¡Hey! He regresado y no precisamente con las manos vacías. Si, sé que no pueden ver mis manos a través de su ordenador, pero es una metáfora xD. Aquí os traigo el décimo capítulo. Poco a poco esto se va tornando interesante, ya lo verán. Muchas gracias a todos los lectores por pasarse por el fic, y gracias a Cata-chan, ashthepokevenger, kuroi y ThunderGold97 por sus reviews. Me gustaría contestar sus reviews, pero la verdad es que no sé cómo xD Apenas me estoy adentrando a esto de FanFiction, aunque ya llevo casi tres años registrado XD. Bueno, sin más los dejo que lean tranquilos el capítulo. ¡Nos leemos! Por cierto, he decidido que publicaré los capítulos los MARTES y VIERNES. La hora no será exacta xD pero tengan por seguro que esos días habrán nuevos capítulos. Ahora sí... ¡NOS LEEMOS!
10 — El Torneo Esmeralda
Después de presenciar cómo el chico que había confesado en teoría parte de sus sentimientos hacia mí, me sentía como una completa basura. Muchas veces, o en realidad la mayoría de las veces, cuando rechazaba a algún chico siempre lo hacía fríamente. Pero esta vez había sido diferente; esta vez, notaba que un sentimiento incómodo dentro de mí había aparecido desde que Ash salió corriendo. ¿Acaso sería lástima? ¿O tristeza por haber herido sus sentimientos? No lo sé. Lo único que sabía era que la que resultó con la sensibilidad fracturada había sido yo.
La gente no paraba de reír, y eso me molestó aún más. Pero mi lado cobarde me impidió el pararme de mi asiento y decirle a todos que se callaran de una buena vez. Incluso mis amigas estaban muertas de la risa, y una de ellas me dio un par de palmaditas en la espalda de modo cómico.
Lo que más me impresionó fue que a pesar de que me sentía mal conmigo mismo, de cierto modo estaba incómoda. No sabría decir con exactitud por qué, pero estaba segura de que el haber lastimado al azabache era una de las principales razones. ¿Y por qué él? ¿Por qué era el primero que me sentía hacer mal? ¿Qué acaso mis palabras no fueron las correctas? No… en el fondo sabía que había rebasado los límites y lo había humillado totalmente en público. Tan sólo tenía que haber agradecido por sus obsequios y nada más. Ahora sí tenía la certeza de que me sentía una idiota.
— Oye, tú —noté que Dawn se acercaba con un rostro exasperado—. No vuelvas a herir de esa manera a Ash, ¿oíste?
Mi rival número uno estaba parada frente a mí, reclamando por aquel muchacho. ¿Acaso ya se habían conocido? ¿O eran amigos como para que estuviera tomando cartas en el asunto?
La jocosa multitud había parado de un momento a otro. El sosiego me incomodo como lo había hecho cuando Ash me confesó que él había sido mi admirador secreto. La peli-azul me miró como si yo fuera la presa que estaba a punto de cazar. Y aunque odiaba un tanto a Dawn, no la culpaba por postrar su mirada en mí. Yo había sido la culpable de todo.
— Lo siento, yo… —traté de disculparme, pero no sabía qué decir. Simplemente no tenía excusa ante ello—. No… no dije nada malo.
Y cuando dije aquello, me di cuenta de que también tenía razón. Tan sólo había dicho la verdad. ¿Si Ash estaba tan interesado en mí, por qué no sólo me habló y ya?
— ¿No ves que le cuesta trabajo adaptarse? —me susurró Dawn para que la gente a nuestro alrededor no escuchara, aunque era un poco inútil susurrar, puesto que estaban muy atentos.
— No… yo no tenía idea —bajé la vista hacia el suelo—. Lo lamento.
Ella simplemente se limitó a lanzarme una ojeada fulminante y se apartó de ahí no sin antes empujar a unos cuantos que aún observaban perplejos la situación. Sin embargo, no sólo se había apartado para dejarme sola, sino que en parte ella sabía que yo tenía la razón. El detonante que hizo herir a Ash fue toda esta estúpida gente que comenzó a burlarse; yo jamás le ofendí a él ni mucho menos. Aunque sinceramente sí siento que hice algo mal.
