Gracias a Ashthepokevenger, Cata-chan, Kuroi, Observador del Destino y Johnny Ruby por sus reviews :D Son mi inspiración a seguir ! De verdad aprecio mucho sus comentarios y todos los views :D
Bueno, creo que han surgido algun par de dudas con respecto al fic: He decidido que May escoja a Wurmple, ya que si hubiera tenido a Torchic en el juego, habría otro Pokemon de fuego que tuviera un personaje (Serena ya tiene a Fennekin) y pues quería que el tipo de Pokemon fuera más variado y a la hora de las batallas hubiera diferentes ataques. Espero me entiendan. ¡Y qué mejor Pokemon que Wurmple para May, con el que llegó hasta convertirse en su querido Beautifly!
Otra cosa: sé que hay gente que quiere ver la pelea de Satoshi VS Charizard, pero no puedo poner la pelea porque haría un gran spoiler xD Lo único que puedo decir es que sí leerán la batalla, pero tendrán que ser pacientes.
Y pues bueno, como se habrán dado cuenta, he estado poniendo capítulos dos veces a la semana. (Vaya tiempo libre que tengo! xD Debo aprovecharlo) Si ustedes están de acuerdo en eso, publicaría los capítulos los MARTES y VIERNES. Si prefieren que sea un capítulo por semana, lo haría los MARTES. Pero espero a que ustedes me digan :D y ya después tomaría una decisión.
Bueno, sin más os dejo con el capítulo. ¡NOS LEEMOS!
9 — Mal Consejo
En todo el día restante fui incapaz de pensar en otra cosa. Finalmente le había dirigido la palabra a Serena. No me importaba que fuera por sólo unos segundos, lo importante era que le había hablado. ¿Y qué tal si le gusto? ¿Le habrá gustado mi tono de voz cuando le pedí el lápiz? ¿Qué habrá pasado por su mente? Muchas preguntas se formulaban en mi cabeza de camino a mi hogar. Ni siquiera podía pensar en Pokemon Battle Online o cualquier otra cosa. Estaba tan sumido en lo que había sucedido hace un par de horas que aquello duró más de un día.
Sin embargo, aquel progreso no fue como lo esperé. Brock y Misty comenzaron a darme consejos que sí servían, pero tenían un pequeño inconveniente…
El día siguiente, Misty me dijo que debía de saludar a Serena naturalmente. Yo, después de varias clases armándome de valor, lo hice. Nuevamente había salido victorioso y ella, aunque se quedó algo sorprendida, me regresó el saludo con una sonrisa, pero no supe decir si fue una sonrisa natural o forzada.
Parecía que iba progresando. Los días pasaban y yo poco a poco iba no sólo hablándole aunque fuera algunos segundos a Serena, sino a Dawn y algunas que otras chicas. No obstante, lo que no me esperé es que Brock y Misty estaban exagerando con sus consejos. Sí… ese era el inconveniente. Y con dos semanas de progreso, aquellos dos sujetos me iban dando consejos tanto absurdos como exagerados.
—Bien, Ash. Ya has probado el dejarle una rosa anónima a Serena en su casillero. Le has dejado un par de chocolates en su asiento antes de que ella llegue. Le has dejado una carta de amor que de seguro se muere por saber quién demonios es su admirador secreto. Has intentado de todo —Brock se notaba entusiasmado, mientras le daba un mordisco a la pata de pollo que tenía en su plato.
— Lo sé —suspiré con algo de miedo. Sinceramente sus consejos no me agradaban. Yo lo único que quería era hablarle, mas no invadirla de detalles y obsequios—. ¿No creen que están exagerando? Digo, si se entera de que soy yo el que le ha mandado miles de detalles, ¿No creen que se va a ver algo obsesivo y acosador?
— ¡¿Bromeas?! —la chica de cabellos naranjas me dio un golpe en el hombro, como de costumbre— Se le nota en la cara que muere por saber su admirador secreto.
Cuando volteé discretamente a ver la mesa en la que estaba junto con sus amigas, estaba charlando alegremente con ellas. No obstante, una pequeña montaña de flores, chocolates y regalos se encontraban a su costado. Me intimidé al ver que varios chicos volteaban a ver aquellos obsequios con algo de rabia y celos. Empero, Serena parecía algo incómoda ante tal situación y algo molesta. Estaba cien por ciento seguro de que aquellos detalles no le estaban gustando.
