Soundtrack:

Video 1: Hans Zimmer - Wheel of Fortune

Video 2: Pirates Of the Caribbean 4 - Palm Tree


¿?

Nunca me había sentido tan extraño como ahora. En un principio, parecía que no me iba a afectar tanto, pero justo ahora tengo la certeza de que me he equivocado. El tener la vista oscura; el sentir los bellos de mi rostro apenas florecer debido a la pubertad temprana; el sentir que el cabello ya no podía ocupar más espacio en mi cabeza; que la sangre me hervía nuevamente con mayor fluidez y libertad; ese sentimiento extraño de saber que ahora estaba en un mundo real, pero por alguna extraña razón seguía pensando que era una realidad diferente; el sonido del marcapasos a unos metros de mi costado, indicándome que seguía vivo. Todo ello me hacía sentir extraño, pero sin duda esa no era la principal razón. Sin embargo, las cosas descritas anteriormente no tenían comparación con lo que había vivido en Pokemon Battle Online. Sin duda, mi pasado era el causante de sentirme como un completo imbécil. Una marioneta. Un iluso. Un… egoísta. Sé que todo lo que hice no tiene justificación alguna, o tal vez sí. No sabría decirlo a ciencia cierta. Pero después de mis malas acciones, no puedo quejarme de lo que me han hecho hace un par de horas… o días; no lo recuerdo bien. A cada acción, conlleva una consecuencia dependiendo de si ésta fue correcta o incorrecta. En mi caso, merezco todo lo que he recibido en el juego. Merezco cada una de las humillaciones que sufrí hace poco, y sin duda no pienso seguir recibiéndolas.

Los dedos de mi mano derecha se movieron a voluntad propia. Mi cuerpo me gritaba que debía moverme después de mucho tiempo sin haberlo hecho. Recuerdo la última vez que había estado en nuestro mundo, cuando recogí el casco que era capaz de matar a los novatos, sin en realidad matarlos. ¿Pero quién lo diría? ¿Quién diría que ahora todo era diferente? ¿Quién iba a predecir que incluso ese maldito manipulador iba a sacar su as bajo la manga? Bueno, ¡qué más da! Eso ya no era de mi incumbencia, y no lo será nunca más. Ya no quería saber nada sobre el juego.

Mis piernas trataron de moverse, y las sábanas blanquecinas se movieron apenas unos centímetros. Sin embargo, más allá pude notar ruidos extraños. Cuando mi vista retomó su visibilidad normal, pude ver a dos siluetas durmiendo en un sofá. Las personas se abrazaban y respiraban apaciblemente, aunque sabía que en su mente estaban teniendo la peor de las pesadillas. Noté que unas gafas grandes se encontraban en el mueble que estaba a mi lado. ¿Por qué después de todo este tiempo seguían ahí? Sé la respuesta, pero no quiero responder debido a que me dolería en el alma el saber que esas personas aun tenían esperanzas de… bueno, ya saben.

Cuando me coloqué los anteojos, aparté varios mechones largos y grasientos de mi rostro. Mi vista mejoró, y confirmó la identidad de aquellas dos personas que estaban cuidándome a pesar de que la mayoría de la gente ya había perdido las esperanzas en saber que la gente atrapada en PBO podría despertar. No sé por qué aun seguía vivo, si se supone que deberían desconectarnos a todos; técnicamente éramos unos cuerpos en estado vegetal, aunque nuestras mentes digan lo contrario.

Me levanté de la cama lo más sigilosamente posible. Varios cables estaban pegados a mi cuerpo, y cuando me los arrebaté con sumo cuidado, el marcapasos a mi lado dejó de emitir aquel sonido escalofriante que helaba mis huesos, pero que a la vez me indicaba que el mundo en el que vivía ahora era el real. Me paré, y las suelas de mis pies sintieron un frio y extraño suelo. ¿Hace cuánto no sentía algo como eso? Usualmente siempre llevaba un par de botas metálicas, de cuero o atuendos medievales que combinaban con mi figura. Pero ahora sólo era un sujeto indefenso en un mundo enorme y cruel, aunque bueno, ambos son de la misma manera, sólo que uno es real y el otro virtual.

Di un paso hacia adelante, y los músculos de mis piernas se sintieron rígidos y extraños. Las articulaciones de mi cuello, brazos y piernas también tenían unas sensaciones extrañas, pero poco a poco me estaba acostumbrando. Cuando abrí la manija de la puerta, sin emitir sonido alguno, dejé a ambas personas dormidas en solitario. Por un lado quería despertarlas y que se alegraran de verme, pero por otro sabía que no era lo correcto.

Al comenzar a caminar por el pasillo, vi varias puertas cerradas, y escuché a través de ellas un débil sonido seco y repetitivo, sabiendo que era el marcapasos que les indicaba a las demás personas que aun seguían con vida. Y sabía que en una de aquellas puertas, también estaba ella… pero no… no podía ir a ver su rostro. No podía hacer nada más que salir de aquel hospital, y ver a Satoshi. Después de ello, me iría muy lejos, donde nadie me viera y supiera de mí. No importaba la cuestión económica, ni la vivienda, ni la comida. Me las ingeniaré.

Oí unas voces al final del largo pasillo, y con mucho trabajo caminé hasta la puerta de emergencia, donde había bastantes escaleras que te dirigían hacia arriba o hacia abajo. En medio de la oscuridad, comencé a bajar lentamente varios peldaños metálicos. Después de una eternidad, finalmente había llegado a la salida de emergencia, donde empecé a moverme más rápido y con más movilidad.

Entonces, oí más voces dentro del hospital, junto con las sirenas de un par de patrullas automovilísticas. No quise imaginarme lo que estaban sintiendo las personas que habían estado dormidas tranquilamente hace unos instantes; tener que despertar y no verme para llamar después a la policía debería sentirse horrible. De cierta manera, también era algo bueno para PBO. Ahora, la gente retomaría las esperanzas de que sus seres queridos tenían la mínima posibilidad de despertar, después de mucho tiempo de estar en ese estúpido mundo adictivo.

"Les he dado más tiempo" —pensé y sonreí, mientras iba hacia mi destino— "Ahora todo depende de lo que Satoshi decida".

Y si bien el destino de salvar PBO estaba en Satoshi y los demás jugadores, tal vez yo podía cambiar ese destino. Pero no lo hacía porque fuese egoísta, maligno, o porque fuese personal. Sino porque era necesario hacerle saber al Destello Eléctrico que antes de que me desconectara de PBO, poco después de que fuese humillado totalmente y de que hubiese perdido mi dignidad entera, había conocido a alguien en el juego… Alguien que podría hacerle cambiar de parecer a Satoshi; alguien que lo alejaría de sus objetivos y de la salvación de PBO. Alguien a quien Satoshi debía de conocer…

.

