¡Hola! He aquí el capítulo cuarenta del fic. Jamás imaginé llegar a estas alturas pero lo he logrado :D Bueno, lamento que el martes no haya posteado, pero he estaod estudiando arduamente xD. Responderé a los amables y genials reviews que me han dejado, lecotres! :D

Asurax1: Así, es. En lo personal también extrañaba la acción xD

Kuroi: Mejor dicho, tendrías que esperar para hoy, ya que el martes no publiqué lol Bueno, en efecto, puede que comience el Pearlshipping C:

emmanuel lopez: Las canciones dan un toque de emoción extra :D gracias por leer.

ash the pokevenger: Gracias lector! C:

baraka108: Mirto es un hdp xD ! También me molesta, aunque yo se el creador de todo esto jaja.

Cata-chan1: Jajaja, porque tengo el presentimiento de que amarías que Serena muriera? xD

Fatimasand: Tranquila, pronto habrá más shipping C: Y gracias por el review! Pondré más música, lo prometo :D

Larekin1: Pues odialos entonces C:

Mister Conde de Urano: Gracias! :D Este capítulo es menos largo que el anterior, pero más largo que los normales xD

emmanuel lopez: Jajaja en efecto, se mencionó que Ahs conocía a Gary en los primeros capítulos, si no me equivoco. Y puedes releer los capítulos si se te olvidan lol O puedes preguntarme! Yo recuerdo todo :D

Esteban: Aquí está la actualización. ¿Qué no dije que no iba a poder el martes? xDDD Y no comprendo qué es lo que quiera Larekin1 del fic, así que no sé que responderte lol

Bueno, como verán, algunos se les pasó por desapercibido que mencioné que el martes no iba a poder actualizar. Bueno, de todas maneras aquí está la conti. Disfrútenla.


Capítulo 40

La Novata Índigo


Justo a tiempo. Unos segundos más tarde, y podría haber sido fatal no sólo para Serena, sino también para Ash. Lo habíamos logrado. Finalmente, había encontrado a Satoshi, o para mi mayor sorpresa, a Ash. Después de haberlo buscado durante algún tiempo, por fin lo encontré, y vaya que en una situación no muy usual.

Sin embargo, por el momento debía de pensar en otra cosa. Mi vista estaba puesta en la nube de polvo que había provocado nuestro oponente. Pasaron varios segundos, y aún así, no se levantaba. Pensé que lo había derrotado con una flecha, pero eso sería imposible.

Sería imposible que yo, una novata, derrotara a aquel tipo, un beta. Mirto.

Sabía quién era. No porque fuese muy popular dentro del juego. No; ya me había contado de él. ¿Quién?

Sin embargo, antes de que mis pensamientos fuesen más allá de la pelea, una risa comenzó a invadir la iglesia destruida. Una risa malévola, irónica y placentera.

La risa duró varios segundos, y cuando la nube de polvo se disipó, Mirto estaba aún tirado, con pedazos de madera sobre su cuerpo. El rostro descubierto miraba hacia nosotros. No… esperen. No miraba hacia sus nuevos oponentes. Seguía mirando a Satoshi.

— Un momento… ¡JÁ, JÁ, JÁ! —la risa comenzó a hartarme—. Vaya, Satoshi. No esperé que unos novatos idiotas vinieran a rescatarte. Vaya. Esto sí que ha sido sorpresivo ¡JÁ, JÁ!

Fruncí el ceño. ¿Cómo es que podía subestimarnos de esa manera? Mi flecha había dado en su hombro y lo había lanzado varios metros, e inclusive le bajé casi un 10%, pero a pesar de todo ello, su ego seguía por los aires. Ahora veo, que Trip estaba en lo correcto. Citron y Trip estaban en lo correcto. Aquel tipo, Mirto, jamás iba a aceptar que había gente más fuerte o a la talla de él. Era un ególatra.

— ¿Novatos? —mencionó a mi costado Alecrán— ¡Yo soy un beta!

— ¿Y a quién le importa? No eres más fuerte que yo ¡JÁ!

— Alecrán —le mencioné al chico de cabellos verdes. Sabía que a pesar de ser un beta, aún era muy pequeño como para enfrentarse a esto; sin embargo, nos serviría de ayuda ahora.

