunos pasos, pero el dolor era terrible, sentía pánico de voltear abajo para ver que es lo que había ocurrido. Se armó de valor y fue bajando poco a poco la mirada. Sintió ganas de gritar pero no pudo. Tenía una katana de madera atravesada en su abdomen. Sintió como el carmesí líquido recorría su cuerpo.
Dio unos pasos más encontrándose con su amiga Claudia. Quiso decirle algo pero no pudo, el dolor era insoportable. La katana fue removida rápidamente de su cuerpo. No pudo hacer otra cosa si no caer al piso arrastrándose hacia su amiga implorando ayuda. Claudia subió su mirada, encontrándose con el rostro de Sergio, que sonreía. Claudia se levantó para echarse a correr.
Ayúdame.- Se escuchó la voz ahogada de Fernanda. Muy tarde, Claudia ya se había puesto a correr. Sergio tomó la sierra que se había quedado en el suelo y lentamente fue rompiendo la blusa de la chica hasta que su espalda quedó descubierta. Comenzó a cortar la espalda con la filosa sierra. Muy despacio, muy suavemente. La sangre no tardo en comenzar a fluir. Fernanda dio un ligero grito lastimoso y suplicaba piedad apenas audiblemente. Esto enfadó a Sergio, quien la volteó bruscamente. Le abrió la boca tomando la lengua y con la sierra la cortó de un rápido movimiento. La pobre chica solo se retorció por el intenso dolor. No duró mucho, se detuvo después de algunos segundos al igual que su respiración. La joven había muerto después de toda esa agonía. Sergio destazó el cuerpo inerte, era su obra de arte, pero eso no evitó que la abandonara para buscar más diversión.
Igartua Nieto Fernanda – Muerta
Quedan 29
. . . . Fin Flash Back . . . .
Aquino y Aline caminaban en el oscuro bosque. Aquino traía una cara de indiferencia y cierto fastidio, lo cual irritaba a Aline, pues ella estaba muy preocupada buscando a Paoino y el chico a su lado no le ayudaba en nada. De hecho el tipo tenía cierta calentura y quería todo con ella; como de costumbre.
¡Ponte en paz Aquino! ¡Tenemos que buscar a Pauchas! – Aline empezaba a molestarse de las insinuaciones de Aquino.
¡Hay Aline! No te quejes. ¿Para que lo quieres si yo estoy aquí? – Dijo mientras la abrazaba.
¡Wey! No mames, ya suéltame. – Aline comenzó a forcejear.
¿Por qué, Si hay tanto de donde agarrar. – Y para no hacer el cuanto largo, la estuvo fregando durante los siguientes diez minutos. Para entonces Aline ya estaba completamente harta. En un descuido de Aquino, la chica se volteó a su mochila para ver si lo que tenía dentro la ayudaba.
Grande fue su sorpresa al encontrarse con un maravilloso paralizador. Lo pendió y lo puso a la máxima potencia. Se quedo inclinada un momento hasta que Aquino llegó por atrás abrazándola nuevamente.
¡Ya déjame cabrón! – Lo siguiente que sintió Aquino fue un inmenso y repentino dolor que hizo que se separara inmediatamente de Aline.
¿Por qué hiciste eso? ¡Que patán! Yo que estaba siendo tan bueno contigo. – La chica seguía con el paralizador en su mano. Al igual que las polillas que vuelan sobre el fuego que acabara con sus vidas, Aquino se acercó nuevamente a Aline intentando abrazarla. Como respuesta recibió otra descarga eléctrica que lo tumbó al suelo. La descarga había sido demasiado fuerte. Parecía muerto, la joven estaba demasiado enojada como para que eso le importara. Escuchó que alguien se acercaba, sabía que no sería nada bueno que la descubriesen. Corrió, pero inmediatamente se tropezó con el cuerpo de su compañero. Esto la irritó más, incluso muerto o como estuviera la fastidiaba, se levantó y pateó el cuerpo haciendo que rodara colina abajo hasta que chocó con un arbusto lleno de espinas. Aline no quiso averiguar que más le pasó y se fue a buscar a Pauchas.
