Muchas gracias a todos por sus reviews. En cuanto a las dudas... pues sí he pensado en poner a Tobias, en alguien de Tesselia y y muchos personajes más. Tan sólo es cuestión de que avance la historia. Bueno, pues antes que nada lamento la tardanza y lamento la hora tan tarde en la madrugada en que publico el capítulo, pero estuve muy ocupado. Y también lamento si este capítulo es más largo de lo usual, pero pues es el final de temporada y no habrá capítulo durante un mes; perdón si no les gustan los capítulos largos ): A lo mucho se tardarán como media hora en terminarlo. Pude haberlo dividido en dos, pero vi que al reunirlo todo en uno sólo sería un capítulo mucho más interesante, ya que esta vez TODOS LOS PERSONAJES QUE HAN NARRADO VAN A NARRAR EL CAPÍTULO. Sí, es algo nuevo, y puede que en la segunda temporada también lo aplique en muchos capítulos, ya que habrá cosas que tenga que narrar desde dos puntos de vista diferentes en un sólo capítulo.
Y pues espero lo disfruten y espero que los deje con mucha intriga. ¡NOS LEEMOS HASTA EL 23 DE DICIEMBRE!
23 — El Gremio bajo las sombras
Me encontraba ante aquella peculiar puerta podrida de madera, que despedía un hedor tan asqueroso que no era capaz ni de soportarlo. El moho se asomaba entre los huecos humedecidos, pero tuve el valor suficiente para que mi guante esmeralda hiciera contacto con la manija dura de la entrada. Al principio, ésta no podía abrirse, pero era cuestión de maña, ya que tuve que empujar, jalar y volver a empujar para que la puerta me abriera paso.
La oscuridad era ya normal dentro del aula. Una vela débil pero misteriosa, trataba de espantar nulamente la oscuridad en la que estaban rodeados las seis siluetas que me miraban con cautela. Si hubiese sido alguna especie de novato, el simple hecho de sus presencias me erizarían la piel, pero ya había estado acostumbrado a que me observaran de tal manera tan fría y sombría.
El jefe estaba en la cabecera de la gran mesa alargada de madera; allá, donde no podían apreciarlo ni siquiera con la débil lumbre que iluminaba a secas el ambiente.
— Debo decir que estoy algo… —hizo una pausa.
— ¿Impresionado? —comenté alzando el pecho de una manera seria, pero arrogante. Unos débiles destellos esmeraldas de mi armadura hacían juego con los destellos anaranjados de la flama al centro de la mesa.
— En parte sí… sólo que iba a decir otra cosa.
— ¿Sorprendido? ¿Impactado? ¿Asombrado?
— Decepcionado.
— ¿Qué? ¿Por qué? Lo he derrotado…
— No lo digo por ti, Masato. Lo digo por él. Pensé que iba a ser más poderoso de lo que los rumores contaban.
— Bueno, los rumores son sólo eso… rumores.
Sin haber pedido permiso, como era de costumbre, Mirto se levantó de entra la oscuridad y alegó con gritos que podrían escucharse afuera de la posada escondida entre los callejones.
— ¡JÁ! ¡ESE SATOSHI! ¡Sabía que no era más que un chico bueno para nada, que lo único que tenía de intimidante era el apodo! ¡Hasta tú solo lo habrías podido vencer, Masato!
— Lo sé —mencioné— Sólo que si lo hubiera hecho, nadie me hubiera creído de que él era un tramposo.
— No caíste en su juego, espadachín esmeralda. También te felicito por eso —pude notar la sonrisa del sujeto encapuchado a través de la oscuridad.
— Gracias… señor —me arrodillé, aunque ahora no sabía qué seguía—. ¿Y ahora?
— Tan sólo debemos esperar.
— ¿A qué?
— Él vendrá. Vendrá a suplicar por su madre.
— ¿Suplicar? No creo que lo haga... Él es un chico orgulloso; no se rebajará a…
— Él lo hará. La vida de su madre está en peligro. Sabe que yo no ando con juegos estúpidos —en ese momento, miró a Mirto y a la silueta que se encontraba a su lado— Ustedes dos… se quedarán hasta que Satoshi venga. Se encargarán de vigilarlo. Los demás ya saben… maten a todo usuario normal que puedan. Para eso les di el maldito nuevo casco. Además… quiero que se mezclen entre los jugadores. Sean como cualquier otro jugador. Ganen, pierdan, finjan ser débiles, creen un gremio insignificante, gánense la confianza de algunos usuarios. Sin embargo, no se olviden de su verdadero objetivo. Serán espías… nunca se sabe quién será un beta y quién no. ¿O no, Masato?
Yo me quedé callado. Pensé en Drew, Citron y Paul. Aquellos chicos que habían sido mis colegas antes de derrotar al jefe del nivel uno. Jamás le había dicho al jefe sobre aquello, pero puede que él lo sospechara. No lo sé.