.

POKEMON BATTLE ONLINE III

Capítulo 53

Persecución Policiaca


¿?

Las personas parecían interminables. Unas venían y otras salían de los bares, albergues, casas y demás cuevas subterráneas, rodeadas de una oscuridad iluminada por unas luces de rayos solares tenues que se filtraban por grietas milagrosas que se habían formado sobre los hoyos subterráneos. También las antorchas hacían su ardua labor irradiando los anchos pasillos subterráneos que te dirigían a quién sabe dónde. Sin duda ésta maldita ciudad confusa y escurridiza era un interminable laberinto subterráneo.

Solté un bufido y seguí concentrándome en ver con unos ojos cansados a cualquier persona que pasara frente a mí. Un chico espadachín rubio. Una mujer pelirroja arquera. Un mago calvo de ojos rasgados. Nadie obtenía mi más mínimo interés. ¿Qué tan difícil era ver el mismo rostro que he querido ver desde hace tiempo? Y peor aún, la oscuridad de los pasillos me hacía más complicada la búsqueda.

Mi vista ya no soportaba cambiar fugazmente de rostro en rostro, y también mis oídos sufrían una aflicción insoportable debido a los gritos, alardeos y el alboroto alegre que abundaba por el lugar. Justamente el día de hoy las personas iban de bar en bar, de casa en casa, de pasillo en pasillo esparciendo la voz y celebrando que finalmente un nivel había sido vencido. Cada que ocurría eso, la gente de Ciudad Subterránea salía a celebrar a las calles como si el país de un ciudadano hubiese ganado la copa mundial de fútbol, o su presidente favorito hubiese ganado las elecciones. Sin embargo, a mí no me hacía mucha felicidad eso. Apenas habían vencido el nivel 25 del juego. Una maldita cuarta parte del juego había sido completada, y la gente ya celebraba como si fuese el final de todo. Ha pasado poco más de un año, y aun faltaba mucho para que se llegara al nivel 100. ¿Qué le sucede a la gente de hoy en día? Bueno, eso sinceramente no era de mi incumbencia. Lo importante para mí era seguir buscando entre la multitud a aquella persona, porque sabía que estaba aquí. Sabía que ella no estaba desaparecida. Pero… ¿cómo encontrarla? No tenía ni idea. Y dudo que alguien la conozca aparte de mí. Tan sólo tenía que aferrarme a esa diminuta esperanza de cruzar mi mirada milagrosamente con ella, y sólo así podré ser feliz.

Dejé de recargarme en el muro de roca, donde las estalactitas sobre mí se escondían en la oscuridad; las antorchas de bronce oxidado apenas si podían llegar a acariciar la negrura con su tenue brillo. Solté un gruñido, y me mezclé entre la gente emocionada, que no dejaba de aventar tarros de cerveza al aire, entre vitoreo y gritos de alegría.

"¡Hurra, Hurra! Los aliados lo han hecho otra vez. ¡Hurra!" —se oía entre todos.

No son más que gritos de esperanza. No son más que gritos para opacar toda esta realidad. Sólo es una alegría temporal. De hecho, una alegría que dura un par de horas y ya. Al día siguiente, PBO volverá a ser como siempre: asustadizo y cruel. Es por eso que tengo que encontrarla… Tengo que encontrarla, para que esté a mi lado y no le suceda nada.

Y así, desaparecí entre una multitud que al día siguiente, volvería a ser la misma mierda de siempre.


Ash

No…

La imagen de aquel sujeto muerto, Mirto, llegó a mi cabeza como un súbito recuerdo. Entonces, no sólo él llegó, sino que una sucesión de fugaces recuerdos invadieron mi mente: mi madre despidiéndose de mí en Pueblo Paleta, yo huyendo de la cafetería, una silueta enorme anunciando que no se podía salir de PBO, Serena desapareciendo en un precipicio, Dawn apareciendo en el Festival Carmesí, Mirto y Trip luchando a muerte, la traición de Paul y finalmente un cuchillo clavado en mi abdomen.

Al recordar aquello, al principio la lógica me indicó que estaba muerto, pero el instinto me hizo despertar de golpe. Un grito salió de mi boca y rodeó la habitación sigilosa donde me encontraba. El sonido de un marcapasos fue lo primero que escuché, seguido de una televisión encendida que estaba a unos metros de mí. Enseguida, noté que un sujeto estaba roncando en un sillón con sus piernas estiradas y recargadas en una pequeña mesa. Una revista le cubría el rostro, por lo que no pude saber a primera vista de quién podía tratarse. Ni siquiera el grito que había pegado lo despertó, aunque poco después se movió para reacomodarse y seguir durmiendo.

Todo era confuso en un principio. ¿Dónde estaba? Bueno, parecía ser un hospital, pero quién me había salvado. Sentí una gran punzada en mi estómago, y aunque el dolor había disminuido comparado con la vez que Mirto me había apuñalado, aun estaba presente, pero ésta vez la herida había sido curada. La gran incógnita era… ¿Dónde estaba Mirto?

Y entonces, antes de que me parara para buscar más respuestas, o por lo menos saber la identidad de aquel sujeto dormido, oí la manija de la puerta rechinar. Un chico entró a la habitación, pero su vista estaba dirigida a un videojuego móvil que estaba jugando. Cuando se dio cuenta de que yo estaba despierto, reaccionó al instante.

— ¡Has despertado! —Gold mencionó, y fue directo hacia mí.

El chico quiso acercarse, pero le advertí con la mirada que aun sentí un gran dolor en el estómago.

El grito del muchacho despertó de un susto a la persona que estaba dormida en el sillón, y me di cuenta de que se trataba de Citron. El chico se colocó sus gafas, se limpió la baba que había estado tirando, y dio un gran bostezo. Cuando me vio, se acercó y esbozó una sonrisa.

— ¡Oh, menos mal! —dijo alegre— Gold, avísale a los demás.

— Pero es que estoy jugando mi Game Boy…

— Hazlo, idiota.

Gold, resignado, salió de la habitación. Yo aun seguía con mis dudas, pero antes de que pasara otra cosa, Citron comenzó a hablar como era costumbre.

— Hace mucho calor, ¿no crees? —el chico fue hacia la ventana, y la abrió para que el aire entrara y circulara por el aula— Así está mejor —entonces, cuando dirigió su mirada hacia la televisión, justamente estaba en el canal de las noticias, donde una mujer estaba informando acerca de Pokemon Battle Online— Oh, aquí viene de nuevo la noticia. ¡¿Qué no se cansan de repetirla durante todos los días?!

