Qué hay. Bueno, el trabajo me mantuvo ocupado este día. (¿Por qué, si es viernes T.T?) Bueno, digamos que me explotan demasiado, pero lo único bueno de todo esto es que me desquito escribiendo PBO, que es lo único relajante :D Y pues viendo sus reviews, algunos no entendieron el capítulo anterior. Creo que no me di a explicar bien, pero por is las dudas, Ritchie no asesinó a nadie, sino que murió. ¿Acaso fue algo confuso el final, o qué? D: Creo que debería mejorar mi narración aún más T.T
Guest: ¿Será? Puede que tus sospechas sean ciertas... O no... ¿O sí?
ThunderGold97: Richie murió, no asesinó D: Rayos, sabía que debía ir a clases de narración T.T Y qué traes contra Morrison xD Pobre chico, él no ha tenido la culpa... ¿O sí? xD
superjetjohn117: Hay una mala noticia para ti. ADORO Game of Thrones y sus muertes SPOILER: Sobretodo la Boda Roja xD
Larekin1: Maldito Max hijo de perra. Quién sabe si fue él, pero una buena noticia es que se sabrá este capítulo.
Kuroi: Jajaja el mejor profeta xD Ni siquiera Jesucristo lo pudo haber adivinado. Ok no...
black: Aquí aparece black... Ese será tu regalo :D
Poker Knight: Puede que haya megaevoluciones... Y tranquilo, Ash tendrá más Pokemon que sólo Pikachu.
AsuraX1: Leer en silencio a veces es bueno :D Pero a mi la música me emociona, sólo que no a todo volúmen, jaja xD
Blackphoenix: Mentir, no lo sé. Creo que no D:
ashtepokevenger: A qué caso te refieres? xD
Cata-Chan1: cofcofcofSerenafuelaasesinacofcofcof xD ! Jajaja.
Guest: Se fue al cielo ):
Shadow: Vaya teoría interesante. ¡SERÁ CIERTA, O TE EQUIVOCARÁS! Ritchie murió en verdad? O no? Rayos, estos reviews me emocionan mucho.
emmanuel lopez: Aquí aparece Ash c: Y cierto jaja, ya era hora de que matara.
Bueno, aquí me despido. No quiero hablar al final porque ando algo cansado jajaja, como si me tomara mucho tiempo poner comentarios al final xD. Prepárense un chocolate caliente, unas galletas, y lean en silencio este capítulo, que a mi parecer, es uno de mis favoritos de la segunda temporada. ¡Nos leemos el martes! Y MUCHAS GRACIAS POR LOS REVIEWS =D Por cierto, lamento si el capítulo es algo largo D: Es que sinceramente no me alcanzan con 3,500 palabras este capítulo. Le agregué unas mil palabras más, pero está interesante. Valdrá la pena. Ciaooo!
Capítulo 32
Matar o Morir
NIVEL DOS: AFUERAS DEL PUEBLO VIRIDIAN.
7 DE NOVIEMBRE DEL 2021
CINCO DÍAS DESPUÉS DEL ANUNCIO.
Mi mano temblaba. La sangre me hervía, pero no por la rabia, sino por el miedo a saber qué es lo que sucedería detrás del gran establo que tenía frente a mí. La llovizna agitaba mi capa blanca, y erizaba mi piel húmeda. Un rayo se hizo presente en el firmamento nublado, e instantáneamente me recordó un golpe que mi padre le propinaba a mi madre.
Me detuve. No quería empujar la puerta de madera; no quería hacerlo, mas no me quedaba otra opción. Si no lo hacía, ¿qué iban a pensar de mí? Aun así, aún no cumplía el cometido, por lo que si entraba o no, aquel sujeto iba a estar furioso.
Noté a algunos Pokemon domésticos de la pequeña granja observarme a través de sus refugios de loza. Un Ponyta relinchó en el establo exterior que se encontraba a mi costado. El Pokemon me veía, y al mismo tiempo observaba las gotas bruscas que caían del techo que lo refugiaba. Él sabía de alguna manera que estaba lleno de miedo e incertidumbre.
