Hola como están mis queridos y muy abandonados lectores, en verdad me disculpo por toda la tardanza en la publicación de este capítulo, en verdad no tengo ningún tipo de excusa para esta tardanza, solo que no me han entrado ganas de escribir muy a menudo y solo escribía unos cuantos cientos de palabras al menos una sola vez a la semana, pero bueno, sin más que decir aquí, disfruten el merecido capitulo por tanta espera
capitulo 9: conversación con hades y enfrentamiento contra Ares
Ya era un nuevo día tanto en el mundo como en el Olimpo, donde nuestros queridos personajes ya se encontraban reunidos después de haber dormido el día anterior en los templos, y de haber desayunado, así que ya con la barriga llena y totalmente despiertos, se hallan reunidos en una de las tantas salas del Olimpo para decidir quién leerá el próximo capítulo, y en esa discusión, se tomo la decisión de que nuestro dichoso dios de la guerra Ares leyera el capitulo, por lo que lo vemos en su sillón, a unos cuantos metros levantado del suelo para que todos pudieran verlo, y oírlo, por lo que sin esperar más, empezó a leer el capítulo del libro
Capítulo 9: Sympathy for the Devil
Imagínate el concierto más multitudinario que hayas visto jamás, un campo de fútbol lleno con un millón de fans. Bueno, no…imagínate mejor una de esas fotos de los campos de concentración de Auschwitz, el cual está completamente repleto de gente. Sin luces ni sonidos, tan solo a oscuras, como si una sombra perpetua estuviese en reposo sobre ellos. Esperando pacientemente que algo ocurra.
Lo único que desentonaban en los Campos de Asfódelos eran, algunos álamos negros, alguna que otra roca desperdigada por ahí, nosotros, y en un rincón alejado de este lugar mi pequeña belleza de piel color cacao.
Realmente tuve que contenerme las ganas de separarme momentáneamente de nuestra misión e ir a abrazar a Hazel, quien estaba mirando desconsoladamente a todos lados, buscando a su madre, o algún rastro de vida en este obscuro lugar.
En lo que podría catalogar como un acto bastante estúpido en la escala oficial que había creado Arty y Thals, decidí mandarle un regalo a mi amor sureño. Una rosa hecha de hielo que nunca se derretirá a menos que yo lo desee, con una mariposa asentada sobre ella.
-muy bien, esa lista es algo que iré creando desde ahora, porque has hecho demasiadas estupideces antes-
murmuro Thalia con algo de rabia y celos contenidos, mientras que nuestra querida diosa lunar de la caza ideaba lo mismo de forma más silenciosa y sin ya preocuparse por donde iban la línea de sus pensamientos con respecto a Percy
Era algo que le había dado como regalo de aniversario en la línea anterior, y hasta el día de hoy recuerdo su cara de felicidad al desenvolver la caja de cristal en donde lo había puesto.
-Hazel, amor, cierra los ojos por favor- le digo mientras me acerco lentamente a ella ocultando algo detrás de mi espalda.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso traes algo detrás de ti? – curiosa, siempre fuiste así querida, nunca cambies.
-Quizás sí, quizás no. Solo lo sabrás si cierras tus ojos para mí- la veo hacer un puchero en señal de fastidio por mi pedido, lo que me hace reír un poco, pero una vez que hizo lo que le pedí, tomé sus manos y deposité mi regalo para ella.
-¿Esto es para mí? –
-Si mi amor, feliz aniversario. Espero que te guste- le digo, mientras la veo sacar el papel de regalo y apreciar la mini escultura de hielo que le había hecho.
-Es hermoso Percy, ¡muchas gracias! – de nada querida.
Mientras continuamos nuestro camino, con un movimiento suave hago aparecer una flor y una mariposa volando a su alrededor de hielo delante de Hazel.
Trato de no mirar su reacción, porque sé que, si lo hago, me devolveré y la abrazaré para nunca dejarla ir de mi lado.
En silencio tomo la capucha de mi campera y oculto mi cabeza, no quiero que Clar y Grover vean la mirada que reflejan en este momento mis ojos.
Tras unos kilómetros caminando, lo cual ya estaba empezando a fastidiar a Clar y se había puesto a afilar su lanza para pinchar al primero que intente cabrearla, empezamos a oír un chirrido familiar en la distancia. En el horizonte se cernía un reluciente palacio de obsidiana negra. Por encima de las murallas merodeaban las tres Furias estaban esperándonos para darnos una cálida bienvenida.
-Supongo que es un poco tarde para dar media vuelta- comentó Grover, esperanzado y temeroso como la primera vez.
-Oye, cualquiera al que mandan por primera vez estando vivo al palacio de Hades se impresiona y se asusta, no cualquiera ha llegado allí, sobre todo sin el permiso del dueño del lugar-
menciono Grover de forma bastante molesta, mientras varios se ríen de las palabras que dijo la versión pasada del nuevo dios de lo salvaje
-No va a pasarnos nada. Recuerda que tuvimos un trato en donde inclusive juré por el Río Styx- en serio Grover, debes dejar de estar siempre tan tensionado, o te saldrá una úlcera que ni Apolo podrá curar.
-Venga, Grover. Percy ya nos dijo que no pasará nada. Tenle un poco de fe- Clarisse lo agarró del brazo.
Pasamos cerca de la fosa en donde la primera vez Kronos intentó arrastrar a Grover por estar usando las zapatillas malditas de Castellan.
En esta ocasión, el haberlas congelado fue suficiente para anular la magia que había en ellas. Era una pena deshacerme de unas hermosas zapatillas voladoras en esta línea temporal.
Envueltas en sombras, las Furias sobrevolaban en círculo las almenas. Las murallas externas de la fortaleza relucían negras, y las puertas de bronce de dos pisos de altura estaban abiertas de par en par. Una vista que solo cuando trataba de ser educado veía a la hora de visitar a Nico. Por lo general, me aparecía directamente en el salón principal.
