Hola, lamento la tardanza. Ya saben que algunos de mis días son bastante pesados. Cuando puedo postear en la mañana, lo hago, pero cuando no, pues no xD Siempre me ha gustado fijar una hora para los capítulos, pero me es imposible. Bueno, a responder reviews c:
Larekin1: Lo siento, Ritchie me caía bien, pero debía de hacerlo. Ojalá Tobias se vengue de mí y me haga escribir cosas que no me gusten :c
ThunderGold97: ¡Maldito autocorrector! xD El gremio de Dawn aparecerá pronto. Tal vez puede que luchen :D ¿O no?
superjetjohn117: Jajaja game of thrones es la ley y mi inspiración xD
Guest: Todos lo extrañaremos :c
ashthepokevenger: Ash será el heroe? O sufrirá las consecuencias? xD Oh, y ya recuerdo qué caso. Jaja, sólo que no lo puse de esa manera.
emmanuel loepz: Ami también me gustan los capítulos de Ash, pero mis foavoritos son los que están enfocados en alguien que no diré c: Muajaja.
Guest: Jaja, yo también lo sabía XDDDD
Kuroi: Los milagros pueden ocurrir, mi querido Kuroi, pueden ocurrir... Aunque muy raras veces, pero pueden ocurrir.
Fatimsand: Buen punto xD Sólo que si yo fuera él, me guardaría el secreto en el mundo real, para no ir a un juicio y a la cárcel.
Asurax1: Ash dará lo mejro de sí. Excepto si la aguja en el pajar se lo impide xD
blackphoenix: Es tu capítulo de suerte, lector c:
Guest: #TeExtrañaremosRitchie
Cata-Chan1: Jajaja qué cruel O.O Tu review fue como leer una historia sádica y gore xD Aunque hay algo que no comprendo... ¿cómo es que adivinaste la forma en que va a morir Serena? XDDD Ok no.
baraka108: Entiendo tu odio hacia Kalm xD Eureka aparecerá pronto, lo prometo. Gracias por leer mi fic c:
Bueno, sin más espero que les agrade este capítulo.
Capítulo 33
Coincidencia Desfavorable
El mar se movía bruscamente, pero el acantilado resistía a pesar de las olas tormentosas. El viento intentaba moverme de mi lugar, pero había que tener más fuerza para ello. El césped del acantilado bailaba, y emitía un sonido misterioso que sólo Kalm podía comprender. Su mirada estaba puesta en la orilla del acantilado, donde yacía una lápida con un nombre inscrito en ella. No necesitaba volver a ver de quién se trataba; nadie necesitaba volver a ver el nombre de la lápida.
Mi gorra rosada yacía entre mis manos, y el viento jugaba con mis cabellos castaños con mucha libertad. Los demás hacían lo mismo, con sus accesorios entre sus manos, en señal de que todos estábamos de luto. Nadie decía nada, y nadie quiso decir nada durante un buen rato; sin embargo, el único que comenzó a hablar fue Kalm, lo que interrumpió los pensamientos deprimentes de los que nos encontrábamos ahí.
El muchacho no volteó, pero pude ver las lágrimas brotar sobre sus mejillas, y un odio irreconocible sobre las pupilas de sus ojos. Ese ya no era el Kalm que había conocido, o el Kalm que me había rescatado aquella vez. Él ya no era el mismo, y no lo iba a ser nunca más. Nadie del gremio volvería a ser el mismo… y puede, puede que tampoco yo vuelva a sentir esa alegría, sin un miembro del equipo entre nosotros.
— Juro… —le costaba trabajo articulas las palabras, debido al nudo en la garganta y el dolor con que decía todo—… Juro que encontraré al que hizo esto, y me vengaré.
Yo no quería vengarme. Simplemente… simplemente quería que todo esto terminara de una buena vez. Quería que PBO dejara de existir, y así, nadie más volvería a sufrir.