El día transcurrió y mi pequeña tristeza no se fue incluso cuando llegué a casa y mi mamá me preparó comida. Incluso ella me preguntó que qué había pasado, pero yo no quería hablar del tema. Lo único bueno en aquellos momentos era recostarme en mi cama y sumergirme en el mundo virtual que poco a poco le iba agarrando cariño.
Aún estábamos en el nivel dos del juego. No me sorprendía el saber que ya había pasado un tiempo y nadie hacía nada al respecto. Los jefes de nivel eran bastante fuertes y no se derrotaban de la noche a la mañana.
No obstante, se rumoreaba que un jugador había derrotado él sólo al jefe del primer nivel. Mucha gente lo creía y otras no lo hacían. Lo llamaban "El Destello Eléctrico" por los rumores de que tenía una espada que desprendía pequeñas chispas y la velocidad con que lanzaba cortes. Aparte, los murmullos también decían que tenía un Pokemon eléctrico de otro nivel bastante fuerte. Yo por mi parte, no creía en esas tonterías. Simplemente creo que El Espadachín Verde y su grupo de aliados llegaron y derrotaron con dificultad a Charizard. Los envidiosos y egoístas habrán inventado aquellos rumores para robarle los créditos al espadachín.
Aquel tipo era bastante fuerte, y aunque no lo había visto en el juego, todos hablaban de él y de que era uno de los mejores jugadores de Pokemon Battle Online. Sino el mejor. Algunos dicen que es imposible de derrotar, pero ya llegará el día en que habrá alguien mejor y éste será superado por otro y así sucesivamente. Sin embargo, en la actualidad era en "player" que más se había destacado últimamente. Y con mayor razón, él estaba en todos los temas de conversación de los usuarios, ya que Hikari me había contado que justo hoy iba a organizar un gran torneo donde los mejores iban a estar en su nuevo y sensacional gremio.
— Venga, hay que participar —me mencionaba la chica de cabellos azules claros.
— No lo sé —aún estaba un poco decaída por lo que había pasado hoy.
— ¡Misako, por favor! Prometiste que nos íbamos a volver fuertes.
— Lo sé —me paré y miré hacia el suelo—, pero no duraríamos ni unos minutos ahí.
— Mírame… Misako —noté que me observaba con determinación y coraje— Sé que no somos las más fuertes aún, pero esta es una gran oportunidad para adquirir experiencia.
Ambas estábamos caminando por los senderos de Pueblo Colina, y a unos kilómetros más allá estaba lo que iba a ser el torneo. No estaba segura de si participar o no. No por sentirme débil como jugadora, sino que no estaba de humor ahora para aquellos eventos. ¿Cómo iba a ser posible que me concentrara en las batallas cuando lo único que pensaba era el momento en que aquel chico me daba la espalda y notaba unas pequeñas lágrimas que caían al suelo? Si quería volverme fuerte, este no iba a ser el momento para hacerlo.
— Hikari… —miré nuevamente al suelo y negué con la cabeza decepcionada—Lo siento. Te alcanzaré más tarde para animarte desde la grada.
— Como quieras —dijo con algo de tristeza, pero sabía que algo pasaba conmigo— ¿Estás bien?
— Sí —no podía apartar la mirada del suelo—. Tan sólo… necesito unos momentos a solas.
— Entiendo —ella puso su mano sobre mi hombro. Sabía que hablar de la vida real era prácticamente incorrecto cuando se jugaba con la "Virtual Console", así que comenzó a alejarse.
— Suerte en el torneo —le sonreí a lo que ella me agradeció.
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—Soy Misako — me presenté ante aquel tipo.
¿Quién iba a decir que aquel hermoso Pikachu me iba a convencer de que entrara al torneo? Y por supuesto, aquel chico no iba a aceptar un no por respuesta, así que de todos modos tenía que aceptar. Empero, aún me sentía un poco mal por Ash, pero he decidido que mañana iría y me disculparía con él pase lo que pase. Sé que él aceptará mis disculpas y sería un nuevo comienzo como amigos.