-eso en verdad significa mucha confianza de parte mía, y de mi hijo si se aparece directamente en mi salón principal sin ser vaporizado al instante, aunque supongo que el avisaría cuando hiciera eso-menciono Hades, asustando a algunos semidioses, y haciendo que los dioses que lo visitan en su reino lo miren mal por sus propias palabras, y haciendo qu Nico riera un poco con nerviosismo también al escuchar las palabras de su padre
Cuando estuve más cerca, aprecié que los grabados de dichas puertas reproducían escenas de muerte. Desde la antigüedad hasta los tiempos modernos, agregando pequeños detalles ante cada catástrofe que ocurre con el paso de las horas. Un bello y mortal recordatorio de la estupidez de la humanidad. Un vano intento de dilucidar quién es el bueno y quien es el malo de la historia.
Entramos fugazmente en el jardín de Perséfone. El cual debido a la mala disposición de la tierra en la que se halla, la flora es bastante irregular en el sentido de lo que normalmente deberían de ser. Quizás pueda decirle a tío Hades que si le pide un poco de ayuda a mi padre para que distribuya un poco de agua purificada y a tía Deméter que cure unas parcelas de tierra, le podría dar un hermoso regalo de aniversario a Perséfone para que haga crecer todas las plantas que ella quiera. Al fin y al cabo, ambos merecen un poco de felicidad mutua, las perpetuas discusiones que tienen con Deméter los estresa en demasía.
Al escuchar eso, muchos se quedaron atónitos al oír dicha solución y forma de recuperar, de manera bastante sencilla lo que era actualmente el jardín de la esposa del dios del inframundo, el cual le dirigió una mirada significativa a Poseidón y Deméter, los cuales asintieron para ayudarle con respecto a eso (Deméter mas a regañadientes, sobre todo para que su hija se sintiera más cómoda en el territorio de su esposo)
Subimos por la escalinata de palacio, entre columnas negras y a través de un pórtico de mármol negro, hasta la casa de Hades. El zaguán tenía el suelo de bronce pulido, que parecía hervir a la luz reflejada de las antorchas. No había techo, sólo el de la caverna, muy por encima. Un lugar bastante triste para mí, un lugar sin poder ver la luna y las estrellas. Un lugar en donde la compañía de los astros hace que no me ahogue en mis penas.
Cada puerta estaba guardada por un esqueleto con indumentaria militar. Algunos llevaban armaduras griegas; otros, casacas rojas británicas; otros, camuflaje de marines. Cargaban lanzas, mosquetones o M-16. Ninguno nos molestó, pero sus cuencas vacías nos siguieron mientras recorrimos el zaguán hasta las enormes puertas que había en el otro extremo. Siempre fue un tanto asombroso ver cómo eran las fuerzas militares con el paso del tiempo. Tena hubiese estado encantada de ver esto, es como un mini museo.
Ya para este punto, tanto los hijos de Ares como los de Atenea junto a sus respectivos padres divinos le dirigieron una mirada curiosa e interesada a Hades, el cual se puso algo incomodo al ser mirado tan fijamente por ellos
-bueno, hablare con sus padres, para que, hagan una excursión sobre una pequeña parte de mi territorio donde están muchos de los que resguardan mi palacio-
Dijo el dios del inframundo, tranquilizando a los chicos y asintiendo a sus padres para hablar con respecto a ese tema cuando todo el tema del libro del futuro acabe.
Dos esqueletos con uniforme de marine custodiaban las puertas. Nos sonrieron. Tenían lanzagranadas automáticos cruzados sobre el pecho. Pude notar que el nerviosismo de Grover empeoraba a cada momento, mientras que Clar miraba atentamente a todos lados tratando de memorizar cada detalle de las vestimentas que usaban los esqueletos.
-Sabes, apuesto lo que sea a que Hades no tiene problemas con los vendedores puerta a puerta- comentó en un intento de romper el hielo Grover.
La mochila me pesaba una tonelada. A pesar del uso de magia que le había aplicado, el maldito rayo era pesado en mi estado físico actual. Juro que le patearé las pelotas a Ares por dejarse manipular y le tomaré una fotografía para enviársela a Dite.
Un viento cálido recorrió el pasillo y las puertas se abrieron de par en par. Los guardias se hicieron a un lado.
-Hay que admitir que cuando alguien quiere lucirse, lo hace con estilo- les digo a mis compañeros.
-Crees que es seguro entrar ahí Percy? Siempre nos han dicho que Hades no es alguien en quien se deba confiar- ok Clar, puede que tío Hades sea un ser manipulador e inescrupuloso, pero tiene palabra y la cumple.
-y es sorprendente, que ustedes dos, que se supone son junto con el mismo hades, los que hicieron aquel juramento hace como 70 años, y solo el mismo hades lo haya cumplido, ustedes en verdad ni jurando por el estigio se detienen.-
Dijo Hestia, en forma de regaño, haciendo que tanto Poseidón como Zeus, dirigieran su vista hacia otro lugar bastante incómodo los dos, y que hades pusiera una pequeñísima sonrisa de orgullo al saber que el si puede mantener su juramento.
-Si Clar, no hay que preocuparse, recuerda que él también es una víctima acá- en todos los sentidos posibles. Aguantar a Deméter, pasar medio año sin su esposa, ser estafado por sus hermanos, ser comido por su padre, que algunos de sus hijos sean un tanto díscolos, que sus amores mortales sean asesinadas por cierta reina del drama…
La sala era igual a como recordaba, salvo que en esta ocasión faltaba el trono de Nico, quien prácticamente vivía aquí. Era el tercer dios que conocía de nuevo en esta línea temporal, pero el primero que me caía bien.
Sentado en su trono estaba ahí mi tío. Hace mucho tiempo que no lo veía. Aún recuerdo como si fuese ayer cuando me persiguió por todo el campo de Asfódelos a la hora de enterarse que Hazel gustaba de mí y empezamos a salir juntos.
Decir que Nico opinaba igual que él sería el eufemismo del milenio. Los malditos psicópatas me pincharon suficientes veces con sus espadas de acero Estigia que pensé que me moriría ahí mismo. Fue un milagro que Perséfone y Will aparecieron para detenerlos o me hubiesen convertido en un colador.
-Gusto en conocerlo Lord Hades, espero que no sea de mucha molestia nuestra momentánea presencia en el inframundo- bien, al menos esta vez comencé con el pie derecho. No quiero que por el solo hecho de ser un niño que no debía haber nacido me empiece a odiar.
-Eres valiente para venir aquí, hijo de Poseidón. Después de lo que me has hecho, muy valiente, a decir verdad. O puede que seas sólo muy insensato- repitió lo mismo que la vez anterior, pero esta vez su significado era distinto.