Llegamos al apartamento del octavo nivel. Todos entramos en silencio, sin la habitual costumbre de hablar de cualquier cosa o discutir sobre lo que sea. Casey ni siquiera regañó a alguien, o Wattson no se rió como de costumbre. Todos estaban tan deprimidos, que inclusive me contagiaron de esos ánimos. Cada quién fue a su habitación, pero Kalm se quedó ahí, a oscuras entre la sala del apartamento. Él observaba a través del muro de cristal, Pueblo Azulona, que brillaba con sus luces nocturnas.
— X… —nombré. Quería decirle algo, pero no sabía qué.
— No me llames así —mencionó seriamente—. Ritchie me llamaba Kalm.
— Escucha, sé que estas furioso por lo que sucedió.
—Estoy más que furioso, Serena. Tú no lo entiendes.
— Kalm, yo…
— ¡Él era buena persona! ¡¿Por qué tuvo que irse?! ¡¿POR QUÉ ME DEJÓ SOLO?! —el muchacho agarró un jarrón que había en una mesa, y lo lanzó contra el cristal, aunque éste no se quebró—. ¡Ritchie era como mi hermano! ¡Era la persona que me ayudó a levantarme! ¡La razón por la que se creó este gremio! Sin él… no hubiera creado nada. Nada.
— Kalm…
— Déjame sólo, Serena. Tú no entiendes nada.
— Yo también lo quise, X. Todos lo quisimos y estamos triste por su partida, pero no te debes comportar de…
— ¡Cállate! ¡Tú no sabes de lo que estás hablando! ¡Tú llegaste aquí demasiado tarde! ¡No conociste a Ritchie como yo o los demás! Es fácil para ti decirlo. ¡Tú llegaste aquí gracias a él! ¡No eras nadie, Serena! ¡Nadie! ¡Y cuando Ritchie te vio ahí, él fue el que te rescató! ¡No eras más que…!
— ¿Qué? Dilo… X.
— ¡No eras más que una buena para nada!
Aquello me hizo sentir una punzada en el estómago. No podía creer lo que había dicho… Simplemente no podía.
— No, Serena. Espera… lo siento. Yo…
Salí del apartamento. Ni siquiera me di cuenta si Kalm comenzó a perseguirme o no. Bajé las escaleras, me salí del pequeño edificio y corrí por la amplia avenida principal, llena de faroles que iluminaban la oscura noche.
Corrí. Mis piernas corrían sin detenerse, e inclusive no quise mirar al frente. Las lágrimas comenzaron a presentarse. Kalm tenía razón… yo era una basura. Yo había sido la culpable de la muerte de Ritchie, y yo no debería de haber estado en ese gremio. Si tan sólo no hubiese permitido que Ritchie se saliera de la taberna; si tan sólo hubiese sido más cuidadosa. No… yo era una basura y siempre la había sido. No merecía el premio que había ganado al vencer al Entei. No merecía nada.
No merecía vivir.
Abrí mi menú del juego, y abrí la opción de "Desconectarse".
"Si", o "No".
Sabía la opción. Mi mano se dirigió a ella, pero antes de presionarla, hubo algo que me detuvo. Una mano. Volteé a ver, y ahí estaba un sujeto con una capa negra, y con la capucha puesta. No supe quién era, hasta que él se descubrió el rostro.
Lo había matado. Había matado a aquel chico, y no podía hacer nada más para remediarlo. Yo mismo había quitado una vida humana; ni siquiera sabía si los demás miembros del Gremio Rocket habían hecho lo que yo. De hecho, creo que yo era el único en PBO que había quitado una vida humana. Sí, era lo más seguro. Nadie sería tan estúpido y atroz como yo para hacer eso.
Corría por el desierto rocoso de las afueras del Pueblo de los Inicios. Había estado corriendo durante mucho tiempo, sin siquiera saber hacia dónde diablos me dirigía. Tan sólo corría, como si eso me permitiera escapar de las cosas que había hecho.
Mirto podría estar observándome de cerca, y no sólo él, sino los demás miembros. Todos me odiaban; todos me llamaban "cheater", y todos pronto me llamarían "asesino". No quería tener esa reputación, pero era demasiado tarde ya.
