Capítulo 26
La Decisión más Difícil
Era inevitable.
Todo esto era inevitable, y yo lo sabía desde un principio.
Cuando la voz desapareció, oí gritos, murmullos, lloriqueos. Oí cosas que eran una tempestad para mis oídos. Sin embargo, lo más problemático del asunto fue que poco a poco, segundo a segundo, de los cincuenta mil jugadores conectados de PBO, uno a uno iban desconectándose del juego.
Mucha gente no creían en las palabras que se habían dicho; otras personas, no sabían qué creer; y otras eran tan ilusas que se quedaban petrificados en sus lugares, sabiendo que éste había sido el fin.
"Desconectado" por un lado, "Desconectado" por el otro. La gente se desconectaba y yo me quedaba en mi lugar, sin hacer nada. ¿Por qué? ¿Por qué tenía tanto miedo al ver frente a mis ojos cómo las personas iban muriendo, a pesar de que no los veía realmente morir? ¿Por qué era tan cobarde?
— No… —era lo único que podía decir.
Noté que un niño de seis años… ¡Seis años!, se desconectaba la instante debido al miedo. Otras personas también lo hacían, y otras cuantas se quedaban mirando la opción de "Desconectar", pensando en lo que podría suceder.
— No… —repetía.
Quería encontrar a Brock y Misty. Quería salvarlos… no quería que se desconectaran. No obstante, me era imposible dar con ellos con todas estas personas a mi alrededor.
— ¡Paren! ¡Paren! —grité, pero mi voz era opacada por la desesperación de todos.
Una niña no paraba de llorar; un joven más grande que yo estaban tan petrificado como algunos otros; una chica se quejaba y no creía nada de lo que había escuchado, mientras se desconectaba. Todos estaban tan asustados, confusos y fuera de lugar que esto me llevo a un grado de locura que no pude soportar.
Me desconecté.
En ese preciso momento, me quité el casco y me reincorporé en mi sofá. ¿Qué diablos debía hacer? Yo era de los afortunados que no estaban bajo los efectos del juego, y debía de agradecer eso. Sin embargo, ¿por qué estaba tan asustado? Mi vida no estaba en riesgo, pero la de mis amigos Misty y Brock sí, y no sólo la de ellos, sino que 50,000 personas, exceptuando a mí y a los demás beta, estaban en riesgo de morir. 50,000. Esa era una cifra increíble. ¿Por qué toda esa gente? ¿Por qué no menos? ¿Por qué? ¿Por qué hacían esto? ¿Con qué propósito? ¿Por qué aquel sujeto quería matar a todos y odiaba a los beta?
Estaba sudando. Los nervios y la confusión los tenía hasta el límite. Mi corazón palpitaba bruscamente, y el silencio que había dentro de mi habitación comenzó a ser tenso. No me atrevía a encender la televisión, pero un instinto dentro de mí me hizo levantarme del sofá y encender el botón del control remoto.
—… Me están informando que justo en estos momentos, están ocurriendo casos extraños en las que algunos jugadores no han podido desconectarse del juego que ha sido recientemente número uno en ventas de entretenimiento tanto nacionales como internacionales, "Pokemon Battle Online". Este juego, que adquirió mucha popularidad en los primeros meses desde que salió a la venta, duplico y hasta triplicó la cantidad de jugadores después de que pasaran otro par de semanas. La gente incluso estaba molesta porque tanto la consola como el videojuego se agotaban en un par de horas después de que las tiendas se abastecieran más de aquel videojuego virtual. Sin embargo, de ayer para hoy, todo fue repentino. Justo en estos momentos, nos llegan más y más informes de que gente está muriendo. Si están escuchando esto, por favor, no desconecten a las personas que tienen el casco puesto. Repito… no desconecten a las personas que tienen el casco puesto.
No podía creer lo que escuchaba. Esto era real. Las personas sí estaban muriendo, y yo había podido hacer nada para evitarlo. Antes de que el pánico me invadiera por completo, algo inesperado ocurrió en el noticiero.
— Oh… un momento —la mujer miró hacia otro punto que no fue la cámara que la grababa; después, se sujetó el micrófono escondido que tenía dentro de la oreja y asintió— Me están enlazando con nuestro reportero, que al parecer tiene más noticias sobre esto.
La imagen cambió y ahí apareció el reportero, que estaba con una señora con el semblante aterrorizado.
