Qué hay de nuevo. Después de una semana sin capítulo, finalmente vengo con otro :)
Fatimasand: Gracias, Drew será un poco cruel de ahora en adelante :O
Oshe cy q cy: FALCON PPPPPAAAAWWNNCHHHH!
marth de andormeda: Las únicas preguntas que puedo responderte son estas: El Gremio Novato está muerto, ya que Mirto decidió matarlos con el casco antiguo. Y Serena no aparecerá esta temporada u.u O tal vez al final, pero no aparecerá mucho.
Kuroi: ¡Finalmente le atinaste a algo! xD pero la cuestión es... ¿Drew es del Gremio Rocket?¿Qué carajos tiene que ver él con Masato? ¿Y por qué le cedió Masato le poder? Bueno, eso lo descubrirás con el tiempo. Mientras tnato disfruta de este capítulo y gracias por tus grandes reviews :)
MatchMon: El golpe virtual que me diste aun duele T.T Pero como sea, la semana ya pasó y aquí está el capítulo. Bueno, supongo que si hay Advance es obvio que pasará algo entre el Pearl, pero no creo que Dawn se vuelva odiosa. Y respondiendo a tu pregunta, cada jefe tendría megaevolución, pero como no hay 100 Pokemon con megaevolución, por razones obvias tenía que saltar, además de que no voy a poner muchas batallas contre los jefes, por lo que sólo pondré a algunos cuantos Pokemon con megaevoluciones, y sabrás de antemano que en los últimos niveles no habrán Pokemon normales con megaevoluciones, sino los más poderosos... que no tengo que decir quienes son. Gracias por el review :) Y gracias por decirle a los lectores de la aplicación de música.
Cutesaralisa: A Haruka no la secuestraron xD Y buena tu teoría, pero no creo que sea la acertada.
jorgelatina148: Lo siento pero Serena no aparecerá mucho T.T
baraka108: Jaja, Drew se pasó de vergas xD Muchas preguntas que tú mismo podrás resolver leyendo los capítulos :P
Cata Plox: Si odias a Drew, te digo que te prepares para odiarlo de verdad. Y sin duda Ruby tendrá mucho más protagonismo que Eureka y Serena juntas xD
Poker Knight: Gracias por el review, ¿y la Master Ball dónde estará?...
no tengo cuenta: Consideraré el ver si pongo a los villanos de los otros equipos. Y la otra historia no creo que tenga tiempo :(
Bueno y ahora con el siguiente capítulo, que tendrá personajes nuevos :O Sin más me despido y nos vemos el viernes.
VIDEO: Korra confronts Tarlok - The Legend of Korra OST (Si están en el móvil, descarguen Viral Pro para que escuchen a la música en Youtube mientras leen el capítulo).
Capítulo 58
La secuestradora y el aprendíz
Misty
El viento por poco y me hace perder el equilibrio. La altura me afectaba segundo a segundo, cada vez que ascendíamos más y más por la gran montaña que atravesaba el manto anaranjado de nubes. El sol se asomaba por lo alto del cielo cuando atravesamos la troposfera. El frío era aterrador, a pesar de que llevaba puesto un abrigo de lana que me mantenía tibia. Volteé hacia atrás para ver el paisaje rocoso que había visto hace poco, pero ahora ya nada podía observarse más que una capa gruesa de nubes que se movían sutilmente con el viento. Las ampollas comenzaban a presentarse en mis manos, debido a que seguía sujetando el saco pesado como si se tratase de mi vida. Iris me pisaba los talones, cuidando cada paso que daba para no caer en un abismo celestial. Estábamos a una gran altura, más de la que creía, y no debía de dar un paso en falso, o todo estaría acabado. No por nada nadie podía llegar fácilmente al lugar a donde nos dirigíamos.
Un camino estrecho y sumamente peligroso se presentaba ante nosotros. La pared rocosa e irregular de la montaña había cubierto la mayoría del camino, dejando una pequeña orilla en la que sólo se podía pasar a hurtadillas, con el pecho pegado en el muro de piedra.
— Sujétate bien —me comentó Iris. La chica avanzó primero, y poco a poco comenzó a avanzar por la orilla; unas diminutas rocas caían por el vacío cada vez que daba un paso. Cuando llegó al otro extremo, donde el camino había tomado de nuevo una forma más amplia, empinada y ascendente, la jugadora extendió los brazos—. Lánzalo.
Mis brazos lanzaron con fuerza el costal y éste fue capturado sin problema alguno por Iris. Entonces, fue mi turno de cruzar por el camino. Daba pequeños y cuidadosos pasos por la orilla, cerciorándome de que no cayera. No obstante, en una pisada traicionera, mi pie resbaló y caí. Instintivamente me sujeté de la orilla, y mis manos dolieron más de lo normal a causa de las ampollas.
— ¡Kasumi!
— Estoy bien —dije, y me sujeté fuertemente con ambas manos. Comencé a avanzar ayudándome con los brazos, y cuando estuve cerca de mi compañera, ésta me ayudó a subir—. Gracias.
