16 — Fisura


Los segundos se hacían eternos. La multitud estaba totalmente concentrada en aquella pantalla virtual. Nuestros rostros aparecían, desaparecían, volvían a aparecer. De un súbito momento a otro, mi mente ya no resistía un segundo más. Quería saber si me tocaría con Shigeru, Ruby, o la chica que había entrado injustamente al gremio. Sí… debía aceptar que aquello era injusto, aunque sentía un poco de lástima por ella. Toda la gente la había abucheado hace algunos instantes, mientras se había encaminado hacia nuestra posición.

Y en ese momento, un rostro apareció fijamente en la televisión flotante, haciendo que mis pensamientos se interrumpieran indeliberadamente. Ahí, la cara de Ruby, aquel chico de cabellos blanquecinos, sería el que combatiría primero… La pregunta era: ¿Con quién?

La multitud no pestañeó ni un segundo. Al ver que el nombre de Ruby aparecía en la pantalla transparente, junto con su rostro, ni siquiera la gente tuvo tiempo de reaccionar. Estaban bastante atentos a su contrincante como para emocionarse.

Noté que Kasumi se había acercado a las primeras filas del coliseo. Ella estaba sentada a escasos metros del borde del muro de piedra, y al parecer, ya se había vuelto a conectar para poder ver la final que todos ansiaban con ganas. Yo le lancé una mirada rápida y nerviosa, ya que estaba avergonzada por mi comportamiento en la batalla… Yo misma había sacado a Kasumi; yo misma había sido la que había roto la promesa; yo misma había arruinado nuestra amistad. En los escasos segundos que hice contacto con sus orbes miel, noté algo diferente en ella. ¿Pero qué era? Me percaté de la mirada que me había lanzado: era una tan común y corriente que no supe en qué podría estar pensando. ¿Me odiaba? ¿O seguía queriéndome como amiga? ¿Se estaría acordando de aquella promesa en estos momentos? ¿Qué pasaría después de que me marche con el gremio y la abandone? No quería ni pensarlo. Nuevamente, volteé a verla; no obstante, ésta vez la vi por más tiempo, y cuando ella sintió mi mirada, vi que sus pupilas estaban totalmente contraídas. Aquel agujero negro que permitía su vista, había disminuido hasta ser un punto pequeño alrededor de sus iris color miel. Pero a pesar de todo, seguía con el rostro como si nada hubiera pasado. Finalmente, supe describir aquellos ojos amarillentos, que por un principio me habían parecido comunes y corrientes. Ella estaba hipnotizada; como si estuviera en otro mundo. ¿Qué demonios sucedía con aquella mirada? ¿De verdad estaría bajo los efectos de algo o alguien? ¿O sólo era mi imaginación?

El rostro en la pantalla me hizo apartar la mirada de los ojos de Kasumi. Era yo. Yo iba a pelear contra Ruby, el chico que había detenido la flecha fugaz en el aire, el chico con el que había hecho equipo en la primera ronda y que inteligentemente había salido desde la tierra para matar a nuestros oponentes. No necesité girar mi cabeza para ver que él me estaba mirando.

Los espectadores ya estaban más que emocionados. Los contrincantes del primer enfrentamiento ya se sabían, y por ende los otros dos restantes lucharían después. Masato permaneció en su trono que irradiaba destellos verdes, a pesar de que el sol ya se había metido por el horizonte. El firmamento púrpura me cubrió como un manto, pero me mantuvo ahí, paralizada ante la situación. Sabía que Ruby era fuerte y que iba a ser difícil vencerlo, pero necesitaba ganar… Necesitaba demostrarle a mi estúpido y menor hermano que no sólo servía para estudiar y ser una niña buena. Necesitaba hacerle saber que también podía jugar aquel juego como se debía, y que podía llegar a estar a su mismo nivel. Sin embargo, también conseguía algo muy importante si obtenía la victoria y ganaba la final. Sí… estaba decidido. Si ganaba la final, en vez de pedir aquella estúpida Master Ball, le suplicaría a Max que dejara entrar a Kasumi al gremio. Era imposible que le negara la petición a la campeona del torneo Esmeralda. Y a pesar de que notaba a una Kasumi extraña e hipnotizada, sabía que en el fondo ella estaba triste porque su sueño de derrotar al jefe del nivel dos y obtener un gran reconocimiento y reputación, se habían esfumado. Debía volver a reconstruir tanto la meta de Kasumi como la mía, y si quería hacerlo, necesitaba ganarle a Ruby y la final a como diera lugar.

