18 — La Final Esmeralda: RUBY VS SHIGERU


Todo el mundo estaba totalmente conmocionado. No sabía reaccionar ante lo que habían visto sus ojos; ni siquiera eran capaces siquiera de pestañear, debido a la impresión que se llevaron al ver que Masato venció a Kasumi con suma facilidad. No habían pasado ni siquiera cinco segundos, cuando su vida ya había estado en el mínimo porcentaje.

Kasumi sacó la pokébola, y se la entregó sin decir alguna palabra. Supe que en el fondo, ella estaba destrozada. Sin embargo, yo era la que en realidad sufría las consecuencias; yo era la que había metido a Kasumi en esto; yo era la que había ocasionado todo esto; yo era la estúpida que convenció a Kasumi de haber tenido una batalla con el mejor jugador de PBO. ¿Qué estaba pasando por mi cabeza en esos momentos? ¿Acaso mi visión de verme junto con Kasumi en el gremio, luchando y pasando el tiempo juntas ahí, me había nublado la mente? ¿Acaso no me di cuenta de que era imposible vencer a mi hermano? ¡¿En qué estaba pensando?! Ahora, todo había acabado para Kasumi. Ella ya no tenía Pokemon, no tenía un gremio y seguramente tampoco tendría dignidad después de ver que había sido humillada por el espadachín verde. Sé que podía atrapar otro Pokemon en el juego sin problema alguno, pero ese sentimiento de rabia y tristeza de regalar tu primer amigo a otro usuario jamás iba a desaparecer. Jamás me iba a perdonar lo que había hecho.

La muchacha de cabellos rubios y ojos miel lagrimosos, se paralizó en su lugar después de que Masato regresó al trono y envainó su espada aceitunada. La multitud comenzó a alabarlo, felicitarlo e incluso pararse de sus asientos semi-destruidos. La gente que estaba detrás de nosotros también se atolondró y empezó a lanzar al aire su nombre, produciendo un eco y un sonido hermoso para los mismísimos oídos de él. Sin embargo, yo no podía tolerar todo eso; no era capaz siquiera de soportar la expresión que ponía Max después de derrotar a mi amiga; no iba a permitir que siquiera fuera a abrir la pokébola de Togepi, con una Kasumi destrozada frente a él.

— ¡Estúpido! —mi insulto llenó el aire repentinamente y produjo un eco que enseguida calló a todos. Ruby y Shigeru me miraban con algo de confusión, mientras mi hermano cambiaba su modesta expresión a una fría e indiferente.

— Ma… —por poco y decía mi nombre en medio de todo el sepulcro—…Haruka, ella perdió.

— ¡No puedo aceptar eso!

Mis gritos molestaron a los demás. Oí susurros a mis espaldas, algunas pequeñas risas e incluso vi que algunos usuarios se molestaban al ver que le habla de aquella manera a Masato. Di algunos pasos al frente, y cuando estuve frente al trono verdoso que despedía destellos débiles de un crepúsculo púrpura y negruzco, traté de arrebatarle la pokébola. Él reaccionó a tiempo, pero me lanzó una mirada discreta. Una mirada que significaba que no debía de armar un escándalo en medio de toda la gente que nos observaba con atención. Nadie se debía enterar del acuerdo que habíamos hecho, o su reputación se iría por los suelos.

— ¿A qué se debe tu actitud, Haruka? ¿Es así como le hablas al jefe del Gremio Esmeralda? —el muchacho robusto se paró del trono. Me sentía tan diminuta enfrente de él; sin embargo, eso no me intimidó en lo absoluto. Sabía que en la vida real él era más pequeño y un completo idiota.

— Masato… —mis ojos verdes comenzaron a lagrimear, mientras me daba la vuelta para mirar a Kasumi, que aún seguía petrificada en su lugar, con una barra de vida sobre ella a punto de extinguirse. Frente a ella, un letrero de "VIDA BAJA" aparecía, pero al parecer a ella no le importaba. Ya no le importaba nada. Había perdido a su amiga, a su Pokemon, y al futuro gremio en el que hubiese podido estar.