Pude ver que Grover y Clar presentaban los mismos aspectos que yo tuve la primera vez que conocí a Hades, es decir, un entumecimiento en las articulaciones, generando la tentación de tumbarse en el suelo y dormir eternamente
-o si, eso pasa la primera vez que los semidioses me ven, o las pocas veces que me han visto en todos los milenios de vida que tengo, pero es un efecto que se puede controlar, por eso es que ninguno de ustedes están sufriendo eso- Dijo Hades, calmando a la gran mayoría de los chicos romanos y griegos
-Por lo que he leído sobre las características de mi padre, creo que soy un poco de ambas. Aunque agradezco que tengo la sabiduría de mi madre. Si no estaría hasta el cuello de problemas- digo tranquilamente, solo para recibir una pequeñísima mueca que simulaba ser una sonrisa.
La única vez que lo vi reírse a todo pulmón, fue cuando Zeus estaba persiguiendo por todo el Olimpo a Zoe y Ethan por haberle robado su precioso rayo. Creo que a Deméter casi le dio un infarto ese día.
-Creo que realmente eso es una bendición. No quiero ni pensar si hubieses sido como ese idiota de Orión- no gruñas Perseo, no gruñas. Sabemos que quieres destripar al tarado por lastimar a Arty.
-Ni que lo diga tío. Ahora antes de retirarnos a la superficie, sabe que traigo el rayo en la mochila ¿verdad? – okey, creo que soltarlo de repente no fue la mejor idea. Grover se ha puesto azul y a Clar se le están por salir los ojos de la órbita.
-¡QUÉ! – un grito unísono me dejó sordo por unos segundos mientras Clarisse me agarró por mi campera y empezó a zamarrearme de un lado a otro.
-Es-es-espera Clar, no pu-pu-puedo hablar a-a-así – digo entre los vaivenes, puedo ver como mi tío tiene una mirada de diversión en sus ojos. Bastardo sádico.
-¡Explícate en este mismo instante Perseo Jackson! – bien…creo que la cabree lo suficiente como para obligarme a hacer gárgaras con el río Leteo.
-Abre la mochila que traigo en la mano y mira lo que hay dentro- espero que dirija la furia a su padre ahora.
La veo abrir rápidamente la mochila, solo para retirarse abruptamente por la sorpresa, pues ahí dentro se hallaba el símbolo de Zeus. Impoluto, sin una mancha de suciedad.
-¿Co-cómo…? – preguntó esta vez Grover.
-¿Quién nos dio esa mochila? – les digo tranquilamente, mientras le doy una mano a Clar para que se le pase la alta emoción que recibió.
-Mi-mi padre. Él nos la dio a cambio de buscar su escudo- lo siento Clar, pero tu padre es un idiota cuando se lo propone. No es nada nuevo por el cual tengas que empezar a sorprenderte.
-eso sí es cierto, es idiota cuando se lo propone, lo cual es la mayor parte del tiempo-dijo Atenea de forma burlona, ya que él suele ser bastante iracundo e impulsivo la mayor parte del tiempo, cosa que no le cayó muy bien a él y a sus hijos grecorromanos
-Exacto. Ya era bastante raro que se nos apareciese y nos mandase a una búsqueda. Sin contar con el simple hecho de que tenía información sobre el paradero de mi madre y su estúpida idea de sembrar discordia entre mi padre y tíos. Supe que el dichoso rayo estaba en la mochila desde que pasamos a Cerbero y el aviso de que había magia entre nosotros estalló- finalizando mi teoría la cual tuve que practicar en el camino para que sea creíble, escuche unos aplausos provenientes de tío Hades.
-Excelente deducción sobrino, digna de Atenea mismo. Aunque tengo una curiosidad… ¿por qué no sospechaste de mí? –
-Debido a la cantidad de almas que se hallan en todo el inframundo. Si tú hubieses tenido el rayo, generarías una guerra. La guerra atrae inevitablemente a la muerte, acumulando de manera desmedida el número de personas que se encuentran en tu territorio. Y a nadie le gusta el papeleo que eso trae. Por lo tanto, tú serias la última persona en todo el Olimpo que desearía que se desate una guerra. Suficiente tienes con aguantar a tu suegra, ¿o no? – le digo lúdicamente la última parte, para recibir como respuesta una cara de disgusto.
-Ni me la nombres sobrino. Suficiente con que esté en estos momentos con mi mujer y tu madre. Seis meses de no escucharla, pero también son seis meses sin mi esposa…Geez, a veces desearía que ella me sonriese de la misma manera que cuando su madre viene a visitarla- hemos tenido esta charla muchas veces en mi línea temporal, y también con Nico, ambos tienes problemas de confianza. Sin contar que la actuación de niño emo no ayuda mucho. Quizás la idea que tuve hace unos momentos atrás le ayude con su problema.
-¿Nunca ha pensado en pedirle a mi padre y a tía Deméter ayuda para un regalo? – espero que esto le ayude de verdad.
-¿A qué te refieres? ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Pedirle algo a la amante de cereales y al cabeza de algas de tu padre? – bueno…era una reacción que me esperaba en realidad.
-¡oye!- le gritó con molestia tanto Poseidón como Deméter por su comentario sobre esos apodos hirientes sobre ellos, teniendo como reacción un encogimiento de hombros del mismo hades, diciendo como si se lo hubieran buscado
-Lo digo porque antes de llegar aquí vimos el jardín que tiene tu esposa. Y puedo decir fácilmente que no es un jardín bastante ortodoxo, basta con ver a las flores venenosas o con aspecto de joyas. Podrías pedirle a Deméter que purifique una parcela de tierra y a mi padre que desvíe algún río subterráneo, de esa manera tendrás una zona inmaculada y se la podrás regalar en una fecha aniversario a Lady Perséfone para que plante lo que ella quiera-
-¿Qué? ¿Por qué rayos haría algo como eso? – puedes negar todo lo que quieras tío, pero ambos sabemos que la idea es de tu agrado.
-¿Por qué? Porque de esa manera harás feliz a tu esposa con un hermoso regalo. Pero ese no es el único beneficio, estarás en buena relación con tu suegra, y recuperarás algunos lazos fraternales con mi padre- bien, por la mirada soñadora que tiene en su cara veo que definitivamente le gustó la idea. Ahora lentamente sacaré mi cámara y discretamente tomaré una fotografía. No quiero ni imaginarme cuanto chillará Dite de felicidad cuando vea su cara y le cuente el porqué de ello.