Ambos rompimos filas y nos separamos de los costados de Masato. El albino se colocó en un extremo y pude presenciar que abrió su menú. Segundos después, un pequeño frasco rojo apareció frente a él y lo arrastró hacia la pokebola que tenía colgada en su cinturón blanquecino. En aquellos momentos, recordé que su Trapinch había muerto en el combate anterior, por lo que supuse que justo ahora lo estaba curando con aquella poción.

Yo me coloqué en el otro extremo, con el nerviosismo invadiendo mi ser. Noté el peso de la mirada de Kasumi, pero no me importó. Debía concentrarme y dar lo mejor de mí en esta batalla. Debía de ganar de una buena vez por todas. Esta vez... era ganar o ganar. El fracaso del que tanto temía no me iba ayudar ahora. ¡Y estaba cien por ciento segura de que conseguiría el éxito!

Ni siquiera me di cuenta cuando Masato anunció el comienzo de la batalla. Yo automáticamente saqué a Wurmple de su Pokebola, y éste se arrastró fugazmente hacia Ruby. Instintivamente, saqué un hechizo al azar de la palma de mi mano; un puñado de rocas pequeñas salieron disparadas hacia el muchacho, que ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar. Le había acertado, y cuando cayó al suelo sin protección alguna, mi Wurmple saltó por los aires y le propinó un picotazo venenoso que le dio en el estómago. A pesar de aquello, el ataque no lo envenenó.

No le di tiempo siquiera de respirar, puesto que cuando llegué a su posición, lo encerré en una débil y desfigurada esfera de agua. Aún no era muy experta en aquello de las burbujas gigantescas de agua, pero podía formarla sin problema alguno. Después de algunos momentos, la esfera se movió al compás de mis manos y se elevó hasta el cielo. La multitud apenas y podía ver un pequeño punto azul que despedía destellos azulados a causa del agua brillante.

Sin embargo, la gente se intrigó al saber que aguanté aquella esfera incluso unos minutos más. Mi plan era dejar que agonizara por aire hasta que no pudiera más; pero eso sería demasiado fácil de vencer y algo cruel, por lo que decidí alargar la paliza. Cuando supuse que estaría suplicando por una bocanada de aire, moví la esfera mágicamente con mis manos y la estrellé en el suelo con suma potencia. El suelo se agrietó debido al golpe y el agua se expandió y se coló por la arena hundida; el humo se alzó por el ambiente y rodeó el campo del coliseo por algunos segundos. El muchacho yacía inmóvil en el suelo, sin signos de atacar o hacer algún movimiento de improviso.

Noté que su vida estaba a la mitad. Pero eso no era suficiente para vencerlo; no lo era. En ese momento, le ordené a mi Wurmple que utilizará su Disparo Demora. El chico de ojos carmesí se vio envuelto en un hilo pegajoso y blanquecino que lo inmovilizó por completo, aunque al parecer no le importaba. De hecho, desde que había comenzado el encuentro no le había importado nada. Noté que desde que le di el primer golpe, él no había hecho gesto alguno, incluso dentro de la esfera. Ni siquiera cuando se golpeó fuertemente en la arena y había respirado después de varios minutos, había hecho gesto alguno. Su rostro inexpresivo me alarmó, pero seguí concentrada en la batalla. Me acerqué a él y sin pensarlo demasiado, mi mano le lanzó un hechizo de fuego que le dio en el pecho. Él ni siquiera gritó o se preocupó de que su vida estuviera en rojo. No había hecho absolutamente nada. Esto había sido demasiado fácil; un golpe más, y se había acabado todo para él. ¿Desde cuándo había mejorado yo demasiado? ¿Acaso me había vuelto muy fuerte? ¡Si tan sólo apenas era nivel 9! ¡He llevado más de dos semanas jugando y apenas tenía un nivel promedio, como todos los jugadores! Debo aceptar que la suerte me ha llevado hasta aquí, aunque también la madurez y la fuerza por derrotar a Kasumi también me hicieron entrar al gremio, pero en gran parte le debo todo eso a Ruby… Él fue el que mató a los dos contrincantes con los que estábamos luchando; él fue el que salió inesperadamente de la tierra y los mató de un solo golpe; él fue el que derrotó a la chica de cabellos azules y detuvo su flecha sin siquiera el más mínimo esfuerzo. No entiendo por qué me ha resultado tan fácil todo. Simplemente no comprendo por qué no ha hecho nada desde que comenzó la batalla. A menos de que…