— Lo siento, Haruka. Las reglas son reglas —el muchacho me dedicó una última mirada— Ella lo sabe perfectamente. Ahora, llévate a tu amiga a otro lado; no quiero que estorbe en el próximo encuentro.

Mi mirada seguía en Kasumi. Ella tenía la mirada perdida al vacío que se encontraba en medio del campo de batalla. No obstante, aún con esos ojos tristes, vacíos y sin vida, pude notar que seguía sintiendo algo raro en su mirada. Pude notar algo que no sabía explicar bien.

Masato no volvió a insistirme, puesto que se quedó en silencio y me observó con rabia, mientras los demás también lo hacían. Con un titubeo en mis movimientos, salté de mi lugar para no caer en la fisura, y llegué hasta el lado derecho. Un lado del campo irregular, pedregoso y semi-destruido, aunque aún se sostenía con solidez.

Kasumi ni siquiera notó mi presencia cuando llegué hasta su punto. La multitud comenzó a silbar para que quitara a mi amiga de una buena vez. Estaban ansiosos porque comenzara la batalla final. Cuando coloqué una temblorosa y nerviosa mano sobre sus atuendos oscuros y dorados, ella no reaccionó.

— Vamos… —mi voz sonó algo débil y cortada.

Tomé su mano. Comencé a caminar hacia algún lugar que no fuera el centro de batalla, pero ella se resistió. No quería traerla a la fuerza, pero si no hacía algo deprisa, Masato se iba a enfurecer.

— Kasumi, vamos. Todo estará bien —no sé por qué dije eso, si nada iba a estar bien después de esto. Tal vez lo había dicho instintivamente.

— No… —ella mencionó fríamente. Sus mechones rubios que se escapaban y cubrían su rostro me impidieron ver su mirada— Yo puedo sola.

En ese momento, se sacudió de mi mano, y apartó el cabello que le cubría la cara. Me disparó con la mirada más temeraria que jamás había recibido. Incluso ésta vez me pude sentir intimidada; ni la estatura de Masato en el juego me hacía sentir como en aquella ocasión; mi pequeñez se hizo notoria. La mirada de decepción, tristeza, rabia y frustración que Kasumi me lanzó fue peor que el sentir que yo era la culpable de esto.

Ahora era yo la que me quedaba inmóvil en mi lugar, pero la inquietud de la gente en los alrededores me hizo caminar y saltar hacia la posición donde se encontraban los integrantes del gremio, para que no fuese a caer dentro de la fisura.

— ¡BIEN, ES LA HORA! —Masato gritó a los cuatro vientos. Sin siquiera pronunciar sus nombres, Shigeru y Ruby se colocaron en sus posiciones.

Las flechas plateadas de Ruby despedían destellos tintineantes, mientras que Shigeru seguía con aquella mística y oscura túnica que envolvía todo su cuerpo. Pensándolo bien, nadie había visto las habilidades de Shigeru, por lo que esta sería buena ocasión para ver qué tipo de poderes tenía. Sin embargo, a mí no me interesaba, puesto que estaba demasiado triste como para presenciar el encuentro; aún así, mi vista era incapaz de ignorar lo que estaba a punto de pasar.

El cielo de un instante a otro se tornó oscuro. Los primeros indicios de pequeñas estrellas ya se asomaban por el lugar; no me di cuenta cuando un círculo de antorchas invadía el campo de batalla. La luz de la pantalla virtual que estaba frente a nosotros y un diminuto pero visible punto brillante a lo lejos, que era la Luna, también despejaban la oscuridad que comenzaba a atraer el anochecer.

