Gracias a yael, ash y a cata-chan por comentar! Sus comentarios me inspiran mucho para seguir; también gracias a todos los que lo leen.
Como verán a continuación, ahora entenderán por qué decidí narran en primera persona. Debido a que no sólo el fic se concentrará en los tímidos sentimientos de Ash, sino de muchas personas más. Espeor sea de su agrado :D Nos leemos dentro de una semana con el cuarto capítulo! Sayonara!
3 - Amigos virtuales
Abrí mis ojos y lo primero que vi fue el techo de mi habitación. Traté de recordar lo que había soñado anoche, pero me era prácticamente imposible.
Me levanté y mis ojos aún me pesaban, mis cabellos estaban alborotados exageradamente, como de costumbre. Di un largo y gran bostezo capaz de devorar a un animal y me paré con pereza hacia el baño.
Me miré al espejo por un momento antes de desnudarme por completo. Mi rostro estaba totalmente horrible, aunque no me sorprendió en lo absoluto, ya que esto era común cada mañana. Sin embargo, no hay nada que pueda arreglar un buen baño y el arreglarse un poco. Sí, aunque haya mucha gente que le cuesta tiempo arreglarse para verse hermosa, yo solamente necesitaba un par de minutos. Era linda por naturaleza; tenía los ojos de mi madre y la sonrisa de mi padre… Por un segundo sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos que sabía que estaban por venir. Me metí a la regadera y esperé a que el agua aumentara de temperatura.
— Buenos días, hija —mencionaba una señora de tez pálida, ojos azules como un hermoso océano y cabello castaño oscuro.
— Buenos días mamá —le sonreía a mi madre una vez que me aparecí por la cocina.
Ella me vio y esbozó otra sonrisa, mientras el desayuno me esperaba en la mesa.
Aunque no me había tardado mucho en arreglar, mi problema siempre era escoger qué sombrero ponerme, debido a que era mi prenda favorita de todas. Cada día usaba un sombrero distinto y hermoso; sé que es algo fuera de lo normal, pero era así. Mi madre a veces me decía que era muy vanidosa y materialista por la cantidad de ropa que tenía en mi habitación, aunque yo no le hacía caso, ya que en verdad me encantaban las prendas y mucho más los sombreros. Hoy sin embargo, me había puesto mi sombrero favorito: constaba de un sombrero de lana muy femenino debido al tono rosado que portaba, mientras una franja negra y gruesa rodeaba a éste. Casi siempre usaba lentes de sol cuando andaba por la ciudad, pero con el paso del tiempo este accesorio comencé a usarlo de adorno sobre el sombrero, hasta que se tornó en un hábito.
— Sabes que no te dejarán usar el sombrero en clase, Serena —mi madre nuevamente lo repetía.
— Tranquila mamá, jamás lo he usado en la escuela. De hecho, me agrada no usarlo ahí. No quiero que la gente se burle de él.
— ¡Pero si es un sombrero hermoso!
— Lo sé —sonreí —, pero más vale no arriesgarse.
Sé que puede sonar gracioso, pero cuando nadie me veía era una persona alegre y normal. Incluso con mi madre me agradaba ser así. Puede que nadie conozca esta faceta de mí, y al parecer nadie lo hará. ¿Por qué? Bueno, digamos que en la escuela, me he ganado el papel de la más popular y hermosa de la escuela. Sé que no es algo que se pueda obtener fácilmente, pero si quiero seguir manteniendo el rol de la más linda, tengo que actuar conforme a él; no puedo darme el lujo de dejar salir la personalidad que tengo con mi madre y cuando estoy a solas.
— Hola Serena —ni siquiera había estado a diez metros de la entrada del instituto y un chico había venido hacia mí—. Bueno, sé que esto es algo repentino… y este… bueno, no quiero robarte mucho de tu tiempo… pero quería ver si querías tener una cita conmigo.
