Hola. Lamento haber tardado, pero estuve algo ocupado. Pero basta de mis problemas, mejor respondamos a los reviews! :)
ashthepokvenger: Es que el tráfico de México es horrible, pero lo sé. Ni al caso xD
Poker Knight: Jajajá, me dio risa tu comentario xD
ThunderGold97: Será un momento emocionante cuando se encuentren Serena y Ash xD
guest: Puede haber de cualquier shipping, aunque Contest y Orange no lo creo :/
Larekin1: Jajajá adivinaste xD Tranquilo, faltan un par de capítulos y ya.
Cata-Chan1: Oh, lo siento. Olvidé que Kalm era tuyo Dx
Asurax1: No me odies xD Creo que todos me odian, pero qué más da.
blackphoenix: Tu regalo es un agradecimiento xDDD Tranquilo, ya falta poco para ver qué pasó con él.
Kuroi: Tú mismo acabas de reopnderte xD Si lees, sabrás la respuesta xDDD
marth amour lowell: Pues puede que muera, o puede que no. xD
superjetjohn117: Sufre como preocious xD Bueno, creo que estás adelantandote a los hechos, y me gustan lectores que osan desafiar el transcurso del fic, para ver cómo se equivocan o aciertan. Sigue dejando reviews tan atrevidos xD Me agradan.
Basta, a lo que vinieron...
Capítulo 31
La espada carmesí
Finalmente habían llegado todos. Sin hacer pregunta alguna, nos encaminamos hacia el abismo de la cueva. Trevor sacó a su Charmander para alumbrar el camino.
Lo que se me hizo extraño, fue que mientras más caminábamos, las temperaturas iban aumentando, hasta que sentí que el sudor invadía mi frente.
Iba a preguntarme cuánto tiempo faltaría para llegar hasta nuestro destino, hasta que a lo lejos pudimos ver una luz. La claridad al final del camino era tan absorbente, que Trevor corrió impaciente hasta ella.
— ¡Trevor, espera! —las advertencias de Kalm fueron en vano.
Todos seguimos al niño pelirrojo para detenerlo, pero cuando llegamos a su posición, éste estaba totalmente sorprendido por lo que tenía delante.
Llegamos a una gran habitación, donde la luz que había emanado al final de la caverna venía de grandes cantidades de lava ardiente que rodeaban completamente un gran terreno rocoso al centro de la enorme habitación. Más arriba, parecía que no había nada más, puesto que estaba totalmente oscuro. Tan sólo era el círculo rocoso, rodeado por lava que emanaba temperaturas intolerables de calor.
—¿Y la espada? —Kalm no comprendía la situación, pero esa no era la pregunta.
—¿Y el Pokemon? —Miré hacia arriba por si aparecía de la nada.
Sin embargo, era imposible el saltar hacia el círculo rocoso, que parecía una arena para batallar. ¿Cómo era posible que fuéramos directo hacia aquel lugar sin tocar la lava?
—Chicos… miren —Ritchie había estado al costado de un pequeño letrero. Kalm se abrió paso entre el gremio, y miró que aquel letrero se trataba de la misión que estábamos a punto de realizar.
"Misión: Derrotar al Pokemon Legendario, Entei. Recompensa: La espada Firénix. ¿Deseas aceptar la misión?"
Delante de Kalm, había dos opciones. Antes de apretar algún botón, nos miró a todos, y asentimos con seguridad, sabiendo que lo que nos esperaba delante, no iba a ser fácil, pero podríamos derrotarlo si trabajábamos en equipo. El muchacho de la gorra roja, apretó el botón, el letrero desapareció, y un estrecho camino rocoso apareció frente a nosotros que nos conducía hacia el centro del campo.
Caminé por el largo pasillo, y noté que el centro de batalla era tan amplio, que tuve el miedo de pensar qué tan grande podría ser el Pokemon Legendario que íbamos a enfrentar. Quise retroceder y huir de ahí, pero si lo hacía, jamás me lo perdonaría si algo le pasaba a alguno de los miembros del Gremio Novato. Cuando estuvimos sobre el círculo, Kalm respiró hondo, escuchó los burbujeos que eructaban de la lava, y miró a todos y a cada uno de nosotros.