— ¿Días? ¿Acaso he dormido varios días? ¿Qué noticia?

— Una semana y cinco días, para ser exactos. —el chico soltó una risotada, aunque yo no le veía los gracioso. Más bien, era alarmante el no estar ayudando a los jugadores de PBO— Y la noticia… bueno, no hace falta decirla.

— ¿Qué?

— Sobre ti, Ash. El mundo ha querido entrevistarte desde la primera mañana donde todos se enteraron que un jugador había despertado después de un año en donde el último beta cobarde terminó desconectándose. La buena noticia es que ahora todos han recobrado las esperanzas y no desconectarán a nadie.

— ¿Desconectar? ¿A qué te refieres?

— Ash, ¿no crees que un año después de lo que ha sucedido, la gente de aquí piense que los que están en PBO estén muertos? Es como si mantuvieras con vida un cuerpo que no ha mostrado señales de actividad en un año entero. ¿Tú que pensarías en su lugar? Estaban debatiendo sobre si desconectarnos o no. Ha habido manifestaciones en las calles en donde la gente no quiere desconectarlos, sobre todo las familias de los jugadores. El gobierno de los países poderosos habían estado más inclinados en desconectarnos. Y ahora, con tu vuelta al mundo real, se ha cerrado el debate durante un tiempo y han alargado más la espera.

— ¿Cuánto tiempo? —pensé en Brock, Dawn, Serena, Misty… En todos.

— No lo sé. Pero serán un par de meses más. Si la gente insiste, hasta podría ser otro año más si tenemos suerte. Bueno, ese es un problema por ahora menos que resolver. Ahora es más importante el que te llevemos a un lugar seguro.

— ¿Dónde estoy?

— En el mismo hospital donde Mirto te apuñaló. Suerte que te haya herido en un hospital, o no habrías sobrevivido. Lo malo ahora es que Trip y un gran abogado están justamente ahorita en una corte judicial donde se debate entre el asesinato que cometiste, Ash.

Me había olvidado del mundo real. Aquí, cuando matas a alguien, hay problemas legales, económicos y de todo tipo. No es como si estuvieses en PBO. Mierda.

— Pero tranquilo. La balanza se inclina a tu favor. Lo mataste en defensa propia. Hay varios testigos que afirman que un sujeto entró y estranguló a la recepcionista nocturna, y rompió unas cuantas puertas para buscarte. También hay varias pruebas a nuestro favor: cámaras que grabaron cuando Mirto entró, el arma de Mirto que no estaba registrada, y el puñal que contiene también sus huellas digitales. Prácticamente tenemos el caso ganado.

— Oh… —era lo único que podía decir—… pero, ¿y por qué fue Trip?

— Bueno, se supone que tú debías de presentarte en la corte, pero como estabas herido y en un estado crítico, no había forma de discutirlo siquiera. De hecho, mucha gente dijo que la corte debía de realizarse una vez que estuvieses recuperado, pero la prensa y demás gente ha estado con todos los ojos puestos en esta noticia, por lo que querían que el caso se resolviera al instante. Inclusive presionaron al gobierno de Ciudad Luminalia para que el caso se resolviera cuanto antes.

— ¿Y qué piensa la gente de Mirto?

— Bueno, la prensa ya ha investigado sobre él, y ha sufrido antecedentes de locura debido a la muerte de su familia. Además, descubrieron en su casa que tomaba narcóticos que lo volvían loco.

— Y es por eso que quiso asesinarme.

— No exactamente. Tal vez sea un factor, pero la verdadera razón por la que quiso asesinarte nadie la sabe… nadie excepto… tú y Trip ¿No es así?

— Sí —recordé la vez en donde Trip estuvo a punto de matarle, y lo último que dijo—. Había perdido la cabeza completamente. Trip y yo vimos antes de que muriera en PBO cómo había perdido totalmente el sentido. Trip supo poco después que ya no iba a obedecer las órdenes del líder del Gremio Rocket, y ahora sólo actuaría a lo que su ira le decía. Él estaba dolido por el pasado que tuvo, a pesar de que en cierta forma, él nunca tuvo la culpa de ello.

— Suerte que Trip se dio cuenta antes de que Mirto te asesinara.

Y entonces, antes de que dijera cualquier otra cosa, la imagen de una silueta había llegado a mi mente. La imagen de una persona que había llegado a la habitación oscura donde me encontraba yo y un Mirto sin vida. ¿Cómo no lo había recordado antes? ¿Cómo no se me pasó por la cabeza que aquel sujeto había salvado mi vida?

— Un momento… —dije sin siquiera ver el rostro de Citron—. ¿Quién me salvó la vida? ¿Quién aviso a los médicos que había un chico herido en una habitación? —recordé a aquel sujeto, y las palabras que me había dicho antes de caer desmayado.

— Oh… cierto —el rubio rió— Nuestro líder te salvó. El líder de la UEO.

— ¿Y… y quién es él? —quería que su nombre saliera de los labios de Citron, pero el rubio no pudo nombrarlo, ya que otra persona lo hizo en la entrada.

— Ciprés. El Profesor Ciprés.

Y súbitamente, cuando giré mi cabeza en torno a la entrada, ahí se encontraba él. Un sujeto alto, con un rostro pálido y acabado. Unas mejillas hundidas y unas ojeras notables le quitaban un par de años en cuestión de apariencia. La cabellera negra como el azabache y desarreglada le hacía tener un aspecto menos apuesto. Sin duda era el mismo sujeto que había visto cuando me dio la bienvenida a Ciudad Luminalia, pero tenía una apariencia más cansada y menos aseada. ¿Qué había pasado con él?

— Tú… —dije algo atónito, pero él llegó a mi posición. No entendí por qué también Citron estaba sorprendido, pero no dije nada. A sus espaldas aparecieron Gold, Crystal y Silver. Los tres parecían algo nerviosos.

— ¡Profesor! —el grito de Citron me sobresaltó. Su voz parecía entrecortada, y su mirada cambió de un instante a otro. De repente, miró a Gold para que le diera alguna explicación, pero al parecer él ni sus dos compañeros la tenían.

— Hola Citron —saludó Ciprés muy tranquilo.

Sin embargo, antes de que sucediera cualquier otra cosa, unas pisadas y unos gritos desesperados se pudieron presenciar afuera de la habitación por los pasillos lejanos del hospital. Gold se asomó por la entrada para ver lo que sucedía, y cuando volteó a ver al profesor de nuevo, el chico de gorra sonrió nerviosamente.

