Gracias a Tamashi y a Cata-Chan por sus comentarios xD ! En verdad me motivaron. Y claro que he oído hablar de Kame-Ash, un gran escritor advance (: Muchas gracias y espero que este capítulo les guste. En esta segunda parte, el mayor tiempo del capítulo se llevará a cabo en la vida real, más que en el juego; sin embargo, esto es para que sepan cómo se comporta tanto en la vida real como en el mundo virtual. Sin más, los dejo con la 2da parte. Muchas gracias a todos los lectores que comentan y que lo leen. ¡Nos leemos!
2 - Versión Beta
El ardor que comenzaba a sentir en los pulmones comenzaba a ser insoportable. La respiración agitada era algo que mi garganta comenzaba a ser incapaz de soportar. Me sentía agotado y el sudor corría debajo de mis patillas y sobre mi frente. Jamás me había gustado correr; de hecho, nunca fui bueno para los deportes. Sí, no era la persona más atlética del mundo, y sabía que eso era un punto negativo que tomaban en cuenta las mujeres. ¡Bah, qué más da! Aun así fuera el mejor atleta del mundo ellas jamás se fijarían en alguien como yo.
Por fin había parado. Me consideraba suertudo al darme cuenta de que nadie me había atrapado corriendo por los pasillos, sino hubiera tenido pésima suerte. Empero, de que tenía mala suerte la tenía, puesto que había llegado tarde en mi primer día de clases. ¡Vaya estupidez!
Alcancé a escuchar una voz al otro lado de la puerta. Al parecer era de la maestra, ya que era muy femenina y estaba mencionando algo sobre algunos números y sumas.
En la ventana opaca de la puerta se encontraba un número; parecía ser el número del aula.
En lo más profundo de mí, una pequeña voz me decía que no debía de tocar. Por supuesto que no quería recibir todas las miradas de mis compañeros nuevos, además del regaño de la maestra por haber llegado tarde y agregando mi presentación frente a todos. Sería una vergüenza. Supongo que me lo merezco por no haber puesto mi despertador y haberme quedado toda la tarde jugando PBO.
Me armé de valor y toqué la puerta tres veces. La voz se detuvo por unos segundos y sentí una punzada en mi corazón. Unos pasos de tacón sonaron al otro lado y la manija comenzó a girar.
— ¡Oh, tú debes de ser el alumno nuevo! ¿O me equivoco?
Tan sólo asentí con nerviosismo.
Aquella maestra era alta, delgada, de tez pálida como la nieve, con unos lentes que ocultaban aquellos orbes esmeralda, mientras su cabello castaño oscuro lo tenía recogido perfectamente. Parecía tener elegancia, puesto que portaba un saco grisáceo y una falda larga de un color más oscuro.
La maestra me hizo una reverencia con la mano para que pasara, y a mis espaldas ella cerró la puerta. Mientras caminaba hacia el centro de la sala, pude notar la mirada penetrante de varios alumnos. Sentí un pequeño rubor en mis mejillas, y el sudor que parecía haber parado después del largo maratón que había hecho desde mi casa hasta acá parecía haber reanudado a causa del nerviosismo excesivo.
Me quedé parado ahí, sin más. La profesora se me quedó observando al igual que mis demás compañeros; el silencio invadió la sala por unos breves instantes, aunque esos pequeños segundos fueron los más vergonzosos que había tenido jamás.
— Alumnos, quisiera presentarles a su nuevo compañero. Él es Ash Ketchum, de Pueblo Paleta. Al parecer vienes desde muy lejos ¿no es así? —Asentí de una forma estúpida— De acuerdo. Espero que se lleven bien con él y que le demuestren que aquí en Luminalia somos unas personas educadas y amigables. Toma asiento Ash, por favor.
Miré alrededor del aula y me crucé con algunas miradas de pocos amigos. Noté un lugar vacío al lado de la ventana, ni muy hasta atrás del salón ni tan hasta adelante.
Me encaminé hacia aquel asiento, pero algo se interpuso en mi camino que no pude ver con claridad: el pie de un chico había sido como una roca en mi camino, y tropecé; mis manos habían reaccionado a tiempo, sin embargo, las risas se hicieron presentes a pesar de no haberme golpeado ni mucho menos.
— Ten más cuidado, idiota —mencionaba un muchacho con cabellera verde; parecía ser el que mandaba por aquí.
Yo lo ignoré y finalmente me senté en mi lugar.
Mientras la maestra reanudaba su clase, comencé a analizar a las personas que tenía a mi alrededor: Delante de mí se encontraba una chica de tez pálida, y con una cabellera anaranjada recogida en una liga; no pude ver su rostro con exactitud, puesto que estaba de espaldas y sobretodo estaba recostada en su pupitre. A mi derecha se encontraba un chico de tez morena y unos cabellos castaños alborotados, sus ojos estaban tan rasgados que no supe apreciar si en verdad estaba dormido o despierto. Y detrás de mí no supe de quién se trataba, ya que no tuve el valor para voltear y analizar su rostro. No quería parecer un tipo extraño.
