Cutesaralisa: JAJAJA Delia es el jefe final.
Oshe cy q cy: La hermana de Red es alguien que no te puedo decir.
MatchMon: Gracias por las recomendaciones, y no te preocupes, sí sé inglés xD De hecho ya estoy estudiando francés, pero ese es un tema que a nadie le interesa jajaja. Y cierto, tomé mucha inspiración en esa escena donde Ron se escapa, y debo confesar que a veces escuho el soundtrack de HP cuando escribo el fic. Y qué lindo de tu parte que sacrifiques horas de sueño por leer el fic c: Jamás pensé que mi fic causara adicción.
Kuroi: Gracias por la recomendación del anime, lo veré pronto y cuando tenga tiempo :) Y me volvía equivocar jajaja, aunque no al editar el capítulo, así que no hay problema. Y te aseguro que será la última vez que le atines a algo en mi fic e_e
Poker Knight: El Advance está a al vuelta de la esquina.
prietar: Habrá más de ellos.
baraka108: Si te refieres a que la pandilla de Gold se mantuvo intacta en la taberna esa, pues todos vieron su nivel beta, por lo que es obvio que no cualquiera llegaría y los atacaría, a menos de que se encontrara alguien más fuerte, lo que no sucedió. ¿Te refieres a que Blue vio con ojos peligrosos a Green o a Red? xD Como sea, es abuso de menores.
0Pablo1: Gracias y espero más reviews de tu parte, querido Pablo. Apenas emepzarás lo bueno, pero no te presionaré. Lee con calma y disfruta la segunda temporada. Gracias de nuevo c:
Cata Plox: Gracias por el review, Cata. Y tómate tu tiempo para leer los capítulos C:
Guest: La actitud de Ash ha cambiado a lo largo del fic, pero ese capítulo fue muy importante para su personalidad, cierto. Emerald no aparecerá esta temporada, pero puede que sí la siguiente. Y el gremio Equilibrio es de personajes variados. Son las únicas preguntas que puedo responderte. C:
Bueno, este capítulo contiene más del mundo real que el virtual, así que espero que lo disfruten. No tengo mucho que decir hoy, ha sido un día agotador, y lo único que quiero es descansar. Como sea, disfruten y nos leemos el viernes.
VIDEO 1: Audiomachine - While the City Sleeps [Modern Suspense, Evocative]
Capítulo 63
Padres Preocupados
Misty
Aún estaba agitada por todo lo que había pasado. Hace justo unos momentos me encontraba en la gran pelea que Ash y Shigeru habían estado a punto de tener, pero momentos después me encontraba en las afueras de Mt. Moon, justo sobre el gran rastrillo del Castillo Dragón, que medía más de veinte palmos. El rastrillo se abrió para permitirme el camino hacia la entrada, y cuando comencé a correr, quise buscar a Iris enseguida.
" Ve y dile a Iris lo que sucede. Ella… ella sabrá que hacer."
Me sorprendí al ver que Iris me ocultaba cosas después de todo el tiempo que habíamos pasado juntas, pero eso no importaba ahora. Lo importante era ir hacia ella, contarle que Ash estaba en peligro y que ella supiera qué hacer.
Caminé por los jardines extensos del castillo, por los pasillos de piedra caliza y por los escalones de caracol que me mandaban a varias torres, pero cuando finalmente llegué a su habitación, ésta estaba vacía.
Sin dudar comencé a recorrer los rincones del castillo, preguntando por su búsqueda a los guardias que vigilaban en su turno nocturno. Ellos desconocían su paradero, inclusive los miembros más fuertes del gremio Escama de Dragón no sabían dónde estaba.
— ¿Para qué la quieres? —me preguntaba Liza, pero yo seguí mi camino ignorando su pregunta.
Había buscado en todos lados, pero me faltaba un lugar en dónde no había buscado: la habitación de Lance. Me encaminé hacia la torre más alta de la edificación, subiendo las grandes escaleras pegadas a la pared, cruzando un gran puente y entrando a una gran torre en forma de cabeza de dragón. El Dragonite oscuro danzaba cual sombra misteriosa alrededor de la torre, en las afueras frías y negruzcas del firmamento. Cuando entré, varias antorchas desprendían una luz cálida y anaranjada, iluminándola entrada hacia la habitación. Un par de guardias vigilaban la gran puerta de madera con incrustaciones carmesíes, y cuando decidí entrar, ellos cruzaron sus lanzas para impedir mi paso hacia su habitación.
— Necesito ver a Lance.
— Está ocupado —dijo uno de los guardias— No ve a nadie justo ahora.
— ¿Ocupado? —me sorprendió la palabra. A altas horas de la noche, debería de estar dormido, mas no ocupado. ¿Significa que está en una reunión o algo parecido?
— No recibe a nadie. Ahora, fuera.
— Pero… —dije, aunque pronto paré dubitativa de lo que iba a hacer— Es que… es que necesito hacerle saber algo urgente.
— No hay nada más urgente. Ahora lárgate.
— Necesita saber algo —pronto mi rabia comenzó a despertar, haciendo dudar al guardia si atacar a alguien de su mismo gremio o no. Mi mirada lo hizo intimidarse durante un par de segundos, pero antes de que se eligiera por alguna opción, decidí salir de las instancias cálidas para estar nuevamente en el gran puente alto y estrecho en donde la noche hacía su presencia.
Pronto el aire me comenzó a revolotear los cabellos anaranjados, pero no el cuerpo, que estaba más firme que nada debido a la rabia que estaba sintiendo. Si no encontraba a Iris, le habré fallado a Ash y por lo tanto May podría morir. Debía de hacer algo, y la habitación de Lance era la única que me faltaba de checar.