Otro rayo resonó por la tormenta. Cerré los ojos, inhalé por un buen tiempo, y dejé exhalar con suma relajación. La puerta del establo principal de la granja rechinó, y las gotas se colaron dentro, mientras yo avanzaba hacia la oscuridad de la habitación que olía a heces, paja y humedad.
Cerré la gigantesca puerta de madera con fuerza, y cuando volteé, mi vista no fue capaz de divisar por lo menos a una silueta. No obstante, cuando mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y silencio, un farol se encendió en medio de la habitación, y ahí, siete siluetas se hicieron presentes. Cada una, sentada en algún cuadro de heno o paja que les servían de asiento.
Un cuadro de paja se encontraba delante de mí, significando que yo era el último en llegar. Lo sabía; sabía que había llegado tarde, pero estaba más seguro de que aquel tipo estaba furioso, por la manera en que me miró, a pesar de que no podía ver por completo su rostro debido a la capucha que traía encima. Todos los demás, también llevaban una que escondía su identidad.
— Llegas tarde.
No dije nada. No me atrevía a decir algo en lo más mínimo. Mi corazón palpitaba a mil por hora, y tenía miedo de que él lo escuchara.
— Los he reunido aquí, porque como se habrán dado cuenta, el nivel dos ya fue vencido. Sin embargo, lo que me sorprende no es que hayan vencido al jefe, sino que la mayoría de los que lo hicieron, fueron novatos.
— Señor, le juro que yo…
— Cállate, Masato. No hay excusa alguna por lo que ha hecho tu gremio. ¿Cómo es posible que no te ganes la confianza de tu gremio? ¿Cómo es…? —el tipo se detuvo. Creo que parecía estar más furioso con él, que conmigo—. ¿Cómo es posible…? ¡¿Cómo es posible que tu gremio te haya desobedecido, y haya ido a atacar con los demás las mazmorras?!
Un silencio atroz invadió el ambiente. Nadie dijo nada, y nadie debía de decir nada. Masato quería reclamar, pero sabía bien que si lo hacía, iba a tener problemas.
— Estoy decepcionado, Masato. De nada me sirvió el dar el anuncio, si de todas maneras iban a atacar el nivel dos. Parece que nada detiene a los jugadores novicios, a pesar de que se les dijo que sólo uno podía salvarse.
— Si ha servido, señor. De los mil betas que hay, sólo doscientos siguen conectados al juego. Los demás se han desconectado por miedo, o por que no creían lo que se dijo.
— Lo sé, Cintia. El beta que se desconecte a partir de ahora, no podrá volver a jugar debido a que no se lo permitirán en el mundo real; además, creo que ellos mismos están conscientes de que si vuelven a conectarse, podría irles muy mal —mencionó el tipo. Yo aún seguía con miedo en mi interior—. Pero ese es otro tema. Aquí la pregunta es… ¿Quién animó a los jugadores novicios a atacar las mazmorras? ¿Quién fue lo suficientemente convincente para conseguir todo un grupo de novatos inexpertos, que a pesar de todo, pudieron conseguir el derrotar al jefe Venasaur?
— Yo estuve ahí —la voz de Cintia era tan misteriosa, igual que cuando me la había encontrado en el elevador de la torre de Virtual Console—. Vi cuando esa chica convenció a un grupo de novatos; estos convencieron a más, y esos a más, y así hasta que esa chica se convirtió en alguien importante.
— ¿Quién?
— Se llama Hikari, o como los demás le dicen, la Novata Índigo —noté una sonrisa a través de la luz débil que iluminaba la lámpara de aceite.
— ¿Y si estuviste ahí, por qué no hiciste algo?