Y sin embargo, aún seguía dentro del juego. Aún quería salvar a todos, pero había elegido la opción incorrecta. Había elegido el nuevo casco, y todo lo había hecho por salvar a mi madre. Pero eso ya no tenía sentido ahora. Ya nada tenía sentido. Lo más importante ahora era averiguar el cómo salvar a toda la maldita humanidad que jugaba este juego.
Lo siento, madre.
Lamento el abandonarte… pero esta es la mejor opción.
Sí. Preferiría salvar a PBO, que convertirme en un asesino, aunque de todas maneras ya lo era. Mi madre también hubiese querido que eligiera la mejor opción. Ella entendería ¿No es así? Ella comprendería que era más importante salvar a los treinta mil restantes. Así es; de los cincuenta mil jugadores, veinte mil habían muerto ya, o se habían desconectado. El 40% de los jugadores habían desaparecido ya, y yo no he podido hacer nada. Tan sólo me he quedado ahí, cual vil cobarde, con un gremio estúpido que sólo me amenaza, pero no me demuestra que puede hacerme daño.
No debo temerle al Gremio Rocket. No tengo que tenerle miedo a nada, si es que quiero salvar a todos.
Me paré en el camino. Muchos Pokemon salvajes comenzaron a aparecer a mi alrededor, puesto que eran altas horas de la noche, y estaba en una zona peligrosa. Saqué mi espada eléctrica, y solamente con un tajo de 360 grados sobre el aire, una onda eléctrica acabó con todos ellos Pokemon débiles del primer nivel.
Entonces, abrí el menú de mi juego. Me metí a mi perfil.
"Satoshi. Nivel 24. (Nivel real: 82) Vida: 12,700/12,700. MP: 8,200/8,200 Pokemon: 1/1 Gremio: Rocket".
.
"¿Desea salir del gremio Rocket?"
.
"¿Esta seguro? (ADVERTENCIA: Una vez que esté fuera, sólo el líder podrá volver a introducirlo dentro del gremio)."
.
"Satoshi ha salido del gremio Rocket".
Lo hice. No había vuelta atrás. Me había salido del gremio, y supongo que en estos momentos el sujeto encapuchado lo sabía. Mirto lo sabía; Cintia lo sabía; Masato y los otros miembros lo sabían. Ahora, matarían a mi madre… estaba seguro; si es que la tenían. Sin embargo, aunque yo no quería hacer esto, lo más importante era salvar a todos los de PBO. Lo sabía, pero al mismo tiempo, mi alma comenzaba a partirse en pedazos.
Horas después, aún a altas horas de la noche, tuve que ser rápido. Debía de buscar algún sitio donde quedarme oculto, mientras investigaba el cómo salvar a los jugadores. No tenía idea de cómo demonios iba a hacerlo, pero lo más importante ahora era el quedarme en algún lugar. Alguno…
Fui a Pueblo Azulona, dentro del nivel ocho del juego. Ahí, había edificios pequeños con retoques antiguos medievales. Las mayoría de las ventanas de los edificios estaban encendidas. Supongo que me iba a ser difícil el encontrar algún apartamento que estuviera vacío. Aunque no me caería mal el comprarle a algún jugador uno; después de todo, tenía mucho dinero y además tenía…
Mis pensamientos se interrumpieron por algo inesperado que pasó.
Me detuve en el camino.
La vi.
Sin duda era ella.
Estaba a unos metros de mí, pero se había detenido. Noté que abría el menú de su juego, y elegía la opción de desconectarse.
Su avatar decía Misako, la chica que me había salvado durante la pelea con Masato; la chica que me había encontrado en una posada del segundo nivel; la chica que había formado parte del Gremio Esmeralda. Sin embargo, ella era otra persona.
Serena.
Arriba de ella, había una palabra que también había llevado aquel chico que asesiné… "CONTROLADO".
Y lo peor de todo… Estaba a punto de suicidarse.