Como si mis plegarias fueran escuchadas por Arceus, el Dragonite oscuro de Lance dejó de rondar por los exteriores de la torre, y noté cómo su vuelo incesante dejaba de lanzar ventiscas y de producir sonidos misteriosos para con el viento. A pesar de que no pude verlo, sabía que el Dragonite había reposado dentro de la habitación de Lance, introduciéndose por la boca del dragón de piedra.
Tragué saliva.
Miré hacia abajo, en las orillas del puente. La caída podría ser larga si no lograba mi cometido, pero eso no importaba. Subí un pié al muro de la orilla que servía como protección, y cuando subí ambos pies, sentí un gran vértigo que me mantuvo durante unos segundos ahí. Di un gran respiro y sin pensarlo demasiado coloqué mis manos en el dragón de piedra. Extendí uno de mis pies hacia una saliente que había en el exterior de la torre, y pronto mis pies fueron encontrando dónde sostenerse al igual que mis manos para que no cayera, alejándome del puente y rodeando por afuera la habitación de Lance. El viento pronto comenzó a advertirme que podía caer, mientras mi túnica se agitaba y entonces el broche que la sostenía se desprendió, cayendo junto con mi túnica. El frío invadió mis atuendos de cuero, y entonces me sentí más liviana. Poco a poco iba rodeando la habitación por fuera, hasta que llegué a uno de los grandes cristales que simulaban el ojo del dragón. Asomé mi cabeza levemente para poder escuchar, pero entre el viento y el vértigo de la noche apenas si podía escuchar un par de voces.
—…está atacando justo ahora… —una voz más grave e irreconocible estaba en la habitación.
Quise pasar inadvertida asomando más mi cabeza por el cristal, para ver de quién podía tratarse. De pronto, noté una gran silueta negra que yacía apaciblemente justo a centímetros del cristal. El vaho de su hocico me asustó y uno de mis pies resbaló, pero logré esconder mi cabeza y sujetarme de una saliente tallada en la torre. El Dragonite se despertó por el ruido que había provocado en el exterior, pero afortunadamente volvió a cerrar sus ojos.
Ahora lo único que me quedaba era escuchar sin ver la identidad del sujeto.
—… lo sé. Le dije a Cynthia que Ash estaba ahí.
— Pero podrías haberle dicho desde mucho antes. Después de todo el Destello Eléctrico ha luchado a tu lado en las mazmorras. Sabías que él formaba parte del Gremio Esmeralda.
— Sí, pero habría sido sospechoso atacar enseguida. Su maldita UEO sospecharía de alguien de Los Aliados. Ese chico, Citron, puede que sea un imbécil, pero no es tan tonto como crees.
— Eso lo tengo bien en claro —decía la voz irreconocible. La otra voz parecía ser de Lance.
— Y por ende, mi reputación podría haber sido arruinada. ¿Qué pasa si la gente se entera que pertenezco a un gremio secreto? ¿Qué pasa si mi gremio se entera de ello, eh? Mucha gente se iría y además sospecharían de que yo mato a varios novatos.
— Tranquilo, es por eso que avisaste a Cynthia en el momento exacto. La UEO ahora no sospecharán de Los Aliados. Es por eso que mandé a Cynthia y a su gremio a capturar a Ash.
— También a matar a la hermana de Masato.
— Eso será un plus adicional —la voz daba miedo— Como sea, necesitamos a Ash.
— ¿Y podría saberse el por qué quieren tanto a ese idiota? No es tan poderoso como crees.
— Lo sé, pero tengo asuntos que atender con él.
— Como sea —refunfuñó Lance.
— De cualquier forma, ustedes tres sigan obteniendo buena reputación entre todo PBO. Nadie sospechará de Steven, Diantha y de ti si siguen formando los mejores gremios del juego. ¿Quién va a pensar que ustedes tres serán los asesinos ocultos entre las sombras?
— Cynthia también lo es, y Paul está comenzando a serlo.
— Sí, pero si ellos son descubiertos no perderán nada.
— Eso es cierto.
Hubo un silencio entre ambos, hasta que finalmente el sujeto misterioso dijo:
— Bueno, me retiro. Si hay alguna noticia nueva, infórmame.
— Lo haré.
Gary
Los incesantes goteos de la lluvia mugrienta invadían las calles de Luminalia. Los charcos comenzaban a ser un problema para los autos, autobuses y motocicletas que pasaban por las calles; las luces, en cambio, eran debilitadas por la gruesa capa de agua que invadía el ambiente nocturno. La gente ya se encontraba en sus hogares, cubriéndose de cualquier cuestión climática, y los escasos transportes que habían transitado las calles inundadas pronto dejaron de aparecer por los senderos nocturnos.
Un automóvil paró en medio de una calle oscura. De ahí, salió un sujeto abrigado con una capucha de cuero que le cubría el rostro; pagó al taxista, agradeció y el automóvil se fue levantando levemente pequeñas olas mugrientas entre las calles. El tipo llegó hacia el refugio, ahí donde había una zona en donde no caía la lluvia. Cuando se percató de mi presencia no dijo absolutamente nada, pero sonrió de una manera que no pude comprender. Tampoco le dije nada, y con un silencio reinando entre ambos comenzamos a caminar por aquellas calles, ocasionando que mis cabellos castaños se humedecieran en el camino, debido a que no tenía ninguna protección en mi cabeza.
Después de haber transitado varias calles en medio de un sigiloso ambiente, paramos en medio de un edificio completamente oscuro y abandonado. Sus alrededores estaban limitados por cintas policiacas que nos impedían pasar con libertad. Las ventanas estaban mugrientas, las barras de acero del edificio oxidadas y las letras eléctricas que se encontraban en la cima del edificio estaban apagadas; al principio no sabía lo que decían debido a la oscuridad de la noche y la lluvia incesante que me impedía ver con menos claridad, pero por un momento y con mucha dificultad pude ver que se trataban de las palabras "Virtual Console".