Reanudamos el camino en aquella gigantesca montaña. Cuando estuvimos casi al final, en la punta de ésta, un gran castillo se alzaba indicando el final de la travesía. Era el castillo más grande y más majestuoso que había visto en todo PBO. Sus torreones delimitaban irregularmente las paredes irregulares de la montaña; ascendían, bajaban y volvían a ascender, formando un enorme muro de unas diez varas de alto en donde en cada torre, había un arquero dispuesto a vigilar lo que los invadiera, con unos estandartes color carmesí adornando cada torreón, en donde podía observarse la garra puntiaguda de un dragón con un fondo escamoso. Las torres interiores del castillo se alzaban imponentes allá en la cima de la montaña, mientras que la torre principal, gruesa, alta y con varias ventanas a su alrededor, era la más alta de todas. En la punta de aquella torre, un Dragonite oscuro volaba apaciblemente por los aires, rodeando la torre y vigilándola de cualquier intruso, apenas siendo visible como una pequeña silueta en el cielo. Lo más sobresaliente de aquella torre principal, es que ésta asemejaba el gran cuerpo de un dragón que se enroscaba sobre sí mismo, donde la cabeza terminaba en el sitio más alto de todo PBO, y sus ojos cristalinos eran un par de ventanas que tenían una vista inigualable, por donde a veces el Dragonite pasaba sin previo aviso a irrumpir en el paisaje.
— Hemos llegado —dijo Iris.
Cuando el rastrillo hizo descender la gran puerta de madera, entre nosotros y ella había un enorme vacío imposible de cruzar y por si fuera poco, ésta rodeaba a todo el castillo para hacer más difícil su invasión. El final de aquel vacío no era nada más y nada menos que el final del interior de la montaña, donde sólo se apreciaba una oscuridad, un frío y un temor inimaginable.
Entramos, y ahí me sentí incluso más insegura que allá afuera en los senderos peligrosos de la montaña. Los ladrillos rojizos que construían el castillo eran tantos y se alzaban tan alto, que me hacían sentir diminuta. Varios jugadores se nos quedaron mirando, pero hicimos caso omiso de ellos. Una docena de puentes construidos del mismo tipo de piedra rojiza unía las torres que conformaban el castillo, pero eran tantas que sabía que no sería capaz de estar en un mismo puente dos veces seguidas. Seguí a Iris, mientras notaba a varios espadachines afilando sus espadas, dando de graznar a varios Pokemon como Dragonair, Dratinis, Charizards, Bagons, Axew, Gibles y Altarias; algunos practicaban lanzando un par de hechizos y bien se ejercitaban para llegar a ser mejores luchadores. Subimos los peldaños principales del castillo, donde la puerta principal era la boca de un dragón carmesí. Me di cuenta que el final y el principio de la torre principal eran ambas cabezas de dragón, construidas y talladas por piedras rojizas resistentes. Entramos y la sala principal estaba delimitada por un enorme círculo, donde un piso tallado daba a dibujar varios Pokemon de tipo dragón surcando un cielo infinito y batallando entre sí. Miré hacia arriba, donde las paredes circulares eran adornadas por unas escaleras de caracol que ascendían hasta perderse de vista. Frente a nosotros, había varias puertas tanto a nuestro nivel como a niveles al azar al lado de las escaleras circulares pegadas a la pared. Iris comenzó a subir, no sin antes devolverme el saco que cargaba. Ambas subimos, y cuando noté que mis piernas no podían más, llegamos al final de las escaleras. Miré hacia abajo, y el dibujo de los Pokemon dragón parecía un diminuto punto desde aquella altura. Un enorme vértigo invadió mi estómago, pero decidí no ver más hacia aquel sitio. Entonces, ahí donde terminaban las escaleras enormes de caracol, había una pequeña puerta al final. Iris abrió la puerta de madera, y entonces salimos al exterior. Un estrecho y largo puente se extendía sobre nosotros; sin embargo, yo estaba más impresionada por el súbito frío y la ventisca brusca que comenzó a invadirnos a ambas. Tuve que sujetarme del barandal del puente para que el viento no me sacara volando. Cuando miré hacia abajo, la puerta principal del castillo y el patio principal estaban sumamente diminutos; los jugadores apenas y eran visibles, y la montaña por la cual habíamos escalado no podía verse con detalle. Inclusive las nubes que hace poco eran una grande masa de algodón que impedían el ver por dónde pisaba, ahora parecían pequeños copos de nieve que se mecían con el viento. Fue imposible ver más abajo; sabía que había más debajo de las nubes, pero era prácticamente invisible para nuestros ojos. Me concentré de nuevo en el camino, e Iris ya estaba avanzando sin mucho problema. Parecía que el viento a ella no le afectaba. ¿Será que ha estado ya aquí durante mucho tiempo? ¿Será que ella también es un dragón que surca los cielos? ¡Vaya que costaba trabajo el adaptarme!
Comencé a avanzar por el estrecho puente, que parecía que en cualquier momento se destrozaría a causa del viento. Entonces, me di cuenta de que aquel puente no lo había notado desde allá abajo. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que la plataforma era parte del dragón enroscado de la torre, y era la unión de la gran cabeza con el cuerpo enroscado, aunque el soporte de la cabeza estaba unido más debajo de nuestra posición. Era lógico que un puente tan delgado y largo como éste no soportaría la enorme cabeza de un dragón.