— Bueno, sinceramente no creí que convenciera a todo un grupo de novatos, por lo que quise ver cuál era el resultado. Además, pensándolo bien, creo que podríamos tomar provecho de esto, mi señor. Si la Novata Índigo sigue convenciendo a más personas, ella tendría que formar un gremio forzosamente, debido a lo importante que se convertiría. Y cuando forme el gremio, no sólo estarán las personas más poderosas ahí, sino que inclusive podremos ver si hay betas que se le unan a su causa.
— ¿Y si no las hay? —susurró Mirto, con su furia característica.
— No creo que algún beta pase por desapercibido esto. Por alguna razón los 193 betas restantes se han quedado jugando este juego ¿no es así? Si yo fuera alguno de ellos, no dudaría en formar parte de ese gremio. Betas habrá dentro del grupo de la novata, y también en los demás gremios importantes que se creen a lo largo del juego. Señor, no es por molestarlo ni a usted ni a sus planes futuros, pero deberíamos dejar que los jugadores actúen a su forma y libertad, y conforme vayan avanzando en el juego, será más fácil el identificar a los beta que han sobresalido en el juego. De cualquier manera, cada vez les tomará más tiempo el pasar un nivel. Este nivel dos no ha sido nada, y ya tenemos a personas que han sobresalido, como el Sanador Invencible, Shigeru, el Arquero Estratega, Ruby, y los otros cuatro beta que también participaron en las mazmorras de este segundo nivel; Drew, Paul, Iris y Citron. Seis betas. Imaginen ahora en los demás niveles, cuántos betas se nos presentarán ante nuestros ojos.
Cintia terminó, y el jefe quedó en silencio, al parecer muy sorprendido ante el punto de vista de Cintia. De las ocho personas que nos encontrábamos aquí, Cintia era la que más misterio me daba. ¿Cómo es posible que sonriera de aquella forma tan macabra, pero a la vez tan inocente?
— Bien hecho, Cintia. Acabas de convencerme —el sujeto se paró del cuadro de heno, y fue directo hacia la puerta. Pasó al lado de mí, y noté un nudo en la garganta y una punzada en el estómago. Se detuvo a mi lado, pero no volteó a verme. Quería que lo hiciera; quería que volteara, y pudiera ver de cerca su rostro. Quería saber quién era, pero no podía moverme y quitarle la capucha—. De acuerdo. Este es el nuevo plan. Sigan colándose entre los novatos, sólo que ahora dejarán que actúen con libertad. Sin embargo, sigan matando a todos los jugadores que sean necesarios, ya que debemos controlar a todos cuando descubramos a todos los betas del juego. Todos deberán matar a los novatos. Inclusive tú… Satoshi.
Lo sabía. Ahí estaba la razón por la cual no quería entrar a este establo. ¿Cómo es que sabía que aún no podía matar a nadie?
— Tengo los registros de las personas controladas, y según mis cálculos, si te excluyéramos del gremio, aún así tendría las mismas personas controladas en el juego. Lo que me lleva a pensar, que no has matado a nadie ¿Cierto?
No me atreví a voltear. Mi mirada estaba puesta en el suelo seco, harapiento y pajoso del suelo. Apreté mis puños con fuerza; la luz débil de la lámpara de aceite desprendía un haz de luz tan enigmático, que quería largarme de ahí cuanto antes.
— Mirto, acompáñalo a que cumpla su deber. Enséñale cómo se hacen las cosas por aquí.
— ¡Já! ¡Será un placer! —volteé a verlo. El tipo robusto y con la mata larga pelirroja me miraba como si fuese su marioneta y como si tuviera intenciones de matarme, aunque tenía el rostro cubierto por una capucha harapienta.
— Y también no lo pierdas de vista —aquello último, lo dijo con un tono tan extraño, que no supe si se refería a si lo iba a traicionar, o si no iba a matar a los jugadores a pesar de todo.
— Aquí lo haremos ¡Já!