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— Te dije que los distrajeras, Gold —dijo Ciprés, pero el chico no tenía explicación alguna.

— Los mandé al último piso del elevador. ¿Eso cuenta como distracción, no es así?

— ¡Maldita sea! —maldijo el profesor, y sin preguntarme, me tomó de las piernas.

— ¿Qué… qué pasa aquí? —pregunté.

Sin embargo, no obtuve respuesta alguna, más que los gritos de afuera que se acercaban acompañadas de pisadas fuertes y agitadas.

— Ayúdame con sus brazos —le ordenó al rubio— Nos largamos de aquí.

— ¡¿Qué?! —dije y al gritar, sentí un dolor agudo en el vientre—. ¿Qué… qué mierdas sucede?

— Lo siento, Ash. Nunca pensé que Ciprés vendría así como así —replicó Citron.

Y entonces, Silver maldijo por lo bajo y salió de la habitación.

— Ganaré algo de tiempo. Váyanse, estúpidos.

Y junto con ayuda de Gold, ambos comenzaron a correr por los pasillos. Cuando tres policías aparecieron por uno de ellos, los dos chicos ya habían preparado una gran embestida que los tiró al suelo. Entonces, Crystal apareció y arrebató los radios de los policías, azotándolos contra el suelo y quebrándolos en pedazos.

Ciprés y Citron no perdieron el tiempo, y con sus brazos ocupados cargando mi cuerpo, corrieron lo más lejos que pudieron de los policías. Sin embargo, el pasillo se dividía en dos, y de la izquierda aparecieron un par más de autoridades que tenían intenciones de detenernos. Citron lanzó un grito de susto, e instintivamente giró hacia el camino de la derecha, donde por suerte había un elevador al final del pasillo. Pero cuando estábamos a punto de llegar al elevador, uno de los policías apareció por los pasillos que se abrían en medio del elevador; parecían cual ratas multiplicándose por todos lados. Gold y Silver aparecieron milagrosamente del otro lado del pasillo, y embistieron al policía que no supo de dónde le habían llegado. Ciprés les agradeció y se metió dentro del elevador junto conmigo, Citron y Crystal.

— Vamos… vamos —Crystal había apretado el botón para cerrar las puertas, mientras veíamos cómo cinco policías venían corriendo hacia nosotros.

— ¡Corran, nosotros iremos por la salida de emergencia! —gritó Gold.

Crystal ahogó un grito cuando vio cómo uno de los policías estaba a un par de metros de nosotros, con una de sus manos llevándosela a la cintura, ahí donde estaba su arma.

El elevador se cerró justo a tiempo, y comenzamos a bajar hacia el Lobby. Hubo un momento de calma donde la música de ambiente nos relajó, pero sinceramente era una estupidez el relajarse en un momento tan confuso como éste. Cuando la puerta se abrió, los dos sujetos que me cargaban corrieron por el Lobby y tratamos de salir por la puerta principal de cristal del hospital, que se abrió automáticamente al vernos pasar. Sin embargo, oímos el rechinar de las llantas de dos patrullas que se pararon justo en la entrada, y oímos las puertas abrirse inmediatamente, mientras más policías salían de ahí.

— ¡POR AQUÍ! —Gritó Gold y levantó una mano para que lo viéramos. Volteamos atrás, y nos señaló un camino escondido por el Lobby, que era el camino de emergencia. Volvimos al hospital, ahora con advertencias mediante una bocina y un par de disparos que sobresaltaron a medio mundo.

Gold nos dirigió por un camino estrecho y cada vez más oscuro. Había muchas puertas, y en cada pasillo al que entrábamos veíamos conserjes, guardias del hospital, y médicos que estaban almorzando a escondidas e inclusive a una pareja de doctores que se estaban besando secretamente, pero que se sobresaltaron al notar nuestra sorpresiva presencia. Varias tuberías colgaban de la pared, del techo y del suelo, desprendiendo un olor húmedo y un humo blanquecino. Después de que la oscuridad nos rodeó por completo, acompañado por unos letreros fosforescentes que indicaban los señalamientos hacia la salida, pudimos salir a un estacionamiento cerrado, que se alzaba varios pisos y había un centenar de automóviles estacionados.

— ¡¿Dónde coños dejaste el automóvil, Citron?! —gritó Gold, y él indicó que estaba en la tercera planta.

Comenzaron a correr con todo lo que podían, y subimos por unas escaleras que nos dirigieron a la tercera planta, mientras escuchamos a nuestras espaldas unas voces lejanas y unas sirenas que se ahogaron con las paredes del estacionamiento.

La UEO corrió un par de metros más y paró en una minivan grisácea, que parpadearon sus luces al notar que habíamos llegado. Los seguros se desactivaron, y Gold arrebató las llaves del bolsillo de Citron.

— ¡No lo hagas, no conduzcas tú! ¡Quién sea menos tú!

— Muy tarde, ricitos de oro —confesó y se subió frente al volante. Crystal se colocó en el asiento del copiloto, mientras Silver me ayudaba a introducirme a la espaciosa minivan que por suerte no tenía asientos traseros, sino hubiese tomado una eternidad para acomodar a un herido dentro de ella.

— Mi madre me va a matar —dijo Citron preocupado.

— ¿Piensas en eso cuando estamos siendo perseguidor por policías? —rió Ciprés.

— ¡Tú eres el culpable de todo, cállate! —gritó, pero su ira se borró al ver unas luces carmesí y azuladas tragarse la luz tenue del estacionamiento. Unas sirenas comenzaron a tomar fuerza y longitud, y entonces supimos que no había escapatoria.

— Gold… —nombró Crystal en señal de que era momento de arrancar.

— Aun no han metido a Ash por completo —dijo el chico cuando vio que Ciprés aún estaba debajo del automóvil, tratando de meter mis pies con sumo cuidado.

— ¡Arranca! —mencionó Silver cuando apareció una hilera de patrullas por la tercera planta, e iban directo sin piedad alguna para chocar contra la minivan estacionada.

El azabache pisó el acelerador a fondo, mientras quitaba el freno de manos y ponía las velocidades. El humo de las llantas traseras levantó una capa de humo, y Ciprés metió medio cuerpo en la camioneta, mientras Citron le ayudaba para subirse por completo.

— ¡Oh, mierda! —la mano de Ciprés resbaló, y las armas de los comisarios se hacían resonar en el ambiente cerrado.

— ¿Hacía dónde carajos voy? —se preguntó Gold, y Crystal le indicó que tenía primero que burlar a los guardias y subir hasta la última planta del estacionamiento.