— Bien… sin más, puedes retirarte, Masato. También los demás. Yo esperaré junto con estos dos a que llegue Satoshi. Buena suerte.
— Oh… una cosa más —le dije antes de retirarme— Esa chica… Misako. Ella esta en mi gremio.
— ¿Qué tiene?
— Es la primera.
— ¿Y cómo te sentiste al matarla? —sonrió.
— Bueno… dígamos que bien —mentí— Pero… pero qué le sucederá. ¿Qué le sucederán a todas las personas que mate con el nuevo casco?
— Por el momento seguirán igual. Yo decidiré cuando sea el momento necesario…
El césped crecía a medida que iba avanzando por el sendero. La luna se escondía por entre las nubes, volvía a salir, y se volvía a esconder. Los Pokemon salvajes comenzaban a ser más y más, y yo estaba ya agotada.
Después de que el Torneo Esmeralda había terminado con la derrota de Satoshi, yo no dudé ni un segundo y salí de ahí cuanto antes. El haber visto a los del Gremio Esmeralda luchar con todo lo que tenían, me hizo pensar en lo débil que era. Me hizo pensar en que tenía que volverme más fuerte. Más fuerte. Más fuerte. ¡Más fuerte! ¿Pero por qué quería aquello? ¿Por qué quería ser alguien fuerte? ¿Será que debía distraer mi mente en algo? ¿Sería que Ruby me había vencido tan hábilmente que no podía soportarlo? ¿Por qué debía de hacerme fuerte? No comprendía… Por un momento, no entendí el por qué me había fijado aquella meta desde un principio… ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué comencé a jugar este juego? ¿Quién me había dado aquel juego? Ya no podía recordar nada más…
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un Scizor que salió de entre el césped. Un césped que ya llegaba hasta mi cabeza, y que hacía más confuso el camino. Ya no sabía por dónde ir, y el sendero había desaparecido. Lo único que notaba ahora era que el pasto cubría todo mi espacio, e incluso los rayos de luna ya no iluminaban mi rostro. El Scizor me hizo tirar mi arco. Mi Piplup ya estaba agotado de tantos Pokemon que había vencido. Ya no había nada que hacer. ¿Por qué estaba tirada en el suelo? ¿Por qué me había rendido tan fácilmente justo ahora? Tan sólo había subido dos niveles… Cuando me fui del torneo, era un patético nivel ocho, pero ahora era un más patético nivel diez. ¿Qué sucedía? ¿Tan sólo dos niveles? ¿Tan sólo dos malditos niveles? Se supone que en treinta minutos en los que había batallado, debía de subir más. Debía de ser más fuerte de lo que se supone que era ahora. ¿Por qué era tan débil? Un Scizor me había tirado al suelo indefensa… Eso no debía de pasarme. Eso no debería de pasarle a una chica que pretendía ser tan fuerte. ¡¿Por qué?!
El Scizor estaba a punto de atacarme; a punto de terminar con mi vida. De entre la maleza que parecía tragarnos a cualquiera que estuviera dentro, apareció un sujeto que golpeó al Pokemon con tal fuerza, que lo derrotó y lo hizo explotar en miles de partículas brillantes. El sujeto se quedó parado ahí, y su Pokemon tan voluminoso y grande, más que el césped, me miró con una sonrisa. Yo me quedé extrañada, pero el chico me ofreció una mano y me hizo subirme a su Pokemon.
— Mejor ¿No es así? —sonrió. Aquel chico era el que había sido derrotado por Shigeru en los cuartos de final. Lo recordaba...; sin embargo, seguía pensando en que aquel tipo se me hacía conocido. Sabía que lo había visto en algún lado. ¿Pero… dónde?
— Gracias —mencioné—. Ahora ya puedo ver todo con claridad.
El Onix alzó más su cabeza, y nos elevó más metros hacia arriba. Ahí pude ver que la pradera se extendía más allá de lo que creía. El horizonte era cubierto por un césped tan largo que no supe cuándo iba a dejar de parar de crecer, y al voltear mi mirada hacia atrás, vi apenas un pequeño sendero muy lejos de mí. Me sorprendió lo lejos que había avanzado.
— Soy Takeshi —se presentó.
— Hikari —dije.
— Lo sé. Vi cómo aquel chico…
— No —le interrumpí bruscamente— No necesitas decirlo. Sé muy bien que me derrotó.
— Vaya. Lo siento.
— No… no te preocupes —dije algo resentida— Lo que sucede es que no soporto el recordar la batalla. El haberme derrotado de esa manera… agarrando mi flecha, la flecha que iba justo hacia su sien. El hacerlo de esa manera tan sencilla… como si hubiese parecido un simple juego.