Creo que escuché a alguien. – Iris llegó al lugar donde segundos antes habían estado Aquino y Aline.
Neta si wey, pero ya no hay nadie. – Patty estaba detrás de Iris.- Pero neta no me importa wey, yo lo que quiero es encontrar a Picho.
Si, mejor hay que seguir caminando. Tal vez podamos encontrar a alguien más. - Gaby empujaba a las demás y así siguieron caminando sin rumbo alguno.
O.K, ya estoy harta. Se que estoy haciendo aquí, se también la estúpida razón, pero no me explico como es que quieren que nos matemos, se supone que somos el grupo más unido de la generación. – Anel estaba histérica, y como siempre hablaba muy fuerte y rápido.
Ya se Anel, es que al fin pasó. Los maestros han enloquecido. – Noemí caminaba entre Anel y Vanesa, la canadiense de intercambio. – Además… - La voz se le cortó un poco. – Ya viste lo que le hicieron a Willy. – No pudo contener las lágrimas al recordar lo que había pasado. Mientras tanto Vanesa, a la que ya le habían explicado con más calma que estaba sucediendo, tenía la cabeza gacha y apretaba fuertemente la agarradera de su mochila, que dentro contenía un arma.
¡Auch! – Exclamó Claudia al chocar contra algo, o mejor dicho, contra alguien. La chica miró hacia arriba. – Peque, que bien que te encuentro. – Claudia se levantó sacudiendo su ropa y secándose las lágrimas.
¿Qué te pasó Claudia? – Laura se acercó un poco alumbrándola con su linterna. La chica de Puebla no habló durante algunos segundos y después rompió a llorar. - ¿Qué pasa? No te pongas así que me vas a preocupar más.
Hay Peque. – Claudia cayó de rodillas. – Acabo de ver la cosa más horrible del mundo. – Laura se acercó para abrazarla. – Vi como el alumno que no es de nuestro salón… el tal Sergio, mataba a Fernanda. – Al escuchar esto Laura se separó de la chica cayendo también al suelo. – Y yo no hice nada por ayudarla, solo corrí, tenía mucho miedo.
No puede ser. – Laura se levantó y ayudo a Claudia a hacer lo mismo. – Sabia que sería un peligro, pero algo así… - Laura tapó su rostro con sus manos, inconscientemente deseando que al quitarlas ya no se encontrara en ese lugar.
Tenemos que caminar, hay que encontrar a los demás. Hay que advertirles que se cuiden de Sergio. – Claudia tomó su mochila. – Me pareció ver a Mariela, a Huitzi, a Pollo y a Felipe, pero estaba demasiado asustada como para detenerme. – Paró de hablar al ver como Laura cargaba muy difícilmente su mochila. - ¿Esta muy pesada?
Si, no he visto que trae adentro, pero apenas si puedo cargarla.
Deja te ayudo. – Claudia levantó la mochila, notando inmediatamente que Laura no exageraba con el peso. – Peque, esto esta muy pesado. Vamos a ver que tiene. – Abrieron la mochila y sacaron el arma. – Wow, un lanzallamas, pero no manches, esta pesadísimo. – Volvió a meter el arma a su lugar y cerró la mochila. – Creo que si la cargamos entre las dos será más fácil. – Laura asintió y las chicas siguieron caminando.
No, no, no, no, es que no es posible. ¿Cómo se les ocurre que pueden traer a alguien tan galán como yo a este lugar? – Miguel jugaba con la linterna.
Ya estuvo wey, deja esa linterna en paz. Vas a hacer que me caiga. – Miguel lo ignoró y siguió jugando con la linterna hasta que Rodrigo se la quitó.
Uuuuy Torta, no seas amargado. Solo estaba jugando.
¿Qué no vez donde estamos? Nos acaban de decir que nos tenemos que asesinar entre nosotros y a ti parece no importarte. – Rodrigo estaba muy molesto, sabía que su vida podía acabarse en cualquier instante y a su lado había una persona que todo lo tomaba a juego.
