Buenos días/tardes/ noches. (En mi país noches xD) Lamento la tardanza, nuevamente. El trabajo me ha mentido ocupado, maldita sea D: Como sea, aquí traigo el capítulo 38, no sin antes responder los reviews :D
Kuroi: En efecto, Satoshi no tiene nada de experiencia. Pobre Ash! xD Veremos qué pasara pronto.
ash the pokevenger: Gracias estimado Poke Venger! :D
ThunderGold97: También comienzo a extrañar la acción, pero ya pronto aparecerá :D
Asurax1: Jaja, en efecto. A lo mejor se pudre Ash en este capítulo. Velo por ti mismo ! :D
Cata-Chan1: Ash friendzoneado al 1000% xDD Okno. Yo no sabía que en tu país se celebraba San Valentín en ese día looool Eres española ¿cierto? xD Bueno, pronto habrá personas pixeleadas, no te preocupes.
guest: Tienes razón, el títulotal vez no fue el adecuado :/ Tal vez este capítulo se hubiera ajustado más a ese título, pero bueno, soy humano y me equivoco D: Jaja xD No sé qué idioma hables pero tu español está perfecto. :D
emmanuel lopez: Jajaja, lo dejaré de decir durante un rato. A mí también ya me hartó -.-
baraka108: Si, puedo que Ash parezca tímido, pero a veces se expresa muy bien si le salen las palabras del corazón :D Gracias por leer, viejo!
Poker Knight: Te doy un like xDDDD Jajaja. No, Serena morirá este capítulo y Ash se suicidará. LIKE SI CREEN QUE ESTO PASARÁ. lol
black: I WILL FIND YOU, AND I WILL KILL YOU xD Jajaja. Lo siento, tu review me recordó a esa frase de Liam Neeson.
Mister Conde de Urano: Gracias! Me alegra saber que tengo un nuveo lector :D En verdad gracias viejo.
Larekin1: Jaja, Ash mierda xD Por cierto, gracias por notarlo O.O, es que no recordaba cómo se llamaba Gligar, y por alguna razón pensaba que era Garlic (?). Ya lo cambié. Gracias viejo!
Bueno, sin más los dejo con el capítulo.
Estaba a punto de hacerlo.
A punto de confesarle a Serena todo lo que en realidad hecho.
Y sin embargo, no lo hice.
Además de que tenía miedo de hacerlo, había otra razón por la cual no pude hacerlo. Un pequeño gruñido resonó por la cueva. El eco viajó por todo el lugar, hasta caer nuestros tímpanos. No obstante, más que un simple gruñido, había sido un chillido de dolor. Aquello me impresionó, y Serena también le llamó la atención lo que aquello pudiese ser.
Sin pensarlo demasiado, fui yo primero el que entró a la cueva, y fue más allá del lago. Caminé por las orillas para no caer dentro, y cuando hubiese terminado la laguna, un pasillo más oscuro y tenebroso se extendía delante de mí. Desde ahí había provenido el chillido, pero no sabía si ir a averiguar lo que realmente era, o seguir con la duda y reanudar en lo que había estado a punto de decir.
Creo que la primera opción era la mejor.
Serena no me detuvo, aunque trató de hacerlo con palabras mudas. Saqué a mi Pikachu, y el Braixen y Shaymin de Serena se despertaron al momento en que vieron que nos adentrábamos en la cueva.
La oscuridad reinó por el lugar, y la luz del sol ya ni siquiera podía verse detrás de nosotros, puesto que la puesta de sol había terminado. Ahora, todo era un negro abismo que sólo el Braixen de Serena podía alejar. Ambos caminamos, y Serena a unos metros distante de mí. Aún estaba incómoda por lo que había sucedido hace unos minutos.
Era un estúpido. No debí de haberla besado, y más sabiendo que este no era el momento adecuado. Tal vez me dejé llevar por el paisaje, su mirada, y el momento a solas que estábamos teniendo, pero tendría que haber tomado en cuenta que aún no estaba del todo recuperada. Aún no… Maldita sea, Ash.
Mis pensamientos se fueron. La razón fue un chillido esta vez más fuerte, y más cerca de nosotros. A lo lejos, pudimos notar una pequeña luz. Una luz que iba incrementando conforme daba más pasos hacia adelante.
De hecho, aquella luz, parecía emanar de una pequeña flama. Una flama débil, fría y sin vida, que estaba a punto de calcinarse por completo. Y cuando supe que se trataba de un Pokemon, sabía que estaba herido. El Pokemon chillaba, y suplicaba por ayuda. Cuando me vio ahí, a unos metros cerca de él, quiso huir.
— Es sólo un Pokemon —le susurré a Serena, aunque mi tenue voz se alzó en un gran eco arrastrante.
