Capítulo 28
El Gremio Novato
Recuerdo esa vez. Mi mente jamás olvidaría el día en que se anunció que este juego era mortal, y tampoco olvidaré al ver lo que sentí cuando Hikari, la mejor amiga que tenía dentro del juego, se había convertido en una completa desconocida, pero al mismo tiempo en una persona tan conocida que inclusive la odiaba. Recuerdo cuando ese mismo día, un 2 de Noviembre del 2022, había salido corriendo de ahí. No me importaba si la gente se cruzara en mi camino, o me fuese imposible el abrirme paso entre todas las personas confundidas y aturdidas. Éste era el fin, y yo lo sabía muy bien. Lo peor de todo, es que debía de enfrentar esto yo sola…
2 FEBRERO DEL 2022.
TRES MESES DESPUÉS.
Esa noche había luna llena, afortunadamente. Todo estaba despejado, y se podían ver un sinfín de estrellas entre la oscuridad del firmamento. A veces, había más de una luna que alumbraba la noche, y había Pokemon voladores surcando los aires, aunque yacían inmóviles a pesar de estar moviendo las alas; apenas podía distinguirlos, ya que parecían unas manchas difíciles de ver a través de la negrura del cielo.
Trataba de jugar con las estrellas, tratando de darles alguna forma, o recordando las constelaciones que había al otro lado de este mundo. Quise recordar las estrellas que conformaban la Osa Mayor, o la Osa Menor. Mi madre me solía hablar mucho de ellas, pero al tratar de recordarlas, era en vano. Poco a poco, los recuerdos de la realidad comenzaban a nublar mi mente. Poco a poco, la realidad comenzaba a distorsionarse, y a veces lo único que podía ser capaz de recordar era el momento en que entraba al juego. De un momento a otro, tenía miedo de que me olvidara por completo de mi madre.
Pero no había nada que hacer. No podía hacer nada con respecto a este problema. La única salvación era pasar los cien niveles del juego, y yo era una inútil y débil jugadora, que había entrado a un gremio injustamente. Yo no podía hacer nada al respecto. Era imposible.
Inclusive, tenía miedo de luchar. Me aterraba el ver a un Pokemon salvaje frente a mí, y el saber que esa podría ser mi última vez con vida. No quería morir. Quería seguir con vida para volver a ver a mi madre; sin embargo, sabía que eso no pasaría nunca. Ella se había ido, o mejor dicho, yo era la que se había ido; la hija que había abandonado a su madre. Quería permanecer viva para poder recordarla, pero al mismo tiempo, me sentía muerta. No sabía cuánto tiempo había pasado desde el anuncio, ya que todos los días me parecían lo mismo.
Todos los malditos días, he estado escondiéndome entre los pueblos. He estado durmiendo bajo una posada, a salvo en las zonas seguras. No he visto a un Pokemon más que a mi Fennekin, y éste parecía estar triste, aunque trataba a veces de consolarme.
Me volví a cubrir más con la manta que había entre mis piernas. Mi Fennekin trataba de calentarme con algo de su débil fuego, pero era imposible con el frío que había aquí afuera. Las bajas temperaturas era un martirio para mí y mi Pokemon; se sentían tan reales, que por un momento pensé que estaba en el auténtico mundo.
Mi Pokemon chilló débilmente. No cuestioné su comportamiento, ya que sabía que no le había dado de comer desde hace un par de días. No tenía dinero siquiera para alimentarme a mí, a pesar de que era comida falsa. No obstante, el comer me hacía sentir que aún seguía en el otro mundo. El comer y el beber, me hacían sentir aún con vida, y aunque yo no lo crea, hacía sentir a mi estómago tranquila. ¿Cómo es que funcionaba aquello? ¿En verdad estaba comiendo? ¿O allá, del otro lado, mi madre me estaba dando de comer mientras me veía inmóvil, con los ojos cerrados y el casco puesto? No lo sabía.
— Lo siento, Fennekin —noté que el vaho salió de mi boca debido al susurro—. No tengo más dinero; ni siquiera podemos pasar la noche en una posada. En verdad, lo siento.