— Yo creo que mejor hay que detener…
— ¡Ni se te ocurra decir eso, Ash! —Brock me interrumpió— Hemos llegado muy lejos como para que te rindas de esta manera. ¡Han pasado ya dos semanas desde que le hablaste por primera vez y mira el progreso que llevas!
— Ese es el problema ¡Apenas van dos semanas y ya tiene más de cien regalos que ha estado acumulando! Yo pensé que íbamos a ir más lento. Aparte, jamás pensé que sus consejos fueran llenarla de detalles que al parecer no le están agradando.
— Regla número uno:... —Misty nuevamente repetía como si de un manual estricto se tratara—… Sé tú mismo.
— Aha —refunfuñé— Y no me siento yo al tratar de regalarle forzadamente un…
— Por supuesto que eres tú mismo —Misty me interrumpió—Puedo notar desde aquí que salió de tu corazón el haberle entregado una caja de chocolates.
— Pero…
— Regla número dos: Sé natural y espontáneo. El regalarle día con día algo te hace espontáneo y a la vez natural. Y la última regla… —ella esperó a que yo terminara la frase.
— Jamás mientas —repetí sin emoción alguna— ¿Y esa regla qué tiene que ver?
— Que si ella te pregunta que quién ha sido el que le ha estado mandando regalos, tú no tienes que mentir.
— ¿Estás loca? —ella estuvo a punto de darme un golpe en la cara por como la había llamado, pero me retracté al instante—. Perdón, perdón. Le diré que soy yo… si es que alguna vez me lo pregunta — y espero que nunca lo haga.
— Bueno, entonces ahora la misión de hoy es ir con ella y hacer que te haga la pregunta. Recuerda la regla número tres — Me quedé algo perplejo al oír lo que Brock había mencionado.
— Sí claro —yo reí y seguí comiendo el pollo de mi plato. Sin embargo, me di cuenta de que ambos sujetos iban en serio.
— Lo harás, Ash — Misty me vio con una cara maligna que jamás había visto en mi vida—. Irás con ella, le dirás "Oh, ¡qué hermosos regalos! ¿De dónde los conseguiste?". Ella te responderá que un sujeto anónimo se los ha estado dando, a lo que tú dirás que puede que conozcas al sujeto. Ella te preguntará que quién es y tan sólo debes recordar la regla número tres: No mentir.
Mierda.
En ese momento me paré de mi silla y traté de huir como la primera vez que Brock fue con Serena para que me presentara. No obstante, esta vez tenía a dos personas conmigo, y fue más difícil la inútil huida. Brock me agarró por el hombro y unos momentos después Misty se abalanzó contra mí cruzando la mesa y tirando mi almuerzo. Me tiró al suelo y algunos alumnos se nos quedaron viendo.
— Irás porque yo lo digo —sus ojos daban miedo. Empero, en vez de que ella me causara miedo, más bien fue vergüenza. Me sonrojé al ver que estaba a un par de centímetros encima de mí. Incluso todo su cuerpo estaba recargado sobre mí y pude sentir sus pechos recostándose sobre mi pecho. Lo peor de todo es que ella estaba leyendo mis pensamientos.
Lo último que vi fui que ella también se había sonrojado y un puño iba directo a mi rostro.
Después de un par de minutos, iba caminando hacia la mesa de Serena con la marca de una cachetada en el rostro. Volteé a ver a Misty y Brock; ambos estaban observando con discreción. La pelirroja me indicó con la mirada que siguiera caminando.
Cada paso que daba era un paso más hacia mi muerte. Sabía que si decía que yo era aquel sujeto, iba a ser el hazmerreír del instituto. Sin embargo, antes de voltear y huir como un cobarde, Serena ya me había visto e incluso me sonrió. Esta vez pude notar que lo había hecho con naturalidad. Aquello hizo que fuera a ella sin pensarlo, pero cuando estuve frente a ella y todas sus amigas se callaron al verme, me arrepentí de haber llegado hasta este punto.