— Vamos, dame el último golpe. Termíname de una vez —susurró inexpresivamente. Sus ojos carmesí me intimidaron por un momento, pero sacudí la cabeza al instante—. ¿O es que acaso eres débil? ¿Acaso te da miedo perder? ¡MÁTAME!

Era cierto… tan sólo necesitaba darle el golpe final y todo habría terminado. Pero… ¿Por qué me quedaba ahí, inmóvil? ¿Por qué dudaba? ¿Por qué me quedaba mirando aquellos ojos carmesí que tanto misterio irradiaban? ¿Es que acaso era débil? ¡Pero si he derrotado a mi amiga! ¡YO SÓLA LO HE HECHO! Y eso me ha vuelto más fuerte de lo que creía. ¡¿Por qué no puedo terminar con el más fácil rival de todos?! Noté que de mi mano emanaba un haz de luz brillante, que pronto iba a ser el ataque que terminaría con aquel tipo.

— ¡NO SOY DÉBIL! —mencioné y el haz de luz fue directo hacia él. En un abrir y cerrar de ojos, el golpe fue tan fuerte, tan estruendoso, que no me creí que todo aquel poder saliera de mi mano. De un momento a otro me sorprendí, pero me alivié al saber que por fin había terminado el primer encuentro de las semifinales. La multitud aún no podía gritar de emoción, ya que el humo que se levantó debido al haz de luz que se estrelló en Ruby seguía cubriéndonos a ambos.

Pero cuando el aire despejó el polvo, la multitud siguió callada. Incluso, algunos se sorprendieron y hasta pude notar que Kasumi y Masato también lo habían hecho. El haz de luz, que había sido como una aguja fina y potente, había dado justo en donde yo había apuntado. Yo apunté hacia el rostro de Ruby, pero éste en un simple movimiento de cuello había esquivado el hechizo, a pesar de haber estado envuelto en el hilo de mi Wurmple. Sus ojos fríos me miraron y una sonrisa se formó en su rostro.

— Bien hecho, niña —mencionó—. Sin embargo, a la próxima no debes titubear. No dudes en matar al enemigo… No tengas piedad, así como yo no lo tendré contigo.

Ni siquiera hubo tiempo de reaccionar. Mis pupilas dilatadas sólo fueron testigo de ver cómo las grietas en la arena comenzaban a marcarse. Poco a poco, los granos de arena caían por pequeñas fisuras que se iban agrietando hasta extenderse por todo el campo del coliseo. Su Pokemon, Trapinch, salió de entre una grieta bastante grande, y no sólo me sorprendió a mí, sino a todos los presentes. ¿Cuándo es que había sacado a su Pokemon?

La grieta se agrandó, se extendió, se dividió en varias partes que de un segundo a otro el campo estuvo partido en dos y varios trozos del suelo arenoso cayeron en un agujero negro que parecía que no tenía fin. Yo caí junto con Ruby y mi Wurmple, e incluso la fisura era tan marcada y poderosa que algunas partes del coliseo se derrumbaron junto con nosotros. Ni siquiera me di cuenta si Max y los otros dos miembros del gremio habían tenido la misma suerte que yo, pero sabía que muchos usuarios también caían y desaparecían en destellos brillantes. El coliseo de un momento a otro estaba totalmente destruido, los pilares que se erguían detrás del trono esmeralda, colisionaban y desaparecían entre un polvo que resurgía de entre la grieta.