Las palabras me dolieron. Sonaba como una cobarde. Sinceramente, yo era una cobarde. Preferiría estar segura, aquí debajo de una manta que apenas nos cubría a mí y a mi Pokemon, que pelear allá afuera con algún Pokemon y conseguir algo de dinero y puntos de experiencia. No tenía el valor para hacerlo. Yo valoraba mi vida más que nada… lo hacía sólo para poder pensar en mi madre.
El sueño se apoderó de mí, y no supe cuando lo hizo. De repente, comencé a soñar que yo estaba en la escuela, y todos los chicos comenzaban a verme y a mandarme regalos. Inclusive, aquel chico tímido, Ash Ketchum, me sonreía, y me daba un ramo de rosas. ¿Quién diría que después de todo no eran tan tímido?
En ese instante, oí un gruñido. La alerta de mi Fennekin me despertó, y ahí fui capaz de ver que alguien se acercaba a mí. Me tallé los ojos para ver con más detalle, y en efecto, una silueta se acercaba a mí con curiosidad. Me espanté por unos segundos, y retrocedí algo aterrada. Por un momento me sentí como una criatura indefensa e inútil que no tenía a nadie. Me sentía como un Pokemon abandonado.
— Tranquila —me mencionó el sujeto. Al verlo con más detalle, noté que era un chico. Un chico con una gorra de un tono rojo oscuro, y encima de ella, portaba unas gafas oscuras que hacían juego con las botas alargadas de caucho y sus cabellos y orbes azabaches. Su tez era tan pálida, que no supe si había estado así por el frío, o si en realidad era así. Sus harapos azulinos de caballero novato, junto con la armadura cobalto que llevaba, estaban un poco oxidados, pero noté que estaba bien abrigado gracias a que además llevaba un abrigo con cuello de tortuga, lo que deseé más que nada en esos momentos, puesto que hasta mis huesos suplicaban por algo de calor.
El chico se acercó a mí lentamente, y me sonrió. No supe cómo reaccionar. No sabía si iba a atacarme y a acabar con mi vida. No sabía lo que iba a hacer, pero en ese momento, otro sujeto apareció detrás de él. Un sujeto que llevaba un Pokemon entre sus hombros. Un Pokemon que reconocí al instante, pero me hizo sentir unas punzadas nerviosas en el corazón, debido a que aquel Pokemon se parecía mucho al Pokemon del jugador que yo había estado deseando buscar desde hace un par de meses. Por un momento, había estado buscando a Satoshi en un principio; inclusive, después de que vi que en las mazmorras del nivel dos no se había presentado, o después del anuncio, no me rendí y seguí con mi búsqueda, pero jamás me había cruzado con él. Jamás supe el por qué me había salvado aquella vez…
— Hace frío, ten esto —el chico del Pikachu, parecía tener una edad menor que la del muchacho de gorra carmesí y que yo. Me sonrió y me ofreció la bufanda que había estado llevando puesta.
— N-no… —negué con la cabeza, algo débil por el frío. A la hora de mover mis dedos, ni siquiera los sentí. ¿Cómo es posible que este frío se sintiera tan real?
— Por favor —insistió el jovenzuelo de cabellos castaños.
— Haz de estar hambrienta —mencionó el otro jugador—. ¿Por qué no vamos a un lugar cálido, y te invitamos algo de cenar? Y después, si gustas, podemos invitarte a nuestra posada. Parece que este lugar no es muy adecuado para dormir.
— No, gracias —dije enseguida. Tenía miedo, más que nada. Tenía miedo de que ellos me apuñalaran por la espalda, y mi vida acabara. Tenía miedo de todo. Ya no quería estar en este juego… quería volver a la realidad.
— Vamos. Confía en nosotros —el chico de la gorra roja me extendió una mano, y el otro niño menor, de cabellos castaños y de gorra amarillenta y azulada, me sonrió inocentemente.