La maestra había dicho cosas que aunque me resultaban interesantes, simplemente no podía prestar mi atención, debido a que era más mi interés por volver a casa y jugar PBO. Después de un rato, el timbre sonó y todos comenzaron a irse. Sin embargo, fui el último en quedarme para no llamar mucho la atención. Recogí mis libros y miré un rato a la ventana para matar el tiempo. Me acordé que desde el principio de la clase quería ver a la persona que se situaba detrás de mí, pero ya había sido demasiado tarde.
A pesar de que la profesora les había dicho a los alumnos que se comportaran amablemente conmigo, algunos no lo hacían; desde el momento en que me caí con el pie de aquel molesto muchacho ya me habían agarrado como el débil y tonto de la escuela. Algunos otros simplemente se comportaban amables, pero no trataban de hacer alguna amistad conmigo.
Sí, la escuela tampoco era mi fuerte; tampoco lo eran las amistades. Creo que en nada era bueno excepto en PBO. Ahí comenzaba a darme cuenta que estaba hecho para el juego, y éste estaba hecho para mí. Empero, también tenía que acostumbrarme al mundo real, ya que era donde vivía en realidad.
No sentí raro al sentarme solo en una mesa para almorzar, ya que estaba acostumbrado. Pueblo Paleta no era un pueblo tan grande, por lo que no hice muchos amigos. Me acostumbré a estar tan solo la mayoría del tiempo que poco a poco comenzó a gustarme más la soledad que la compañía.
— Hola —ya se había tardado aquel joven de mata esmeralda en aparecer— Voy a tomar esto —agarró la manzana que aún no había mordido y mi pequeño plato de puré de papa que estaba a punto de comer — ¿Tienes algo que decir al respecto?
Me quedé ahí por unos instantes. Sabía que si me paraba de mi asiento y me defendía, iba a ser hombre muerto. ¿Pero qué más daba?
Me paré bruscamente y sin haberme dado cuenta ya tenía una espada en la mano; esta era blanca como la nieve, tan cegadora y reluciente que no podías verla fijamente; alrededor de la grisácea empuñadura aparecían repentinamente unas pequeñas chispas potentes, breves y con ganas de salir. El filo de la espada comenzó a desprender unas ondas eléctricas invisibles; debido a su potencia, los vellos del brazo del muchacho brabucón se erizaron por completo. Levanté aquella espada y sin pensarlo le lancé un tajo que hirió al chico…
— ¿No tienes nada que decir? —sus ojos esmeralda aún seguían mirándome con gracia.
— No, yo… —salí de aquella fantasía y me di cuenta de que él y sus dos amigos "guardaespaldas" se estaban burlando de mí.
— Pobre idiota —se fue dando un mordisco a mi preciada manzana, mientras lanzaba algunos trozos de ella al aire debido a las risotadas que se iban alejando.
No valía la pena luchar con unos idiotas como ellos. Sabía que yo era delgado, de estatura promedio, y aunque mi mamá siempre me dijo que era muy apuesto, mi personalidad jamás me ha ayudado. Aunque sé que tengo algo que ellos no tienen: inteligencia.
Sin embargo, antes de que dieran el toque para volver a clases, la vi…
Iba caminando por la cafetería, y no sé si había viento o no, pero aquellos cabellos castaños claros se movían al compás de éste. Sus ojos azules me hipnotizaron por completo, y la sonrisa que tenía dibujada en su delicado rostro hizo que dentro de mí sintiera algo extraño. Creo que jamás lo había sentido a lo largo de mi vida. El uniforme que llevaba, a pesar de ser una camisa blanca, un suéter beige, agregando un pañuelo rojo en el cuello que era el adorno que distinguía a las mujeres de los hombres, la falda azulada corta y las calcetas blancas, lo que resaltaba en ella no sólo era la belleza que poseía, sino la seguridad y simpleza con la que caminaba al lado de mí. Pude notar un aroma dulce cuando su cabello pasó a unos centímetros de mí. Era perfecta.
No obstante, sabía que no tenía oportunidad con una chica. Jamás en la vida la tendría. Un chico como yo no podría estar con la más linda de la escuela. Era en contra de las leyes de la naturaleza; lo sabía.
Y no sólo yo noté su belleza al andar, sino que también otros chicos se mostraban idiotizados, e incluso uno le regaló una rosa mientras ella la aceptaba con una sonrisa. Después de eso el chico no supo cómo reaccionar ante tal perfección y se alejó avergonzado. ¿Acaso me quería ver como aquel chico? ¿Cómo alguien ridículo y petrificado al ahora de tomar la iniciativa? No, gracias.