-Me agradas muchacho. Ahora solo me quedaría el problema con Caronte…- ¡oh por el amor de Caos! ¡Deja de ser tan emo! ¡Ese es el trabajo de tu hijo!
-¡QUE YO NO SOY EMO!- grito Nico, el cual se incomodo bastante al recibir miradas fijas de la mayoría de las personas que lo conocen desde hace tiempo, haciendo que volviera a sentarse para pasar la vergüenza en silencio y poniendo atención a la historia.
-Bueno…con respecto a eso mi Lord…puede que Percy le haya ayudado con eso también…- ¿eh? ¿Clar no sabes lo que acabas de hacer? ¿Quieres provocarle un infarto?
-¿Qué quieres decir con eso señorita LaRue? – no se lo digas querida, son muchas emociones para el anciano.
-Verá…estuvimos por un momento en el Casino Lotus, en donde nos dieron unas tarjetas de crédito. Y bueno, digamos que Percy le pago con una de ellas para llegar acá. Así que creo que no lo verá reclamándole por un largo, largo tiempo-
Está bien. En ocasiones así desearía que Apolo y Hermes estuviesen aquí para ver la cara de tío Hades. Qué rayos, invitaría a todo el consejo olímpico para ver la cara de asombro que ha puesto ahora.
Los ojos de hades se iluminaron al saber la manera de cómo sacarse de encima a ese molesto, quejumbroso y codicioso esqueleto parlante, y era una forma muy sencilla, tan sencilla que estaba sobre sus narices y no fue hasta que este semidiós lo hizo que él se vino enterado, por eso decidió que cuando tuviera tiempo mandaría a su hijo o alguno de sus súbditos a buscar una tarjeta de esas, y poder quitarse a Caronte de encima
-Bien, creo que hemos tenido tiempo suficiente aquí. Debemos empezar a irnos de nuevo a la superficie ya que tengo la leve sensación de que nuestro querido benefactor, el que nos dio el rayo, estará arriba esperando para ver si estamos muertos o no. Y lo más seguro es que él tenga también el yelmo de la oscuridad- creo que ya ha sido mucho por el día de hoy, quiero patearle el trasero a Ares, regresar el rayito y el casquito, ver a mis amores y dormir un buen rato en los brazos de Clar y Tia.
-Sí, yo también creo que es hora de que nos larguemos de este lugar. No me siento muy bien- ya deja de quejarte Grover! Claro, si hubiese estado Juniper o alguna diosa relacionada con la naturaleza en este salón, de la única forma de sacarte hubiese sido desmayado o muerto.
-¡Quejoso! – bien ahí Clar! Tú siempre me apoyas.
-Ejem…creo que tienes razón sobrino. Va siendo hora que vuelvas a la superficie. Trata de recuperar mi yelmo, pues Alecto y sus hermanas estarán esperándote para que se los entregues y cumplas tu parte del trato. Si lo logras, tu madre regresará sana y salva-
-No tiene por qué preocuparse tío. Fue un placer conocerlo. Y si le interesa saber algo, ya me cae mejor que Mr. Hago puntería a todo lo que se mueve con mi rayo- ¡ahí está otra vez ese brillo de diversión en sus ojos! Creo que con esto me he ganado mi entrada a la Isla de los Bienaventurados.
-bueno, ya con todo lo que había hecho antes, su pase estaba ganado, pero ahora se lo gano en esta línea temporal-
Dijo Grover en tono jocoso, sacando algunas sonrisas y haciendo pensar a hades de darle algunos privilegios de mas a este semidiós después de que llegue a la Isla de los Bienaventurados
Tomando la mano de Clar y el brazo de Grover, hago un suave movimiento con la cabeza a forma de despedida y me concentro en volver a aparecerme en las playas de Santa Mónica mediante la transformación de niebla, como lo hacía mi padre.
Antes de que mis compañeros se diesen cuenta, Grover se encontró desplomado en la arena y Clar en mis brazos, tratando de entender lo que acaba de pasar.
-¡Oye! ¿Porque estoy tirado en la arena mientras Clarisse terminó de pie y limpia? – sátiro quejoso. Espero que Juniper te tenga bajo una estricta dieta, estás pesado.
-Porque ella es frágil, hermosa, mortal, sarcástica, amorosa, mi novia, la persona que me gusta. Y por sobre todas las cosas, no es un sátiro quejoso con las patas peludas- le digo con cara de palo mientras escucho a Clar tratando de articular palabra alguna ante mi confesión inesperada.
-Eso es discriminación ¿lo sabes? –
-Ya, levántate y deja de lloriquear, que ya estás grandecito para eso-
-¡Le contaré a tu madre! –
-No te atreverías-
-¡Pruébame! –
-Le diré a Juniper que estuviste coqueteando con algunas náyades-
-¡Eso es mentira! –
-Pero ella no lo sabe. Y me da la impresión de que ella es una mujer bastante celosa, o ¿no? – je je, quisiste hacerte el malo conmigo G-man, muy mala decisión.
-No te atreverías Percy! –
-Como tú mismo lo dijiste Grover. Pruébame- jaque mate mi cabra amigo.
-Eres el diablo…- Nop, ese es Hades. Pero gracias por el halago.
Pude apreciar luego de mi breve discusión un bello paisaje, digno de una pintura de Rach. Los Ángeles estaban en llamas, el atardecer, rojo sangre, contrastando con el azul del océano y el dorado de la arena.
Si por mi fuese me echaría de espaldas en la playa y disfrutaría de este pasajero momento de paz.
-comparado con todo el tiempo que se perdió en la primera misión, esta vez no está a contrarreloj, así que no veo por qué no quisiera un momento de tranquilidad- menciono Grover, dando a entender que en la línea de tiempo normal, ni siquiera un buen descanso tuvieron por la cuestión de andar a marchas forzadas.
-Vaya, parece que la estrella con ansias de sangre hace acto de presencia. ¿Debería de estar honrado con tu presencia primito? – digo mientras me giro lentamente para verle la cara al idiota poseído.