Un silencio incómodo se presenció en la mesa. Un par de sus amigas intercambiaron miradas de asombro.
— Hola Serena… —saludé a Serena un poco sonrojado. Parecía que mi voz estaba nerviosa, aunque no pude notarlo.
— Hola —ella miró extrañamente a sus amigas y luego me vio a mí—. Emmmm…. Lo siento, no recuerdo tu nombre — dijo apenada.
— Ash —dije, aunque me dio más rabia la risa disimulada de sus amigas que el haber olvidado mi nombre.
— Oh, cierto. Vas delante de mí ¿no es así? — asentí sonrojado. Parecía ser que ella estaba incómoda con aquel momento.
— Q-qué bonitos regalos tienes ahí — ¡Qué mierdas estaba haciendo! ¡DETENTE ASH!
— Gracias —me sonrió amablemente.
— ¿Quién… t-te los… ha dado?
— No lo sé. Un admirador secreto, supongo —alcancé a oír a una de sus compañeras decir "Uno de los miles que tiene"; aquello genero risas incluso en ella.
— Es cierto. Tienes muchos admiradores — Mi subconsciente me pedía a gritos que huyera de ahí lo más pronto posible—. De hecho, puede que yo … que yo sepa quién de e-esos admiradores te haya regalado todo eso. O puede que n-no. Q-quién sabe —las manos me estaban sudando y ya ni siquiera me importaba tartamudear como imbécil. Tan sólo me concentré en decir aquello con valor.
— Oh ¿en serio? —Serena y las chicas a su alrededor se vieron sorprendidas y se acercaron para oír con intriga — ¿Quién es ese admirador?
Me quedé ahí con la boca abierta. Aunque había reunido el valor suficiente para acercarme y hablarle, parecía imposible el obtener las agallas para decir mi nombre. Sin embargo, ya no podía huir o todo estaría más muerto que el primer dinosaurio que surgió en la tierra. Era ahora o nunca. Los segundos valían oro, puesto que el tiempo corría y yo me quedaba en silencio. Y peor era la situación al ver que una pequeña multitud chismosa se encontraba alrededor de mí. Más que multitud, eran casi todos los alumnos del instituto. Incluso Misty y Brock ya estaban ahí, a un par de metros escuchando el chisme.
- Ehhh…. —mis labios eran incapaces de decir mi nombre. Oí a Misty susurrar "Hazlo", pero aún así no podía hacerlo.
Los ojos de Serena me miraban con intriga. Por un momento suspuse que ella ya sabía que era yo, pero eso sería imposible. Ella jamás adinivaría; después de todo, la mayoría de los chicos que me observaban también eran sus admiradores secretos.
Pero de un momento a otro no me importó lo que dijeran los demás; en un abrir y cerrar de ojos sentí que lo que Serena pensara me importaba una mierda; en unos instantes noté que lo único que debía importarme era sentirme bien conmigo mismo y nada más. Y en aquel momento, el cual sentí que nada me importaba, ese instante fue en el que le revelé que era yo.
— Yo soy… Yo soy el que te ha regalado todo eso.
Todos por unos momentos se quedaron en silencio pero a la vez sorprendidos. Nadie me conocía en la escuela excepto Brock, Misty, Dawn y Serena; nadie sabía de mi existencia hasta que me había parado frente a Serena y le había revelado aquel secreto; nadie se había imaginado que un chico tan tímido como yo le dijera de un momento a otro a la chica que le gustaba que era yo el que le mandaba detalles durante dos semanas seguidas. Todos se sorprendieron e incluso Misty y Brock no podían creer lo que sucedía. Aquellos momentos de silencio fueron los peores de mi vida.
— Eh… yo… —Serena se encontraba anonadada, incluso sus amigas estaban sorprendidas—. Eh… —Todos estaban absolutamente callados para oír las palabras de Serena— Muchas gracias por los regalos, Ash. Son un buen gesto, pero… —aquel "pero" hizo que algo me interior se quebrara—… no sé qué decir —me sonrió incómodamente mientras todos nos veían.
— Pensé que con estos regalos… no sé… yo te agradaría… —no me había percatado de que dije aquello por instinto. Lo peor de todo es que lo dije en voz alta y en público.