Los gritos de euforia por parte de la multitud, el campo destrozado debido al ataque de Ruby, un coliseo semi-destruido, una leve pero notable oscuridad que invadía el campo, partículas de arena que se movían al compás del repentino y misterioso viento de la noche, el danzar de las antorchas que se elevaban alrededor, el destello del trono esmeralda del espadachín, las sombras de los pilares desgastados que aún quedaban sobre el campo de batalla y se asomaban por entre los muros del pequeño cañón que se formaba en el campo, la grave y fuerte voz de Masato que anunciaba el inicio de la batalla; incluso una mirada perdida de Kasumi por haber perdido a su Togepi, un alma destrozada de mi compañera de gremio, Misako, por ser rechazada por todos en el juego, un arrepentimiento de mi parte por meter en líos a mi amiga. Todo eso no fue capaz siquiera de desconcentrar a ambos muchachos. Sus miradas estaban puestas el uno contra el otro. Uno, con unos obres carmesís que irradiaban misterio. Otro, con unos ojos amarillos friolentos que brillaban más que la misma luna.

— ¡COMIENCEN!

El arco de Ruby ya se había tensado y vuelto a destensar. Mis ojos esmeraldas apenas pudieron ver un destello plateado que parpadeó en medio del terreno destruido. La flecha que había lanzado iba directo hacia el ojo izquierdo de Shigeru. La precisión con la que había lanzado su ataque era tan exacta, que su flecha se iba a estrellar justo en la pupila fría y oscura del castaño.

No obstante, Shigeru aplicó la misma técnica que Ruby había hecho con Hikari. Su mano se levantó y agarró justo a tiempo el dardo plateado. La punta de la flecha quedó zumbando a milímetros de su ojo, pero nada más. La palma fría de su mano se aferró al cuerpo de la flecha y la apretó con tal fuerza que ésta se partió en dos.

Ruby no quedó impresionado ni paralizado, al contrario. El muchacho albino corrió hacia su dirección y en esos momentos sacó a su Trapinch. El jovenzuelo de un momento a otro, se aferró al cuello de su Pokemon y éste se lanzó hacia el vació junto con Ruby.

La multitud pudo ver a dura penas que el muchacho había desaparecido entre la oscuridad del vacío que él mismo había provocado la batalla anterior. Segundos más tarde, el misterio que rodeaba el ambiente se vio envuelto por segundos y segundos de sosiego. Nadie podía predecir lo que iba a pasar.

Y en esos instantes, un crujir se formó debajo de Shigeru, que bajó la mirada para notar que el suelo arenoso se estaba desquebrajando. Sin pensarlo demasiado, el muchacho saltó hacia los aires, puesto que no podía hacer otra cosa o se vería en vuelto en medio de otro de sus derrumbes.

No obstante, esta vez una pequeña fisura insignificante se formó en su posición. En su mirada fría se pudo ver por primera vez una pequeña confusión. ¿Una fisura diminuta que no hacía daño ni quebraba en dos nuevamente el campo? ¿Una fisura que apenas y era una grieta por la que el aire podía colarse? ¿A qué jugaba aquel muchacho arquero?

Súbitamente, todo pasó bastante rápido. En medio de aquella grieta pequeña, un brillo igual al de las lejanas estrellas que cubría el firmamento apareció dentro de la oscuridad. Shigeru sabía que estaba en el aire y sería blanco fácil. Notó que la flecha salió de entre la grieta, y nuevamente fue directo hacia el castaño de ojos amarillos, sólo que esta vez iba directo hacia la sien.

El inexpresivo joven agarró la flecha nuevamente, como si ya hubiese practicado aquel movimiento varias veces. Repentinamente, otro destello salió de entre la grieta. La otra mano desocupada de Shigeru agarró la segunda. Ambas flechas las había detenido con suma destreza, pero había algo importante… El chico de túnica negra estaba en el aire y con las manos ocupadas. Y eso lo aprovechó muy bien Ruby.

La grieta insignificante comenzó a agrandarse más y más, hasta que se formó en un gran agujero por el que salió el Trapinch del albino. El Pokemon iba disparado como proyectil hacia el castaño. Cuando todos pensaron que iba a ser golpeado por la dura y grande sien anaranjada del Pokemon, en un movimiento hábil, Shigeru dio una voltereta en medio del aire, y esquivó a duras penas al Pokemon.

— ¡Impresionante! —mencionó Masato.

