Hola, lamento no haber publicado el viernes pasado. Mi celular no me dejó :( ¡MALDITA PORQUERÍA! Bueno, he aquí el siguiente capítulo. Y como prometí, contestaré los reviews :P
Larekin1: Si quiero que Serena se quede con Kalm, o con Ash, o con Kalm, o no sé. :) Muajajajajá.
AshThePokevenger: Jajajá, creo que todos piensan que será Kalm. La pregunta es: ¿Acaso lo será?
Guest: ¿Qué pasó con Ash, dices? Lo sabrás en unos capitulos más adelante.
Poker Knight: ¡Resiste! El Amour puede aparecer pronto. ¿O no? ¿O sí? ¿Dejaré de en duda a mis lecotres? ¿Dejaré de decir todo con preguntas tontas?
Cata-chan1: Gracias por ser tan fiel al fic T.T Y sí, Serena era una vagabunda, así como el vago que está a unas manzanas más allá de la casa de algúna persona. Es por eso que hay que estudiar. En serio, estudien para ser exitosos, o terminarán como Serena.
ThunderGold97: Vaya viejo, se te extrañaba. ¿De qué te hospitalizaron? Espero que haya salido todo bien. Y Platina pues no tengo pensado que aparezca en el fic, ya que sería una copia de Dawn, pero tal vez tenga su personalidad c:
KRGARO: Un nuevo lector ha aparecido c: ¡Genial! ¿White en este fic? ¿Black? ¿Shauna? ¿Eureka? Lamento decirte que ninguno de ellos estará. ¡¿O SÍ?! ¡¿ACASO QUIERES QUE PONGA SPOILERS?! Bueno, todos ellos aparecerán, y muchos personajes más c: Te spoilée, lo siento, pero tú lo pediste n.n
emmanuel lopez: No odio a Ash, sólo lo detesto T.T Nah, no lo odio. Es un buen chico. De hecho, mi personaje favorito de todos es Gary, pero eso es otro tema. Si Ash se hubiera presentado como discípulo de Satoshi, nadie le hubiese creído, porque el nombre de su avatar está arriba de su cabeza xD Entonces todos se darían cuenta de que Ash se llama Satoshi. Oh, y por favor metanse a la página de emmanuel. Esta buena c:
Bueno, después de contestar todos los reviews, los dejo. Si quieren que deje de contestar reviews, háganmelo saber. Y si quieren que siga dejándolos con dudas, también haganmelo saber, aunque aún así los dejaré con dudas :)
Capítulo 29
¿Criaturas reales o virtuales?
La neblina cubría toda mi vista. El sonido misterioso pasaba cual bala por mi costado. La respiración de la criatura, tan débil pero agitada a la vez, me erizaba la piel. El césped más voluminoso que mi propia estatura, y el estar sola, ahí sin ninguna protección, me hacían pensar que tal vez éste era la última vez que sentía los latidos de mi corazón. La última.
Y repentinamente, apareció el Pokemon salvaje. Un Tyranitar de más de tres metros, se alzó en dos patas, y con sus garras se abalanzó contra mí, mientras notaba que la última barra roja de mi vida desaparecía, y con ella, explotaba en miles de particular brillantes. Ni siquiera me dio tiempo de gritar, puesto que todo había sido tan repentino, pero a la vez tan predecible. Sabía que iba a morir tarde o temprano. Sabía que de nada me habría servido el esconderme cual cobarde dentro de los pueblos; a final de cuentas, iba a morir dentro de este juego a como diese lugar.
Morir.
Morir…
Morir…
Abrí mis ojos. La luz me acariciaba el rostro débilmente, pero fue un golpe brusco para mis orbes azules. Traté de tallarlos sin éxito alguno; la luz aún me lastimaba. Al principio, no supe decir con exactitud dónde me encontraba, y por qué demonios había tanto ruido afuera de la habitación.
Después de un tiempo, recordé a Kalm, Ritchie, y al Gremio Novato, o como la chica aficionada al béisbol solía decir, Gremio de las Gorras y Accesorios.