— Eres muy tierno —le dediqué una sonrisa angelical— Lo pensaré y yo te aviso ¿vale?
No tuve tiempo de voltear a ver su rostro cuando me fui. Aunque hubiera sido interesante salir con aquel chico, en realidad ya estaba tan acostumbrada a las propuestas que incluso me aburrían, así que no quería desperdiciar mi tiempo. Aparte, todos los chicos con los que he salido sólo buscan sexo. Suena extraño que piense esto, pero en realidad me gustaría salir con un chico que en realidad me quiera por mi verdadera personalidad y no por la que tengo aquí en la escuela, pero sé que jamás pasará esto. Si dejo salir a flote mi verdadero yo, mi reputación como la más popular se esfumaría de la noche a la mañana.
Había llegado al salón, no sin antes rechazar otro par de propuestas de algunos chicos más, y me senté en mi asiento. Delante de mí estaba nuevamente aquel chico nuevo que hace un par de semanas me había volteado a ver y se había petrificado por completo; me resultaba un poco extraño, ya que a pesar de que me había dado gracia al principio su actitud por comportarse de esa manera, no volvió a voltear ni siquiera a hablarme. ¿Acaso lo había espantado? Quién sabe. Lo peor es que no hablaba con nadie y la mayoría del tiempo se la pasaba observando hacia la ventana.
— Serena, sé que por enésima vez te lo digo, pero creo que tú y yo tenemos algo en común. No sé, algo que creo que se llama DESTINO.
Brock, aquel muchacho moreno de ojos rasgados nuevamente se venía al ataque. Simplemente yo me reía, mientras la chica con cara de pocos amigos y de cabellos anaranjados le daba un puñetazo para que se callara.
A pesar de que me consideraba linda, también era inteligente. Me gustaba poner atención a las clases y tomar apuntes. Pero jamás participaba en clase, puesto que no me gustaría ser siempre la que tomaba la palabra. Por fortuna, ese papel ya había sido arrebatado por la cerebrito del salón.
— ¿Alguien me puede decir la respuesta? —la profesora no se sorprendió cuando la única que había levantado la mano era una chica de cabello castaño.
— 123, maestra.
— Muy bien, May.
Sí, no sé que haría si no hubiese alguien que respondiera todas las respuestas que yo ya sabía.
— Dawn… Pasa al frente a explicarnos cómo se resuelven las ecuaciones integrales, por favor —la maestra estaba mirando a aquella chica, que la mayoría del tiempo se la pasaba charlando.
Ella, sin embargo, era mi más grande rival. Según se rumorea en la escuela, compite conmigo para robarme el puesto. Afortunadamente, si yo no hubiera existido, ella sería la más hermosa. Lo peor de todo es que aparte es la líder del equipo de porristas en la escuela, por lo que todavía me resulta más difícil competir contra ella.
Después de que un gran número de chicos me regalaran detalles, de unas clases interesantes, de chismes de los que me había enterado por medio de amigas mías y alguno que otro suceso no tan importante, el timbre de salida había sonado y suspiré de alivio.
Caminaba por las calles con suma alegría, ya que nuevamente podía ser como era, sin rechazar chicos ni fingir que era el centro de atención o la última coca cola del desierto. Me coloqué mi sombrero, y hacía una combinación perfecta con el uniforme de la escuela.
Sin embargo, mientras caminaba por la avenida central de la ciudad, noté a una gran multitud cerca de una vitrina. Más que una multitud, era una fila larga de varias personas; bastante larga a mi parecer.
Noté que varios de ellos llevaban montones de billetes en la mano, y la mayoría de ellos eran chicos. Algunos luchaba por adelantarse en la fila, otros estaban tan emocionados que no sabían cómo reaccionar, y otros impacientes por la larga espera.
— ¿Qué pasa por aquí? —cuestioné.