El sujeto pasó por debajo de las cintas amarillas y se encaminó hacia un callejón ahí entre el edificio y un par de edificaciones más. Yo le seguí algo curioso por saber lo que estaba a punto de suceder, pero cuando la silueta llegó al final del callejón, una diminuta salida de emergencia se encontraba a un costado de nosotros. Las letras de emergencia tintineaban débilmente en medio de un húmedo callejón que desprendía un olor desagradable, hasta que una de las letras se fundió por completo. El sujeto y yo nos adentramos a los aposentos del edificio, hasta que una oscuridad más negra que el exterior nos invadió a los dos. El sujeto encendió una linterna pequeña que había tenido en su bolsillo todo este tiempo; se sacudió el abrigo, se quitó la capucha y agitó sus humedecidos cabellos púrpuras.
— Por aquí.
Seguí a Paul por el camino de emergencia hasta que entramos finalmente a la habitación principal de la empresa que había mantenido las ventas de la consola adictiva. Los elevadores no funcionaban, por lo que seguimos las escaleras de emergencia que habían estado al otro lado de la sala. Los inmuebles estaban polvorientos, el suelo desprendía un color marrón mugriento y las paredes comenzaban a desgarrarse y agrietarse debido a la suciedad que se acumulaba; incluso un olor a antiguo y a polvoriento se mezclaban en medio de la sala principal, por lo que cubrí mi nariz por algunos segundos. Sin duda aquel edificio había estado abandonado durante mucho tiempo, aunque no le pregunté a Paul aquello, ya que era bastante obvio: Según lo que Ash me había contado, Giovanni había huido de Ciudad Luminalia después de que los familiares de los atrapados, el gobierno y demás personas se abalanzaran contra él al enterarse de que la Virtual Console no era lo que pretendía ser. Después de ello, las instalaciones las habían clausurado y todos los empleados que trabajan ahí fueron despedidos y multados, aunque no encarcelados debido a que el origen de todo este lío había sido Giovanni. Los empleados encargados del marketing, ventas, negocios y producción no tenían ni idea de que la consola fuera mortal para el que la usara, por lo que el gobierno los había perdonado, aunque no la gente que en verdad había sido afectada por este problema. Hubo un caso en el que un empleado había sido asesinado semanas después de que PBO fuese mortal; al final, la noticia indicó que uno de los familiares de un chico atrapado en la Virtual Console había sido invadido por la cólera y lo había matado, debido a que insistía en que la culpa la tenían ellos… todos y cada uno de los empleados de la Virtual Console.
Pero yo no pensaba así. Yo sabía que Giovanni tenía la culpa de ello, y aunque no quería aceptarlo, también mi subconsciente me decía que mi abuelo podría haber evitado aquello si no hubiese depositado toda la confianza en su colega. De cualquier modo, ya no había remedio alguno para haber evitado aquello.
Cabe destacar que como yo era nieto de uno de los creadores, cuando me enteré de que alguien había asesinado a uno de los empleados de la compañía, iban a ir por mí sin duda alguna. Por ende, salí de Pueblo Paleta y me escondí en donde pude. Poco después me enteré de que la casa de mi pueblo natal había sido saqueada y unas personas furiosas me habían buscado sin resultado alguno, pero no obtuvieron resultados positivos. Claro, el gobierno actuó y encerró a aquellas personas por invadir propiedad ajena, pero aun así debía de estar alerta; después de todo, aún había gente que no se quedaba cruzada de brazos, investigaba sobre el tema y descubría que uno de los creadores era también Oak… y si ellas estaban furiosas, irían por mí sin dudarlo. No debía mostrarme mucho al público, y es por eso que he estado yendo de hotel en hotel, permaneciendo cuando mucho un par de días ahí para jugar PBO.
Mi espalda sintió un leve dolor, debido a que subía las escaleras de emergencia con la mochila sobre mis hombros. El casco se agitaba dentro de una manera brusca, teniendo la idea de que tarde o temprano no iba a poder seguir aguantando el peso. Cuando finalmente llegamos al último piso del edificio, nos encontramos en la azotea. El aire revoloteó mis cabellos al igual que la lluvia se hizo más brusca por el lugar. El aire agitado que inhalaba y exhalaba por mi boca causó un vaho que era visible a la vista, en medio de las gotas incesantes de la tormenta. Las letras de la Virtual Console se veían con más claridad en la orilla de la azotea, cubriéndonos la vista de la mayoría de Ciudad Luminalia.
— ¿Qué hacemos aquí?
Mi pregunta fue ignorada por Paul, que esquivó varias tuberías que estaban en el suelo. El sujeto llegó hasta un canal de calefacción plateado, ahí donde antes salía un humo blanquecino y se perdía en el aire. El chico metió sus manos en la rejilla plateada y pronto supe que algo había estado escondido en aquel inmueble de metal. El chico sacó de ahí una caja de cartón que pronto se humedeció con el agua, y cuando llegó hasta mí, extendió sus brazos para entregarme aquella caja pesada.
— Deshazte del otro —me ordenó.
Me quité la mochila de mi espalda y la coloqué en los charcos de la azotea. Abrí la mochila y de ahí saqué el primer casco de todo PBO; el primero en existencia, el que Giovanni me había regalado justo cuando él solo había sacado a la venta las primeras copias de la consola.
— Esto es para ti —recordé su voz en mi cabeza.
— ¿Qué es esto?
— La Virtual Console; tu abuelo, sus colegas y yo la hemos hecho para todos. No te arrepentirás de usarla.
— Un momento. Mi abuelo me había dicho que…
— Ya lo he arreglado con él. No pasará nada.
Pero no tenía razón. Después de lo que Ash me había contado, ahora todo tenía sentido. Ahora entendía por qué los beta eran más fuertes y no tenían alguna adicción por el juego.