— Lo siento, Hikari.

— Ash —mencioné súbitamente, y aquel tipo, que ni siquiera había aprovechado el momento para tomarse alguna pócima, volteó a mirarme, o eso quise creer, ya que yo estaba de espaldas—. Quiero que te vayas junto con Candice, tomen a Serena y huyan de aquí. Candice, sabes a dónde ir.

— Por supuesto, Hikari —sonrió la chica de coletas azabaches.

El chico no respondió. De hecho, sin siquiera haberlo notado, él en ese momento tomó una pócima anti-paralizante y comenzó a moverse poco a poco. Mirto comenzó también a hacerlo, quitándose restos de madera y escombros de su voluminoso cuerpo.

— Prepárense —les dije a los demás, y asintieron.

— Venga, vámonos chico —dijo Candice, pero éste se quitó de encima la mano de la chica.

— No. Hikari… quiero decir, Dawn —el joven esperó un momento para hablar— Gracias, pero tengo que huir de aquí. Tenemos que huir Serena y yo.

— No Ash. Necesito que…

— No importa lo que digas. Voy a huir, pero antes… antes voy a vengarme de este estúpido.

Mirto sonrió al oír eso, y súbitamente se enderezó, y la luz de las luces carmesí que había afuera lo iluminaron cual sombra. El tipo se arrancó el collar de pokébolas que traía, y las sujetó sobre su mano. Después, se quitó el manto blanquecino que traía sobre los hombros, para dejar a la vista un pecho voluminoso con heridas algo leves. No obstante, sabía que lo había hecho porque iba a luchar enserio esta vez, a pesar de no conocer sus ataques.

—¡JÁ! Bueno… si lo que deseas es perder también a tus nuevos amigos, Ash, que así sea.

Y ahí, todos estuvimos de nuevo en silencio. Mi gremio, Ash, y una Serena inconsciente eran parte del sosiego incómodo que se transportaba por el siniestro, destrozado y frío lugar. Miré a Candice, y asentí. Ella agarró a Serena, y se transportó hacia nuestra guarida. Ahora éramos seis de nosotros y Ash, contra al parecer, uno de los betas más fuertes de PBO. Estaba nerviosa, inclusive más que cuando me enfrentaba a jefes de piso.

Mirto seguía de pie ahí, esperando a que nosotros diéramos el primer ataque. Bien, si así lo deseaba, lo iba a cumplir.

— ¡Barry, Lectro! —ambos chicos luchadores fueron hacia Mirto. Pronto, éstos corrieron por las bancas de las iglesias, saltando una por una con suma agilidad, y por ambos lados, rodearon a Mirto. Éste seguía sin moverse. Y cuando ambos chicos de cabellos rubios llegaron hasta su posición, uno con un aura verde, y otro con una naranja, comenzaron a lanzar puñetazos a un beta que esquivaba sin problema alguno sus golpes, tan sólo con movimientos ágiles.

Era mi turno. Saqué mi arco y lancé una flecha que fue lanzada a una velocidad apenas visible. Mirto la esquivó apenas, cortando un poco de su melena. Y entonces, Alecrán y Zoey, los magos, entraron en acción. El pequeño beta lanzó varios hechizos a la vez, y Zoey lo imitó. Mirto pronto, lo alcanzó un puño de uno de mis miembros, y si vida bajó un 5%.

— Malditos estorbos —comentó, y golpeó al puño con sus pokébolas. Un gran terremoto destruyó por completo la iglesia, y la vitrinas del Arceus se despedazaron instantáneamente. Los restos cayeron sobre todos nosotros, pero afortunadamente, Kenny, nuestro sanador, nos había protegido.

Y cuando salimos de ahí ilesos, Mirto estaba sobre una casa, con dos de sus Pokemon. Uno de ellos, un Braviary, aterrizó justo al lado de él. Un Accelgor y un Conkeldurr lo cubrían. Guardó sus tres pokebolas restantes, puesto que sólo se podían usar tres Pokemon como máximo en una batalla.

