Capítulo 25
El Juego Mortal
El sol comenzaba a ocultarse por la lejanía del pastizal. Los aldeanos empezaban a adentrarse a sus moradas para ocultarse de la noche. El viento era apenas un débil silbido, y el calor que emanaba el astro rey se debilitaba con el paso del tiempo.
La puerta que estaba frente a nosotros se abrió lentamente, y dio paso a un sinfín de ruidos provenientes de varios jugadores. Algunos platicaban apaciblemente; otros, bebían tarros de cerveza como si no hubiera mañana. Inclusive una pequeña riña comenzaba a llamar la atención de algunos cuantos. Sin embargo, lo que más me sorprendía de todo aquello era que ninguno de aquellos jugadores era un NPC. Poco a poco, más personas de las que creía empezaban a jugar Pokemon Battle Online, y eso era algo bueno debido a que la popularidad del juego se hacía notable, pero también era algo malo, ya que habría más competencia de la que creía.
El lugar era ruidoso, y eso molestó a mi compañera. Su rostro se arrugó, y lanzó unas maldiciones al aire.
— ¿Cómo es posible que Takeshi nos citara en este lugar? —me susurró, o creo que se susurró a sí misma.
Yo me quedé callada.
De repente, noté a un chico acercándose a nosotros, y tocó el hombro de mi compañera muy discretamente.
— ¡Ahí estás! ¡¿Por qué…?!
— ¡Cállate! —le ordenó—. ¿Quieres llamar la atención?
— No creo que nadie se de cuenta de mi voz. Todo el mundo está gritando aquí —dijo furiosa— Además, ¿por qué nos citas en un lugar así? Si lo que querías era algo discreto, este no es el lugar.
— "¿Por qué nos citas?". Me suena a manada —en ese momento, el chico me miró y yo quedé algo avergonzada. ¿Qué acaso Kasumi no debía de venir con nadie?.
— Hola —me presenté aún en un ambiente incómodo a pesar de que era opacado por el ruido—, soy Misako.
— Sé quién eres —me dijo de repente y me sonrió, a pesar de estar algo molesto— ¿Qué no eres miembro de…?
— No… —intervino Kasumi— Ella ya no está con Masato.
— Tranquila —me consoló— Si yo hubiese protegido al Destello Eléctrico, también me hubieran echado.
Aquel comentario me hizo sentir más incómoda de lo que ya estaba.
— Vamos, Brock… sólo es ella. Nadie más.
¿Acaso había dicho Brock? Cuando miré a aquel tipo y lo relacioné con el nombre que había dicho Kasumi, supe enseguida que se trataba del chico que iba en mi salón de clases. ¡¿Cómo era posible?! Qué coincidencia. Sin embargo, no dije nada. No quería que él supiera que yo, la chica más popular de la escuela, estaba jugando este juego. Un juego que había decidido jugar porque… porque…
Al momento de tratar de recordar el por qué había comenzado a jugar, me impresioné al saber que lo había olvidado.
— No lo sé —la voz de Brock me sacó de mis pensamientos— Puede que Citron se enoje.
— ¡Ay, no seas idiota! Tan sólo es ella.
— De acuerdo —dijo finalmente— Pero si tengo problemas por esto, las pagarás muy caro.
Finalmente habíamos salido de aquella ruidosa posada que parecía más un burdel que cualquier otra cosa. Cuando salimos, el sol ya estaba casi en sus últimos rayos y un frío tormentoso comenzó a helar mis huesos.
Antes de partir, una persona más se nos acercó. Una persona encapuchada con una manta azul marino, que al momento de quitársela y saludarnos, me alegré.
— ¡Hikari! —saludé.
— ¡Misako! —ella fue directo hacia mí, y me dio un abrazo que no supe cómo reaccionar. Cuando nos separamos, Brock intervino.
— Un momento… ¿se conocen?
— Sí. De hecho, fue mi primer rival y amiga en el juego. ¿No es así? —ella me miró y sonrió. ¿Por qué estaba tan feliz de verla? ¿Acaso había sentido tanta tristeza en el juego que jamás me acordé que tenía una amiga?
— Vaya… quién diría que nosotros cuatro, los que pasamos a la segunda ronda del torneo esmeralda, iría a…
— Lo sabemos, no tienes que decirlo públicamente —le recordó Hikari a Brock. ¿Acaso ellos también se conocían? Bueno… el mundo es algo pequeño.