Satoshi y yo salimos junto con el Pikachu de la posada e inmediatamente un frió descomunal nos invadió a ambos. Pero la luz de la luna que se asomaba por entre unas nubes oscuras me hizo sentir un poco cálida.
Ambos caminamos en silencio por un buen rato. Parecía ser que aquel pueblo era bastante tranquilo y muy acogedor, puesto que el sonido armónico de los Pokemon insecto invadían pasivamente el ambiente. Incluso las pequeñas antorchas oxidadas que se alzaban sobre los muros de piedra de las moradas nos hacía sentir como si estuviéramos totalmente fuera de peligro.
Mas esto duró sólo algunos minutos, ya que cuando estuvimos en las afueras del pueblo, el follaje largo y verdoso se comenzaba a alzar nuevamente a nuestros costados. Lo único que me hizo sentir aliviada fue que la luna aún se asomaba con esfuerzo entre las espesas nubes sombrías.
— Misako — repentinamente, aquel sosiego pasivo fue interrumpido por la voz de Satoshi—. No sé si me pueda ver muy entrometido, pero sé que algo te pasa. No cualquiera se perdería aquel torneo solo porque piensa que es "débil". Sé que no quisiste ir porque estás triste por algo.
Tan sólo yo me quedé en silencio, mientras apartaba algunos mechones rosáceos de mi rostro.
— Pero tan sólo quería decirte que no estás sola —cuando volteé a verlo, él me sonreía alegremente junto con el Pikachu que llevaba en el hombro—. Cualquier cosa, estoy aquí para lo que necesites.
— Gracias —sonreí un poco, pero borré aquella sonrisa al ver que una brisa de aire me erizaba toda la piel. Sin haberlo pedido, él se quitó aquella túnica larga y blanca como la nieve, y me la puso sobre los hombros. — Gracias, de nuevo.
— No te preocupes. Pikachu y yo hemos soportado cosas peores que sólo este frío. ¿No es así amigo? —el Pokemon asintió con alegría y yo solté una pequeña risa que me sonrojó—. Por cierto, aún no he visto a tu Pokemon.
— Oh, cierto. Puede que él nos caliente —cuando saqué a mi Fennekin, el azabache pareció sorprendido y entusiasmado por ver un nuevo Pokemon.
— ¡Vaya! Es bastante lindo Misako —el Fennekin dio un pequeño gruñido en señal de saludo y se colocó en mi regazo mientras la abrazaba con fuerza. Noté que sus orejas comenzaban a calentarse y sentí que aquello me había salvado por completo del frío.
— Gracias Satoshi. Pikachu también es muy hermoso —el Pokemon eléctrico sonrió—. ¿No quieres tocar las orejas de Fennekin? Te harán sentir bien.
El chico de ojos grisáceos puso ambas manos en sus orejas, y noté que no quería apartarlas de ahí nunca debido a que estaba calentando las palmas de sus manos con éxito. Sin embargo, las quitó repentinamente debido a la sorpresa que se llevó.
— ¡Mira! —una onda de luz se alzaba por entre la noche del firmamento. Aquella gigantesca luz solo daba señal a que el gran torneo estaba a unos cuantos metros de nosotros. Notamos varias pequeñas luces tintineantes a lo lejos y algunos gritos de emoción que producían un gran eco. También pudimos ver que el prado era tan corto que parecía recién podado.
Comenzamos a acercarnos poco a poco, notamos que algunos usuarios iban apareciendo y algunos de ellos estaban entrenando junto con sus Pokemon y perfeccionando sus técnicas. Algunos lanzaban tajos al aire y lo hacían repetidamente; otros apuntaban con sus arcos a varias dianas que se encontraban colocadas en unos postes de madera; algunos leían libros recitando algunas palabras, mientras de su mano salía algún hechizo; otros simplemente parecían lanzar puñetazos al aire como si de un boxeador profesional se tratara y otros meditaban mientras un aura se alzaba a su alrededor.
También la cantidad de Pokemon iban aumentando conforme nos acercábamos. Algunos eran gigantes e intimidantes, mientras otros no causaban más que gracia. Sin embargo, sabía de antemano que no tenía que juzgarlos por su apariencia.