Mi mano se interpuso entre el dedo que iba a presionar el botón. Ella me volteó a ver, y sin duda se sorprendió por mi apariencia y al mismo tiempo por el nombre de mi avatar. Yo también estaba de la misma manera, pero me impresionaba más el hecho de saber que estaba a punto de suicidarse.
— Tú… —susurró, aún con lágrimas en los ojos. ¿Por qué lloraba?
— Tranquila —mencioné. Sabía que en el mundo real era un estúpido tímido, bueno para nada cuando le hablaba a una chica, pero al ver que ella estaba a punto de suicidarse, las palabras me salían instintivamente—. Tranquila, Serena.
Solté la mano de la chica, y ella aún seguía con el dedo índice, a punto de presionar el botón, pero con la mirada puesta en mí.
— No lo hagas —le dije con nerviosismo—. Piensa en tu familia. Piensa en ti. No lo hagas, por favor.
La muchacha titubeaba, y entonces, en un súbito movimiento, la abracé. El menú de la joven desapareció, y su dedo perdió fuerza. Su brazo cayó débil y su rostro aún seguía sorpresivo a pesar del abrazo que le había dado.
— A-Ash —nombró en un susurro—. O… Satoshi.
— Lo sé. También estoy algo sorprendido, Misako —me separé de ella, y noté que sus lágrimas aún brotaban—. Tranquila. Ven, vamos a un lugar menos frío. Me estoy congelando.
— Yo… —la joven volteó atrás, como si estuviese esperando a alguien; no obstante, hizo una mueca de disgusto y me sonrió débilmente—. Tienes razón… vamos.
La chica y yo fuimos a una posada cerca de ahí, parecida a los edificios alumbrados que había sobre Pueblo Azulona. Dentro, había pocas personas, puesto que ya era muy tarde, e incluso tuve la certeza de que pronto iba a amanecer.
— ¿No quieres algo de comer? —le mencioné, a lo que ella negó con la cabeza. Ambos nos sentamos en una mesa vacía.
El silencio de hizo incómodo. A pesar de que me sentía más seguro en el juego, aún seguía con aquella estúpida timidez. No sabía qué decirle, y no sabía cómo preguntarle el por qué había estado llorando, o por qué estaba a punto de suicidarse… Maldita sea.
— Yo… —ella interrumpió el silencio después de un rato—. Lo siento. Yo estaba a punto…
— Tranquila —le dije, con un nudo en la garganta a causa de la timidez. Sus ojos eran tan brillantes que no podía atreverme a verlos por más de un segundo—. ¿Te gustaría platicar sobre ello? Si quieres… sino, no. Bueno, no es que quiera forzarte a decirlo, nada más lo digo por si tú querías —cállate Ash, lo estás arruinado todo.
— No… está bien —al parecer a ella no le preocupaba mi actitud. Estaba más concentrada en lo que le había sucedido— Yo… lo que pasa es que siento que no soy nadie. Hace poco… bueno, es algo difícil decirlo para mí, pero hace poco perdí a un amigo, y siento que fue todo mi culpa.
— Oh… —no quería pensar en muertes todavía. Tal vez su amigos haya muerto debido a un Pokemon salvaje, pero nada se comparaba con lo que yo había hecho hace unas horas—. Te entiendo. Pero no debes echarte la culpa de esa manera, Misako… o Serena. Como prefieras —le sonreí, pero parecía que ella seguía sin mostrar actitudes de alegría, por lo que sabía que yo seguía echando a perder toda la conversación como de costumbre.
— No, es verdad. Todo ha sido mi culpa. Yo no debería de haber entrado a ese gremio.
— ¿Al Esmeralda?
—No —ella me miró, y sentí una punzada en el estómago a causa de los nervios— No, no. Hace mucho que me salí de ahí.
— ¿Por qué?
— Es que… bueno, fue porque yo no quise estar ahí. Yo odiaba el estar ahí.
— Puede que te entienda. Masato… él es un jugador egoísta y prepotente.
— Sí —susurró—. Pero… de hecho, él me echó.
— ¿Te echó?
— Sí.