— Te entiendo —dijo algo molesto— Yo también sufrí con ese tal Shigeru. Y perdón por decirlo, pero me derrotó peor y más fácil de lo que lo hicieron contigo, Hikari.
Yo me quedé en silencio. Sabía que era cierto.
— Es por eso que estoy aquí… luchando para hacerme más fuerte. ¿Tú también te dirigiste hacia acá cuando terminó el torneo?
— Sí —asentí a secas.
— Bueno… creo que no somos los únicos. Después de ver lo fuerte que fue el Gremio Esmeralda y el ver que hay un cheater en el juego, muchos novatos han estado entrenando hasta ahora. A pesar de que haya pasado media hora después de lo sucedido, he visto a varios jugadores por aquí, tratando de hacerse más fuertes.
— Qué raro. Yo no he visto a ninguno.
— Oh, es por qué yo puedo verlos desde aquí, gracias a mi Onix —Takeshi le dio una palmadita en la cabeza rocosa, y éste gruñó de alegría—. Pero nadie puede verme a mí. Nadie puede ver incluso el cielo. El césped crece y crece como si fuera interminable.
— ¿Y qué hay más allá? —cuestioné curiosa.
— No lo sé… pero quiero averiguarlo —ambos vimos hacia el horizonte, donde el césped seguía creciendo, pero no sabíamos qué tanto gracias a la penumbra de la noche y lo largo que era la pradera.
Los dos nos quedamos en silencio. Por un momento iba a volver a pensar en lo fuerte que debía hacerme, y más con lo que había mencionado Takeshi acerca de que muchos novatos se inspiraron por la batalla que habían visto del Gremio Esmeralda contra el Destello Eléctrico. Sin embargo, antes de hacerlo hubo un pequeño ruido a unos metros más alejados de nosotros, acompañados de los movimientos entre la maleza, que iban avanzando poco a poco. El sonido de choques, golpes y demás se hacía presente, y supimos que se trataba de un jugador.
— ¿Ves? No eres la única por estos rumbos —dijo Takeshi.
Era cierto. ¿Cómo era posible que no me diera cuenta? ¿Cómo era posible de que fuera tan egoísta y pensara que yo era la única que quería hacerse más fuerte? Con el paso del tiempo, más novatos se adentrarían a PBO e iban a entrenar tan duro como yo lo estaba haciendo. Debía de luchar con aquel tipo ahora, si es que quería probar que era fuerte. No sólo con Pokemon, sino que también con jugadores. Debía de hacerlo ahora.
Salté del Onix y corrí hacia la posición de donde provenían los ruidos. No escuché si Takeshi trató de detenerme, ya que estaba tan concentrada en los ruidos que eran mi única guía para encontrarme con aquel tipo.
Y repentinamente, vi a un chico en cuclillas, con las manos en la tierra y jadeando.
Takeshi me alcanzó y también vio que aquel chico había estado en aquel extraño comportamiento. Antes de que yo interviniera, él lo hizo.
— ¿Te encuentras bien?
— ¿Eh? —el chico volteó y se extrañó por un momento—. Yo… yo… no. No. No estoy bien.
— ¿Qué sucede? —mencionó el moreno con intriga. Yo sólo me limité a mirarlo con preocupación.
— Estuve… estuve a punto de morir. Un gran Pokemon gigantesco por poco y me mata.
— ¿Qué? ¿Qué clase de Pokemon? ¿Dónde está?
— No lo sé. Al momento de verlo, escapé. Pero… pero ahora no sé dónde está. No sé si esté detrás de mí o adelante, inclusive puede que haya perdido mi rastro.
— ¿Y por qué no batallaste contra él?
— Es que… era tan grande. Me asustó mucho. Además… — en ese momento, el chico se impresionó tanto, que nos miró anonadado. Una gran sombra cubrió nuestras espaldas y nos cubrió inclusive por completo. Takeshi se volteó, y yo lo imité lentamente.
El Pokemon había salido sorpresivamente de la tierra, y un gran Pokemon nos vio con una mirada tan amenazante que no supe cómo reaccionar. El Pokemon, a la altura del gran césped, aunque un poco menos grande que el Onix de Takeshi, estuvo a punto de atacarnos. El Onix no tuvo tiempo de reaccionar, y mi Piplup igualmente estaba tan exhausto como yo.
— ¡CUIDADO! —dijo el muchacho y soltó un grito aterrador.
Takeshi cerró los ojos y gritó. Yo traté de cubrirme con mis brazos y grité atemorizada, cuando una de las grandes orejas del Pokemon iba a aplastarnos.
No obstante, pasó mucho tiempo… El ataque ya debería de habernos pegado. Ya debería de haber acabado con mi vida. Pero cuando volteé a ver, el Pokemon estaba tirado en el suelo, retorciéndose de risa al igual que el chico que nos había advertido sobre la amenaza. Ambos reían en el suelo e inclusive no podían respirar a causa de la gracia.
