Hola, lectores. ¿Cómo están? Bueno, vengo con el siguiente capítulo. Algo tarde en la hora de mi país xD, pero ya es algo normal. Prometo subirlo más temprano los viernes, para que tengan tiempo de leer. Aunque en España u otro lado del mundo no creo que haya inconveniente LOL Bueno, resolveré dudas y/o responderé comentarios C:

Poker Knight: No, la espada de Serena es de segunda generación, ya que es un metal con fuego C: Por cierto, gracias por ver mi error en el capítulo anterior. Confundí a Shigeru con Satoshi, aunque no entendí qué tiene que ver Alecrán con todo esto xD PD: Las tostadas son buenas jaja :p

ash trasher666: Gracias viejo. Entonces así serán los capítulos de ahora en adelante, prometo explicar más. Ash puede que tome otra personalidad... ya se verá con el tiempo.

Larekin1: Oh, ya entendí xD Tranquilo, Kenny no morirá... o tal vez. Quién sabe. Y Ash no aparecerá durante un par de capítulos más, así que tienes suerte.

Kuroi: Gracias! C: A mi también me gustaría que existiera este juego, pero sólo puedo conformarme con escribir el fic T.T

Cata-chan1: Pronto aparecerán Megas C: Y ojalá acepte Game Freak mi fic jaja, sería un sueño cumplido T.T

Asurax1: Me alegra oír eso. Ahora por eso te haré tener más dudas e.e Soy malo...

Ryd3r: Gracias viejo. Espero hayas disfrutado tu limonada :D Acá hace entre frío y calor, depende de cómo esté el clima jaja. Malditos cambios bipolares T.T

Bien, sin más os dejo... Disfruten.


Capítulo 44

Reclutamiento


Entonces, me di cuenta de ello. Una silueta estaba siguiéndome. Pronto, la calle oscura y solitaria dejó de producir el sosiego al cual estaba acostumbrado. Paré en mi camino, en medio del hedor de la estrecha calle, llena de basura, oscuridad y demás cosas que no pude percibir al instante. Mis ojos se acostumbraron a la noche, pero no a la silueta que estaba a unos metros de distancia de mí. La silueta me imitó, y ambos nos observamos durante un buen rato. Era cuestión de tiempo par que alguno rompiera el hielo, y cuando quise decir algo, él leyó mis pensamientos y se adelantó.

— Sé que te diste cuenta de que te seguía desde hace mucho tiempo.

Sonreí en medio de la oscuridad, aunque no supe si la sonrisa pudo verse desde el otro lado en el que estaba. Los muros de las casas a mi alrededor hacían todo más oscuro.

— ¿Qué quieres? —fui directo al grano.

— Nada en específico —su voz era cautelosa. Parece que quería pensar cuidadosamente en lo que quería decirme— Puede que lo sepas… o puede que no.

— Depende.

— ¿En qué?

— Si vienes a lo que creo que vienes, puedes largarte de inmediato. Si vienes para alguna otra cosa, debo decir que sería una sorpresa, aunque lo dudo mucho.

— Lamento ser una decepción. No creo que sea por alguna otra cosa.

— Entonces vete.

El chico rió. Su risa era una de aquellas tan llenas de amargura y credibilidad, que por un momento quise golpearlo.

— Sabes que eso no ocurrirá. Necesito que me acompañes.

— No hará falta. No me convencerás.

— Oh, qué mal —susurró la silueta, y se quitó la capucha esmeralda que brilló por un momento a través de este gran oscuro abismo— No quiero luchar contigo. No quiero hacer esto por las malas.

— Yo tampoco —mencioné.

— Bien… entonces... —el sonido de una espada esmeralda desenvainándose terminó con aquel misterioso sonido que el viento provocaba—… tendré que obligarte a que lo hagas.


Mis pasos invadían y resonaban el gran camino que tenía por delante. Una gran alfombra de terciopelo se extendía por la zona, y varios adornos se encontraban a mi lado para no dejar tan vació el lugar. Los muros de piedra se alzaban impenetrables ante una chica como yo que había comenzado humildemente como una novata débil. Ahora, no podía decir lo mismo, pero tampoco me consideraba la más fuerte. Y jamás lo sería; por eso debía de entrenar con cada día que pasaba.

Mi capa índigo arrastraba lo que dejaba detrás, mientras mi armadura ligera constituida por un acero inoxidable que desprendía destellos azules, una cota de malla que invadía mis caderas y mis brazos, y unos guantes de cuero que hacían juego con mis botas eran los atuendos que llevaba ese día. Mi arco, se mantenía sobre mi espalda, lista para cualquier emergencia, aunque dudo mucho que hoy pase algo sorpresivo.