— Dame tu casco —repetía Paul.
Agarré el primer casco de todo PBO y en medio de la lluvia se lo entregué al sujeto. No quería deshacerme de aquel casco, pero sabía que no tenía alguna otra opción. Cuando el sujeto me entregó a cambio la caja de cartón, dentro había otro casco en mejor estado y completamente nuevo, aunque parecía exactamente igual al que había usado anteriormente.
— Es el nuevo casco del Gremio Rocket. Habíamos escondido un par de ellos por aquí —me confesó—. Ya sabes para qué funciona.
En efecto. Cuando había seguido a Cynthia y Paul el día en el que atacaron el Castillo Esmeralda, esperaron un par de horas hasta que nos reunimos con el jefe del gremio secreto. Recuerdo que me había sorprendido al ver que el jefe me reveló su identidad; él también estaba sorprendido, pero feliz por ver que el nieto de uno de sus colegas era un nuevo miembro del gremio.
— ¿Quién lo diría? —Giovanni reía entre las sombras de una cabaña— El nieto de Oak finalmente será parte de nosotros.
Sin duda él confió más rápido en mí que en el tiempo en que los demás miembros se habían unido al gremio. Lo que él no sabía, es que yo iba a ser el espía entre él y la UEO. Después de la reunión y presentación del líder, me había dicho la misión que tenía, no sin antes tener que ir a recoger mi casco a sus instalaciones abandonadas, con la compañía de Paul para que no hiciera nada sospechoso. Sí, él tenía mucha confianza en mí por ser nieto de Oak, pero no la suficiente como para actuar solo por mi cuenta.
— Gracias —le dije a Paul, pero éste se encaminó hacia las orillas de la azotea. A lo lejos se podía ver la Torre Prisma, que apenas era un destello borroso en medio de la neblina húmeda de lluvia. El chico tuvo la mirada perdida durante un par de segundos, pero después bufó y tiró mi casco viejo por el vacío del edificio. Acto seguido, se encaminó hacia las escaleras de emergencia y me dejó solos a mí y al nuevo casco que tenía entre mis manos.
No le pregunté a dónde iba; sabía que él tenía una misión. Recordé la voz de Giovanni.
—…gracias Cynthia, por integrar a un nuevo miembro —decía Giovanni en medio del ambiente ennegrecido de la habitación— En cuanto a ti, Paul, tengo una misión para ti.
Sabía qué clase de misión tenía. Sin embargo, no sabía si seguirlo o no. Una vida estaba en riesgo, pero tenía la certeza de que si no hacía algo enseguida, ella iba a morir. La Novata Índigo iba a morir.
Suspiré, metí la caja de cartón en mi mochila, y me encaminé a seguir sigilosamente a Paul sin que él me descubriera.
Trip
— Voy a buscarte… —la voz llena de rabia y locura invadía mi mente— Voy a buscarte y me vengaré. ¡IRÉ A MATARTE!
Los ojos negros y maniáticos de un Mirto me miraban con rabia. Su mirada sombría en medio de la caverna era más negra que la misma oscuridad iluminada por la lava. Una risa llena de locura, difícil de describir, invadió el ambiente y entonces vi que una de sus voluminosas manos se movió súbitamente, invadiendo mi rostro y apretujándolo entre la palma de su mano.
Desperté de golpe. Mi respiración era agitada, el sudor humedecía los mechones miel de mi frente, y las sábanas estaban tiradas en el suelo. Encendí la lámpara que estaba en la mesa de noche y el cuarto se iluminó repentinamente. Me levanté de la cama y fui hacia el baño, remojándome el rostro varias veces para quitarme aquella imagen de un Mirto enfurecido y que había perdido la cordura. Aún me seguía invadiendo aquel momento en donde su locura había ido más allá, aunque sabía de antemano que él no podía hacerme nada. Él estaba muerto; él no podía lastimarme, y aun así, seguía teniendo miedo de él.
Por si fuera poco, todavía no tenía nada de nada. Ciprés me había encomendado la misión de saber acerca de Giovanni: dónde estaba, qué hacía y cuáles eran sus planes. Sin embargo, no tenía la más mínima idea de él. He ido a la estación de policías, al departamento de información policiaca, he entrevistado a los ex empleados de la Virtual Console, pero nadie sabe dónde se ha metido aquel tipo.
Golpeé el lavabo con suma fuerza, debido a la rabia que sentía. Recuerdo los momentos donde era feliz, donde una sonrisa dibujaba la comisura de mis labios cuando salía con mis amigos, cuando no tenía ninguna preocupación más que el saber qué comprar a la hora del almuerzo. Pero todo ello se había esfumado súbitamente, no sólo cuando el hijo de Mirto había muerto, sino después de que había comprado aquel casco y me había unido a la UEO. Recuerdo la rabia de Mirto cuando me encontré con él en la versión beta; la lucha que ambos tuvimos en aquel momento y cuando me encontraba hundido en mis brazos, acostado en la mesa de una taberna.
El sonido en el exterior era incesante. Los jugadores habían caído en la locura momentos después en que dijeron que el juego había sido mortal. Yo en cambio, me había ido a una taberna para pensar en lo que debería hacer: Seguir en el juego, o simplemente abandonarlo. No quería seguir jugando, sinceramente. No tenía a nadie a quién proteger, y no quería volverme a encontrar con la mirada de Mirto. Los amigos que tenía estaban en el mundo real, y mi mejor amigo había muerto asaltado en medio de la noche, por lo que no tenía ningún motivo para seguir aquí.
Nunca permití que nadie viese mis lágrimas; cuando las sequé con mis mangas en medio de la oscuridad de mis brazos, me enderecé y abrí el menú de mi juego para abandonar este mundo virtual de una vez por todas.