— Escucha Ash… yo… hay muchos chicos que me dan muchos detalles día con día —la noté cabizbaja. Sabía que le dolía el herir mis sentimientos—. No necesitas obtener el agrado de alguien con tan sólo regalarle cosas materiales… Espero me entiendas.
— Yo… —sentí una punzada en el corazón—. No, yo sólo quería hacerme notar… Para… para… para que me hablaras.
— ¿Y por qué simplemente no me hablaste? Eso era mucho más fácil.
— No, yo…
Inesperadamente, el silencio infernal e incómodo se vio interrumpido por un mar de risas fuertes y dedos que me señalaban con mucha burla. Volteé a todos lados y lo único que veía era que yo era el centro de atención de todos. Estaba haciendo el hazmerreír de la escuela; no podía soportar aquello. Noté a Serena avergonzada y con la cabeza por lo bajo, y me di la vuelta para tratar de huir. Misty y Brock también estaban avergonzados, pero pude apreciar que sentían lástima por mí. Ni siquiera los miré a la cara y salí huyendo de ahí, con un par de lágrimas en los ojos.
Las risas aún se escuchaban en la cafetería cuando iba por los pasillos y salía del instituto. Corrí lo más que pude y me dirigí hacia mi casa, donde me sentía más seguro.
Mis pulmones me ardían, pero eso no me importaba. Ya nada me importaba. Lo único que quería hacer era acostarme y no pensar en nada más. Había hecho el ridículo y todo gracias a ese par de idiotas que me hicieron hacer semejante estupidez. Lo peor de todo es que Serena jamás me volvería a hablar. Incluso ella tenía razón. Aquella frase que había mencionado: "¿Y por qué simplemente no me hablaste?", me destrozaba por dentro. En el fondo sabía que aquella pregunta tenía una respuesta, pero era demasiado cobarde como para responderla.
Las lágrimas recorrían mis mejillas y mis puños apretaban el aire con mucha rabia. Y no sólo odiaba a todos los que se había burlado de mí, sino que también odiaba a Brock y Misty porque fue culpa de ellos el que hiciera esto. Los únicos amigos que había tenido en mi vida se esfumaron de repente. Ellos sabían perfectamente que no iba a ser capaz de soportar aquello; sabían que la escuela se iba a burlar de mí por confesarle a Serena que yo era su admirador secreto. Pero ellos no hicieron nada para detenerlo.
Sus consejos no eran más que estupideces; aunque me culpo por haberles hecho caso. En un principio parecían ser buenos consejos, pero conforme había pasado el tiempo sabía que sólo querían llamar la atención en lugar de ayudarme, puesto que ellos también no tenían muchos amigos. Sin embargo, lo que me hace diferente a ellos es que yo jamás he querido llamar la atención de nadie.
Me puse el casco instintivamente. No noté ni siquiera cuando ya estaba en el juego y estaba en el piso del nivel dos. Comencé a correr por la pradera que se extendía a varios kilómetros de mí. Estaba tan enojado y triste que no me di cuenta que cuando no pude correr más, me había tumbado en el césped y me había dormido.
Cuando desperté, Pikachu había salido de su pokebola y estaba en el sendero donde el césped no le cubría la vista. Parecía ser que el Pokemon me había estado cuidando mientras yo había estado durmiendo tristemente.
— Gracias Pikachu —le dije a mi Pokemon y me levanté del césped. Dejé una gran marca en la hierba por haber estado acostado varias horas y seguí mi camino junto con mi compañero. El sol ya había estado a punto de ocultarse y pronto iba a oscurecer—. Tenemos que ir a una posada para protegernos.
O la otra opción era desconectarme y dormir. Sin embargo, lo único que quería hacer era estar en el juego para despejar mi mente.
— Pika —el Pokemon me sonrió y señaló hacia un pequeño pueblo que se asomaba por la colina.
El viento no me dejó ver con claridad, pero pude alcanzar a ver algunas luces que se encendían conforme el sol se iba ocultando. Sonreí y me encaminé hacia aquel pueblo.