Me alarmé al ver que mi Fennekin no estaba dormido a mi lado, por lo que supuse que debía de estar ahí afuera, merodeando por el apartamento junto con las nuevas personas que acababa de conocer. Quise ir a saludar, pero mi vanidad no me lo permitía. Debía de estar arreglada lo más pronto posible. Me di una ducha, elegí el atuendo que llevaba el día anterior, ya que era el único que tenía, me lavé los dientes y me arreglé el cabello miel. Me sentí rara, ya que me comportaba como si estuviera fuera de este juego. Actuaba tan normal; me arreglaba de la misma forma en la que lo hacía fuera de PBO. Por un momento, pensé en lo que pasaría si actuaba más seguido de aquella forma. ¿Confundiría con el paso del tiempo este mundo con el real? ¿Me olvidaría de la realidad? ¿No sería capaz de distinguir entre dos mundos?
Sacudí mi cabeza y alejé esos pensamientos. Traté de concentrarme en mi rostro delante del espejo. Pensé en todo. En mi madre, en él… mi padre…, pensé en todas las cosas que me habían sucedido en el mundo real, pero después pensé en lo que estaba sucediendo ahora; en lo afortunada que había sido al ser encontrada por Kalm y Ritchie; en lo afortunada de seguir viva y en no haber presionado el botón, como mucha gente ha hecho a lo largo de estos meses.
Salí de la habitación, y esta vez noté con más claridad todo. Un gran cristal reemplazaba una de las paredes, sólo que las cortinas estaban levantadas, y dejaba entrever todo el Pueblo Azulona. Había varios sillones que abarcaban gran parte del apartamento, y una mesa larga de roble del otro lado. La cocina era tan normal, con fregadero, horno, alacena. Todo era tan normal. El apartamento no poseía casi nada medieval como en el juego, y eso me impresionó mucho.
Noté que la mitad del gremio estaba sentada en los sillones, haciendo cualquier cosa. La otra, estaba preparando el desayuno y sirviendo la mesa.
— ¡Buenos días, Serena! —Ritchie, el pequeño con energías de unos 11 años, fue el primero en verme, seguido de su Pikachu.
— ¡Serena! —el líder, Kalm, sonrió al verme. Inclusive, pude notar que se sonrojó un poco— Vaya…
— ¿Qué?
— Estás… hermosa —el chico desvió la mirada de mí. Ahora que lo pienso, el haberme duchado y arreglado, había cambiado mucho mi apariencia de lo que había sido la noche anterior.
— Gracias, X —dije.
— ¡X! ¡JA! ¡NADIE TE DICE ASÍ, KALM! ¡ES LA PRIMERA PERSONA QUE ESCUCHO QUE DICE TU NOMBRE DEL JUEGO! ¡JA! ¡QUÉ IRONÍAS DE LA VIDA! ¡JA JA JA! —El viejo Wattson se rió en el sillón, mientras jugaba ajedrez con Trevor.
— Odio decir esto, pero el viejo inútil dice la verdad, Kalm. Nadie te dice así —intervino Casey. Llevaba su chaqueta de su equipo de béisbol, sólo que debajo de ésta, usaba una cota de malla amarilla y una armadura ligera de colores negruzcos.
— ¡Pues deberían! —Insistió el chico— Soy el líder del Gremio Novato, y si quiero que me digan así, lo tendrán que hacer.
— De acuerdo. En primer lugar, el Gremio Novato, tiene otro nombre que particularmente yo prefiero —opinó la chica de cabellos púrpuras.
— Eld Gdemio de lad Gorrad y Acdedoriod —nombró Morrison, con un pedazo de emparedado en la boca.
— Así es. En segunda, si yo te quiero llamar Kalm, X, idiota, gorra ridícula, o como sea, yo te llamo así. Y puede que tú hayas creado el gremio, pero eso no te hace líder. ¿O sí? —dijo Casey, en una actitud mandona.