— Es un Charmander…
— Está herido —le dije a la chica, y me acerqué poco a poco hacia el Pokemon de fuego. Su cola anaranjada estaba enroscada en sí, tratando de cubrir la flama que iba a apagarse tarde o temprano. Iba a preguntarme por qué del estado de su flama, pero cuando noté una gran herida en su vientre, supe que el Pokemon había sido atacado. Asimismo, la barra que estaba sobre su cabeza marcaba una vida considerablemente baja, apenas visible.
Volteé a ver a Serena. Sinceramente, no sabía qué hacer con el Pokemon. O dejarlo morir, a pesar de ser una criatura virtual, o curarlo un par de días, y cuando se recuperase, liberarlo.
— ¿Qué quieres hacer con él? —le pregunté.
La chica dudó por un momento. Estaba muy insegura, a pesar de estar conmigo. Sabía en el fondo que aquel Charmander había sido atacado por algo más fuerte; algo que había estado dentro de la cueva.
— C-cuidemos de él.
Capítulo 38
Luciérnagas y una flama
Esa noche la pasó dentro de la tienda. Le había administrado unas medicinas que poseía dentro de mi inventario, pero sabía que no iba a ser suficiente. Debía de conseguir materiales que sinceramente, no sabía donde conseguir. Yo no era sanador, ni algo por el estilo. Puede que sea un beta, pero sanar la herida de aquel Charmander, iba a ser difícil.
Su vida se había recuperado totalmente, pero Serena y yo nos dimos cuenta de que poco a poco, su vida comenzaba a bajar conforme pasaban los minutos y las horas. Pronto, supe que se trataba de envenenamiento. O algún jugador había estado en la cueva y envenenó al Pokemon, o un Pokemon venenoso lo atacó.
Me quedé despierto toda esa noche, pensando en cómo había arruinado el momento con Serena, pensando en el paradero de mi madre, en mi pasado y en otras cosas sin importancia. También me pregunté durante varios minutos si Brock o Misty estarían bien. ¿Qué habrá sido de ellos? Sé que no he estado interactuando con los jugadores, pero si fuera así, ¿acaso ellos ya serían populares entre los novatos?; ¿Serían… fuertes?
Pronto el sol comenzó a asomarse entre las cordilleras, y el rocío de la mañana llegó hasta mis fosas nasales. Por un momento, me imaginé que aquel olor era exactamente igual al del mundo real, pero en el fondo sabía que no era así.
Unos momentos después, Serena salió de la tienda de acampar, y me dio los buenos días. Yo no respondí, ya que había estado en lo más profundo de mis pensamientos. Poco después, noté que me había avisado que iba a bañarse dentro de la laguna, por lo que no debía de ir hacia allá.
No entiendo el punto de bañarse dentro de este juego. Aunque bueno, no sé explicar el por qué los olores de otras personas llegan hacia mi sentido del olfato. Tal vez sea algo científico, o ciencia muy avanzada como para poder oler a los demás cuando en realidad están a kilómetros de distancia, inmóviles y con un casco puesto dentro de algún hospital de alguna ciudad.
Miré hacia atrás, y sólo pude fijarme en la tienda de acampar, donde aún descansaba el Charmander. Sin hacer mucho caso a lo que Serena me había dicho, fui hacia la tienda, y cuando la abrí, ahí estaba tanto el Shaymin, como el Pokemon herido. Ambos dormían apaciblemente, pero la vida del Charmander ahora estaba un 40% más baja. En unas cuantas horas más, habría muerto si no hacía algo.
Cerré la tienda de acampar, y oí unas cuantas salpicaduras provenientes de la laguna. Quería ver… quería ver a Serena. La tentación comenzaba a vencerme. Vamos… era un hombre. Ni que fuera algo extraño el no querer ver a una chica desnuda. Tal vez, si sólo veo unos segundos más allá de la tienda, pueda… pueda que…
Y cuando la vi, estaba de espaldas, lavándose el cabello, pero nada más. Y cuando quería ver unos segundos más, ella volteó, y me vio. Aparte rápido la mirada, y me sonrojé. Sin embargo, sin haberlo previsto, noté que Braixen había lanzado un Ascuas hacia mi posición, y fue demasiado tarde para esquivarlo. Tal vez me lo merecía por exceso de lujuria.
Cuando Serena se arregló, no hubo mucho que hacer. El Charmander poco a poco iba bajando su vida, y pasaron unas cuantas horas más hasta que sólo quedaba un 20% de su vida. Era medio día, pero sabía que en el ocaso, el Charmander iba a morir tarde o temprano.
— Serena —le dije a la chica. Ella había estado observando al Pokemon de fuego herido, que no hacía nada más que dormir bajo la sombra de un peldaño de roca cerca del lago.
— Escucha. El Charmander… él… él morirá si no hacemos algo.
—Lo sé —su voz se oía tan inocente.