— Ahora —mencionó, aunque yo no supe por qué había mencionado aquello.
Los demás asintieron.
Súbitamente, Ritchie cambió sus atuendos normales que siempre llevaba. Abrió el menú de su juego, y su cuerpo se vio envuelto por una luz cegadora. Entonces, vi que llevaba una armadura de un cobalto tan brillante, que inclusive brillaba más que la misma lava. Su cota de malla era de oro puro; las manoplas, de un metal tan brillante y tan azul, mientras que sus botines también relucían a la luz de la lava. En sus manos, llevaba una espada larga y delgada como una aguja, mientras que en la otra llevaba un escudo de metal tan reluciente con toques adornados de cobalto. El chico sonrió mientras su Pikachu lanzaba chispas al aire, listo para la batalla.
Por su parte, Trevor cambió sus ropas normales por una armadura esmeralda, inclusive más reluciente que la que había llevado el mismísimo Espadachín Verde. Su capa, de un carmesí reluciente y de un terciopelo fino, ondeaba al compás del aire caliente y envolvió todo su cuerpo con ella, mientras que un aura rojiza rodeaba todo su cuerpo. Charmander rugió a su costado y sacó una pequeña llama.
Tracey, reemplazó esas ropas habituales por una cota de malla hechas de metales oscuros y muy raros, y las mangas de sus brazos desaparecieron. Sus botas y manos de cuero de un marrón pulido, fueron envueltas por un aura esmeralda tan reluciente, que tuve que cubrir mi vista para que no me lastimase. Un Venonat y un Marril lo acompañaban a su lado.
Wattson, tenía un chaleco que no alcanzaba a cerrarle, pero su barriga era cubierta por una armadura de un blanco que no supe decir si era más reluciente que la que había llevado el Destello Eléctrico hace tiempo. En sus guantes de cuero, llevaba un arma tan rara, que jamás la había visto con exactitud: un bastón retorcido y largo, que de la punta emanaba un brillo que sacaba chispas eléctricas. Un Eletrike apareció a su lado y gruñó con furia, mientras el viejo reía sin parar.
A Morrison tampoco le cerraba el abrigo de cuero que llevaba, pero los guantes de cuero que dejaba al descubierto sus dedos, y las botas cortas que llevaba, le daban una libertad para moverse, a pesar de ser alguien ancho que llevaba una cota de malla brillante ajustada. Su Gligar y su Swampert salieron al combate.
Cheryl llevaba un vestido blanco a la altura del escote, con retoques anticuados de oro, unas bandas de cuero que le atravesaban la cintura, sandalias marrones y una tiara que brilló con un tono verde y cegador. La muchacha sacó a su Chansey y ambas asintieron listas.
Sémola, llevaba una armadura pequeña y oscura, sólo que sus guantes y botas alargadas de cuero la hacían ver más intimidante. Un aura oscura emanó de las extremidades de su cuerpo, y tanto su Arcanine como su Shaymin, salieron para el combate.
Bianca, llevaba una cota de malla de oro que le llegaba hasta las muñecas, y encima llevaba un chaleco de cuero que le ajustaba a su esbelto cuerpo perfectamente. Su falda blanca tenía adornos de oro, y sus botas alargadas de piel hacían juego con las manoplas que sujetaban el carcaj y arco de oro. Un Pignite salió de la pokébola, y se situó al lado de Bianca.
Por su parte, Casey llevaba una armadura de oro demasiado brillante, con toques oscuros en honor a su equipo de los Abejorros de Kanto. Sus manoplas eran negras, así como las botas de metal y la cota de malla que llevaba. Lo demás era de un oro puro. Llevaba un yelmo que le cubría el rostro, y sus coletas púrpuras de deshicieron para ondear una gran melena sedosa. En su mano llevaba una espada pesada, de tonos oscuros, y en la otra, un escudo con rayas negras y amarillas, y en el centro, el escudo de su equipo de béisbol. Elekid y Chikorita la alabaron por su armadura.