El frío, el hambre, y la mirada triste de mi Fennekin me hicieron aceptar. Sin embargo, debía de estar alerta.
Me costó trabajo pararme, ya que mis músculos habían estado inmóviles por un largo rato, pero después fue cuestión de acostumbrarme a volver a caminar. Junto con mi Fennekin en brazos, fuimos a una posada. Mientras tanto, noté que el pasillo era iluminado por los faroles que había alrededor, y las ventanas de las casas de piedra estaban iluminados. Sin duda cada quién se encontraba dentro de una casa, cubierto del frío que hacía dentro de este nivel del juego.
Cuando entramos, no había mucha gente, ya que eran altas horas de la noche. Sin embargo, una enfermera Joy nos atendió y sin pensarlo pedí lo que fuese de comida. Al principio, me disculpé con el chico que me iba a invitar, debido a que actué sin educación a causa de mi hambre. Él dijo que no había cuidado, y cuando la muchacha pelirroja llegó junto con un Chansey hacia nosotros, comencé a comer un par de huevos revueltos, pan tostado, y un vaso de leche. Al principio, me sentí rara porque esto era comida virtual, pero se sentía tan real, que después de unos instantes olvidé aquello.
— ¿Y bien? ¿Cómo te llamas? —el chico de gorra roja se notó amable.
— Misa… —Me detuve. ¿Se refería al nombre real, o al del juego?
— El real —dijo algo incómodo, con una sonrisa de oreja a oreja, y rascándose la cabeza.
— Oh, lo siento —mencioné, tratando de mantener los modales con la comida aún en mi boca— Soy Serena.
—Serena —repitió el chico pequeño— Es un lindo nombre —súbitamente, su Pikachu asintió y gimió de alegría—. Soy Ritchie y él es Pikachu.
— Yo soy Kalm, pero prefiero que me llamen "X" —el joven sonrió, y me miró de una manera que no pude comprender. Noté que su avatar era marcado por una x, significando que así era su nombre dentro del juego.
No hubo mucha plática al momento en que seguí comiendo. Una vez que terminé y estuve satisfecha, fue momento de romper el hielo de nuevo.
— Estoy algo apenada por lo que pasó —comenté y me ruboricé. Noté que mi Fennekin aún seguía comiendo sus croquetas Pokemon—. En verdad, no sé cómo agradecerles.
— No te preocupes, Serena —dijo Kalm—. Si lo deseas, puedes pedir algo más.
— No gracias, estoy satisfecha —mencioné con toda la amabilidad del mundo, como mi madre me había enseñado. En eso la recordé, y traté de forzar mi sonrisa hacia X—. Perdón la pregunta… pero ¿Por qué hacen esto por mí? ¿Por qué yo?
— No lo sé —dijo Kalm, y miró hacia otro lado— Es que… es que el verte ahí, tirada, no lo sé.
— ¡Yo se lo dije! —intervino Ritchie. Al parece aquel chico parecía ser muy lleno de energía— Yo le dije que te ayudara. Es que me entristecí al verte de esa manera, Serena. Quería ayudarte.
— Queríamos… ayudarte —corrigió Kalm.
— Gracias —sonreí, aunque algo triste— Lo siento, pero a decir verdad, me apena que me hubiesen visto de esa manera. Es que… no sé. Después de todo lo que paso, yo…
— Te entendemos —Kalm me tomó de la mano y eso me hizo sonrojar un poco—. Todos hemos pasado por momentos difíciles. Sé que quieres ver a tus seres queridos, y sé que has estado muy asustada. Después de todo, han pasado tres meses y apenas vamos en el nivel ocho del juego ¿Por qué no vienes con nosotros?
— ¡Sí, eso sería fantástico! —apoyó Ritchie y Pikachu gimió. Alguno de los que se encontraban en la posada nos voltearon a ver, y el chico se ruborizó ante al grito que él mismo había hecho.
— No sé… —Aún no me sentía segura con otras personas, pero no tenía nada más. No tenía dinero, no tenía gremio, no tenía amigos. Tan sólo tenía a mi Fennekin.
