21 — El Sujeto Misterioso
Las risas me atormentaban como jamás había imaginado. Los susurros que se provocaban por el aula, al pasar por los pasillos e incluso dentro de los baños, me hacían explotar de rabia internamente. ¿Por qué había venido? ¿Por qué me levanté, me arreglé y había llegado hasta aquí? A lo mejor no me quería ver como un cobarde; a lo mejor… debía de seguir mi miserable vida a pesar de todo esto.
Ni siquiera me fijé en los demás. No quise ver a nadie y ni pretendía ver a nadie. Traté de pasar desapercibido hacia el pupitre que me correspondía, aunque lo hacía de una manera nula, ya que todos me estaban observando de una manera que no pude comprender. No me atreví a mirar a Brock y a Misty; estaba tan furioso que sentía que si los observaba directo a los ojos, iba a darme algún tipo de infarto. En cambio, sí fui capaz de ver a Serena durante unas milésimas de segundo, pero mi cerebro no pudo ser capaz de saber lo que pasaba por la mente de Serena al regresarme la mirada. No tuve el suficiente tiempo para saber qué tipo de mirada estaba dedicándome.
Me recosté en mi asiento y algún par de lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Nadie pudo notar que estaba llorando levemente, ya que mi rostro estaba totalmente cubierto por mis antebrazos y el suéter de la escuela que usaba como almohada. Me extrañó que ningún maestro me llamara la atención; o si lo había hecho, yo no pude escucharlos debido a que estaba sumido en mis pensamientos. De un momento a otro, caí rendido ante el sueño.
Sentí que habían pasado algunos instantes después de que cerré los ojos en mi pupitre. Sin embargo, me había dormido todo el día. Las clases habían terminado, y la maestra con la que me había presentado el primer día estaba ahí, cuidando de mi presencia. Al voltear a la ventana, observé que el sol se estaba ocultando por la gran edificiación característica de Ciudad Luminalia. Al parecer, me había dormido durante un largo rato.
— Buenos días —mencionó la maestra de cabello negro, apartando sus lentes del rostro y aplicando un débil vapor en el cristal de ambos lados, mientras que con un pañuelo blanco los limpiaba tranquilamente— Quiero decir… Buenas noches, señor Ketchum.
— Oh, maestra —yo estaba avergonzado; la verdad no sabía qué decir—. Lo lamento mucho. Me iré lo más rápido posible.
Levanté mis cosas y me encaminé hacia la puerta. Ella no trató de detenerme, ya que estaba concentrada limpiando el cristal de sus lentes que usaba para leer o anotar sobre el pizarrón.
— Ash —ella me nombró. Al darme la vuelta desde la puerta, noté que aún tenía su mirada sobre los lentes—. Sé lo que pasó el otro día —yo me quedé callado ante aquello—, y quiero decirte una cosa.
En ese momento, sus ojos azabaches me miraron profundamente. Tenía el semblante serio, pero podía apreciar una leve sonrisa al final de sus labios.
— No permitas que nadie te hiera —aquello me sobresaltó—. Nadie.
No supe qué decir. Me limité a asentir y a hacer una pequeña y titubeante reverencia. Salí dando grandes zancadas de ahí, mientras los rayos anaranjados del sol poco a poco iban perdiendo su fuerza entre los pasillos vacíos de la escuela.
Salí del instituto y pude notar a unos cuantos alumnos que aún permanecían en las afueras de la escuela. Entre ellos, estaban Brock y Misty. Comencé a caminar más rápido; no quería que me vieran; no quería saber nada sobre ellos. Cada vez que recordaba el haberles hecho caso sobre aquellos consejos, mi rabia salía a flote.
El resto del camino fue rápido. Mis pensamientos habían sido los culpables de que el tiempo se pasara volando del instituto hasta mi hogar. Al abrir la puerta, todo estaba rodeado de un aura púrpura de oscuridad. Esto se debía a que el sol ya ni siquiera alumbraba mi casa ni nada de Ciudad Luminalia.