— Tienes razón. Además, estamos algo retrasados. Vámonos.
Tenía algo de miedo porque estaba a punto de entrar a las mazmorras del nivel dos, pero tenía más ganas de encontrarme ahí con Satoshi. Tenía más ganas de saber el por qué me había salvado…
Bien. Perfecto. Ya había ido a casa de Misty y Brock a advertirles de que no los desconectaran. Ya había cumplido mi tarea como amigo y como buena persona. Ahora faltaba lo más importante… Ver lo que iba a pasar después. Ver lo que sucedería en el anuncio. ¿Qué pasará? ¿Qué les iban a decir a todos? ¿Qué no iban a poder desconectarse nunca más? ¿Cómo es que sabía el sujeto del gremio rocket todo esto? ¿Quién le había dicho eso, y cómo había obtenido aquellos cascos capaces de "controlar" a la gente? No lo sabía. Tenía muchas dudas en mi cabeza, pero ahora no había tiempo para eso. Debía de encontrar a Brock y Misty dentro del juego y avisarles. Debía de hacerlo por su propio bien. Sin embargo, había poco tiempo. Había tan sólo diez minutos ya ún no llegaba a mi casa.
Mis pulmones ardían, y mis piernas ya no podían responder, pero aún así corría. Tenía que correr con todo lo que podía, si es que quería ver lo que realmente sucedería después. Lo que más me preocupaba, es que habían muchos jugadores dentro de PBO y si mal no recuerdo, el sujeto había mencionado que habrían muchas muertes… demasiadas. Inclusive los beta iban a desaparecer después de esto. No entendía nada, pero sabía que ya todos estaban bajo aquella adicción que el sujeto había mencionado. ¿Cómo era posible parar aquellas muertes de las que hablaba? ¿Qué debía de hacer? Si le decía a la policía sobre esto, aquellos dos tipos del gremio rocket irían a mi casa y me asesinarían, y también a mi madre. Además, la policía tampoco podría hacer nada. Era inútil. Todas esas muertes serían inevitables… si es que sucedían.
Por fin había llegado a mi casa. Faltaban dos minutos… Dos malditos minutos. Metí mi mano hasta el fondo del bolsillo de mi pantalón. Rebusqué entre varias cosas las llaves de mi casa, y abrí tan rápido como pude la puerta.
Antes de entrar, volteé a los lados para ver si no había nadie cerca. Debía de hacerlo. Después de lo que aquel sujeto encapuchado me amenazara, debía de estar alerta. No quería encontrarme con ese tal Mirto y Cintia dentro de mi casa, con una pistola apuntándome justo en la sien, mientras yo estaba jugando tranquilamente PBO.
Encendí el casco, me lo coloqué y comenzó el juego. Ni siquiera tuve tiempo para comer mi emparedado de mermelada del cual estaba bastante acostumbrado. Faltaban treinta segundos…
Antes de comenzar a jugar, un letrero apareció frente a mi vista. Un letrero que me sorprendió por completo.
"Atención jugadores de Pokemon Battle Online:
El día de hoy, a las 19:00 hrs, se dará un anuncio muy importante. Todos los jugadores deberán estar conectados obligatoriamente. El jugador que se encuentre fuera de línea, será expulsado y no podrá jugar nunca más.
Atentamente: El creador del juego, Profesor Oak."
¿Cómo era posible eso? El Profesor Oak estaba muerto. El sujeto me lo había dicho. Él mismo me había mencionado que Oak había estado muerto. No me dijo cómo, ni cuándo, ni dónde. Tan sólo me había informado eso. ¿Cómo era posible que el creador del juego, Oak, diera un anuncio importante? ¿Acaso él no estaba muerto realmente? ¿O acaso iba a ser otra persona la que diera el anuncio? ¿O… o acaso el sujeto me estaba mintiendo, así como lo estaba haciendo con mi madre? No sabía qué pensar.
Diez segundos.
Aparecí en las afueras de uno de los pueblos del segundo nivel. Mi corazón estaba latiendo tan rápido y mi respiración era cada vez más difícil. ¿Por qué estaba tan nervioso, si ni siquiera yo tenía los efectos de la adicción que provocaba el juego? ¿Será por que estaba a punto de ver cómo un jugador por cada segundo que pasaba iba a morir frente a mí, sin siquiera yo poder hacer nada? ¿Será por qué no tuve tiempo de buscar a Misty y Brock y advertirles sobre esto? ¿Acaso ellos morirán? ¿Acaso morirán Misako, o Hiraki? ¿Qué pasará con todos?