Aún seguíamos a instancias del nivel dos. Caminábamos por un sendero a orillas de un pequeño lago que se encontraba inquieto debido a la lluvia que aún había por la tormenta. Una pequeña posada se encontraba al final del camino enlodado que había frente a nosotros. Las voces y murmullos que provenían de la cabaña me retorcían el estómago. No quería matar a las personas, a pesar de que en realidad ellas no morían, sino eran controladas. Sin embargo, el quitarle la vida a alguien me daba escalofríos. ¿Qué pensarían de mí? ¿Qué pensarían del juego cuando se dieran cuenta de que en realidad no los maté?
— Debes ser rápido, o sino se darán cuenta de quién eres —mencionó, se quitó la capucha, y la melena roja comenzó a humedecerse—. De hecho, sabrán quién eres por el atuendo que llevas ¡Já! ¿Por qué mejor no cambias esa capa blanca que llevas siempre?
Tenía razón. Cualquiera sabría que yo, con una capa blanca y una espada eléctrica sabrían en su sano juicio que se trataba del Destello Eléctrico. Abrí el menú de mi juego, y ahí, con varios atuendos que rara vez utilizaba, encontré una capa negra de terciopelo, pero que era muy común entre los jugadores novatos. Era el atuendo perfecto.
Reemplacé mi capa blanquecina por la negra, y me coloqué la capucha que cubrió mi rostro.
— Genial. ¡Já! Ahora, ve y haz lo tuyo. Te observaré desde aquí.
Quería largarme de ahí cuanto antes. El oír las voces de los jugadores dentro de la posada me paralizaban en mi lugar. No quería controlarlos, y mucho menos confundirlos.
— Vamos, maldita sea —insistió Mirto, pero vio que no podía reaccionar— Oh, de acuerdo. Te ayudaré, estúpido de mierda.
El tipo comenzó a caminar hacia la posada, sin importarle que todas sus ropas de tela se mojaran. Yo lo seguí muy de cerca, pero tenía una duda.
— ¿No se darán cuenta de quién eres? Deberías cubrir tu rostro.
— ¡JÁ! —Él se rió tan fuerte, que tuve la certeza de que podrían haberlo escuchado dentro de la posada—. No seas idiota, niño. Yo no he sobresalido en el juego, por lo tanto no tienen la más mínima idea de quién soy. Además, esto será tan rápido, que no tendrán tiempo de ver mi rostro.
— Y si ahí hay alguien que ya ha estado controlado. ¿Qué pasará? —tenía miedo de su respuesta.
— Muere en la realidad—mencionó—. Así de simple.
El beta se colocó frente a la puerta, y con mayor razón pudimos escuchar más voces provenientes de ahí. Algunas risas, discusiones y murmullos. Todo eso me hacía sentir que no podía hacerlo, pero antes de pensar en cualquier otra cosa que me impidiera el actuar, Mirto habló.
— Esto será rápido. Cuando abra la puerta, golpearé el suelo y todos caerán confusos. Es ahí cuando atacarás sin piedad a todos, cortándolos de un tajo. Como son novatos, morirán de un ataque, a menos de que haya un beta entre ellos, que lo dudo mucho ¡Já! Ahora, si no actúas de inmediato, y ven tu rostro, sabrán que eres el "cheater" del que todos han estado hablando, y todos comenzarán a buscarte para matarte. Otra consecuencia es que si no matas a alguien, además de eso, yo le diré al jefe que no fuiste lo suficientemente capaz de matar a los jugadores, y tu madre morirá ¡Já!
No dije nada. Me limité a asentir y esperé detrás de él. Desenvainé un poco mi espada, y ésta sacó chispas eléctricas que se combinaron con la lluvia del ambiente.