— No sé donde conseguir los materiales para el antídoto, pero puedo ir al pueblo Carmesí del nivel 15. Ahí… ahí puedo comprarlo.
— Pero…
— Sí. Sé que me expondré a los jugadores.
— ¿Y no es algo peligroso, como has dicho?
— Sí. Pero… pero es más importante la vida del Charmander.
La muchacha se me quedó observando. Yo sólo decía la verdad. Ahora, lo único que importaba era el salvar la vida tanto del Pokemon, como proteger a los que estaban a mi alrededor.
— Espera. Él puede revivir, ¿no es así? Los Pokemon pueden revivir.
— No. Sólo si tienen dueño. Los salvajes mueren.
— Ash —la chica cargó al Charmander y fue hacia mi posición.
— Serena, tendré que ir al pueblo. Compraré el antídoto.
La muchacha me seguía observando de una manera extraña. A pesar de haber rechazado mi beso ayer, aún pensaba que sentía algo por mí. Pero… eso sólo eran estúpidos pensamientos míos.
— Ash… ¿por qué haces esto por mí?
Vaya. Una difícil pregunta. En verdad, no hacía esto por el Charmander, sino por ella. Sabía que ella leía mis pensamientos, pero aún así quería escucharlo decirlo de mí.
— A ti te importa mucho este Pokemon.
— Pero son criaturas virtuales, Ash. No debes de arriesgar tu verdadera vida, por una virtual.
— No digas eso… Si no salvo al Charmander, carezco de humanidad. Sé que son criaturas virtuales, pero son más que eso, Serena.
— Yo lo sé, Ash. Pero… pero no hagas esto por mí. No quiero que vayas al pueblo y te arriesgues por mi culpa. Encontraremos otra manera.
— No hay otra manera. Debo de ir. Debo de ir por el antídoto. No sólo lo hago para salvar al Charmander. Lo hago para que no estés triste.
Doble "vaya". Jamás imaginé que esas palabras salieran mi torpe boca. Pero tenía razón. Desde que sucedió lo del beso, encontramos al Charmander herido, y hasta este momento, había notado a Serena algo distante. La confianza que me había tenido se había borrado, y quería recuperarla. No sólo eso, sino que ella también se merecía el ser feliz. Yo he sido el culpable de todos sus problemas, y aunque no sé si vaya a decirle algún día, quería recompensárselo.
— Gracias —la chica me abrazó, y el abrazo duró por unos largos segundos. Nuevamente, pude oler ese miel característico de su cabello—. Iré… iré contigo.
— No —dije enseguida—. ¿Quién cuidará del Charmander?
— Lo llevaremos con nosotros. Si se queda aquí, puede que no regresemos a tiempo.
— Bueno, puede que tengas razón.
— De acuerdo. Vamos, entonces —ella abrió el menú de su juego. Eligió la opción de aparecer en el Pueblo Carmesí, y nos transportamos hacia allá. Sin embargo, en el fondo aún temía por Mirto. Aún temía que algún jugador me delatara, y me matara a mí… o a Serena.
El pueblo abundaba más de hojas carmesís regadas por los pasillos pueblerinos que cualquier otra cosa que me pudiese haber imaginado. Aparecimos en la plaza central del pueblo. Ahí, un gran roble de hojas de tonalidades distintas y cálidas se mecía con el aire. Las casas, de piedra desgastada, combinadas con un barro resistente, se alzaban alrededor de la plaza. Algunos NPC´s se encontraban merodeando por el sitio, y pude ver a algunos jugadores más que cruzaban la plaza, algunos con prisa, y otros relajadamente. El sonido del pueblo me alivió por un instante. Las voces de la gente, el gruñir de Pokemon que había alrededor, la corriente de un pequeño río que había a lo lejos, NPC´s vendiendo en los puestos que se alzaban por la plaza. Había extrañado tanto eso. El sonido era tan apacible, tan natural, que no entiendo cómo es que Ash tenía tanto miedo de la demás gente. Inclusive, llegué a sentir que este juego no era nada más que para relajarse y divertirse, pero sabía que la realidad era otra.
Buscamos arduamente una tienda de pociones, en la que pudimos encontrar el antídoto sin mucha dificultad, sólo que el dinero era el problema. O bueno, un problema para mí, ya que Ash tenía más dinero del que yo podría conseguir en toda mi estadía dentro del juego. El vendedor nos mencionó que le diéramos toda la porción y que en tres días, él ya estaría como nuevo.
Cuando salimos de la tienda, noté a Ash muy nervioso. Él miraba hacia varios lados, y con cualquier sonido, inclusive de las hojas arrastrando el polvo del sendero, lo hacían tener los pelos de punta. Sin embargo, sabía que tenía que calmarlo.
— Vámonos. Ya conseguimos el antídoto —insistió.