Por último, Kalm se quitó aquellos atuendos, para dar lugar a un abrigo hecho de cota de malla, que le llegaba hasta las rodillas. Sus botas alargadas, eran del mismo material que el abrigo. Y en sus manos enguantadas y azuladas, sujetaba con carcaj, mientras Frogadier y su Fletchling asintieron con determinación.
Estaba sorprendida por todo lo que me habían escondido. Jamás imaginé que tuvieran aquel tipo de atuendos, jamás pensé que se vieran así de poderosos a simple vista. Yo, por mi parte, no tenía nada más que aquella estúpida armadura rosada oxidada. Me sentí algo apenada, pero no le di mucha importancia, puesto que estábamos a punto de enfrentarnos a un Pokemon Legendario.
Lo que más me dio curiosidad de todos ellos, no fue de dónde demonios habían conseguido todo esto, sino que cada uno conservaba un accesorio característico en ellos, como si fuese un símbolo que representara a su gremio. Kalm conservó la gorra rojiza, a pesar de que no combinaba con su atuendo azul de arquero; Ritchie también mantuvo en su cabeza la gorra de tonos azules y amarillos, al igual que Casey lo hacía con la suya, aunque la podía ajustar bien encima de su yelmo dorado; Sémola llevaba su moño blanco puesto; Cheryl aún mantenían bajo su brazo, una pequeña bolsa, donde guardaba todos los objetos que había conseguido para el gremio; Wattson, llevaba un collar en forma de rayo; Morrison llevaba una banda verde que iba desde su hombro, hasta la cadera; Tracey llevaba consigo la mochila anaranjada donde llevaba su lápiz y boceto; Bianca aún mantenía su boina blanca en su cabeza, y Trevor llevaba de collar su Pokedéx, para cualquier emergencia. Ahora entendía el por qué se hacían llamar Gremio de los Accesorios y Gorras. Ahora entendía que para ellos, el tener un accesorio raro, significaba más que sólo eso.
— ¿Impresionante, no? —Kalm me miró—. No quise mostrarte nuestro verdadero equipo hasta que fuera el momento. Ahora sabes por qué nos llamamos así, ¿cierto? Ahora verás también nuestro verdadero poder, Serena.
No dije nada. La sala tembló súbitamente, y un silencio atormentador se hizo presente. Todos miraron hacia cualquier lado, esperando a que el Pokemon apareciera por arriba, debajo de las rocas, o por cualquier algún otro lado.
— ¡Cuidado! —advirtió Casey.
Una sombra apareció encima de nosotros, y nos quitamos del centro rápidamente. Entonces, la tierra retumbó, y el Pokemon aterrizó bruscamente, agitando la lava que invadía el centro de batalla.
Un Pokemon gigantesco apareció, de pelaje marrón que se asimila a un león; en su espalda, llevaba una especie de pelaje puntiagudo gris que le llegaba hasta la cola, pareciendo como si de ella humeara algún tipo de volcán. Cada una de sus cuatro patas blancas, poseían grilletes negros. Su rostro poseía unos bigotes blancos, una máscara roja, y una cresta amarilla puntiaguda encima de su frente. El Pokemon rugió, y la lava se levantó varios metros, rodeándonos a todos.
"ENTEI: UNO DE LOS TRES PERROS LEGENDARIOS. SE DICE QUE CONTIENE EL FULGOR DE MAGMA EN SU INTERIOR. SE CREE QUE ESTE POKEMON NACIÓ DE LA ERUPCIÓN DE UN VOLCÁN. ESCUPE NUMEROSAS RÁFAGAS DE FUEGO QUE DEVORAN Y REDUCEN A CENIZAS TODO LO QUE TOCAN."
— ¡Lo tengo registrado! —Trevor anunció, pero la lava en erupción era más ruidosa que su voz.
— ¡Bien, ya saben qué hacer! ¡Cheryl y Wattson, atacarán de lejos con su magia, pero protegerán al mismo tiempo a Trevor, que nos sanará! ¡Serena, Ritchie y Casey, atacarán al Pokemon, mientras yo y Bianca los distraemos con nuestras flechas! ¡Sémola, Morrison y Tracey, atacarán por la espalda con sus puños! ¡AHORA!