— ¡Já! —reía. Sus risas eran tan divertidas, que incluso Takeshi, que había estado por un momento aterrorizado, comenzó a reír nerviosamente— ¡JÁ! ¡DEBERÍAN HABER VISTO SUS CARAS! ¡JA! ¡YA POR FAVOR! ¡MI ESTÓMAGO… MI ESTÓMAGO! ¡ME DUELE! ¡JA!
— Oye… no es gracioso —mencioné y fui directo hacia él. Le jalé una oreja, y él gritó de dolor, aunque seguía riendo.
— Lo siento, es que… es que tuvieron que haber visto sus caras —nuevamente había recibido un jalón más fuerte en la oreja, aunque no le dolía realmente— Está bien, está bien. Lo siento.
— ¡¿A qué se debe todo eso?! —dije— ¿Por qué bromeaste?
— Vaya, dije que lo siento —replicó—. Además, mi Diggersby no es tan malo como creen ¿Verdad amigo?
EL Pokemon asintió y paró de reir. ¡Vaya que sí era muy grande!
— Escucha chico —dijo Takeshi algo furioso pero aún riendo— No tenemos tiempo para esto… Necesito ir… necesito hacer algo importante.
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— Yo… —Takeshi incluso me miró a mí por un momento—. Yo he descubierto las mazmorras del nivel dos.
— ¿Qué? —mencioné sorpresivamente—. ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Significa que ya habías viajado más allá del horizonte? ¿Dónde está?
— Yo…
— Sí chico. Yo también he visto dónde se ocultan —dijo el muchacho, borrando su sonrisa del rostro—. Supongo que te diste cuenta del truco.
— ¿Truco? ¿Cuál truco?
— Hikari —Takeshi estaba serio— No quería decirte que había visto las mazmorras… porque… porque yo quería planear sólo cómo derrotar al jefe. Aparte, este es un laberinto. Es un camino sin salida. Si sigues derecho, no irás a ningún lado. En realidad… las mazmorras están…
— Hey chico. No debes de decir eso a la ligera —susurró el muchacho del Diggersby con seriedad—. No se le dice a cualquiera esa información. ¿Te imaginas si todos saben acerca de su ubicación? Todos los malditos novatos, y sin ofenderlos a ustedes, querrán ir hacia allá cual idiotas egoístas a vencerlos en "partys" que al fin y al cabo resultarán débiles e inútiles. Además… me resulta algo idiota que digas que planeas tú sólo el cómo derrotar al segundo jefe.
— Lo siento, yo…
— Descuida chico. Los novatos son novatos. Suelen decir cosas increíbles.
— ¿Qué los novatos son novatos? —le grité enfurecida—. ¿Y tú quién te crees? Tú también eres un novato. Tan sólo ve tu nivel —al ver su cabeza, noté que apenas era nivel siete— Incluso soy más fuerte que tú.
— Cuida lo que dices, niña. No juzgues a un libro por su portada.
— Tonterías —refunfuñé y miré a Takeshi—. Dime dónde están las mazmorras.
— Escuchen… —mencionó el chico— De acuerdo. Takishe, o como te llames, puedes decirle a tu amiga dónde están; no todos los novatos se dan cuenta como tú lo hiciste. Puede que seas alguien inteligente, y no dudaré de tus amistades —el muchacho me sonrió— De hecho, estuve planeando el atacar las mazmorras mañana.
— ¿Mañana? —se sorprendió el moreno.
— Sí —asintió.
— Pero no podrás… tú sólo junto con nosotros tres será imposible —repliqué en ese momento.
— ¿Tres? —soltó una risotada— ¿Quién dijo que íbamos a ser nosotros tres? Escuchen… sé que son novatos, pero tengo un presentimiento de que son confiables. Y no le digo esto a cualquiera —dijo entre risas— Aparte, sus caras me hicieron reír mucho cuando mi Pokemon los asustó, así que se merecen que les diga esto —hizo una pausa— Estoy formando secretamente una "party" para ir a las mazmorras del nivel dos, ya que no quiero que nadie se entere de esto por las razones que les mencioné antes de los novatos. Y sólo las hago cada que descubro las mazmorras de un nivel, aunque, vaya, apenas es el nivel dos, pero apenas es el comienzo. Una vez que venzamos al jefe de nivel, la "party" se disolverá y cada quién seguirá su camino, hasta que se vuelva a saber sobre la siguiente mazmorra y así sucesivamente. ¿Qué les parece si se unen a mi "party" secreta?
Yo me quedé anonadada. Takeshi dijo inmediatamente que sí, pero yo dudé por un momento.
— ¿Y cómo sé que tu "party" es fuerte? Aparte… ¿Quién eres tú?
— Descuida chica… yo… yo soy un beta.