Ahí estaba, esperándonos, enfundado en el guardapolvo de cuero negro y las gafas de sol, un bate de béisbol de aluminio apoyado en el hombro. La moto rugía a su lado, y el faro volvía rojiza la arena.
Por alguna razón me estaban dando ganas de patearle las pelotas lo más duro posible por ser un maldito estúpido con Dite.
Puede ser un "buen" padre, y también un "buen" abuelo. Digo "buen" porque creo que no es de lo más seguro regalarle a un niño en su primer cumpleaños una navaja. Sé que tuvo buenas intenciones, pero hay que admitir que Ares no es el cuchillo más afilado en el cajón. En cualquiera de los otros aspectos psicosociales, realmente apesta. Por lo general causa un leve sentimiento de querer romperle la cara, y no necesariamente por su aura. Una vez tuve que frenar a Tia de querer prenderle fuego durante una semana entera por comerse las galletas que eran para Reah.
-Eh, chaval. Deberías estar muerto- bueno, eso es bastante discutible. Sé que estoy muriéndome, pero tampoco es para que me estés apurando de esa manera. Es grosero.
-a ver, todos sabemos que Ares no es un ejemplo de caballerosidad, pero eso es incluso es peor, eres un idiota hermano- le dijo Apolo al Dios de la Guerra con bastante burla haciéndolo molestar tanto a él como a sus hijos griegos y romanos
-Lo sé. Me lo dicen mucho. Pero ahora, si eres tan amable, ¿me podrías devolver el yelmo por favor? Sé que tú no lo has robado personalmente, pero sé que estás trabajando con alguien más- digo tranquilamente, sin mostrar emoción alguna.
Ares sonrió. Creo que quiere que le rompa algunos dientes.
-Bueno, a ver, yo no los he robado personalmente. ¿Los dioses toqueteando los símbolos de otros dioses? De eso nada. Tú no eres el único héroe en el mundo que se dedica a los recaditos. ¿Pero cómo has sabido que hay otra persona involucrada? –
-Un tiro en la oscuridad. Pude haber dicho una tontería, pero tú acabas de confesarlo implícitamente- siempre un idiota querido primo.
La idea pareció divertirle.
-No importa. Mira, chaval, el asunto es que estás impidiendo los esfuerzos en pos de la guerra. Verás, tenías que haber muerto en el inframundo. Entonces el viejo Alga se hubiese cabreado con Hades por matarte. Aliento de Muerto hubiera tenido el rayo maestro y Zeus estaría furioso con él. Pero Hades aún sigue buscando esto…- se sacó del bolsillo un pasamontañas y lo colocó en medio del manillar de su moto, donde se transformó en el yelmo de tío Hades.
-El yelmo de oscuridad- dijo Grover, ahogando una exclamación. Ya estoy viejo para estas obviedades juveniles.
-Exacto. A ver, por dónde iba-Pelea tú mismo conmigo, Ares- en serio, apúrate. Quiero terminar lo más rápido posible esta mierda.
Ares resopló con desdén y esgrimió su bate de béisbol.
-¿Cómo lo prefieres? ¿Combate clásico o moderno? – okey… ¿acaso cree que tengo un revolver o algo por el estilo?
Le mostré mi espada. Y antes de que pudiese hablar, decidí hacer mi movida final.
-¿Me permites cambiarme de calzado? Te pregunto porque realmente es muy incómodo tratar de moverse con arena dentro de las zapatillas-
-Bah! No puedo negarle una última voluntad a un moribundo – vaya, que honor. Con eso te consagraste de tarado.
Ah, sí, Hades se pondrá hecho un basilisco tanto con Zeus como con Poseidón, ya que no sabe cuál le robó el yelmo. Muy pronto habremos organizado un bonito y pequeño festival de mamporros- y ahí terminó cavando su tumba el muy idiota.
La verdad sería una lástima que justo en este preciso momento yo tengo mi iPod en mi bolsillo y esté grabando distraídamente esta conversación/confesión.
Una verdadera lástima.
-¡Pero si son tu familia! – no te gastes Clar, tu padre siempre fue un estúpido. Creo que a tía Hera se le cayó de cabeza cuando era un bebé. O algo así me comentó una vez Hefestos.
Ares se encogió de hombros.
-Los enfrentamientos dentro de una misma familia son los mejores, los más sangrientos. No hay como ver reñir a tu familia, es lo que digo siempre-
-Pero implicaría que tus hijos tengan que pelear en algún punto de tu patética guerra. Lo cual haría que se maten por ideales insulsos. Y yo quiero creer que tú no desearías que alguno de tus hijos muera por una estupidez, ¿verdad? – sí, ahí está ese pequeño destello en sus ojos. Está queriendo reaccionar contra la posesión. Sé que puede hacerlo solo al cabo de unos minutos. Pero si lo golpeo en la cabeza será algo provechoso para los dos.
Bueno, será provechoso para mí.
Está bien, tan solo quiero golpearlo por ser un ingrato con Dite.
-venga Percy, todos sabemos que le tuviste ganas de dar una buena paliza a Ares desde el primer momento, y no eres el único que tuvo esas ganas en su contra- dijo Hermes riéndose a carcajadas junto a Apolo y sus hijos, mientras que Afrodita sorpresivamente se sonrojo de manera bastante visible, haciendo que sus hijas se le queden viendo con cara de asombro.
-¡Cállate! ¡Tú no sabes nada mocoso! ¡Una guerra trae grandeza y poder para mi dominio! ¡Es por eso que envié el rayo al inframundo! –
-Mientes. Enviar el rayo maestro al inframundo no fue idea tuya. Fue del sujeto quien tomo el símbolo, ¿no? - fue la perra de Castellan. Juro que lo desmembraré lentamente y le echaré vinagre en las lastimaduras. Para que sufra.
-¡Soy el dios de la guerra! ¡Nadie me da órdenes! ¡No tengo sueños! – idiota…me diste lo necesario para seguir molestándole.
-¿Quién ha hablado de sueños? ¿Acaso tienes algo que confesar? ¿Algún secreto que no quieres que la gente sepa? Sabes, tienes cola de paja Ares. Desde el momento en el que apareciste ante nosotros estas en jaque-
Ares parecía agitado, pero intentó disimularlo con una sonrisa.