Todos se separaron. Trevor envolvió a todos en aura rojiza. Cheryl lanzaba hechizos de luz desde su tiara, mientras Wattson lanzaba impactruenos con el bastón. Kalm y Bianca, tensaron un par de flechas, que iban directo hacia el Entei; Casey y Ritchie corrieron lo más que pudieron, con su espada en alto y a punto de atacar al Pokemon, y Sémola, Morrison y Tracey prepararon sus puños. No obstante, yo me quedé ahí, petrificada ante el Pokemon.
Éste, saltó de nuevo, y desapareció entre la oscuridad del abismo superior. Un segundo después, volvió a aterrizar, retumbando la tierra y salpicando la lava. Varios de nosotros pudimos esquivarla, pero Bianca y Wattson no tuvieron la misma suerte. Su vida bajó un 10%, y ni siquiera el Pokemon los había atacado. Pero no tuvimos tiempo de atacar, puesto que el Pokemon abrió el hocico, rugió fuertemente, y una gran llamarada salió amenazando a los jugadores que tenía en frente. Kalm reaccionó a tiempo, al igual que Bianca, Ritchie y Casey, sólo que ésta última, fue alcanzada por una diminuta llama de la gran lengua de fuego que había sido expulsada de Entei. A pesar de ser una miserable llama que dio en su pierna, su vida bajó un 20%.
— ¡Rayos! ¡Es bastante fuerte! —mencionó la chica. Abrió la visera de su yelmo, y miró al perro legendario—. ¡Debemos distraerlo!
— ¡Serena, tienes que atacar cuando te diga, ¿de acuerdo?! —A pesar de las órdenes de Kalm, yo aún seguía paralizada.
Aquel miedo que había sido vencido por mí hace poco, había vuelto a invadirme. De nada había servido el imaginarme que los Pokemon eran buenos, y de nada me servía ahora el imaginarme a Shaymin con aquel campo de flores rosáceas, o a los Pokemon salvajes sonriéndome inocentemente. El haber visto a aquel Entei, intimidante, fuerte, e invencible, me hizo colapsar internamente y volver a sentir lo que sentí desde que se anunció que éste juego era mortal. De cualquier momento a otro, alguna llamarada de aquellas podría darme de lleno, y sin duda mi vida bajaría hasta llegar a cero. Mi vida estaba en riesgo justo en estos momentos, pero quería vivir. Quería volver a ver a mi madre; quería vivir más tiempo junto con el Gremio Novato; quería salvar a todos los de PBO; quería llegar al nivel cien del juego; quería volverme fuerte como Dawn, la amiga que se había convertido en mi enemiga, lo había hecho. Sin embargo, ¿por qué no me movía? ¿por qué el miedo podía más que mi propia iniciativa?
— ¡SERENA!
En eso, me di cuenta de Kalm estaba lanzando flechas a diestra y siniestra. Los demás atacaban, se defendían, y esquivaban los cabezazos del Pokemon. Inclusive, pude notar que de las tres barras del gran perro legendario, tan sólo quedaban dos y media. Aún faltaba mucho, e inclusive necesitaban de mi ayuda para poder ganar. Pero en eso… un lanzallamas iba hacia mi posición. No sé cuándo había atacado el Pokemon, y no sé desde cuándo aquel fuego había estado yendo hacia mí, pero lo que tenía seguro es que si no reaccionaba, y si seguía sintiendo ese miedo, iba a morir justo ahora.
— ¡REACCIONA!
Me aventé hacia un lado. Pude esquivar el ataque apenas, aunque una de las pequeñas llamas rosó mi costilla, y un 20% de mi vida desapareció. Kalm llegó hacía mí, y me miró con preocupación.
— Serena… por favor. Debes de quitarte ese mido de encima. Sé que nuestras vidas están en riesgo justo ahora. Pero si no logramos vencer a este Pokemon, ¿cómo es que podremos lograr vencer los niveles restantes?