La minivan dio una vuelta brusca. Ciprés por poco cae al suelo, pero por fortuna se agarró de la manija de la puerta trasera, mientras su cuerpo volaba por los aires sujetándose fuertemente de la puerta. Citron intentó hacer algo con ayuda de Silver, mientras Gold aceleraba por un camino recto, aunque pocos segundos después había otra curva que los policías tenían contemplado rodear. Gold predijo aquello, y viró hacia la izquierda nuevamente, confundiendo a los policías. Debido a la inercia de la vuelta, la puerta trasera ahora se cerró por completo, metiendo a Ciprés al automóvil estrellándose con el rubio y el pelirrojo. Gold milagrosamente había burlado a un par de policías, pero notó cómo una patrulla más aparecía por la rampa que te transportaba hacia las plantas del estacionamiento. Gold no le importó aquello, y chocó con ella, rayando la pintura lateral de la minivan. La camioneta pudo entrar por la rampa y ascendió rápidamente, mientras que la patrulla le pisaba las llantas traseras.

Cuando el chico llegó al último piso del estacionamiento del hospital, éste estaba a la intemperie, pero no había salida.

— ¿Y ahora? —Citron entró en crisis, pero Gold vio que había una pequeña saliente deformada en el estacionamiento que carecía de barda alguna.

— Saltaré. Sujétense —advirtió el chico, y se colocó la gorra hacia atrás.

— No te atrevas… ¡Es la camioneta de mi mamá!

— Me valen cien Jigglypuffs si es de tu madre. Es necesario —y entonces, aceleró con todo lo que podía hacia aquella rampa, mientras los gritos de todos se hacían presentes. Notamos cómo las patrullas se detenían al ver que estábamos a punto de hacer una locura.

Y entonces, la minivan saltó por los aires. Mi estómago sintió un revoltijo al notar cómo caía varios metros, mientras flotábamos dentro de la camioneta. Lo último que pude ver fue la sangre manar sobre mi vientre debido al esfuerzo que estaba haciendo, pero ahora lo único que me importaba era sobrevivir a esto.

Sentí un fuerte golpe en la cabeza, seguido de un aterrizaje brusco. La minivan había aterrizado en la calle, con la defensa ya deshecha y con huellas permanentes de las llantas en medio de la calle. Gold no pudo controlar el volante y se fue a estrellar con un puesto de hamburguesas que tenía varias carnes en su asador móvil. También pudo notar cómo un buzón se rompía y escupía todo el centenar de cartas que había dentro de él, seguido de un hidrante que se rompió y dio lugar a una fuente potente que dejó caer varias gotas de lluvia en una zona determinada. El coche estuvo vivo, al igual que todos nosotros. Gold rió ya de alegría, pero su sonrisa desapareció al ver que un par de patrullas nos habían seguido le paso desde la salida principal del Lobby.

Entonces, Gold comenzó a esquivar varios coches, motocicletas, autobuses, peatones y todo lo que estaba a su paso. El claxon del chico sonó cuando notó cómo una anciana que cruzaba la calle no oía cómo la minivan venía a toda velocidad. Por suerte, estuvo a centímetros de atropellarla, si no fuese porque la viejita se paró milagrosamente.

— Por la autopista… ¡Vete por la autopista! —le ordenó Crystal, y Gold cambió nuevamente de velocidades.

Entonces, dobló un par de calles y notó una gran avenida a lo lejos.

— ¡Ahí está! —sonrió, pero parecía que sus sonrisas eran un mal augurio para todos: un par de policías había colocado una barda poncha llantas en la calle, seguido de una hilera de policías que esperaban a nuestra llegada—. ¡A tomar por el culo, policías!

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El chico viró el volante lo más que pudo y giró hacia una estrecha calle. Su claxon desesperado comenzó a advertir a las personas de aspecto asiático que parecían estar vendiendo en un barrio chino. Varias luces chinas, frutas, comida, ropa tendida de una ventana a otra y muchas artesanías asiáticas se cruzaron con el parabrisas de la camioneta, mientras todos gritábamos en señal de que no sabíamos exactamente si íbamos a chocar tarde o temprano. Cuando salimos de ahí, pudimos notar que la autopista estaba cerca. Gold comenzó a conducir con todo lo que el velocímetro podía permitirle.

— Ah… diablos — maldije al ver que la herida empeoró.

— Tranquilo, te curaremos pronto. No está tan grave —dijo Ciprés.

— ¿Qué sucede aquí? ¿Por qué escapamos? —quise saber enseguida todo este lío.

— Oh, bueno…digamos que soy una persona buscada —confesó Ciprés.

— ¡¿En serio?! ¡Vaya, qué sorpresa, no me había dado cuenta!

— ¡El profesor se apareció así de la nada! ¡No lo tenía previsto, Ash! —admitió Citron.

— ¿Por qué vino? —le pregunté al sujeto, que estaba atento a las patrullas que aparecieron a lo lejos, tratando de seguirnos el paso.

— Era urgente sacarte de ese hospital. Necesito que entres al juego ahora.

— Podía haber entrado desde el hospital. ¿No cree?

— No. La gente no te lo hubiese permitido. El casco que habías usado se te fue arrebatado ¿no te diste cuenta? El gobierno no te hubiese permitido entrar de nuevo al juego. Armarías un caos.

— ¿Qué?

— Después de tu recuperación, la gente te hubiese preguntado miles de cosas. Te hubieran sometido a pruebas científicas, interrogatorios policiales, entrevistas noticieras. Todo. La gente hoy en día está desesperada por saber lo que realmente sucede con el juego.

Súbitamente, Gold comenzó a esquivar a varios coches que iban a un paso semi-rápido.

— ¡Quítate imbécil! ¿Estás ciego o qué? —gritó desde la ventana— … ¡La tuya!

Y entonces, las patrullas comenzaron a acelerar más el paso. Gold había entrado a la autopista, que te alejaba de Ciudad Luminalia y donde había menos automóviles. Sin embargo, era una situación favorable para las patrullas, que tenían más caballos de fuerza en sus motores.

— ¿Y qué hiciste? ¿Por qué te buscan?

— Bueno, es una larga historia —mencionó Ciprés—. No creo que éste sea el momento adecuado para explicarla.

— Entiendo. Pero… ¿qué pasa en PBO? ¿Por qué es urgente que me conecte?

— Te quiero por una buena razón Ash. Citron estuvo buscándote arduamente dentro del juego, no sólo porque queremos que participes en una misión de la UEO, sino porque sabes mucho acerca del Gremio Rocket. ¿No es así?