Mis pasos sonaban tan solitarios, que por un momento pensé que era la única ahí, aunque no era así. Dentro de aquella edificación había muchos más. Más gente de la que creía haber reunido durante todo este tiempo, y lo más importante… los miembros más poderosos de mi gremio.

Recuerdo el día cuando finalmente pude encontrar a alguien que me acompañara en mi búsqueda. Sinceramente no fue sencillo, ya que mucha gente se quería unir al gremio que no tenía planeado formar al principio.

Recuerdo que me encontraba en Isla Canela, donde había más gente de la que creía haber pensado. Cuando finalmente mi entrenamiento había llegado a su fin, Citron se despidió junto con la UEO y dejaron su temporal refugio, que era el faro de la isla desierta. A partir de ahí, sabía que no volvería a verlos a menos de que les entregara a Ash. Sé que era muy importante esa misión, pero más era para mí el encontrar a gente poderosa que me ayude con esa misión y con las siguientes que se avecinaban. Necesitaba amistades, camaradas, miembros para el gremio que estaba a punto de formar… pero debía de elegir sabiamente. Estuve un par de días deambulando por aquí y por allá, pero simplemente no podía toparme con alguien quien realmente se viera poderoso. Después de haberlo pensado por un momento, sabía que nadie era poderoso en un principio, por lo que descartaría el hecho de ver la fuerza de los novatos a mi alrededor, y en lugar de eso, debía de ver más allá… Más de lo que en realidad su fuerza les dejaba mostrar. Debía de dejar de mirar con los ojos, y comenzar a ver más allá… Debía de hacerles una pregunta que respondieran acertadamente; que su respuesta fuese nada más y nada menos la clave de ver si era un sujeto realmente poderoso.

Los novatos me seguían a todas partes, atacándome con preguntas que comenzaban a hartarme más de lo normal. "¿Cuándo formarás el gremio? o ¿Puedo ser parte de tu gremio, Novata Índigo?". Sinceramente, no sabía qué responder ante los novatos, ya que en un principio, no supe cómo diantres se habían enterado de que yo estaba a punto de formar a un gremio y estaba reclutando a gente. Supongo que los rumores estos días se expanden de manera increíble. Bueno, menos mal que sucede esto… así aprovecharé la oportunidad para realizarles la pregunta a todos.

Me paré en una carreta que transportaba coles frescas. El dueño del transporte estaba a punto de reclamarme, pero yo era más rápida, y comencé a llamar la atención de todos los novatos que ya se habían dado cuenta de mi presencia. De un momento a otro, una gran multitud se me acercó, y comenzaron a vitorear mi apodo de una manera desorganizada. Pronto, las preguntas que ya eran una alucinación para mí se hicieron presentes, pero los hice callar con lo que mencioné.

— Escuchen todos. Sé que hay rumores de que yo estoy a punto de formar un gremio. Sinceramente, estoy buscando miembros, no puedo negarlo —cuando terminó esto, varios susurros alegres se hicieron presentes— Pero saben de antemano que si quiero tener a un gremio fuerte, no cualquiera puede unirse. Estoy buscando a personas fuertes, valientes y que estén dispuestos a dejarlo todo en las batallas. No… no haré algún torneo o algo parecido en especial. Esta vez, yo seré la que busque por todos los rincones de PBO para elegir a mis camaradas.

Y súbitamente, los novatos comenzaron a discutir entre sí para ver quién era más digno de que lo eligiera. El caos estaba a punto de desatarse por Isla Canela, pero lancé la pregunta clave al aire sabiamente, para callar a todos al mismo tiempo.

— Pero hay algo más… Una pregunta. Les haré una pregunta que deben responder, y el que llegue a acertar, sin duda será parte de mi equipo —esto hizo callar a todos, y después de unos segundos, proseguí—. ¿Qué es lo que hace a un novato más fuerte?

Y entonces, el ataque de respuestas se hizo presente. Muchos comenzaron a gritar que la fortaleza era la virtud, o el entrenamiento. La valentía, sabiduría, honestidad, responsabilidad y demás virtudes que sin duda eran indispensables para volverse más fuerte comenzaron a ser mencionadas por todos.

No obstante, esa no era la respuesta que buscaba.

Después de unos minutos largos en donde no sirvió de nada el hacer la pregunta, les mencioné a la multitud que lo pensaran, ya que nadie había acertado realmente. Me bajé de la carreta y seguí mi camino. Varios novatos siguieron respondiéndome desesperados, pero a final de cuentas tuve que teletransportarme a otro lugar, para no ser sofocada por las personas que trataban de amontonarse a mi alrededor.

Pasaron varios días más, y todavía no podía lograr el encontrar a una sola persona que pudiese responder la pregunta. En mi búsqueda pude ver a varios jugadores poderosos que luchaban contra Pokemon salvajes, y cuando me acercaba ilusionada para hacerles la pregunta, me iba decepcionada.

