Buenas, lectores. Es viernes y eso significa capítulo nuevo. Como es costumbre, responderé los reviews :)
ash trasher666: Jaja, tal vez Gold le diga sempai algún día :P
Larekin1: Bueno, no sé qué decir. Tal vez estés en lo correcto o no.
Poker Knight: Yo tambien pienso que Alecrán es bueno :P aunque puede que no lo sea. Jajaja o sí. O no.
Cata-chan1: Pues este capítulo es emocionante. Tal vez escribas mucha porque puede que te agrade (?) :P
Kuroi: Eso lo tendrás que averiguar xD Aunque sólo dire que probablemente aparezca Leon, pero no por ahora.
MegaNik: Aparecerá en este capítulo.
Asurax1: Confesiones fuertes :O Espero estés en lo correcto.
baraka108: Acá entre nos también me da mala espina ese tipo ¬¬ pero tal vez sea bueno a final de cuentas y sólo sean especulaciones mías.
Ryd3r: Lamento decepcionarte con tus preguntas que no responderé u.u Pero me agrada que haya dudas tormentosas en tu cabeza; me hace sentir malo :)
De acuerdo, espero disfruten el capítulo. No hay mucho que decir ésta vez, el capítulo hablará por si solo.
EDIT: ¡Rayos! Se me olvido colocar la música épica D= ¡Qué idiota! Bueno, para los que aún no han leído el capítulo, pongan esto en Youtube: Greatest Battle Music Of All Time: Giant Stronghold Takeoff. Bueno, ya saben que cuando se los indique, la reproducen. Lo lamento D:
Capítulo 46
Vulnerabilidad
El sujeto se encontraba frente a mí, con todas las intenciones de platicar apaciblemente, a pesar de parecer que no iba a ser así. Una capucha le cubría el rostro, y la capa negra que lo envolvía parecía confundirse con la oscuridad. Noté el nombre de su avatar, pero no había ninguno. Por un momento me exalté y entonces supe que aquel tipo no era normal. ¿Qué jugador no iba a tener algún nombre? Ni siquiera podía apreciarse su nivel, así que el miedo comenzó a invadirme. Inclusive Masato también tenía miedo de él, a pesar de haber estado agonizando en el suelo. No obstante, noté una sonrisa diabólica en su rostro cuando supo que aquel sujeto iba a lidiar conmigo.
— ¿Qué quieres? —repetí.
— Oh… nada en específico —mencionó con un tono de voz que erizó los bellos de mi piel— Sólo que te unas al Gremio Rocket. No pido mucho.
Pasé saliva por mi garganta, y sopesé la situación por un momento. Si decía que no, sabía que tendría que luchar con aquel tipo. No es que tuviera miedo del poder que podría traer, sino que más bien me inquietaba el por qué no aparecía tanto su nivel como su nombre. ¿Será algún hacker? ¿Algún beater? ¿Será el famoso Destello Eléctrico? No… lo dudo mucho. Su voz es diferente.
— Prefiero morir en el intento antes de unirme a tu estúpido gremio —comenté con toda la valentía del mundo y con una mirada seria.
— No hagas esto más difícil. Un beta como tú sabe que no le queda otra opción.
— ¿Qué harás si no me uno? ¿Matarme? Adelante…
— Sé que eso no servirá de nada —dijo en un susurro—… Pero tal vez sepa dónde vives.
— ¿Y qué? —traté de seguirle la corriente— De todas maneras ya estoy muerto. Estuve muerto desde que quedé atrapado en este maldito juego.
— Oh, ¿así que no te interesa tu vida? Bueno… qué se le puede hacer. Yo que quería amenazarte de esa manera.
Me quedé en silencio, y me coloqué en posición de batalla, también yo con una capucha que me cubría el rostro.
— Pero puedo convencerte de otra manera, eso es seguro —su sonrisa fue misteriosa.
— ¿Ah sí? ¿Y cómo lo harás?
— Cumpliendo tus más grandes deseos…
Tuve un sueño horroroso. Un sueño donde la gente se quedaba atrapada en una especie de juego en línea, en el que nunca podía salirse. Jamás iba a volver a ver a mi madre, a la gente real o a la gente que conocía. Era horripilante. ¿Quién iba a pensar que iba a tener un sueño así? También recuerdo el haber estado con un grupo de chicos que poco después un sujeto los mataba sin razón alguna, y poco después me escondía de aquel sujeto junto con un chico. Sin embargo, el sueño continuó… y recuerdo cuando habíamos sido atacados por el mismo jugador durante un festival, y ahí había perdido el conocimiento, justo cuando sentí el golpe en la nuca cuando trataba de escapar.
Pero todo eso, desafortunadamente, había sido real.
Cuando abrí los ojos sobresaltada, en unos cuantos segundos pensé que todo eso había sido producto de mis sueños, pero lamenté el momento en el que oí los latidos de mi vida virtual. Lamenté el momento en el que observé que en mi campo de vista podía verse mi barra de vida actual, mi nivel, nombre de jugador, opción de menú y otras cosas más. Lamenté el momento en el que descubrí este juego…
Sin perder mucho tiempo, me quité las cobijas que había encima de mí, y quise pararme para recorrer los lugares que para mí eran un sitio desconocido. No sabía por qué demonios estaba ahí, quién nos había rescatado de Mirto, y qué es lo que había sucedido después. Mucho menos sabía si Ash seguía con vida virtual…
Pero antes de que actuara, oí unas voces fuera de la habitación. Las puertas se abrieron, y una chica entró. Cuando volteó a verme, mi corazón se detuvo. Y entonces, sentí que mis venas comenzaron a producir rabia y remordimiento. Sentí cómo mi cabeza comenzaba a arder y cómo el corazón me latía rápidamente. Era Hikari… o como realmente era su nombre… Dawn.