— ¿Un beta? —me sorprendí.
— Sí… —el muchacho abrió el menú de su juego y estaba a punto de desconectarse debido a su bostezo. Parecía tener sueño. ¿Por qué yo no tenía, ni Takeshi? — Los espero mañana en las mazmorras del nivel dos antes de que el sol se meta por el ocaso.
— Vale —afirmó Takeshi, aunque repentinamente abrió su menú y vio que había recibido un mensaje—. Oh… esa maldita de Misty.
— ¿Misty? —dije, algo extrañada.
— Quiere que hagamos equipo. ¿Qué no entiende que estoy ocupado? ¿Acaso soy su único amigo?
— Tranquilo, Takeshi, Puedes llevar a la gente que desees; siempre y cuando no te excedas —rió y estuvo a punto de desconectarse.
— De acuerdo —sonrió el moreno.
— ¡Espera! —yo mencioné— Aún no me has dicho quién eres.
— Oh sí… —se acordó y metió dentro de su pokébola al Diggersby— Soy Citron.
Estaba en el piso del nivel uno. El volcán se veía a lo lejos, aunque difícilmente debido a la oscuridad de la noche. Suerte que no estaba en el pueblo donde había aparecido la primera vez que jugué en el juego. Estaba un poco más allá. Un poco más allá del volcán, del pueblo, y de muchos senderos rocosos donde había Pokemon salvajes. Estaba en otro pueblo más pequeño pero donde destacaba una gran mansión no tan gigante, pero tampoco tan pequeña. Una mansión que me impedía verla con claridad debido a las rejas que estaban frente a mí. Antes de que los NPC´s me permitieran el paso, ya que yo tenía permitida, o eso creía, la entrada hacia el lugar, una jovenzuela apareció a mi lado.
La chica se me quedó mirando, y yo le devolví la mirada. Sin embargo, ambas miradas, tanto la mía como la de ella, se encontraban tristes. Por lo menos sabía que la mía era por qué estaba confundida. Confundida por saber el por qué Satoshi se había detenido al estar a punto de matarme, o confundida por saber el por qué me había sacrificado por él cuando Masato estuvo a punto de matarlo. Sin embargo, la mirada de aquella rubia era completamente desconocida para mí, pero en parte tenía la seguridad de que esos ojos estaban entristecidos por que todos lo habíamos visto. Todos habíamos visto que ella había perdido contra el espadachín esmeralda y que le había arrebatado a su Pokemon inicial.
— Por favor… —mencionó ella. Si no mal recuerdo era Kasumi—. Tú… tú eres parte del Gremio Esmeralda. Necesito hablar con mi amiga… Necesito hablar con Haruka.
— Yo… —sinceramente no sabía qué decir, así que asentí. Lo que ella no sabía era que yo también iba para hablar no sólo con Haruka, sino con el líder del gremio. Y no precisamente a hablar con él, sino a enfrentarlo. Tenía que enfrentarlo por haberme interpuesto entre él y Satoshi. Tenía que saber si seguía formando parte del gremio o no…
Las rejas se abrieron, y ambas caminamos en silencio por un gran sendero rodeado de luces esmeraldas y flotantes. Más allá, había una gran mansión que despedía tonos esmeraldas que incluso resplandecieron entre la noche. ¿Cómo es que había conseguido tan rápido todo esto Masato? ¿Tan poderoso era? ¿Tanto dinero tenía en el juego? ¿De dónde lo había conseguido?
La puerta voluminosa de madera se abrió súbitamente y ambas entramos. Ahí, la mansión dejó ver una gran estancia, en la que todo era de color esmeralda. Las escaleras de un mármol esmeralda; el suelo de un verde resplandeciente, los pilares que había alrededor también de un color verdoso. Todo era tan esmeralda que inclusive sentí algo de molestia al ver todo de un solo color.
— Bienvenidas —mencionó Masato. Él había aparecido bajando las grandes escaleras que llevaban a un segundo nivel. Arriba, asomados entre los barandales, se encontraban los otros tres miembros del gremio.
— Gracias… señor —me sentía rara al mencionar aquello, pero debía de hacerlo si quería seguir en el gremio.
— ¿A qué se debe su presencia? —aquella pregunta me extrañó un poco. ¿Qué yo no era parte del gremio? ¿Por qué preguntaba aquello? ¿Será por Kasumi, que ella sí no era de aquí?
— Bueno, yo pertenezco… yo pertenezco al Gremio Esmeralda —dije algo nerviosa. Mi voz se escuchó temblorosa, y no quería ver a los ojos al espadachín.
— Ya veo —susurró a secas— Lo siento Misako, pero yo tengo una muy mala memoria. ¿Lo sabías?
— No… yo no lo…
— ¿Me puedes recordar qué paso hace exactamente… —hizo una pausa y calculó—… aproximadamente… media hora?