La cantidad de usuarios que podía ver a mi alrededor era impresionante. Nunca me hubiera podido imaginar que el pertenecer al gremio del Espadachín Verde fuera tan importante para casi todos los jugadores de Pokemon Battle Online.
Nos fuimos abriendo paso entre los concursantes y entre la gente que solamente iba a dedicarse a mirar el espectáculo, y entonces vimos el escenario: se trataba de un enorme terreno de cien metros o más, donde no había nada más que hierba irregular con un par de rocas pequeñas que sobresalían en el suelo. En el centro se encontraba dibujado el contorno de un círculo blanco parecido al de una pokebola. Las orillas del campo estaban cubiertas de unas bardas de madera que habían construido por si las dudas, aunque yo no estaba muy segura si aquello iba a poder soportar un ataque. Sin duda aquella gran superficie iba a ser el campo de batalla.
Giré mi cabeza al otro lado del campo, y vi a una persona que sobresalía entre todas las que se encontraban alrededor del terreno despejado. Era nada más y nada menos que el Espadachín Verde, que estaba sentado sobre un trono de tonos cobaltos y esmeraldas brillantes. El chico estaba observando hacia la nada, mientras los demás sólo se dedicaban a contemplarlo. Llevaba una túnica de seda que le cubría los hombros y la mayoría de la armadura esmeralda, pero lo que me llamó la atención fue que su espada reluciente e intimidante la llevaba desenvainada y la estaba usando de apoyo como si fuera un bastón.
Pude notar que Satoshi se estremeció al ver a Masato, pero más que miedo sentía algo de incomodidad, puesto que unos segundos después se alejó de la orilla de la barda para que el espadachín no lo pudiera ver de lejos. Yo seguí al chico y cuestioné su actitud.
— ¿Te da miedo? —Él no entendió mi pregunta—. Masato… ¿te da miedo?
— No.
— ¿Y por qué…?
— No es nada —me interrumpió rápidamente—. Sólo que no quiero que me vea.
— ¿Por qué?
Él no respondió y siguió esquivando a varios jugadores más para que pudiéramos transitar. Yo no quise insistir más, ya que no quería que pareciera un interrogatorio.
No sabía a dónde demonios íbamos, ya que Satoshi iba caminando muy a prisa, como si alguien lo estuviera persiguiendo. No obstante, lo único que pasó fue que sólo quería un poco de aire libre, ya que era prácticamente imposible respirar entre los cientos de usuarios que estaban yendo hacia las orillas del campo de batalla para presenciar el torneo.
— Aquí podremos inscribirnos —mencionó el chico de ropas blancas, señalando un grupo de mesas pequeñas donde había algunas personas anotando a varios jugadores. Sin embargo, lo único malo era que había una larga fila esperando su turno de inscripción.
— ¡Misako! —una voz me llamó la atención a lo largo de una de las filas. Era Hikari, y estaba a punto de inscribirse en el torneo; ella me hizo señas para hacerse notar y enseguida fuimos a su posición . ¡Qué sorpresa! Pensé que no ibas a venir.
— Yo también pensaba eso, pero al final me animé —sonreí tímidamente.
— Oh, menos mal —Hikari miró a Satoshi y luego me miró a mí.
— Hikari, él es Satoshi y Pikachu—el muchacho saludó amablemente, mientras su Pikachu lo hacía con un gruñido alegre— Satoshi, ella es Hikari.
— Un gusto —mencionó la chica peli-azul — ¿También te inscribirás al torneo?
— ¿Qué? —el joven se notaba sorprendido—. No, no, no. Yo sólo vine a ver luchar a Misako.
— ¿Qué? —desde el principio pensé que él iba a inscribirse también en el torneo.
— Lo siento Misako. Yo no puedo participar en este torneo.
— ¿Por qué? —Hikari y yo mencionamos al unísono.
— Tengo mis razones —susurró con nerviosismo el muchacho y se alborotó el cabello—. No puedo decirles.
Aunque no quería decir su verdadera razón, yo sabía en parte que el haberse escondido entre la multitud del Espadachín Verde era una de sus principales razones para no participar. Intuí que o no quería ser visto por Masato, o simplemente no quería unirse a su gremio.
— Vamos, va a ser divertido —animó Hikari con entusiasmo.
