Rayos, lamento la tardanza, pero las tareas me han quitado parte de mi tiempo. Como sea, para no hacer más extenso esto y debido a que ya son altas horas de la noche por aquí, respondo reviews y los dejo.

Poker Knight: Esas batallas duraran unr ato en aparecer. Mientras tanto difurta de todo lo demás c:

baraka108: Diantha no sólo tiene a gente de Unova, también tendrá de diferentes regiones, pero después ya verás por qué he decidido que no sólo se concentre en la única región de Kalos.

jorgelatina148: Lo lamento xD Es que luego no sé qué decir y repito los comentarios :B La Firénix aparecerá... jaja y llos dlc son buena idea, pero creo que si se los agrego el fic sería interminable xD.

Daniel: Prometo que pronto daré capítulo doble :) El sufrimiento de Gold lo verás aquí :3 La Espada de Lance es la más fuerte de la tercera, pero eso lo explicaré más adelante.

Kuroi: Te equivocaste con Iris u.u ella no era traidora.

FreyliaRK: Se te extrañaba por Fanfiction :P Gracias por el comentario largo. White se escapó por descuidos de Brock xD Corregiré los links. Me molesta que Fanfiction no pueda poner páginas web ): pondré las páginas en mi perfil. Gracias :P

Bueno, como mis malditos links sobre los paisajes no pudieron apreciarse con éxito, los tendré que poner en mi perfil para que vayan a visitarlo. Sin más que decir, disfruten de este lioso capítulo.

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Capítulo 66

El Interrogatorio


Gold

Era un cobarde. Desde ese momento me había vuelto en un maldito cobarde; o no sé si era uno desde hace ya mucho tiempo. Por un lado sentía que había hecho lo correcto, pero por el otro lado me sentía cual vil cobarde y estúpido.

— Camina, Gold —Crystal me sonreía.

La moza me hizo estar de nuevo en la realidad… Sí, en la realidad. La realidad donde la mayoría de todos los humanos hacían su maldita vida. Ambos nos habíamos adentrado en el campo de maizales que estaba a un costado de la granja. El firmamento oscuro era decorado por muchos destellos que irradiaban un brillo mínimo, y de vez en cuando una estrella fugaz pasaba por encima de nosotros. Ella y yo nos hundimos en el matorral de maíz, y pronto en las grandes plantas alargadas; las manchas ennegrecidas en el cielo nos impedían ver con claridad el hermoso paisaje que se presentaba ante nosotros.

Me reacomodé en mi lugar y aplasté varias plantas para hundirlas y poder ver el rostro de Crystal, que a mi parecer era mejor el verla que lo que había arriba mío. La chica me imitó y ambos finalmente nos pudimos apreciar sin ningún maizal amarillento en nuestro camino.

— Odio las nubes.

Su voz fue como un martirio para mí. ¿Por qué cada que ella decía algo, o cada que la miraba fijamente a los ojos, me sentía cual vil estúpido? Sabía la respuesta.

— Tienes razón —bufé y di un gran bostezo— En PBO habría un paisaje más hermoso y fantástico.

— Sin duda alguna —sonrió, aunque por dentro yo sabía que ella seguía triste— Pero prefiero estar aquí por siempre que un día más en ese juego.

— No eres la única.

Hubo un silencio incómodo. La chica nuevamente volteó hacia arriba y emitió un largo suspiro. Un suspiro que me lastimaba por dentro, aunque quería verme fuerte y no hacer ningún gesto que me delatara. Pero la cuestión era: ¿Qué sentía ella? ¿Qué sentía ella al saber que el chico que te gustaba estaba un par de metros alejado, en una habitación adormecido por un juego, pero sabiendo que no podías hablarle? ¿Qué sentía al saber que no podía hablarle a Silver a pesar de que sabía dónde se encontraba?

Y vaya que yo había cometido un grande error. Después de que había decidido el hablar con Silver para que se uniera nuevamente a nosotros dos, el sujeto no lo tomó con bastante claridad. De hecho, cuando me encontré con él en PBO para convencerlo de que regresara, lo había notado bastante frío, confundido y sin saber qué hacer.

— Silver…

Mi voz lo había sorprendido. El chico había estado a final de un acantilado cubierto por grandes y gruesas capas de nieve. Frente a él, un conjunto de montañas bañadas en suelos fríos y nevosos se podía apreciar con dificultad gracias a la gruesa ventisca que inundaba no sólo el acantilado, sino todo el paisaje. El pelirrojo había estado con la mirada perdida en el horizonte, pero cuando supo de mi presencia, hizo una mueca pero no volteó para nada.

— Es Crystal.

Al decir aquello, sabía que me estaba arrepintiendo por lo que estaba haciendo, pero no podía ver un día más a Crystal de esa manera.