La Isla Canela estaba constituida por varias pequeñas islas a su alrededor, que parecían más bien péqueñas proporciones de tierra que estaban dispersas aleatoriamente sobre el océano. En una de ellas. El archipiélago era confuso, debido al centenar de las islas que se extendían sobre el océano. Es por eso que la mazmorra del tercer nivel aun no podía descubrirse, debido a la complejidad y confusión de las pequeñísimas islas que se surtían alrededor de la Isla Canela. Sin embargo, mientras deambulaba de nuevo en uno de aquellos días sobre el puerto de Isla Canela, noté que había una docena de jugadores entrenando en alguna que otra isla pequeña. Con la ayuda de unas monedas y mi amabilidad, un pesquero pudo transportarme alrededor de las islas, para poder apreciar la batalla entre los Pokemon salvajes y los jugadores. Entre cada partida y cada llegada de una isla a otra, había cinco minutos de diferencia y varios metros, pero ningún jugador que cumpliera con mis expectativas. Pronto, el sol se puso entre lo más alto del cielo, y sabía que si no me apresuraba, iba a perder otro día más.

Repentinamente, mientras charlaba con el pesquero, una gran explosión ocurrió en una isla cercana a nosotros, y sin duda fui de curiosa para ver lo que sucedía. Y a simple vista, pude notar a dos sujetos que se encontraban a orillas de la playa, luchando con sus respectivos Pokemon. Lo que me llamó la atención fue el siguiente movimiento de la jugadora, que junto con su Glameow, mató a su Pokemon de un instante a otro. Sin embargo, su enemigo jugador yació sobre la arena, y comenzó a revolcarse, suplicando piedad. Al principio era algo confuso para mí, pero cuando noté que la ganadora había terminado con el rival, y le había dejado su vida en un 20% para que no lo matase en realidad, supe que se trataba de una magia avanzada.

Miré a su verdadero nivel, que databa de un 24. Y sin embargo, ella ya podía hacer magia de ilusión. Puede que no la mejor y aun no pueda elegir su magia específica, pero sabía que si entrenaba a diario, mejoraría sin duda. Ahora, sólo hacía falta hacer la pregunta clave… Aquí venía el momento.

— Hola —cuando me bajé del bote pesquero y caminé hacia ella, la chica se sorprendió.

— ¡Oh, la Novata Índigo! —La chica se encaminó muy entusiasmada hacia mí— ¿Qué te trae por aquí?

El jugador al que había vencido se fue aun algo anonadado por lo que pasó, y la jugadora pelirroja sonrió triunfante.

— Lamento que hayas visto mi batalla. No planeaba matarlo, si es lo que pensabas. Él decidió luchar contra mí, y el que llegara al 20% de vida, perdía.

— Pero no te bajó nada —aclaré.

— Cierto —sonrió entre dientes.

— Impresionante.

— ¡Oh, no es nada! —comentó humildemente, pero yo seguía seria, y en ese momento, fui directo al grano.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Zoey. Es un gusto, Hikari. No necesitas presentarte. Casi todos los novatos te conocen por lo que hiciste.

— Gracias… De hecho, justo ahora estoy reclutando gente para formar mi gremio.

— ¡Oh, enserio! Suerte con eso.

— Gracias… pero…

— ¿Qué sucede?

— Quisiera hacerte una pregunta —la chica se impresionó, y se entusiasmó—… ¿Qué… qué es lo que hace a un novato más fuerte?

La joven se calló al instante, y cuando lo pensó por un momento, sin duda lo dijo. Dijo lo que yo había estado buscando durante mucho tiempo. Dijo lo que había deseado de algún novato que mencionara, y ella… ella lo había hecho.

— Oh, es sencillo. El aura.

En efecto. Citron me lo había enseñado. El aura te hacía más fuerte, pero nadie de los novatos débiles podía saberlo. Nadie débil se daba cuenta de que el aura que había en tu interior era el responsable de incrementar tu fuerza. Es cierto… la velocidad, agilidad, fuerza, valentía, sabiduría y demás te hacen fuertes, pero yo había querido una respuesta técnica todo este tiempo; una respuesta que me indicara que un novato sabía las técnicas avanzadas de PBO, sin que yo se lo enseñara, y justo Zoey lo había dicho.

— ¡Correcto! —Mencioné— Aunque… ¿cómo lo sabes?

— Yo lo descubrí. Sabía que había algo más oculto entre PBO, y pude descubrir el poder del aura, y lo que es capaz de hacer con la magia. Es impresionante ¿no lo crees?

— Cierto —asentí—. Sé que es algo apresurado lo que estoy a punto de decirte… pero… aún no tengo ningún miembro en mi futuro gremio. ¿Te gustaría ser la primera?