— Bueno, no creo que haga falta saber el por qué lo hizo —recordé cuando ella había intervenido entre la espada de Masato y yo—, pero… ¿Por qué lo hiciste? No hacía falta el hacer eso, Serena.
— No, sí era necesario. ¿Por qué no me mataste cuando tuviste tu oportunidad? Estaba distraída e indefensa. No había nada más que terminar conmigo. ¿Por qué no me atacaste?
— Bueno… yo… —esa era una pregunta difícil, pero más difícil era el responder con la verdad, pero ella debía saberlo— Yo me sentí mal por lo que te había hecho. Supe que todos comenzaron a odiarte porque entraste injustamente al gremio, y todo fue gracias a mi culpa. Y entiendo que hayas estado furiosa. Gracias a mí, todos te odiaron y te despreciaron. Pero no todos lo hacían, Serena. Yo nunca te desprecié, a pesar de que estabas furiosa conmigo. De hecho, te convertiste en mi primer amigo del juego. La primera. No suelo hablar mucho con las personas. No suelo hacer muchos amigos tanto aquí como en la realidad. Sin embargo, cuando noté que estaba a punto de asesinarte en la pelea contra el Gremio Esmeralda, pensé en todo ello. No quería matar a la persona que me había convencido de entrar al torneo. No quería matarte, Serena.
La chica se quedó en su lugar, mirando hacia la mesa. Noté que sus puños se cerraron, y noté que las lágrimas aún salían. ¿Acaso había dicho algo malo? Creo que era la primera vez que me había expresado de una buena manera, y aún así no podía hacer que sonriera.
— Lo lamento, Ash.
No comprendía.
— Lamento lo que pasó en la cafetería del instituto. Sé que ha pasado mucho tiempo desde aquello, pero debía decírtelo. Inclusive, creo que te lo dije en el supermercado… pero… pero no sé que te pasaba.
Lo recordé. Recordé que ella me había hablado en el momento en que me habían dicho que tenían a mi madre bajo amenaza, pero había estado tan desconcertado que no había puesto atención a nada más.
— No necesitas disculparte.
— ¿Qué te pasó, Ash? ¿Qué te pasó esa vez?
— Yo…
— ¿Por qué mencionaste a tu madre?
— Es que…
— ¡Serena!
En ese momento, una voz apareció por la posada e irrumpió en ella. Un chico de un gorro rojo y cabellos azabaches apareció y fue directo hacia Serena. El sujeto iba a hablar, pero en eso notó mi presencia, y se vio algo incómodo.
— Serena…
— Hola, Kalm.
— Yo…
Sentí la incomodidad en el aire. Me di cuenta de que ellos dos se conocían, y por la forma en que ella lo miro, supuse que había tenido alguna discusión con él. Ahora que lo recuerdo, ella me iba a contar sobre el gremio en el que se había unido, pero nos habíamos desviado de tema.
— Oh, lo siento. Soy…
— Sé quién eres —el chico inmediatamente volteó a ver el nombre de mi avatar, y noté un aura misteriosa sobre el joven.
— Bueno, yo… eh… yo ya estaba por irme —dije nerviosamente. No quería incomodarlos, y a decir verdad, quería ir a descansar a algún sitio, y pensar en mi madre… o en cómo salvar a los jugadores. No era momento para esto. Después de todo, se veía que Serena estaba en buenas manos, o eso creo.
— Entiendo —dijo el chico de la gorra roja. Notaba que algo en su voz se me hacía familiar, pero no sabía por qué.
Estuve a punto de irme, cuando Serena se levantó de su asiento, y me nombró.
— No, Ash… digo, Satoshi. Quédate.
— Lo siento, Serena, pero tengo que irme.
— ¿A dónde vas?
— Bueno, yo… —sinceramente, era muy malo mintiendo. Quería idear alguna buena mentira, pero no se me ocurría cual— Yo… yo debo dormir en algún apartamento, si es que consigo. Digo… no es que aún no tenga, pero lo tendré, o bueno, eso creo. Lo mejor será irme… sí.