— Bueno, ¡basta ya! —dijo Kalm.
— El desayuno está servido —avisó Cheryl, y como si todos fuesen una manada de trogloditas hambrientos, llegaron a la mesa de roble como centellas.
Me sentía un poco extraña ahí. Sinceramente, no conocía a nadie tan bien, y no era parte del gremio. Pero todos actuaban de una manera tan natural… tan despreocupada, que no supe cómo preguntarles que si no querían volver al mundo real.
— Hey, Sémola, pásame el jugo de naranja —mencionó Tracey, mientras a un costado de su desayuno, llevaba un boceto de mi Fennekin. Mientras tanto, mi Pokemon seguía en los brazos de Bianca, lo cual me molestó algo.
— ¿Y bien? —dije con algo de timidez— ¿Qué es eso que iban a hacer?
— ¿Eh? —Ritchie se quedó extrañado.
— X dijo hoy tenían muchas cosas por hacer.
— ¡Oh, sí! —Kalm se atragantó con el pedazo de pescado que tenía— Hoy vamos a ir a un lugar muy misterioso.
— ¿Misterioso?
— Sí. Vamos a ir a un lugar que nadie conoce. Un lugar donde se dice que hay Pokemon fantasma, y que incluso ese lugar fue abandonado por unos NPC, ya que escuchaban voces en las noches. Se dice, que hay una mujer que grita cada noche… Es una mansión embrujada, y tendremos que derrotar a esos Pokemon fantasma.
— ¿Q-qué? —No estaba lista para esto. Si ellos iban a hacer eso, mejor era el irme cuanto antes. No estaba lista para matar a un Pokemon, y mucho menos si mi vida estaba en riesgo.
— ¡Nah, mentira! —dijo Kalm, y rió. Su risa me pareció tan agradable, aunque me enojé por lo que había hecho—. Vamos a ir a entrenar.
— ¿Entrenar? —Eso era igual de preocupante que la broma que había hecho. Yo no quería entrenar. No quería pelear con ningún Pokemon salvaje. No quería estar en riesgo.
— ¡Hey, Kalm! ¡Dijiste que iríamos de picnic! ¡¿Acaso lo olvidaste?!
— No, no lo he olvidado. Pero hay prioridades, Bianca.
— ¡¿Qué?!
— ¿Acaso olvidaste que Sémola aún no tiene la fuerza suficiente como para romper una roca?
— ¿Y eso qué?
— "¿Y eso qué?" ¿Qué no te preocupa el Gremio Novato? ¿No quieres que se cumpla el sueño de todos?
Ella se quedó callada, y siguió acariciando a mi Fennekin inocentemente. Kalm sonrió victorioso y siguió comiendo su pescado. Yo no dije nada al respecto, puesto que aparte de que estaba demasiado asustada como para salir, no había entendido nada de lo que habían hablado. En ese momento, intervino el niño pelirrojo de la Pokedex.
— ¿Serena, irás con nosotros?
— ¿Eh? ¿Yo? —Mi exaltación aún era notable. Ni siquiera me di cuenta de que todos comenzaron a notar mi rara actitud—. No… yo no puedo. No, tengo… tengo c-cosas que hacer.
— ¡Vamos, Serena! Será divertido. Sólo entrenamos un par de horas, y después habrá un picnic delicioso. ¡Morrison prepara muy buenos emparedados!
— Ed ciedto —admitió el gordo pelirrojo con comida en la boca.
— ¡Vamos! —Ritchie insistió, junto con su Pikachu.
— ¡Sí, vamos, Serena! —Le siguió Casey.
— ¡VAMOS! ¡JÁ! ¡VAMOS! ¡SERÁ DIVERTIDO! ¡JA, JA, JA! —Rió Wattson.
Kalm lo único que podía hacer era quedarse en silencio, mientras todos los demás miembros me insistían en que fuera con ellos, excepto Sémola que permanecía fría.