Antes de que tratara de huir de ahí debido al odio que sentía, ella me tranquilizó y me sentó en la cama nuevamente. También estaba algo impactada, pero no tanto como yo. Cuando me ofreció un vaso de agua que ni siquiera toqué, y cuando notó que ya había estado con energías suficientes nuevamente, la chica se quedó en silencio, esperando las preguntas que estaban rodando en mi cabeza.
Sin embargo, no quería preguntar nada. No quería siquiera dirigirle la palabra, ya que no había nada de qué hablar.
— Serena… —nombró Dawn finalmente.
— Lo siento, yo debo de irme —dije sin mirarla fijamente, y me levanté de la cama. Ni siquiera noté que había estado en prendas para dormir.
— Escucha, sé que estás enojada por no descubrir que yo soy Hikari…
— No me importa. Debo irme —quise evitar el tema.
— No puedo dejar que hagas eso. No estás a salvo allá afuera —mencionó— Ese sujeto los buscará de nuevo a ti y a Ash.
—… Ash —mencioné— Así que ahora sabes que Satoshi es Ash —me recargué en la puerta de la entrada— ¿Cómo está él? ¿Está a salvo?
— Sí. Él está descansando, pero…
— Gracias, iré a verlo —le agradecí y traté de salir por la puerta, pero antes de que lo notara ella se había levantado y me detuvo por el brazo.
— Serena… quiero pedirte perdón —ahora yo era quien la miraba fijamente— Sé que en la realidad no nos llevamos bien, y nos odiamos mutuamente. Sin embargo, siendo sinceras, ese odio no nos servirá aquí dentro. No ha sido mi culpa que te conociera dentro del juego; fue una simple y desafortunada casualidad —cuando dijo aquello, fruncí el ceño— Pero también ha sido lo mejor que me ha pasado ¿sabes? Tú fuiste la primera amiga que tuve dentro del juego, y sin saber quién eras realmente, me llegaste a agradar. Quiero seguir con nuestra amistad, y olvidar las diferencias que hemos tenido en el pasado. Aunque no lo creas, he estado muy preocupada por ti desde que huiste aquella vez. No supe si seguías con vida, ya que me eliminaste de tu lista de amigos; pero juro que he estado pensando en lo que pudo haberte pasado. No sé qué has hecho durante todo este tiempo… pero sé que estuviste en buenas manos —sabía que se refería a Ash, aunque de hecho, ella no tenía ni idea de lo que realmente me había sucedido—. Escucha… sé que no tienes gremio, y me gustaría que entraras al mío. ¿Qué te parece?
De hecho, no me había percatado que estábamos dentro de un castillo, y suponiendo la armadura reluciente y cobalto de Dawn, y la capa que le colgaba de la espalda junto con un arco sobre su espalda, me di cuenta de que estábamos en el gremio de Dawn. También me percaté de que ella se veía más fuerte a simple vista, que había salido adelante y entrenado cada día.
Y siendo sinceros, también yo había actuado como una inmadura. ¿Por qué odiar a alguien que no tenía la culpa de nada? Es cierto, tal vez nos odiábamos allá afuera, pero aquí dentro de nada serviría el remordimiento. Sin embargo, no sé por qué a pesar de sus disculpas, seguía sintiendo que había algo mal en perdonarla.
— Tienes razón, Dawn —mencioné— Lo siento. Lo que pasa es que… es que estaba tan asustada por todo…
— Tranquila, no tienes que explicármelo. Comprendo perfectamente.
— Gracias —le sonreí, aunque cada que la miraba me recordaba a la porrista engreída que quería llamar la atención de todos— Y con respecto a lo de unirme a tu gremio, no lo sé. Todo ha sido tan repentino, que necesito algo de tiempo para pensarlo.
— Comprendo —se desanimó al oír aquello, pero también sonrió entendiendo mi postura.
— Gracias. ¿Dónde está Ash? Me gustaría verlo.
— Acompáñame.
Me vestí y me arreglé antes de salir. Cuando caminábamos por los pasillos del castillo, noté que aquella edificación medieval era tan amplia y tan llena de coloridos azules, que me cegué por un momento. Los muros de piedra se alzaban varios metros, y cada diez metros había otro pasillo que te dirigía a una escalera de caracol por donde se llegaba a una torre, o bien, hacia alguna mazmorra. No obstante, lo que más me impresionó es que en ese momento no había nadie; ningún alma cerca de nosotros.
— ¿Por qué todo está tan vacío? —Pregunté— Supongo que has de tener muchos miembros para tener un castillo de esta magnitud.
— Así es—asintió mientras caminaba arrastrando su capa azulada— Sólo que hoy se han ido todos los miembros para explorar el nivel 19. Las mazmorras pueden estar cerca, según he escuchado.
— Ya veo… ¿pero por qué todos?
— Para agilizar todo —contestó.
— ¿Y tú no has ido?
— No. Yo y mis seis miembros principales nos habíamos quedado para buscarlos en el festival. O mejor dicho, para buscar a Ash. Nosotros nos hemos estado encargando de esa situación.