No pude notar cuando Ruby se zafó de la red que lo envolvía. Sin embargo, cuando noté que su Trapinch salía de entre un agujero de los muros oscuros de nuestra caída, se abalanzó contra su entrenador y lo sujetó de sus ropas. Éste lo montó en el aire como si de un ave se tratara y el Trapinch atravesó toda la grieta para llegar al otro extremo del muro, para meterse en uno de los túneles subterráneos que había escarbado.

Volteé a ver hacia el firmamento púrpura, que poco a poco se iba haciendo más pequeño y más lejano. Los muros arenosos pronto iban a cubrir la luz que se colaba por la grieta voluminosa. Pronto toda aquella luz violeta iba a desaparecer y me iba a rodear en una gran oscuridad que más tarde se iba a convertir en la alcoba de mi casa. Pronto todo iba a terminar, y muy pronto todo aquello por lo que había luchado estaba a punto de desaparecer.

Un destello brillante apareció a mi lado. Mi Wurmple había desaparecido debido a una roca arenosa que lo había golpeado súbitamente. Noté a varios jugadores más que eran simples espectadores, que caían junto conmigo. Varios trozos de piedra que alguna vez habían formado parte de aquella gran estructura, también iban cayendo pero con más velocidad con la que yo caía. La única luz que veía ahora era la de los jugadores envolviéndose en destellos blanquecinos; no obstante, de un momento a otro, esos destellos me abandonaron y me envolvieron en la oscuridad. Ahora, lo único que me acompañaba de luz era un pequeño halo anaranjado que se extendía por los muros blancos de mi habitación.

La lámpara que me hacía compañía estaba situada en mi escritorio, solitaria y sigilosa. Sin embargo, podía notar un aire burlón por parte de la bombilla de la lámpara. Podía notar cómo ella se estaba burlando de mi derrota y de todo lo que había querido desde un principio. Mis mechones castaños y húmedos se pegaban a la frente sudorosa, y mi corazón pronto se iba calmando conforme pasaban los segundos.

Ahora, todo se había esfumado de un momento a otro. La petición que le haría a Max jamás se cumpliría y todo lo que había soñado junto con Kasumi era tan sólo un sueño, nada más. Mi amistad con ella había desaparecido y el derrotar al jefe del nivel dos era nada más que una absurda promesa que había hecho en vano. No obstante, no debía rendirme así de fácil. No tenía que hacerlo. Al menos, debía decirle a Max que si Kasumi podía unirse al gremio. Sé que él comprendería; sé que el entendería a su hermana mayor. Debía intentar convencerlo de que se uniera, aunque ella no hubiera pasado a las semifinales.

Me levanté de mi cama, y con el casco aún sujetado en mis brazos, me quedé pensativa por un momento. Sacudí mi cabeza y tomé el valor suficiente para ir hacia la alcoba de Max.

Toqué su puerta, pero al no responder, sabía que el ataque Fisura de Trapinch no lo había hecho caer, por lo que seguía conectado.

Entré indeliberadamente en su habitación y desconecté su casco de la corriente eléctrica. Cuando hubo sucedido eso, él comenzó a mover lentamente parte de sus pies y sus brazos, y cuando supo que había sido desconectado del juego, se impresionó. El muchachito se quitó el casco y me miró sorprendido.

— ¿May? —el joven miró que sujetaba el enchufe con furia— ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Estoy en medio de algo importante! ¡Vuelve a conectar el casco!

— No

— ¡Rayos, May! ¡¿Por qué lo hiciste?! —volvió a preguntar el chico.

— Quiero que Kasumi entre al juego —dije sin alardeos. Súbitamente, el chico se impresionó y no sabía de lo que hablaba, pero luego trató de entenderlo.

— ¿Kasumi? ¿La chica que perdió contra Haruka? —el chico tomó los lentes que se encontraban sobre su escritorio, los limpió y se los colocó para mirarme fija y perplejamente—. No comprendo… ¿Cómo sabes el nombre de esa chica? ¿Acaso estás participando en el torneo…? ¡May…! ¿Acaso tú estás jugando Pokemon Battle Online?

— Sí —noté algo de nervios en mi voz— Y aunque te parezca increíble, yo soy Haruka.

— ¡¿QUÉ?! —en un principio, supuse que el muchacho se iba a sorprender por completo, pero de un momento a otro comenzó a reírse a carcajadas— Ay, ay. ¡Ja! Para, May. Por favor… ¡Tú jugando este juego! ¡Ay, santo dios!