— Ash —nombré y le tomé del brazo— Quedémonos unos minutos más. Ve lo tranquilo que está este pueblo. ¿Acaso no te relaja el ambiente? No es tan peligroso como parece.
— Serena, por favor. Sé que este sitio se ve muy tranquilo, pero puede ocurrir lo inesperado. Serena…
— Ash —y cuando le miré, apartó la mirada— Mírame —el chico nuevamente lo hizo—. Venga, vamos a relajarnos durante un rato.
Encontramos una pequeña posada humilde, que ofrecía mesas al aire libre. Sin dudarlo, me senté en una de ellas, y comencé a disfrutar de las voces, el paisaje, el sonido de las hojas. De todo. No quería desperdiciar este momento para relajarme.
Braixen, Pikachu y Shaymin comenzaron a corretearse por los pasillos por donde los jugadores pasaban. Yo bebí un sorbo al té que me había traído la Enfermera Joy, y la sombrilla que estaba sobre nosotros nos cubría del sol que hacía por el lugar, aunque el viento nos hacía un gran favor en refrescarnos. Sujeté mi gorra rosada para que no cayese, y bebí otro sorbo. Sin embargo, esta vez miré a Ash. Parecía tan preocupado… tan pálido… tan…tan extraño.
— Ash…
El chico no me hizo caso. Estaba volteando con la mirada hacia cualquier lado posible.
— Ash —siguió sin mirarme, pero cuando toqué su brazo, se sorprendió, y por un momento pensé que iba a desenvainar su espada— Ash, ¿qué pasa?
— Lo siento, Serena. No puedo estar aquí.
— Lo sé, Ash. Pero… pero ese tipo… —cuando lo recordé, sentí una punzada en el estómago— Él no está aquí. No nos atacará. No sabe donde estamos.
El chico no me respondió.
— Escucha —le tomé la mano, y en ese momento me miró—… confía en mí. Él no vendrá. Ese jugador no vendrá. ¿De acuerdo?
— Yo…
— ¿De acuerdo?
— Está bien —mencionó finalmente, pero no lo veía muy convencido.
— Ash… confía en mí. Todo estará bien.
Sonrió. Antes de que dijera otra cosa, la Enfermera Joy se acercó hacia nosotros, y nos regaló un cartel.
— ¿Qué es esto? —mencioné.
— Es el Festival Pokemon. El primer festival de PBO que se organizará. Esperemos contar con su presencia, jugadores. Será en este mismo nivel, dentro de una semana. Será un gran evento.
— Gracias —le mencioné algo desilusionada. Sabía que Ash no iba a aceptar, aunque yo quería ir de todas maneras.
—Qué tontería —dijo Ash una vez que Joy se había ido.
— ¿Eh?
— Organizar eventos, cuando lo que se debería de hacer es investigar sobre este juego, pasar los niveles, luchar por recuperar nuestras verdaderas vidas.
Me quedé callada. Sinceramente, no estaba de acuerdo con él.
— ¿Sabes? No estaría mal dejar de lado las preocupaciones durante un rato. Yo creo que se ha organizado esto para relajarse por unos momentos.
— Relajarse… ¿Por qué les gusta tanto relajarse? Es decir, hay cosas con las que uno no tiene el lujo de desperdiciar un solo día, y esta es una de ellas.
— ¡No me digas, Satoshi! ¿Y qué has hecho tú para resolver este problema? ¿Qué has hecho desde que se dijo que este juego era un laberinto sin salida?
— He tratado de investigar el cómo salvarnos, aunque tú no lo creas.
— ¡Oh, qué bien! ¿Y qué has averiguado?
— Yo… yo no…
— Sí, lo suponía —el azabache comenzaba a perturbar la relajación que había tenido.
— Serena, sé que tú no lo ves como yo lo hago, pero cada día he estado tratando de averiguar la forma de cómo podré salvar a todos, y no sólo a uno.
—"Podre", me suena a egoísmo. ¿Piensas que tú solo salvarás a todos?
— Sí… no… es decir…
— ¿Qué Ash? ¿Qué es lo que tienes que decir? ¿Piensas que eres especial? ¿Piensas que eres el único que ha querido librarse de esto?
— No, yo…
— Pues déjame decirte que no es así. El que signifique que eres un beta, no te hace especial. Puede que seas poderoso, y tengas un nivel más alto que los demás. Pero eso no significa que seas el único que piensa que tiene problemas, Ash. Todos tenemos. Todos hemos querido liberarnos de aquí. He intentado luchar junto a los demás, pero sabes exactamente que ha sido difícil para mí —mis ojos comenzaron a tornarse llorosos—. Tú más que nadie sabes que no ha sido difícil el salir adelante, pero de vez en cuando, merezco el dejar de pensar por un segundo en todo eso.