Dragonite pasó por el puente cual proyectil veloz, haciendo resonar el viento y lanzando un diminuto rugido que pareció más un grito de batalla. Me tambaleé en mi sitio, y por un momento pensé que su simple vuelo súbito por nuestro costado había hecho temblar el puente. Cuando llegamos a una enorme puerta circular de madera, incluso más grande que la puerta por la que habíamos entrado al castillo, un par de guardias nos permitieron la entrada. Al empujar la puerta, ésta rechinó contra el suelo y un enorme ruido viajó a través del cielo. Dentro había una sala completamente vacía, con un par de ventanas al lado; más allá una alfombra de seda carmesí se extendía sobre unos peldaños que teníamos que subir para entrar de nuevo a otra habitación. Subimos, mientras las antorchas iluminaban la oscuridad inexistente de la habitación. Las ventanas aparecían uniformemente sobre la pared ascendente. Llegamos a una puerta de caoba, donde un Dragonite estaba tallado sobre ella. Una chica estaba de guardia, y cuando nos miró, nos dedicó una sonrisa.
— No me digan —bufó y entonces miró el saco que estaba cargando— ¿Lo traen? ¿De verdad lo traen?
— Sí, Liza. Queremos ver a Lance —mencionó la chica de melena púrpura.
La muchacha de cabellos esmeraldas y ojos del mismo color, con unos atuendos ligeros que le dejaban al descubierto la cadera y las piernas, nos permitió la entrada bajando nuevamente otro rastrillo menos grande que el anterior. Entonces, ahí vimos una habitación en donde la alfombra carmesí se seguía extendiendo, pero al final de la sala había un enorme trono bañado en oro y asemejando la mandíbula de un dragón. Los costados de la habitación eran cubiertos en su mayor parte por un par de cristales que transformaban la luz del sol tonos azules, verdes y rojizos. Éstos bailaban al compás con la alfombra y los adornos ornamentados de la habitación. Al parecer, aquellos dos cristales parecían ser los ojos furiosos del dragón de piedra. Al final de la habitación, atrás del trono de oro, no había nada… ni siquiera un muro que se protegiera del viento. A unos extremos de aquel espacio había dos salientes que asemejaban la forma de un par de colmillos afilados de mármol, mientras que ahí abajo en el suelo, había otro par de colmillos que eran los inferiores. La alfombra se extendía tanto, que incluso atravesaba la habitación y caía sobre el vacío, meciéndose bruscamente con el viento; parecía que aquel tapiz carmesí era la lengua del dragón, y el gran agujero era su hocico abierto de piedra.
Una persona nos sorprendió al estar sentada sobre el trono de dragón. Sin duda llevaba el yelmo puesto y la armadura tan carmesí como la alfombra. Cuando nos vio, no movió ni un músculo, esperando a que Liza se explicara el por qué dejarnos pasar.
— Mi señor dragón —Liza llegó hasta él y se arrodilló— Iris y Kasumi han llegado con nuevas noticias —su voz apenas se oía a causa del viento que se oía bruscamente más allá del trono— Muy buenas noticias.
— Interesante —su voz fue apenas un susurro, pero era grave y temerosa.
— Mi señor dragón —comenzó Iris— Tal como usted lo pidió. Hemos traído a Masato, mi señor.
— ¿Hemos?
— De hecho, fue Kasumi la que lo capturó sin mucha ayuda. Está claro que ella fue la que debe de llevarse la mayoría del crédito.
— Es cierto —confesé, con la mirada puesta en el suelo. No sé por qué, pero no quería mirarlo a los ojos, a pesar de que su yelmo le cubría el rostro.
Aventé el bulto envuelto en el costal de paja. Lance finalmente se levantó de su trono y llegó hasta la posición del bulto inmóvil. El castañeo de su armadura metálica era incluso más llamativa que el viento que corría alrededor de la torre. Lance desenredó la cuerda, y de ahí súbitamente una mano quiso lanzar un puño, pero el Dragón Indomable la detuvo como si nada hubiese pasado. Entonces, Masato comenzó a retorcerse de dolor debido a que el de armadura escarlata le apretaba la muñeca como si de un muñeco se tratase. Lance lo lanzó inútilmente y éste rodó por toda la habitación.
— Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? —mencionó con una risa.
El chico que estaba frente a nosotros no era el Masato que todo PBO había reconocido. En su lugar, un niño de cara inocente, cabellos azabaches y ojos cobalto, con un cuerpo delgado y músculos flácidos había reemplazado al guerrero esmeralda que había organizado el torneo.
— Lance… —nombró Masato, tratando de reincorporarse. El chico aun tenía en su rostro un párpado inflamado que le impedía ver por completo el ambiente que lo rodeaba. Mi puño había hecho bien al golpearle con toda mi ira; aun lo odiaba por lo que me hizo.
— ¿Qué sucedió con el Espadachín Esmeralda? ¿Qué sucedió con tu apariencia?
— Lo encontramos así… mi señor dragón —al decir aquello, me sentí extraña. Sin embargo, si quería formar parte de este gremio, del gremio más poderoso actualmente de PBO, debía comportarme como era debido— Por suerte me fije en el arma que llevaba colgada en la cintura: un destello esmeralda bastó para saber que era él. No olvidaría tan fácilmente esa espada… no la olvidaré.
Repentinamente llegó a mi mente aquella vez en la que Masato se encontraba detrás de mí, con su peculiar arma clavando su punta sobre mi espina dorsal.
— Pues debo felicitarte Kasumi por lo que has hecho —dijo y entonces se quitó el yelmo. Se agitó los cabellos y entonces pude notar que era más apuesto de lo que creía. El sujeto era más grande que nosotros, pero no tan viejo como para aparentar ser débil. Era un hombre de barbilla puntiaguda, tez pálida, ojos y cabellos desarreglados carmesíes, alto, fornido y de nariz respingada. Aun sin el yelmo era más sorprendente de lo que aparentaba ser con el yelmo de dragón puesto— Un hombre debe cumplir sus promesas, Kasumi. Has hecho bien, y por ello debo de admitir que ahora eres un miembro oficial del Gremio Escama de Dragón. Felicidades.