Todo pasó muy rápido. Mirto abrió la puerta, y noté a varios jugadores ahí, junto con dos NPC´s que estaban atendiendo a los demás. A lo mucho habría unos veinte jugadores novatos ahí, debido a que mi vista fue lo suficientemente rápida como para darme cuenta del nivel de la mayoría. Afortunadamente, noté que nadie aún estaba controlado. Nadie se dio cuenta de que Mirto había abierto la puerta, porque el sujeto concentró un aura rojiza sobre su puño y dio un gran puñetazo al suelo. Una onda poderosa me hizo retroceder unos pasos, debido a la fuerza con la que Mirto había golpeado el suelo. Me sorprendí por su gran fuerza, pero ese no era el momento para distraerme. Todos los jugadores sintieron un gran temblor, y cayeron al suelo. Tarros de cerveza cayeron al suelo, la comida se esparció por el lugar, e inclusive una parte del techo comenzó a desprenderse. La luz se apagó debido a la potencia del puño, y fue ahí cuando debía de actuar. Mis piernas no respondían, pero necesitaba que lo hicieran, o Delia iba a morir, al igual que yo si no hacía lo que me ordenaran.
Es por eso que había elegido el nuevo casco. Es por eso, que debía de matar a los jugadores para controlarlos, y así poder salvar a mi madre. Después de todo… no morirían realmente.
Con la capucha puesta, desenvainé por completo mi espada, y un destello eléctrico se desprendió de ella. La oscuridad había reinado, debido a la noche del cielo, pero gracias a aquel destello, pude ver la posición de todos los novatos. Algunos seguían tirados en el suelo, confusos por lo que estaba pasando. Me dirigí a los que se ya se habían reincorporado, y les clavé la espada de un solo tajo, en menos de un segundo. Dos… tres… cuatro. Mirto también hizo su parte, y pude ver a través de los rayos que soltó la tormenta, que el tipo aplastaba con una sola mano la cabeza de un jugador, mientras sonreía macabramente.
Cinco… Nueve… Diez.
Noté a un novato lanzarse contra mí, pero lo esquivé fácilmente. Nadie de ellos era rival para un beta. Sin embargo, sentía que yo no era rival para ninguno de ellos. Me sentía tan débil, tan inútil, tan… tan… mal por lo que estaba haciendo.
Trece, quince, diecisiete.
Inclusive tuve tiempo para matar a las Joy que estaban atendiendo a todos. No soporté el grito que todos habían hecho al momento de haberles cortado con mi espada. No soporté el hecho de que pensaban que iban a morir, pero al mismo tiempo iban a revivir en alguna parte de PBO. ¿Qué iban a pensar cuando revivieran? ¿Acaso pensarían que todo ha sido una farsa, y se desconectarían para que murieran realmente? No lo sabía, pero debía de alarmar a alguien para que esos pensamientos no fuesen propagados de jugador a jugador. Debía de decirle al último sobreviviente…
El último novato se me quedó mirando. Ya había visto mi cara… Mirto estaba distraído, matando a otro que estaba por ahí. La oscuridad nos abrazaba, pero cuando un rayo iluminó de nuevo los restos destruidos de la posada, noté que apenas era un chico. Un chico de cabellos castaños, con un Pikachu en su hombro.
— ¡Ritchie, Ritchie! —una voz sonaba al otro lado de la habitación. Mirto estaba aplastando la cabeza del novato, pero no pude ver su rostro debido a la palma gigantesca que cubría la cabeza del chico—. ¡HUYE! ¡RITCHIE! ¡HUYE!
El tipo explotó en pedazos, que iluminaron débilmente al beta luchador. El niño estaba paralizado de miedo, viendo cómo estaba a punto de clavarle mi espada eléctrica.
— Hazlo —mencionó Mirto, mientras notaba que yo también me había paralizado.
Debía de decirle que yo tenía un casco capaz de matar, pero que a la vez no lo mataba enserio. ¿Pero cómo? ¿Cómo le decía aquello? ¿Cómo le decía que este casco que tenía, no mataba realmente, sino te controlaba? Si no le decía aquello, seguramente pensaría que todo esto sería una mentira, y se desconectaría después de haber revivido. Lo sabía. Debía de decirle, pero si lo hacía Mirto se daría cuenta, y mi madre moriría. ¿Qué debía hacer? ¡¿Qué mierdas debía de hacer?!