— Yo…—el chico tenía la cabeza baja—. Lo siento… Serena. Yo…
— No, no te preocupes. Discúlpate, y ahórrate tus comentarios, como te has ahorrado todo lo que me has ocultado. Ni siquiera puedes decirme de quién nos escondemos, y por qué. Ni siquiera eso puedes decir.
El chico se quedó con la cabeza baja. Al ver su rostro, sabía que me había pasado del límite, pero en ese momento, el muchacho comenzó a hablar.
— Tienes razón. Lo lamento… yo… yo he sido un completo egoísta. Pero… pero es que no sabes por lo que he pasado. He sufrido tanto como tú, y por eso estoy desesperado y confundido. Yo quise al Gremio Novato ¿sabes? De hecho, fueron de los primeros amigos que tuve en PBO. No… no sólo ahí, sino también como amigos verdaderos. Nunca he tenido a algún amigo, y ni siquiera he tenido una novia. Pero está bien… —el chico sonrió tímidamente— ¿Qué se puede esperar de un chico tímido, estúpido y que ni siquiera conoce lo que es la amistad? Pero bueno, no sé si lo entiendas tú, que tenías toda la atención del mundo, y tenías por lo menos a alguien que re recibía en casa y te hacía de cenar. No sé si entiendas lo que es la soledad absoluta. Pero ¿sabes? Me impresiona el hecho de saber que a pesar de todo ello, he querido regresar al mundo real más de lo que muchos jugadores han querido. Muchos de nosotros se han rendido, pero yo no. Sé que no he averiguado nada, y sé que no sé por dónde empezar, pero tampoco ha sido fácil para mí el salir adelante. Yo no he pedido que me sigas, pero aún así me alegra de que estés conmigo, porque no me siento solo —el chico se paró de la silla— De hecho, aunque te parezca algo ridículo, sentí bien el tener mi primer beso hace poco, aunque claro, no fue tan bien correspondido. Lamento ello. Sé que aún quieres a Kalm, y sé que sabes que por mi culpa ellos murieron. Pero no sabes… —el chico tuvo un nudo en la garganta— No sabes… no sabes que aquel tipo… Mirto… estaba buscándome… porque hice cosas de las que me arrepiento… pero… pero es que ellos me tenían amenazado… Serena, lo lamento. No te obligaré a que no vayas al Festival; si quieres ir, hazlo. Pero… pero yo no puedo. Debo de pasar este juego.
El chico abrió el menú de su juego, y antes de que se lo impidiera, eligió la opción de "Ir al último lugar visitado". El chico se teletransportó a la cueva, pero yo aún seguía en mi lugar. El Pikachu de Ash, Braixen y Shaymin regresaron, y el Charmander estaba bajo mis brazos. Así que Ash si conocía al tipo que mató al gremio, pero lo que más me sorprendió… fue… fue que en verdad no lo había conocido del todo. Sabía que aún ocultaba muchas cosas y tenía un pasado que no quería contarle a nadie. Ahora, sabía que en verdad aquel chico había sufrido en silencio durante tanto tiempo.
La oscuridad me abrazaba cual vieja amiga. Tan sólo las chispas de mi espada eléctrica me acompañaban como remordimiento. Había estado contemplando mi espada desenvainada durante varios minutos. De hecho, no sabía cuánto tiempo había estado dentro de la cueva… dentro de lo más oscuro de la cueva. Sabía que la noche había caído, pero eso no me impresionaba. Lo que me preocupaba en verdad era que había desperdiciado otro día dentro del juego. No había investigado nada… Nada de nada. Serena tenía razón. Yo me había creído especial; yo había pensado que era el único que quería salvar a PBO, pero no era así. Todos han estado luchando. Lo más irónico, es que yo sólo había participado en el primer de los demás jefes que han sido vencidos. Sería algo tonto el pensar que yo era el único que quería hacer algo para salvar a los demás. Mejor dicho, varios jugadores han hecho más, de lo que yo haría.
Pero… pero sabía que todo esto era por un obstáculo. Mi madre. Ella me ha detenido en el camino, y aunque ya renuncié a ella, aún seguía preocupada por ella, y por que el Gremio Rocket la matara o me matara. No podía seguir, si no me deshacía de ellos. ¿Cómo es posible que buscara pistas sobre el cómo salvar a todos al mismo tiempo, si ni siquiera podía quitarme de la cabeza el rostro de mi madre?
Las lágrimas caían sutilmente sobre la hoja de la espada. El chillido que hice produjo un eco, y pronto, otro sonido apareció no muy lejos de ahí. Había alguien… sabía que alguien me estaba observando. Me paré enseguida, y me puse en posición de ataque. Estaba a punto de lanzar una onda eléctrica que iluminara el ambiente, para ver quién estaba mirando. Sin embargo, sentí una mano detrás de mí y me sorprendí al ver que una persona estaba detrás de mí.
— Lamento asustarte —Serena me miró a través de la oscuridad. Mi espada eléctrica apenas y nos alumbraba a ambos.