Sonreí, aunque tuve que contener mi alegría por respeto a Lance. Finalmente era un miembro del gremio más poderoso de PBO. Finalmente había cumplido mi cometido, aunque sólo era el principio de un sueño. Sin duda si quería convertirme en alguien fuerte y poderosa, tenía que formar parte de un gremio de renombre, y vaya que el del Dragón Indomable era el mejor. Aun recuerdo como si fuera ayer cuando comenzó todo aquello.
Recuerdo que luchaba en las mazmorras arduamente, pensando que así me volvería más fuerte. Haruka ya había estado luchando a nuestro lado, gracias a mi poder de convencimiento. A pesar de todo, aun me sentía débil e impotente. Entonces, Iris y yo comenzamos a ser más cercanas, hasta que me di cuenta de que ella no podía estar todo el tiempo aconsejándome, debido a que formaba parte de aquel gremio, que poco a poco iba adquiriendo popularidad y gloria en las mazmorras. Noté el poder de Lance y de sus miembros; también me di cuenta de que Iris era más sorprendente de lo que creía que era. Y entonces decidí que debía formar parte de ese gremio a como diera lugar.
— No sé si Lance te acepte —me comentó Iris.
— ¿Por qué?
— En primer lugar, no tienes algún Pokemon de tipo dragón.
— He capturado a un Staryu y a un Psyduck. Ellos son fuertes.
— No son de tipo dragón, Kasumi.
— Pero… ¿y si consigo uno?
— Tal vez te acepté, pero…
— ¿Pero qué?
— No lo sé —su mirada tenía dudas— Tendremos que hablar con Lance.
Recuerdo el día en que hablé con él. Había pasado mucho después de que comencé a luchar en las mazmorras, al lado de los aliados; Iris me había entrenado personalmente, contándome acerca de las técnicas avanzadas, de las mega evoluciones, de los tipo de luchadores que habían y demás. Lo único que sentía que me faltaba era un gremio, y sin duda quería formar parte de él. Iris me había entrenado arduamente durante un par de meses, ¿pero de qué me servía si no luchaba al lado de un gremio? De nada.
Y me sorprendí al ver aquel enorme castillo. Éste ya se encontraba en las alturas del nivel 18. Ahí se encontraba la montaña más grande de todo PBO, incluso más grande de lo que el Everest podría haber sido en la vida real: Mt Moon. No imaginaba cómo un humano podría resistir tanta altura y tanta presión atmosférica; bueno, después de todo era un mundo virtual. Recuerdo el castillo, la torre rojiza en forma de dragón enroscado, las escaleras, el Dragonite oscuro vigilando los aires alrededor de la cima del castillo, donde Lance yacía imponente y solitario.
— Sabes que no me gusta que me interrumpan.
— Lo siento, mi señor dragón. Bueno… lamento la interrupción… pero… —Iris estaba nerviosa.
— ¿Sí?
— Hay alguien que quiere… hablar con usted.
— ¿Quién?
El sujeto se volteó, ya que miraba hacia el cielo nocturno a través de la boca del dragón carmesí de la torre. Los astros adornaban una noche solitaria, pero nadie podía fijarse en ellos cuando se tenía en frente a un sujeto que irradiaba temor y poder.
— Lamento mucho la interrupción. Soy Kasumi, una luchadora novata. Vengo a confesarle que quiero unirme a este gremio. Sin embargo, no tengo Pokemon dragón alguno con el que defender a este gran gremio.
— Iris, sabes de antemano que cualquiera se puede unir, siempre y cuando tenga un tipo dragón —el sujeto se dirigió a la miembro del gremio Escama de Dragón— Hay muchos novatos allá abajo en las torres menores que se han alojado en mis estancias; muchos novatos con Pokemon dragón que han defendido el gremio, aunque debo decir que novatos poderosos.
— ¿Entonces puede unirse si tan sólo obtiene un Pokemon de tipo dragón?
— Muchas gracias, mi señor dragón. En verdad no sabe cuánta alegría me da…
— Nunca dije que podías unirte —me interrumpió Lance, y pude notar a través de su yelmo que su mirada cambiaba— El único problema aquí es que yo no acepto a jugadores que han sido humillados públicamente. No puedo permitir que mi gremio se ensucie de jugadores que han manchado su reputación.
— No… no entiendo —mi semblante cambió.
— Hace aproximadamente unos ocho meses ocurrió el Torneo Esmeralda. ¿No lo recuerdas? Ahí fuiste humillada por el Espadachín Esmeralda. Sé muy bien quién eres, y seguramente la mayoría de PBO te recordará por eso. La chica a la cual le arrebataron su Togepi.
— Yo…
— Mi señor dragón, le aseguro que Kasumi no volverá a… —quiso defenderme Iris.
— No me importa lo que digan de ti, chica. El pasado no podrá cambiar. Ahora, sal de aquí y no vuelvas a molestarme —mencionó y se dio la vuelta para seguir observando el paisaje nocturno— Oh, y felicidades por tu esfuerzo en las mazmorras. Iris te ha estado entrenando muy bien.
¿Cómo supo que Iris me entrenaba? Bueno, supongo que el excesivo tiempo en el cual Iris se pasaba entrenándome era notable. Ahora entendía el por qué no me había unido a un gremio… por gente como él.
