Capítulo 27
La Valentía de Misty
Mi vista no se apartó de ella. Sus ojos azules, que estaban observando el mapa que había frente a nosotros, estaban desprendiendo un brillo extraño; un brillo que no supe si era real o virtual. Después de todo, esos conceptos ya no importaban dentro de este maldito mundo. Esos orbes, brillaron a través de una oscuridad que era apenas iluminada por un candelabro que adornaba las paredes musgosas y húmedas de madera. El calor se hacía presente, a pesar de que estábamos en un sitio frío y oscuro, debido a que varias personas se encontraban alrededor de la habitación, con la vista fija en los planos que había sobre la mesa desgastada. Todos estaban atentos, excepto yo. Yo aún seguía mirando esos ojos de un color cobalto.
Jamás me había imaginado que ella, la chica que estaba frente a mí, fuera la que hubiera estado a un par de lugares más allá dentro de mi salón de clases. Jamás hubiera imaginado que ella, la joven Hikari que se notaba obstinada, fuerte y valiente, fuera en realidad una joven líder porrista, popular y materialista. Aún seguía sin creerlo, aunque a Brock no le costó mucho trabajo el asimilarlo. Lo bueno de todo ello, es que a ella no la odiaba mucho. De todas las personas que iban en mi escuela, ella, sinceramente no me importaba mucho. Inclusive, cuando nos dijo que también Misako, que en realidad era Serena, había estado jugando este juego, e inclusive había estado con nosotros, tampoco me importó mucho. Lo que sí noté, fue que a Dawn no le había causado mucha gracia eso; sin embargo, no quise tocar ese asunto.
Después de que se había dado el anuncio, pasó un día antes de que todos reaccionaran como debían de hacerlo. Mejor dicho, una minoría reaccionó correctamente. Afortunadamente, yo estaba entre ese mínimo porcentaje.
Sí, es cierto que me dolió el saber que jamás volvería al mundo real, y que jamás volvería a ver mis hermanas, o mis padres. A pesar de que los odiaba, me dolía el hecho de saber que jamás los volvería a ver. No obstante, yo no era la clase de persona que se desplomaba y echaba a llorar. Debía de hacer algo… Necesitaba reaccionar como era debido, y tratar de hacer todo lo posible para pasar el juego.
Y Brock, junto con Dawn y yo, fuimos de las personas que reaccionaron de esa manera. Lo menos que debía de hacer ahora era tirar la toalla, y tener un rencor hacia Dawn por saber que era ella Hikari. Eso no era importante ahora. Lo importante en estos momentos era idear un plan para ir nuevamente hacia las mazmorras del nivel dos. Sin embargo, esto ya no era lo mismo. Esta vez, si te asesinaban dentro de las mazmorras, o si el jefe del nivel dos te asesinaba, ibas a morir realmente.
Lo peor de todo, es que yo aún carecía de Pokemon alguno, puesto que no tenía a Togepi. Sin embargo, eso no era un problema para mí. Con mis puños sería suficiente.
De las treinta y tantas personas aproximadas que habían estado dentro de la "party" secreta para vencer al jefe del segundo nivel, tan sólo habíamos diez de nosotros. Era una cantidad muy limitada para poder hacer algo… pero si no lo hacíamos ¿Quién más lo haría? Los cuatro betas habían permanecido, justo como lo pensaba. Ellos no serían la clase de jugador débil que se desconectaría porque se les impuso miedo y terror. Y yo tampoco.
Finalmente aparté mi mirada de los ojos de Dawn, ya que necesitaba prestar mi atención a el plan que se estaba ideando, aunque me di cuenta de que esto ya era prácticamente el final.
— Sé que somos muy pocos —comentó Paul. Su apariencia había cambiado no mucho, aunque tenía el pelo más largo y era más esbelto—, pero haremos lo posible para vencer al segundo jefe.
— ¿Cuándo atacaremos? —mencionó un jugador normal, que había permanecido valientemente dentro de la party.
— No lo sé —respondió Paul con sinceridad— Tenemos que planear más esto. No debe de haber ningún error en nuestro plan.