Cinco segundos.
Cuatro.
Tres.
Dos.
Uno…
— Es aquí —dijo Brock súbitamente, mientras parábamos en el camino.
El chico se bajó de su Onix, al igual que todos lo hacíamos. Comenzó a caminar, abriéndose camino entre el largo césped, y cuando estuvo deambulando por un par de segundos, se colocó en cuclillas y colocó la palma de su mano en la tierra.
— Efectivamente, aquí es —sonrió. Nosotras tres estábamos confundidas, ya que no teníamos ni idea de lo que sucedía— Les recomiendo que se alejen unos cuantos pasos. Puede que esto se derrumbe.
El chico concentró fuerza en su puño, y de ahí emanó un aura grisácea que inclusive pude sentir la fuerza que contenía. Brock se elevó por los aires de un salto y cuando aterrizó, su puño se concentró en la tierra. Ésta se rompió al insante, y sorpresivamente el suelo comenzó a derrumbarse estrepitosamente. Yo tuve la fortuna de no caer, gracias a que retrocedí a tiempo. Cuando el derrumbe terminó, todos quedamos impresionadas, excepto el moreno.
— ¿Cómo…? ¿Cómo es que lo descubriste? —mencionó Hikari.
Un gran agujero estaba frente a nosotros. Parecía bastante profundo, puesto que las rocas que aún caían se tardaban un tiempo en resonar dentro de la oscuridad. Hikari comprendía a la perfección de lo que se trataba aquel agujero, pero Kasumi y yo estábamos perplejas ante lo sucedido.
— ¿Acaso son las mazmorras…? —adiviné, y el chico asintió.
— Fue fácil —mencionó—. Cuando iba merodeando por este gran pastizal, me di cuenta de algo muy importante. Yo iba sobre mi Onix, y por ende podía ver con claridad todo este paisaje. Inclusive, pude notar que después de varios minutos avanzando, en realidad, no lo estaba haciendo. Esta gran llanura es como un laberinto interminable. No hay nada más allá del gran pastizal, y mientras más vas avanzando, más te vas estancando. Sin embargo, cuando descubrí aquello me hice una gran pregunta. ¿Dónde estaban las mazmorras del nivel dos si no se podía avanzar? Entonces, cuando bajé de mi Onix para investigar los alrededores, sentí una parte de la tierra vacía, como si debajo de nosotros hubiera un gran hueco. Fue ahí cuando supe que las mazmorras siempre estuvieron debajo de nosotros todo este tiempo.
— Vaya… —Hikari se quedó impresionada— Jamás lo hubiera descubierto por mi cuenta.
— Bueno, son las ventajas de tener a un Pokemon grande. ¿No es así, muchacho? —el Pokemon asintió y sonrió.
Brock regresó a su Pokemon a la pokébola, y sin siquiera avisar, saltó hacia el agujero que había frente a nosotros. El miedo me invadió por algunos momentos, ya que no tenía la valentía de saltar varios metros al vacío. Kasumi siguió y unos segundos después oí que aterrizó sobre el moreno, mientras una pelea absurda y quejas de dolor se presentaban debajo de nosotros.
Hikari volteó a verme, sabiendo que no tenía las agallas para saltar, pero me tocó el hombro en señal de apoyo y me sonrió.
— Sé que será difícil el vencer al jefe del nivel dos, inclusive las mazmorras —mencionó— Pero sabes que cuentas conmigo. Nos protegeremos las espaldas tú y yo ¿vale?
— Gracias, Hikari —mencioné aún algo insegura.
— No te preocupes, después de todo alguien te tiene que cuidar las espaldas.
— No… gracias por ser mi amiga.
— Oh —aquello la hizo sonreír aun más— Gracias a ti, Misako. Bueno… no nos quedaremos todo el tiempo acá arriba ¿O sí?
La chica saltó, y ahora quedaba sólo yo. Me armé de valor y cuando salté, sentí que el estómago se iba a salir de mi posición. Sin embargo, cuando aterricé en los escombros de la tierra, noté un gran pasillo rodeado de antorchas frente a nosotros. Los demás ya se habían reincorporado y avanzado hacia una gran puerta que había al final del pasillo.