— Muchas gracias. De hecho, nos acaban de informar que conforme pasan los segundos, más y más gente que está conectado al videojuego, está falleciendo al instante. Aquí tenemos a un testigo que vio…
— Yo lo ví. Yo vi cómo salía de su casa y… —interrumpió indeliberadamente al reportero, aunque estaba en un estado atónito—… y cayó.
— ¿Cayó?
— No sólo cayó y se desplomó en el suelo. Su mirada era extraña. Su rostro daba miedo… de hecho, yo lo conocía… pero… pero en ese momento era irreconocible. Ese juego le hizo algo…
El camarógrafo dejó de enfocar al la mujer que estaba desconcertada, y centró al reportero, que trataba de mantener la compostura, aunque lo hacía con dificultad.
— Como ven, a pesar de que los familiares de los que están jugando el juego tratan de no removerles la consola, se están presentando casos en los que los mismos jugadores… sí… los mismos jugadores… se están quitando el casco. Sin embargo, esa no es una buena noticia, ya que…
Unos gritos fulminantes y horrorizados vieron cómo otra puerta se abría en los alrededores de la ciudad. La puerta se abrió lentamente, y de ahí, un muchacho salió a rastras y suplicando ayuda. Pero el camarógrafo lo enfocó más, y ahí pude entender a lo que se había referido el entrevistado: Las pupilas totalmente dilatadas, apenas un punto negro; el cabello alborotados del chico; unas ojeras voluminosas debajo de sus orbes misteriosos; la tez pálida y flácida. Sin embargo, lo que más me impresionó fue la locura con la que miraba a todos.
— ¡AYUDA! —suplicó—. ¡NO RESISTO! ¡ESTOY EN PELIGRO! ¡QUIERO DESHACERME DE ESTO, PERO ME ES IMPOSIBLE! ¡AYUDA! ¡QUE ALGUIEN ME AYU…!
Imprevistamente, el sujeto se dejó de arrastrar por la acera, y se quedó inmóvil… con los ojos abiertos y con la mirada perdida.
Había muerto.
— ¡CORTA! ¡CORTA!
La imagen se cortó, y en su remplazo hubo una fotografía que decía "SINTONIZANDO… POR FAVOR ESPERE".
El control cayó en el sofá, sin hacer ruido alguno. Sin embargo, hubiera preferido que no fuese así. Hubiera preferido escuchar alguna otra cosa más que el silencio que había estado presente en estos momentos. Un sosiego atormentador, misterioso y terrorífico. Un silencio que me comenzaba a comer vivo. El pánico se apoderó de mí, y no supe qué hacer; no supe cómo reaccionar.
En ese momento, lo recordé. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, aún tenía una tarea por cumplir. Aún tenía que ir a la dirección que me habían mandado hace unos momentos, mientras se estaba dando el anuncio dentro del juego. Esa dirección donde me iban a dar el casco que iba a ser capaz de controlar a los jugadores. Pero… pero si necesitaba controlarlos, primero tendría que matarlos en el juego ¿No es así? ¿No es cómo me lo había explicado aquel sujeto? Entonces… eso significa que estarían muertos realmente ¿No? ¿Cómo iba a ser capaz de controlarlos, si primero tenía que matarlos? No comprendía. No comprendía nada justo ahora.
Agarré mi chaqueta para cubrirme del frío, y salí de mi casa lo más cauteloso posible. La noche ya había dominado el ambiente, pero aún podía escuchar un silencio atormentador. ¿Por qué había silencio? ¿Por qué estaba todo tan tranquilo con todo lo que estaba pasando?
Cuando llegué a una de las avenidas principales, noté que los automóviles, las personas que iban por la acera y todo lo demás estaba totalmente normal. ¿Por qué? ¿Qué acaso no estaba conscientes de que con cada segundo que pasaba, una persona estaba muriendo en ese maldito juego? ¿Por qué todo estaba tan tranquilo?
Después de subirme al camión colectivo y bajar unas calles más adelante, me topé con un gran edificio. Un edificio que estaba totalmente oscuro y cerrado. Pero lo que más me sorprendió, fue que mucha gente estaba en la puerta principal. Muchas personas estaba con letreros, levantando los puños o reclamando furiosamente. Parecía una muchedumbre más furiosa que nada, e inclusive trataban de romper las puertas de cristal principales.
— ¡Devuélvanos a nuestros hijos!
— ¡Lo quiero de vuelta!
— ¡¿Por qué hace esto?!
Mucha de la gente ni siquiera me notó cuando me acerqué más. Quería entrar, pero la multitud me lo impedía.
Antes de preguntar el por qué la gente estaba aquí, levanté la mirada hacia el símbolo que había en lo más alto del edificio.