— Eh… —no debía de tartamudear— Finalizó el Torneo Esmeralda, señor.
— ¿Quisieras ser un poco más específica?
— Bueno, usted… usted venció al Destello Eléctrico… —él seguía en silencio—… y… y yo me interpuse… me interpuse entre su espada y él. Yo quise salvarlo.
— ¿Por qué?
— No lo sé —mencioné— A lo mejor… a lo mejor quise devolverle el favor.
— ¿El favor?
— Sí… él no quiso matarme cuando tuvo la oportunidad.
— Escucha, Misako —cuando hubo bajado todas las escaleras, caminó hasta mi posición y me miró de frente—. Satoshi es débil. Él no pudo matarte porque es débil.
— No. Él no quiso hacerlo porque soy su amiga —en ese momento, supe que al decir aquello lo hice por instinto. Sin embargo, seguí sin atreverme a ver los ojos de Masato.
— Satoshi es nuestro enemigo, y también de todo PBO. Él es un tramposo. Si alguien del gremio se alía con el enemigo, significa que él también será nuestro enemigo. Y lo que hiciste es suficiente para hacerme saber que eres nada más que nuestro enemigo.
— No, yo no…
— Misako, el Gremio Esmeralda ahora te considera como un enemigo. Si no quieres que te mate, por favor sal por donde viniste y no quiero que vuelvas a pisar esta base temporal. ¿De acuerdo?
— Yo…
— ¿De acuerdo?
Finalmente lo vi a los ojos. Unos ojos tan autoritarios que no tuve más opción que dejar el recinto con miedo y con tristeza. Ahora ya no tenía nada… ya no tenía gremio, ya no tenía reputación, todos me veían como la chica que había entrado al gremio injustamente, todos me veían como la chica que se había sacrificado por aquel tipo tramposo… ya no sabía qué hacer. Ya no tenía nada… Lo único que tenía ahora era buscar a Satoshi, para saber el por qué se había detenido al atacarme… Sin embargo, no estaba en el mapa. ¿Por qué? Él estaba conectado, pero no podía localizarlo. Lo tenía como amigo en el menú, pero su localización no estaba. ¿Por qué? No lo sé. Lo único que necesitaba ahora era encontrarlo… porque era la única razón que me quedaba por hacer en el juego…
Y habían expulsado a Misako de una manera tan humillante, que incluso hasta a mí me dolió. Pero eso se merecía por haber salvado al tipo que quería arruinar nuestro gremio. No obstante, lo que me preocupaba no era eso, sino la otra chica que había venido con ella. La otra chica que no sabía si seguía siendo mi amiga o no.
— ¿Y tú? ¿A qué viniste? —dijo Masato.
— Yo…
— Si lo que pretendes es que te devuelva tu Togepi, la respuesta es no.
— ¡Masato! —en ese momento me interpuse. Baje las escaleras y fui hasta ellos. Los otros dos beta seguían en el segundo nivel cual estatuas y con miradas frías.
— Haruka, un trato es un trato.
— ¡Escucha! ¡Si no quieres devolverle el Togepi, por lo menos déjala unirse al gremio!
— No puedo hacer eso… ella tuvo su oportunidad en el torneo. La desaprovechó.
— Bueno… yo… —Kasumi no sabía qué decir, aunque estaba más furiosa que triste— Yo… por favor… no tengo Pokemon… —me miró, sabiendo que ella ya había roto ese lazo de amistad conmigo. Yo sabía que todo esto era por mi culpa— Ya no tengo nada… tan sólo deme una segunda oportunidad… le juro… le juro que no lo decepcionaré.
Masato se quedó pensando. Mi hermano estaba tan pensativo que de un momento a otro, sonrió y me observó con seriedad.
— De acuerdo —mencionó.
— ¿En verdad? — me impresioné.
— Sí, sólo que si ella entra, tú te sales.
Aquello me hizo salirme de mis casillas. Mi hermano era tan odioso que estaba punto de desconectarme, entrar a su cuarto y darle un buen golpe en el rostro.
— No… —tartamudeé— No puedes hacer eso, Masato. Por favor…
— No, está bien, Haruka —intervino Kasumi— El Gremio significa mucho para ti. Lo siento, señor. No debí de haber molestado… me retiro.
— Max… max —él se molestó porque dije su nombre en la vida real, y entonces se me ocurrió—. Si no la dejas entrar… le diré a todos que soy tu hermana —aquello último lo dije en un susurro para que nadie me escuchara.
— Diles. De cualquier forma, tarde o temprano se enterará todo el mundo.
Ni siquiera mi amenaza lo afectó. No sabía qué hacer. Kasumi se alejaba por la puerta… pero quería que regresara.
— Es ella, o el gremio. Tú decides, Haruka —dijo.