Kalm tenía razón. Me levanté, aún con dolor sobre mi costilla. Desenvainé la espada rosada y oxidada que llevaba, y lancé mi pokébola al aire. Mi Fennekin salió y rugió.
Kalm tuvo que correr hacia otro lado, para distraer al Pokemon. Su Frogadier lanzaba chorros de agua, y su Fletchling lanzaba picotazos en vano, pero servían de distracción. Casey, junto con su Chikorita y Elekid, distrajeron al Pokemon por un costado, mientras daba un tajo y retrocedía cubriéndose con su escudo de abejorro de las bolas de fuego débiles que lanzaba.
— ¡AHORA! —Kalm gritó con todos sus pulmones, y fue el momento para que reaccionara y fuera directo hacia el Pokemon. Sentí que mis costillas ya no dolían gracias a que Trevor me había envuelto con su aura rojiza. Noté que Cheryl iluminó con su tiara el ambiente, lo suficiente como para cegar por unos segundos al Pokemon legendario.
Estaba a espaldas del Pokemon. Era mi momento.
Mi Fennekin y yo, saltamos lo más que nuestras piernas pudieron, y aunque no fue mucho, llegamos apenas a la espalda del Pokemon. Mi espada se insertó en su lomo, y su vida bajó un 10%. No fue lo suficiente como para matarlo. Tenía que retroceder ahora, o el Pokemon contraatacaría.
Su cuerpo se envolvió en fuego, pero me retiré a tiempo. En eso, aquel fuego que emanaba de su cuerpo, se transformó en unas ondas ígneas que viajaron más rápido que cualquier Pokemon, y dieron de lleno a Ritchie, Cheryl y Wattson. Su vida bajó un 70%, pero pudieron reincorporarse rápido. Sin embargo, Entei nuevamente saltó, y se situó detrás de Trevor. Una embestida lo lanzó a la pared rocosa de la habitación, y cayó aturdido hacia la lava.
— ¡Trevor! —Kalm corrió, pero el Entei se cruzó en su camino y le dio un cabezazo, que lo mandó a rodar varios metros, hasta situarse al final de las orillas del campo de batalla.
El Gligar de Morrison pudo salvar a Trevor de hundirse entre la lava, y lo situó de nuevo en el campo de batalla.
Entei rugió de nuevo, y lanzó una llamarada que no pudo esquivar el Chikorita de Casey, el Gligar que había retomado de nuevo los aires, el Arcanine de Sémola, el Fletchling de Kalm, y el Venonat de Tracey, así como también pudo dar con Bianca, Tracey y Morrison. Aquellos Pokemon desaparecieron al instante, y la vida de los jugadores había disminuido un 80%, hasta tornar su barra en un color rojo.
Sin dar tiempo de respirar, una de las patas del Entei enterró a Casey, pero su escudo de Abejorro la salvó de la muerta, aunque se partió en pedazos. Trevor también estaba bastante débil como para recuperar a los demás.
La vida de todos estaba crítica, excepto la de Sémola y la mía. El líder del gremio sabía que si no hacíamos algo ahora, todos íbamos a morir.
Entei iba de nuevo a aplastar a Casey con una de sus patas, pero en eso reaccionó el muchacho de la gorra carmesí.
— ¡Ahora, Frogadier! —El Pokemon le lanzó un chorro de agua a Casey, que la arrastró de la futura estampida del Pokemon enemigo, aunque si vida bajó un 5% más. Ella era la más débil de todos.
El Pokemon se dio cuenta de que aún no mataba a nadie, y entonces rugió con más furia de la que tenía.
— ¡ESCUCHEN TODOS! ¡SÓLO LE HEMOS BAJADO UNA BARRA DE TRES QUE TIENE, Y CASI TODOS ESTAMOS CRÍTICOS DE SALUD! ¡PERO NO DEBEMOS RENDIRNOS! ¡ESTE POKEMON DEBE DE TENER UN PUNTO DÉBIL!
Punto débil… punto débil… punto débil.