— Quédate con nosotros por esta noche —aquella oferta por parte de la chica hizo incomodar algo a Kalm.
— Yo…
— Sólo por esta noche —miré fijamente a los ojos de Serena. ¿Cómo no poder negarme a ello? Pero no podía quedarme con ellos. Yo estaba en peligro, y no debía mostrarme ante nadie. No quería poner a nadie en peligro.
— De acuerdo —asentí. Me maldije por lo bajo—. Sólo por esta noche. Aunque creo que ya está amaneciendo —me reí como si se hubiese tratado de un chiste, pero sinceramente era malo para ese tipo de bromas, por lo que nadie se rió.
— Bueno, quédate con nosotros este día y pasa la siguiente noche en nuestro apartamento. No tienes que preocuparte por el espacio, es bastante amplio. Además, sería buena la compañía de un beta.
— Sí —Kalm asentía, pero no sabía si lo hacía por compromiso o si de verdad estaba convencido de que me quedara.
Llegué al apartamento, y noté que era una de las habitaciones más grandes que había visto en todo el juego. Me sorprendió cómo un novato podía conseguir pagar este lugar, aunque no estaba seguro si aquel chico lo había pagado. No quise preguntarle nada, y si lo hubiera hecho, él no iba a responder, ya que se le notaba algo deprimido. De hecho, cuando llegamos ahí, el chico se fue directo a su habitación, y Serena se quedó conmigo en la sala de estar. La halo celeste del amanecer que se asomaba por el muro de cristal del apartamento aún no era lo suficientemente fuerte como para iluminar toda la habitación, pero emanaba un haz de luz cobalto que nos rodeaba a ambos por completo y todo lo que había dentro de la casa.
— Lamento haberte incomodado, Ash.
— No es nada, Serena —le dije aún con nervios. La miré por unos segundos, y sus ojos azules brillaban más con el aura de luz azul que irradiaba por el ambiente.
— Mañana conocerás a todos. Te agradarán.
Yo no dije nada. No estaba acostumbrado a hablar con muchas personas.
— Escucha —susurró, para no despertar a los miembros de su gremio que dormían en sus habitaciones—. Lamento el haberte preguntado sobre lo que pasó en el supermercado. Entiendo si no quieres hablar de ello…
— Gracias —le mencioné, y me senté sobre uno de los sillones—. También lamento mucho el que te hayan odiado en el torneo esmeralda.
— Está bien —se rió por lo bajo—. De todas maneras ahora tengo una familia —al decir aquello, supe que se refería a su gremio—. Es decir, la tenía.
— ¿A qué te refieres?
— Ayer perdimos a alguien de nuestro gremio. Ha sido algo duro para nosotros —mencionó con la cabeza por lo bajo—. Lo siento, pero todos han estado muy mal desde entonces. Espero que mañana todos despierten alegres como siempre, pero no prometo nada. No sé si se vayan a comportar de la manera tan alegre que lo hacen, pero si no lo hacen, espero que lo entiendas, Ash.
— Es cierto, lo había olvidado. No te preocupes por eso —el sol comenzaba a salir poco a poco por Pueblo Azulona.
— Gracias —la muchacha se sentó a mi lado.
— ¿No irás a dormir? —le pregunté.
— No, aquí dormiré.
— Pero…
— Mi habitación está vacía, pero aquí quiero estar.
— Pero tu novio o amigo, o el chico…
— Él duerme en otra habitación. Y no es mi novio —noté algo de enojo al decirlo. Parecía que estaba enojado con él.
— Mmm, yo, este… —los nervios comenzaron a invadirme. ¿Por qué, Ash? ¿Por qué eras un idiota con las mujeres? Jamás me lo perdonaré.
La chica se recostó en mi hombro, y noté cómo el sudor y los nervios se apoderaban de mí. Jamás había estado en una situación actual. Necesitaba ayuda. Necesitaba de vuelta los consejos de Misty y Brock. ¡Auxilio!
— Serena… —en ese momento, me tranquilicé.
— ¿Sí?
— ¿Por qué querías…? Tú sabes.