Ya se, pero no podemos hacer nada. – Parecía que Miguel había tomado una postura más seria. - ¿Sabes que? Mejor hay que ir a b a Fer o a Vanesa para pasar unos últimos buenos momentos. – Si, solo parecía que había tomado una postura más seria.
En que pensaras. Pero vamos, sería bueno encontrar a alguien más. – Los dos siguieron caminando sin saber exactamente a donde llegarían.
¿Y? ¿Qué hacemos? – Preguntó Ana a sus tres compañeros. Todos estaban sentados formando un pequeño círculo.
No se, creo que lo que pasa aquí es demasiado serio. – Jorge abrió su mochila y sacó una botella de agua para tomar.
Ya se, ¿Pero realmente creen que terminemos matándonos? – Daniel Farfán se acostó en el pasto mirando al cielo.
No se, pero veamos en las mochilas para ver sui realmente nos dieron un arma. – Todos asintieron a la propuesta de Juan Ramón Estrella. – Las damas primero. – Ana abrió su mochila sacando un arco y algunas flechas.
Hay no manches, nunca tuve buena puntería. – Volvió a colocar las cosas en su lugar volteando hacia Jorge. – Te toca Rohwedder.
Veamos. – Jorge comenzó a buscar y finalmente encontró un par de macanas. – Creo que no me fue tan mal. – Sonrió para después comenzar a jugar con ellas mientras que Juan Ramón buscaba su arma.
¿Qué te tocó Piwi? – preguntó Farfán al ver que no sacaba nada.
Es un garrote lleno de picos. – Respondió como si no le diese importancia. – ¿Y a ti que te tocó? – Farfán buscó en su mochila y lo que encontró no le agrado en nada.
¡¿Una tapa de olla! ¿Cómo se supone que voy a pelear con esto? – Todos lo miraron burlonamente, pareciera que no habían entendido la gravedad del asunto.
Te compadezco. – Se burló Jorge
Ya cállense, será mejor irnos. Cada vez esta más oscuro y necesitamos encontrar un lugar donde dormir. – Los cuatro se levantaron para buscar un lugar más seguro.
¡Ya cállate Carlos! – Alejandra aventó al chico. Una vez más se estaban peleando por alguna tontería. A u lado se encontraban Karla y Jordán, quienes no se habían separado desde que comenzó el juego.
Tenemos que reunirnos con todo el grupo para solucionar esto de la mejor forma posible. – Jordán sujetaba fuertemente la mano de Karla, quien a duras penas podía caminar, pues el dolor en su brazo le resultaba casi insoportable, aún así decidió no decirle nada a su novio, no quería preocuparlo.
Pero si no queda un solo sobreviviente vamos a morir todos. – Apenas logró decir la chica.
Karla, ¿Estas bien? – Preguntó su novio preocupado. – Esa herida en tu brazo te duele mucho ¿Verdad?
No, solo fue un rasguño. Tenemos que buscar a los demás. – Jordán asintió no muy convencido del bienestar de Karla, pero aún así siguieron caminando.
Fabiola caminaba entre la espesa hierba, repentinamente escuchó como alguien caminaba por los alrededores. Se puso un poco nerviosa, no descartaba la posibilidad de que alguien ya hubiera enloquecido por la presión del juego. Antes de que pudiera esconderse salió de repente un chico con algo de sangre en la ropa, la cual Fabiola no distinguía por la oscuridad. Pronto la chica lo reconoció, no supo si asustarse o tranquilizarse, ya que se trataba de Sergio, la única persona en la que podía confiar y lo peor del caso es que se trataba de un psicópata asesino. Después de meditarlo un poco se decidió por hablarle.
Hola, ¿Qué haces? – Preguntó la chica fingiendo la mayor indiferencia posible. Su corazón latía rápidamente. No podía dejar de pensar en que probablemente la podría matar.
Pues nada, aquí buscando a quien más matar. – Respondió dándole una mínima importancia.
Ah, chido. – Parecía que a ella tampoco le importaba mucho ahora.