No obstante, cuando toda la multitud se quedó boquiabierta al ver que Shigeru había esquivado todos los ataques de Ruby, éste ya se encontraba debajo de él y su flecha ya iba directo hacia Shigeru que ya no tenía cómo esquivar la flecha, puesto que ya se había movido por el aire difícilmente, y ambas manos las tenía ocupadas.

— ¡¿Qué?! —mi impresión fue tal al ver que el plan que había ideado Ruby. De un solo ataque planeaba matar a Shigeru, ya que su flecha iba directo hacia su sien. La forma en la que planeaba todo me hizo impresionar bastante: Él se había metido entre la fisura, había recorrido subterráneamente los túneles que su Trapinch había escarbado la batalla anterior, y los aprovechó para crear una pequeña grieta de donde salieron dos de sus flechas; después, su Trapinch lo mandó hacia el exterior, mientras su Pokemon atacaba a Shigeru. Lo más impresionante fue que planeó todo para que una de sus flechas fuera directo hacia él sin ser posible el esquivarla.

Todos pensaron que aquí había terminado el combate, puesto que un destello brillante envolvió el ambiente arenoso. Todos pensaron que Shigeru estaba derrotado, sin tocar siquiera a Ruby. Todos pensaron que el combate había terminado, pero después de un tiempo, la multitud se dio cuenta de que aquel polvo brillante había sido del Eevee de Shigeru. El Pokemon se había sacrificado por su entrenador…

Sin embargo, cuando todos se dieron cuenta de aquello, Shigeru tenía más ases bajo la manga. De un momento a otro, las partículas que poco a poco iban desapareciendo en el ambiente, se suspendieron en el aire. Ahí, inmóviles, flotando y con un toque de misterio, esas partículas comenzaron a reaparecer y a unirse; repentinamente, los segundos pasaron y esas partículas formaron una silueta. Una silueta parecida a un Pokemon… y qué mejor Pokemon que el Eevee de Shigeru.

— ¡IMPOSIBLE! —mencionó Masato, mientras sus pupilas se dilataban.

Yo no comprendía del todo lo que pasaba. ¿Es que acaso había visto que Eevee había vuelto a la vida? ¿Cómo era posible eso? ¿Cómo lo había hecho Shigeru? ¿O es que el Eevee lo había hecho por su propia cuenta?

— ¡¿Cómo lo hizo?! —cuestioné, mientras toda la multitud también se lo preguntaba.

Volteé a ver a mi hermano. Aunque seguían enojado con él, fui capaz de mirarlo a los ojos, puesto que se encontraba perplejo y mirando al Eevee que aterrizaba en el suelo con determinación.

— Hay… hay… —el espadachín no podía pronunciar las palabras—. Hay muy pocos usuarios que pueden revivir a sus Pokemon durante una batalla. Sin embargo, tan sólo pueden hacerlo los sanadores.

— ¿Eso quiere decir que Shigeru es un sanador?

— Sí, pero lo que me sorprende es que…

— ¿Qué?

— Los sanadores que jugaron la versión beta son los únicos que hasta ahora pueden hacer ese poder.

— ¡¿Quiere decir que Shigeru es un usuario beta?!

— Eso lo supe desde que vi su primera batalla. Los beta son muy poderosos —Max volteó a ver a Ruby— Ese chico también es otro beta.

— Una batalla de betas… —me quedé impactada por lo que estaba viendo. Ahora entendía el por qué eran tan poderosos.

— Sí —su impresión seguía en el aire— Pero… pero… —yo esperé a que se tranquilizara, pero era imposible— He dicho que el revivir a un Pokemon sólo lo hacen los sanadores beta ¿No es así? —Asentí— Bueno… de hecho, de todos los sanadores beta… él es el primero que lo hace.

— ¡¿Qué?!

—Oí rumores de que había un sanador en el beta que era imposible de vencer debido a que su Pokemon jamás muere, pero nunca imaginé que fuera él…

Shigeru aterrizó en el suelo irregular y apretó ambas flechas que tenía en las manos. El crujir de las armas fue un sonido seco; un sonido que dejó perplejo a Ruby.