Entré, cerré con candado, fui al baño, me acosté y vi un rato la televisión. Cuando estuve un rato pensando en la nada, me entraron ganas de volver a jugar Pokemon Battle Online. De todas maneras, debía jugarlo forzosamente en un par de horas más tarde, ya que el torneo iba a reanudar. A pesar de que no quería participar, debía hacerlo. ¿Qué otra opción quedaba? ¿Acaso quería decepcionar a Misako si no me aparecía por ahí? ¿Acaso quería verme como un cobarde? Sé que aquel chico, Shigeru, me había salvado el pellejo en la primera ronda, pero no volvería a hacerlo esta ocasión. Nadie volvería a hacerlo. Esta segunda ronda tendría que luchar y mostrar mi verdadero poder, aunque estaba claro que no iba ser al cien por ciento.
En aquellos momentos, me entró a la mente el recuerdo de haber luchado con el jefe del nivel uno. Masato, sus compatriotas, aquel dragón de fuego, mi Pikachu, mi espada eléctrica. No quería siquiera recordarlo. Los beta… Paul, Drew, Citron… incluso Masato . ¿Por qué no querían obtener el reconocimiento? ¿Por qué me dejaron todo el crédito a mí? Cuando derrotamos al Charizard, el día siguiente se esparció el rumor de que yo sólo había vencido al Pokemon. Pero… ¿Por qué no lo negaba? ¿Por qué seguía con este rumor falso? Momentos después, pensé en Masato y en lo que me había dicho… ¿Por qué me había pedido que fuera con él? ¿A dónde? Muchas dudas surgían mi cabeza, pero ninguna se resolvía rápidamente. Lo más preocupante de todo es que no quería revelar todo mi poder; todo ese poder que ese alguien me había dado en la versión beta. No sé si la gente sospechará a la hora de que batalle que hay algo extraño en mí. Por suerte, contra el Charizard no aproveché todo mi potencial, puesto que cuatro betas más se encontraban ahí. Sin embargo, si me tocaba esta vez con Shigeru o Ruby, tendría que luchar en serio… Tendría que dar todo de mí; al fin y al cabo, soy el único que ha sobresalido en PBO, y no he visto a nadie más poderoso que yo, a excepción de los beta que habían vencido al Charizard.
El humo que rodeaba el techo de mi casa me trajo de vuelta a la realidad. La tostadora se había atascado, y por ende el último par de rebanadas de panecillos se habían chamuscado por completo.
— Diablos —sabía que moría por un pan untado de jalea. Ya no quedaban más rebanadas de pan, y también me di cuenta que el frasco de vidrio que contenía jalea de fresa también estaba vacío.
— Pan de trigo… pan blanco… pan de avena —al encontrar el correcto tipo de pan, supe que ahora sólo quedaba por escoger la jalea— Jalea… jalea… Jalea. ¿Dónde estás jalea?
Noté que los pasillos estaban muy vacíos, y aquello me extrañó un poco. Sin embargo, creo que era normal, puesto que la mayoría de la gente iba al supermercado en las mañanas, no cuando la noche estaba comenzando y cuando el torneo esmeralda iba a reanudarse en algunos minutos más.
— Diablos, me queda una media hora para conectarme —dije alarmado. Cuando llegué al pasillo donde se encontraban las jaleas, elegí sin pensarlo la de fresa. Sin duda era una de mis favoritas, ya que mi madre siempre me hacía un pan con mermelada en los desayunos, en las comidas e incluso a la hora de cenar. Jamás cambiaría mi mermelada de fresa por nada en el mun…
— No te muevas.
Aquella voz me sobresaltó. Por un momento quise voltearme para ver de quién demonios se trataba, pero por otro lado, estaba totalmente paralizado. Aquella voz, que sonó grave, intimidante y tenebrosa, me mantuvo quieto y atento en mi lugar. ¿Acaso era un asaltante? ¿Acaso era Brock jugándome una mala broma? ¿O era un policía que había visto que estaba tomando la jalea, y él pensaba erróneamente que estaba robándomela?
— ¿Qué…?
— Que no te muevas.
Sin siquiera mirar hacia atrás, pude notar que estaba de espaldas, tratando de ser discreto y fingiendo que elegía algún producto en el otro costado del pasillo. Mi corazón comenzó a latir rápidamente, y el sudor en mi frente delató el miedo que sentía en esos momentos.