— Lo siento Hikari, yo estoy interesado en unirme a su gremio —a pesar de aquella excusa, pude notar que estaba mintiendo. Había algo más... había algo que estaba ocultando. A pesar de mis sospechas, hice caso omiso de aquello. En realidad mi mente me decía que quería que Saotshit ambién participara, puesto que sería injusto que yo diera todo de mí en el torneo y él no.
— Satoshi —lo miré a los ojos y luego miré a su Pikachu—. Por favor… Tú fuiste el que me animó a participar en la contienda. No quiero luchar sola. Si tú te inscribes, también lo haré yo. De lo contrario… ninguno de los dos lo hará.
Hikari ya estaba frente a la mesa de inscripción y estaba anotando su nombre de usuario. Yo tomé la pluma y comencé a anotar el mío. Una vez que ambas habíamos terminado, le di la pluma al muchacho. Éste titubeó a la hora de aferrarse a la pluma; metió la punta en un frasco pequeño de tinta y cuando la sacó, comenzó a escribir lentamente su nombre. No obstante, logré percibir en sus ojos un enorme titubeo y arrepentimiento por lo que estaba a punto de hacer. Y a pesar de todo, terminó de escribir su nombre.
— Bien, entonces el usuario Hikari y su Piplup, Misako y su Fennekin y Satoshi y su Pikachu participarán en el torneo. Buena suerte —mencionó la persona que estaba encargada de las inscripciones.
Cuando las inscripciones hubieran terminado unos momentos más tarde, el gran rugido de un enorme cuerno sonó en medio de toda la multitud. Ésta se calló al instante y pudimos ver con dificultad que Masato se levantó de su trono y comenzó a recitar unas palabras, y éstas resonaban por entre los micrófonos que se alzaban entre los jugadores alrededor del lugar. Súbitamente, una pantalla virtual apareció sobre nosotros, dejando ver al espadachín. Así ya no tenía que asomarme entre varias cabezas para poder observar con dificultad a aquel jugador.
— Bienvenidos todos al torneo del Gremio Esmeralda —cuando dijo aquello, los gritos no se hicieron esperar entre la muchedumbre—. Quiero decirle a todos y cada uno de ustedes que estoy muy agradecido por que hayan venido. Los ganadores de este torneo, no sólo ingresarán exitosamente a mi gremio, sino que el jugador ganador, se llevará un premio —el espadachín esperó a que los gritos de euforia se esfumaran— ¡UNA MASTER BALL! —Sin embargo, aquellos gritos volvieron a resonar y algunos no podían creer que el premio fuera aquella pokebola.
— ¿Una master ball? —pregunté con confusión.
— No es una pokebola cualquiera —me dijo Satoshi, aún con aquel nerviosismo y seriedad que había tenido desde que llegamos—. Ésta se dice que puede atrapar hasta a un Pokemon Legendario o un jefe de nivel.
No pude responder debido a la sorpresa que me lleve. ¿Atrapar a un Pokemon Legendario? Jamás había visto a uno, y tan sólo con escuchar aquel nombre ya estaba siendo intimidada. Vaya que era un gran premio.
— Debido a que hay más de 200 usuarios inscritos, las batallas serán por parejas —la gente comenzó a murmurar, pero Masato los calló—. Sin embargo, no basta con ganarle a sus contrincantes, sino que el tiempo será su mejor aliado… ¡Los primeros 4 equipos que consigan derrotar a sus rivales en el menor tiempo posible, serán los que pasen a la siguiente ronda!
La multitud comenzó a gritar de euforia, mientras unos bramaban que iban a ser los que pasaban a la siguiente ronda, otros se lamentaban y algunos más vociferaban que iban a conseguir aquella Master Ball y serían parte del Gremio Esmeralda.
— Así que… a partir de este momento comenzarán los enfrentamientos. En la pantalla que tienen sobre ustedes, aparecerán aleatoriamente los jugadores que tendrán que batallar. ¡Les deseo buena suerte a todos y que gane el más veloz!
Próximo capítulo: Batalla contrarreloj y Pokemon suertudo
PD: Lamento haber publicado el capítulo de otro fic. Que distraído fui xDD Gracias a los que avisaron.