— Cierto, pero no creo saber mucho sobre ellos. Sólo sé la identidad de unos cuantos de miembros, Masato, Mirto y Cintia, a uno nuevo llamado Paul y ya. El líder es tan misterioso como el gremio. Lamento decepcionarte.

— Oh, de eso no hay problema.

— ¡Mi abuela conduce mejor que tú, idiota! ¡Quítate del camino! —maldijo Gold, mientras rebasaba a coches a diestra y siniestra, y los policías aumentaban cada vez más, y se acercaban con paso veloz. Las casas, edificios y zonas urbanas eran reemplazados por grandes hectáreas de campos agrícolas, pequeñas casas y ganado.

— Sabemos la identidad del líder del Gremio Rocket —dijo Silver.

— ¿Qué? ¿Y por qué no me lo habían dicho?

— Es muy arriesgado hablar sobre ello dentro del juego. Ahora no se puede confiar en nadie ahí.

Ciprés asintió.

— Él es Giovanni —mencionó, aunque yo no tenía ni idea de quién era ese sujeto— Él era un compañero mío. El creador del juego.

— Un momento… ¿eso quiere decir que Oak no es el creador del juego?

— También lo es. De hecho, hubo ocho colaboradores en la creación del juego, y entre ellos están Giovanni, Oak y yo. Te lo explicaré cuando lleguemos a…

— Oh, mierda de Farfetch'd —cuando Gold cambió su semblante a uno serio, nos dimos cuenta de que frente a nosotros, no muy lejos de donde nos encontrábamos, la autopista era invadida por un sonido peculiar. Una pequeña alarma con una luz amarillenta tintineante comenzó a sonar. Un paso a nivel se encontraba frente a nosotros, mientras las vías férreas que se cruzaban por la autopista comenzaban a temblar y las pequeñas rocas de tierra y polvo castañeaban entre la calle. El tren estaba a pocos metros de cruzarse por la carretera, y oímos el sonido que expulsaba de su chimenea, advirtiéndonos que no había paso para nosotros.

— Lo intentaré.

— ¡No, Gold! —Crystal tomó su mano a causa del nerviosismo.

— Oh, mierda —Citron se tapó los ojos, y Silver intentó ser valiente.

Y entonces, el chico pisó tan fuerte el acelerador, que por un momento pensé que éste se iba a quebrar. La velocidad del motor había alcanzado su máximo límite, y las llantas estaban a punto de reventarse.

El automóvil rompió el letrero que nos impedía el paso, y pasó justo cuando el tren estaba también pasando. La luz trasera de la minivan se quebró al chocar con el tren, pero éste salió ileso y siguió su camino. La camioneta debido al impacto dio varias vueltas sobre el pavimento, hasta que se desvió hacia la tierra y hacia un campo de maizales; el automóvil se escondió entre las plantas de maíz, y la puerta trasera de la camioneta se había roto por completo, dejando un gran hueco. Ciprés miró el hueco, sabiendo que él pudo haber sido atropellado por el tren por pocos centímetros, y entonces esbozó una sonrisa al ver que fue bastante afortunado.

— ¡SÍ, ASÍ SE HACE! —gimió Gold, y abrazó a Crystal, que aun estaba atónita, aunque un poco sonrojada por el abrazo.

— Este tipo casi nos mata —mencionó Silver y suspiró.

— La… la camioneta —Citron estaba cabizbajo— Mi madre… mi madre tiene una guillotina lista cuando entre a mi casa. Ella no me perdonará.

Después de unos segundos de susto, notamos que las sirenas policiacas aun estaban sonando, detrás del largo tren que pronto iba a acabar.

Gold se percató de esto, y arrancó el motor. Entonces reanudamos el camino, con más tranquilidad pero con la misma velocidad para alejarnos de los policías que no les quedaba otra opción más que esperar a que el tren de carga les permitiera seguir su camino.

— ¿Y bien? —dije, mientras trataba de aguantar el dolor de mi vientre.

— Oh, tu misión —sonrió— Necesitamos un espía. Un espía que nos informe sobre las acciones del Gremio Rocket.

— Creo que no soy el chico indicado. Giovanni me tiene vigilado ya.

— Oh, nunca dije que fueses tú; necesito a alguien que aun sea parte del Gremio Rocket; quiero que tú lo convenzas de que sea nuestro espía.

— ¿Quién? ¿Cintia, Paul? Estás loco —mencioné.

— No —Ciprés esbozó una sonrisa— ¿Quién mejor que tú para convencer a Masato? Necesito que te unas a su Gremio Esmeralda, y lo convenzas de que sea de nuestro equipo.


¿?

Finalmente el ruido incesante de alegría y júbilo había terminado. Eso era bueno. Lo malo de todo esto era que poco a poco me iba desesperando, pero si he soportando más de un año buscando a aquella persona, podría soportar inclusive hasta otro año con la búsqueda.

Solté una risa misteriosa, y deslicé el pequeño vaso de madera pulida por la barra, donde el sujeto encargado del bar la tomó y me sirvió de nuevo de aquel licor fuerte que había estado tomando. El recipiente llegó nuevamente hacia mi guante de cuero oscuro, y me lo llevé a la boca sin titubear. Las mejillas rosadas en mi tez pálida y el mareo súbito me indicaron que ya estaba un tanto ebrio, pero no me interesaba en lo más mínimo eso. Si yo quería, podía morir de ebriedad, podía morir de hambre, podía morir de rabia, alegría, tristeza, un suicidio, con un balazo en la cabeza, con un Blastoise metiendo su cañón por mi culo. Podía morir de cualquier forma. Sin embargo, no hoy. No ahora. No sin antes encontrarla.

Mis pensamientos fueron súbitamente interrumpidos por algo que sucedió. La capa larga carmesí que caía sobre mi espalda y que estaba colgada alrededor de mis hombros por un broche de oro cobalto en forma de pokébola, fue pisoteada por un sujeto que pasó por ahí. Yo en un acto de distracción caí por la fuerza que jaló mi capa, y azoté cual Tauros por el suelo. La gente comenzó a reírse y a silbar, mirándome con desprecio y humillación. Cuando me levanté, me volteé y clavé mi mirada contra el sujeto ebrio que había pisado sin intención mi capa.

— Ten más cuidado —le advertí.

El sujeto soltó un hipo, pero después rió como si hubiese dicho una clase de chiste o cántico gracioso. Un coro de risas le siguieron, y entonces toda la atención se centró en nosotros dos.

— Yo piso donde quiero, idiota —el sujeto apenas si podía hablar, y parecía que tenía bastantes pantalones como para hablarme de esa manera—. Tú no me dices qué hacer.

— Sólo he dicho que te fijes más por dónde caminas. Puede que al día siguiente pises un hoyo donde caigas y acabes con tu vida.