Y ahí, supe que algo no andaba bien. Saqué a mi Prinplup, mientras los demás sacaban a sus Pokemon. Barry lanzó a su Staraptor, Lectro a su Raichu, Zoey a su Mismagius, Alecrán a Skoriupi y Kenny a un Alakazam.

Mirto dibujó una sonrisa misteriosa en la comisura de sus labios. Sin embargo, aún yo tenía un mal presentimiento. Aún, sentía que algo no andaba bien. ¿Pero qué? ¿Qué?

Y sin anunciarlo, Satoshi fue al ataque. Pero esta vez, era un Satoshi diferente. Ésta vez, estaba furioso. Era el momento de aprovechar la oportunidad, por lo que todos lo imitamos y fuimos al mismo tiempo hacia él. Sus Pokemon iban a cubrirlo, pero los nuestros los entretuvieron.

Comencé a lanzar flechas a diestra y siniestra. Cada una, justo en la sien de un Mirto inquieto que las detenía con dificultad. Lectro y Barry activaron la primera fase de lucha, y un aura tanto verde como azulada se envolvieron en sus cuerpos. Ambos saltaron en medio de las casas del pueblo, y comenzaron a luchar con un beta que pronto, activó también la primera fase, y un aura rojiza salió de su cuerpo. Lectro trató de conectar sus puños con su vientre, pero el tipo los detuvo con un solo puño y resistió otros; con la mano libre, un simple toqueteo al rostro de Barry fue suficiente para estrellarlo con varios muros de edificaciones que se iban desplomando al momento del choque.

Satoshi estaba en el aire, y lanzó un gran tajo eléctrico. Mirto saltó lo más que pudo, pero el aura eléctrica amenazó arrasando todo a su paso. De un momento a otro, el Braviary de Mirto iba con las garras extendidas hacia un azabache distraído, pero súbitamente el ave oscura de Barry, Staraptor, chocó bruscamente contra ella y ambas se alzaron entre un revoloteo brusco y una lucha incesante aérea.

Zoey activó su magia de ilusión, y trató de conectar con la mente de Mirto, pero éste aterrizó en el suelo con un puño que onduló la tierra y tiró a la chica bruscamente. Alecrán trató de intervenir, y el pequeño lanzó varios hechizos que bajaron un mínimo porcentaje a la vida de Mirto. Junto con su Pokemon escorpión, Skoriupi, fueron al ataque y conectaron tanto un hechizo como un aguijón a su vientre. El pelirrojo sonrió místicamente, y en un suspiro, los mandó a volar con un rodillazo hacia las afueras del pueblo, justo en el riachuelo.

Volteé a ver a Kenny, y éste asintió, indicando que me estaba protegiendo y que él estaba aumentando mi MP, lo que significaba que tenía magia por un buen rato, y flechas prácticamente ilimitadas.

Como si se tratase de una carrera contra el tiempo, comencé a sacar una flecha y a destensarla en el arco con cada segundo que pasaba. Mirto saltó de techo en techo, y comencé a seguirlo, sin dejar de hacer mis lanzamientos con el arco. Las flechas pasaban a centímetros de su cuerpo voluminoso. Satoshi apareció repentinamente en uno de los techos en los que se iba a cruzar Mirto. El azabache dio una voltereta en el aire, para no chocar con un Mirto desprevenido, y en una maniobra impresionante, su espada estaba a punto de cortarle la cabeza, sin no fuese por la dura tacleada de su defensor, Conkeldurr, que lastimó a Ash y lo alejó de la batalla.

Fue mi momento para hacer el tiro perfecto.

Mirto estaba distraído tratando de procesar lo que había pasado, que por un momento dejó de pensar en mis flechas fugaces. Una de ellas bastó para que Mirto se hundiera en una de las casas de ladrillos y piedras. Los escombros lo enterraron dentro de la casa, y una nube de polvo se hizo presente. Noté que sus tres Pokemon luchaban aún contra nuestros Pokemon. El Braviary seguía en su lucha contra el Staraptor y los rayos inquietantes del Raichu de Lector. El Conkeldurr que había atacado a Satoshi, ahora se entretenía con los chorros de agua que mi Prinplup le lanzaba, y con los arañazos ágiles que el Glameow de Zoey le propinaba. El Accelgor estaba ocupado con los poderes psíquicos del Alakazam de Kenny, y el Skoriupi del beta de cabellos verdes.