Y así fue como Zoey se unió en el equipo. Ambas comenzamos a ser más amigas, a adquirir más confianza y a asistir a las reuniones que se hacían para descubrir las mazmorras.

Y después, recuerdo cuando Candice fue la segunda. Habíamos estado batallando contra el Mega-Blastoise, que era el jefe del nivel tres. Ahí, hubo nuevamente varios novatos que murieron, aunque después de unos momentos, teníamos la ventaja sobre el Pokemon, que estaba en sus últimas instancias. La gran sala era un pequeño pozo de océano, en donde el centro era una isla en la que varios de los novatos se encontraban. No había mucho por donde moverse, y el Mega-Blastoise se trasladaba de un lugar a otro por debajo del agua, dificultando nuestras posibilidades de atacarlo. Drew, que era el mago más poderoso de ahí, con su magia elemental movió la tierra e hizo que las olas se agitaras a su paso. El Pokemon salió de entre ahí nuevamente, y muchos arqueros comenzaron con sus ataques. Los espadachines poco podían hacer, y los sanadores se dedicaban a curar a los heridos. Los luchadores se encaminaron hacia el Pokemon para atacarlos. Sin embargo, noté que el Pokemon estaba preparando un ataque. De su gigantesco cañón, una gran hidrobomba iba a ser expulsada, por lo que un ataque bastaría para matar a cualquier novato arriesgado.

— ¡Cuidado! —les avisé. Paul pudo oír esto, y avisó a Drew, que con su magia elemental de aire lanzó un torbellino hacia los luchadores, y estos que habían estado en medio del aire con los puños listos para atacar, se desviaron de su blanco y cayeron al pequeño océano. A pesar de ello, la hidrobomba fue lanzada, e iba directo hacia mí, Zoey y un grupo de novatos que se encontraban a nuestro alrededor. Coloqué una flecha en mi arco, cerré los ojos para concentrarme y traspasar una parte de mi aura a la flecha, pero antes de lanzarla, escuché el crujir de algo que me pareció ser hielo.

La hidrobomba se había roto en pedazos cristalinos de hielo, que al caer a parecían copos de nieve y glaciares a medio derretir. Cuando volteé mi vista para notar quién había sido la culpable de ello, la chica de coletas azabaches y de atuendos de seda ligeros y celestes, estaba con su espada de acero inoxidable, con un aura de hielo rodando los bordes. El frío de la espada me hizo saber que sin duda el arma que poseía entre sus manos era de gran potencial. La novata tenía una espada de segunda generación bastante fuerte, y sin duda supe que la chica respondería a mi pregunta. Poco tiempo después, gracias a Candice, Brock —que me mencionó poco después que le estaba yendo muy bien en su viaje—, Zoey y varios novatos más, así como los beta, el gremio Escama de Dragón, el Esmeralda y uno nuevo que había surgido, el Alma de Piedra, pudimos vencer con dificultades al Pokemon acuático, pero hubo una docena de muertos que sin duda lamenté —aunque sea de mi parte— sus muertes.

Paul nuevamente me miró de una manera extraña y envidiosa. Supe que poco a poco se daba cuenta del poder que adquiría, y eso a él no le gustaba.

Cuando Candice se encaminó hacia el haz de luz en el centro de la pequeña isla, donde las olas en las orillas ahora eran tranquilas y relajantes para mis oídos, llegué hasta su posición y me presenté.

— Sé quién eres —mencionó alegre.

Y cuando le hice la pregunta, la chica sonrió.

— ¿Sabes cómo conseguí esta espada? Bueno… hace poco… formé parte de un gremio que pudo conseguir esta arma con mucho esfuerzo y sacrificio, en una misión oculta del nivel dos. Sé que la espada tiene mucho potencial, y esto es nada comparado a lo que mi arma puede llegar. Debo practicar aun más.

— Oh, así que ya tienes gremio.

— No… no. El gremio de deshizo por diferencias. De hecho, el beta líder decidió abandonar el juego. El muy cobarde nos abandonó. Pronto, varios novatos más decidieron que el nombre del gremio que había fundado ese tal beta no merecía seguir en pie. Decidimos irnos cada quien por caminos separados.

— Ya veo —mencioné— Pero aun no me has respondido la pregunta…

— Oh cierto. El aura es la razón de todo ello. Ese beta me lo enseñó hace mucho, por lo que he estado practicando durante estos días…

Y sin lugar a dudas, la segunda miembro del equipo se había unido. Después de varios días y semanas finalmente habíamos llegado al quinto nivel del juego. Los novatos pronto comenzaron a decirle a mis dos miembros "las guardaespaldas de la novata índigo", y aunque a mí no me agradaba, a ellas les parecía bien. Pronto, ellas también comenzaron a ganar reputación debido a mí, y poco a poco nos comenzamos a volver más fuertes. Sin embargo, aun necesitaba ver a más miembros, a pesar de que habían pasado semanas desde el comienzo de la búsqueda. Los novatos se impacientaban en saber cuándo iba a hacer mi gremio oficial, pero ni siquiera yo podía saber la respuesta.