— ¿Desconectarme? —la joven se acomodó más sobre mi hombro. Noté el olor de su cabello. Olía a miel y flores—. Ya te dije. Todo fue mi culpa.
— No fue tu culpa, Serena —traté de animarla—. No sé quién era, pero estoy seguro de que no murió en vano. De hecho, puede que mucha gente haya muerto dentro de PBO, pero la mayoría de ellos han muerto con la frente en alto. Sin rendirse; sin titubear. Esa gente es la que siempre debe ser recordada. Estoy seguro de que tu amigo debe estar orgulloso de ti, y también tengo la certeza de que no le gustaría que tuvieras esos pensamientos, Serena. Haz que su muerte no haya sido en vano. Lucha, esfuérzate, y vuélvete más fuerte. Él estará observando desde arriba, viendo cómo te haces fuerte. Eso es lo que él querría.
La chica se quedó en silencio.
—Tienes razón, Ash. Gracias…
— No hay de qué, Serena.
— Aunque de hecho, me siento algo insegura.
— ¿Insegura?
— Sí. Sé que suena algo descabellado, pero temo que el asesino entre por la puerta, y nos mate a todos.
— ¿Asesino? —no comprendía nada. ¿De qué demonios estaba hablando?
— Tienes razón en todo lo que dijiste, Ash. Pero es que hay algo que no sabes. Mi amigo… él… él murió de una manera distinta. Él no murió como tú crees, luchando en alguna mazmorra, o alguna misión peligrosa. Alguien… alguien lo mató.
— ¿Lo mató? —en ese momento, quise pensar que los del Gremio Rocket eran parte de este asunto. Maldito Mirto.
— Sí. Alguien lo mató en una zona segura. Lo mató en el Pueblo de los Inicios, justamente hace unas cuantas horas, antes de que oscureciera. Alguien dijo que llevaba unos atuendos negros, pero nada más. Eso no nos da ninguna pista. Pero… pero tengo miedo. ¿Cómo es que hay gente que mate dentro del juego? ¿Cómo es que aún con todo este asunto, haya asesinos? No puedo evitar el sentir miedo, Ash. Pero tienes razón. Ritchie no morirá en vano; me esforzaré.
Me quedé en silencio.
La habitación se quedó en silencio.
Todo quedó en silencio, excepto los latidos de mi corazón, que palpitaban fuertemente.
Latido, tras latido, tras latido. Cada uno era tan doloroso y misterioso, que supliqué que dejaran de latir.
— Buenas noches, Ash.
Ritchie.
El chico que llevaba una gorra azul, y un Pikachu en el hombro.
El chico que había asesinado en la posada, y al mismo que había matado hace algunas horas.
Ella se aferró a mi brazo, pero no podía hacer nada. Se supone que debía sentirme tranquilo porque estaba con la chica que me gustaba del instituto. Ella estaba aquí, a un lado de mí, abrazándome y recargando su cabeza en mi hombro. Sin embargo, a pesar de que debía sentir alivio, noté que era todo lo contrario.
Quería escapar, pero su brazo me lo impedía.
Quería salir de ese apartamento y huir de ahí.
Ella me dio las buenas noches, pero no estaba seguro si aquello podía cumplirse. No estaba seguro si iba a poder dormir tranquilo hoy y todas las demás noches.
— Buenas noches, Serena.
OH FUCK. Parece que Ash no dormirá bien. ¿Qué sucederá después? ¿Ash se unirá al gremio? ¿Cómo le dirá a Serena que mató a Ritchie? ¿Huirá de ahí al día siguiente? ¿Ash se comera las uñas de los nervios? ¿Por qué es un idiota con las mujeres? ¿Por qué hoy no fue un día nublado? ¿Por qué comienzo a hacer preguntas estúpidas? ¿Por qué no mejor me callo de una buena vez y los dejo con el peor suspenso de todos? ¿Por qué mejor no van a dormir, y esperan a que sea viernes para que no se les alargue esto?
Próximo capítulo: Miembros oficiales