— T-tengo dinero… —repliqué torpemente— Si es lo que quieres, toma mi cartera y yo…
— No quiero tu dinero —era la voz más grave y fría que había escuchado—. Al lado de las jaleas, hay algo. Tómalo.
Al principio, no supe cómo reaccionar. Primero supuse que era algún tipo de broma. Sí, debía de ser eso. ¿Qué otra cosa podía ser? Alguien debería estar grabando a lo lejos y lo subiría pronto a internet o a la televisión. No encontraba otra explicación.
— Tómalo —repitió sabiendo que yo no había reaccionado.
Al mirar a un costado de las jaleas, ahí entre ellas y la zona donde comenzaban las diferentes marcas de cremas de maní, había algo resplandeciente. Una insignia que despedía destellos carmesí; un pequeño pedazo de metal que apenas y pude tomarlo con el índice y el pulgar. ¿Qué era aquello? ¿Qué tipo de insignia era esta? ¿Por qué este sujeto me entregaba discretamente una "R" de color rojo?
— Sé que eres Satoshi. Sé que también eres Ash Ketchum.
Eso me sorprendió aún más de lo que ya me encontraba. ¡¿Cómo mierdas sabía eso?! ¿Acaso también era un usuario de PBO? Y si lo era… cómo sabía en realidad quién era. ¿O es que acaso me ha estado espiando todo este tiempo, incluso dentro del juego? ¿Quién era aquel tipo?
— Esa es una insignia curiosa. Pronto la necesitarás.
No entendía nada de lo que estaba diciendo. Al parecer, no sólo estaba diciendo eso, sino que lo estaba afirmando. ¿Cómo estaba seguro de que iba a necesitar aquel pedazo de metal?
— Lo siento, pero no estoy entendiendo…
— Silencio —dijo elevando el tono de su voz—. Lo que harás en este momento es esperar a que me vaya. Aguardarás ahí en tu lugar un par de minutos y podrás irte a jugar PBO tranquilo. Sólo que hay una cosa: ya no participarás en el torneo Esmeralda.
Yo ni siquiera podía hablar. La impresión me estaba invadiendo completamente y la paralización incluso se vio afectada en mi respiración.
— Lo siento… pe-pero… —al hablar, notaba punzadas en el estómago debido a los nervios—…Pero no puedo abandonar ese torneo.
— Lo harás —sentí que sonreía a mis espaldas—. De hecho, cuando te conectes, recibirás un mensaje de unas coordenadas. Irás a ese punto y ahí estará alguien que resolverá tus dudas.
— Pero yo… —quería voltearme. Debía voltearme… pero, ¿Por qué no lo hacía? ¡VOLTÉATE MIERDA!
Y cuando estaba a punto de voltearme; cuando estaba a punto de saber quién era aquel sujeto, éste mencionó algo que me hizo salir de control:
— Si no haces lo que te digo, tu madre Delia morirá.
Pasaron los segundos, y la voz ya no se escuchaba. No sentí siquiera cuando él se había largado de ahí. Él había dicho que debía de esperar algunos minutos más antes de que me fuera de ahí, pero yo pensé por un momento que habían pasado muchos segundos, minutos e incluso horas. Horas que se hacían eternas, aunque en realidad sólo eran milésimas de segundo y a pesar de todo, aún seguía paralizado, mirando hacia el suelo.
Todo fue tan repentino. El nombre de mi madre, la insignia carmesí que se aferraba a mi mano. No sabía cómo reaccionar. Incluso las dudas que atormentaba mi mente estaban fuera de control. Ni siquiera quería pensar en ellas, puesto que iban a ser eternas. Lo único en lo que podía pensar con claridad ahora era en el rostro delicado de mi madre. De aquella mujer de cabellos castaños que se había sacrificado por mí; la mujer que se había quedado en casa para enfrentar a mi padre; la mujer de la cual no supe nada más. Pero aquel sujeto lo sabía… aquel tipo debía saber la localización de mi madre como para poder amenazarme de esa manera. Y cuando quería saber más, cuando quería despejar mis dudas, cuando quería preguntarle a aquel tipo dónde estaba ella, ya no estaba. Se había esfumado como una brisa repentina. Incluso si aún siguiera ahí, no iba a ser capaz de pronunciar palabra alguna. No iba a ser capaz de hacer nada.