— ¿Y por qué buscan a Ash? ¿Es más importante el que lo buscaran a descubrir las mazmorras?
— Así es —mencionó y siguió antes de que preguntara el por qué— Lo entenderás luego. Por el momento necesitamos que Ash despierte.
Cuando llegamos finalmente a lo que era una habitación pequeña, fui directo hacia Ash, que seguía inconsciente. Un chico de cabellos morados lo había estado vigilando; lo reconocí al instante. Era el chico que había dicho un discurso en las mazmorras del nivel dos, cuando la mayoría de los jugadores planeaba atacar… justo antes de que se diera el anuncio mortal.
Él me dirigió la mirada por unos segundos, pero no mencionó nada. Me acerqué tímidamente y noté a un Ash que seguía durmiendo. Tenía heridas mínimas en el rostro, y algunas rajadas que en vez de tener costras, eran líneas brillantes y virtuales, que simulaban heridas y cicatrices. El chico se veía bien, aunque físicamente sabía que había perdido contra Mirto. Sin embargo, no quise preguntar qué había pasado. Era lógico que el gremio de Dawn había llegado y nos había salvado a ambos. Sin duda aquel chico, Paul, fue vital para nuestra salvación.
Me quedé ahí durante un buen rato. Paul y Dawn salieron de la habitación para dejarme a solas con el chico inconsciente. No me importaba cuándo iba a despertar; lo importante era quedarme a su lado para protegerlo. No quería que le sucediera nada malo… No quería que nada le sucediera.
Y sin embargo, sabía que Mirto estaba en nuestra búsqueda. Sabía que yo era algo inservible para Ash, puesto que no era rival para Mirto y para nadie. Yo tenía una gran espada de fuego, la gloriosa Firénix, pero ni siquiera sabía cómo utilizarla en verdad, y no sabía las técnicas avanzadas de PBO. Era débil, y la lucha con Mirto, la matanza del Gremio Novato, y el haber huido después del anuncio mortal eran prueba de ello. Era bastante inútil y débil, por lo que seguir aquí… no iba a servir de mucho. Debía de fortalecerme, y Ash también tenía que hacerlo. No es que yo fuese más fuerte que él, pero si Mirto volvía a encontrarnos, el azabache no tendría oportunidad con ese tipo. Tanto él como yo teníamos que volvernos más fuertes, y lo único que hemos estado haciendo es escondernos de todos; escondernos de los problemas.
Tomé la mano de Ash, y cuando lo hice, sentí un apretón instantáneo de su parte. Pronto iba a despertar, pero en cierta forma no me alegraba aquello. En cierta forma, y aunque no quería pensar en ello, mi subconsciente aun seguía amando a alguien más. No he podido evitarlo; mis sueños han estado imaginando el cómo Kalm despierta a mi lado, o cómo le tomo la mano. Inclusive, aunque no lo hago a propósito, la mano que estoy sujetando, por algunos instantes mi subconsciente me dice que es la mano de Kalm.
Sí… debía de aceptarlo. Desde el momento en el que hui con Ash, no me aparté de su lado debido a que me recordaba de cierta manera a Kalm. Puede que ambos tengan un gran parecido físico, y eso es lo que me ha atado al muchacho. Sé que Ash es muy diferente a Kalm en cuanto a personalidad, pero cuando me atreví a besarlo en la cueva, lo hice no porque en realidad estará enamorada del azabache, sino porque quería sentir de nuevo lo que era estar con Kalm. Quería sentir de nuevo esa chispa que Kalm me había inducido desde un principio.
Por un lado, he deseado el huir de Ash, ya que él fue el responsable de la muerte del Gremio Novato, pero por el otro, no quiero olvidarme de Kalm, y Ash es el único que me recuerda a él. Es por eso que a pesar de que lo odié por unos momentos, me quedaba a su lado. Y a pesar de que comencé a agarrarle cariño, no podía dejar de pensar en Kalm. Quería revivir los momentos con él, pero cuando miraba a Ash, lo miraba a él. Y justo ahora, aun tratando de cerrar los ojos y de evitar escuchar a mi subconsciente, éste me decía que el que estaba en esta cama era Kalm, y no Ash.
Lo peor de todo, es que tenía razón. Yo era muy débil. Demasiado débil. Tanto psicológica como físicamente. No podía soportar todo aquello, y sabía que lo correcto era el alejarme de Ash, porque lo único que estaba causando es que él iba a sufrir si se enteraba de todo. Quería huir, pero a la vez, quería quedarme con él. No sé qué debía hacer… No lo sé.
Desperté de golpe. Lo último que había visto, era el puño de Mirto justo a punto de estrellarse con mi rostro, sin nada que yo pudiese hacer. Por un momento pensé que había muerto virtualmente, y que justo ahora estaba en la vida real, con el casco puesto. Sin embargo, mi campo visual aun me mostraba los símbolos del juego, por lo que supuse que seguía dentro de PBO. ¿Pero cómo? ¿Qué pasó?