Y ahí estábamos: en el nivel cinco del juego. En las afueras de las mazmorras del quinto nivel, para ser precisos. El cielo era despejado, con escasas nubes en lo alto, y con un sol que poco a poco me bronceaba la tez blanquecina. El forraje verdoso era tan uniformado, que parecía recién podado, y de cuando en cuando se alzaba entre el holgado prado un árbol vasto de hojas verdosas, que podía a cubrir hasta a diez personas del astro rey que se alzaba inquietante. Más allá de la pradera, grandes montañas esmeraldas cubrían la vista de cualquiera, mientras los pinos se movían al compás del viento. Inclusive, ese gran viento llegaba hasta mis mejillas, sintiendo esa oscuridad y misterio que emanaba desde lo profundo del bosque en las montañas y lo peligroso que podría llegar a ser. No por nada en aquellas montañas se encontraban las mazmorras que ya habían sido vencidas por los jugadores de PBO.
Me encontraba bajo una de las docenas de árboles que había alrededor del herbazal. Rayos de luz se filtraban entre las ramas, y acariciaban mi silueta. A mi lado, Cheryl, que tenía una personalidad que me recordaba a mi madre, preparaba lo necesario para realizar el picnic, junto con ayuda de Morrison y Tracey. Los demás, estaban caminando en medio del prado, dirigiéndose hacia las montañas. No obstante, el líder de ellos, Kalm, aún seguía ahí, frente a mí y con una mano esperando a ser sujetada para que lo acompañase hacia donde radicaba el peligro.
— Vamos, Serena.
— Gracias, X, pero no quiero luchar con los Pokemon salvajes de allá. ¿No es suficiente con que los haya acompañado?
— Prometiste acompañarnos.
— Y eso hago.
— Pero la mayoría de nosotros va hacia las montañas. Cheryl, Tracey y Morrison se quedarán aquí a preparar el almuerzo.
— Pero yo…
— Vamos.
Su mirada me hizo aceptar. No sé por qué lo hice, si algo en mí me decía que estaba en peligro. A lo mejor era la forma en que me miró, o la sonrisa que dibujó a la hora de pedirme que lo acompañara.
Y cuando llegamos a las montañas, los Pokemon salvajes comenzaron a aparecer. Un Rattata por ahí, otro Teddiursa por allá, inclusive pude notar a varios Zigzagoon merodeando por ahí, pero nadie nos atacaba. Qué extraño.
Los pinos comenzaban a abundar y a rebasarnos por muchos metros. El sol dejó de alumbrarnos por completo, y un aire a hojas, tierra y humedad comenzó a presentarse en el ambiente. Kalm iba delante de mí, y los demás iban detrás. Nadie sabía que estaba aterrada por imaginarme cómo un Pokemon salvaje podría matarme… No quería estar aquí, pero debía de hacerlo por Kalm. No quería decepcionarlo.
— Aquí es —dijo el líder, al ver que había una gran roca musgosa en un terreno plano del bosque. Florecillas de varios colores crecían alrededor del lugar, y ningún árbol invadía aquel pequeño y hermoso sitio donde la roca se encontraba. Era perfecto para entrenar.
— Muy bien Sémola, es hora de que hagas lo tuyo.
No noté que la chica pequeña había estado con nosotros. De hecho, ella era muy callada y reservada, por lo que era natural el pensar que ella no estuviese aquí.
La niña, a pesar de tener un aspecto sombrío, se acercó a la roca, y unos segundos después, un aura emanó de sus puños. Un aura negra, misteriosa y débil que a la hora de dar con la roca, ésta no se movió ni un centímetro. Ni siquiera pude apreciar las grietas que le había hecho a la hora del impacto. Supe en ese momento que la pequeña era débil, pero no quería decirlo en voz alta.
— ¡JÁ! ¡NO ROMPIÓ LA ROCA OTRA VEZ! ¡JÁ! —decía Wattson.
— ¡Cállate viejo! ¡A este paso jamás lo lograremos!