Sabía que si me iba con ella… no iba a conseguir de nuevo un gremio tan poderoso como el que estaba, y mis oportunidades de mejorar iban a ser nulas. Sabía, que si me quedaba aquí… iba a ser capaz de vencer al jefe del nivel dos… pero sin ella. Sin embargo, no sé por qué lo hice… pero me quedé ahí en mi sitio, paralizada y viendo cómo Kasumi se alejaba por la puerta… aunque algo la hizo parar en el camino.
No me quedaba nada más. Ni un Pokemon, ni amigos, ni gremio. Nada. Estaba igual que Misako. Sin embargo, aún podía ser amiga de ella, y aún podía mantener contacto con Brock. Y en ese momento, cuando me estaba alejando por la puerta de la gran mansión, se me ocurrió. ¿Quién necesitaba a ese estúpido gremio de mierda? Yo no. Decidí que iba a formar, no un gremio, pero por lo menos una "party" con Brock, con Misako para que no se quedara sola, y con quien más deseé. Nadie necesitaba a ese estúpido gremio ni a Haruka. Nadie necesitaba a una amiga que prefería antes a su gremio que a sus amistades.
Me paré en el camino y justó ahí mismo le envié un mensaje a Brock para decirle que quería verlo. Cuando hube terminado, volví a caminar hacia la salida. Salí por la puerta y comencé a caminar por el gran sendero rodeado de luces esmeraldas. Sin embargo, no había pasado ni un minuto y un mensaje me llegó, por parte de Brock.
"Misty… ¡tengo buenas noticias! Estoy dentro de una "party" secreta que irá a las mazmorras del nivel dos. Así es… la hemos encontrado. Si aceptas, mañana te veo en el pueblo del nivel dos antes del anochecer. De ahí nos vamos hacia las mazmorras. PD: No lleves a nadie más".
Me sorprendí. ¿Brock encontrando las mazmorras del nivel dos? Vaya que sí era sorpresa. Y supongo que no se molestará en que lleve a Misako. Seguro él entenderá… además, eso me servirá para mejorar y derrotar a esa estúpida de Haruka.
— Vaya, pensé que ya te habías ido —mencionó una voz detrás de mí. Era Masato.
— Yo… yo ya me iba —al notarlo, vi que sus ojos estaban viendo mi mensaje. Lo cerré inmediatamente… de seguro no habrá alcanzado a leerlo.
— Bueno, buena suerte.
Caminé hacia las rejas, y ahí alcancé a una Misako que estaba tan triste que no supe cómo decirle aquello. Yo más que triste estaba molesta. Molesta por Haruka, por mi Togepi, por todo. Sin embargo, esta oportunidad que se me presentaba no iba a desaprovecharla… aunque claro estaba en que primero debía de conseguir un Pokemon.
— Misako —le toqué el hombro y ella volteó. No estaba llorando, pero podía ver que su mirada era vacía—. Tengo buenas noticias…
— Lo siento, pero no me interesan… Necesito encontrar a Satoshi.
— ¿Para qué?
— Lo lamento… no puedo decirte.
— Bueno, no importa. Pero si los rumores dicen que él venció al jefe del nivel uno, puede que esto te interese…
Suspiré, me relajé y entré con todo el valor posible. Dejé la puerta abierta, pero ni eso pudo tragar a toda la oscuridad que invadía el ambiente. La vela estaba a punto de extinguirse. Lo que me sorprendió fue que había tres tipos ahí. Unos de ellos sabía perfectamente quién era, pero los otros dos no tenía ni idea.
— Sé que ella no está muerta —le dije yendo directo al grano—. Masato me lo dijo. Me dijo que si hacía algo estúpido ella moriría. Así que supongo que aún sigue viva para que me amenace de esa forma.
— Vaya que eres listo, Destello Eléctrico —mencionó el tipo encapuchado.
— Basta de ocultar tu rostro… sé que eres Masato.
— Oh, por favor. No seas tan estúpido.
— Entonces… ¿entonces quién eres?
— Eso no te lo diré.
— Entonces te desenmascararé ahora —mencioné y me llevé la mano a la empuñadura de mi espada.
Las dos siluetas que estaba a su costado se alarmaron, pero el levantó una mano en señal de que no debían de hacerlo.
— Recuerda lo que te dijo ese chico. No hagas cosas estúpidas.
— ¿Dónde está mi madre? —repetí. Jamás pensé que tendría tanto valor para que mi voz sonara de aquella forma.
— ¿A qué has venido? ¿A preguntar cosas que no voy a responder? ¿O a otra cosa más?
— ¿Por qué me lo preguntas? Lo sabes perfectamente…
— Sí… lo sé. Pero quiero que me lo digas tú.
— Quiero unirme a tu gremio.
Aquella frase me hizo sentirme incómodo. De cualquier forma, era el unirme o el ver cómo mi madre moriría.