El quinto nivel, constituido en su mayoría por grandes pinos que medían más de diez metros de alto, acompañados de una neblina densa que inundaba los cielos celestes, era el lugar donde encontraría al tercer miembro. El pueblo central del nivel cinco era Pueblo Hierbabuena, y en su mayoría era una gran llanura, sólo que en los límites de ella comenzaba la espesura densa y nebulosa que inspiraba temor en todos los jugadores. Los Pokemon salvajes poco a poco iban siendo más fuertes, por lo que no era muy seguro para un novato debilucho el deambular sólo por esos rumbos.

Habíamos estado nosotras tres en una reunión para saber la localización de las mazmorras, para conquistar poco a poco las zonas de alrededor y para saber qué había más allá del bosque. Cuando la reunión acabó, Zoey, Candice y yo salimos de la posada que nos había dado el hospedaje para la reunión, y comenzamos a caminar por Pueblo Hierbabuena, que parecía estar más tranquilo que de costumbre. El día se pasó lento, tranquilo y sin novedad alguna, pero yo me sentía tan inútil al estar de esa manera. Debía de buscar algún jugador lo más pronto posible, y de un instante a otro, les mencioné a mis compañeras que debíamos deambular por los límites del pueblo, para ver si no había algún jugador osado por ahí.

Y como si la suerte me hubiese sonreído, cuando caminábamos por los límites, justo antes de cruzar ante la espesura, pude oír un grito. El grito aterrado de un jugador que suplicaba por ayuda. No fue lo que predije, ya que cuando nos adentramos más por los bosques, un Mightyena Shiny se encontraba frente a un jugador que estaba a punto de morir. El Pokemon estaba furioso, y su vida apenas si se había bajado. El jugador suplicaba, pero antes de poder reaccionar, otro jugador se hizo presente. Bastaron unos golpes ágiles de su Pokemon, un Abra, que se teletransportaba de un lugar a otro, confundiendo al Pokemon. El lobo dorado le propinó unas tacleadas cuando predijo el lugar de su telentrasportación, pero el jugador que había intervenido curó a su Pokemon psíquico y fue como si no hubiese pasado nada. Después de unos minutos arduos de batalla, el Abra ganó, y el Pokemon Shiny desapareció entre destellos. La experiencia del sanador subió cinco niveles… Ojalá yo hubiese sido la que matara al Pokemon.

— Tranquilo —el castaño fue hacia el jugador, y un aura celeste los rodeó a ambos. Su vida se recuperó unos minutos más tarde, le agradeció y se alejó de ahí aún asustado. El Abra volvió a la pokébola de su entrenador, y antes de irse, nos notó a las tres que lo veíamos con curiosidad— ¿Qué quieren?

— Hola —fui la primera en hablar— Soy Hikari…

— Sí. Lo sé. La Novata Índigo. Muchos hablan de ti —sonrió—. Muchos dicen que eres débil.

Eso me molestó, y me sonrojé por lo mencionado.

— Es broma —sonrió entre dientes el muchacho—. Sé que eres fuerte. Soy Kenny, por cierto. ¿Qué las trae por aquí?

Sin más rodeos, le mencioné acerca del gremio y la hice la pregunta. Su control del aura, la manera en cómo luchó y cómo curó al jugador herido de un momento a otro, me habían dado por sí mismo la respuesta, a pesar de que Kenny me reafirmó lo que había predicho con su respuesta.

El tercer miembro se hizo presente. Finalmente tenía a los miembros mínimos para poder realizar un gremio, pero aun no era suficiente. Necesitaba a alguien más… necesitaba aunque fuese a dos personas más para poder sentirme confiada. Los novatos comenzaron a impacientarse, y pronto perdí un poco de reputación, pero la paciencia era más fuerte en mí que todo, y sabía que si quería tener un gremio fuerte, debía de ser muy… pero muy paciente.