— Tu Eevee…

— Basta de juegos —interrumpió Shigeru. En ese momento, apartó su túnica negra y la tiró al suelo. Llevaba puesto ropa tan ligera que todo el mundo se quedó impresionado. No llevaba algún tipo de armadura, o siquiera cota de malla. Tan sólo una playera grisácea de manga larga que le llegaba a los codos y unas bermudas oscuras que hacían juego con las botas negras.

Instantáneamente después de haber dicho aquello, el chico de cabellos castaños-rojizos se rodeó de un aura blanquecina que inundó el coliseo. Súbitamente, la noche se convirtió en día, y las antorchas se apagaron debido a la fuerza que le halo que emitió el aura. Ruby se quedó perplejo, pero parecía que no se iba a rendir tan fácilmente.

— Hazlo, Eevee.

El Pokemon comenzó a correr y dio un salto gigantesco. Ruby retrocedió dando un salto de la misma magnitud que el Pokemon de Shigeru y se fue hacia el otro lado del campo. El Eevee lo siguió por el aire y descendió cual bala, mientras un aura brillante también lo rodeaba.

Ruby tenía tan sólo tenía unas cuantas flechas más. No debía desperdiciarlas o estaría muerto. Pero la velocidad con la que bajó el Pokemon fue tal, que el albino no tuvo tiempo para pensar. Su instinto le susurró que debía de lanzar una flecha para matar al Pokemon; cuando lo hizo, efectivamente había dado en el blanco, justo en el ojo del Eevee. No obstante, unas milésimas de segundo después su vida había recobrado su completo estado. Sin duda Shigeru lo había curado.

El Eevee fue directo hacia Ruby. El cabezazo que le dio fue tal, que ésta vez el campo comenzó a derrumbarse totalmente. El lado izquierdo del campo comenzó a colisionar, al igual que todas las gradas. El lado derecho sobrevivió, pero la mayoría ya también había sido destrozado; las gradas de aquel lado también habían sido vencidas. Varios usuarios salieron de ahí como pudieron; unos con grandes saltos, otros corriendo a diestra y siniestra. Algunos más no pudieron salvarse y murieron en el intento. No obstante, ahora más gente se concentraba alrededor de un coliseo extinto y destruido. Todos los usuarios salvados se encontraban a orillas de las ruinas del coliseo, pero en el centro tan sólo había una gruesa nube de humo que había provocado el cabezazo del Eevee, y un pedazo de tierra más grande en donde se situaban Misako, Masato y yo. Los pilares ya también habían sido tragados por el inmenso agujero que se había agrandado. La nube de humo se extendió y se alzó, cubriendo a todos por completo.

No pude ver nada. Lo único que podía ver era humo por todos lados. Noté que incluso el pequeño barranco flotante en el que estábamos también estaba colisionando. Masato fue capaz de reaccionar a tiempo; sin embargo, la chica de cabellos rosados se quedó en su lugar, como si nada le importara. Yo tomé de su brazo y salté lo más que pude hacia las orillas del gran agujero que se había formado. Nos colocamos junto con la aglomeración reunida de usuarios que estaban confundidos por saber si Ruby había sobrevivido. Di gracias a que ahora sentía el césped característico del nivel dos; ya había estado harta de sentir entre las suelas de mis botas esmeraldas una arena espesa y un suelo irregular.

— ¡Alto! —súbitamente, Masato que ahora se encontraba parado debido a que su trono ya también se había hundido en el agujero, anunció con intriga.

Todos callaron. El humo comenzó a disiparse y ahí había una silueta.

Ruby seguía de pie, deteniendo con ambas manos la cabeza del Eevee. Alrededor de ellos no había nada más que un vació que se tragaba todo a su paso. Empero, el albino yacía sobre una diminuta columna de piedra que había sobrevivido al derrumbe. Shigeru lo hacía de igual forma desde el otro extremo de la cancha. Sin embargo, todos se sorprendieron al ver que el Trapinch había también atacado al sanador y éste lo detenía con ambas manos. Ni siquiera pude ver cuando el Pokemon de Ruby había salido de entre el humo y atacaba sorpresivamente a Shigeru… Creo que nadie lo había notado.