Uno de los chicos se me quedó mirando, aunque parece que había hecho mi pregunta en otro lenguaje o no sé por qué se había quedado petrificado en su lugar al verme. Varios de ellos se sorprendieron por mi presencia, hasta que uno de ellos dijo con algo de nerviosismo.
— Estamos aquí para comprar la "Virtual Console", junto con el videojuego que ha causado sensación.
— ¿Virtual Console?
— Sí… es un casco que te manda a un mundo virtual, aunque en realidad tú no estés ahí.
— Ya veo, ¿y de qué trata el videojuego?
— Es un mundo donde viven los Pokemon. Éstas son criaturas extrañas pero simpáticas, que luchan a tu lado para vencer a tu oponente.
— ¿Criaturas simpáticas, ehh? —parecía un juego prometedor. Sé que es una ñoñez de primer nivel para alguien como yo, pero tenía que tener mi mente ocupada con algo. No quería pensar en mi pasado…—, ¿Me esperarían aquí un minuto? Vuelvo en seguida.
Ellos se atontaron cuando les guiñé un ojo y corrí enseguida por el dinero, sin que mi madre me viera. Cuando volví a aquella fila larga que encaminaba hacia la tienda de videojuegos, llegué con mis compañeros y me resultó exageradamente fácil convencerlos para que me dejaran meter en la fila. Algunos de los que estaban tras de mí querían reclamar, pero cuando les dediqué una sonrisa de oreja a oreja se tragaron sus reclamos. Por suerte no tardé mucho para comprar aquella consola. De hecho, era de las últimas que quedaban por hoy, puesto que estaban casi por agotarse.
No sé por qué diablos estaba haciendo esto. ¿Comprar un videojuego? ¿Cuándo demonios había jugado un videojuego en mi vida? Me resultaba extraño el haberlo comprado, pero en el fondo sabía que lo hacía para que fuera una mera distracción, ya que no quería volver a deprimirme como hace mucho tiempo. Incluso mi madre me había dicho que necesitaba salir con amigos, o distraerme con lo que fuera con tal de no estar en mi cama sin hacer nada todo el día, pero la realidad era que tenía varios "amigos", pero ninguno era mi verdadero amigo. Y los chicos tenía de sobra, pero a pesar de ello aún podía seguir pensando en el pasado; ninguno me entretenía en realidad y ninguno me ha resultado interesante a lo largo de mi vida. Es por eso que compré esta consola, a pesar de que resulte extraño en una mujer como yo, puede que esto me desvíe aunque sea por algunas horas.
Mi madre me gritó desde la cocina cuando oyó la puerta abrirse, pero la ignoré y subí rápidamente a mi cuarto. Nuevamente me sentí algo estúpida al notar una pequeña emoción por comenzar a jugar, pero no podía ocultarlo.
Coloqué el disco de aquel juego de Pakomen —o cómo fuera que se llamara— en una abertura que tenía en casco, me quité mi sombrero y me acosté en mi cama…
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Me sorprendí al ver que aquellos efectos parecían tan reales. Las letras que se mostraban ante mí, con efecto de tercera dimensión y las opciones que podía escoger sin siquiera mover un "mouse", puesto que mis pensamientos hacían todo el trabajo.
Me dieron a elegir entre cinco opciones: sanador, guerrero, espadachín, mago y arquero. Sin duda el tener habilidades con una espada me resultaría útil y sentía que así me desenvolvería como en realidad soy, así que la elegí sin pensarlo mucho.