— ¿Acaso… acaso…? —el sujeto volteó hacia toda la multitud, que soltaba risotadas— ¿Acaso me estás amenazando?

— Si te queda el saco, puedes tomarlo como una amenaza. Quién sabe.

— ¡Oigan! —se dirigió hacia la multitud— ¡¿Escucharon eso?! Este imbécil me está amenazando a mí… al sujeto que ha ayudado en las mazmorras de diez niveles. Al espadachín que ha combatido junto al líder del Gremio Escama de Dragón. Estás amenazando al líder del Gremio Sombra de Luna, Jake Stubborn. No sabes con quién estás liando, muchacho. No tienes idea… Yo fui la razón por la que el Espadachín Esmeralda está desaparecido. Yo soy la razón por la que ahora el Gremio Esmeralda está en un caos y está anunciando su resurrección ¿ves? —el sujeto me enseñó un cartel donde se anunciaba que aquel gremio iba a tener un aviso muy pronto— Yo soy el que ha dado los golpes de gracia a varios jefes de mazmorra. No tienes idea de con quién te metes, niño.

La gente esbozaba sonrisas de ironía, sabiendo que aquel sujeto era la mayor autoridad entre todos los de aquí.

— Me vale una mierda —le sonreí al señor calvo— Como si me creyera todo lo que me cuentas—reí irónicamente— Escucha. No me conoces, y tal vez yo no a ti. De hecho, jamás había escuchado de ti en mi puta vida. No te lo tomes a mal, pero si de verdad fueras alguien importante, ya habría escuchado de ti yo y todo PBO. Ahora, si me lo permites, me largo de este cuchitril lleno de ratas apestosas y mariconas. No me siento a gusto con gente tan débil como ustedes.

Sin esperar ni un segundo, me aparté de él y comencé a ir hacia la salida. Cuando salí de la taberna, nuevamente la oscuridad de Ciudad Subterránea se hizo presente, y el aire frío de las corrientes de fuera circulaba por la enorme cueva rodeada de estalactitas.

— ¡Oye tú! —sabía que me iba a seguir. No… sabía que todos estos tontos me iban a seguir. Todos salieron cual ansiosos por darme una paliza por lo que les dije. Todos estos borrachos buenos para nada estaban ya listos para darme una paliza, si es que lo intentaban.

El líder del Gremio quién sabe qué se colocó frente a mí, mientras yo le daba la espalda. Cuando me volteé, el sujeto me miraba con una ira tan extraña, que no supe decir si tenía algo en el entrecejo o si de verdad estaba furioso.

— Lamentarás lo que has dicho.

— No, no lo lamento.

En un abrir y cerrar de ojos, el sujeto lleno de canas y entradas, sacó una espada al lado de un Sneasel. La espada brilló por un momento cual luna, y apagó todas las antorchas. Fue el brillo más resplandeciente que había visto en días, ya que estaba acostumbrado a la oscuridad de esta ciudad. Pero de hecho, fue lo único que pasó. El brillo resplandeció muy hermoso a mi alrededor y ya. No pasó nada más.

Me di media vuelta, y seguí caminando.

El sujeto estaba meado en sus pantalones. Mi Charizard, que medía más de tres metros, estaba detrás de él, respirando bruscamente un aire cálido, con un Sneasel sobre una de sus patas, a punto de ser aplastado totalmente. Cuando el sujeto volteó, el Charizard lo miraba cual bestia caníbal. Unos ojos carmesí que irradiaban una ira más de la que el sujeto y su banda podían realizar, paralizaron a todos. El tipo ebrio volteó a ver a sus amigos borrachos, y estos estaban con la vida baja, y escapaban con cada segundo que pasaba, ya que mi Charizard también los había sorprendido a ellos.

Sin hacer nada, dejé que tanto su Sneasel como él escaparan y huyeran, mientras regresaba a mi Charizard a mi pokébola.

Y nuevamente, en medio de una oscuridad donde poco a poco las antorchas iban retomando su brillo antiguo, comencé a caminar por las cuevas oscuras de Ciudad Subterránea. Sin embargo, cuando vi la luz de la noche a lo lejos, allá en la salida donde se extendía una planicie con unos pequeños castillos que eran la base del Gremio Alma de Piedra, oí un ruido detrás de mí. Unas pisadas… Alguien me seguía, y cuando me paré en el camino, también sus pisadas lo habían hecho.

— ¿Qué no te quedó claro? —pregunté, pero no obtuve respuesta—. Sal de ahí, o tendré que hacer algo que no me gustaría hacer.

— ¡N-no! ¡Alto! —los gritos resonaron por la cueva detrás de nosotros, pero no delante, donde el aire era libre.

Y entonces, de la oscuridad y de un par de piedras escondidas del muro de las cavernas en forma de casas, salió una silueta. Me sorprendí al ver que se trataba de una chica. Una chica que a primera vista parecía débil e inocente. La chica era rubia, de ojos color miel, y llevaba unos atuendos de campesina, con un sombrero de paja en la cabeza. Su tez pálida resaltaba en la oscuridad, y cuando me miró, supe inmediatamente que no se trataba de amenaza alguna.

— No voy a hacerte daño.

— ¿Qué quieres?

— Bueno… yo…

— ¿Por qué me sigues?

— Vi lo que hiciste con esos sujetos.

— ¿Y?

— Quiero… quiero acompañarte.

— ¿De qué hablas?

La chica se quedó callada por algunos instantes. Al parecer, no sabía expresar lo que en realidad quería decir.

— Quiero formar un equipo contigo. He visto que tienes un Charizard fuerte, y sin duda tú también lo eres —la chica miró la espada que colgaba de mi cintura— Por favor, quiero acompañarte en tu viaje. Quiero viajar al lado de alguien tan fuerte como tú.

— Me halagas, pero no será posible —comencé a caminar, y finalmente salí de la cueva. El aire libre de la noche comenzó a circular, y las casas altas y oscuras de piedra rodeaban la planicie que estaba aún un centenar de metros alejada.

— Por favor… —la chica siguió insistiendo. ¿Es que no le quedó claro?

Yo la ignoré y seguí mi camino.

— Escucha, no quería decirte esto, pero lo haré de todas maneras. Tengo… tengo miedo a morir. Quiero que alguien me proteja, y siento que tú puedes hacerlo.

— ¿Quién soy? ¿Tu padre? ¿Tu novio? Niña, aquí el único que te protegerá eres tú. Entrena y hazte fuerte.

— Soy fuerte… pero… pero no quiero morir.