Me levanté, con el sudor sobre mi frente, y con la respiración agitada. En los límites de la habitación, había un espejo en el que pude ver que mi rostro estaba sumamente cansado y herido, a pesar de haber descansado durante quién sabe cuántos días. A mi lado, una pequeña lámpara de aceite iluminaba tenuemente la habitación donde Serena se encontraba adormilada, con el cuello meciéndose entre un sillón. Más allá, había otra persona también con los ojos descansando, pero ésta me impresionó tanto, que me paralicé al momento. Era Dawn… la chica de mi instituto. Recuerdo que ella había intervenido junto con su gremio en la batalla de Mirto; sin embargo, no sabía qué había pasado después de que Mirto me había acorralado con uno de sus más poderosos golpes. Quise salir fuera de mi cama, pero los músculos que habían estado unos días inmóviles, se acalambraron al hacer súbitos movimientos. Después de un rato en donde mi cuerpo se acostumbró al movimiento, salí difícilmente hacia el balcón de la habitación. La brisa de la noche me abrazó cual vieja amiga, y sentí algo de placer al presenciarla, a pesar de ser un viento virtual. Mi rostro seguía aun confundido, y más cuando vi un paisaje que nunca había visto. Una gran bahía se encontraba frente a mí, y un océano oscuro, iluminado por una luna que se asomaba tímidamente entre las nubes oscuras del noche, estaba sumamente tranquilo y adormilado. Por un momento, un faro que iluminaba con su gran luz me cegó la vista que apenas se estaba acostumbrando a la luz de la noche.
— Has despertado —mencionó una voz detrás de mí. Era Dawn… o Hikari. No sabía bien qué nombre debía de darle.
— No entiendo… —mi voz sonó ronca y seca.
— Te hemos salvado de Mirto. De hecho, Paul lo hizo. Bueno, todos nosotros.
— ¿Paul? ¿Todos ustedes?
— Acompáñame. Te explicaré en otra habitación.
— ¿Ahora? ¿No están todos dormidos?
— Es urgente. He estado esperando a que despiertes. No hay tiempo que perder… alguien ha estado tratando de hallarte, pero tenemos que esperar a que responda. Por el momento te explicaré todo lo posible cuando lleguemos allá.
La chica entró de nuevo a la habitación, pero Serena también había despertado. Cuando miré sus ojos, sonreí al ver que también estaba a salvo. Ella me miró y sonrió, aunque pude notar que no era una sonrisa tan alegre como lo que yo había esbozado. Ambos nos abrazamos, y le di un beso que duró un largo rato.
— Estás bien —le mencioné.
— Tú también —sonrió, pero sabía que estaba distraída dentro de sus misteriosos pensamientos. Antes de preguntarle qué le sucedía, Hikari carraspeó su garganta, para apresurarnos.
Caminamos por los pasillos oscuros de un gran castillo. Por un momento pensé en de quién podría ser esta propiedad, y de quién podría ser este gran gremio. Sin embargo, recuerdo el oír acerca de un apodo que ha estado deambulando sobre PBO: La Novata Índigo. Al ver a Dawn, con atuendos celestes, una cabellera radiante del mismo color que se ondeaba hasta llegar a si cintura, y una capa que vislumbraba los destellos que las antorchas de los muros desprendían, supe que se trataba de ella.
Después de subir unas cuantas escaleras de caracol, llegamos hasta el punto más alto de la torre, que era una gran habitación donde había una mesa de caoba muy larga. Seis sujetos se encontraba platicando, tratando de no caer ante el sueño, y cuando nos vieron entrar, se aliviaron finalmente.
— Finalmente despierta —mencionó uno de ellos. Era un chico rubio de ojos esmeralda que parecía tomar la situación en tono burlón.
— Satoshi… te presento al Gremio Diamante y Perla… mi gremio.
Después de que todos me mencionaron su nombre, me sorprendí al ver que Paul estaba ahí. Su mirada seguía siendo tan fría como el momento que lo recordé cuando luchamos contra el jefe del primer nivel. Quería preguntarle por qué estaba en el gremio de una novata, pero quise ahorrarme esa duda para después. Por el momento era más importante el saber qué diablos había pasado y quién me estaba buscando, según Dawn.
— Bueno, sé que estás muy confundido —Hikari se sentó en la cabecera que tenía en frente. Yo me mantuve parado, tomando la mano de Serena. Ella me ofreció un asiento, pero negué avergonzado.
— ¿Qué pasó? —comencé a invadirla con mi primer pregunta, pero ella alzó la mano pacientemente.
— Tranquilo, responderé todo. Bueno, como sabrás, nosotros te ayudamos a pelear contra Mirto. Pero Paul llegó antes de que él te matara, y por alguna extraña razón, el tipo escapó de ahí, como si tuviera miedo de nuestro miembro.
— ¿Será que Paul es más fuerte que Mirto? —intervino Candice, la chica que había traído a Serena hasta acá y que no había intervenido en la batalla.
— No lo sé. Lo dudo mucho —respondió el beta con un semblante frío.
— Bueno, lo importante es que finalmente estuviste a salvo y pudimos encontrarte. Hemos estado buscándote desde hace mucho. En lo personal, yo he sido la que te ha estado buscando desde hace mucho, pero nunca pude encontrarte hasta hace un par de días.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Bueno, verás. Hay alguien que ha querido hablar contigo. Es un beta… alguien llamado Citron.
Al oír aquello, recordé que él también había batallado con Paul, Drew y conmigo en el primer jefe. Si quería buscarme, ¿por qué no lo hizo en ese momento?
— Lo conozco.
— ¿De verdad? —Hikari se impresionó— Bueno, supongo que lo conociste antes de que se supiera que PBO es mortal. ¿No es así? De lo contrario, él ya te hubiese buscado.