— ¡Vamos, Serena! Será divertido —mencionó Ritchie, y de un momento a otro lo miré inocentemente. El castaño se ruborizó después de que me reí de él—. ¡¿De qué te ríes?!
— Lo siento —dije entre risas—. Es que… sus gorras. ¿Dónde las han conseguido? Este juego es una especie de ambiente medieval. El verlos con esas gorras modernas, no lo sé, me causa algo de gracia.
— Oh, sí, ríete Serena. ¡Hazlo! —refunfuñó el chico— Han sido difíciles de conseguir. ¿Sabías que son únicas? Kalm y yo somos los únicos que tenemos estas gorras ¿sabes?; de hecho, todos nuestros amigos traen accesorios muy raros y únicos. ¡¿No es así, Kalm?! ¡SOMOS AFICIONADOS A LAS GORRAS! Además, también hemos conseguido otra, sólo que nadie de las chicas del gremio la quiso. ¡Enséñale, Kalm!
El azabache, con un semblante molesto por la orden de Ritchie y por llamarlo por su nombre real en vez del ficticio, abrió su inventario y de ahí sacó un sombrero rosado, y con un moño negro al costado. A decir verdad, era perfecta.
— Está muy linda —dije.
— ¡Ah que sí! —sonrió Ritchie— Puedes conservarla sólo si pasas la noche con nosotros.
— ¿Qué? —me quedé algo extrañada debido a la frase.
— No, no, no. ¡Ritchie, no seas atrevido! ¡¿Qué acaso quieres que esta chica se acueste con nosotros?!
— ¡¿Qué?! ¡Yo no dije eso!
— ¡Sí lo dijiste, yo te escuché!
— ¡No es cierto, no me malinterpretes! ¡Ella es muy linda como para que esté con alguien como tú!
— ¿Y quién ha dicho que tú eres el más guapo de todos, eh?
— ¡Ya, chicos! ¡Chicos! —me reí debido a su absurda pelea— He captado la frase. Me gustaría ir con ustedes. Además, me gusta la gorra.
— ¡Genial, Serena! ¡Los demás se van a alegrar de verte! ¡Ya verás que son buenas personas!
Al parecer, aquellos dos chicos no parecían ser tan misteriosos después de todo. Me agradaban.
No caminamos mucho para llegar al pueblo central del octavo nivel, que era Pueblo Azulona. Afortunadamente, no encontramos ningún Pokemon salvaje en el camino, por lo que estuve aliviada.
El pueblo, era gigantesco, y la mayor parte del camino estaba adornado de edificios pequeños que parecían departamentos, iluminados por decenas de faroles que asustaban la noche, debido a que la luz reflejada hasta podría cegarte los ojos. De repente, subimos unas pequeñas escaleras del porche de una de los tantas edificaciones pequeñas, y entramos. Subimos otras escaleras de madera hasta llegar al último piso. Ahí, noté que había mucho ruido, alboroto y gritos detrás de una puerta. En ese momento, mi estómago se revolvió debido a los nervios.
Cuando entramos, el ruido seguía, y las discusiones también.
— ¡Hola, gremio! —saludó Kalm, pero él fue completamente ignorado. Los gritos seguían, e inclusive Ritchie intervino en una discusión que había entre dos personas.
— ¡Hey, Trevor, no es justo!
— ¡No, lo que no es justo es que tú seas la que le vaya a ese equipo de pacotilla, Casey!
— ¡¿De qué hablan?! —intervino Ritchie, con la misma intensidad con la que estaban gritando dos de los sujetos que estaban dentro del apartamento.
— Es que él ha dicho que mi equipo de béisbol es una mierda. ¡Una completa mierda!
— Pues no ganaron la temporada pasada. ¡Fueron subcampeones! ¡SUBCAMPEONES! ¡JA! Además, en estos tres meses que van, no creo que hayan hecho mucho.