— ¡¿De qué te ríes?!

— Lo siento, pero no me imaginé nunca que tú jugaras esto —Max recobró el aliento—. ¿Por qué nunca me dijiste? ¿Por qué nunca me di cuenta?

— Pues has estado la mayoría del tiempo en ese mundo virtual que ni siquiera es capaz de hablar contigo— noté que algo así también pasaba conmigo, pero no dije nada.

— Pues yo también he notado que habías estado encerrada bastante tiempo en tu habitación, pero jamás imaginé que fuera por PBO —el muchacho cambió su rostro a uno serio— Ahora que lo recuerdo… parece que aquel tipo, Ruby, te dio una paliza.

— Lo sé —yo no quería recordar aquello— Pero vine a decirte algo importante. Yo…

— ¿Sí?

— Yo quiero que se una Kasumi. Quiero que se una al gremio.

Max trató de asimilar lo que le había dicho, pero cuando lo pensó por un momento, negó con la cabeza.

— Lo siento May, pero no puedo hacer eso. La gente se molestaría si acepto a Kasumi en el gremio. Ella no ganó y no pasó a las semifinales. Las reglas son reglas.

— ¡Pero…!

— May, si acepto a Kasumi, tendría que aceptar a todos los concursantes perdedores.

Él tenía razón. Aquello era algo injusto, pero se debía de hacer algo. Debía de haber algo que hiciera recapacitar a Max…

— ¿Y si lucha contra ti? ¿Y si te reta a un duelo y ella gana?

— ¿Qué dices?

— ¿Y si la gente ve una lucha de ti contra Kasumi, y ella gana? ¿La aceptarías en el gremio?

— Mmm… —el chico de lentes se quedó pensativo— Puede ser, ya que nadie se atrevería a enfrentarse contra mí. Y de cualquier manera, el que se enfrente contra mí, perdería. Así que si ella me reta y gana, que no creo —aquello último lo dijo en un susurro burlón—, puede ingresar.

— ¡Gracias, Max! ¡Sabía que entenderías…!

— Pero si pierde —el muchacho aún no terminaba—me regalará a ese Togepi que tanto me intriga…

— Pero es su único Poke…

— No importa —me interrumpió— Puede capturar a otro Pokemon ¿cierto? Si ella pierde, me dará a Togepi. Si gana, entrará al gremio. Ella debe de retarme antes de la final. Si no lo hace, lo tomaré como si se hubiera negado a las condiciones que le impuse. Ahora, vuelve a conectar el casco y déjame ver el siguiente duelo… Parece que Shigeru se llevará la victoria.

— No duras ni cinco minutos en la vida real —le dije y conecté el cable, mientras reía a broma.

— Eres la menos indicada para decir aquello —finalizó para volver a trasladarse a aquel mundo virtual.

Aquello me impresionó. No el hecho de saber que había metido en problemas a Kasumi; no le hecho de saber que había perdido ante Ruby; no el hecho de saber de que era muy difícil que mi amiga derrotara a Max; sino, de que mi hermano menor tenía razón por lo que había dicho. Yo tampoco duraba cinco minutos en aquel mundo… Sabía que mi próximo destino era entrar en mi habitación y sumergirme de nuevo en PBO; sabía que aquel mundo de porquería y en el que las personas no valoraban tus esfuerzos, llamado mundo real, era un mundo en el que no quería estar; sin embargo, sabía que dentro de mí, entrar a PBO poco a poco se iba sintiendo bien y poco a poco quería estar más tiempo en el mundo virtual que en el real. ¡¿Pero qué demonios estoy diciendo?! Aquello no se sentía bien… ¡Se sentía excelente!


Próximo capítulo: Rendición

Muchas gracias a todos por sus reviews :D Jamás imaginé que tendría tantos. He decidido seguir publicando dos veces por semana. La única mala noticia es que este viernes no podré publicar el capítulo, debido a que el jueves es mi decimonoveno cumpleaños y por esos días estaré algo ocupado festejando xD Así que tendrán que esperar hasta el siguiente es mucho, sólo una semana; se pasa rápido xD Bueno, ¡nos leemos!