-Volvamos a lo nuestro, chaval. Estás vivo y no permitiré que lleves ese rayo al Olimpo. Ya sabes, no puedo arriesgarme a que esos imbéciles testarudos te hagan caso. Así que tendré que matarte. Nada personal, claro- puedes intentarlo todas las veces que quieras. Pero no significa que puedas lograrlo.
Chasqueó los dedos. La arena estalló a sus pies y de ella surgió un jabalí, aún más grande y amenazador que el que colgaba encima de la cabaña 5 del Campamento Mestizo. El bicho pateó la arena y me miró con ojos encendidos mientras esperaba la orden de matarme.
Como no tenía muchas ganas de repetir de nuevo esta parte, decidí crear un témpano de hielo justo por encima de su cabeza. Dejando que la gloriosa gravedad hace su parte, enterrando el trozo de hielo limpiamente entre sus orejas, saliendo por la boca. Matándolo al instante.
-bien, para hacer eso y sin concentrarse mucho ya dice bastante del control de sus poderes, porque no creo que sea sencillo para un hijo del mar, sobre todo siendo un niño, hacer un tempano de hielo de la humedad del aire- menciona Hefestos bastante impresionado de las habilidades de Percy, sobre todo del preciso control de sus poderes.
-Pelea tú mismo conmigo, Ares- en serio, apúrate. Quiero terminar lo más rápido posible esta mierda.
Ares resopló con desdén y esgrimió su bate de béisbol.
-¿Cómo lo prefieres? ¿Combate clásico o moderno? – okey… ¿acaso cree que tengo un revolver o algo por el estilo?
Le mostré mi espada. Y antes de que pudiese hablar, decidí hacer mi movida final.
-¿Me permites cambiarme de calzado? Te pregunto porque realmente es muy incómodo tratar de moverse con arena dentro de las zapatillas-
-Bah! No puedo negarle una última voluntad a un moribundo – vaya, que honor. Con eso te consagraste de tarado.
Esas últimas frases hicieron que Hermes abriera sus ojos de forma bastante amplia, girándose para mirar a su hermano Ares de forma impresionada
-¿en serio le dejaste cambiar sus zapatillas? Le dejaste usar unos artículos bastante valiosos en tu contra hermano, no sé si eres muy tonto o muy valiente- le dijo burlón Hermes al dios de la guerra, logrando que este bufara molesto y que apoyara su cara contra la palma de su mano con cierto enojo
-disculpe señor Hermes, pero ¿qué quiere decir usted con eso?- esa pregunta siendo lanzada por Zoe, ya que le causa curiosidad las palabras dichas por el dios.
-recuerden, que para ese punto del relato, ellos tienen en su poder las zapatillas voladoras que les dio mi hijo, zapatillas que, al haber sido congeladas, no cumplieron con la maldición que tenían puestas, y que al parecer, el propio Percy les dará uso en contra de Ares- respondió el Dios de los Mercaderes, respondiendo y despejando la duda de los chicos
Me giré hacia donde se encontraban Clar y Grover, los cuales me estaban viendo con temor por lo que me pudiese suceder.
-Percy, no lo hagas…Es mi padre, es un dios- trataba de advertirme mientras sus ojos se ponían vidriosos. No quiero que llore por algo como esto, así que rocé suavemente mi mano por su cara.
-¿Confías en mí? Porque sé que hasta ahora he sido una caja de sorpresas para ti-
Ella tragó saliva y dijo:
-Eres extraño. Me llamas hermosa. Me tratas delicadamente. Me mimas. Tienes un aire de madurez. Tus ojos muestran dolor, y no me gusta eso. Quiero hacerlos brillar cada vez que puedo. Así que, sí, confío en ti. Y más te vale que le patees el trasero a mi padre y vuelvas con vida a mi lado-
No tengo palabras para realmente describir mis emociones por todo lo que ella me acaba de decir. Por parte quiero hacerle entrar en su cabeza que ella es una de las personas más bellas para mí. Por otra parte, quiero besarla hasta que me exija que la suelte para poder respirar.
Hice lo más adulto que pude recordar de mi línea temporal anterior y me ruboricé un poco, pero conseguí sonreír. En serio me odio por ser tan tímido en ocasiones como estas.
-Gracias-
-Y toma este amuleto de la suerte. Los sátiros estamos contigo- terció Grover, y me tendió una lata aplastada que llevaba en el bolsillo.
-venga Grover, eso sí es algo que en verdad tu harías- le menciono Thalia al pobre Grover, el cual se estaba tratando de hacer más pequeño debido a la vergüenza ya que todos se estaban riendo por sus acciones en ese futuro alterno, lo cual, será recordad por bastante tiempo desgraciadamente para él.
Lo miré con cara de pocos amigos y le dije:
-Grover, esta es la lata que estabas comiendo hasta hace unos instantes. ¡Incluso tiene pedazos de la etiqueta pegada! –
-¡Tú quédatela o te hago escuchar toda una sinfonía de mi flauta! –
-Okey, okey…no te sulfures. Era un chiste- no, no lo era. Pero si tengo que elegir entre la lata y la flauta…bueno, no es muy difícil.
-Te conviene-
-Lo que tú digas niño burro- le digo burlonamente.
-Juro que un día te despertarás bajo una montaña de mis preciosas latas- lo oí murmurar.
-Esa es una amenaza que cumpliré- volvió a murmurar Grover, esta vez en la vida real, haciendo reír a los que estaban cerca suyo
Le di una palmada en el hombro y me metí la lata en el bolsillo trasero.
-Percy? Esas no son acaso las zapatillas que te dio Luke? – me preguntó una confusa Clar.
-¡Sip! Y ahora verás un truco bastante asombroso que descubrí de los libros de la biblioteca de la cabina de Atenea- le digo antes de depositar un casto beso y regresar la mirada al tarado poseído.
-¿Ya has terminado de despedirte? Llevo toda la eternidad luchando, mi fuerza es ilimitada y no puedo morir. ¿Tú que tienes? – una enfermedad que carcome lentamente mis pulmones haciendo que escupa sangre. Pero dejando eso de lado, soy un dios encubierto.
Disimuladamente trato de manipular la niebla para ahuyentar a los patrulleros que dentro de unos minutos llegarían a tratar de detenernos.
Suficiente tengo con tratar con Lord "nadie es más fuerte que yo" Ares, como para aguantar a unos policías que por hacer su trabajo serán baleados por el idiota.