— Cállate. ¡LOS ABEJORROS DE KANTO SON LOS MEJORES Y GANARÁN ESTE CAMPEONATO, AUNQUE YO NO PUEDA VERLO! ¡SÉ QUE LO HARAN, MALDITA SEA! ¡Y MIERDA ES TU CARA! ¡ESA SI QUE ES UNA COMPLETA Y MALDITA…!
En ese momento, me vio ella. No sólo la chica que llevaba una gorra blanca de rayas negras y en el centro una especia de trueno, sino que todos los que estaban ahí me miraron de una manera sorpresiva, pero confusa.
El silencio me incomodó, y me ruboricé tanto que estuve a punto de salir de la puerta. Sin embargo, antes de que lo hiciera, Kalm me hizo un ademán para que me acercara más.
— Oh, ella es Serena.
— Pero ahí dice Misako —mencionó Casey, la chica de la gorra blanca y chaqueta amarillenta de equipo de beisbol.
— ¡JA, JA, JA! ¡DIJO MISAKO, Y SE LLAMA SERENA! ¡JA! ¡¿ACASO NO ES CHISTOSO?! —un viejo barrigón que se encontraba más allá, se rió como si hubiese sido el chiste más gracioso del mundo.
— No fue un chiste, Wattson.
— Oh, lo siento. ¡AUNQUE ES MAS GRACIOSO TU NOMBRE DEL JUEGO, CASEY! ¡¿Quién se llama AbejorroDeKanto97?! ¡JA! ¡QUÉ NOMBRE MÁS ORIGINAL! ¡JA!
Nadie se rió.
— Bueno, cómo sea. Ella es Serena. Se quedará un par de días aquí. Espero no les moleste.
— ¡Oh, más personas! —mencionó una niña pequeña que parecía ser la pequeña más siniestra del mundo. Ella era bajita, usaba harapos negruzcos, y las medias más negras que había visto jamás. Tenía el cabello más corto que había visto en una niña, y sus ojos negruzcos eran más oscuros y fríos que cualquier persona que hubiese visto. En ese momento, se largó a una habitación de las viarias que había, y cerró la puerta. Supe en ese momento que el estar ahí fue más incómodo.
— Lo siento, Serena —se acercó una mujer de cabellos verdes que tenía envuelto en una trenza larga y sedosa que le llegaba hasta la cadera, mientras un mechón se le escapaba por la frente. Tenía la tez más blanca que la nieve, y usaba un vestido esmeralda que brillaba inclusive en la oscuridad. Sus orbes verdes me vieron muy apenada— Sémola es algo tímida y seria.
— Sí, lo he notado. No hay problema. —sonreí amablemente.
— Soy Cheryl, espero que tu estadía aquí sea tranquila.
— ¡LO DUDO MUCHO! —intervino el viejo y rió como si no hubiese mañana. SI pensaba que Ritchie era el chico con más energía que había visto, me había equivocado— ¡Soy Wattson!
— ¡Oh, pero si es un Fennekin! —mi Pokemon estaba entre mis brazos, y cuando llegó aquel sujeto, el Pokemon sonrió, pero el tipo comenzó a dibujar algo entre un cuaderno—. Soy Tracey. Espera… espera. No te muevas. Este dibujo está quedando perfecto.
El chico se tardó algunos segundos, y me impresioné cuando me había retratado a mí y a mi Pokemon.
— ¡Oh, es muy lindo! ¡QUÉ TIERNO! —En ese momento, una chica de una boina blanca y cabello rubio corto, se acercó hacia mi Fennekin, me lo arrebató de los brazos y se lo estrujó entre los suyos, incomodando a mi Pokemon.
— ¡No, estaba punto de terminar el dibujo! —mencionó Tracey.
— Oh, Tracey, no seas amargado. Jamás había visto a este Pokemon. Bueno… sí. Pero ¡es que es tan tierno! —sonrió, aunque poco después me devolvió a Fennekin— Soy Bianca.
—Un gusto… ¿Acaso eso que huele es a…? —en ese momento, noté que un olor provenía de la cocina, y súbitamente una cabeza se asomó por la cocina.