El nivel siete del juego era principalmente constituido por una zona rocosa. Varias mesetas adornaban un gran desierto que aunque suene algo extraño, no tenía nada de arena. Muchos Pokemon rocosos deambulaban por el ambiente seco, nocturno y misterioso. El sol pocas veces se asomaba por un cielo que la mayoría del tiempo siempre se encontraba en tonos púrpuras como si fuese a anochecer tarde o temprano, sólo que jamás lo iba hacer. En una de las grandes mesetas que se extendía vertical y pronunciadamente por el yermo rocoso, se encontraba Pueblo Caoba, el pueblo principal del nivel. Ahí, varias casas con sus luces encendidas iluminaban escasamente el ambiente. Era un pueblo oscuro, misterioso, pero que a final de cuentas parecía tan quieto y apacible debido a que en el mismo centro del pueblo de encontraba un gran y voluminoso árbol de caoba, que resaltaba verdosamente entre un desierto marrón y oscuro. Y esa era la gran maravilla y misterio de entre este juego. Esa era la razón por la que aun recordaba que esto era algo meramente virtual. Un simple árbol, que sin luz del día, sin agua para refrescarse y milagrosamente floreciendo ahí, no podía ser real. Y sin embargo, a pesar de ser un fenómeno virtual, seguía siendo hermoso.

Permanecí ahí, mirando como muchos otros jugadores, al árbol de caoba, que se mecía con un aire seco y se alzaba entre un suelo estéril. Los otros tres miembros de mi equipo estaban por ahí, en su tiempo libre haciendo cualquier cosa. No les hacía mal el pasar algún momento a solas, y a mí tampoco. Pero súbitamente, el chocar de las hojas con las ramas se fue interrumpido por el leve ruido de un altercado dentro de una taberna. Mi curiosidad, como la de un Glameow, me llevó hacia la taberna que se encontraba escondida entre varias casas, y cuando finalmente entré, había muchos jugadores peleando, arrojándose cerveza por doquier, vasos, mesas, sillas y cualquier objeto que se encontraran. No sabría decir si la pelea se había ocasionado por algún insulto, ofensa, discusión o cualquiera que fuese la razón. Lo que noté en realidad fue el ver a dos sujetos que luchaban sin siquiera darse golpes realmente. Los golpes de ambos eran tan fugaces, pero a la vez esquivaban los del otro a una velocidad tan rápida, que parecía que la pelea iba a ser interminable. Ambos sujetos se separaron de repente; uno, que había estado rodeado de un aura amarillenta, pasó a su segunda fase tornando su color a una verdosa; el otro, que había estado rodeado de una celeste, pasó a un púrpura. Sin duda sabía que aquellos tipos, para que pudiesen activar una segunda fase, eran poderosos después de todo. Ambos se acercaron de nuevo y lucharon entre la multitud de gente ebria del lugar que a veces se interponía en su camino. Y súbitamente, noté que ambos lanzaron un golpe aura que destruyó tanto un extremo de la pared de la taberna como el otro. La gente ni siquiera se dio cuenta de ello, pero yo fui directo hacia ellos, y con un ágil y rápido movimiento en mis piernas, los tiré a ambos al suelo. Cuando me miraron, se sorprendieron.

— Síganme, o los mato en este instante —mi voz sonó tan segura de sí misma, que uno de los dos rubios se intimidó, pero el otro, aún con la ebriedad encima, no me creyó.

Tensé una flecha y la apunté sobre su sien. No fue el acto el que lo intimidó, sino el aura que había sobre la flecha, y sin duda alguna él pudo percibirla. Los llevé a la parte trasera de la taberna, donde el frío de nuevo invadió mis huesos y el olor a rocas secas perforó mi nariz.

— Sé que es algo repentino, pero quisiera hacerles una pregunta a ambos.

— ¿Repentino que la novata Índigo nos amenace? Yo diría que es más algo sorpresivo —dijo uno en voz seria y ebria—. Soy Lectro.

— Yo Barry. Bueno, ve directo al grano. Quiero seguir luchando contra este imbécil —el chico río y poco después lanzó hipos al aire.

Mi pregunta no los sorprendió. Inclusive dijeron con toda naturalidad la respuesta a pesar de estar ebrios. Bueno, a final de cuentas dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. ¿No es así?

Tanto el cuarto como el quinto miembro se hicieron presentes. Y parecía que mi búsqueda finalmente había finalizado… pero súbitamente, antes de que planeara el crear mi gremio, las mazmorras del séptimo nivel se habían descubierto, y sin pasar algunos días para dar más planeación a mi gremio, tuvimos que atacar las mazmorras. Ahora me sentía más segura junto a los cinco compañeros que tenía a mis espaldas. No tenía que pensar en que ellos morirían dentro del cuarto del jefe, ya que eran más poderosos de lo que creía.