Qué raro. Según yo, el sonido provenía del otro lado de la cueva, y no de donde provenía Serena. A lo mejor era mi imaginación.
— No… no te preocupes —le dije.
Ambos nos quedamos en silencio, y me recargué en la pared de la caverna, mientras me sentaba. Ella me imitó. Noté que en sus brazos llevaba al Charmander, que comenzaba a tener la flama más fuerte; ésta nos iluminó lo suficiente como para vernos el uno con el otro. Súbitamente, ambos quisimos hablar al mismo tiempo, pero al darnos cuenta de ello, nos callamos.
— Yo primero —mencionó Serena—. Ash… yo… lo siento. Siento haber sido dura. No quise herir tus sentimientos. Es que… es que he estado tan asustada por todo, que a veces he hablado sin pensar. En verdad, espero me perdonas. No quise decir todo enserio.
— No, Serena. Perdón por haber sido egoísta —le sonreí y miré al Charmander— Perdón por todo. Y gracias… gracias por quedarte conmigo, a pesar de todo lo que ha pasado.
— Ash —la muchacha me miró. Estaba tan cerca de mí, que podía escuchar su respiración— Después de lo que pasó, no tenía a donde ir. Y tú, tú poco a poco me has sanado esa herida. Sé que nunca sanará, pero tú has hecho todo lo posible para hacerme feliz, y Charmander es una razón de ello.
Miré nuevamente al Pokemon, que dormía sobre los brazos de Serena, pero súbitamente, el Pokemon forcejeó en sueños, y se pasó de sus brazos, a los míos. Al parecer, estaba más cómodo en mi regazo.
— Bueno, creo que te quiere más a ti —me mencionó y reímos.
— No… nadie puede querer más a mí que a ti. Tú eres la chica popular. La chica hermosa a la que todos adoran —bromeé.
— No digas eso —bufó y me miró— No soy como todos creen. Yo… yo me he sentido tan sola como tú te sientes Ash. De hecho, nadie ha llenado ese vacío que dejó mi padre cuando nos abandonó. Todos los chicos con los que salí, son unos idiotas que sólo quieres impresionarme. He estado sola.
— Bueno, has tenido experiencia —al decir aquello, me sonroje.
— Oh, bueno, se me hace tierno que me hayas dicho aquello —por primera vez en mi vida, pude notar un sonrojo por parte de la muchacha.
— ¿Decirte qué?
— Que yo haya sido la primera persona a la que has querido —no dije nada; estaba tan avergonzado, que me quedé paralizado— ¿Es cierto eso, Ash?
— Sí —mencioné y miré hacia otro lado.
— Ash… —nombró y la miré. Sus ojos brillaban a través de la llama del Charmander—. De hecho, eres la primera persona que me dice eso.
— Oh… —sin tuviera un espejo, podría jurar que estaba tan rojo como un tomate— Lo siento, yo…
— No, no. Eso te hace especial, Ash.
Ahora era ella la que poco a poco se acercaba. Ahora ella era la que iba a besarme. ¡No lo podía creer! Serena ahora estaba a punto de besarme, pero besarme en serio. ¡Ella se acercaba!
Y súbitamente, noté el ruido que había escuchado hace algunos minutos. Tenía el presentimiento de que Serena no había sido la que había provocado aquel eco. Tenía el presentimiento, de que era alguien más… y no estaba equivocado.
— ¡ASH, CUIDADO! —ella se separó de repente, y cuando volteé un Nidoking salvaje estaba a punto de atravesarme con una de sus afiladas garras, no sin antes haber gruñido a los cuatro vientos.
Instintivamente, pude esquivar el ataque, pero desafortunadamente para Serena, el Nidoking la atacó con sus garras, y ella salió volando varios metros.
— ¡NO!
Sentí la ira correr por mis venas. La fura despertó en mí, y por ende, una corriente eléctrica comenzó a invadir mi sangre. Estaba enojado… aquel Pokemon, causante de que Charmander estuviera herido, y el causante por lo que acababa de pasar justo ahora. Tenía que matarlo. Sí, los Pokemon son criaturas virtuales que poseen sentimientos, pero a veces… a veces había sólo bestias salvajes que provocaban muertes. Noté que el nivel del Nidoking era de un 60. Inclusive, me atrevo a decir que es uno de los Pokemon más fuertes que he visto merodeando por PBO, pero eso no me detendría.
Corrí hacia el Pokemon tan veloz, que no tuvo tiempo de reaccionar, y le clavé mi espada sobre el vientre. El Pokemon rugió de dolor, y su vida bajó un 80%. Increíble. A pesar de todo el poder de mi espada y toda la rabia con la que lo ataqué, aún no moría.