El gran camino era rocoso, pero había ramas por todos lados, separándose, uniéndose de nuevo y alzándose sobre las paredes de la cueva. Parecía que aquellas ramas eran el origen del gran pastizal que había allá arriba. La puerta, con tallados curvos de madera, pero abundante de musgo, se alzaba varios metros sobre mis compañeros; sin duda era una puerta que intimidaba a cualquiera.
Mi impresión fue mayor, al ver que no sólo mis compañeros estaban ahí, sino que un grupo de otros veinte o treinta jugadores también ya estaban listos para abrir las mazmorras del segundo piso. Al llegar al grupo, todos estaban rodeando a un jugador que se encontraba en el centro. Mi duda por saber quién fuera fue tal, que tuve que preguntarle a la persona que estaba a mi lado.
— ¿Quién es él? —mencioné, cual novata.
— Oh… —la chica que estaba a mi lado me miró, y le extrañó el ver que no sabía que aquel chico era muy importante— ¿Él? Él es Paul. Es uno de los líderes que comandará la "raid". ¿Cómo no sabes eso?
— Lo siento… soy una novata apenas.
— Lo sé —mencionó—. ¡Já! Novatas… Espero que no te descuarticen allá dentro. Soy Iris.
— Misako.
Ambas sonreímos, pero callamos cuando comenzó a hablar aquel chico.
— Muy bien. Estamos a punto de abrir las mazmorras del nivel dos. Alguno de nosotros sabe qué es lo que podrá depararnos allá dentro, pero como esta es la versión original, las cosas pueden cambiar. Estén muy alertas. Yo, junto con mi "party", comandaremos el frente. La "party" de mi compañero Drew, será la encargada de el combate lejano, así que irá en la retaguardia. Iris y su grupo me ayudarán en el combate cuerpo a cuerpo, pero su mayor propósito será proteger al grupo de Citron, que se encargará de curar a todos los miembros.
— ¡BIEN! —Dijeron todos al unísono, aunque Pual siguió con aquella seriedad que le correspondía.
— No obstante, antes de abrir las puertas, veremos el gran anuncio que tiene el creador del juego. Supongo que todos se habrán enterado sobre esto.
Oí murmullos a mi alrededor, aunque algunos no estaban sorprendidos.
— Después de que se haga el anuncio, atacaremos sin piedad alguna a todo lo que se nos cruce en nuestro camino. Después de eso, trataremos de encontrar la puerta del segundo jefe, y ahí les daré otras indicaciones. ¿De acuerdo? ¡¿Quién está conmigo?!
— ¡VENGA!
— ¡VAMOS!
— ¡SÍ!
Los gritos de los treinta y tantos jugadores resonaron por la cueva.
— Faltan diez segundos para el anuncio, estén atentos —intervino la chica de mi costado, Iris.
En ese momento, esperamos todos en un silencio abismal. Sin embargo, súbitamente, las antorchas que estaban a nuestro alrededor se esfumaron, dejando un pequeño rastro de humo que también desapareció al instante. La oscuridad en la que nos dejó las antorchas me causó un presentimiento que no sabía cómo explicar.
Pasaron los diez segundos.
Sin siquiera haberlo previsto, aquel paisaje oscuro pasó a convertirse en la plaza donde la estatua del gran Pokemon, Arceus, se alzaba. Aquí, donde habían sido los inicios de cualquiera que jugara este juego. Después de unos segundos, me di cuenta de que había sido teletransportada hacia la plaza del pueblo central del nivel uno. Poco a poco, cada uno de los jugadores de PBO comenzó a ser teletransportado hacia la plaza. Mucha gente comenzó a sorprenderse, confundirse o a dudar de lo que sucedía. Nadie nunca nos avisó que el anuncio te iba a teletransportar a la plaza del nivel uno. Tomó un par de minutos para que todos y cada uno de los jugadores estuvieran apretujados dentro de la plaza, inclusive hubo jugadores que ocupaban los pasillos del pueblo debido a que ya no cabían dentro de la plaza. Cuando finalmente el último jugador estuvo ahí, una voz grave e intimidante invadió el lugar, como si hablara a través un micrófono.