— Lo siento, no puedo protegerte yo. Tengo una misión que cumplir.

— ¿Misión? ¿Qué misión?

— No es de tu incumbencia.

— Por favor, puedo ayudarte. ¡Ya sé! Si me aceptas en tu viaje, puedo ayudarte con esa misión.

Cuando lo dijo, por un momento pensé que iba a ser una pésima idea. No… no pésima… ¡Una horrorosa idea! ¡De hecho, era una idea estúpida! Pero por alguna razón, no sé por qué lo hice y tampoco sé por qué mi instinto pensó lo contrario, pero supe que podría acelerar mi búsqueda.

— Yo… —titubeé y me paré en el camino. El camino ahora se dividía en dos, pero yo me quedé en mi lugar, sin decidir hacia donde viajar. Si hacia aquel lugar donde te llevaba a un laberinto lleno de casas alumbradas, o a otro donde te llevaba exactamente a otro igual.

— Vamos… ¡Es una gran idea!

— De acuerdo —bufé— Pero con una condición.

— ¿Cuál? —preguntó la chica alegre.

— No me hables.

— Oh… pero…

— Sólo hazlo en los momentos necesarios.

— ¿Y a quién buscamos? —cambió de tema, como si ya me conociera lo suficiente. Odio a esta chica.

— A mi hermana. Ahora, no molestes y mantente callada si quieres que te proteja de algún Pokemon o algún jugador que quiera matarte.

— ¿C-cómo sabes que…?

— Niña, estaría tonto si no adivinara que quieres que te proteja porque alguien te está buscando. ¿Por qué otra razón quisieras acompañarme? Hoy en día, PBO es más peligroso que nunca. No preguntaré quién quiere asesinarte, ya que hay un rumor de tipos que van matando a novatos y en realidad no los andan matando. ¿Acaso a ellos son los que les tienes miedo?

Ella asintió.

— Bah. Bueno. Mantente a mi lado, pero no hables más de lo necesario y todo estará bien.

— De acuerdo… —mencionó y caminos por unos cuantos segundos más, hasta que no resistió y comenzó a preguntar— ¿Y cómo es tu hermana?

Solté un bufido.

— Castaña, bajita, de ojos azules. Ahora, no molestes niña.

— No soy "niña". Me llamo Yellow —sonrió, y aunque comencé a odiarla, me pareció una tierna e inocente sonrisa—. ¿Cuál es el tuyo?

— No te importa.

— ¡Anda, dilo! O te juro que voy a hablarte hasta la muert…

— ¡Red! ¡Red! Me llamo Red —confesé, mientras seguíamos nuestro camino nocturno y silencioso… o no tan silencioso.


¡Hola! Jovat ha resurgido de entre los muertos para obsequiarles la tercera temporada. Extrañé mucho el no postear capítulo uno, pero finalmente lo hago, y acá entre nos también extrañaba los capítulos que involucraban al mundo real. Sé que todo lo que leyeron acerca de Ciprés y los policías fue como de ¿QUÉ RAYOS?, pero saben que es normal que surgan dudas al inicio de la temporada. También debo confesar que mi crueldad ha bajado considerablemente, por lo que las dudas de este capítulo se resolverán en el siguiente y muchas otras dudas que inclusive surgieron en la primera temporada. Ya sabrán pronto de lo que hablo.

Cabe resaltar que ya me faltan unos pocos capítulos para terminar la tercera temporada, y tendrá aproximadamente los mismos capítulos que la segunda temporada, por lo que habrá fic para largo rato. Inclusive ya me resulto algo tedioso el tener muchos capítulos, pero eso me pasa por tener una imaginación loca y abrir muchas tramas que dejan dudas. Sin embargo, les aseguro que no se decepcionarán y/o aburrirán en el transcurso de esta temporada. ¿Qué más puedo decir? He leído cada uno de sus reviews desde que desaparecí de Fanfiction durante estos meses y debo decir que estoy muy agradecido tanto los que comentan como los que le dan "Fav/Follow" al fic, así como las visitas que he recibido. Sólo por esta vez no contestaré reviews, porque tendría que contestar desde los rewiews del capítulo 52 y sería algo tardado xD.

En particular me gusto este capítulo mucho y sobretodo el soundrack (Soy fan de Jack Sparrow LOL) y espero haber sincronizado el oportuno momento entre el fic y la música. ¿Qué más? Oh sí. Hay dos noticias que quiero informar: La primera es que los capítulos serán un poquitín (No tanto, sólo un poco jajajá) más largos que los que he escrito con anterioridad. Si lo desean puedo separar los capítulos para que se hagan más cortos, esto porque sé que a veces es algo tedioso el estar leyendo capítulos largos. Y vaya que éste fue un poco largo, perdón. La segunda noticia es que habrá muchos personajes nuevos, así como otros que no habían aparecido durante un largo rato, así que prepárense C: Y la última noticia es que ya no tenía el tiempo de VagoBuenoParaNada de hace algunos ayeres, por lo que no podré postear muy seguido los capítulos. Es decir, habrá semanas en las que SÍ podré actualizar el fic tanto el martes como el viernes, mientras habrá algunas otras semanas en las que sólo podré actualizar semanalmente, así que espero no sea una molestia. Eso es debido a que mis padres me han mandado a trabajar cual negro mientras aun espero mis resultados de universidad. Si no paso el exámen de uni (que espero pasar xDD) aun así tendré que trabajar diario para no dar una mala imagen de VAGO TOTAL, ya que he estado un año y medio sin estudiar y andar creando Fanfics. (Razón por la cual PBO se ha creado jajajá). Pero bueno, basta de el hablar de mí. Espero el capítulo les haya gustado y les mando un gran saludo desde México. Nos vemos el... MARTES (Fuck Yeah).

PD: El guión largo (—) en Word lo hago copiándolo de internet y presionando Ctrl + V en Word. Es algo tedioso al principio pero poco a poco uno se va acostumbrando en vez de presionar el guión normal del teclado (- ). Yo tampoco hallé la manera de hacer el guión largo en el teclado, por eso recurrí al Copy Paste jajajá. Espero haber resuelto tu pregunta Cata Plox.

PD2: En efecto Gold tiene un Pokemon del anime, aunque también tendrá del manga.

PD3: Gold tiene grandes habilidades automovilísticas, por si preguntaban.

PD4: Jake es mi ídolo. Puede señalar un cartel en un estado de ebriedad excesivo. Hasta yo puedo hacerlo .-.

PD5: La viejita de la calle era mi abuela... Suerte que no fue atropellada.

PD6: QUÉ COMIENCE PBO III.

Próximo capítulo: Los orígenes de la Virtual Console