Levanté la mirada. Mi estado de aturdimiento mental era tal, que cogí el brazo de la chica que se encontraba frente a mí. ¿Por qué estaba frente a mí? ¿Quién era? ¿Por qué me resultaba tan conocida? ¿Qué estaba diciendo? ¿Por qué estaba tan asustada al igual que yo? No lo sabía. No la reconocía ni siquiera debido al trance en el que estaba. Lo único que quería hacer ahora era encontrar a mi madre. Lo único que debía hacer en estos momentos era ir a mi casa, conectarme a PBO e ir con aquel tipo para que me dijera más sobre Delia; sobre la única mujer que me había dado amor.
— Mi madre… — finalicé y traté de mantener el equilibrio mientras iba caminando hacia la salida.
Y ahí estaba. Aún seguía aturdido, pero tuve que mantener la compostura. Tuve que hacerlo por ella; no quería salirme de control y hacer alguna estupidez. No quería que aquellos tipos lastimaran a mi madre, donde quiera que la tuviesen o tuviese donde quiera que ella estuviera. Lo bueno es que ella estaba viva. Lo malo, es que corría un peligro que no sabía cómo describir.
Y el ocaso cayó sobre el pueblo del nivel uno; donde había comenzado todo. Los ladrillos rojizos y desgastados por el sol se tornaban anaranjados debido al halo a los rayos que el astro rey producía. No obstante, estos se extinguieron al entrar sobre un callejón tan estrecho que apenas y podía caminar. El camino fue largo, escurridizo y confuso. El callejón se dividía en dos caminos, tres caminos, cuatro caminos. Sabía que si regresaba, estaría completamente perdido.
La oscuridad y humedad del callejón se hicieron presentes. Los charcos estaban tan quietos como el silencio, aunque a veces unas gotas caían desde las orillas de las amontonadas casas construidas de ladrillos. Basura había por todos lados, y noté a un Rattata que cruzó el callejón tan rápido que apenas pude notar su presencia.
Finalmente había llegado y frente a mí estaba una puerta de madera. Al lado, una ventana mugrosa y pequeña liberaba un haz de luz anaranjado que se expandía y se contraía. Me alcé la capucha blanquecina de la túnica y toqué la puerta tres veces, pero nadie respondió. Sin dudarlo, entré y una oscuridad me trago como si fuese un viejo amigo. No obstante, al fondo de aquel oscuro sitio, había una vela. Una luz débil emanaba de la punta de la vela, tan pequeña, tan tímida. Las orillas estaban tan derretidas, que supuse que aquel tipo que se encontraba en una silla me había estado esperando desde hace mucho.
No necesité de su aprobación para sentarme. La vela apenas y podía alumbrar el lugar, pero no era capaz de desenmascarar su rostro cubierto por la negrura del aula solitaria.
— ¿Dónde está mi madre? ¿Cómo saben de ella? —comencé a decir, invadiéndolo de preguntas. Sin embargo, él se quedó paralizado en su lugar, como si no escuchara nada.
—¿Cuál es tu respuesta?
No entendía a qué se refería. Supongo que trataba de saber si iba o no a participar en el torneo.
— Si hubiera seguido participando en el torneo, no estaría aquí.
Él se quedó en silencio. El ambiente fue tenso por unos momentos, pero en eso el encapuchado comenzó a hablar de nuevo.
— Bien. Así me gusta.
— ¿Dónde está mi madre? —volví a repetir. Coloqué la mano en mi espada. Si era necesario, atacaría con todo el potencial que tenía.
— Yo que tú, no haría eso —no supe cómo había visto mi mano en la espada, pero sabía que estaba a punto de atacarlo— Aparte, qué vas a hacer ¿matarme? No seas estúpido niño. De nada te serviría matarme si tu madre está en peligro en la vida real.
Tenía razón. Despegué la mano de mi espada y me tranquilicé.
— Por favor… tan sólo dime dónde está mi madre. Haré lo que sea para que no le hagan daño… por favor.