Las mazmorras costaron más trabajo del que creí. Apenas si pudimos derrotar a varios Onix, Kabutops, Gigalith e inclusive a voluminosos Rhyperiors que amenazaban en estropear nuestra formación. Sin embargo, la sorpresa me la llevé cuando un gran Aerodactyl fue el jefe del séptimo nivel. La sala era un gran terreno rocoso donde no había paredes ni techo, por lo que el Pokemon podía volar libremente. Pudimos bajarle mucha vida difícilmente; sin embargo, cuando se transformó en su mega evolución, y su apariencia cambió, la sorpresa fue inmensa. El Pokemon fue más veloz, más fuerte y más ágil, y ésta vez hubo varios novatos —al menos unos veinte— que murieron en el intento de atacar. Después de una media hora tratando de esquivar los ataques, Paul fue directo hacia el Pokemon, y lo montó en un intento desesperado de derribarlo. El Pokemon dinosaurio trató de agitarse bruscamente, y lográndolo, el chico beta cayó de una gran altura. No había sido problema para él, pero el único inconveniente es que estaba en el aire, y el Pokemon se había dado cuenta de ello… así que aprovechó la oportunidad para atacarlo con una de sus gigantescas alas. Sin duda, podría ser algo mortal para el beta.

La única desventaja que tenía el Pokemon es que se había concentrado en un solo objetivo.

Era mi momento para atacar.

Mi flecha fue directa hacia su sien. Sólo le quedaba un pequeño porcentaje de vida. No obstante, me impresionó saber que mi flecha, que dio justo en la pupila derecha de su ojo, había desprendido un haz de luz cegador y había bajado el 5% restante de su vida; el Pokemon desapareció entre el cielo. Paul cayó azotado en el suelo, pero por lo menos estaba bien.

Me quedé anonadada.

Había dado el golpe de gracia, y no podía creerlo. La gente comenzó a elevarme entre sus brazos y a vitorear tanto mi nombre como mi apodo. Mis compañeros fueron los que comenzaron todo esto, pero pronto la gente comenzó a seguirme la corriente… Incluso noté a Iris, Drew, o incluso el jefe del gremio Escama de Dragón que estaban alegres por lo que había hecho. Tal vez había sucedido así en jefes anteriores cuando otras personas dieron el golpe de gracia, pero ahora era mi turno de contar que yo había matado al séptimo jefe. Yo era la heroína del séptimo nivel. No… no… todos éramos los héroes. Todos habíamos trabajado en equipo. Todos somos producto de un gran esfuerzo. Pero a pesar de ello, debía mejorar más. Debía entrenar más. Debía volverme más fuerte.

Los minutos pasaron, y los novatos, los betas y demás jugadores comenzaron a desaparecer por el haz de luz que estaba en la habitación del jefe. Los miembros de mi futuro gremio desaparecieron también por ahí, y cuando estuve a punto de hacerlo yo también, noté a Paul ahí, que miraba hacia el cielo de tonos negros, púrpuras y anaranjados.

— Felicidades. Lo has logrado. Has querido todo lo que alguien querría.

Parecía que aquello era más un reclamo que una felicitación.

— Un "gracias" sería suficiente. Te salve la vida.

— Nunca pedí que me la salvaras. Yo podía solo.

— Cierto. Tan solo podías que el Pokemon estuvo a punto de asesinarte.

— ¡Cállate!

Y en un momento inesperado, el chico se arrodilló al suelo. La frialdad la seguía manteniendo, sólo que pude presenciar una batalla interna dentro de él. Su actitud me impresionó, y me acerqué más a él, pero después pensé en lo fastidioso que se comportaba con todos, y me quedé en mi sitio.

— Yo… yo… —las palabras eran mudas, pero pronto se atrevió a decirlo—. Lo siento. He… he estado tan molesto conmigo mismo que te he estado envidiando desde que juntaste a todos esos novatos. Yo… lo siento. Debo aceparlo, Hikari. Eres fuerte; más de lo que creí. Felicidades. Un beta tan estúpido como yo no tiene el merecimiento para estar a tu lado.

Sus palabras me inquietaron y sorprendieron. No por el acto de amabilidad, sino por el cambio tan drástico que había hecho. ¿Por qué se comportaba tan amable de un momento a otro?

— Gracias, Paul. Supongo —mencioné y no quise verme tan fría— Tú también eres fuerte.

Sin decir nada más, me encaminé hacia el haz de luz, pero él me detuvo con su voz.

— Espera —el chico volteó y por primera vez, noté que me miraba fijamente— Oí que estás a punto de hacer tu gremio. ¿No es así? Me gustaría unirme.

— ¿Qué?

— Me gustaría ayudarte. Puedo servir mucho y puedo orientarte. Bueno, como sea. Si no quieres, lo entiendo. Me he estado comportando como un idiota.

— No… yo… —sinceramente, la sorpresa me había paralizado— Yo…

— Está bien. Lo entiendo —el chico se encaminó hacia el haz de luz, pero de un momento a otro, le toqué el hombro.

— De acuerdo —sonreí.

Y así es como he llegado hasta ahora. No sólo gracias a Paul y a los demás miembros hemos podido salir adelante, sino también gracias a mí y a mi fuerza de voluntad. Ahora, tenemos un gran castillo al lado del faro del nivel tres, donde fueron mis inicios en donde comencé mi verdadero entrenamiento. Actualmente había muchos más miembros de los que imaginaba en mi gremio, y los seis principales miembros habían llegado a tener un puesto importante en el gremio Diamante y Perla.