Ambos se encontraban deteniendo el Pokemon del otro. Ambos estaban a punto de caer hacia el vacío debido a la fuerza que los Pokemon tenían acumulada en su ataque. Shigeru ya no tenía aquella aura blanca debido a que estaba distraído con el Trapinch; Ruby ni siquiera podía lanzar flecha alguna puesto que sus manos estaban ocupadas.

— Esto está parejo—mencioné y miré a Max.

— No lo creo —el chico sonrió.

Y cuando todo parecía estar igualado, en un abrir y cerrar de ojos Ruby venció al Eevee y lo tiró hacia el vacío. Cuando sacó una flecha plateada de su carcaj, notó algo que lo sorprendió: Shigeru ya se encontraba por los aires descendiendo hacia él con un puño a punto de golpearlo. Eso significaba que su Trapinch también había sido derrotado.

El muchacho se apuró y apuntó hacia la sien del castaño. Ambos estaban a milímetros del otro. Uno estaba a punto de golpear el rostro de su enemigo, mientras que el otro está a punto de insertarle una flecha en el rostro al otro. Nadie sabía quién iba a ganar. ¿Acaso ambos iban a morir? ¿Quién ganaría?

Pero ni siquiera eso pude descifrar. Ni siquiera pude adivinar cuando un rayo envolvió el ambiente y asustó no sólo a la multitud, sino hasta a Masato. Un rayo estrepitoso, luminoso y fugaz que cayó justo en medio de los dos. Un rayo que seguramente había deshecho aquella columna en la que Ruby estaba parado; pero no pude descifrar qué había sucedido exactamente. Nuevamente aquella nube de polvo se levantó, pero fue más el molesto brillo de luz que el rayo blanquecino provocó el que me impidió la vista.

No supimos qué había pasado; no supimos el por qué de aquel rayo; no supimos quién había ganado; no supimos qué es lo que estaba sucediendo. Lo único que supe yo y toda la multitud, fue que cuando aquella fina capa de polvo desapareció, ya no estaba ni Ruby ni Shigeru ahí. Ahora sí un gran vacío se extendía frente a nosotros; no había ya ninguna columna de piedra que sobreviviera en miedo del agujero. Al principio, pensé que ambos estaban muertos debido al rayo, pero la pantalla virtual mostraba otra cosa: Dos siluetas estaban lejos de la multitud que rodeaba el agujero; ahí, donde el césped te llegaba hasta la cintura. Ruby y Shigeru estaban muchos metros alejados de todos ¿Cómo es que habían llegado ahí? ¡¿Cómo habían sido tan rápidos en esquivar aquel rayo?! ¿Y cuándo se alejaron de todos los espectadores?

— ¿Qué mierdas pasó? —mencionó Masato, pero nadie le contestó debido a que había una tercera silueta en la pantalla.

La llanura verdosa y extensa mostraba a Ruby y Shigeru, pero lo que nadie se esperó, fue que una silueta tan blanca como la luna se encontrara en medio del césped. Nadie se esperó nunca que aquella espada eléctrica fuera capaz de provocar aquel rayo…

— Lo siento… pero este torneo ha acabado —susurró la silueta con un aire de frialdad en sus ojos.


¿Qué les pareció el capítulo? ¿Emocionante? ¿Aburrido? ¿Esperaban más? ¿Decepcionados? Háganmelo saber y díganme en qué puedo mejorar :) Y perdón se lo dejé en suspenso. Que tengan un terrorífico y horroroso Halloween. Coman muchos dulces, espanten a muchos niños, que sus disfraces no sean tan ridículos y lean muchos creepypastas xD Nos vemos el martes y muchas gracias por todos sus reviews y visitas. Las aprecio mucho en verdad. ¡Nos leemos!


Próximo Capítulo: Mega Charizard X