No… no. Debía de volverme fuerte. Lance era uno de los jugadores beta más fuertes de PBO, y si quería volverme poderosa, tenía que formar parte de su gremio.
— ¿Qué tal si hago lo que sea? Haré lo que me pidas para poder formar parte de tu gremio —Iris se había sorprendido por mi súbitas palabras.
— ¿Lo que sea, eh? —repitió con interés; después de unos segundos en silencio en donde el viento no hacía nada más que silbar, Lance lo había decidido— Quiero a Masato. Tráelo hasta mí, y podrás formar parte del gremio.
Y así fue como había comenzado la búsqueda del Espadachín Esmeralda. A pesar de que Lance no quería que Iris formara parte de mi búsqueda, ella insistió amablemente hasta que Lance aceptó. Tardamos varios meses, sin atreverme a volver a Mt. Moon hasta conseguir a Masato. No había buscado en la mansión esmeralda, debido a que escuché el rumor de que él había desaparecido sin volverse a mostrar durante mucho tiempo. Pero la suerte estuvo conmigo hasta que lo encontré en un pequeño pueblo del nivel 10. Vaya lo suertuda que había sido.
— Bien, quiero que las tres salgan de mi presencia —la voz de Lance me hizo salir de mis pensamientos— El niño inocente y yo tenemos asuntos que arreglar.
Liza nos apresuró a mí y a Iris. La chica morena me sonrió debido a que finalmente se había cumplido el cometido. Yo le devolví la sonrisa, pero entonces volteé a ver al chico.
No sé por qué, pero la sonrisa inesperada se borró de mi rostro. Tal vez había sido por el semblante terrorífico que Masato había puesto, por el ojo moreteado, o porque en verdad tenía una mirada inocente y llena de pavor. No lo sé, pero antes de salir de la sala, sentí que debía de ir con Masato y decirle que no temiera… que Lance no le iba a hacer daño; pero en realidad, no estaba segura de ello.
¿?
La ventisca me impedía ver con claridad al Pokemon que trataba de cazar. Viajaba a toda velocidad, esquivando varios álamos altos y delgados, donde la nieve los cubría con una gruesa capa blanquecina. Hubo un tronco delgado con el que estuve a punto de chocar, si no fuese por mi Growlithe que tuvo buenos reflejos. A pesar de que mi Pokemon de fuego era el doble de enorme que un Growltihe común y corriente, la criatura tenía buena movilidad y buenos movimientos. Los copos de nieve caían por mi túnica, en el pelaje de mi Pokemon y por doquier. Sin embargo, yo no perdía de vista a la criatura que intentábamos cazar. No podía perderla de vista. El Pokemon brillaba a unos cuantos pies de distancia, por lo que iba a ser difícil el no poder distinguirlo entre el oscuro bosque rodeado de capas de nieve, ramas y neblina. La tormenta de nieve poco a poco se iba fortaleciendo, y el viento ahí iba siendo cada vez más mortal, pero mi Growltihe no se rindió y siguió con la caza.
— Vamos… tú puedes —le alenté y éste aceleró el paso, esquivando varios troncos cual Sceptile.
Poco a poco, nos íbamos acercando al Pokemon. Un Umbreon… un Umbreon brillante; un Pokemon Shiny. Ya casí lo teníamos en nuestras manos. Con sumo cuidado y equilibrio, apoyé una de mis rodillas en el lomo de mi Pokemon y extendí una de mis manos; mis dedos estaban a pocos centímetros de distancia del Pokemon. Bastaba con un simple golpe; un simple golpe aural. Un aura esmeralda se formó en mi mano, y cuando decidí a darle el golpe de gracia al roedor extraño y raro que huía del Growlithe, súbitamente una silueta se cruzó en nuestro camino.
Solté un gemido y caí de mi Pokemon. Éste intentó frenar, pero tanto él como yo comenzamos a caer por un barranco de nieve. Di varias volteretas en el suelo y mi túnica negra se llenó de manchas blanquecinas, frío y agua. Sentí un golpe fuerte en la espalda, pero tenía más importancia el saber si mi Pokemon estaba bien.
— Growlithe… —me reincorporé, aun con dolor en la espalda, y fui hacia mi Pokemon, que se levantó sin problemas. Suspiré de alivió y nuevamente cambié mi rostro a uno frío. ¿Qué demonios había sido eso? Había estado tan cerca de capturar a aquel Umbreon, pero tenía que suceder algo que me lo impidiese.
— ¡Lo siento!
La voz repentina me hizo sobresaltar de mi lugar. Growltihe mostró los colmillos en señal de desconfianza, y se colocó alrededor de mí, con una pequeña aura de calor en su hocico, listo para lanzar su fuego. Yo lo tranquilicé y entonces me di cuenta de que la silueta que se había cruzado en nuestro camino era sólo un jugador. Sin decir nada, volví a montarme en mi Pokemon, y aunque sabía que el Umbreon ya había sido perdido de vista, tenía que seguir mi camino.
— Disculpa… —volvió a decir la jugadora.
Era una chica de cabellos castaños que le caían hasta la cintura. Llevaba una túnica de lana para cubrirse del frío, y cuando se descubrió la capucha del rostro, noté que su tez era tan pálida como la nieve misma, y sus ojos tan azules como el brillo húmedo de los copos de nieve.
— Deberías tener más cuidado —le espeté.
— Yo… lo siento. Estoy perdida.
No contesté. En cambio, le ordené a mi Growltihe que siguiera su camino, pero la chica se puso sobre nuestro camino.