— Oh, lo lamento. ¡Es que este emparedado de jamón está delicioso! —el joven se acercó, algo tímido, mientras comía uno de sus emparedados—. Soy Morrison —El chico robusto de mata pelirroja siguió comiendo.
— Yo soy Trevor. —se presentó el chico que había estado peleando con la niña de la gorra de rayas blancas— ¿Puedo analizar a tu Fennekin con mi Pokedéx?
— ¿Poke qué?
— ¡Pokedex! ¡Es un aparato que conseguí gracias a Cheryl. Ella consigue todo.
— Lo sé —intervino la mujer adulta de cabellos verdes.
— La Pokedéx es un aparato que analiza a todos los Pokemon posibles. ¡A todos! Muy pronto, yo seré el primero que tendrá bajo mi posesión, la información de todos los Pokemon de PBO.
— Oh, impresionante —aunque no me interesaba mucho, dije con un gesto de educación.
— Vaya, como si fuera la gran cosa. ¡ES MEJOR EL CONSEGUIR A TODOS LOS POKEMON AMARILLOS CON NEGRO QUE HAYA EN POKEMON BATTLE ONLINE! —gritó la chica de gorra y coletas púrpura—. Soy Casey, por cierto.
— Oh, Casey. Otra vez con eso. ¡Eso es lo más ridículo! ¿Quién quiere conseguir a todos los Pokemon que tengan colores amarillos y negros? De dos que tienes, sólo tienes a Elekid —intervino Ritchie.
— ¡Y SI SIGUES MOLESTANDO, ME ROBARÉ A TU HERMOSO PIKACHU! ¿Verdad, Pikachu? ¡El equipo de béisbol de los Abejorros es el mejor del mundo! ¡Y para probarlo conseguiré a todos los Pokemon de ese color! ¡A todoooos!
— ¡BUENO BASTA YA! —finalmente mencionó Kalm. Parecía estar cansado de la situación—. Serena ha tenido un largo día —a pesar de haber dicho aquello, él sabía que no tenía idea que mi día había sido exactamente igual a los demás, excepto que era una excusa para que descansara—. Trevor, tendrás que dormir con Ritchie hoy y los días que sean necesarios.
— ¿Por qué? No es justo —dijo el chico Trevor, de cabellos pelirrojos esponjosos.
—Porque yo dormiré en tu cama. Serena se quedará en mi habitación.
Al decir aquello traté de intervenir, pero él lo evitó.
— Has tenido un día duro. Descansa todo lo que puedas en mi habitación. ¿De acuerdo?
— Yo…
— ¡Bueno chicos! ¡Es hora de dormir!
— ¡Pero Kalm…! —dijo Casey en tono molesto—. Aún no nos has contado la historia de Serena.
— ¿Historia? —intervine.
— Oh, sí —Casey se le olvidó decir aquello— Lo que sucede es que cuando entras al Gremio de la Familia de las Gorras y Accesorios, debes de contar tu historia de cómo eras en la vida real. Ya sabes, para conocernos mejor.
— Casey, Casey, Casey. Alto ahí. Ella sólo estará un par de días aquí.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Tranquila, Casey. Lo que pasa es que… — en realidad, no tenía a donde más ir, por lo que no tenía excusa. Sin embargo, tenía miedo, pero no sabía por qué. A lo mejor, me había acostumbrado a estar sola, y el abrirme a nuevas personas, me había hecho una persona miedosa—. Es que yo tengo cosas que hacer… —mentí.
— Oh, ¡Abejorros y avispas! —exclamó.
— ¡JÁ! ¡ABEJORROS Y AVISPAS! ¡JAAAAAA! ¡EL MEJOR CHISTE QUE HE OÍDO EN MI LARGA VIDA! —rió el viejo Wattson como si jamás lo hubiera hecho.
— ¡No fue un chiste, viejo panzón!
— ¡Ya! ¡A dormir! ¡Mañana nos espera un largo día de entrenamiento, así que tienen que descansar!