Abrí unas puertas al final del pasillo, y ahí había una gran sala que tenía la vista a un océano imponente y hermoso. La brisa sonaba a través de los cristales, y el sol iluminaba radiantemente la habitación, mientras a un costado se podía apreciar el faro blanquecino que me recordaba a la UEO. El suelo de mármol reflejaba los rayos e iluminaba el rostro de cinco miembros que se encontraban sobre una mesa de caoba pulida. La cabecera de la mesa alargada estaba vacía, sabiendo que mi lugar era ahí. Sin embargo, otro lugar estaba vacío, por lo que me sorprendí.

— ¿Y Barry? —pregunté.

— Lo siento, líder. Él se ha demorado.

— No me digas líder, Zoey. Dime Dawn, o Hikari. Como sea.

— De acuerdo, Hikari —sonrió.

— Ese Barry… —susurré entre mis adentros—. No podemos empezar la reunión sin él.

— Las mazmorras del nivel 17 han sido descubiertas, Hikari —Paul se mantuvo en una serenidad fría— No hay mucho tiempo. Mañana se planeará la formación que se hará para atacar las mazmorras, y nosotros no podemos darnos el lujo de esperar a Barry.

— Cierto —razonó Lectro— Podemos informarle después de lo que planeemos.

— Bueno… ¿y cuál es el plan? —dijo Candice.

— Eso lo veremos después —mencioné avergonzada— Eso lo veremos en la reunión de mañana con los demás gremios.

— ¿Entonces por qué nos llamaste? —cuestionó Kenny.

— De hecho, les tengo una misión muy importante a todos ustedes.

Era el momento. Después de varios meses, finalmente quería mencionarles sobre la verdadera misión que Citron y la UEO me habían encargado. Por un momento, tenía miedo de decirles que buscaba a un jugador desaparecido, pero lo que me daba más temor es el explicarles el por qué. Sin embargo, sabía que me entenderían. Sabía que Citron me entendería… Les debía de explicar a mis miembros la existencia de la UEO y su objetivo, porque eran gente de confiar. Sólo así, ellos me ayudarían en una causa que se veía bastante difícil. Necesitaba a Ash urgentemente, pero estaba desaparecido desde hace mucho. No sé cómo lo íbamos a encontrar.

— Bien… quiero que sepan algo…

Súbitamente, las puertas se abrieron y me interrumpieron.

Era Barry, pero venía muy agitado y sorprendido. Su mirada me indicó que algo malo pasaba, y cuando estaba a punto de preguntar, el chico rubio se adelantó.

— Hay un chico que… —su voz quería avisarme algo, pero entonces, unas voces agitadas se oyeron sobre el pasillo, y unos pasos acelerados comenzaron a acercarse.

Repentinamente, un niño corrió hacia aquí. Tenía el cabello verde, unos pantalones anaranjados rasgados y una camisa negra sin mangas. Lo más sorprendente de todo, es que estaba mal herido, y su vida estaba al 5%. Kenny llegó para atenderlo, pero él se apartó, aun con heridas sobre su rostro.

— ¡Aléjate! ¡No hay tiempo para esto! ¡No me cures! —el chico forcejeó, y le indiqué a Kenny que lo soltara.

— ¿Qué pasa? ¿Cuál es tu nombre?

— Soy Alecrán… ¡Tú…! ¡Tú eres Hikari ¿cierto?!

— Así es —su actitud comenzaba a preocuparme.

— Ayuda… por favor. ¡AYUDA!

— ¡Tranquilízate!

— No… no puedo. ¡NO! ¡Ella viene hacia acá! ¡Quiere matarme! ¡No importa lo que le digas, ella me matará!

— ¿Quién? ¿De qué hablas?

— Ella lo hará. Yo quise huir de su gremio, pero ahora… ahora ella me asesinará. Viene justo hacia acá. Lo siento, pero no se me ocurrió otra cosa. Por favor, ayúdame. ¡Ella viene hacia acá! Cintia me matará…


Bueno, aquí ya se ve con más detalle cómo Dawn con cada día que pasa se va volviendo más fuerte y además cómo consiguió el realizar su gremio. Sé que es algo sorpresivo que Paul se haya unido así como así (será que le comenzó a gustar Dawn?), y sé que tienen dudas acerca de Alecran lo que pasó. También al principio del capítulo hubo una escena misteriosa. Dudas... dudas por doquier. Lo lamento. Bueno, que tengan un buen fin de semana, y cualquier duda o comentario, son bien recibidos n_n ¡Nos leemos!

Próximo capítulo: Protección y desconfianza