— Yo que tú me quedaría —la voz de Citron me había sorprendido.
Él me convenció de unirme a la UEO; él, Ciprés y su pequeña hermana eran los únicos que formaban parte de la UEO, y aunque al principio se me hizo una idea absurda el ayudar en salvar el juego, cuando el rubio me contó todos los secretos que ocultaba PBO, así como el gremio Rocket y la inmunidad a los beta, finalmente tenía un propósito por el cual luchar. Y no lo hacía porque realmente quería salvar a todos los implicados en el juego, sino porque el hijo de Mirto hubiera hecho lo mismo en mi lugar.
— ¿Por qué yo? —le había preguntado a Citron, que rió tranquila y agitadamente como si no tuviese ninguna preocupación en ese momento.
— Vi tu pelea con Mirto en la versión beta. Eres fuerte, y sé que tienes una de las auras más poderosas.
Pero de nada me servía ese poder justo ahora; de nada me servía tanto entrenamiento virtual dentro del mundo real. Justo ahora era un tipo indefenso en medio de un vasto y cruel mundo donde lo único que podía hacer era decepcionarme por los arduos intentos que hacía para cumplir mi misión. Han pasado más de tres meses sin que pueda obtener nada, y aunque no he contactado a Ciprés, sé que él estaría decepcionado por mis intentos inútiles.
Caminé nuevamente hacia mi cama, y me recosté en la almohada.
Ojalá tuviera mi casco, para entrar de nuevo a PBO. A veces extrañaba aquel mundo, a pesar de que no tenía adicción por él. Sin embargo, cuando recordaba que era uno de los afortunados, uno de los betas, dejaba de extrañarlo.
Me imaginé con el casco puesto, ahí acostado en mi cama, y no como un beta, sino como un novato. ¿Qué pasaría si fuese un novato atrapado en medio de la habitación del hotel en el que estaba? ¿Se darían cuenta de mí? ¿Me mandarían al hospital donde se encontraban los demás jugadores?
Hospital…
Hospital…
Ahora que lo pienso, nunca había ido al hospital de Ciudad Luminalia para obtener alguna información desde que visité a un inconsciente Ash la otra vez. Puede que sea algo absurdo, pero ahí puede haber alguna información del paradero de Giovanni. ¿Cómo la obtendría? Puede que alguien sepa de su paradero; un familiar, un jugador que haya despertado milagrosamente. No lo sé; pero es mejor a estar descansando inútilmente en la habitación de un hotel.
Me cambié de ropa, salí del cuarto y me encaminé hacia el hospital, que no estaba tan lejos de donde me encontraba. Cuando finalmente había llegado a sus instancias, después de un camino corto donde la lluvia me mojó por completo, noté que las afueras del hospital estaban completamente vacías, debido a que eran altas horas de la noche.
Antes de aparecer siquiera por las afueras del hospital, noté a una silueta que entraba misteriosamente al lobby. Me acerqué más hasta que me escondí detrás de uno de las columnas que servían de apoyo para el techo de la entrada exterior. Asomé mi cabeza por un costado del pilar, pero sólo pude observar al sujeto encapuchado hablando con la recepcionista en el interior del inmueble. No era nada más que alguien desconocido que había entrado para pedir informes… o eso creía.
Justo antes de entrar por las puertas de cristal que del lobby, alguien me detuvo jalando una de mis mangas del suéter húmedo que traía puesto. Las puertas de cristal se abrieron automáticamente al sentir mi presencia, y el sujeto que había estado pidiendo informes volteó a ver quién había entrado, pero nadie lo hizo.
Me volví a esconder nuevamente detrás de uno de los pilares, pero tenía una mano cubriendo mi boca y un brazo cubriendo mi cuello. Intenté forcejear y zafarme del sujeto que me tenía preso, pero él insistió en que me callara.
En un acto súbito, ambos forcejeamos hasta que caímos al suelo seco que era cubierto por el techo principal de la entrada exterior. Ambos nos sacudimos, forcejeamos e intenté lanzar puñetazos, pero él sujetó mis dos manos hasta que su rostro se iluminó por la luz interior del lobby.
Un chico de cabellos castaños humedecidos pegados a su rostro, con una mochila mojada y un abrigo negro, tez pálida y ojos azabaches me miraron con cautela. El sujeto intentó callarme, y cuando pensé en lanzar un rugido de socorro, él me cubrió la boca nuevamente.
— Cállate… —susurró.
Quise hablar, pero él me cubría la boca, impidiendo respirar con brusquedad.
— Escucha, soy Gary Oak. Soy nuevo miembro de la UEO. Aun no he hablado con Ciprés de ello y tampoco soy un miembro oficial, pero debes creerme. Como sea, no hagas ruido, o él nos descubrirá.
Al decir aquello, me calmé. ¿Un nuevo miembro de la UEO? Bueno, a final de cuentas no había estado en contacto con Ciprés ni con nadie, por lo que podía ser cierto.
— Soy también del Gremio Rocket. Soy el espía que la UEO quería. Soy Shigeru.
Recordé que alguien así se llamaba en PBO, debido a los rumores de que era un gran sanador. Sin embargo, no recordaba mucho su rostro.
— ¿Qué?
— Le daré explicaciones más tarde a tu líder. Por ahora necesito que hagas un favor, ya que yo no puedo hacerlo porque me tienen vigilado —no tuve tiempo de replicar, debido a que el chico se veía agitado— El sujeto que acaba de entrar es Paul. Supongo que lo conoces.
— ¿P-paul? ¿Es él?