— A un lado.
— Yo… —entonces, noté que tenía miedo— Lo siento. Estoy perdida —repitió—. ¿Sabes dónde queda un pueblo cercano? He estado caminando por estos bosques durante un par de días.
— ¿Bromeas? ¿Cómo has podido sobrevivir tú sola? —le pregunté algo confundido.
— No soy tan débil como crees —la chica se sonrojó, debido a que la había subestimado.
— Lo siento. El pueblo próximo está a unas cuantas leguas de aquí. Si quieres podemos guiarte.
— Eso sería fantástico —confesó.
— ¿Pero por qué no simplemente te teletransportas a otro pueblo, en vez de estar perdida en este bosque frío?
— No… quiero llegar al siguiente pueblo. Debo de atravesar este bosque.
— ¿Hay algo de especial ahí?
— No, pero me propuse que debía de cruzar de pueblo a pueblo yo sola. Sin teletransportación, sin ayuda, sin nada.
— Umm… —no quería entrometerme en su vida. Sabía que algo le había pasado. Tal vez sus amigos habían muerto, o tal vez ellos la habían abandonado. No era muy común ver a jugadores solitarios por estos rumbos, y más si eran rumbos peligrosos y oscuros. Sin preguntarle nada más, le extendí una mano para que subiera a mi enorme Growlithe, que fácilmente podría soportar a otra persona más además de nosotros.
— Gracias —sonrió, y noté que sus ojos cristalinos eran más brillosos de lo que creía—. Soy Blue.
— Green —dije fríamente.
Pronto, comenzamos a correr por el bosque. La ventisca era más notoria y fuerte, pero la capucha hacía bien su trabajo al impedir que me diera de lleno en el rostro. Noté que Blue se agarró de mis cinturas para no caer, pero nada más. La chica parecía ser callada, aunque bueno… no podía quejarme si yo era de la misma manera.
Y entonces, en medio de varios pinos y troncos altos y deglados, vi de nuevo un brillo resplandeciente. No pude alcanzar a ver con notoriedad si era de nuevo aquel Umbreon shiny, pero tenía que llegar hasta él. Le indiqué a mi Growlithe que cambiara de curso y acelerara el paso.
— Vamos… vamos… —dije esperanzado.
— ¿Qué buscas? —me preguntó Blue. El hablar nos costaba trabajo a ambos, debido a la ventisca.
— Un Pokemon shiny. Me parece que lo vi por aquí. Más rápido, muchacho —mi Growlithe aceleró el paso, y entonces noté un brillo—. Eso es…
Mi Pokemon esquivó troncos, saltó pequeñas montañas de nieve, evitó barrancos, siguió a aquel brillo. Y entonces, cuando finalmente el brillo se pudo ver con más detalle, vi que era nuevamente aquel Umbreon.
— Eso es… —sonreí fríamente.
Pero todo pasó muy rápido. El suelo era tan desconfiable como la ventisca, y mi Pokemon se derrumbó en una zona blanda de nieve. Oí un chillido, y tanto yo como Blue caímos sobre aquel hoyo lleno de nieve acolchonada. Aparté cuanta nieve pude de mí, y luego ayudé a Blue a salir.
— ¿Estás bien? —ella asintió, pero entonces noté que los chillidos habían sido provenientes de mi Pokemon.
Mi Pokemon canino se había torcido una de sus patas delanteras. Con ayuda de Blue, pudimos sacarlo poco a poco de la nieve, aunque nos costó trabajo el hacerlo.
— Tranquilo chico. Todo estará bien —le dije y le acaricié la parte trasera de sus orejas, mientras él me lamía algo adolorido mi rostro.
— ¿Está bien? —me preguntó Blue, pero negué con la cabeza seriamente.
— Tendremos que caminar.
— ¿Qué?
— Tengo un antídoto que puede recuperar la lesión de mi Growlithe, pero para que sane tardará de unas dos a tres horas. Para ese tiempo ya habrá anochecido, y no quiero arriesgarme.
— Entiendo —dijo decepcionada— Entonces… ¿qué hacemos?
— Buscar refugio —tomé la pokébola de mi bolsillo, y regresé a mi Pokemon a su respectiva esfera, no sin antes darle el antídoto.
Caminamos varios minutos, donde tuve que estar alerta de que ningún Pokemon salvaje nos sorprendiera en el camino. Blue no dijo ni una sola palabra, aunque notaba que quería romper el hielo. Sin embargo, yo estaba más a gusto de aquella manera, por lo que no la forcé a hablar conmigo. Después de todo, sólo era una chica que quería que la llevasen al pueblo más cercano, y después de eso no volveríamos a vernos nunca más.
Afortunadamente habíamos encontrado una pequeña cueva sobre un barranco del bosque irregular, donde la ventisca era incapaz de meterse completamente y arruinar el ambiente apacible de ahí. Ambos nos introdujimos a la pequeña cueva, donde se sentía menos frío que allá afuera, pero aun así era helado como para poder tratar de dormir.
Noté que Blue comenzaba a abrazarse a sí misma. Sus dientes empezaron a castañear e inclusive noté que en la punta de su nariz puntiaguda y sonrojada una fina capa de hielo comenzaba a formarse.
Me quité la túnica de lana que me cubría del frío, y se la coloqué a ella. No tenía otra, pero parecía que ella sufría más por el clima que yo.
— Pero tú… —dijo en señal de que no quería verme sin la túnica.