Todos quedaron en silencio. A pesar de que los beta eran jugadores experimentados, yo sabía que esto era diferente. Nadie había luchado jamás para salvar sus verdaderas vidas, y eso nos convertía a cualquiera en novatos. El semblante de Paul era inexpresivo, pero sabía que dentro de él, algo de incertidumbre y confusión había estado inquietando su mente. Y no sólo él, sino que todos sabíamos de antemano que diez hombres no eran suficientes para poder ir a las mazmorras. Necesitábamos más gente, pero nadie se atrevía a decirlo, puesto que nadie se querrá unir a nosotros. Todos tenían miedo justo ahora, pero un día perdido era oro para nosotros, los que queríamos volver al mundo real.
— Esto no funcionará —mencionó sorpresivamente Dawn. Se acercó más al candelabro, y su cabello azul lanzó brillos débiles, junto con la armadura oxidada de novata que llevaba. Se reajustó el carcaj en la espalda, y se mantuvo firme ante la mirada de todos—. Paul… esto no va a funcionar.
— ¿Y qué sugieres, novata? —inquirió agresivamente Paul.
— No es como que tuviéramos muchas opciones —intervino con más agresividad otro de los beta, Drew. Él también estaba en nuestra escuela, y eso nos sorprendió tanto a él como a nosotros. No obstante, lo que más nos sorprendió a Brock, Dawn y a mí fue que él era un beta. Jamás habíamos imaginado que un bravucón, bueno para nada, fuera un beta dentro de este juego. Sin embargo, no le dimos muchas vueltas al asunto, ya que como había dicho antes, eso era lo menos importante en lo que se tenía que pensar ahora.
— Sé que somos pocos, pero sinceramente, necesitamos a más gente —finalmente ella lo había dicho. Ella dijo lo que todos estábamos pensando, pero nadie se atrevía a decir.
— No creo que alguien se unos una —opinó Iris. Ella era otra de las beta, con una gran melena ondulada y azul, de tez morena y ojos castaños.
— No lo sabremos si lo intentamos —Dawn parecía ser muy confiada. ¿Desde cuándo era así? Mejor dicho… ¿desde cuándo se volvió así?
— Escucha, novata. ¿Acaso crees que alguien va a ir a las mazmorras del nivel dos, después de que se dio el anuncio de que esto ya no era más un juego? Nadie tendrá el suficiente valor como para arriesgar su vida de esa manera, excepto nosotros. Además, justo ahora no hay ningún gremio. ¡Ninguno, excepto el gremio Esmeralda! Nadie se tiene la confianza suficiente. Y si casualmente encontramos a alguien que quiere ir a las mazmorras del nivel dos, lo haría por su propia cuenta, aunque te parezca increíble. En este juego, sólo se salvará uno… Sólo uno.
— ¿Y entonces por qué no te retiras y vas tú solo a las mazmorras, Paul? —cuestionó Citron. Su apariencia había cambiado notablemente. Era más bajo, con frecuenta usaba sus lentes, y su cabello era más largo. Él nos había apoyado desde un principio, y eso me agradaba. Paul se quedó en silencio—. Yo apoyo a Hikari. Necesitamos a más gente, pero la cuestión aquí es saber el cómo convencerlas.
— Yo me encargaré de eso —mencionó Dawn, valientemente—. Mientras tanto, alguno de ustedes, tendrá que ir con el gremio Esmeralda, y decirle que necesitamos de su ayuda. Masato es fuerte, y tampoco duden de sus miembros.
— ¡Me agrada la idea! —sonrió Iris, y soltó una risotada, mientras la daba unas palmas bastante fuertes a un Citron que se quejó—. Además… ¿Qué no son amigos de Masato, Paul?
— Sí, pero no creo que se nos una.
— ¿Por qué?
— No lo sé. Presiento que hay algo mal dentro de él.
— Bueno, más vale intentarlo ¿No? Hay que ir con él y hablar. Si rechaza nuestra petición de ayuda, por lo menos Hikari obtendría a algunos cuántos más ¿No? —las palabras de Brock fueron acertadas.
— De acuerdo. Hikari, te daré dos días para que consigas gente. Brock y los demás te acompañarán. Nosotros cuatro, los beta, iremos con Masato.
— Espera… Paul —mencioné instintivamente… Sabía lo que estaba a punto de decir, y sabía el por qué lo quería hacer. Quería ver quién era realmente aquella chica… aquella jugadora que había preferido antes su gremio que a su amiga—. Yo voy con ustedes…
El vapor que se desprendía de la taza de mi té, viajaba libremente por la espaciosa sala de estar esmeralda. Mis ojos no se separaban del cálido vapor, que al momento de tomar un sorbo, sentía el quemar de mi lengua. Otro sobro, y mi lengua volvía a quemarse. Otro sorbo más, pero aún así, el dolor que sentía no era el mismo. Parecía extraño, pero por un momento extrañé, aunque sea por unas milésimas de segundo, el dolor agónico y real que se sentía en la realidad.