— Silencio, o harás que nos escuche —susurró, y entonces ambos nos levantamos del suelo— Giovanni le encomendó la misión de matar a la Novata Índigo, debido a que está generando muchas rebeliones y está incitando a los novatos a volverse fuertes. Eso provoca que los del Gremio Rocket les comience a costar más trabajo el matar a los novatos que quedan por asesinar en PBO. Necesito que vayas allá cuanto antes e impidas que Paul mate a Hikari, que se encuentra en este hospital. Hazlo…
No tuve tiempo de más. Entré al lobby, pero cuando quise intervenir, Paul ya no se encontraba ahí. Fui hacia la recepcionista, con la respiración agitada y la ropa húmeda.
— La persona… la persona que estaba aquí… —le dije a la señora, que me señaló el elevador— Soy su familiar… también vengo a visitar a Dawn…
— Oh, ya veo —me dedicó una sonrisa— El chico fue por el elevador. La señorita Dawn está en el octavo piso, habitación 803, pero lamentablemente no podemos permitirle que vaya a visitarla, ya que no se permiten las visitas a estas horas.
— ¿Y por qué él si pudo ir?
— Porque yo hablé con sus padres y les comenté que era amigo de su hija. Ellos aceptaron que la visitara.
— Soy su amigo. ¡Dígale que también soy su amigo!
No tuve tiempo para seguir discutiendo con la recepcionista. Fui hacia el elevador, que se abrió al instante y apreté el piso ocho. Acto seguido, corrí por un pasillo sigiloso y oscuro, en el que escuché varios marcapasos dentro de las habitaciones. Mis pisadas eran más fuertes y estaba seguro que despertaban a varios familiares dentro de las aulas, pero paré bruscamente en la puerta 803. Dentro, escuché varias voces y un par de risas; mi corazón sintió una abrumadora agitación y sabía que Dawn estaba en peligro. ¿Pero por qué había risas? Se supone que aquel chico, Gary, me había dicho que Paul iba a matar a Dawn. ¿Por qué se oía un ambiente relajado dentro?
Abrí la puerta sutilmente, y una oleada de nervios me golpearon al ver a dos personas sentadas en un sillón, mientras Paul estaba en otro asiento, riendo hipócritamente con los padres de Dawn. La chica de cabellos azules estaba inmóvil, con el casco puesto y con el marcapasos sintiendo su corazón; su tez era más pálida de lo normal y sus cabellos ya le llegaban hasta la cintura, mientras varios cables cruzaban por todo su cuerpo cubierto por sábanas blanquecinas.
Los tres pararon de reír al ver que había entrado.
— …Sí, gracias… —el padre de Dawn, que era un sujeto alto, de tez clara y de cabellos negros, estaba hablando con la recepcionista por teléfono. Al parecer le habían avisado de mi inesperada llegada. El adulto colgó y me dedicó una sonrisa— Tú debes ser otro de los amigos de Dawn ¿No es así?
— Así es —dije en seco, lanzándole una mirada asesina a Paul, que me miró de igual forma en medio de aquella amable sonrisa que le dedicaba a los padres.
— Oh, menos mal —la mujer, de cabellos cortos y azules esponjados, con un broche carmesí en el fleco, sonrió en medio de un par de ojeras que le hacían ver que había estado sufriendo por su hija.
— Hemos recibido muchas visitas —comentó el padre de Dawn con sumo orgullo— Aunque eso fue hace mucho tiempo. Poco a poco la gente va dejando de visitarla.
— Sí —la sonrisa de la madre de Dawn desapareció de repente— La gente va perdiendo las esperanzas.
— Yo no, señora —Paul intervino— De hecho, como hace poco le comentaba, yo soy un amigo suyo desde hace mucho tiempo. Hace un par de años que no la veía, y cuando me enteré por medio de las noticias que su hija estaba dentro de ese videojuego, me sentí muy mal —el chico hizo una mueca de tristeza— No tuve tiempo de visitarla, ya que me mudé de ciudad hace mucho. Sin embargo, hace un par de horas llegué a Ciudad Luminalia debido a cuestiones laborales de mis padres, y sin dudarlo vine a visitar a mi amiga a estas horas de la noche. Espero no les moleste.
— Por supuesto que no nos molesta —confesó la mujer, con un par de lágrimas saliendo de sus ojos— Estamos muy agradecidos de que ambos hayan venido.
— Lamentamos despertarla —confesó Paul.
— No hay problema —sonrió el hombre— ¿Y tú?
Me quedé paralizado, pero sabía que debía mentir.
— Yo también soy su amigo. De hecho, estudiamos en el mismo instituto, aunque no hablábamos mucho. A decir verdad, no había tenido el valor de venir a visitarla, ya que… bueno, no quería verla de esa… manera —la vi con el casco puesto, con un rostro demacrado en medio de los cristales del casco, y con un par de ojeras espantosas cubiertas por mechones azules— Pero he decidido reunir el valor para visitarla.
— Oh, muchacho… —la chica sacó un pañuelo de la mesa más próxima que tenía— Ella estaría muy agradecida por tu visita. Te lo aseguro.
— De hecho, nosotros tampoco le veíamos muy seguido, si me permiten confesar —el padre sonrió de manera avergonzada— Nuestros trabajos no permitían el verla ni siquiera en el día de su cumpleaños.
— Nosotros somos los culpables de que a ella le pase esto —la mujer se recostó en el hombro de su marido— Nosotros le regalamos ese juego el día de su cumpleaños —y entonces, la mujer sollozó levemente.
— Señora… —Paul se paró del sillón y le sonrió de una manera que no sabía que podía sonreír— No es su culpa. Estoy seguro de que pronto ella saldrá sana y salva. Ustedes son unos extraordinarios padres de los que Dawn está orgullosa; ella me lo dijo muchas veces.
— ¿De verdad?
— Así es —el chico puso una mano en el hombro de la mujer, y ésta sonrió.
Una ira repentina me hacía querer golpearlo, debido a lo hipócrita que estaba siendo. Sin embargo, no podía hacerlo ahí… ni ahora.