"VIRTUAL CONSOLE"
Éste era sin duda alguna la sede central de la empresa que había creado los cascos. Aquí era donde iba a recibir mi nuevo casco, y aquí era donde las personas que habían perdido a sus seres queridos por el juego, venían a reclamar.
No obstante, eso no me tenía muy preocupado. Lo más alarmante de todo era que comenzaba a sospechar de que aquel sujeto, el encapuchado, sabía más de lo que creía. ¿Por qué me había dado esta dirección? ¿Por qué sabía sobre el casco? ¿Por qué no aparecía su nombre dentro del juego?
Antes de que más dudas surgieran dentro de mi cabeza, alguien me jaló de mi chaqueta.
— No te des la vuelta —me ordenó. Yo no sabía lo que sucedía, pero le hice caso— Ahora, enséñame tu insignia.
La insignia. Aquel pequeño símbolo carmesí de metal que se me había entregado en el supermercado. Sabía que la tenía dentro de mi bolsillo del pantalón. Sin dudar un momento, y con toda la tranquilidad posible, saqué aquel pedazo de metal en forma de "R" de mi bolsillo. Se la di sin siquiera voltear mi cuerpo en torno a la persona, y esperé a que me indicara instrucciones.
— Bien hecho. Ahora, sígueme por favor —su voz sonaba amable, pero… había algo de misterio en ella. Algo que no sabía explicar muy bien. ¿Sería frialdad? ¿O sería algo más?
Nos alejamos de entre la muchedumbre enfurecida. Ni siquiera nos habían notado cuando nos fuimos. Seguí a la persona, y doblamos a un pasillo más oscuro de lo debido. Ahí, en la misma manzana en la que se encontraba el edificio, entramos en una puerta pequeña, pero escondida entre las calles. Sin duda era una de las puertas de emergencia de la gran construcción.
Caminamos por unos pasillos alumbrados, hasta que dimos con una puerta que nos adentraba a la sala principal del edificio. Allá afuera, noté que la gente aún seguía reclamando, pero los gritos se escuchaban con menor intensidad.
— Por aquí —me mencionó aquella persona. Había estado tan distraído por la gente que no me di cuenta de su apariencia.
Al notarla, una corazonada por poco me arrancaba el pecho. El estómago se estrujó dentro de mí, y los nervios los sentí de punta. Era ella. Era la jugadora que había estado con el sujeto encapuchado. Era Cintia.
Traté de mantener la compostura, pero me era imposible. Entramos a un elevador, y una música de ambiente comenzó a sonar mientras ascendíamos varios pisos.
La mujer ni siquiera me volteó a ver en lo más mínimo. Ella estaban tan quieta, con la mirada puesta en un solo lugar. No sabía decir exactamente en lo que estaba pensando, si es que estaba pensando en algo. Su mirada tan fría me hacía creer que no estaba pensando en nada, pero estaba equivocado, puesto que ella rompió el hielo.
— Él está esperándote. ¿Por qué te has tardado tanto? —esa voz… esa voz tan inocente, pero a la vez tan llena de misterio.
— Yo… —hubiera preferido mantenerme en silencio, escuchando a la música relajante, que haber contestado inútilmente.
— Bueno, no importa. De todas maneras él ya había previsto aquello. Sabía que no llegarías enseguida.
— Lo siento, pero es que todo esto…
— Vaya. No me digas que te sorprende. Él te lo había dicho ayer. Te dijo que mucha gente moriría hoy.
— Y tú… ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no estás en el juego? ¿Por qué no tienes una apariencia diferente en el juego?
— ¿Viniste aquí a hacer preguntas, o a recoger tu nuevo casco, niño?
Su voz causaba tanto miedo, que ni siquiera tuve el atrevimiento para responderle.
Las puertas de elevador se abrieron, y sin embargo, ella se quedó ahí. Su mirada fría me indicó que debía de ir yo sólo, al final del pasillo, donde se encontraría él. Donde se encontraría quienquiera que fuese aquel sujeto. Sabía que era él. Sabía de antemano que el sujeto encapuchado del juego, sin nombre alguno, y con mucha información sobre el juego, se encontraba detrás de esas puertas. Pero… ¿sería quien yo creo que es? ¿Sería…? No, imposible. El Profesor Oak está muerto. ¿O podría ser él, y tan sólo me habrá mentido?
Las puertas del elevador se cerraron, y lo último que vi fueron las pupilas oscuras y frías de Cintia, acompañada de una leve sonrisa que no supe si era de maldad o de satisfacción.