— No te preocupes —mencioné— Puedo resistir.
— Gracias —el vaho de su boca salió, y trató de calentar sus manos.
— Puede que mi muchacho nos haga compañía —dije fríamente, y saqué a Growlithe de su pokébola. El Pokemon se colocó como almohada y ambos lo abrazamos para alejar el frío.
Brock
— De acuerdo. Promete que nos veremos, Brock.
— Lo haré.
Pero desde aquel día no he vuelto a ver a Hikari. De hecho, no he vuelto a ver a ningún compañero o conocido. Lo único que he estado haciendo es viajar, deambular por los pueblos de PBO y derrotar a cuantos Pokemon se me pusieran en frente. Sin embargo, aun no sentía que mejoraba. ¿Por qué? ¿Por qué no mejoraba, si me pasaba todo el día practicando con mis puños, derrotando a Pokemon salvajes y subiendo de nivel?
No lo sé, pero sentía que debía de descubrir más cosas. Y vaya que había descubierto algo: en los primeros meses del juego, comencé a escuchar unos rumores peculiares que llamaron mi atención.
— ¿Ya has oído? Se dice que hay jugadores que mueren sin en realidad irse de PBO.
— ¡Bah! No son solo más que mentiras. Tuve un amigo que lo vi morir con mis propios ojos. Nunca más lo he vuelto a ver.
— Pues yo tuve uno que juró que lo mató un sujeto misterioso, pero revivió en otro pueblo.
— No sé qué pensar —confesaba.
Y vaya que aquel rumor estuvo en mi cabeza durante algún tiempo. ¿Qué se supone que significaba? ¿Qué tenía que hacer? ¿Investigar sobre aquel rumor? ¿O seguir practicando junto con mi Onix? Entonces, pensé en lo que sucedería si me encontraba con alguno de aquellos sujetos que mataban a los novatos. ¿En realidad moriría? ¿Qué pasaba si no? ¿Cómo tratar de evitarlo? Sabía que nadie tendría una respuesta clara al rumor excepto los que mataban a los demás, por lo que no había nada que hacer. No había nada que hacer más que seguir entrenando… seguir recorriendo las zonas peligrosas de PBO para mejorar mi nivel y experiencia. No había nada que hacer sobre aquel rumor.
— ¿Escuchaste? —la voz inesperada del sujeto que se encontraba en otra mesa me hizo salir de mis pensamientos.
—¿Qué?
— El Destello Eléctrico y el Espadachín Esmeralda han estado desaparecidos. Siempre supe que ambos eran unos cobardes, aunque debo reconocer que lo de Masato me ha sorprendido.
— Bueno, al final siempre revelan su verdadera identidad. No eran nada más que cobardes.
Aquello me molestó. No por Masato, sino por Satoshi. Recuerdo cuando lo conocí el primer día de PBO. Parecía un sujeto tan gentil, carismático y valiente. Sé que él no ha desaparecido, y sé que atacó al Torneo Esmeralda por alguna razón. Sé que él sigue ahí, con vida en algún lado. Juro que pronto él y todos saldrán de este juego, y juro que resolveré esto cuanto antes…
La campana de entrada sonó. Un jugador con capucha puesta entró sutilmente abriendo la puerta en la taberna. Las risas y los gritos de los jugadores no habían advertido la entrada de aquel sujeto, pero tenía un aspecto intimidante. El jugador se sentó en la barra, a unos cuántos lugares de mi posición. Pidió un trago, pero lo había hecho con una voz más grave de lo normal. ¿Por qué? ¿Será…? ¿Será que es mujer y quiere ocultarlo?
El tabernero le sirvió un tarro de cerveza, pero en el momento en que el sujeto probó el primer sorbo, la escupió en la madera podrida de la taberna. El NPC dueño del inmueble se molestó, y le pidió que se retirara de ahí.
— ¿Qué clase de cerveza sirven aquí? —preguntó con voz extraña, como si intentara hablar masculinamente.
Un par de jugadores notaron su actitud e intervinieron en el problema.
— ¿Quién te crees para reclamar lo que sirven aquí, estúpido? —intervino uno de los jugadores novatos del juego.
— Si no te gusta, salté —reclamó otro.
— Lo siento, pero desafortunadamente mi lengua tuvo que tocar su asquerosa bebida. Ahora ya es demasiado tarde.
— ¿Quién te crees para hablar de esa forma?
— Oh… yo… yo soy una simple actriz.
— ¿Actriz?
— Sí, lo sé. Me ha salido bien el papel de hombre borracho y misterioso. ¿No lo crees?
— ¿Qué demo…?
— Pero bueno… —interrumpió el jugador de túnica oscura— Por su bebida mala, tendrán que morir. Y lo harán antes de que se den cuenta de mi nombre de avatar.
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Quise voltear a ver su nombre, pero el sujeto desapareció cual destello. Entonces, la luz de la taberna se apagó debido a que la silueta iba tan rápido que un viento inesperado fluyó por la zona. Todo pasó muy rápido. En cuestión de segundos, los pixeles de la docena de jugadores que había en la taberna comenzaron a aparecer. Jugador a jugador iban siendo asesinados por un simple golpe de la silueta que se movía cual relámpago blanquecino. Noté un aura blanquecina inundar la habitación, pero entonces sentí un puño en mi rostro. Éste paró a milímetros de mi cara. El puño era un guante de seda blanco, característico en una mujer. Sin embargo, no entiendo por qué había parado en el acto.