Cada uno se fue a su cuarto. Los chicos Trevor y Ritchie se fueron a una habitación. Cheryl, Bianca, Casey y la chica encerrada, Sémola, estuvieron en otra, y Tracey, Morrison y Wattson se fueron a otra. La única que estaba a solas era la de Kalm. Por lo que parecía y por la forma en que mandaba a los demás, parecía ser el jefe del gremio. Además, me había impresionado al gran apartamento que tenía, y todas las habitaciones que había dentro. Aunque estaba algo desordenado por ahí. Las paredes eran de un mármol fino, al igual que el suelo. Sin embargo, no me fijé en nada más, ya que estaba muy cansada.
Una vez que se fueron todos, quedamos Kalm y yo.
— Siento el incomodarlos, X.
— ¡Vaya!
— ¿Qué?
— Es que eres la única que me llama X —rió— Ellos no lo hacen.
— Lo siento.
— Está bien —dijo, sin importarle el asunto.
— Ellos parecen ser buenas personas —mencioné, con una risita—. Me agradan.
— Son como mi familia. Después de todo, el gremio en el que estés, será tu familia.
—¿Con que gremio de la Familia de las Gorras y Accesorios? ¿Qué nombre es ese?
— Oh, es un nombre original — se rió— Todos llevamos alguna gorra o accesorio, así que decidimos llamarlo así.
— Oh —no quería decirle que era un nombre ridículo.
— No, en realidad lo llamamos Gremio Novato, ya que todos nosotros somos novatos, pero así suena mejor —mencionó, y yo me reí.
— X, o Kalm, como sea. Gracias por recibirme aquí.
— De nada. Ahora, descansa. Mañana nos espera un largo día.
— Gracias.
El chico se fue y se encerró en la habitación de los niños, mientras oía otra discusión. Mientras tanto, yo me fui a la habitación de Kalm, y miré hacia la ventana. Ahí, noté que una gran ventanal en forma de pared, me mostraba todo el pueblo iluminado del octavo nivel. Parecía tan apacible, tan hermoso, y más allá, la noche estrellada y las zonas donde todo estaba oscuro; donde los Pokemon salvajes habitaban.
No quise pensar en nada más. Dejé que mi Fennekin durmiera a mi lado. Me coloqué la ropa para dormir que había en mi inventario, me abrigué con las sabanas cálidas y esponjosas, y apagué el candelabro que estaba sobre un escritorio.
Sonreí.
Hace mucho que no dormía en una alcoba tan cálida. Hace mucho que no había oído las risas o gritos de algún otro humano; ni siquiera alguien se había acercado para ofrecerme algo. Todos habían estado tan confusos, tan distantes; nadie confiaba en el otro dentro del juego, que ahora había sido muy difícil el formar tu propio gremio, o el hacer un amigo. Sin embargo, hoy había sido una noche especial. Hace mucho… hace mucho que no me había sentido como en casa.
Como se habrán dado cuenta estos capítulos los voy a dedicar a Serena. Pero no se preocupen, así también le haré con Dawn, May y Misty, así que no me odien :P Por alguna razón a la hora de escribir este capítulo, me reía de lo que decían los nuevos personajes. Quise agregarle gracia al fic, porque sentía que no tenía xD A partir de estos capítulos comenzará el romance... sólo que será con Kalm? O será con Ash? Los dejaré con la duda por ahora. A lo mejor el viernes me va a ser un poco difícil actualizar el fic, ya que no estaré en mi ciudad, pero si mi celular me deja, lo actualizaré desde ahí. Si no, tendrá que ser hasta el martes. Todo depende de cómo se comporte mi cel :P Bueno, sin más que decir, nos leemos el viernes... o el martes... XD ¡Oh, si, y gracias por sus reviews! Prometo contestar a todos sus reviews el próximo capítulo. Lo que pasa es que no me ha dado tiempo :O ¡Nos leemos!
PD:Entren a mi perfil para ver la apariencia de los nuevos personajes, por si no se acuerdan de alguno. Lo que pasa es que aquí en el capítulo no me deja poner los links ):
Próximo capítulo: ¿Criaturas reales o virtuales?