Un proyectil se alzó ente la nube de polvo, hacia el cielo despejado de la noche. Era Mirto, pero ahora tenía un aura diferente. Ésta ya no tenía un tono rojizo, sino que ahora era más clara y adquiría un tono anaranjado. Sabía que había activado la segunda fase.

Y pronto, un puño hacia la nada fue suficiente para destrozar un gran área del pueblo. Un simple puño hacia el aire, hacia donde no había ni siquiera algún objeto al cual pegar. Ese puño, desprendió un aura anaranjada que fue como proyectil hacia mí. El golpe de aura se estrelló contra el suelo terroso, pero ocasionó una explosión que nos rodeó a la mayoría de nosotros.

Mi vida bajó un 30% pero eso no era lo importante. Quería ver si los demás estaban bien. Afortunadamente, cuando me reincorporé y mi vista me dejó ver a todos los miembros, seguían con vida.

— Tendremos que hacerlo, gremio —mencioné, mientras me tocaba el hombro. Había sido lastimado después de aquel brutal golpe—. Usen todo el poder que tienen.

— Pero… —intervino Zoey.

— Sé que faltan Candice y Paul, pero no puedo permitir esto.

— Bien…

Y súbitamente, el aura de Lector se transformó de una amarillenta a una verdosa. Barry hizo lo mismo con su aura azul, a una púrpura. Kenny se sentó en el suelo y cerró los ojos mientras meditaba y se intensificó más su aura azul. Zoey se llevó dos dedos de ambas manos a su cabeza y cerró los ojos con concentración, y Alecrán comenzó a correr por los pasillos, dejando rastros de magia por el camino. Y entonces, todos comenzaron a esforzarse en sus ataques.

En ese momento, Mirto dejó de dibujar su sonrisa fastidiosa. Su mirada siniestra cambió por unas pupilas dilatadas que se perdieron entre el espacio. Sabía que era obra de Zoey y su magia de ilusión. Sabía, que ahora Mirto se encontraba en otro lugar que no era este.

— ¡Ahora! —mencioné. Saqué una flecha, y la tensé para que le atinara a la cabeza de un Miro que iba cayendo por el aire prácticamente inconsciente. Mi flecha calculó el momento exacto, la intensidad del viento, e iba justo en una de sus pupilas.

Sin embargo, esta vez el Braviary de Mirto intervino, y ágilmente interceptó la flecha con un ala de acero.

— ¡Déjamelo a mí! —mencionó Alecrán, que seguía corriendo por los senderos estrechos del pueblo. Llamó con un silbido a su Pokemon y ambos fueron hacia un ave Pokemon que trataba de defender a su amo. El Pokemon se alzó por los aires, y el chico lo imitó. De un momento a otro, el miembro de mi gremio dejó de ser una persona, para pasar a ser un Pokemon volador insecto: Un Yanmega. El Skorupi se situó en el lomo del Yanmega, y junto con el Staraptor que había estado luchando con el Braviary, fueron hacia el Pokemon. Una cantidad de ataques se hicieron presentes en el aire. El cántico de las alas revoloteando era una música ensordecedora, y los gritos del Braviary me indicaban que estaba en problemas.

No obstante, un destello brilloso sonó por el lugar. El Glameow de Zoey había muerto, y sólo quedaba mi Prinplup contra un Pokemon voluminoso y fuerte.

— ¡Barry, Lectro! — mi llamado indicó que debían de intervenir a toda costa par amatar a ese Pokemon.

Ambos luchadores comenzaron a lanzar puños al aire y de ellos desprendían pequeñas cantidades de aura que iban hacia el Pokemon, aunque no tan grandes como el que había hecho Mirto hace poco. Sin embargo, aquello era un martirio para el Pokemon, a pesar de que trataba de resistir los golpes.