Caminé por el pasillo y me situé frente a la puerta. Tomé un gran respiro y entré. Él estaba sentado frente a mí, en un gran escritorio. Sin embargo, la sala estaba totalmente vacía, y todo estaba en plena oscuridad, inclusive él. La noche carecía de luna esta vez debido a lo nublado que estaba, así que no podía ver mucho.
— Tómalo y vete —su voz era grave, pero tuve la certeza de que no parecía la voz de Oak. Aunque no estaba muy seguro.
Me acerqué al gran escritorio, donde había una gran caja que tomé entre brazos, y me alejé sin decir palabra alguna. Sinceramente estaba un poco aterrado por él, por lo que no podía decir nada. No me atrevía a hacer nada. No obstante, tenía muchas dudas que quería responder. Debía aunque sea armarme de valor y decirle algo… lo que sea…
— El casco… —aquello no lo impresionó, pero centró su atención en mí—. El casco… con él debo controlar a todos, ¿no es así?
Interpreté su silencio como una afirmación, por lo que proseguí.
— Lo que no entiendo, es que si debo de matar a los jugadores para controlarlos, ¿ellos no morirían realmente? En el anuncio, el creador dijo que el que muera dentro del juego, iba a morir en realidad. No lo entiendo.
— Este casco no por nada es especial, Ash —mencionó. ¿Cómo es que sabía mi nombre? ¿Por qué su voz se me hacía tan conocida? En ese momento, supe que el tipo que estaba frente a mí, era el que me había dado la insignia en el supermercado.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— Esa consola que traes ahí, es de las únicas capaces de matar a un jugador sin que en realidad lo asesiné. Del mismo modo, a ti tampoco te podrán asesinar si llevas ese casco puesto, aunque no creo que importe demasiado, ya que eres un beta.
— ¿Quieres decir que el que lo lleve, aún así sea un jugador normal, no va a poder morir realmente?
— Exacto.
Me sorprendí. ¿Quién demonios había creado este nuevo casco? Estaba más que claro que el que había creado tanto la consola como el juego, eran el profesor Oak, pero esta nueva consola no tenía ni idea. Si él ya estaba muerto… ¿entonces quién? ¿Quién era lo suficientemente inteligente como para poder hacer una nueva consola capaz de revertir todos esos efectos?
— ¿Quién eres? —pregunté, antes de irme.
— No creo que quieras saberlo —me dijo enseguida—. Ahora, lárgate de aquí, que tengo que irme lo más pronto posible.
— Esa gente de allá afuera se ve muy furiosa —mencioné, aunque no sé por qué lo hice—. Parece que están enojados por el juego. ¿No será que quieran ir contra el creador? ¿Acaso…? ¿Acaso tú…?
— Sí… yo soy el creador del juego —a pesar de mencionarlo, aún así no creí que fuera Oak. No podía ser él. No podía ser el profesor que intento proteger a mi madre, y el que avisó de que mi papá estaba muy cerca de Pueblo Paleta. No podía ser él —. Pero… creo que eres bastante estúpido como para saber mi identidad. Ahora lárgate.
Sin decir nada más, me acerqué a la puerta, pero hubo algo más que alcancé a escuchar.
— Y más vale que asesines a todos los que se puedan. O sino… bueno, tú sabrás lo que pasaría.
Y ahora estaba ahí, frente a dos cascos iguales, pero completamente diferentes. No sabía qué hacer. Realmente no lo sabía. Sin embargo, no es como si tuviera muchas opciones. O asesinaba a jugadores de PBO para que fuesen controlados, o mi madre estaría muerta, al igual que yo. No había más opciones que esas.
Me aferré al casco viejo; al que comenzó con toda esta aventura. Al que me adentró a ese mundo por 1,500 yenes y un cupón de frijoles. El casco que me acompañó durante estas semanas, mientras el tiempo pasaba en el mundo real.
Y del otro lado, tendría el casco que me iba a adentrar al mismo mundo, pero de una manera totalmente diferente…
Quería salvar a los jugadores de PBO. En verdad quería salvarlos. No me atrevía siquiera a pensar cuántas muertes van desde que se dio el anuncio. Quería que todo esto parara de una vez, pero iba a ser todo lo contrario. No sabía los efectos que se iban a causar una vez que una persona estuviera controlada, pero sabía que era algo malo. Sabía que no estaba haciendo lo correcto, pero a la vez, lo estaba haciendo.