De repente, el Pokemon agachó la cabeza, y clavó su cuerno sobre mi hombro. Sollocé de dolor, aunque sólo me había bajado un 10% de mi vida, pero eso no afectaba el hecho de que podía sentir dolor real.
Y sin esperarlo, mi Pikachu, que había estado en la tienda de acampar, llegó acompañado del Shaymin y del Braixen, y atacaron al Pokemon sin recibir órdenes. El Pokemon venenoso rugió nuevamente de ira, pero pude acabarlo clavándole más la punta de mi espada, hasta que atravesó su cuerpo robusto por completo. La bestia desapareció por el lugar, dejando entre ver polvos brillantes que poco a poco también se iban junto con el Pokemon.
— Serena…
Tenía que buscarla entre la nube de polvo. No… no podía estar muerta. Ese Pokemon había sido tan agresivo y poderoso, que estaba seguro de que le habría bajado su vida completa. No… no… no… Serena. No.
Y ahí la vi. El Charmander había despertado, y le estaba moviendo el brazo para que despertara, o hiciera algún movimiento. Rápidamente, me di cuenta de que su vida había bajado un 95%. Tenía que hacer algo rápido, o sino el veneno en su sangre iba a acabarla en cuestión de segundos.
— No, Serena. Resiste. No mueras…
La chica estaba apenas consciente. Entreabrió los ojos para verme, pero no podía hacer expresión alguna. Tres grandes heridas le cubrían el vientre, pero debía hacer algo. Tenía que salvarla.
Abrí el menú de mi juego, y ahí, ocupé lo que se supone que debía de ocupar sólo en casos de emergencia. Se supone, que esto era para cuando yo estuviera en una emergencia, y sólo se conseguía uno de estos muy rara vez. Pero no importaba. Ahora, la vida de Serena era más importante. Escogí la opción de "Invencibilidad".
Un pequeño frasco brillante apareció en mi mano, e hice que Serena lo bebiera. Pronto, noté cómo las lágrimas comenzaban a invadir mis mejillas. La marca de veneno en la barra de su vida desapareció, y del 5% que quedaba, pronto el 95% restante se restauró enseguida. Un aura blanquecina la iluminó, indicando que era inmune a cualquier ataque en esos momentos que durarían algún par de minutos. Se supone que aquel frasco, era para alguna batalla contra Mirto que había previsto en algún futuro, pero ahora… ahora ya nada importaba. Lo que más me aliviaba, es que ella estaba a salvo.
Pero… ¿pero por qué seguía llorando? ¿Por qué lloraba, si Serena ya estaba bien? Inclusive, ella se reincorporó, y notó que la sangre emanaba de mi hombro, y la marca de veneno comenzaba a invadir mi vida, que poco a poco se bajaba.
— Ash…
Los sollozos comenzaron a atormentar el ambiente. Pikachu, Braixen y Shaymin querían acercarse, pero nadie se atrevía. Ni siquiera Serena o Charmander, que había despertado confuso.
— Ash… estás herido.
Hice caso omiso a su advertencia. Yo seguía llorando. ¿Pero por qué?
— Ash… Yo… yo… lo lamento. Ash… por mi culpa…
— No Serena. Lo lamento yo.
— Pero…
— ¡He sido un idiota! —sollocé débilmente—. Estuve a punto de perderte, gracias a mi culpa.
— No, Ash…
— Pero si te perdía, jamás me lo iba a perdonar. Jamás. No sólo por el hecho de que te pudo haber matado un Pokemon, sino porque nunca pude decirte la verdad.
— ¿De… de qué… hablas?
— Serena… sé que después de esto me odiarás, pero estás en todo tu derecho de odiarme —traté de calmarme, pero no podía. Simplemente, las lágrimas seguían saliendo—. Yo tuve la culpa. Tuve la culpa de todo, Serena. Hace poco, me uní a un gremio, un gremio que hacía cosas malas. Un gremio que controla a la gente de este lugar, y es por eso que hay rumores de que algunas personas matan a los demás, pero reviven poco después. Esas personas, son del gremio Rocket, y tienen un casco nuevo… un casco que se me dio después de que se diera el anuncio. Ellos me amenazaron, por lo que no podía salirme. Pero después, me arrepentí. ¡Me arrepentí de haberme unido! Cuando salí de ahí… —me sequé las lágrimas en vano—… Yo… yo, sabía que estaba en peligro, por lo que me han estado buscando desde entonces. Y Mirto, uno de los miembros, me dio una lección al matar a todo el Gremio Novato, sabiendo que no debía de haber hecho lo que hice. Todo fue mi culpa, Serena. Sabía que estaba en peligro, y sabía que si me relacionaba con los demás, me ponía en peligro. Y así fue. Estuve consciente todo este tiempo de que el Gremio Novato estaba en peligro por mi culpa, pero no pude hacer nada… No pude…
La chica se quedó en silencio, pero no me atreví a ver su rostro.