Y entonces, era mi oportunidad para ir hacia el Accelgor que aún batallaba con Alakazam y con el Raichu que había intervenido en la batalla. El Pokemon súbitamente hizo un doble equipo, pero en ese momento, saqué tres flechas de mi carcaj, cerré los ojos, inhalé y exhalé. Las tres flechas se lanzaron tan rápido una por una, que pareció como si las hubiese lanzado al mismo tiempo. El Doble equipo del Pokemon se desintegró, y sólo quedó el original. Raichu aprovechó esto, y con una gran cola de hierro, más un Piscorrayo del Alakazam, el Pokemon desapareció entre su brillo peculiar.

Antes de que me diera cuenta, un revoloteó sonó en el aire, y el grito del Braviary se esfumó entre su desaparición. Alecrán había ganado. Después de todo, no por nada era un beta.

Y como si la suerte nos alegrara, Lectro y Barry, con varios puños lanzados en el aire, inundaron de un aura verde y morada al Pokemon que no tuvo nada más que hacer que morir.

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Zoey gritó de dolor. Ella se retorció en el suelo, sin nada a su alrededor o algo que la lastimase. Sus gritos eran un espanto para todos, y me acerqué hacia ella. Su vida comenzó a bajar más y más. 50%, 40%, 30%, 20%... 5%.

— ¡ZOEY! ¡Kenny, haz algo!

— ¡Hago lo que puedo, pero sabes muy bien que mi especialidad no es curar la vida, sino la magia, Hikari!

Y antes de que su vida terminara, una explosión ocurrió justo donde Mirto había caído hace rato inconsciente. Una gran explosión que abrasó todo a su paso. La rueda de la fortuna y la mayor parte de las atracciones que habían estado en la feria se vieron calcinadas por la explosión que ocurrió. Todos los que nos encontrábamos alrededor rodamos por el suelo debido a la onda que provocó la explosión. Traté de cubrir a Zoey, para que su vida no se bajara al momento del choque con algo. Cuando me reincorporé, noté que la chica estaba jadeando, sudando y con la vida muy baja.

— Kenny, encárgate de ella —le mencioné y la coloqué en sus brazos.

Sabía que Mirto había vencido la batalla mental contra Zoey. Sabía que se había liberado de su magia de iluminación, pero ¿tan fuerte era como para poder bajar su vida desde lo sueños?

Quise avanzar para ver lo que había ocurrido, pero algo me detuvo. Un par de siluetas se alejaron del humo cual flechas. Las siluetas iban de par en par, de techo en techo, de árbol en árbol, de lugar en lugar. Ni siquiera podía ver qué rayos era, pero no necesitaba ver con claridad para saber que era la lucha de un par de betas.

Eran como destellos. Uno eléctrico, y uno anaranjado, que hacían movimientos tan ágiles, tan difíciles de seguir con el ojo humano, que por un momento pensé que aquellos tipos no eran humanos; aunque después de todo, esto era un juego de realidad virtual.

Y unos segundos después, aquellos destellos comenzaron a alejarse del pueblo, yendo hacia las afueras.

— ¡Síganlos! —les grité a todos.

Comenzamos a esquivar tanto escombros como casas semidestruidas. Las luces carmesí y las hojas calcinadas ya no daban aquel aspecto carmesí característico, sino que el fuego que se alzaba por el lugar era el responsable. Pronto, todos excepto Kenny y Zoey comenzamos a estar a la par de las siluetas que se movían. Éstas se adentrar al bosque carmesí, iluminando el camino con cada choque de puño y espada que daban. Iban de tronco en tronco, de rama en rama, de arbusto en arbusto, luchando interminablemente para demostrar quién iba a perder y quién a ganar.

Tenía la certeza de que nunca iban a parar e iba a seguir así la batalla durante un buen rato, pero de un instante a otro, ambos se distanciaron uno del otro. Uno estaba jadeando, con la espada de apoyo y noté que ahora traía su atuendo común: su capa blanquecina, rasgada y dañada que relucía entre la oscuridad carmesí del bosque. El otro, jadeaba aún más, a pesar de ser un tipo de grandes proporciones. Después de todo, tenía un aura anaranjada, por lo que sabía que su resistencia no era su fuerte.

Corrimos hacia su posición, pero nadie atacó. Todo estaba en un silencio tan sepulcral y misterioso, que nadie se movió de su sitio.