Empero, lo que más me sorprendió fue que me iban a dar un Pokemon al azar cuando eligiera el tipo elemental. Aquí fue donde me tardé un poco, pero al final me decidí por el fuego. ¿Por qué? Porque sentía que yo era el fuego; una llama que a pesar de los malos momentos jamás se iba a apagar…
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BIENVENIDO A POKEMON BATTLE ONLINE
LAS REGLAS SON SENCILLAS: HAY 100 PISOS. EN CADA UNO DE ELLOS TENDRÁS QUE DERROTAR A UN POKEMON, PERO NO SERÁ TAN SENCILLO —INCLUSO EN ALGUNO DE ELLOS PODRÍA HABER UN POKEMON LEGENDARIO, QUIÉN SABE—. SIN EMBARGO, EL PRIMERO QUE COMPLETE LOS 100 NIVELES OBTENDRÁ UN PREMIO. ¿QUÉ CLASE DE PREMIO? NO, EL PREMIO NO SERÁ VIDA ETERNA, SER INVENCIBLE O CUALQUIER OTRA COSA RELACIONADA CON EL JUEGO. EL GANADOR VA A SER CONTACTADO Y EL DUEÑO DEL JUEGO PERSONALMENTE LE DARÁ LA RESPECTIVA RECOMPENSA. ¿SERÁ DINERO? ¿SERÁ UN VIAJE A GRATUITO A OTRA REGIÓN? ¡NADIE LO SABE! SÓLO LO SABRÁ EL GANADOR. ¡BUENA SUERTE!
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Inmediatamente aparecí en un pueblo. No sabría decir con exactitud qué clase de pueblo, ni en qué región ni algo por el estilo. Simplemente aparecí ahí, con un atuendo que no llamaba la atención —una playera de tirantes rosa, y unos pantalones de mezclilla ajustados—. A pesar de era una novata, me sorprendió que no tuviera mi espada y mi Pokemon. ¿A dónde diablos tenía que ir?
Súbitamente, una mujer apareció frente a mí y me sonrió. Yo parecía un poco extrañada, pero ella comenzó a recitar un par de instrucciones. Parecía que era una persona "virtual", por así decirlo.
— Bienvenido a Pokemon Battle Online. Muchas gracias por tomar esta aventura con nosotros y esperemos que disfrutes del juego. Primeramente comenzaré a darte los controles del juego.
Esta vez, unas señales aparecieron frente a mí. Una flecha pequeña y escondida apareció a mi izquierda, pero al tocarla con mi índice apareció un menú que podía manipular fácilmente. Dentro de ella hubo varias opciones que aquella señora comenzó a explicarme, pero me perdí un poco. Sin embargo, no quería molestarme en que me repitiera todo de nuevo. Escuché que mencionó algo de que mi HP la podían ver mis jugadores encima de mi cabeza, además de mi nivel. Lo último que explicó fue que tenía que ir hacia un laboratorio donde me iban a dar a mi Pokemon aleatorio.
Sin dudar fui ahí. Noté cómo algunos otros jugadores novatos peleaban con sus nuevos Pokemon, aunque no pude identificar las criaturas porque era la primera vez que veía a un ser como ellos. Me sorprendí, pero finalmente me pareció que aquellas criaturas eran amigables y después de todo no tenían una apariencia tan extraña como yo suponía.
El pueblo parecía tranquilo. Las casas estaban hechas de ladrillo y su techo a base de madera. No eran tan altas las construcciones, pero sí que eran en abundancia. Lo que me impactó fue que podía entrar a cada una de las casas a pesar de que eran muchos los rincones que podía explorar. Sin embargo, parecía imposible visitar y explorar todo en un día, y apenas era el primer pueblo.
La gente lucía amable y con una sonrisa dibujada en el rostro; algunos eran carpinteros y otros simplemente llevaban carga de un lado a otro; otros vigilaban sus puestos de comida y vendían productos para los usuarios; los demás eran gente del pueblo que más que nada era para que no se sintiera vacío el lugar; aunque de hecho en el fondo sentía que eran personas reales. Sin embargo, me sorprendí por la cantidad de usuarios conectados que iban y venían; unos con sus nuevos Pokemon, otros con un nivel ya considerablemente alto y otros como yo: sin nada de nada.