— Sémola nos está retrasando. ¿Cómo puedes seguir sin romper esa roca, niña? —Trevor mencionaba con un toque de rabia. La niña bajo la cabeza con más tristeza que timidez. Aún así, su semblante se mantenía frío y serio como de costumbre.
— Bueno, basta ya. Ella está dando lo mejor de sí ¿No es cierto, Sémola? —Kalm intentaba dar ánimos—. Sigue golpeando esa roca hasta que la rompas. Los demás, busquen a algún Pokemon salvaje y entrenen para subir puntos de experiencia. No podemos perder más tiempo.
Todos hicieron caso, y cada uno se fue por un camino separado a lo largo de la espesura. Kalm se quedó con la chica, observándola con cautela. Momentos después, notó que yo aún seguía ahí, con mis pies en la tierra y sin hacer movimiento alguno.
— Oh, olvidé que a ti no te doy ordenes —el chico se rió y se agarró la nuca a causa de la incomodidad—. Lo siento Serena. Si lo deseas, puedes ir a aumentar tu nivel, o si lo prefieres puedes…
— Me quedó aquí —dije enseguida.
El chico me miró algo extrañado. Sabía que tenía dudas acerca de mi comportamiento.
— Serena, ¿puedo decirte algo?
De repente, el muchacho se tumbó en las flores coloridas. Su gorra cayó por la inercia, y su cabello azabache se alborotó por completo. Su mirada permaneció en lo alto; ahí, entre las acículas de los pinos, que se movían apaciblemente y chocaban entre sí formando un ruido pacífico. Entonces, su semblante dibujó una sonrisa tan natural, que tuve la certeza de que Kalm no había estado preocupado en lo más mínimo por lo que sucedía. ¿Qué acaso no tenía seres queridos allá afuera? ¿Qué acaso no estaba preocupado por pasar el juego? ¿Por qué no estaban tan angustiado como yo? ¿Por qué no tenía miedo? ¿Por qué se tendía al suelo, miraba hacia la nada y sonreía?
— Escucha, Serena —me susurró, aún con la mirada hacia la deriva. Sémola estaba ahí, también escuchando, sin siquiera intentar de nuevo el golpear la roca—. ¿Te has preguntado el por qué no te has desconectado del juego?
Al decir aquello, no supe qué responder. En efecto, muchas veces me había imaginado el saber lo que pasaría si tan sólo abría mi menú, pulsaba aquel botón de "Desconectado", y simplemente dejaba de sufrir.
— Bueno, yo mismo me pregunté eso el día en que toda esta pesadilla comenzó. Comencé a preguntármelo una y otra vez. Y no te voy a mentir; de hecho, estuve a punto de hacerlo. Había pasado una semana aproximadamente cuando decidí el suicidarme. Estaba en una posada. Eran altas horas de la noche y no había nadie más que yo. Quería morir en silencio, sin que nadie me molestara. Así, no pensaría en la gente que me importaba allá afuera; así, no sufriría más. Sabía que estaba acabado.
Cuando hizo una pausa, su sonrisa se borró.
— Pero alguien me detuvo. Alguien había entrado a la posada, y había notado que estaba a punto de desconectarme. Yo no me di cuenta, porque estaba muy concentrado en lo que iba a hacer. Pero cuando me agarró de la mano, comenzó a gritarme de una manera tan odiosa, tan fuerte, tan energética, que me sorprendí que viniera de un niño de su edad.
— ¿Quién era? —pregunté.