— Me decepcionas, Destello Eléctrico — Mirto nos volteó a ver, para después refunfuñar—. Pensé que eras más fuerte.

— De nada servirá matarnos el uno al otro —dijo esta vez Ash, que jadeaba sin cesar.

— Eso lo sé. ¿Entonces… por qué quieres matarme? —el joven azabache se quedó callado ante la pregunta—. No respondas. Sé que la respuesta la tienes dentro de ti. ¡JÁ! Es la ira la que te hace actuar de esta manera. Dime… ¿no se siente bien?

— ¿Quién es el jefe del gremio Rocket? —respondió el chico. ¿Gremio Rocket? Así que Citron estaba en lo correcto, después de todo. Él sabía que Ash estaba metido en algo…

— ¿Para qué quieres saberlo? Sé que no te unirás después de todo. El jefe se pondrá furioso cuando le dé la noticia. ¿Sabes qué sucederá después? Sí… ¡JÁ! Te buscaré al día siguiente, y buscaré a todos los que estén cerca de ti. Buscaré a esa chica —y cuando me señaló, me coloqué en posición de batalla, pero él no hizo nada más que apuntarme con el dedo índice— Buscaré a todos, y los mataré. Pero no será eso lo único que merecerás…

— Déjalo en paz —intervine. Los Pokemon de todos estaban a nuestro alrededor. Esperando algún movimiento extraño del enemigo, que se encontraba ahora solo.

— Y ni siquiera he mostrado mi verdadero poder, inútil —me ignoró y siguió hablando— Ni siquiera tú eres competencia para mí. Sólo alguien me ha dado competencia, y dudo que haya muerto aun. Sin embargo, sufrirás las consecuencias, Ash Ketchum. Ni el haber sido amenazado te ha servido para que obedezcas.

— ¿Por qué lo hiciste? —Ash dejó de respirar agitadamente. Su mirada estaba puesta ante la bestia misteriosa, que seguía esbozando una sonrisa placentera—. A mí me amenazaron en entrar al Gremio Rocket, pero…¿por qué lo hiciste? ¿Por qué te uniste a ellos?

— Niño estúpido ¡JÁ! —Bufó—. No entenderías aun así te lo explicara. Nadie lo entendería.

—Mirto… —el chico tiró su espada, y pronto, supe que iba a ser algo estúpido—. Escucha… Sé que te uniste por algo o alguien. Sé que él te ha estado prometiendo cosas que deseas, pero te aseguro… te aseguro que nunca te las dará. Él se saldrá con la suya.

— No es así —dijo inmediatamente—. No. Él me dará lo que quiero. Él lo hará.

— ¿Y qué es lo que quieres?

— Eso no te incumbe, mocoso. A nadie le incumbe; sólo a mí. ¡JÁ! Él prometerá lo que acordamos. Lo hará ¡LO HARÁ!

Y de pronto, un aura café salió de su puño. Un aura de color marrón, que instintivamente me dijo que había activado la última y más poderosa fase que un luchador tenía. Ahora, Mirto estaba mostrando su verdadero poder. Las hojas carmesí revolotearon como la arena en una tormenta, y el haz de calor y luz roja que emanaba del pueblo incendiado no era más brillante que el puño derecho de color madera que estaba cubriendo la piel de Mirto. Pronto, un viento más fuerte que un devastador tornado nos rodeó a todos, y cuando tratamos de reaccionar, el pelirrojo había lanzado su puño de aura hacia Ash, que reaccionó tarde y se llevó consigo el golpe aural.