Llegué un tanto distraído a la clase, y tomé asiento. Miré un rato al patio de la escuela, que era la vista que me ofrecía la gran ventana. El profesor entró y preparó su clase, mientras los demás alumnos llegaban. Noté que el chico de ojos rasgados se sentó a mi lado y a aquella chica de cabellos anaranjados con cara de pocos amigos enfrente de mí. Parecía que en esta ciudad nadie era amistoso a pesar de que la maestra dijo lo contrario.
Pero algo me sorprendió bastante cuando alguien entró y se sentó atrás de mí. En un principio, sabía que a la persona que tenía a mis espaldas no la había notado en lo absoluto, pero al verla de frente sentí una punzada grave en el estómago. Los nervios me paralizaron y quería esconder la cara, pero lo único que hice fui mirarla automáticamente.
Ella era, la chica por la cual me había petrificado y que tenía un aroma dulce. ¡Era ella! ¡La mujer más linda de la escuela se sentaba atrás de mí! ¿Acaso era una señal para que por primera vez tomara la iniciativa en mi vida? ¿O sólo era una mera coincidencia? No, esto no podía creerlo. ¿Cuántas oportunidades como estas se presentaban en la vida?
Sin embargo, no me había dado cuenta de que la estaba mirando, a pesar de que ella se me quedó viendo algo extrañada. Pero a pesar de ello me regaló una sonrisa y se sentó en su respectivo lugar. Por mi parte, me quedé todavía petrificado en mi lugar, sin prestar atención el resto de la clase.
¡Me había sonreído! Era nada más y nada menos que la sonrisa de un ángel caído del cielo. ¿Pero por qué lo habrá hecho? ¿Acaso le daba gracia mi rostro? ¿O sólo fue una sonrisa educada? ¿O acaso le gustaré? No lo sé. Tan sólo sé que por primera vez una chica me sonreía de buena manera, y mejor aún, la chica que me atraía.
Ahora era el momento para romper el hielo. ¿Pero qué podría decir? No quería parecer un estúpido, y menos cuando aquel brabucón de cabellos verdes siempre me andaba vigilando para ver cuándo cometía un error. Tenía que pensarlo bien y dirigirle la palabra educadamente, con una sonrisa y con toda la naturalidad del mundo; sin embargo, con un solo error que cometiera, todo se iría a la mierda.
Me volteé a verla. Ella estaba atenta a la clase, pero al ver que giré mi cabeza para observarla, dirigió sus ojos azulados hacia mí. Sabía en el fondo que me paralizaría, por lo que me quedé viéndola con la boca abierta, esperando a que las palabras fueran pronunciadas. No obstante, me volteé rápidamente y miré al pizarrón.
— Mierda —susurré con lamento.
Nuevamente mi oportunidad para causar una buena impresión se había esfumado. ¡¿Qué demonios me pasaba?! ¿Por qué me quedé paralizado sin decir nada? Tan sólo tenía que decir: "Hola, soy Ash" o "¿No tienes un lápiz que me prestes?" y lo demás era pan comido. Empero, sus ojos azules eran tan hermosos y angelicales que me hipnotizaron por completo. Al parecer era imposible el hablar mirándola a los ojos. Creo que la próxima vez le hablaré mirando a otro lado, si es que hay otra próxima vez.
¿Cuál habrá sido su impresión al verme como idiota y luego voltearme sin decir nada? Al parecer me habrá catalogado como un imbécil… Si eso era lo que menos quería que pasara.
El toque de la campana tocó más rápido de lo que esperaba, mas me quedé ahí paralizado en mi lugar viendo a la ventana con toda aquella tormenta de pensamientos que invadían mi cabeza.
Noté cómo aquella chica se iba alejando, sin siquiera mirarme… Creo que me odia.
Llegué a mi casa cuando el sol se estaba ocultando por el horizonte. Sin siquiera pensarlo fui a la cocina y me preparé un emparedado de mermelada y mantequilla de maní; sin duda mi comida favorita.
Enseguida, me senté en mi escritorio y tomé el casco negro que era aquella famosa consola que saldría pronto a la venta para todo el mundo, mas yo ya la tenía y eso me hacía un hombre afortunado.
Convertí mi sofá en cama y me acosté para después ponerme la consola en mi cabeza y adentrarme a aquel mundo virtual…
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Corría por un bosque donde unos pinos gigantescos de más de diez metros de altura abundaban por un bosque frío y desértico. Pero éste no estaba tan desértico como pensaba, ya que estaba persiguiendo a un Pokemon que no podía identificar; sin duda quería tenerlo en el equipo, puesto que a primera vista me parecía alguien fuerte y ágil.
Pikachu, el roedor amarillo eléctrico, iba a mi lado e incluso iba más rápido que yo, para poder alcanzar a aquel Pokemon.