En eso, recordé la vez en que yo le había insertado mi espada en su lomo. Ahí, pude ver un pequeño brillo. Aunque sea mínimo, pude ver que había algo en el centro de su lomo puntiagudo, pero que nadie podía haber visto excepto yo a la hora de que lo ataqué.
— ¡Eso es! —mencioné—. ¡Kalm, distráiganlo! ¡Hagan todo lo posible por distraerlo!
El muchacho hizo caso, y comenzó a lanzar junto con Bianca más y más flechas, mientras los magos hacían su labor, Trevor hacía lo que podía, los espadachines restantes corrían a su alrededor y los luchadores golpeaban el suelo con suma potencia.
Entei se distrajo por unos momentos, y me coloqué detrás de él. Comencé a correr de nuevo, junto con mi Fennekin. Ambos saltamos, y ahí lo vi. Un brillo parecido a una especie de empuñadura carmesí. Debía de ser esa. Debía de ser la espada de fuego: Firénix. Sin embargo, antes de poder aterrizar en su espalda, noté que el Pokemon me había visto de reojo. Lo sabía; iba a atacarlo por sorpresa.
Súbitamente, azotó el suelo, y su potencia fue tal, que una parte del campo se rompió en un gran pedazo de roca que se elevó muy rápido. La roca, desprendía pedazos de lava ardiente, e iba directo hacia mí. No podía esquivarla, ya que estaba en el aire. Iba a dar de lleno contra mí. La roca me iba a golpear… Debía de esquivarla.
Entonces, vi cuando Sémola acumuló una gran parte de su aura negra en su puño derecho, saltó y rompió la roca con suma potencia. Era la primera vez que la había visto romper algo con gran fuerza, y era la primera vez que finalmente había roto una roca de un solo puñetazo.
— ¡Hazlo, Serena!
Aterricé en el lomo del Pokemon, me sujeté a la empuñadura carmesí, y el Pokemon notó que había encontrado su punto débil. Si sacaba aquella espada, su vida acabaría automáticamente. Entonces jalé con fuerza… con fuerza… con más fuerza, ¡mucha más fuerza!.
El Pokemon se agitó cual toro, y traté de aferrarme a su pelaje grisáceo. Fennekin igualmente lo hacía, y de un momento a otro, ya nadie podía distraerlo.
— Fennekin ¡Sujétate! ¡Fennekin!
Y ahí fue cuando noté un brillo. No provenía de la espada. No provenía de la lava. Provenía de mi Fennekin. Un brillo lo envolvió por completo, y unos segundos después, aún aferrado al lomo del Entei, noté que era un Pokemon completamente diferente.
— ¡Braixen… Braixen! —gimió mi Pokemon.
Entonces, el zorro, más alargado que mi Fennekin, y más voluminoso, utilizó un ataque que jamás había visto. Su cuerpo se envolvió en un fuego abrasador. Saltó por los aires, y descendió envuelto cual meteoro ante el Pokemon que seguía forcejeando. El ataque dio de lleno justo en su cabeza, lo que lo aturdió por unos momentos, y cayó al suelo.
— ¡Ahora! —dije, y saqué con más facilidad, pero aún así con fuerza, la gran espada. Su acero inoxidable de un color carmesí, brillaba al compás del mar de lava que se esparcía por todo el campo, y emanaba unas ondas de calor tan fuertes, que notaba que el acero estaba ardiendo. Sin embargo, el Pokemon legendario aún no estaba muerto, por lo que debía de atacarlo con la nueva espada.
Me aparté de su lomo, y me coloqué sobre su cabeza. Sin dudarlo ni un momento, clavé la espada con suma fuerza justo en su cráneo. Notaba el sonido del acerco ardiente, y varias lenguas de fuego salieron de la Firénix, mientras un aura rojiza invadió el ambiente.
El Pokemon explotó en cenizas brillantes, y un letrero apareció en el campo de batalla.
"FELICIDADES"
En el menú de mi juego, apareció la nueva espada.
"Firénix: La espada carmesí. Es única y se dice que forma parte de Entei, uno de los tres perros legendarios. Está hecho de un acerco carmesí capaz de soportar hasta los mil grados de temperatura."