Y entonces, me fijé en otro jugador, que había parado a la mujer sujetándolo del antebrazo. Noté los ojos azabaches de la jugadora a través de la capucha, y una sonrisa siniestra que dibujó en su tez pálida. El jugador que había detenido el golpe llevaba una túnica blanca, y una gorra entre tonos blancos y oscuros ocultaba su rostro, pero no su melena larga y esmeralda que le llegaba hasta el torso. Mi defensor torció la muñeca de la jugadora misteriosa, mientras un par de brazaletes dorados chocaban entre sí en la muñeca del sujeto de cabellos esmeraldas.
— Corre —me dijo con fuerza entre la mandíbula; estaba utilizando toda su fuerza para detener el golpe de la chica de túnica negra.
Le hice caso, pero ella me lo impidió, ya que se zafó de la mano del chico de gorra, y corrió hasta la puerta.
— ¿A dónde crees que vas? —me dijo con una voz seductora— Necesito terminar mi acto antes de que te vayas, por favor.
Me quedé paralizado. No quería morir ahí.
— ¡Toma mi mano! —dijo el sujeto detrás de mí. Un cristal de teletransportación lo envolvió, y antes de que ella me terminara de un golpe como con los demás novatos, lo tomé de su túnica blanca. Ambos escapamos de ahí, mientras veía como la jugadora trataba de evitar que huyera de la taberna solitaria.
Ambos aparecimos en un pueblo solitario. Éste era tan misterioso y frío como la taberna en la que estaba, sólo que ahí debía de buscar refugio alguno para que no me pasara lo mismo. El sujeto estaba jadeando, y sus brazaletes dorados se agitaron al tiempo en que se levantó.
— Gracias —mencioné.
El chico no respondió, y comenzó a caminar hacia cualquier lugar.
— Oye, espera.
Él no hizo caso.
— Oye… ¡alto!
Lo sujeté del hombro, y entonces vi su mirada. Tenía una mirada tan fría y oscura, que me alejé un poco debido a la intimidación.
— Aléjate.
— ¿Q-qué…?
Pero no hubo más respuestas. El chico se alejó y yo me quedé ahí, pasmado. ¿Quién era él? ¿Quién era la jugadora que había matado a todos? Sin duda alguna era uno de los sujetos que mataban a los novatos. El rumor era verdadero, pero debía de saber más. Tenía que investigar más, y sin duda aquel sujeto sabía sobre ello.
Corrí hasta él.
— ¿Quién eres?
— No te importa —parecía desesperado.
— ¿Quién era ella? ¿Por qué mató a todos?
— No lo sé.
— Sí lo sabes.
— Escucha… ¿por qué no te vas a hacer lo que sea, eh? Déjame en paz.
— ¿Cómo pudiste detenerla? ¿Eres fuerte?
Pero él no respondió, y siguió su camino a paso rápido, volteando a todos lados, como sabiendo que alguien lo vigilaba.
— Escucha. Quiero saber respuestas. Quiero saber por qué hay jugadores que matan a los novatos. El rumor es verdadero, pero quiero saber la razón del rumor y sé que tú sabes algo. Quiero acompañarte en tu camino, para investigar más sobre ellos. No quiero que más gente muera.
— Vete a la mierda.
Suspiré. Entonces, me coloqué frente a él y extendí mi brazo para señalarle que parara.
— No te atrevas a tocarme.
— ¿O sino qué? —le sostuve la mirada. En mi interior estaba muerto de miedo, porque sabía que él podía matarme. Si pudo detener el golpe de aquella jugadora, también podía matarme sin problema alguno.
— Tienes agallas ¿eh? —fue una respuesta inesperada. El chico sonrió fríamente.
— Sí, y también quiero saber lo que sucede en este juego. Escucha, quiero acompañarte y a cambio, puedo ayudarte a vencer a esa jugadora.
— Es una beta. Ella te mataría hasta mientras ella duerme. No hagas bromas de mal gusto —soltó una risa sarcástica y siguió su camino, esquivándome.
— Bueno, si me entrenaras, podría darle batalla.
— ¿Entrenarte? Yo no entreno gente. No eres mi Pokemon como para entrenarte.
— Puedo ayudarte en lo que sea. Por favor —le supliqué— Seré tu aprendiz. Sólo… sólo entréname y dame respuestas. Y haré lo que sea; te ayudaré en lo que quieras.
— ¿Lo que sea? —me miró de una manera que no me gustó. Sabía que iba aprovecharse de mí.
— S-sí… —dudé.
El chico me dedicó una sonrisa misteriosa, y se reacomodó la gorra en su lugar, para cubrirle la mirada. Su melena esmeralda se agitó al dar media vuelta y comenzar a caminar para alejarse de aquel pueblo silencioso. Yo en cambio, me quedé confundido en mi lugar debido a que no me había dado una respuesta en concreto.
— ¿Qué no vienes? —preguntó.
— ¿A dónde vamos?
— A descubrir las mazmorras del siguiente nivel —al decir aquello, un retortijón en mi estómago se hizo presente. ¿Quién era aquel sujeto? Vi el nombre en su avatar: "N". Eso no me respondía la pregunta en sí. No sabía quién era realmente, qué es lo que quería en el juego, por qué conocía a aquella jugadora asesina y por qué íbamos a descubrir las mazmorras del siguiente nivel. De lo único que estaba seguro era que yo le valía un comino, porque jamás preguntó mi nombre. Entonces ¿por qué me salvó?
Próximo capítulo: Las súplicas del prisionero