Pero un unos gritos se hicieron presentes a lo largo del bosque. Y no se me hizo raro, ya que los árboles estaban escaseando y dando lugar a un pequeño pueblo. Y estas exclamaciones no eran de horror o de socorro, sino que tenían un toque de euforia que yo podía entender perfectamente: una batalla Pokemon.
— Pikachu —mi compañero paró al tiempo en que yo lo hacía—, creo que dejaremos por esta ocasión escapar a ese Pokemon; he escuchado una batalla.
Nos desviamos de dirección y corrimos hacia donde las casas eran reemplazadas por los árboles. Los gritos eran cada vez más fuertes, y mis ganas por luchar incrementaban con cada paso que daba.
— ¡Usa lanzallamas! — pude escuchar una orden alrededor de una multitud que no me dejaba ver con claridad.
Sin embargo, cuando una gran llamarada de unos veinte metros hizo retroceder a la gente, los gritos se callaron. Aquellas llamas desprendieron una onda de calor extraordinaria y la gente incluso se sorprendió por el poder que el Pokemon había tenido. El fuego abrazó a su rival e incluso a la persona con la que batallaba; en un abrir y cerrar de ojos el Pokemon y el usuario se esfumaron y se partieron en pedazos, dejando rastros de ellos por el suelo, y poco a poco éstos se convirtieran en polvo para así no dejar nada más.
— ¡Sí, hemos ganado Cyndaquil! —una voz gritó con emoción— ¡Venga, quién más quiere pelear! Ustedes me harían un favor al incrementar mi nivel… ¿Nadie? ¡Venga, ¿acaso son tan débiles?!
A pesar de que el juego aún no salía por completo a la venta, me sorprendió ver la cantidad de usuarios que estaban alrededor de la batalla e incluso me impacté al ver el nivel de aquella persona por encima de su cabeza.
— ¿Nadie? —Repitió aquella persona— ¡De qué les sirve obtener antes el juego si no van a luchar como se debe!
— Yo lo haré —mi voz sonó tan repentina y segura de sí misma que toda la multitud volteó a verme con sorpresa.
— ¿Ahh? —Aquel joven se exaltó y me miró por encima de la multitud—. Bien… por fin hay alguien con valentía.
Me encaminé hacia el centro y miré a aquel muchacho. A pesar de su nivel tan incrementado, parecía ser una persona con sed de poder… eso era malo.
— Gracias por presentarte como voluntario, pero sobre todo gracias por ayudarme a incrementar de nivel. Espero que cuando pierdas y te quites el casco, no vayas a llorar como una niñita. ¡Cyndaquil, al ataque!
Cyndaquil dio un paso al frente y escupió una llamarada de fuego al aire para intimidarme. Yo no tuve la necesidad de nombrar a Pikachu para saber que lo elegía.
"Sé que en el mundo real soy algo raro, tímido e incluso no tan amigable como los demás quieren que sea…"
— ¡Le haré como a todos a los que me he enfrentado! ¡Te venceré de un ataque...! ¡CYNDAQUIL, USA LANZALLAMAS!
La multitud nuevamente gritó de euforia e incluso pude ver a algunos lamentando por mi "Game Over", pero eso era lo que creían.
— Veo que eres nivel 12. Y para un usuario beta como tú no está tan mal; incluso me has sorprendido —mencioné con seriedad.
Envainé rápidamente mi espada y la velocidad con la que lo hice hizo desaparecer la mayoría de las llamas. El resto del fuego dio con unas casas que estaban a mis espaldas y comenzó a haber un incendio.
— ¿Ehh? Un momento… ¿Por qué no aparece tu nivel sobre tu cabeza? —El joven se sorprendió y comenzó a lanzar bolas de fuego de sus manos— No importa, ¡aún así serás pan comido! ¡Vamos Cyndaquil!
El muchacho comenzó a correr y mientras lo hacía lanzaba bolas de fuego, al igual que Cyndaquil lo ayudaba con su lanzallamas.
— Hazlo Pikachu.
Sin haberse dado cuenta, mi Pokemon hábilmente se había colado a sus espaldas y éste lanzó un impactrueno tan poderoso que no dejé rastro de ellos.
La multitud quedó boquiabierta, pero a decir verdad a mí no me importaba lo que pensaran de mí.
— Puede que tu nivel 12 sea espectacular… pero no me llegas ni a los talones.
"Sí… pueda que sea otra persona en el mundo real, pero aquí..., aquí soy lo opuesto. Aquí puedo mostrar mi verdadero yo sin problemas."
— ¿Quién es él? —mencionaba alguien de la multitud.
— No lo sé, pero ni siquiera se movió para vencer a su rival. Ha de tener un poder impresionante…
— ¡Pero si apenas salió la versión Beta ayer!
— Eso es lo que me impresiona…