-Maya- digo suavemente, haciendo que unas alas salgan de mi nueva adquisición.
Un mandoble dirigido a mi cabeza silbó en el aire, pero yo ya no estaba allí. Mi cuerpo pensaba por mí. Estaba recreando una de las mejores habilidades de Hermes.
Esta vez la pelea acabaría rápidamente.
Volvió a atacar y una vez más esquivé su golpe. Haciendo que solo ataqué a una imagen residual que hice por el aumento de velocidad.
-¿¡Cómo!? – gritó iracundamente.
-Es curioso que me preguntes Ares. Dime, ¿acaso crees que las zapatillas de Hermes solo le permiten volar? ¿Cómo piensas que podía cumplir todos sus pedidos tan velozmente? –
-tío, creo que me dará un infarto, pero tu hijo está muy loco, o es un genio, o tal vez es una combinación de las dos, debí de haberle enseñado a hacer eso, porque aparte de mi, solo algunos de mis hijos pueden tener ese dominio de las zapatillas voladoras- menciona Hermes todo emocionado, sorprendiendo a todos (N/A: excepto a los usuales idiotas, ustedes ya deben de saber quiénes) y haciendo que Poseidón se pusiera orgulloso de su hijo.
Lo vi gruñir por exasperación. Pensó que sería pan comido, pero a veces las peleas no se ganan por quien es más fuerte. SI no por quien sabe leer mejor a su oponente. Y yo tengo años de ventaja contra cada uno de los que tengo que hacer frente para que paguen por sus crímenes.
Hace mucho tiempo quedó atrás el niño que iba imprudentemente a pelear contra todo monstruo que se le aparecía.
Puede que mi cuerpo sea el de un adolescente, pero mi mente es el de una persona adulta. Estoy cansado, agotado, e incluso he admitido cual es mi destino. Pero eso no me detendrá hasta que logre mi cometido.
Me metí en su campo de acción para provocarlo. Cuando quiso arrancarme la espada de las manos con un brutal mandoble ya había vuelto a desaparecer.
-¡Quédate quieto maldito engendro del mar! ¡Déjame que te corte! –
-Sabes, en ocasiones como esta hay una frase que se me viene a la cabeza. "No puedes golpear con tus manos lo que no puedes ver con tus ojos". Bastante acertada no crees…primito-
Antes de que pudiese volver a abrir la cloaca que tiene por boca, me aparecí justo delante de él.
Ares parecía aturdido.
Aproveché ese breve momento y golpeé su sien con la empuñadura de Anaklusmos. Despabilándolo finalmente de su estado poseído.
Poco ortodoxo, lo sé. Pero me gusta llamarlo re calibración cognitiva. A Apolo le agradaría ese término médico.
-si, sin duda es un buen termino- menciono el propio Apolo entre carcajadas ya que el saber que su hermano amante de la guerra fue apaleado, por no tener una mejor palabra, por su primo, es bastante hilarante tanto para él, como para Hermes y Hefestos, y a alguno de los hijos de estos tres.
Viendo que estaba mareado tapé a Riptide, y procedí a golpearlo en ciertos puntos específicos para que no moleste por un buen rato.
Primero, golpe directo a su mejilla izquierda.
Segundo, golpearlo con las palmas de mis manos en sus oídos.
Tercero, gancho directo a la boca del estómago. Cortando su respiración.
Cuarto, reyerta a su mejilla derecha. Terminando así de fracturar la mandíbula por completo.
Quinto, romper cuatro costillas de su lado derecho. Perforando su pulmón.
Sexto, dislocar su rodilla de una patada lateral.
Séptimo, quebrar su clavícula del lado izquierdo de un puñetazo.
Octavo y último, golpe a su garganta, moviendo de lugar su tráquea y rompiendo algunas de sus cuerdas vocales.
Esta vez no quiero su puta maldición en mi cuerpo. La última vez pude haber salvado a Zoe de no haber sido por su culpa. Maldito bebé llorón que no supo aceptar una derrota.
Su cuerpo empezó a brillar. El muy bastardo se había desmayada a mitad de mi tratamiento y ahora pensaba celebrar su forma inmortal sin importarle que su hija esté acá.
-¡Todos! ¡Cierren los ojos ya! – les grité, mientras que yo podía mantenerlos abiertos a pesar de estar en mi estado de semidiós me decidí en cerrarlos. Suficiente con el dolor en mi pecho y el sabor a hierro en mi boca que tengo en estos instantes.
Volví a mirar. Ares había desaparecido. La marea se apartó para revelar el yelmo de oscuridad de Hades. Lo recogí y me dirigí hacia mis amigos, pero antes de llegar oí un aleteo. Las furias bajaron del cielo planeando y se posaron frente a mí.
-ser humillado dos veces, por la misma persona, y siendo esta persona un semidiós, es demasiado humillante, pero sabiendo que básicamente lo está haciendo para que no se deforme mucho las líneas de las cosas, es entendible, aunque eso no quita la maldita humillación- menciono Ares en un gruñido bastante molesto que todos pudieron escuchar, logrando que una sonrisa saliera en las caras de Atenea y Artemisa, porque no les agradaba mucho la faceta machista del mencionado Dios de la guerra.
Alecto, dio un paso adelante. Enseñaba los dientes, pero por una vez no parecía amenazadora. Más bien parecía decepcionada, pobrecita, quería comerme y no puede ahora.
-Lo hemos visto todo. Y debo decir que estoy realmente asombrada por como asumiste la situación Perseo Jackson- por favor, no sigas, me harás sonrojar Alecto.
Le lancé el casco, que agarró al vuelo.
-Devuélvele eso al señor Hades. Pero antes de irte… ¿no quisieras que te de una nueva idea para los campos de castigo? – por favor Alecto, acepta. Te juro que es una de mis mejores ideas.
Vaciló y la vi humedecerse los labios verdes y apergaminados con una lengua bífida.
-¿Es buena tu idea? –
-Ven y te la diré al oído-
Cuando se acercó lo suficiente, puse una mano en mi boca y procedí a decirle uno de las ideas más macabras y dementes que pude haber hecho a lo largo de toda mi vida.
La vi palidecer, y hasta incluso temblaba. Era una mezcla de miedo y fascinación. Como si estuviese gozándolo.