— Es cierto —mencioné— Pero… ¿para qué me quiere?
— Es lo que no sé. Sin embargo, Citron forma parte de la UEO. Es la Unidad Especial Online, y es una organización muy secreta, que busca salvar a todos mediante un método más eficiente. Además, está investigando cosas que nadie sabe.
— No… no entiendo.
— La UEO está investigando a un gremio secreto el cual se le dan cascos que son capaces de controlar a los usuarios novatos. Se llama Gremio Rocket.
Cuando oí aquello, una punzada en mi estómago se hizo presente, y traté de mirar hacia otro lado, pero mi actitud nerviosa alertó a todos en la habitación.
— ¿Sabes algo de ellos?
— No… yo… —Serena apretó mi mano con más fuerza.
— Satoshi… escucha —Hikari me sonrió— No pasa nada si nos dices qué es lo que en realidad sabes de ellos. La UEO no es mala. Ellos quieren buscarte, y supongo que lo hacen porque tienes información valiosa. ¿No es así?
— Sí… —asentí finalmente. Estaba bastante nervioso y confundido.
— De acuerdo. Si quieres no nos cuentes hasta que vayas con la UEO. Ellos sabrán cómo lidiar contigo.
— Un momento —hubo algo raro en su frase— ¿Ir hacia ellos? ¿A dónde?
— Le envié un mensaje a Citron. Él me ha contestado ya que teníamos que llevarte a su base temporal, ya que la UEO cambia de base muy seguido. Ellos no se expondrán en un lugar como éste.
— De acuerdo… —mencioné finalmente. Tal vez… tal vez si ellos, la UEO, saben de los cascos que controlan gente, puedan saber del Gremio Rocket, y por ende, sobre mi madre. Además, puede que sepan sobre el líder misterioso, sobre la muerte de Oak y sobre muchas cosas más. Estuve esperando una pista que me llevara a salvar a todos los jugadores, y finalmente la había conseguido. No tenía que desaprovechar esta milagrosa oportunidad que se me brindaba.
— Pero hay algo más… —Hikari miró en ese instante a Serena, que se intimidó ante la mirada de todos— Ella… ella no podrá acompañarte.
— ¿Qué? —aquello sí que era un inconveniente.
— Serena no podrá acompañarte. De hecho, nadie lo hará. Solo te entregamos a Citron y ahí acabará nuestra misión.
— Pero… pero ella está en peligro. Mirto la buscará y…
— Lo entiendo. Es por eso que le mencioné que puede unirse a mi gremio —sonrió—. Ella estará a salvo con nosotros, y sé que tomará la decisión correcta.
— Serena… —voltee a verla para ver qué pensaba.
— Yo… —la chica se quedó mirando hacia la nada. Sabía que había estado pensando en algo que no quería decirle a nadie— No quiero… yo…
— Serena, ésta podría ser tu oportunidad para volverte fuerte —le mencioné. Sabía que estaría a salvo con Dawn.
— Lo sé… pero… necesito pensarlo —la chica titubeaba mucho— No sé qué decisión tomar.
— No hay nada que tomar. Sólo únete. Somos agradables —intervino Candice— ¿Verdad, chicos?
Todos asintieron, excepto Paul, que se mantenía frío, aunque asintió levemente. El chico de cabellos verdes, Alecrán, se vio confundido por unos momentos. ¿Por qué él no se veía sonriente?
— No… lo siento, Dawn —los ojos miel de la muchacha se tornaron llorosos— No quiero… no quiero volver a pasar por lo mismo.
Y en ese momento, supe a qué se refería la chica. Yo también la entendía, y sabía que no quería ver cómo el Gremio Diamante y Perla podía ser asesinado tanto por Mirto como por alguna otra persona. No quería agarrarle cariño al gremio, y que le arrebataran a sus miembros en un abrir y cerrar de ojos. Mucho menos a alguien que en verdad conocía, que era a Dawn.
— Serena —volteé a verla, y agarré sus manos— Ellos son fuertes. Te protegerán.
— No. Él volverá. Volverá por mí —su mirada cambió en un instante— No quiero que estén en peligro por mi culpa. No quiero que lo estén.
—Escucha… —apreté sus manos, y la miré fijamente— Ellos son fuertes. No morirán.
— ¿Qué quieres decir? —Su voz era entrecortada— Que… que ellos… que el Gremio Novato… ¿era débil? ¿Es lo que tratas de decirme?
— No, Serena. No malinterpretes las cosas… yo trataba de…
— Sé que piensas que fue débil, pero te equivocas. Ellos eran más fuertes de lo que pensabas.
La escena comenzó a ser confusa para los miembros del gremio de Dawn.
— Espera…
— Kalm fue fuerte. Casey era fuerte. Todos eran fuertes. Ritchie era fuerte…
— Lo sé.
— ¿Y por qué murieron entonces? —Preguntó como si supiera la respuesta— Exacto. Por tu culpa.
— Pensé que ya habíamos dejado eso en el pasado…
— Sí, pero no dejo de pensar en ellos cada día… No dejo de pensar en Kalm, Casey, Trevor, Ritchie… en cómo murió y el sueño que había llevado desde hace mucho.
— Serena…
— Sé que no conociste a Ritchie, pero él tenía un sueño ¿sabes? Él quería salvar a todos, sin ninguna unidad secreta ni mucho menos. Él quería que todos se enteraran de que él iba a salvar al juego. ¡Pero ahora está muerto!