— ¡Hazlo! —repitió Mirto.
Mi espada cortó en dos al Pikachu, que no tuvo tiempo para defenderse. El Pokemon desapareció, e iluminó el rostro lloroso del jugador.
Y súbitamente, clavé la espada en su tórax.
Un gemido se hizo presente, y ambos estuvimos a centímetros del otro. El chico me miraba con esos ojos castaños. Me detuve a mirarlo más de cerca. Tenía un parecido conmigo físicamente, pero seguramente olvidaría su rostro cuando desapareciera. Seguramente, olvidaré el rostro de todos los que he matado en esta posada.
— Revivirás —le susurré—. Pero no mueras.
Las pupilas del chico se dilataron. ¿Acaso se habrá sorprendido? ¿Acaso habrá entendido lo que le dije? No pude decir mucho, ya que Mirto observaba, pero ojalá le hubiera dicho algo más. Ojalá estuviéramos sólo nosotros dos, y ahí le confesara que todo esto seguía siendo real. Ojalá… me hubiese entendido.
El chico desapareció.
— Vio tu rostro —mencionó Mirto—. ¡Vio tu maldito rostro, hijo de puta!
Yo estaba jadeando de cansancio por los nervios y por la batalla. Sinceramente, ahora no me importaba lo que dijera aquel tipo.
— Lo sé —dije, y esta vez me atreví a mirarlo. Estaba furioso.
— Bien, tendrás que matarlo antes de que expanda el rumor de que tú estás matando a todos.
— También lo sé —mentí. Jamás pensé que debería ahora matarlo de nuevo.
— Bueno, espero que lo hagas. Te estaré vigilando, Satoshi. De todas maneras, si no lo haces, todos sabrán que el Destello Eléctrico estará matando a todos.
— ¿Y de qué les sirve saberlo? Estarán más sorprendidos por el hecho de que han revivido y tratarán de desconectarse ¿O acaso no has pensado en eso, Mirto?
El sujeto me miró, y quiso decir algo, pero se tragó sus palabras. Al parecer, él no había pensado en ello.
— Te estaré vigilando, Satoshi —repitió—. Espero que mates a más personas, o ya verás.
El sujeto se fue en un abrir y cerrar de ojos. Yo me quedé ahí, en solitario.
Espero que me haya entendido… Espero que aquel chico me haya entendido y expanda el rumor. O sino, todos se suicidarán… Todos lo harán.
9 DE DICIEMBRE DEL 2021.
Ha pasado un mes desde que se dio el anuncio del juego, y aún así, sólo he podido matar exactamente a doce personas, las cuales fueron los que se encontraban dentro de la posada. No he podido ser capaz de matar a alguien de nuevo. No he podido ser capaz de desenvainar mi espada a alguien más. Ni siquiera he podido ver a un jugador cara a cara. Me reconocería, por el nombre sobre mi cabeza. Me gritarían "cheater", tramposo, o cualquier insulto que se les venga a la mente. No podía matarlos, a pesar de que todos los jugadores me odiaban.
Caminaba en las afueras del nivel cuatro del juego. Un lugar solitario; un bosque lleno de robles cubiertos de nieve. El frío comenzaba a helar mis huesos, debido a la capa mugrienta y oscura que llevaba. Mi capa blanca me cubriría más del frío, pero no debía de usarla. No debía de mostrarle a nadie mi identidad. No debía de aparecer… pero, Mirto me encontraría. Sabía que lo haría.