-Estas realmente enfermo de la cabeza Perseo Jackson. Pero me agradas, realmente me agradas-
…Oh oh, eso no me gusta como suena. Es como Dite en un principio, cuando solo se manejaba por la lujuria.
Antes de que pudiese darme cuenta Alecto me había tomado por mi cara y me estaba besando.
¡Una maldita furia me estaba besando!
Nunca en mi vida he engañado a mis esposas y no comenzaré ahora. Espero que, si Arty o Tia se enteran de esto algún día, la maten a ella y no a mí.
-hermano, será posible, que, cuando todo esto termine, ¿podamos darle su respectivo castigo a Alecto?-le pregunto Hestia al Dios regente del Inframundo, el cual, debido al aura que emanaba su hermana, y diversas chicas mas, asintió, sobre todo para tener su inmortal pellejo a salvo, ya que el sabia, como era la personalidad de su hermana y de sus sobrinas tanto mortales como inmortales.
-Vive bien, Percy Jackson. Conviértete en un auténtico héroe. Porque si no lo haces, si vuelves a caer en mis garras…- definitivamente si me muero será como un héroe, aunque tenga que comerme todos los cereales del mundo que me ofrezca tía Deméter.
Estalló en carcajadas, saboreando la idea. Después las tres hermanas levantaron el vuelo hacia un cielo lleno de humo y desaparecieron.
Grover y Clarisse me miraban anonadados. Bueno, Clar me miraba buscando una explicación urgente, pues había liberado a su lanza ya.
-Percy…- oh diablos, espero no morirme ahora.
-¿Si? – no flaquees Percy Jackson, no flaquees.
-Explícate ahora mismo que rayos acaba de pasar-
-Bueno…quizás le dije sobre un nuevo método de tortura para los campos de castigo. Y eso la emocionó mucho. Te juro que nunca pensé que esto pasaría amor. Te lo juro por el Río Styx- y justo en ese momento se escuchó un trueno. Gracias a todos los dioses que el juramento detuvo la furia de Clar.
-¿Qué diablos fue lo que le dijiste para que reaccione de esa manera? – preguntó Grover bastante curioso.
-Puede que le haya aconsejado con algo parecido a hacerles escuchar eternamente una pista de grabación en donde Deméter les diga una y otra vez que deben comer cereales y todo sobre sus beneficios…-
Al finalizar esta última frase, se instauro un silencio tan sepulcral, que pareciera como si todos se hubieran convertidos en estatuas hechas por medusa, dicha frase ha tenido un impacto tan grande en todos, que hasta el mismo hades le pidió la autorización y permiso a la propia Deméter para ver si instaura dicha tortura en los Campos del Castigo, en la cual la pobre diosa de la agricultura, medio ida, le dio su aprobación, haciendo que se retomara la lectura.
-…-
-…-
-Eres un monstruo Percy. ¿Lo sabías? – lo siento Clar.
-Sip. Y orgulloso de ello- dije tomando una pose de conquistador, haciendo que mis compañeros de riesen de mis actitudes.
-Ya, ya. Creo que debemos encontrar un método para llegar al Olimpo y devolver el rayo maestro antes del plazo- comentó el chico cabra.
Tenía razón, ya se ha hecho de noche, pero aún nos quedan cuatro días. Y viendo que el egoísta de mi tío no me dejará ir esta vez en avión, tendré de ir en forma de niebla hasta allá. Tan solo espero que ellas se encuentren en el concejo. Quiero verlas, las extraño mucho.
Le pedí la mochila que le di a Clarisse antes de pelear con su padre y miré dentro. El rayo maestro seguía allí. Vaya menudencia para provocar casi la Tercera Guerra Mundial.
-Tenemos que volver a Nueva York. Esta noche- declaré llanamente.
-Eso es imposible, a menos que vayamos volando- dijo Grover.
-Clar, Empire State. Ascensor. Piso seiscientos. Eso fue lo que me dijiste la primera vez cuando te pregunté sobre el Olimpo, ¿no? –
-Sí, ¿por qué? –
-Tómense de mis manos. Nos vamos ahora mismo-
-¿Qué? ¿Cómo? – preguntó confundido mi amigo.
-De la misma manera en que los traje a la playa desde el inframundo-
Sentí que Grover puso una mano en mi hombro y a Clar abrazando mi brazo. A lo que tuve que disimular un sonrojo ya que puso mi brazo entre su pecho.
-¿No me dejarás caer de trasero de nuevo no? – escucho mascullar a la cabra quejosa amante del aluminio.
-Trataré G-man, trataré-
-¡Ya cállense los dos! – gritó Clar.
-Si mamá…- fue la respuesta unísona que le di con Grover, haciendo que nos golpee en la nuca juguetonamente.
-Abusiva- murmuro suavemente entre dientes.
-¿Qué dijiste? – la veo sonreír macabramente a mi lado.
-¡Nada cariño! –
-Me parecía- Uff…por poco.
-Está bien, ¡hora de irnos! – dijo finalmente, desapareciendo en mi forma de niebla para reformarme en la entrada del Empire State para no levantar sospechas
-bien, se termino el capitulo, ahora, ¿quién leerá el otro? Porque yo no leeré dos capítulos seguidos, menos ahora que en el libro volví a ser humillado, y esta vez peor que la anterior- comento de forma bastante gruñona Ares, por lo que, levantándose y yendo hasta el dichoso dios de la guerra, Phoebe tomo el libro y regreso a su asiento para poner el mencionado libro entre sus piernas para ir hasta el siguiente capítulo y retomar la lectura
Bien, como ya les mencione al inicio, en su momento no tenia excusa, ahora para este mes de julio si la tengo, estoy presentado mis exámenes finales de la universidad, y aproveche los pocos momentos libres que tengo para escribir el capitulo, y ¡POR FIN LO TERMINEEEE!; ahora con la emoción mas controlada, com pueden ver, no estoy muerto ni nada de eso, próximamente estare mas pendiente de escribir cuando termine mis exámenes (dentro de dos semanas) y tratare de no tardarme meses en tener el próximo capitulo listo, cualquier duda que tengan pueden decirme por mp o por rewiev, les estare contestando con gusto, ahora sin mas que decir, se despide Red, que tengan buenos días/tardes/noches