Me quedé en silencio. No sabía cómo reaccionar.
— ¿Y por qué murió? ¡Por qué ese maldito Gremio Rocket lo mató! ¡Sé que Mirto fue el que lo hizo! ¡Sé que él lo mató, pero no sé por qué! ¡No sé por qué mato a todos, si al único que debía de matarte era a ti!
— Serena… Mirto… Mirto… no mató a Ritchie.
— ¿Ah, no? ¿Entonces quién? —la chica seguía molesta, y esperó una respuesta, pero me quedé en silencio.
Ella comenzó a salir por la puerta, dejándome en un ridículo con los miembros del gremio Diamante y Perla. Pero era el momento para decirle que yo lo había matado. No me importaba que los demás se enteraran; debía decirle, porque cada que la miraba a los ojos, siempre pensaba en que no había sido capaz de confesarle que era un asesino. Preferiría que Serena se quedase conmigo, sin tratar de ocultarle nada, a guardarme el secreto y que se alejara de mí con la duda. Debía decirle, y no me importaba si me guardaba odio después; sabía que lo correcto era que lo supiera. Tenía el derecho a enterarse de que yo, Ash, había matado a un niño inocente.
— Serena —nombré, y la chica se quedó paralizada en la puerta— Yo maté a Ritchie.
Los segundos pasaron, y ella siguió ahí, sin siquiera mover un músculo. Sin embargo, poco después, salió huyendo del lugar.
— Lo siento, Dawn. No puedo ir con Citron. Hay cosas más importantes —le dije a Hikari, que trató de detenerme, pero fui en busca de Serena antes de que sucediera algo.
Oí el correr de unos pasos que se alejaban a zancadas. Pronto, la chica no supo a donde iba, pero mientras la perseguía supe que quería ir a la salida. Un rayo se hizo presente en medio de la oscuridad del lobby. Ahí, Serena abrió una pequeña puerta que daba la salida hacia la bahía. La chica corrió por la arena, y yo quería alcanzarla, pero mis músculos aun sufrían por el constante movimiento al cual no habían estado acostumbrados. Las gotas de lluvia fueron de repente más bruscas, y poco a poco el aire era reemplazado por agua que caía en mi piel con dolor. El mar que había estado tranquilo, comenzó a inquietarse debido a la tormenta que se avecinaba, y la arena se humedecía rápidamente. Serena trató de huir lo más lejos que pudo, y sin darse cuenta, ella subía por el gran barranco que daba al faro que iluminaba el ambiente tormentoso en vano. La chica llegó al final, donde el faro se alzaba, y el camino desapareció, para dar lugar a un gran abismo en donde lo único que había al final eran rocas hambrientas y llenas de espuma y olas devastadoras. La muchacha intentó abrir el menú de su juego, pero pude alcanzarla y tomarla del brazo. Ella lloraba, pero no sabría decir si lloraba de dolor o de rabia, puesto que sus lágrimas eran confusas con las gotas heladas de lluvia. Sus mechones color miel comenzaron a humedecerse y pronto todos sus atuendos, al igual que los míos.
— Serena… No. No lo hagas.
— ¡Aléjate! —Me gritó enfurecida— ¡Aléjate de mí!
— ¡Lo siento! ¡Siento no haberte dicho eso! Pero… pero no sabía cómo decirlo. ¡No sabía!
— ¡Eso no me importa! Lo que me enoja no es que me lo hayas ocultado a mí, sino a los demás. ¡No pudiste decirles a los demás que lo mataste! ¡¿Y aun así te uniste al gremio, a pesar de que sabías que habías matado a uno de ellos?! ¡Ellos te dieron su confianza, Ash! ¡Yo te di la mía! ¡Y todo este tiempo no ha servido de nada!
— Lo sé. Me equivoqué. ¡Me equivoqué y me arrepiento de ello! Pero no es como tú crees, Serena. No maté a Ritchie a propósito; él no…
— ¡Aléjate! —repitió.
— No te vayas… —el nudo en mi garganta me impedía hablar con solidez— No quiero que te pase nada… No quiero que mueras. Yo… yo te amo.
— ¡Que te alejes! —Insistió— No me importa si me amas o no. Tú… tú eres un asesino.
Aquello fue como una acuchillada para mi corazón.
— Pensé que eras diferente. Pensé que eras distinto a cualquier otro hombre, pero veo que no es así. ¡Todos son unos mentirosos!
— Serena, por favor —le agarré la mano, pero ella trató de zafarse.
— ¡Pensé que me había enamorado de ti, pero no es así! Ash… —la chica frunció el ceño de tristeza, y cerró los ojos para volver a llorar — Perdón, Ash. Perdón por decirte esto, pero… pero… —ahora parecía más una confesión por parte de la chica, que un perdón de mi parte— Nunca me enamoré de ti. Lo siento. Sólo… ¡sólo que me recuerdas a Kalm! Sin embargo, me di cuenta de que ambos eran muy diferentes… e inclusive me comenzaste a gustar más que él. Pero… pero siento que no es lo correcto. Siento que abandonaría a Kalm si me enamoraba de alguien más. Ash… lo lamento.
Me quedé en silencio. No podía creer que ella estaba jugando con mis sentimientos.
— Y cuando finalmente estuve a punto de lograr olvidarlo; cuando finalmente tú me comenzabas a gustar más que Kalm, me doy cuenta de que me has estado engañando todo este tiempo no sólo a mí, sino al Gremio Novato.