Quería salvar a mi madre, pero a la vez quería que todos en PBO volvieran a la normalidad. De todas maneras, si elegía la segunda opción, no sabría cómo hacerlo. No tenía ni idea de cómo iba a poder salvarlos. ¿Pasar los 100 niveles del juego? No… eso era imposible, ya que el único que se salvaría sería yo. Además, me tomaría mucho tiempo. ¿Entonces, qué debía de hacer? ¿Por qué yo era de los afortunados que se podían conectar y desconectar a voluntad? ¿Por qué los beta podían hacerlo? ¿Acaso sería una señal de que debía salvar a todos?
No sabía qué hacer. Y entonces, noté que las lágrimas caían sobre la consola vieja. Noté que las lágrimas recorrían mis mejillas, e invadían más a la consola que tenía entre mis manos. Los sollozos irrumpieron con el silencio apacible que había dentro de la casa.
Estaba desesperado, confundido y aterrorizado. No sabía dónde estaba mi madre, y no sabía si Brock y Misty estaban a salvo. No sabía qué demonios pasaba, pero lo único que sabía es que si no hacía algo pronto, iba a estar acabado.
Y en ese momento, unas luces atravesaron las cortinas de mi ventana. Luces rojas y azules, y el sonido de una sirena se hizo presente.
Tocaron la puerta bruscamente.
Era la policía.
— ¡¿Hay alguien ahí?!
¿Qué es lo que querían? ¿Qué querían de mí?
— Tenemos una orden de checar todas las casas de la ciudad. ¡Por favor, abra en este momento!
Sabía lo que querían. Y no los culpo. Sin embargo, esto era algo malo… En ese momento, supe que si me quedaba ahí, paralizado, iban a derribar la puerta, me iban a ver con dos cascos virtuales, y me los iban a arrebatar de las manos, para que jamás vuelva a jugarlo. Pero si jugaba ahora mismo PBO, sabía que esta era mi última vez en el mundo real, a pesar de poder desconectarme y conectarme a voluntad. Sabía que era el final para mí en este mundo… Necesitaba jugar este juego. Necesitaba hacerlo para salvar a mi madre, o para salvar a todos los jugadores. Necesitaba que la policía me encontrara de aquella forma: inconsciente, con la consola encendida, y yo en otro mundo que no fuera este.
Pero era cuestión de tiempo. Ahora mismo debía elegir…
Matar a todos los jugadores para que fuesen controlados, incluidos a Brock y Misty, para que mi madre estuviera a salvo dondequiera que estuviese, o averiguar la forma de poder salvar a los 49,999 jugadores restantes, o los que quedaban dentro del juego.
Jugar a ser el villano o jugar a ser el héroe.
Ninguna de las dos opciones me convenían, pero debía de elegir ahora.
Me limpié las lágrimas de los ojos, traté de calmarme al mismo tiempo en que oía de nuevo el golpeteo de mi puerta.
Antes de encender la consola, noté que en mi mesa había un plato con un emparedado a medio morder, lo que agradecí. Esta era la última vez que lo probaba. La última.
Di un mordisco, me quité más lágrimas sobre mis mejillas y encendí la consola para adentrarme en Pokemon Battle Online.
Lo último que pude escuchar antes de abandonar la realidad, fue el quebrar del candado de la puerta, mientras los policías invadían mi morada.
Jugar a ser el héroe… o jugar a ser el villano.
No… jugar estaba mal dicho. Esto ya no era un juego. Esto se había convertido en algo serio; algo que se convertiría en mi realidad a partir de ahora.
Ser el héroe o el villano.
Sí… así se escuchaba mucho mejor. Sin embargo, tan sólo debía de elegir una opción. Una opción de la que tal vez me arrepienta o tal vez no, pero debía de tomarla ahora.
Y con el casco que había elegido… sabía que esa iba a ser mi elección.
Bueno, antes que nada quiero agradecerles a cada uno de los lectores tanto por sus visitas, como por sus reviews, y gracias por seguir leyendo esta historia. Que tengan un muy buen año nuevo, y esperemos que el 2015 nos traiga muchas sorpresas y siga si Dios quiere con este fic (: ¡Feliz y próspero año nuevo 2015! Y LAMENTO haber tardado en la actualización, pero he estado sin internet estos días porque ando en un pueblito xD ENTONCES EL SABADO SERÁ LA ACTUALIZACIÓN POR HABERME TARDADO,no el viernes xD PD: Recuerden llevar puesto calzones rojos para que tengan mucho amor en el 2015 xD
Próximo capítulo: La valentía de Misty.