— Ritchie. Él y su Pikachu me detuvieron justo a tiempo. No presioné el botón porque no quería que ellos vieran cómo un chico como yo, que ya no tenía esperanzas, se escondía cobardemente entre la muerte. Tenía planeado el huir de él la mañana siguiente, y volver a presionar el botón cuando tuviese la oportunidad. Sin embargo, el chico nunca se me separó. Trataba de huir de él, pero era como una goma de mascar —Kalm rió, mientras seguía recordando—. Poco a poco, comencé a agarrarle cariño al chico; pero la verdadera razón por la que dejé de pensar en ese botón, fue la energía y las esperanzas que Ritchie llevaba. Él comenzó a decir que iba a salvar a todos, a pesar de que sólo uno podría salvarse. Alardeaba en que iba a convertirse en el mejor jugador del juego, rebasando al Espadachín Verde o al desaparecido Destello Eléctrico. Todos se burlaban de él, pero yo lo defendía. Su energía y espíritu comenzaron a contagiarme, hasta que comencé a alardear junto con él que íbamos a convertirnos en los jugadores más poderosos e íbamos a crear nuestro propio gremio de puros novatos que iban a pasar todos los niveles del juego. Poco a poco, Ritchie convenció a más personas, y ellas son las que están en nuestro gremio justo ahora. Sin embargo, la gente no cree que lleguemos muy lejos, pero yo digo todo lo contrario. Toma de ejemplo a la Novata Índigo, Hikari, que ha sido de importancia en las mazmorras de los niveles anteriores, o muchos novatos más que se han estado volviendo más poderosos. Yo creo que algún día, mi gremio, el mejor de todos, llegará hasta el nivel 100, y todos nosotros, los novatos, salvaremos a los demás. No me importa si sólo se salva uno; ya encontraremos la forma. No me importa lo que los demás digan, o si se burlan de ese sueño. Yo cumpliré mi meta.
El chico terminó. Me quedé perpleja al ver que me había contado su historia. El cómo se había levantado gracias a Ritchie, y cómo formó el gremio. Sin embargo, antes de que dijera alguna otra cosa, él continuó.
— Sé que tienes miedo Serena. Lo supe desde el momento en que te vi en el callejón, sin nadie que te animara o te cuidara. Nosotros podemos hacerlo. Sé que tienes pavor a los Pokemon salvajes, pero créeme, no todos son malos.
— ¿No…n-no todos son…?
— Así es. Muéstrale, Sémola.
La chica sacó una pokébola de sus harapos negruzcos. La abrió, y de ahí salió un Pokemon pequeño que me impresionó bastante. Enseguida, sacó a otro Pokemon que terciaba el tamaño del primero.
— Él es Arcanine —mencionó la chica con timidez, pero frialdad. El Pokemon voluminoso ladró, y sonrió. Sin embargo, a mi me daba más sorpresa la pequeña criatura.
— Ella es Shaymin. La encontramos justo en este nivel cinco.
— Jamás había visto a ese Pokemon —admití aún con sorpresa.
— Bueno, vaya suerte ¿no? —sonrió Kalm y se llevó las manos a la cabeza para utilizarlas de almohada— Trevor nos mencionó que es un Pokemon legendario. Sémola tuvo la suerte de encontrarlo.
— Sí —dijo con timidez—. Mi Arcanine y yo la encontramos herida. La había atacado un Ursaring, pero el gremio y yo la salvamos. La adopté a pesar de que era un Pokemon salvaje.
El Pokemon, tan tímido como su dueña, se escondió entre las flores de colores, y su camuflaje fue tan perfecto, que por un momento la perdí de vista.
— Oh, vamos Shaymin —mencionó Sémola, también con timidez—, sal de ahí. Enséñale a la novia de Kalm que no eres peligrosa.
— ¿Novia? —me sonrojé, y el momento se tornó incómodo. Kalm también estaba algo apenado.
— Lo que sea. Shaymin, ven acá —la niña agarró al Pokemon entre sus brazos, y los depositó en los míos. El Pokemon legendario se me quedó observando, mientras yo lo veía con algo de miedo. Mas lo que pude notar, fue que la que estaba más aterrada que yo era Shaymin. ¿Por qué ella tenía miedo? ¿Por qué un Pokemon tenía miedo de un jugador? ¿No se supone que son criaturas programadas? ¿No se supone que fueron creadas por alguien para matar a los jugadores o para batallar? ¿Por qué el Pokemon tenía miedo de mí?