— Serena —era lo único que podía decir.
— Además, ambos sabemos que soy una carga para ti. Lo mejor será… será irme.
— No… por favor. No te vayas ¿A dónde irás? —le insistí, pero ella se zafó de mis manos, y abrió el menú de su juego.
— No lo sé. A algún lugar de PBO donde no te estorbe... No lo sé —susurró— Adiós, Ash.
La chica se despidió con una mirada llorosa. Una mirada que no supe interpretar con certeza, pero sabía que estaba arrepentida, decepcionada y lo peor de todo… triste.
Me arrodillé en el suelo, y clavé mis uñas sobre la tierra húmeda del gran barranco. La luz del faro me iluminaba poco, pero podía ver mi sombra cada que la luz me abrazaba. Las lágrimas comenzaron a caer, pero de un instante a otro, cuando abrí los ojos, la luz iluminó a otra sombra. Una silueta se encontraba detrás de mí.
— Qué emotivo. Me harás llorar —era una voz fría, seca y llena de misterio. Conocía esa voz… en alguna lado la había escuchado. El corazón me palpitó rápidamente, y sabía que estaba en peligro inminente.
Cuando Ash escapó, todos nos quedamos en silencio. Nadie sabía qué decir ante la situación vergonzosa que ambos sujetos habían pasado. No comprendí a qué se referían con el Gremio Novato, o con la muerte del tal Ritchie. Quise alcanzar a Ash, pero Paul me detuvo ante la entrada.
— Deja que hablen, Hikari —me dijo— No es un buen momento para que intervengas.
Paul tenía razón. Me volvía a sentar en mi asiento correspondiente, y todos estaban tan callados, que tuve que hablar.
— Necesito un momento a solas… —al decir aquello todo comenzaron a retirarse, pero detuve a dos miembros— Zoey, Paul… quiero hablar con ustedes.
Ambos sujetos se quedaron ahí, mientras los demás se iban a sus respectivas camas para descansar. Mañana sería un día duro.
— ¿Qué pasa? —comentó Zoey.
— Es Ash —confesé— No sé… no sé si acepte ir con la UEO sin que lleve a Serena.
— ¿Por qué no hablas con Citron? Él puede comprender la situación —dijo Paul.
— Puede ser, pero es que es una novata. A ella le pueden sacar información fácilmente. ¿Qué pasa si Mirto la encuentra, y se entera sobre la UEO y sus objetivos? Citron estaría arruinado, y todos los del juego también.
— A cualquiera de nosotros nos pueden sacar información fácilmente, Hikari —Zoey confesó— Es por eso que debemos de confiar en muy pocas personas.
— Lo sé, pero no sé si confiar en Serena. Se ve muy inocente como para que le saquen información fácilmente —dije finalmente.
— Es lo mismo con Alecrán —opinó Paul— Se ve muy inocente como para confiar en él.
— Paul, por favor no quiero hablar más de ese tema. Alecrán ha demostrado que no oculta nada…
Súbitamente, escuché un ruido detrás de la puerta de la habitación. Los tres nos miramos mutuamente, y callamos al instante. Me acerqué lentamente a la puerta, y cuando la abrí de golpe, Alecrán había estado tratando de escuchar toda nuestra conversación. El beta mago perdió el equilibrio cuando abrí la puerta, y cayó. Sin perder tiempo, trató de reincorporarse algo nervioso, y me sonrió tímidamente.
— Lo siento —se disculpó.
— Dije que quería un momento a solas con Paul y Zoey —dije algo seria.
— Perdón, pero es que… es que… —el chico no supo qué responder.
— ¿Hay algo que nos quieras decir, Alecrán?
— No… yo…
— ¡Anda… escúpelo! —gritó Paul, ansioso por saber qué es lo que ocultaba el chico.
— Bueno… —el muchacho quedó cabizbajo— Es que… no me gusta estar solo. Me gusta estar a tu lado Hikari. Eres muy fuerte, y sé que si me quedo a tu lado, Cintia no puede atacarme por sorpresa.
— Es lindo de tu parte, Alecrán, pero estarás seguro bajo estas murallas —le dije— Ahora quiero que descanses en tu habitación.
— No… tengo miedo —dijo, a pesar de ser más alto que yo.
— ¿De Cintia? Ella no te hará nada, lo prometo.
— Lo sé… Pero es que ella me ha amenazado. Ella… —de un momento a otro se calló, pero prosiguió como si lo que estaba a punto de decir fuese su miedo más profundo— No quiero morir solo. No quiero que mientras duerma en mi habitación, ella me mate en la vida real. A veces sólo quiero salir de aquí…
— Alecrán… —abracé a mi compañero— Son sólo amenazas. Estoy seguro de que no tiene ni idea de dónde te encuentras en la realidad. Sólo lo dijo para asustarte.
— Un momento… —Paul había analizado la situación. De repente, el ambiente consolador para Alecrán se tornó en un momento tenso— Si Cintia te ha amenazado con matarte en la realidad ¿Por qué no simplemente te desconectas y huyes?
— Bueno, yo… yo no quiero… no quiero abandonar a los demás. No quiero abandonar a los jugadores de PBO.
— A menos… —Paul había ignorando su respuesta— A menos de que en verdad sea un espía y por eso no quiera desconectarse… —y súbitamente, el chico se sorprendió y sus pupilas se dilataron.