Era un alivio, pero al mismo tiempo era algo tormentoso para mí. ¿Cómo reaccionar ante tal situación? ¿En qué tenía que pensar al ver que mi hermano, y mi mejor amigo estaban dentro del juego? ¿Era algo bueno? ¿O era algo malo? Por un lado, no estaba sola. Ellos me cuidarían las espaldas, y yo cuidaría las de ellos. Sin embargo, el otro lado era que tenían el riesgo de morir, ya que ninguno de nosotros estaba a salvo dentro de este mundo.
Pero… pero ahora no podía pensar en nada más. Lo único que venía a mi mente era el ver cómo trataba de presionar el botón. Cómo estaba a punto de presionarlo, después de que todos se habían enterado de que esto no era una broma. Cómo estaba a un paso de haber muerto, aunque realmente, no sabía lo que hubiese pasado.
Recordé la mano precipitada de Brendan al detenerme, y esa mirada castaña que había extrañado, pero al mismo tiempo, había olvidado. Recordé cómo me emocioné por verlo, pero al mismo tiempo llegó a mi mente el triste sentir cuando noté que ambos estábamos en una situación peligrosa.
¿Cómo es que esto era real? ¿Cómo es que podía creerle al creador del juego? ¿Acaso estaba jugando con nosotros por diversión? ¿O en verdad esto era real?
— No lo hagas —mencionó, mientras yo aún seguía atónita—. No lo hagas, May.
Sentía extraño al recordar cómo me lo había mencionado de una manera seria, cuando él era un bromista bueno para nada.
Sin embargo, sus palabras me habían salvado la vida, aunque fuese absurdo.
En ese momento, mis pensamientos se vieron afectados debido a que mi hermano, aún con aquella esbelta figura, apareció por el lugar.
— Tenemos visita, May. Unas muy importantes —dijo con aquella seriedad de líder que lo representaba.
— ¿Quiénes?
— Son unos amigos míos, aunque… la última persona puede que no te agrade.
Aquello me sorprendió. Seguí a mi hermano por los pasillos de la mansión verde. Al verlo caminar frente a mí, su capa se agitaba enormemente, haciéndome pensar en por qué a él no le había afectado esto. ¿Por qué aún seguía con aquella apariencia? ¿Por qué no se había convertido en el chico debilucho y enano que solía ver diario en mi casa? Recuerdo la vez cuando se lo pregunté, y al hacerlo, dudó un momento.
— No lo sé. Al parecer a todos no les afectó eso.
Ni siquiera el otro par de miembros masculinos se creyó aquella farsa, pero no dijeron nada al respecto. De hecho, Max se había comportado muy extraño desde que se dio el anuncio… No, desde mucho antes. Desde que tuvo aquella pelea con el Destello Eléctrico.
Llegamos a una gran puerta de piedras esmeraldas talladas, y al abrirla, una gran mesa rectangular y alargada se situó frente a nosotros. Shigeru y Brendan ya estaban ahí, pero lo que me impactó fue ver a otros cuatro sujetos, y sobretodo a una chica pelirroja que al principio no pude reconocer.
En ese momento, volteé a ver el nombre de su avatar.
"Kasumi".
Algo no tenía sentido. Sabía desde un principio que todas las apariencias de los jugadores —aunque la de Max era la excepción—, habían sido afectadas y transformadas a las verdaderas apariencias. No obstante, había algo que no encajaba. ¿Cómo es que ella… la chica que siempre me insultaba en clase, o cada que la miraba me respondía con una mirada amenazante, era la chica con la que formé un lazo de amistad dentro del juego? ¿Cómo es posible que Misty, la chica sin amigos y brusca, hubiese sido mi mejor amiga en PBO?
El estómago se revolvió dentro de mí. No sabía qué decir, y me quedé paralizada ahí. Max se sentó en la cabecera de la mesa, y cuando se carraspeó la garganta y me lanzó una mirada incómoda, reaccioné.
Desafortunadamente, el único lugar vacío era el que había frente a Kasu… Misty, así que tendría que soportar su mirada de odio, rencor, tristeza y cualesquiera que fuesen los sentimientos negativos que ahora sentía por mí. No parecía estar impresionada por ver mi real apariencia, sino que creo que estaba más furiosa de lo que ya había estado conmigo.