18 DE ENERO DEL 2022
El mar me salpicaba las piernas y sentía una sensación extraña. La arena se metía dentro de mis pies descalzos, pero jamás pude saber si en realidad sentía eso, o si seguía siendo todo tan virtual como siempre. Extrañaba el comer, el ver televisión, el ir al instituto aunque no tuviese muchos amigos. Extraña a Brock y Misty, mi emparedado de mermelada y a mi madre. Mas todo aquello sólo eran pensamientos que extrañaba. Todo comenzaba a desvanecerse, y sabía que poco a poco este mundo comenzaba a invadir mi realidad. Este mundo comenzaba a ser el real.
La playa se extendía varios metros más allá. Eran las afueras del nivel tres. Muy lejano al pueblo central del nivel. Muy, muy lejano. Nadie sabría que estaba ahí, y nadie lo sabrá. Recuerdo el haber ido sólo una vez a una posada, porque moría de hambre. Recuerdo el pedir comida, y notar que un grupo de jugadores se me quedaban mirando. Recuerdo que antes de que me miraran, estaban hablando de algo extraño… algo que me sorprendió.
— ¿Has escuchado? Un par de jugadores han dicho que todo lo que estamos viviendo es una mentira. Me dijeron que hay un grupo de jugadores que han estado matando a cualquier jugador que se cruce en su camino.
— ¿En serio? Deberíamos ir a matarlos —mencionó uno con mucha rabia.
— Lo sé. Pero es que hay algo que no comprendo.
—¿Qué? —decía otro de ellos.
— Es que esos jugadores, cuando matan a alguien, en realidad no lo matan, ya que los jugadores asesinados reviven.
— ¿Cómo? ¿Entonces este juego no es mortal?
— No lo sé. Hay jugadores que han sido asesinados por Pokemon, en las mazmorras e inclusive en la habitación del jefe, y nadie de ellos ha regresado al juego. Supongo que sólo aquellos jugadores tienen algo que nadie más tiene.
— ¿Y qué es ello?
— No lo sé. Este asunto está muy confuso. A pesar de que la gente revive por haber sido asesinados por esos extraños jugadores, nadie se atreve a desconectarse.
— Oye… —uno de ellos trató de cambiar de tema, y noté de reojo que me estaban mirando— ¿Qué no es Satoshi? ¿El cheater? ¿Por qué tiene una capa negra?
Recuerdo el haber escapado de ahí, y nunca más mirar a alguien desde esa vez.
Ahora entendía que a pesar de haberle dicho aquello al chico, todos iban a actuar de la misma manera. Todos iban a estar confusos, sin atreverse a desconectarse. Mirto tenía razón… no debía de haberle mostrado mi rostro al pequeño. Él sabía que los jugadores iban a actuar de esa manera, pero yo estaban tan asustado que me dejé llevar por la situación. Ahora, el pequeño sabía mi identidad, pero al parecer no se había expandido el rumor de que lo maté, debido a la reacción de aquellos sujetos que había escuchado hace poco.
27 DE FEBRERO DEL 2022.
Tres meses aproximadamente. Mirto no me había estado buscando, y aún era incapaz de matar a alguien. No podía soportar aquello. A pesar de que nadie se desconectaría después de haber revivido, no podía matar a alguien. ¿Por qué? ¿Por qué la locura comenzaba a invadirme? ¿Por qué no podía sacar mi espada, y clavársela a alguien para que desapareciera? Tenía miedo de que Mirto se encontrara conmigo, y me dijera que Delia estaba muerta. Tenía miedo de él, del jefe del Gremio Rocket y de todos. Tenía miedo.
5 DE ABRIL DEL 2022.
Cinco meses. La ansiedad me carcomía las uñas. Había estado en el nivel quince del juego. Recuerdo haber caminado por el bosque carmesí, y recuerdo el descubrir la guarida del Pokemon Legendario del cual se hablaba mucho. Había oído aquel rumor en los límites de la Ciudad Carmesí. Recuerdo el haber visto al Entei… aquel Pokemon, en las afueras de la ciudad. ¿Por qué estaba ahí? Según mis conocimientos del juego, se le aparecía a algún jugador al azar. Y vaya suerte que tenía. Sin embargo, no quise perseguirlo. No quería perseguir a nadie; quería salir de ahí. Quería irme de ahí y no ser descubierto por Mirto. Que el Pokemon fuera con otra persona, y la condujera a su guarida; yo no quería pelear ahora.