— Quiero algo caliente, por favor —le mencioné a la muchacha encargada de la posada, una vez que habíamos entrado a una posada. Aquella jovenzuela asintió amablemente y me dijo que tomara una mesa. Curiosamente todas las encargadas de la posada tenían la misma apariencia y se hacían llamar todas por "Joy". Supongo que el creador del juego no quería crear un diferente NPC para cada posada.
Cuando le di un gran sorbo a mi tarro, en el que había té caliente, me quedé un tanto perplejo al ver que yo era el único que se encontraba en la posada. Parecía que aquel pueblo estaba desierto de jugadores, pero no lo había notado gracias a los NPC's que merodeaban por los alrededores.
— Eh… disculpe, Joy —ella salió por la puerta trasera al oír mi llamado —. ¿Acaso no hay más gente conectada?
— Según los datos del juego, hay todavía un buen número de usuarios —mencionó como si de un robot se tratara. Después de todo era un NPC.
— ¿Y por qué soy el único en la posada o en el pueblo? —dije y chequé el pueblo en el que me encontraba en el menú de mi juego. Parecía ser Pueblo Colina. Estoy seguro—. Deberían estar todos por estos rumbos. El jefe del nivel dos puede estar no muy lejos.
— No sabría decirle. Tan sólo soy un NPC — mencionó un tanto avergonzada.
— Un torneo…
Una voz mencionó al otro lado de la posada. Aquel sujeto había estado tan oculto y sigiloso en una mesa cubierta por las sombras, que no me di cuenta de su presencia. Una capucha de un rojo oscuro le ocultaba el rostro, así que no pude saber de quién se trataba; sin embargo, su voz era muy aguda como para ser de un hombre.
— La mayoría de los usuarios están en el torneo —volvió a mencionar.
— ¿Torneo? — me levanté y Pikachu se colocó en mi hombro. Caminé lentamente hacia aquel sujeto encapuchado con algo de intimidación.
— El espadachín esmeralda está realizando un torneo a unos kilómetros de aquí, donde el césped ya no te llega a la cadera.
—El espadachín verde… —recordé que me había cruzado con él en el volcán de Charizard.
Pero de un momento a otro me acordé del discurso que dijo antes de entrar y luchar con el dragón Pokemon. Recordé la frase que había mencionado: "Y si quieren… después de esto podremos formar un gremio o pueden ser libres de irse, como quieran."
— Así que está reclutando gente para su gremio — me dije a mí mismo.
— Así es —el encapuchado bebió un sorbo de su té y miró hacia la ventana.
— ¿Y por qué tú no estás ahí? —me dio curiosidad ver que todos los jugadores se encontraban en aquel torneo y aquella persona sólo se dedicaba a contemplar las finas capas de agua helada que se formaban a través de la ventana de la posada.
— Porque no soy lo suficientemente fuerte para ello —mencionó secamente.
— No digas eso —noté nuevamente una pequeña rabia salir de mí— No te rindas así nada más; sin siquiera intentarlo. ¿Verdad Pikachu? — Mi Pokemon gimió de alegría.
— No… yo no puedo, apenas soy un novato —inesperadamente, sintió mi mano en su hombro.
No pude ver su mirada, pero noté una sorpresa con tan solo ver la mitad de su rostro. Parecía que sus rasgos eran delicados y bien definidos. Un largo mechón rosado sobresalió entre la capucha.
— Vamos. Lograrás quedar en el gremio de Masato —le sonreí y Pikachu saltó de mi hombro para situarse sobre la mesa y mirar con entusiasmo al jugador.
— Yo… —Pikachu le insistió y no se pudo resistir ante aquella mirada tierna del Pokemon— No lo sé, no estoy de un muy buen humor.
— Vamos... lo que pasa ne la vida real, se queda allá. Aquí has venido para olvidarte de todo ello y ser feliz. ¿No es así?
— Yo... —el sujeto cerró los puños en torno a la mesa. Se quedó contemplando la nada por unos segundos, pero después de haberlo pensado, asintió—. Bueno, puede que entre al gremio.
— Así se habla —sonreí—. Soy Satoshi.
El sujeto se quitó la capucha rojiza y pude notar a una chica con unos ojos carmesí hermosos y un cabello rosado que brillaba como si de una flama se tratara. Me sonrió y asintió con determinación.
— Soy Misako.