— ¿Un espía? ¿Yo?
— Y justo ahora, sólo somos seis miembros dentro del castillo. Estamos vulnerables. Y Alecrán… puede que haya advertido a…
Y súbitamente, noté la mirada del chico de mata verde. Su mirada me decía que tal vez podía ser cierto. Dejé de abrazarlo, y pronto pensé no sólo en mi bienestar, sino en el de todos. Dirigí mi mirada hacia el cristal que daba al paisaje nocturno. La tormenta ya se había desatado, pero ahí… justo en el faro que iluminaba el ambiente, había dos siluetas, y una de ellas, a pesar de notarlo con dificultad en medio de la lluvia, tenía una capa negra con una cabellera rubia…
— Ash… —nombré súbitamente. Paul supo que estábamos vulnerables y era el momento perfecto en el que podían atacarnos.
Sin embargo, todo había sido demasiado tarde.
[REPRODUCIR]
Una gran explosión ocurrió justo en aquella habitación. La nube de polvo me cegó por unos momentos, y el aturdimiento me hizo pensar que me había quedado sorda. Cuando traté de reincorporarme, ahí se encontraban unas siluetas que al principio eran desconocidas para mí, pero después de unos segundos, me di cuenta de que se trataban de Úrsula y Nando.
El cristal de la habitación se había roto al momento de la explosión, pero sin pensarlo demasiado, me tiré desde aquella altura hacia la nada. Con suma habilidad y destreza que había practicado durante mucho tiempo, aterricé sobre la arena con una voltereta, y comencé a correr hacia el faro, donde se encontraba Cintia. La lluvia no me dejaba ver con detenimiento, y no quise pensar en que iba a llegar demasiado tarde…
De un momento a otro, los demás miembros ya se habían colocado detrás de mí, excepto Alecrán, que seguía en la explosión del castillo con Úrsula y Nando.
— ¿Están bien? —les dije a todos, pero en especial a Paul y Zoey, que habían recibido heridas menores.
Finalmente, habíamos llegado al final del barranco, donde el faro seguía iluminando al horizonte, y en parte a Ash y Cintia; quise saber dónde estaba Serena, pero no pude pensar con detalle lo que podría haber pasado. Imaginé lo peor…
— Parece que han llegado tus amigos —dijo Cintia, y esbozó una sonrisa de una manera fría y cortante.
En un abrir y cerrar de ojos, tres miembros se colocaron a sus espaldas. Uno llevaba un afro que ni siquiera se deformaba con la lluvia; la otra era una simple anciana, y el último era un sujeto de cabellos y lentes púrpuras.
— No tengo tiempo para esto —dijo Cintia en un susurro que pudieron escuchar todos, pero lo último que dijo, lo hizo de una manera seria y misteriosa—, mátenlos a todos, excepto a Ash. Él vendrá con nosotros.
— ¡No! —grité repentinamente.
En un momento en el que Cintia se pudo distraer, Ash ya se había tirado del barranco, hacia las orillas rocosas donde era más seguro morir. No entendí el por qué lo había hecho, pero cuando noté la rabia de la rubia al ver que Ash se había esfumado, entendí que era mejor el morir de una manera natural, a ser asesinado por una maniática. Sin pensarlo, pasé de largo a Cintia, y llegué al final del barranco. Dudé por unos momentos, pero era mejor el no hacerlo.
Cerré los ojos, y sin mirar hacia abajo, me aventé. Un revuelco en mi estómago, acompañado de varias gotas que me lastimaban el rostro se sintieron al momento de estar en el aire, pero lo que más dolió fue cuando caí de golpe sobre el océano furioso. Las olas me comenzaron a revolver, sin tener algún respiro para poder volver a la superficie y tomar una bocanada de aire. En medio de la confusión, quise hundirme más para ver si Ash se encontraba por ahí. Y en medio de la oscuridad, pude ver una espada eléctrica. Ésta estaba a la deriva. La tomé con dificultad, y después me di cuenta de que Ash estaba ya a varios metros de distancia de mí… Parecía imposible el alcanzarlo; al parecer, estaba inconsciente.
Nadé con más dificultad de la que lo había hecho en mi vida para poder alcanzarlo, pero las olas comenzaron a ser más bruscas de lo normal. La corriente me sacudió por completo y me hizo perder el sentido de la orientación. El aire comenzó a hacer falta en mis pulmones, y después de un momento, ahora lo único que quería era salir a la superficie, en vez de salvar a Ash.
Sin embargo, no sabía dónde era la salida. No tenía ni idea hacia dónde ir, ya que todo estaba oscuro y bruscamente sacudido. Poco a poco, comencé a perder la consciencia, y la oscuridad empezó a ser más notoria. En mi campo de visión, la barra de mi vida comenzó a bajar, y sabía que de un momento a otro iba a morir ahí… de la manera más estúpida.
Pero algo brilloso apareció en alguna parte. No supe decir con exactitud de dónde provenía, pero sabía que era un aura amarillenta… Un aura que supe que provenía de Citron. Él había llegado, y por ende, la UEO había arribado a la bahía tormentosa.
Gracias por leer. Aquí termina el final de temporada... jaja es broma. Poco a poco la historia del principio va tomando forma, pero ya se estarán dando una idea de qué pasa. Y con respecto a Alecrán, no opinaré nada al respecto. Les dejaré la opinión a ustedes. ¡Nos leemos!
Próximo capítulo: Interrogatorio