Una onda café se expandió por el lugar, y tiró a su alrededor varios árboles. Inclusive, nos bajó la vida un 10%, dejándonos casi inestables. Las hojas carmesí que reposaban sobre el lodo húmedo, se calcinaron al instante, y cualquier Pokemon salvaje que habitaba el lugar seguramente habría muerto en el acto. Noté que mi cabeza dio vueltas por un momento, y en un principio, no supe en dónde me encontraba ni que estaba haciendo. Cuando traté de reincorporarme y mi mente comenzó a volver a sus sentidos, vi que la gran onda había dejado desnudo a la espesura que había hecho contacto con ella. Sentí un gran dolor en la cabeza, pero no era nada más que un golpe colateral que me llevé al estrellarme contra un tronco. Mi Prinplup también recobró la consciencia, y fue hacia mí para auxiliarme. Los demás miembros de mi gremio, conforme pasaban los minutos, iban levantándose con heridas en su cuerpo. Afortunadamente, ningún miembro había muerto y tampoco ninguno de nuestros Pokemon, pero vaya que el ataque nos había dejado críticos a todos. Noté a Barry con un 10% restante, a Lectro, con un 13%, o inclusive a Alecrán, que había vuelto a su forma humana debido al golpe y estaba sujeto a un 25% de su vida; por supuesto que él había estado con el mayor porcentaje, ya que era un beta.

No obstante, me llevé una sorpresa al darme cuenta que en el centro del campo, el lugar estaba más dañado y hundido de lo normal. Un gran agujero se formó, por lo que no pude ver qué estaba en realidad justo ahí. Pero cuando me acerqué con trabajo, el suelo estaba desprendiendo pequeñas chispas crepitantes de un fuego mínimo que había sido originado por el gran poder del beta luchador. Algunas chispas surgían y se perdían entre el cielo, y otras simplemente se quedaban ahí, fortaleciéndose con el yermo agrietado del suelo.

Y justo ahí, Mirto estaba sujetando a un Ash inconsciente. Sorpresivamente, la vida del chico estaba en un 3%. Suficiente como para terminarlo con un golpe. Su capa blanquecina, que ahora era una capa de suciedad, estaba rasgada y prendiendo fuego en una de sus puntas. Mirto estaba tan ileso como al principio, y en la otra mano, sujetaba con fuerza el collar de pokébolas que tenía, que de un momento a otro, se lo colocó en el cuello nuevamente sin algún problema. Y entonces, cuando tuvo la mano libre, su puño nuevamente se iluminó de un aura marrón que comenzó a hacer temblar el suelo. Sabía que aquel aura, era muy poco común y sólo aquel tipo la tenía entre muchos. Sólo él, era capaz de causar un terremoto con tan sólo el tocar de su puño con algún objeto. Sabía que aquel tipo, uno de los diez betas más fuertes de PBO, como Citron me había mencionado, era uno de los luchadores más fuertes de PBO. Sabía que Ash iba a morir si alguien no intervenía.

Levantó a Ash sujetándolo de la capa, y su puño fue directo a él.

Sabía que alguien debía de intervenir, para que no muriese. Sé que era un beta y ellos no morían. Lo sabía muy bien. Sin embargo, no sé si después de esto él no volvía a aparecer, o no sabía que el cambio súbito de la virtualidad a la realidad lo afectaría. No sabía qué daños colaterales sufriría tanto la mente como el cuerpo al hacer un cambio tan radical. Pero al menos, Ash no moriría al instante. Al menos, no moriría como algún otro jugador normal.

Pero me sentía mal. Mi mente me decía que debía intervenir, para que Ash no muriese. Necesitaba a Ash. Lo he estado buscando durante varios días, y justo el día que lo encuentro, justo lo iba a perder. ¿Qué pasaba si no se aparecía de nuevo por el juego? ¿Qué diría Citron? ¿Qué diría la UEO? ¿Qué imagen reflejaría yo, una novata que ha estado lidiando con la valentía y con la fuerza durante mucho tiempo? ¿Qué diría la UEO si los decepcionaba? No… Debía de hacer algo. Tenía que hacerlo. ¡NO!

El estruendo sonó. Nuevamente, una onda se expandió por el bosque, y dejó peor el lugar. Noté a Barry, Lectro y Alecrán gritar a mis espaldas, alertando que tenía que alejarme del lugar, pero era demasiado tarde. Si la onda me tocaba de nuevo, esta vez moriría. Su poder era tal, que no lo soportaría. Tanto tiempo esforzándome, para morir de esta manera…

Y en eso, sentí que alguien me sujetaba. Por poco y la onda estaba a punto de abrazarme con su devastador poder, pero alguien me había sujetado y a una velocidad impresionante me había depositado bruscamente en el suelo. Por un momento no supe lo que había pasado, pero cuando me volví en sí, vi a Candice, con una armadura que brillaba más que la misma luna, y una espada de de metal envuelta en un aura de hielo, que se sentía extraña al lado de las grandes temperaturas que la onda había ocasionado. La chica estaba seria, y me miró preocupada. Traté de nombrarla, pero ella me respondió volteando hacia el frente. La imité, y ahí vi lo que estaba pasando realmente.