— ¿Y bien? ¿A qué se debe su visita, viejos conocidos? —esto último era obvio que no iba para la pelirroja, ya que Max al decirlo, miró unas milésimas de segundo a Misty, que no apartaba la vista de mí. Yo no me atrevía a mirarla… no podía.
— Escucha, Masato —la voz grave del chico de mata púrpura me llamó la atención. Su voz era tan grave e intimidante, que era imposible no voltearlo a ver—. Sé que todo esto ha sido una locura para todos. El pensar que jamás volveremos a… tú sabes, la realidad.
— Lo sé.
— Bueno. Iré directo al grano —dijo—. Hemos estado reuniendo personas para atacar las mazmorras del nivel dos. Y queremos que nos ayudes. Que tu gremio nos ayude.
— Vaya… —mencionó Max un poco sorprendido, aunque no supe decir bien si aquello era algo sarcástico o real—. Bueno, no sé qué decir, Paul.
— No hay nada que decir. Tan sólo ven con nosotros, y ayúdanos a vencer al jefe.
— ¿Y cuánta gente han reunido? —mencionó Shigeru fríamente. Su apariencia había cambiado considerablemente. Ese cabello de tonos rojizos había cambiado a una melena completamente castaña, y sus pupilas brillantes y amarillentas habían perdido todo el color que poseían.
— No más de diez personas.
— Bueno, no es por ser pesimista, Paul, pero tu "party" no podrá con esa cantidad de gente —opinó Max.
— Es por eso que hemos venido a solicitarte que nos prestes tus fuerzas.
— ¿Y por qué yo? ¿Por qué mi gremio?
Paul se quedó en silencio durante unos segundos, pero el chico de al lado, lo interrumpió. En ese momento, supe que él también iba en mi escuela. Había estado tan concentrada en ver que Kasumi era Misty, que no me di cuenta de que aquel chico, Drew, había estado también en nuestro salón de clases. Aunque ni siquiera le había dirigido la palabra una sola vez.
— Porque tú eres el más fuerte de aquí —comentó—. Todo el mundo piensa que tú eres el más fuerte.
— Ustedes saben que no es verdad.
— Sí… lo sabemos —respondió el chico rubio de lentes que estaba a un costado de Drew. Sinceramente, no tenía ni idea de lo que estaban hablando.
— Entonces… ¿Por qué no llaman a alguien más? ¿Por qué a mí?
Aquella pregunta los hizo mantenerse en sus lugares por algunos segundos más. Nadie dijo nada, hasta que la última persona que había pensado que nunca iba a hablar, lo hizo:
— Porque tienes el gremio más fuerte actualmente que hay en PBO. Inclusive, pude notar hace unos días que no aceptabas a cualquiera, y eso me quedó claro —Misty volteó a ver a Masato de una manera que no pude comprender—. Porque eres la única que persona que conocemos que tiene la fuerza necesaria para poder ayudarnos. Porque… todos los demás, inclusive betas, han estado escondidos cobardemente. Sólo sé que tú y tu gremio, puede ayudarnos no sólo por la fuerza, sino porque sé que actuarían de una manera valiente.
Tanto Max, como todos en la sala, se quedaron quietos y en silencio ante las palabras sorpresivas de Misty. No obstante, el Espadachín Esmeralda esbozó una sonrisa misteriosa.
— ¡Vaya! Es un discurso muy convincente, Kasumi. Pero dime algo… Si les presto mis fuerzas, corro el riesgo de que alguno de mis miembros pierda la vida. ¿Qué harás si algo así pasa?
— Sé que no perderán la vida. No por nada usted organizó un gremio para ver quién era el más fuerte.
Max dejó de sonreír, y en ese momento, la chica que se encontraba al lado de Misty, rió.
— ¿Lo ves, Masato? La chica tiene razón. Ayúdanos.
— ¿Y qué gano si los ayudo? —cuestionó sabiamente—. ¿Qué gano yo con todo esto? ¿Poder? ¿Dinero? ¿Fama? No es por presumir, pero eso ya lo tengo. Necesito algo más…
— Pues… —Paul habló, pero Max lo interrumpió.