Todos se tiraron al suelo, en señal de cansancio. Sin embargo, Kalm me miró con una sonrisa, y Ritchie comenzó a celebrar.
—¡LO HICIMOS! —mencionó, y su Pikachu gimió de alegría.
—¡Mi escudo! —lloraba Casey—. ¡Mi hermoso y especial escudo!
—¡JÁ! ¡ESTUVIMOS A PUNTOS DE MORIR! ¡JAJAJÁ! ¡QUÉ IRONÍAS DE LA VIDA!
—No es gracioso —comentó Sémola.
—Bueno, Serena, creo que conservarás la espada —me dijo Kalm y me tomó de la mano— Te lo mereces.
— No… fue gracias a todos. Sin ustedes no hubiera podido hacerlo.
— ¡Bah, tonterías! —replicó Ritchie—. Ahora, hay que ir a celebrar a donde siempre.
— ¿Dónde siempre?
— Ya lo verás, Serena.
— ¡Hemos llegado! —Ritchie abrió la puerta de un bar del Pueblo de los Inicios, en el nivel uno. Ahí, el lugar era ensordecedor. Varios NPC´s, así como jugadores, estaban bebiendo, riendo, gritando, luchando y discutiendo. El lugar no era tan grande, pero todos estaban amontonados. Había barriles de cerveza por todos lados, y tarros llenos en varias mesas. Inclusive, la música me contagiaba con la alegría del lugar.
Cuando el Gremio Novato entró por la puerta, muchas de las personas se alegraron y gritaron, dando la bienvenida a los miembros. Ritchie comenzó a saludar a todos, y Kalm también. ¿Quién diría que el Gremio sería tan conocido aquí?
— Vaya, parece que son populares por aquí.
— Sí, venimos cada que conseguimos algún objeto —mencionó Kalm, aunque después borró esa sonrisa—. De hecho, aquí fue donde conocí a Ritchie.
— Oh —ahora veo por qué era tan especial este lugar tanto para el chico como para Kalm.
— ¡¿Con que nuevo miembro, eh?! —mencionó un sujeto que estaba muy borracho— ¡Vaya, Kalm! ¡Si que te has conseguido una chica hermosa!
— Gracias —mencioné, antes de que Kalm dijera algo.
— Con que ahora hay un par de tórtolos merodeando por aquí. ¿Cómo no me pude dar cuenta? —dijo Casey, y esbozó una sonrisa macabra—. Los estaré vigilando.
Todos nos separamos, y la mayoría de los miembros comenzaron a celebrar, beber y a reír. Wattson iba de mesa en mesa riendo como si no hubiese mañana, aunque diciendo chistes malos sobre su esposa y recordando cuando tenía la edad de cada uno de los que había en una mesa. Casey contaba las hazañas que sucedieron con el Entei, y aún se lamentaba del escudo roto de los Abejorros de Kanto. Cheryl ayudaba a servir tarros como era característico de ella el ayudar, aunque se apartaba de las personas que la querían enamorar. Morrison comía y bebía cerveza a diestra y siniestra, e inclusive pude notar que ya comenzaba a estar ebrio. Tracey bebía, pero a la vez dibujaba los Pokemon que había dentro de la taberna, aunque Bianca salía en sus dibujos, abrazando a los Pokemon más tiernos y sin parar de decir la palabra "hermoso". Trevor presumía a todos del nuevo Pokemon que había registrado en su Pokedéx, y Sémola estaba en un lugar apartado, aunque al mirarme a mí, me sonrió; sabía que era una buena y tierna niña en el fondo.
—¿Y bien, por quién debemos de brindar? —mencionó Kalm, dándome un tarro de cerveza.
—Oh, no. No me gusta la…
—¡Oh, vamos!
—Bueno, puede que le dé un trago pequeño —en eso, Kalm sonrió, y comenzó a beber mientras reía a causa del ambiente. Yo di un pequeño trago; reí también y lo abracé.