— Tranquila —mencioné. Le sonreí, y por unos momentos, me quedé mirando al Pokemon. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Por qué sentía que aquellas criaturas tenían vida, si tan sólo eran algo virtual? ¿Por qué en ese momento sentía que eran como una mascota, o como un amigo? ¿Por qué sentía que Fennekin era alguien para mí, cuando en la realidad no era nada? No… esta era ahora mi realidad. Esta era el único mundo que tenía por ahora, mas no por siempre.
Mi Pokemon de fuego salió de mi pokébola sin aviso alguno, y notó al Shaymin entre mis brazos. Lanzó un gruñido de amabilidad y sonrió. El Arcanine lo hizo igualmente, y finalmente el Pokemon legendario sonrió y comenzó a surcar los aires. De repente, se transformó en un Pokemon más alargado, y unos cuernos blancos le crecieron de la cabeza. Súbitamente, unas flores rosas comenzaron a brillar en el suelo, y el ambiente comenzó a cobrar vida. Las flores rosas abundaron por toda la espesura, y varios pétalos del mismo color invadían el ambiente. Lo que más me sorprendió, fue que varios Pokemon salvajes se acercaron hacia nuestra posición. Varios Rattata, Teddyursa, Zigzagoon, Fletchling y demás Pokemon se impresionaban y se movían hacia nosotros inocentemente.
Yo traté de mantener la calma, puesto que eran Pokemon salvajes y podrían matarme en cualquier segundo, pero en ese momento, sentí la mano de Kalm. Una mano cálida y una mirada tranquila que me hicieron guardar la calma.
— ¿Lo ves? No todos los Pokemon son malos, Serena. Incluso estos Pokemon salvajes están sonriendo.
Yo no pude articular palabra alguna a causa de la exaltación.
— Y aunque no lo creas, los Pokemon tienen sentimientos, a pesar de ser seres virtuales.
— Sentimientos… —repetí con curiosidad. Kalm tenía razón. Sabía que mi Fennekin me quería, y yo lo quería a él. Sabía que los Pokemon eran criaturas buenas, aunque haya otras que no lo sean. Sabía, que no todos los Pokemon salvajes te atacaban, y eso era algo bueno.
— Sé que le tienes miedo a los Pokemon salvajes, pero no todos quieren luchar contigo. Inclusive, sé que muchos de ellos nos tienen más miedo del que tú le tienes a ellos.
— Gracias… Kalm —mencioné, y apreté más su mano. Ahora, me sentía preparada para lo que fuese. Ya no tenía miedo a los Pokemon, pero sabía que debía de matar a los más fuertes para poder ser mejor, y poder pasar el juego. Ya no me sentía una cobarde.
El ocaso llegó en medio de la pradera. Cheryl, Morrison y Tracey estaban debajo de la sombra de uno de los árboles del pastizal. Todos iban corriendo debido al hambre que tenían. Aún no entendía por qué te daba hambre, cuando esta comida era virtual. Sin embargo, tampoco había entendido por qué los Pokemon tenían sentimientos, y tan sólo eran un producto de este juego. Al parecer nunca lo entenderé.
— ¡Sí que tardaron! —mencionó Morrison, mientras comía emparedados—. ¡Edtuve a punto de comedme toda la comida!
— ¿Y bien? ¿Encontraron algún objeto valioso? —mencionó Cheryl.
— ¡OBJETO VALIOSO! ¡JÁ! —Dijo Wattson con algo de cansancio, pero con esa voz energética de siempre—. ¡Si tú eres la experta encontrando cosas, Cheryl! ¡Já! No me hagas reír, aunque de hecho me estás haciendo reír ¡Ja! Qué ironías de la vida ¡Ja! ¡De la vida de un pobre viejo hambriento y…!
— Cállate y come, Wattson —dijo Trevor—. No pude encontrar a ningún Pokemon nuevo. Qué mala suerte.