— Vaya… ¿Por qué lo decidiste de repente?
— Porque no me queda nada más. He perdido la reputación, he perdido el poder, y he perdido la felicidad de estar en PBO. Sin embargo, lo único que me mantiene jugando este juego, es el saber que ella está con vida. Y si no hago lo que dices, ella morirá y ya no tendré una razón para vivir.
— Bueno, pues bienvenido al Gremio Rocket.
— ¿Qué tengo que hacer? —le cuestioné.
— Pronto irás por tu casco nuevo.
— ¿Casco nuevo?
— Sí —mencionó con misterio—. Un casco capaz de controlar la mente de los jugadores que mates.
Aquello me sorprendió. ¿Capaz de controlar la mente de los que mate con el nuevo casco? ¿Qué clase de tipo era aquel? ¿Cómo era eso posible?
— Así que quieres que mate a todos.
— Sí… aunque con los beta no funciona, claro está —antes de que alegara, prosiguió— Oh… y no te asustes si mañana ocurre algo extraño.
— ¿Algo extraño?
— Sí… hay muchas cosas que no sabes Satoshi —declaró— Justo hace unos minutos, me llegó una información… Mañana estarán planeando vencer al jefe del nivel dos, y no puedo permitir eso. No puedo permitir que nadie pase el juego. Mañana tendré que hacer el anuncio… Mañana todos estarán ya afectados bajo los efectos del juego.
— ¿Efectos? ¿Qué efectos?
— Este juego causa una adicción —advirtió con un tono de voz macabro— Pero no es cualquier adicción. Una adicción tan fuerte que nadie podrá ser capaz de salir del juego. Todos estarán bajo la adicción… y mañana… mañana habrán muchas muertes, eso es seguro, ya que mucha gente se desconectará, pero al momento morirán. Sin embargo, mañana al darle el anuncio a todos de que este juego es mortal debido a la adicción, muchos beta no volverán a jugar debido al miedo y al horror que sentirán.
— No comprendo… — aquello comenzaba a aterrorizarme. El sudor frío bajaba lentamente por mi frente.
— Los beta son peligrosos —mencionó el tipo que estaba su lado, con una voz fuerte y grave—. ¡ESOS MALDITOS BETA ESTÁN SIENDO RÁPIDOS… ASTUTOS! ¡JAMÁS PENSÉ QUE FUERAN A IR CONTRA EL JEFE DEL NIVEL DOS TAN RÁPIDO!
— Ni yo, Mirto —respondió la otra silueta.
—Basta los dos —dijo el encapuchado— Entonces… Satoshi… mañana, cuando diga el anuncio, te desconectarás e irás por tu casco.
— Muertes… —dije pensando en lo que había dicho— Muertes… ¿cuántas muertes habrá mañana? ¿De qué hablas? ¿Qué adicción es esa? No entiendo.
— Mañana comprenderás, chico —el encapuchado se paró, abrió el menú de su juego y ahí pude ver que su nombre no estaba. Era el jugador sin nombre alguno… ¿Quién era aquel tipo? —Pero te advierto… Satoshi —el tipo hizo una pausa— Si por alguna razón le dices a alguien en el mundo real sobre esto… si por alguna razón le dices a alguien del gremio tanto en la vida real como en el juego… si por alguna razón encuentras a un beta y no me dices… si por alguna razón me traicionas o haces alguna cosa estúpida… no sólo tu madre morirá —el chico miró a las dos siluetas que tenía a su lado—… Sino que ellos irán a tu casa y te matarán, Ash Ketchum.
Mi corazón se detuvo.
— ¡JÁ! ¡YA DESEARÍA CORTARTE LA GARGANTA MUCHACHO! ¡ESTOY ANSIOSO PORQUE NOS TRAICIONES! —mencionaba el tipo llamado Mirto, que fue hasta mi posición, y la luz débil que entraba por la puerta abierta dejó ver su cara…
— Ten cuidado, Ash —dijo la otra silueta, que fue hacia mi posición, y la luz igualmente la iluminó. Uno era robusto, moreno y con el cabello pelirrojo recogido en una coleta. La otra persona era una mujer… una mujer alta, sombría y rubia. Ambos salieron por la puerta y me dejaron a solas con el encapuchado.
— Ya sabes… no hagas nada estúpido. O Mirto y Cintia sabrán qué hacer —finalizó antes de desconectarse y dejarme en medio de la soledad, acompañado de una vela que se apagó al instante.
Al principio, este juego era lo único que me hacía feliz. Sin embargo, en este preciso momento no sabría decir si me hacía sentir horrorizado, triste, nervioso o confuso… o todo al mismo tiempo.
FINAL DEL POKEMON BATTLE ONLINE LIBRO UNO: EL TORNEO ESMERALDA
(Ya sé que no es un libro xD pero suena más interesante de esa forma xDDD)