…
No sé cómo llegué al Pueblo de los Inicios. No recuerdo el haberme transportado ahí, pero a lo mejor la locura invadía incluso mis memorias, y ya no podía recordar lo que hacía. Necesitaba matar más gente. Necesitaba matar a alguien ahora, o Mirto llegaría y me mataría. Mi madre deberá de estar en peligro justo ahora; lo sabía.
La noche había dado inicio, e inclusive pude a ver a varios jugadores caminar por ahí. Los senderos no estaban tan poblados como de costumbre, pero había algunos que caminaban hacia alguna posada o hacia cualquier otro lado… Tan sólo… tan sólo debía de sacar mi espada y matarlos. Ellos pasaban frente a mí, pero no se daban cuenta de quién diablos era yo. Tan sólo… un tajo era suficiente. ¡Un tajo! ¡UNA CORTADA Y MI MIEDO SE HABRÁ DESVANECIDO! ¡¿Por qué pude matar a doce personas esa noche, y desde esa vez no he podido con nadie más?! ¡¿Acaso tengo que volver a ser amenazado por alguien, para que vuelva a sujetar mi espada con fuerzas y quitarle la vida a un novato?! ¡ACASO MI MADRE TIENE QUE MORIR PARA QUE NO VUELVA A DUDAR! ¡¿POR QUÉ SIENTO TANTO MIEDO AL MATAR A UNA PERSONA?! ¡NO MUERE REALMENTE, NO MUERE! ¡ENTONCES,¿ POR QUÉ?! La locura… la locura es la responsable de todo esto. La locura está colapsando con mi cerebro…
Mi espada estaba desenvainada, pero yo ni siquiera recordé el haberla sacado. Sin embargo, la tiré al suelo, debido a que sabía que no iba a ser capaz de realizarlo. No iba a ser caza de matar a alguien una vez más. ¡NO IBA A SER CAPAZ!
— Disculpe, se le cayó su arma.
¿O sí?
Sin mirar el rostro de aquel sujeto, tomé de vuelta mi arma, me volteé y le clavé la espada en el pecho. Diablos… se sentía tan liberador el matar a alguien, pero se sentía tan difícil el darme cuenta de que lo estaba haciendo.
Tal vez necesitaba liberar toda mi rabia. Era eso.
— Oh… tú… —el chico me miró, y ahí me di cuenta de quién era aquella persona.
Era él.
Era el chico. El chico del Pikachu. El chico que había matado en la posada.
Noté que sobre su cabeza, se encontraba el nombre de su avatar, pero había algo más… Había una palabra que me hizo arrepentirme de lo que había hecho.
"CONTROLADO".
Sabía que yo era el único que podía mirar aquella palabra, puesto que yo mismo lo había asesinado. Él ya estaba controlado, pero volví a clavarle mi espada justo ahora; y entonces… recordé la charla que había tenido con Mirto antes de atacar la posada:
— Y si ahí hay alguien que ya ha estado controlado. ¿Qué pasará? —tenía miedo de su respuesta.
— Muere en la realidad—mencionó—. Así de simple.
No…
No…
¡NO!
El chico me miró y noté que el Pikachu que llevaba sobre el hombro explotó antes que él, pero ni siquiera fui capaz de quedarme ahí un segundo. Saqué mi espada de su pecho, y su vida poco a poco iba bajando, pero no quise ver nada más. Corrí… corrí lo más que pude, sin voltear atrás.
Había tenido miedo de matar a alguien para controlarlo. Sin embargo, lo único que conseguí fue haber matado a alguien realmente…
Próximo capítulo: Coincidencia desfavorable