— Y antes de que ofrezcas otra cosa, sé que no me servirá. Aquí todos sabemos de antemano que lo único que queremos ahora es que todo vuelva a la normalidad, ¿no es así? Todos queremos pasar el juego. Todos queremos dejar este mundo virtual, para poder volver a la cruda y cruel realidad. Pero… todos sabemos que sólo una podrá hacerlo. ¿Qué ganan con esto? ¿Cuál va a ser su recompensa si pasan el segundo nivel? De hecho… ¿Cuál es su recompensa si ustedes, y a la gente que convenzan, pasan todo el juego? ¿Qué les van a decir? ¿Qué se van a decir ustedes mismos? ¿Qué sólo uno podrá salvarse, después de que han luchado incansables batallas en equipo, y inclusive formando lazos de amistad entre compañeros? ¿A quién salvarían? ¿Por qué hacen esto? —Max dio un respiro. Jamás pensé en todo lo que había dicho… y jamás pensé que un niño de diez años, un hermano que parecía inocente en la vida real, fuera así de duro acá— Oh, y antes de que por azares del destino diga que sí, recuerdo cuando sucedió aquello…
No comprendía de lo que hablaba. Ni siquiera Brendan, Shigeru o Misty lo hicieron debido a sus rostros confusos.
— Recuerdo que les dije en aquel lugar, que quería que me acompañaran a un lado. Quería sus fuerzas… quería hacer un gran equipo con ustedes. ¿Y qué hicieron? Se largaron, como si nada de lo que hubiese dicho les hubiera importado.
— Masato, yo… —intervino Paul.
— Lo siento, Paul. Pero así son las cosas ahora. No cuenten conmigo —sonrió, y se levantó de la silla, mientras dejaba en un sosiego incómodo a todos.
Comenzó a rodear la mesa, para salir por la puerta esmeralda. De un momento a otro, el silencio se expandió más, y cuando estuvo a punto de salir, sucedió.
— Me das asco.
La voz de Misty lo detuvo en su lugar. No se volteó, no se movió… tan sólo esperó a que sucediera algo más.
— ¿Qué dijiste, novata?
— Lo que oíste. Y no me importa si me llamas novata. No me importa si alguien de aquí, o alguien más de este estúpido juego me llama de esa manera. Novata. Sí… puede que sea una novata, pero ¿sabes qué? Yo si tengo el valor suficiente para enfrentarme a esta situación. Yo sí me puedo atrever a llamarme valiente, porque en vez de esconderme por ahí en una mansión si hacer nada productivo, yo sí estoy tratando de solucionar las cosas.
— ¿Y cómo piensas solucionarlas?
— Me volveré más fuerte. Haré lo que sea necesario para poder pasar el juego, y no me importa si sólo se salvará uno. Con que uno se salve, será más que suficiente. Prefiero eso, a que nadie más lo haga. Prefiero luchar, aunque sea por algo que sé que no podrá salvarme, a estar ahí sin hacer nada. Puede que sea una novata que ni siquiera tiene Pokemon, pero sé que yo tengo algo que tú no tienes, espadachín: Valor.
Max se quedó ahí, parado sin decir palabra alguna. Después de unos momentos, se fue, dejando a Misty parada en su sitio, con una rabia que no podía explicar.
— Vámonos —mencionó Paul inexpresivo.
Uno a uno, se fue parando de la mesa esmeralda y caminó hasta la puerta. Yo y mis dos compañeros seguimos sentados, con incomodidad por lo que había pasado. Misty me dedicó una última mirada, y salió de ahí.
Parecía que ellos no habían conseguido a alguien que les ayudara, pero se equivocaban.
— Esperen —mencioné, mientras veía a Brendan y Shigeru— Puede que Masato no quiera, pero yo…
Misty se paralizó en su lugar.
— A pesar de ser del gremio Esmeralda, yo los ayudaré.
— Y nosotros dos igual —finalizó mi mejor amigo.
Bueno, el siguiente capítulo estará más interesante. Prometo que pronto habrá romance xD Solo faltan unos cuantos capítulos más. Este capítulo fue más como para ver la situación en la que los demás se encuentran, y cómo reaccionan ante todo. Los capítulos que siguen se concentrarán en un sólo personaje, digamos que es como que una pequeña saga que es importante, y dejare de lado a los demás personajes por un rato. Nos leemos el martes, y gracias por los reviews y por seguir la historia. Si no se han animado a dejar un review, háganlo :D Bueno, que tengan un muy buen inicio del 2015. ¡Nos leemos!
Próximo capítulo: El Gremio Novato