— ¿Lo que sea?
— Así es.
— Bien… —el tipo esbozó una misteriosa sonrisa, y entonces comenzó a hablar—. Es obvio que no te diré donde está Delia, pero quiero que hagas una cosa. Irás hacia el Torneo Esmeralda, e intervendrás en él.
— ¿Cómo dices?
— Como lo oyes. La batalla final estará a punto de empezar, y tú irás e interrumpirás la batalla.
— Entiendo, ¿pero para qué quieres que haga eso?
— Lo que quiero que hagas es que mates a Masato. Ese chico actualmente tiene la mayor reputación de todas en PBO. Quiero que le hagas saber a todos que no es más que un simple debilucho bueno para nada.
— Pero… ¿Por qué? ¿Qué ha hecho él?
— ¿Recuerdas esa insignia que te dieron en el supermercado?
— ¡¿Cómo sabe eso?! ¡¿Acaso tú…?!
— Esa insignia es el emblema del nuevo gremio que estoy formando —siguió como si no me hubiera escuchado—. Un gremio que se está formando oculto en las sombras, el gremio Rocket. Sin embargo, con el estúpido gremio de Masato, de nada serviría el formar mi gremio. Quiero que bajes su reputación tanto de él como de su nuevo gremio Esmeralda. Una vez hayas hecho eso, será un obstáculo menos para mi gremio.
— ¿Pero cómo quiere que haga eso? Sería luchar contra Masato… un beta. Aparte… tiene a otros dos beta más en su equipo… Puede que yo sea el más poderoso en PBO, pero no creo poder…
— Lo harás —dijo en seco— Y si veo que no cumpliste con tu cometido, tu madre morirá.
Yo me levanté de mi asiento y fui directo hacia la salida.
— De acuerdo. Entonces… tendré que matar a todos los del gremio para hacerles saber que no es más que un gremio débil. ¿No es así?
— Sí, pero aún no terminaba muchacho —mencionó apenas en un susurro frío y sin vida— También quiero que hagas otra cosa… Quiero que le sigas la corriente a Masato.
— ¿Qué? ¿A qué se refiere?
— Él tratará de mentirte. El tratará de hacer que todos te odien. Les dirá a todos que tú solo venciste al Charizard.
— Yo… ¿cómo sabes eso? Yo lo vencí sólo… tiene razón. Él no está mintiendo.
— ¿Crees que no lo sé, chico? ¿Crees que no sé que tú, tres betas más y cinco usuarios más, mas Masato, lograron vencer al Charizard? ¿Crees que no sé que los demás no quisieron el reconocimiento de vencer al jefe del nivel uno? A ti no te importó el obtener reconocimiento, y es por eso que no te has quejado del rumor que se ha expandido de que tú solo venciste al Charizard.
Me quedé paralizado en mi lugar. ¿Quién era aquel tipo? ¿Y cómo había descubierto el secreto de lo que realmente había pasado en el cuarto del jefe? ¡¿Quién se lo había dicho?! Seguramente tendría que haber sido alguien que batalló con el Charizard. ¿Sería Masato? ¿Serían Paul, Drew o Citron? ¿Serían los aliados de Masato? ¿O es que aquel tipo era uno de ellos? Quería verle la cara, pero si hacía algo indebido, mi madre estaría muerta en un abrir y cerrar de ojos.
— Yo… yo no sé de lo que habla.
— Cállate, muchacho. Lo sé muy bien. Ahora, Masato seguirá expandiendo ese rumor, y cuando tú te presentes, seguramente le contará a todos que tú lo venciste solo, pero lo hará de una manera… no muy justa.
— ¿A qué te refieres?
— Velo de esta manera, Satoshi. Cuando tú te presentes a interrumpir el torneo y cuando Masato vea que su reputación y su torneo están en riesgo, él mentirá. Eso es seguro. Sin embargo, también sé que lo hará de una manera que el que sea odiado y el que su reputación se vea afectada, seas tú. En pocas palabras, él dirá que haces trampa. Que eres un "cheater".
— Bueno… en parte sí lo soy. Pero es por que soy un beta. Es porque se me dio un poder que yo no pedí.