La onda no había sido ocasionada por Mirto, sino por alguien que había salvado a un Ash inconsciente. Aquel tipo estaba inmóvil, a metros de un Mirto que estaba tirado en el suelo y adolorido por el golpe que recibió en el rostro. El tipo estaba envuelto en una capa oscura, pero cuando él mismo la arrojó al suelo ardiente, dejó ver que el tipo llevaba un chaleco de cuero con las mangas descubiertas, unos pantalones holgados de un tono púrpura, y unas botas ligeras que le permitían moverse con suma libertad. Los brazos desnudos hacían notar su corpulencia y fuerza, y el aura que emanaba de su puño arropado de un guante de cuero, era de un celeste único. Aquel tipo, sin duda había activado la tercera fase de luchador, una de las fases más extrañas y poderosas en un jugador. Y sin duda, debía de hacerlo ante Mirto, que no era cualquier cosa.

El tipo se le quedó mirando a Mirto, que esta vez, no tenía una sonrisa misteriosa en su semblante. Ambos batallaron arduamente en un duelo de miradas durante varios segundos. Ash permanecía en el suelo, y el beta enemigo no se atrevía a acerarse a él o al interviniente. No se atrevió a nada más que a sacar un cristal de teletrasponrtación y huir de la escena. El viento fue testigo de cómo Mirto desapareció, dejando al tipo con las ganas de luchar. Beta contra beta.

— Hikari —dijo el tipo con un serio semblante, como de costumbre—. Lamento no haber venido al Festival. No pensé que tendrías razón.

Me quedé callada por un momento. Aún estaba débil e impactada por lo que sucedió.

— Nos hubieras servido de gran ayuda —le dije— Aunque, de todas maneras, gracias por venir.

— ¡Sí, te tardaste mucho tiempo, ¿eh?! —dijo Barry—. Ni siquiera Alecrán podía detener a ese sujeto.

— ¡Oye! —Alecrán se molestó.

— Tiene razón —terció Lectro, que dejó de brillar en su aura verdosa.

El tipo no respondió. Se quedó mirando hacia un Ash inconsciente, pero aún con vida. Ese 3% podría ser mortal a estas alturas del partido, por lo que le indiqué a Candice que fuese hacia su posición.

— Ese tipo… —dijo el tipo, aún pensativo, volteando a ver hacia el viento cálido del lugar.

— Sí. Es el que estábamos buscando. ¿Me habías mencionado que has batallado con él, no es así?

— No… —negó el chico—. Digo, me refiero a Mirto…

— Oh —también estaba impresionada.

— Ese tipo… tiene algo que no me gusta.

— ¿Qué? ¿Su poder?

— No —susurró—. Su actitud.

— No eres el único que comenzó a odiar eso —finalicé mientras me acercaba a Ash y ayudaba a Candice para llevarlo de vuelta al gremio— No eres el único, Paul.


Sé que hay varias dudas. Hay cosas que Dawn se explicó a sí misma que no entenderán, como Citron, UEO, el pasado de Mirto, etc, las fases de un luchador, el aura, los golpes de aura (que eso no lo he explicado y no se había visto) y muchas cosas más, pero saben de antemano que está de más decir que pronto explicaré lo que le sucedió a Dawn en el juego mientras contaba la hisotira de Ash y Serena. Si piensan que se han explicado la mayoría de cosas del mundo de PBO, están equivocados! xD

Bueno, el martes sí podré actualizar. Y después de despedirme tendré que desvelarme toda la noche D: Mi examen de la universidad es mañana. Deséenme suerte T.T Es súper difícil entrar... Bueno, espero que escribiendo fics en vez de estudiar me haya servido de algo jajajaja ok no. En serio, necesito suerte T.T Bueno, nos leemos!


Próximo capítulo: Reputación Inesperada