Oye, ¿Te gustan las katanas? – Preguntó después de un momento de silencio.
Si. – Sergio le dio la suya y se fue sin decir palabra alguna. - ¡Gracias! – Gritó Fabiola, quien al desenvainar la katana grande fue su sorpresa, ya que esta se encontraba llena de sangre. - ¡Que asco! – Grito sacudiéndola para quitarle un poco del líquido. La volvió a meter y siguió caminando, no era muy seguro quedarse en un solo lugar.
No muy lejos de ahí se encontraba alguien mirando como Fabiola se retiraba. Traía unos binoculares, que bien si no le servían para matar, por lo menos podría ver cada movimiento de las personas a una distancia larga. Al perder a la chica de vista guardó sus binoculares y buscó un lugar donde estuviera seguro de que nadie lo encontraría. No era el momento de confiar en nadie. Alejandro Magaña corrió hasta encontrar una pequeña cueva, si la cubría de hierbas nadie la vería.
Aline seguía buscando a Paolino, pero en su camino se encontró con alguien completamente diferente. Alex estaba recargado en un árbol. Se encontraba leyendo en voz alta los mensajes de su celular que le llegaban de chismes de "La Oreja". Estaba leyendo uno que decía "Belinda está desaparecida desde ayer, se sospecha que se ha suicidado" Alex comenzó a reír.
Wey, tienes celular, ¿Pero cómo? Si cuando despertamos nadie traía.
Es que lo escondí bien, entonces nadie se dio cuenta.
Pues entonces deja de usarlo a lo baboso. Con eso podemos salvarnos. – Aline corrió hasta a Alex y le arrancó el celular de las manos.
Con el último mensaje que recibió se le terminó el crédito. – Aline se molestó y lanzó el pequeño aparato contra un árbol haciendo que se rompiera. Oye, era mi celular, vas a tener que pagarlo. – Le reclamó Alex notablemente molesto.
Si wey, después. – Aline no le hizo caso y se retiró para seguir buscando a Paolino, dejando solo a Alex que se seguía quejando por su celular. Aline siguió caminando hasta que escuchó un ruido, aspa que fue a ver que es lo que estaba pasando, fue entonces cuando vio a… - ¡Pauchas! – Gritó feliz al ver al chico que había estado buscando durante tanto tiempo. Este volteó y… El sonido de un disparo retumbo en los alrededores mientras un cuerpo caía sobre la fría tierra.
3 Muertos… 29 por irse
Continuara…
Segundo capitulo listo. En este me centro más en mostrar un poco de las personalidades del grupo. Los siguientes capítulos serán más cortos, ya que me voy a ir centrando en cada uno de los grupos que luego se irán haciendo.
Por cierto, creo que no lo mencione en el capitulo anterior, pero quiero agradecer a Mizaki Shidou por darme algunas ideas sádicas y de humor negro para escribir. Y otro aviso, después de cada capitulo voy a hacer un Omake sobre algún profesor. ¿Qué va a ser esto? Pues va a ser una historia sumamente corta tratando de hacerla humorística. Esta vez será sobre mi maestra de ingles que esta bastante amargada, la idea original fue mía, pero mi amiga Griselda me ayudó a mejorarla.
OMAKE
El camión iba saliendo. La maestra Maria Vera creía que su alumna Nyu Hikari iría en ese camión, pues no sabía que anteriormente se había ido con el grupo C. Ese día se levantó un poco tarde, por lo que no alcanzó el camión. Quería ir para hacerle la vida de cuadritos a Nyu Hikari durante los próximos dos días.
Maria Vera corrió rápidamente tratando de alcanzar el camión. Se le hizo una buena idea ponerse enfrente a una distancia larga para que el conductor frenara. Pero no contaba con que el conductor no había dormido bien la noche anterior y se estaba quedando dormido frente al volante, por lo que no la vio y pasó encima de ella dejándola embarrada por toda la calle.
Que tope tan grande. – Dijo el conductor para acelerar hacia la casa donde sería el retiro mientras que los demás tampoco se habían dado cuenta.
Fin