También me llevé la sorpresa de notar una fresca ráfaga de viento. En un principio pensé que las sensaciones no iban a sentirse como en el mundo real, pero aquella ventisca me pareció totalmente como si estuviera en el mundo real. Ya me imagino cuando pierda toda mi vida… no quiero ni pensarlo, ha de doler bastante. No obstante, la mujer del principio me mencionó que al hacer "Game Over" simplemente se reiniciaba el juego y sólo sentías una pisca de dolor insignificante… Ya lo sabré cuando pierda.
Entré al laboratorio, aunque parecía más un taller de carpintería. Un señor regordete con un bigote inmenso y canoso estaba atendiendo a otro par de usuarios, aunque a pesar de eso me vio y enseguida comenzó a buscar en un montón de papeles desordenados lo que parecía ser mi nombre de usuario.
— Tú eres Misako-chan ¿no?
Asentí. Tenía que escoger un nombre de usuario que combinara conmigo, y el nombre de Misako en realidad significa "Niña bonita". Espero que después no me arrepienta de mi decisión.
— Aquí tienes tu espada y tu Pokemon —me dedicó una sonrisa, seguido de la risotada común de un regordete.
La espada apareció virtualmente en mi mano y una esfera bicolor en otra. Al parecer en la esfera estaba dentro el que sería mi nuevo compañero.
— Esa es una pokebola. Ahí dentro esta tu nuevo Pokemon. Con respecto a la espada, será con la que inicien todos los espadachines. Está hecha a base de acero un tanto oxidado; espero no sea molestia.
— No se preocupe. De todas maneras a lo largo del juego conseguiré mejores espadas ¿No es así?
— Eres una chica lista — finalizó para seguir con varios usuarios más.
Cuando salí, estaba un tanto nerviosa por saber qué Pokemon me tocaría, pero no quería hacerlo en un lugar lleno de gente. Me dirigí a la posada más cercana y al entrar noté a algunos usuarios comiendo y platicando con otros, mientras sus Pokemon descansaban; me pareció algo extraño ver comer a la gente, a pesar de que en realidad eso no te saciaba el apetito. Algunos otros usuarios entraban para curar a sus Pokemon heridos, al igual que querían curarse a ellos mismos por haber recibido daño en las batallas.
Me asusté un poco al pensar qué es lo que pasaría en mi primera batalla, pero sacudí mi cabeza y me senté en la primera mesa vacía que vi.
Observé aún nerviosa a través de la ventana a las demás personas virtuales que seguían con sus respectivas actividades. Por un momento noté mi reflejo en la ventana y solté un grito que llamó la atención de unos cuantos usuarios.
Me di cuenta de que tenía un aspecto totalmente diferente al de la realidad; mi cabello era de un tono rosado y estaba recogido en una coleta; mis ojos tenían el color de una llama rubí encendida. Si mi madre me viera, no me reconocería en lo absoluto. A fin de cuentas esto era un videojuego, así que el usuario tenía que ocultar su verdadera identidad con otra personalidad física más fantasiosa. De hecho, aunque aquella apariencia me había tocado aleatoriamente, me había agradado.
Sin darle mucha vuelta al asunto, traté de pensar en otra cosa y tomé la pokebola donde se encontraba mi nuevo compañero. Dudé por un momento y cerré los ojos a causa de la emoción y los nervios, pero enseguida la abrí.
Cuando vi a un pequeño zorro amarillo con unas grandes orejas rojizas y peludas gruñir alegremente, su información apareció flotando sobre mi mesa. Se llamaba Fennekin y parecía ser del tipo fuego en su primera evolución. La descripción decía: "Fennekin mordisquea una ramita mientras camina, como si de un aperitivo se tratase. Intimida a su enemigo expulsando aire caliente por las orejas."
Cuando hizo contacto visual conmigo, sonrió y se recostó enseguida en mi regazo. En un principio, pensé que aquellos Pokemon eran solamente una mascota virtual que te ayudaría a ganar una batalla, pero cuando sentí el calor de Fennekin en mi regazo, supe que no sólo los Pokemon eran compañeros virtuales, sino algo más…