— Bienvenidos nuevamente a Pokemon Battle Online, jugadores. Habla el creador del juego, el profesor Oak. Como se habrán dado cuenta, hoy se va a dar un anuncio muy importante que estoy a punto de mencionar. Y se preguntarán… ¿Por qué los he reunido a todos aquí? Bueno, principalmente quiero hacerles saber a todos que esta es su nueva realidad. ¿A qué me refiero? Pues a eso. Ésta es su nueva realidad. Ya no habrá distinción entre el mundo real y el virtual. Lo virtual ha desaparecido… Éste es su nuevo y único mundo.
— ¿Qué? —mencioné, algo confusa.
—No entiendo —al voltear, noté que Hikari se encontraba a mi lado, con algo de preocupación.
— ¿No han notado que lo único en lo que piensan es en este juego? ¿No han notado que poco a poco, se les va olvidando lo que es el mundo real? ¿Por qué de repente no recuerdan a su madre, o a su padre, o sus seres queridos? ¿Por qué han olvidado el propósito con el que comenzaron a jugar este juego? Bien, simplemente porque el casco que traen puesto en estos momentos, lanza unas señales nerviosas que son transmitidas hacia su cerebro. Esas señales nerviosas, entre más juegues, más señales nerviosas manda, hasta que tu cerebro se vuelve dependiente a ello. En pocas palabras, es como si estuvieran bajo una adicción, pero no cualquier tipo de adicción. Una adicción capaz de convertirse en algo de lo que depende tu cerebro. Como si fuese la respiración, o un látido de tu corazón. Tu cerebro ya depende totalmente de este juego y es lo único en lo que piensa.
— No… —noté a Hikari con las pupilas dilatadas. Ahora entendía el por qué de aquellas miradas. Ahora entendía que las pupilas dilatadas eran la causa de la adicción.
Y ahora entendía, el por qué no había recordado a mi madre la otra vez. La adicción me hacía olvidarla.
— Sin embargo, si por cualquier situación te desconectas del juego; ya sea porque se interrumpió la corriente eléctrica o bien… porque moriste dentro del juego, tu cerebro no encontrará esa adicción de la que tanto depende, y por ende, morirás al instante.
— ¿Qué? —no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Acaso era una mala broma? Abrí el menú de mi juego, y ahí pude ver que aún estaba habilitada la opción del "Desconectarse". Otros jugadores hacían lo mismo, pero no se atrevían a presionar el botón.
— Así que ahora este es su mundo real. Si mueres aquí, morirás en la vida real. No obstante, como habrán notado, dejé habilitada la opción de "Desconectarse". ¿Por qué? Bueno, no lo sé. Dejé esa opción por si no me creen, para que vean cómo mueren en el intento. Así que ahora, a partir de este momento, para que salgan del juego, tienen que pasar los 100 niveles.
— ¿Qué? ¡¿Cómo es posible eso?!
— ¡Apenas vamos en el nivel dos!
— ¡NO!
Mucha gente comenzaba a asustarse.
— Oh, pero olvidé decir algo. Sólo uno puede salir de aquí con vida. ¿Recuerdan que al principio del juego se les avisó que el que lo pasara por completo, obtendría un premio? Bueno… el que pase el juego, podrá volver al mundo real sano y salvo. Pero estoy seguro de que con el paso del tiempo se les olvidará que deberán pasar el juego… estoy muy seguro.
— No… no… ¡no! —Hikari comenzó a llorar, mientras yo trataba de no hacerlo, pero me era imposible al pensar en mi madre.
— Una última cosa. Para que vean que no soy muy cruel, les he dejado un obsequio a todos dentro del menú de su juego. Después de todo, si vamos a vivir en un mundo real, deberán de lucir como realmente son.
En ese momento, noté que en el menú de mi juego estaba una nueva opción que decía "Espejo". Ni siquiera presioné el botón, y aquel obsequio ya había hecho efecto en mí. Sin embargo, no pude darme cuenta de mi verdadera apariencia, ya que estaba más impresionada al ver que Hikari era otra persona… Otra persona que nunca pensé que iba a ser ella: Dawn.
— Buena suerte, jugadores. Y que sobreviva el mejor.
Bien, no tengo mucho que decir esta vez. Sólo que ha comenzado el juego mortal. Además, sé que esto no tiene nada que ver con la historia, pero tendré que hacer algo de ejercicio por todo lo que he comido en la cena de Navidad xD. Bueno, nos vemos el martes, y muchas gracias a todos. Cualquier duda que tengan del fanfic, háganme saber en un review y les reponderé por mensaje privado. ¡Nos leemos!
Próximo capítulo: La decisión más difícil.