— ¿Mala suerte? ¡Mala suerte es el no haber visto a ningún Pokemon amarillo con rayas negras! Eso es mala suerte. Ojalá en el mundo real mis Abejorros de Kanto vayan en primer lugar de la tabla ¡Sí, señor!
Finalmente yo había llegado a la sombra del árbol. Una gran manta de cuadros blancos y rojos se extendía por el pasto, y ahí había mucha comida que no pude describir.
— ¿Y bien, Serena? ¿Qué hicieron?
— Oh… ¡hubieras visto, Tracey! —interrumpió Bianca— El Shaymin de Sémola floreció casi todo el bosque. Lo malo fue que nos dimos cuenta un poco después; Serena, Sémola y Kalm vieron todo desde el comienzo. Los Pokemon salvajes se volvieron nuestros amigos, y todo estuvo muy hermoso. ¡Muy lindo! ¡Muy kawai! ¡HERMOSOOOO!
— Sí, sí, sí. Cómo digas —mencionó Sémola con frialdad y se llevó un emparedado a la boca.
— Silencio, Sémola, que no pudiste romper esa roca… de nuevo —le replicó la chica de cabellos rubios.
— Cállate.
— Tranquila, Sémola. Tarde o temprano la romperás. ¡Yo tengo confianza en ti! ¡Tengo confianza en que todos nos volveremos fuertes! ¿No es así, Pikachu? —dijo Ritchie, y volteó a ver a su Pokemon, que estaba comiendo apaciblemente junto con los Pokemon de los demás.
— Gracias, Ritchie —dijo Sémola con timidez.
— Bueno, ¿quién quiere más emparedados? —intervino Kalm. Fue directo hacia un puñado de ellos y comenzó a comer a diestra y siniestra. Casey le imitó y le retó unas carreras, mientras Ritchie se unía y todos los demás reían.
No obstante, yo seguía ahí de pie. Estaba paralizada, con la mirada perdida en ellos. No sabía cómo reaccionar. Cuando todos me vieron ante tal comportamiento, pararon de comer y me voltearon a ver con preocupación.
— ¿No vienes a comer, Serena? —cuestionó Kalm.
— Yo…
En ese momento, abrí el menú de mi juego, saqué el sombrero rosado que Ritchie me había regalado, y me lo coloqué en la cabeza. No pude verme en un espejo, pero sabía que me veía bien debido a las sonrisas de los demás.
— Ella se ha puesto el sobrero que encontré el otro día —mencionó Cheryl—. Qué orgullosa estoy.
— ¿Eso qué significa? —dije con curiosidad.
— ¡Significa que eres parte del Gremio de los Accesorios y Gorras!
— Gremio Novato —intervino Ritchie.
— ¡Lo que sea!
— Cuando alguien se pone un accesorio o gorro nuestro, significa que se ha unido a nuestro gremio.
— ¿De verdad? —dije perpleja.
— Así es. ¿O qué no eres parte de este gremio?
Los vi por un instante. Ellos, en tan sólo dos días, aunque parezca impresionante, se volvieron una parte de mí que no podía describir. Se volvieron en mi familia.
— Lo fui desde que los conocí a todos —finalicé y fui directo por un emparedado de jamón.
— ¡JÁ, LO SABÍA! ¡JÁ! ¡AUNQUE ESE SOMBRERO SE VE HORRENDO! ¡JÁ, ES BROMA! ¡JÁ!
— Cállate y come, viejo —dijo Casey.
¿Acaso este fic será KALOSSHIPPING? ¿Será AMOUR? ¿Será ADVANCE? ¿POKE? ¿Con quién se quedará Ash? ¿Serán todos los shippings a la vez? ¿O no será ninguno? ¿Dejaré de formular preguntas? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué sigo perdiendo mi tiempo? ¿Por qué mejor no me voy por un café y a jugar Super Smash Bros para Wii U? Si, creo que eso haré... ¡Hasta el viernes!
Próximo capítulo: Sentirme importante