—¡Hey, Kalm, deja a Serena! —intervino Ritchie, mientras su Pikachu estaba jugando con otras personas borrachas a lo lejos.
—¿Qué?
—Es mía —intervino con sonrojo.
—Oh, vamos, Ritchie. Apenas tienes 11 años.
—Cumpliré los doce mañana.
—¿Mañana? —me sorprendí— Bueno, pues feliz cumpleaños adelantado.
—Como sea —el chico se veía molesto— Saldré un rato a pasear.
—Pero…
—Déjalo Serena —mencionó Kalm, mientras el chico se salía por la puerta— Está enamorado de ti. Lo veo en sus ojos. Pero pues… es un niño apenas. Digamos que eres su amor platónico.
— Lo sé, pero me siento triste por él —mencioné. Era algo tierno el saber que un pequeño estaba enamorado de una chica que le llevaba una diferencia de edad considerable.
— Tranquila, ya se le pasará. Está celoso de verme junto a ti.
— ¿Eso crees? —le sonreí y le di un beso en la mejilla, mientras disfrutábamos del ambiente.
Pasaron varios minutos, e inclusive horas. La gente reía, se divertía, peleaba. El rumor de que nuestro gremio luchó contra un Pokemon legendario se esparcía por los alrededores. Enseñé a varias personas enésimas veces mi nueva espada; Casey le hacía un culto a su escudo caído. En fin, fue un momento agradable… muy agradable…
O eso creía.
— ¡HUYAN! ¡HUYAN! —Una voz apareció por la entrada de la taberna. Era un sujeto desconocido, pero sin lugar a dudas era un jugador de PBO.
Nadie le prestó atención al principio, pero sus gritos fueron callando poco a poco a la gente ebria del lugar.
— ¡HUYAN DE AQUÍ! ¡HUYAN DEL NIVEL UNO!
— ¿Qué? —Kalm susurró. Todos estaban en silencio. Nadie comprendía lo que estaba sucediendo. ¿Acaso era un loco?
— ¡LO VI CON MIS PROPIOS OJOS! ¡HUYAN!
Kalm, con toda la seguridad posible, intervino.
— ¿Huir? ¿De qué?
— ¡VI A UN SUJETO! ¡ALGUIEN MATÓ A UN JUGADOR EN EL PUEBLO! ¡DENTRO DE LA ZONA SEGURA DEL PUEBLO!
— ¿Qué? ¿Cómo es eso posible? Nadie puede matar dentro de una zona segura.
— ¡No lo sé, pero lo vi! ¡LO VI! ¡ESE TIPO LO MATÓ! ¡NO PUDE ALCANZAR A VER QUIÉN ERA, PORQUE HUYO ENSEGUIDA! ¡PERO PUEDE VOLVER! ¡PUEDE VOLVER A MATARNOS DENTRO DEL PUEBLO! ¡SIN DUDA PUEDE MATARME A MÍ Y A TODOS DENTRO DE UNA ZONA SEGURA! ¡YO LO VI! —el sujeto estaba fuera de control.
— ¿Quién? ¿A quién mató? ¡Contrólate!
El sujeto se quedó callado por unos momentos. Todos, a pesar de estar ebrios, estaban callados y llenos de miedo. Todos debían huir de ahí, pero nadie se movía de su lugar.
— No pude ver quién era, pero cuando me acerqué, me dijo sus últimas palabras.
— ¿Qué te dijo?
— ¿Tú eres Kalm?
—Así es —notaba que X estaba sudando.
— Me dijo que no rompieras tu promesa. Me dijo que debías de pasar los 100 niveles del juego aún así él ya no estuviera contigo… Y que… y que iba a extrañar a todos los del Gremio Novato.
— Ritchie… —susurró Kalm, con un nudo en la garganta.
T.T ... ¿Final inesperado? ¿O predecible? Dejen sus reviews para desahogarse.
Por cierto, ¿quieren que les ponga videos de soundtracks para que lean mientras escuchan la música y sea más emocionante todo? O prefieren que los deje leer en silencio. Háganmelo saber... ¡Nos leemos!
Próximo capítulo: Matar o morir