— Lo sé… es por eso que los beta son tan poderosos. ¿O es que acaso piensas que sólo a ti se te dio ese poder?
— Sí… una persona me lo otorgó… alguien que no puedo decirle.
— ¿Y quién fue? ¿Acaso fue Oak? ¿El creador del juego?
En ese momento… supe que este tipo era alguien que lo sabía todo. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo sabía que el profesor Oak me había dado aquello? ¿Acaso aquel tipo era él? Pero… pero él estaba en Pueblo Paleta… él se supone que estaría protegiendo a mi madre. Sin embargo, mi madre en estos momentos estaba secuestrada por aquel tipo… entonces… entonces eso significa que Oak…
— Oak ahora esta muerto, muchacho. ¿O es que no ves las noticias? ¿Es que estás tan desconectado del mundo real que no te enteraste de eso?
— Yo no… yo no lo sabía.
— Sí, no te culpo. Este juego hace que te desconectes por completo del mundo real hasta el punto en el que no te interese en lo absoluto. Lo comprendo muy bien.
— ¿Qué quieres decir?
— Aunque en realidad, a los beta no les afecta mucho. Como sea… —el tipo nuevamente me ignoró—. Oak no está aquí para defenderte como lo hizo en el beta. Y te equivocas... Oak no sólo te dio el poder a ti, sino a todos. Maldito niño egocéntrico y estúpido. Ahora, quiero que vayas al torneo, le sigas la corriente a Masato y fingas ser un "cheater". No… un cheater suena mal. Sería mejor un "beater". Así está mucho mejor.
— ¿Y para qué quiere que mienta?
— Así serás odiado por todos. ¿O no es lo que siempre quisiste?
— No… yo sólo…
— Da igual. Dirás que serás un "beater" y que derrotaste a diez jefes de nivel en el beta tú solo, para que te crean aún más. Derrotarás a Masato y a los otros dos beta y le dirás a todos que él es un débil bueno para nada. Cuando lo hayas hecho, regresarás aquí y hablaremos.
— Pero espera… —yo estaba tan sorprendido aún por lo de Oak y por mi madre que no podía procesar todo a la vez— Si los beta son tan poderosos como yo… ¿cómo es que podré derrotarlos? No sé si pueda. Por favor, si no los derroto, no lastime a mi madre. Por favor…
— Tranquilo, sé que vas a poder. Después de todo… eres el "Destello Eléctrico" ¿No es así?
El tipo se quedó en silencio, significando que había terminado. Yo abrí la puerta y la luz entró bruscamente, aunque no lo suficiente como para iluminar toda la habitación. La vela se apagó y dejó a oscuras al sujeto encapuchado. ¿Quién demonios era aquel tipo? ¿Y cómo sabía todo aquello que me había dicho? ¿En verdad Oak había muerto? ¿En verdad los beta eran tan poderosos como yo? ¿Por qué nunca me había dado cuenta? ¿Acaso había sido tan egoísta y orgulloso que pensaba que yo era el único poderoso de PBO? ¿Y mi madre? ¿Si la tenían secuestrada o era mentira?
No lo sé.
No sabía nada.
Por el momento, debía de ir hacia el torneo, matar a Masato y compañía, y volver aquí. O sino… sino mi madre estaría muerta. Y todo para mí habría acabado.
Bueno, gracias por sus reviews y muchas gracias a Cata-chan, AsuraX1, ThunderGold97, ashthepokevenger, Kuroi, a Larekin —que no te preocupes, cualquiera puede cometer algún error :)— y sobretodo a Tamashi por su gran consejo. Bien, espero que este capítulo hay sido de su agrado, ya que aquí se resolvieron algunas dudas. Como siempre, les agradezco a todos los que leen el fic. Si no se han animado a dejar un review o si tienen alguna sugerencia u opinión, no duden en hacerlo, puesto que para mí un simple review que para ustedes puede parecer insignificante, para mí es muy especial. El próximo capítulo por fin será la batalla... ¿Quién ganará? Bien, sin más ¡Nos leemos!
Próximo capítulo: El Destello Eléctrico VS El Gremio Esmeralda