— Escuchen —el padre miró a su esposa y asintió— ¿Por qué no vienen mañana a nuestra casa? Prepararemos una deliciosa cena. Están cordialmente invitados.
— Me encantaría —confesó Paul.
— ¿Y tú, muchacho?
— Yo… —dudé, pero sabía que no tenía otra opción— Claro. Con gusto iré.
— De acuerdo —el padre bostezó— Los esperaremos mañana.
— Así será —Paul se encaminó a la puerta, pasando a centímetros de mí. Yo le seguí los pasos y me despedí de sus padres. Cerré la habitación, y finalmente estuve a solas con Paul.
La ira me hizo levantar un puño, pero me detuve cuando él rió de una manera fría.
— Si me tocas, la mato a ella y a sus padres.
El chico fue hacia el final del pasillo, desapareciendo por el elevador aún con esa sonrisa extraña, esa mirada sombría y con una capucha húmeda que le cubrieron los cabellos púrpuras, dejándome a mí en medio de un silencio que a veces era interrumpido por los marcapasos débiles que estaban dentro de varias habitaciones.
Red
Había estado soñando con ella.
La comisura de mis labios lo decía todo, pero de pronto unas voces súbitas interrumpieron mi sueño como si fuesen intrusos. Al abrir mis ojos, refunfuñé entre susurros y traté de ver lo que sucedía. Al principio, pensé que había sido ya de día, pero cuando noté todavía la hoguera resplandeciendo entre la cueva, supe que seguía siendo de noche. Green y Blue dormían uno recargado en el hombro del otro, apoyándose sobre la pared de la cueva. Lo extraño de todo aquello era que ni Yellow ni los tres sujetos que se habían unido a nosotros estaban ahí. ¿A dónde habían ido?
Me levanté y tallé mis ojos para mirar con mejor vista a mi alrededor. Di un gran bostezo y después salí de la cueva aún dormitado.
¿Dónde estaba Yellow? Aunque pareciera extraño, la chica comenzaba a preocuparme. Sí, sé que al principio no la soportaba siquiera un par de minutos hablando, pero con el tiempo comencé a acostumbrarme… y con el tiempo me comenzó a agradar. Inclusive en aquel pequeño festival, cuando nuestros dos Pikachu participaron, no ganamos, pero me había sentido bien a su lado.
No… Debía de desechar esos pensamientos. Tenía otros asuntos que atender, como encontrar a la chica extraviada que invadía mis pensamientos, o como fortalecerme en PBO por si alguna cosa rara sucediera. Debía tener en prioridad asuntos más pendientes que el surgimiento de un absurdo romance entre ella y yo. Además, hace rato que Yellow se había estado comportando extraño al lado de aquellos tres tipos, y justo ahora su desaparición reafirmaba más esas sospechas.
Caminé por entre los árboles de la espesura, pero súbitamente oí el eco de unas voces débiles que provenían a lo lejos. Me encaminé hacia aquella dirección, con una pokébola en mi mano por si las dudas. Rara vez usaba mi espada, que la mayor parte del tiempo la guardaba en mi inventario. No me gustaba que la gente viera mi arma, y si por alguna extraña razón la veían, era porque iban a presenciar los últimos momentos de su vida, aunque de hecho jamás he asesinado a alguien, ni he manchado mi espada con sangre humana ni Pokemon. Era algo raro, pero no me gustaba que la gente viera el verdadero poder que tenía.
Como sea, cuando llegué al origen de las voces, no estuve muy sorprendido por saber que era el trío estúpido y Yellow discutiendo en voz baja. Lo que me sorprendió es que los tres sujetos estaban amenazándola, mientras la rubia suplicaba por piedad. Estuve a punto de sacar a mi Charizard, pero la plática prosiguió.
— Lo siento niña, pero estamos hartos de que no cumplas nuestras promesas —James había hablado, con un tono molesto pero cómico.
— ¡Sí, tú sólo quieres callarnos la boca! —Meowth se acercó a ella, que estaba de rodillas en el suelo húmedo y lleno de lodo y hojas.
— Déjenme aquí, por favor —suplicaba Yellow—. No tengo nada que ver con ustedes nunca más.
— Claro que sí, y es por eso que te llevamos con nuestro líder.
¿Líder? ¿Acaso tenían algún gremio?
— Al principio nos unimos a ustedes porque queríamos sacar provecho de ti, niña —confesó Jessie— Pero no veo que hagas algo al respecto
— Es que… ellos no tienen nada que ver. No metan a ellos en esto.
— Muy tarde —Meowth sonrió— O les dices que nos ayuden a expandir la conspiración o… o te bañamos con agua fría.
— ¿Bañar con agua fría? —James comenzó a reír.
— ¿Qué? ¡Eso a mí no me gusta!
— ¡Tú eres un gato, Meowth! Agh, como sea —Jessie bufó— Si no les dices que nos ayuden, les diremos que habías pertenecido a la Conspiración Plasma. Ya hemos soportado mucho tiempo a su lado para que nos tomen de idiotas.
— Lo haré —dijo Yellow— Pero denme más tiempo.
— De acuerdo, pero si no lo haces… no sólo le diremos a tus amigos que fuiste parte de la conspiración… —mencionaba Jessie.
—…sino que te bañaremos con agua fría —interrumpía Meowth, recibiendo una patada por parte de Jessie que lo hundió en el lodo.
—… sino que tendremos que llevarte con nuestro líder.
Los cuatro se habían encamino nuevamente hacia la cueva, pero fui más rápido que ellos. Cuando Yellow trató de acomodarse nuevamente para dormir sin hacer ruido alguno, al igual que el trío de la tal conspiración, notó que yo estaba despierto, a pesar de que intentaba hacerme el dormido.