— Pero… pero es que… —las lágrimas cayeron al suelo seco de la caverna—… Ellos tienen a mi madre. Ellos la tienen. Él me lo dijo en el supermercado; el jefe me lo dijo. Tienen a mi madre. Serena, necesito ayuda. Quiero encontrar a mi madre, pero también quiero salvar al mundo. Quiero protegerte, pero también quiero que te vayas, para que no estés en peligro. Quiero… quiero salvar a todos. Quiero… quiero que todos estos problemas acaben. ¡Pero estoy solo en esto! ¡TODA ESTA CARGA LA LLEVO YO SOLO!
Pronto comencé a llorar, y pronto, noté que varios Volbeat e Illumise comenzaron a despertar de lo más alto de la cueva, e iluminaban por segundos el ambiente. Varios de ellos, cientos de ellos. Inclusive noté que los Pokemon eran estrellas; millones de estrellas dentro de una caverna oscura.
Pero eso no importaba. Ahora, Serena me iba a odiar, me iba a quedar solo, y todo por mi culpa. Las lágrimas comenzaron a lastimar mis ojos y los sollozos pronto pararon. Me quedé ahí un rato, con la frente en el suelo, y arrodillado frente a la nada. El silencio me hizo saber que Serena se había ido. Tendría que haberse ido después de lo que escuchó.
Pero cuando volteé, con los ojos rojos, y con la herida lastimándome con cada segundo que pasaba, la vi ahí. Ella me miraba, pero de una manera única. A pesar de todo lo que le dije, aún seguía ahí. ¿Por qué? ¿Qué no me odiaba? ¿Qué no estaba furiosa? ¿Por qué me miraba con lástima, y estaba también a punto de llorar?
Ella se acercó. Tomó al Charmander en brazos, y me lo dio. Yo me reincorporé y éste se acurrucó en sus brazos.
— ¿Lo ves? Está mejor en tus brazos.
— Serena… —susurré, confundido.
La chica se acercó a mí, y con la luz de los Pokemon luciérnaga, y la flama del Charmander, la chica me acarició las mejillas, mientras yo me quedaba petrificado. Y en ese momento, me besó.
Un beso con sabor a sal, lágrimas, polvo y sangre. Sin embargo, sentí esa extraña calidez de sus labios, y pronto, me perdí entre la cueva. Pronto, no supe en donde estaba. Pronto, no había nadie más que nosotros. No había ningún Pokemon, ninguna oscuridad, ninguna herida o envenenamiento. No había nada, sólo nosotros dos, disfrutando de un momento único y algo confuso, ya que no entendía el por qué lo había hecho. Jugué un poco con su lengua, y pronto solté al Charmander, lo deposité delicadamente en el suelo sin mirarlo, y me perdí entre sus cabellos mieles. Su gorro rosado se cayó, pero eso no importaba. Ya nada importaba.
Cuando me separé de ella, a pesar de estar impresionado, estaba confundido.
— No estás solo, Ash —mencionó, con un semblante algo extraño, pero sin dejar de mirarme.
Yo la acaricié instintivamente.
— Serena…
— Tal vez haya sido tu culpa —me interrumpió— Pero yo… yo te perdono.
La chica me miró, y sonrió.
— Serena —repetí cual idiota— No… tú… tú debes irte. Estás en peligro.
— No arruines esto, Ash —rió, y miró hacia los Illumise y Volbeat que adornaban con sus luces aquella cueva.
— Lo siento, es la costumbre. Sabes que soy algo inexperto al tratarse de amor —ambos reímos—. Por cierto, ahora tengo un segundo Pokemon —miré hacia el Charmander.
— ¿Y eso? Pensé que lo íbamos a liberar después de que se recuperara.
— ¿Recuerdas que dije que yo elijo a los Pokemon cuando me recuerdan algo en especial? Bueno… ahora cada que veo a Charmander, me recuerda a ti —sonreí, y me sonrojé.
— Será un buen Pokemon. Ya lo verás —mencionó.
— Gracias. Por cierto, tienes razón.
— ¿Sobre qué?
— Sobre que debemos de relajarnos de vez en cuando —le susurré—. Iremos al Festival Pokemon.
— Pero…
— Tranquila. Considéralo como la primera cita que tengo en mi vida.
Bueno, no tengo nada que decir. Se supone que no debo de decir nada para arruinar el momento romántico, pero justo en estos momentos estoy escribiendo cosas sin sentido que sólo arruinan el final xD Bueno, nos leemos el viernes.
Por cierto, lamento si este capítulo ha sido largo, pero era necesario :c Si quieren que acorte los capítulos, sólo diganmelo. ¡En serio! Es que siento que les hago perder mucho tiempo. :C Bueno, ¡nos leemos! Pronto se avecina la acción...
Próximo capítulo: El Festival Pokemon