— Lo siento —se disculpó— Fui a tomar un poco de aire.
— Ah… —fue lo único que pude decir— No te preocupes.
La chica poco después se sumergió en sus sueños, al igual que el trío de sujetos. Yo, sin embargo, me carcomían las dudas sobre quién era realmente Yellow y por qué quería mi protección. Era bueno guardando secretos, lo admito, pero sabía que tarde o temprano ella misma iba a revelar su propio secreto.
Dawn
Las gotas saladas no me habían dejado dormir. De cierta forma tenía razón en que Ash tendría que haberme defendido por todo lo que Drew había hecho aquel día, pero nunca pensé que él lo estaba haciendo por la UEO. La rabia me había nublado el cerebro y mi ira fue descargada hacia un Ash que ha estado bastante confuso durante todo este tiempo más que nadie. Entendía que el culpable de todo era Drew, pero Ash no podía hacer nada al respecto.
Sí, estaba furiosa porque él no podía haberme defendido, pero también debía entender que si le respondía a su jefe y éste lo quitaba del gremio, las posibilidades de encontrar a Masato iban a ser nulas.
Han pasado dos días después de aquella pelea. El rumor de que una lucha derrotó casi a todo el Gremio Esmeralda había abundando por todo el Castillo Índigo. Cuando le comenté a Citron sobre ello, me mencionó que Cynthia había atacado a Ash, pero Ciprés le dijo que Ash estaba sano y salvo, y que debía de protegerlo de cerca. El rubio se fue del castillo, dejándome al cuidado a Eureka. Mi preocupación por Ash incrementó, y las ganas de pedirle perdón por todo aumentaron aún más; no obstante, a pesar de que quería estar de nuevo con él, no podía en estos momentos. Quería ir a pedirle perdón, pero sabía que no era el momento para ello, puesto que tenía que estar escondido durante un tiempo junto con los miembros de su gremio que…
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El sonido de las puertas de cristal de la terraza de mi alcoba me alarmó e indicó que éstas se abrieron de repente. El viento entró y agitó las sábanas de mi habitación, y cuando quise reaccionar en ese momento, una silueta apareció sentada en uno de los sillones, entrando sutilmente en la habitación.
Mi corazón se aceleró de un momento a otro, y no tenía al alcance mi carcaj diamante, que estaba un tanto lejos de mí.
— Bonito carcaj —Paul mencionó y tomó mi arma entre sus manos. Examinó flecha a flecha y sonrió fríamente.
— ¿Cómo… cómo es que entraste?
— Eso no importa —confesó y dejó el carcaj a un lado— Es más, si quieres toma tu carcaj y mátame.
El sujeto aventó el carcaj hacia mi cama, y yo lo tomé si dudarlo. Me quité las sábanas de la cama y con todo y mis atuendos para dormir, me acerqué a él y tensé una flecha sobre su sien. Fruncí el ceño y respiré agitadamente, furiosa por recordar que aquel sujeto me había traicionado a mí y a mi gremio.
— ¿Qué quieres? —le amenacé, pero él rió.
— Vamos, ¿acaso si me matarás?
Yo no respondí, a lo que él prosiguió.
— No vengo a matarte. Tranquila —el chico comenzó a examinar la habitación— Sólo vengo a decirte que mañana tengo una cena con tus padres. ¿No es hermoso?
Al decir aquello, un retortijón en mi pecho se hizo presente. Al principio no sabía si creerle, ya que él no conocía a mis padres ni me conocía a mí en la vida real. ¿Cómo era posible eso?
— Mientes.
— No lo hago —dijo— Es verdad. Tu madre es muy linda, si me permites decirlo.
Tensé con más fuerza el arco, y estuve a punto de soltar una flecha si no fuese porque dijo su nombre.
— Johanna me dijo que ha estado cuidando de ti todo este tiempo en el hospital. Tu padre también me confesó que nunca habían tenido tiempo para ti, y se sienten culpables por haberte regalado el juego. Ambos me invitaron a una cena por la amabilidad de ir a visitarte. Estuve a punto de matarte si no fuesen porque tus padres estaban ahí. Como sea, tengo mejores planes para ti.
Destensé el arco.
No… no era posible. ¿Cómo… cómo sabía de mis padres? ¿Por qué me amenaza de esta manera?
— Quiero que huyas esta noche. Abandona a Los Aliados, huye de tu propio gremio y no te vuelvas a aparecer por aquí. ¿Entendido? No estés en contacto con nadie, ni siquiera con Zoey. Huye y haz que el rumor de que la Novata Índigo ha desaparecido cual cobarde sea real. O sino… sino tendré que matar a tus padres, y a ti.
Tiré el carcaj al suelo, y caí de rodillas, apoyándome en mis manos.
— Oh, y antes de que te vayas, cuéntame todo lo que sepas sobre la UEO. Sé que tú y Ash eran bastante cercanos, al igual que Citron era amigo tuyo. Supongo que depositaron mucha confianza en ti para contarte todo. Cuéntame hasta el último detalle.
— Yo…
No. No podía traicionar así a Citron y compañía.
— ¿Quién es el líder de la UEO?
No podía traicionar así a Ash.
— Vamos… ¿cuál es su plan?
Citrón me había dicho hace un par de horas que tenían planeado atacar a Ciudad Subterránea para ir a rescatar a Masato. No… no podía decirlo aquello. No debía traicionarlos. Podía mentirle.
— Oh, y si me entero de que mientes, también sucederá lo mismo con tus padres.
— Yo… —Ash, Citron… lo lamento— Lo haré. Te contaré todo sobre la UEO y huiré de todos con la condición de que no mates a nadie de mi gremio y lo tengas alejado de esto.
— Lo prometo —su sonrisa fría fue señal de victoria para él y el Gremio Rocket.
Próximo capítulo: Loco por poder