El chico no articuló siquiera una palabra cuando le mencioné su nombre. ¿Cómo es que no tenía ni un atisbo de afecto para con ella?

— Ella… ella quiere que vuelvas.

— Pues no lo haré.

— Silver, Crystal ha estado muy triste desde que te fuiste. Ella y yo ni siquiera hemos podido avanzar en la misión de la UEO. Si pudieses regresar…

— ¿Qué estás sordo?

Me quedé pasmado en mi lugar. ¿Es que nada lo iba a hacer cambiar de opinión? La ira comenzó a despertar en mí, debido a su actitud tan egoísta.

— Pero…

—No puedo…—mencionó con algo en su voz que no pude identificar. ¿Sería miedo? ¿rabia? ¿misterio? —, no son ustedes… es que… es que…

— ¿Qué?

Su actitud comenzaba a extrañarme.

— Olvídalo. No lo entenderías aun así te lo explicara. Eres tan imbécil que ni siquiera puedes realizar la misión de la UEO tú solo.

— ¡¿Ah, sí?! ¿Y por qué tú no lo haces solo? ¿Por qué te alejas de nosotros entonces? Si tan fácil crees que es, ¿por qué no vas con Ciprés y le mencionas que quieres tener una misión más difícil?

— No haré eso. Aléjate.

— ¿Qué me aleje? ¡Tú eres el que se está alejando! Escucha… Sé que has estado furioso porque no hemos podido tener algún indicio de quién más puede conformar el Gremio Rocket; sé que quieres obtener respuestas rápido, como yo también lo deseo; sé que el salvar a todo PBO no es fácil, pero ¿quién dijo que iba a serlo? Nada es fácil, Silver. Y eso duele… Duele el ver que a veces nos sentimos incompetentes al no obtener resultados; duele que día a día más jugadores mueran por causas del Gremio Rocket o por causas del juego; pero te aseguro una cosa… no hay cosa más dolorosa que el ver que un amigo no nos apoye cuando más lo necesitamos.

El chico no respondió. Él sabía que estaba en lo correcto, pero no quería decir nada al respecto. Silver estaba furioso, no lo puedo negar. ¿Pero acaso era tanto como para que huyera de nosotros?

Nunca lo sabré, debido a que lo último que hizo Silver fue soltar un bufido y desaparecer entre la ventisca.

— No me vuelvan a buscar —mencionó.

Y desde ese momento, he cumplido mi palabra. A pesar de que Crystal ha estado un tanto deprimida desde el momento en que se marchó, no he tenido el valor suficiente para ir de nuevo con él y hablar sobre el tema. No le he dicho nada a Crystal, pero en el fondo sé que ella tiene la sospecha de que yo y él ya hemos hablado. Y justo hoy, cuando nos desconectamos para descansar un poco en el mundo real, ella quería ir con él, desconectar su consola y hablar sobre el tema… pero tampoco tenía el valor para hacerlo.

— Gold… —su nombre me hizo voltear de nuevo hacia ella—. ¿Cuándo avanzaremos en la misión?

— No lo sé —dije inmediatamente— Tenemos la suerte de saber que Ciprés es bastante paciente. Él entiende nuestra situación y tanto él como nosotros sabemos que esto no es fácil.

— ¿Hablaste con él?... ¿Con…Silver?

— Sí… —el susurro que produje fue sospechoso para ella, por lo que no tuve otra opción más que confesarle que había ido con Silver a hablar para que regresara— Y le dije a Ciprés que Silver ya no formaba parte de la UEO.

— ¿Q-qué? —su semblante preocupado me hizo querer abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, aunque claro estaba que no podía hacer eso.

— O eso me dio a entender Silver. Lo vi… lo vi raro. Tenía una actitud extraña, pero también estaba furioso. No sé si era por nosotros, o por cuestiones personales, pero él quiso que no volviéramos a buscarlo. Ciprés está un tanto preocupado, y está esperando a que el chico se desconecte para que ambos hablen cara a cara.

— Pero… —la chica tenía esperanzas de que aquello fuese mentira—… si él ya no quisiera formar parte de la UEO, ¿no crees que ya hubiese abandonado la granja?

Aquella pregunta era inteligente. Si yo estuviera un sus zapatos, ya habría abandonado tanto PBO como aquel lugar.

— Bueno… él es un fugitivo al igual que nosotros. O supongo que quiere permanecer escondido en PBO, o no tiene a donde más ir en la realidad. No sabría qué pensar.

Súbitamente la chica se alzó, aunque su estatura seguía siendo opacada por las plantas de maíz que estaban alrededor. La oscuridad la abrazó y pronto la chica parecía una silueta negra en medio de la noche.

— Ciprés no hablará con Silver…

— ¿Qué? —me recargué y me paré, mientras ella salía de los maizales. La chica se paró en el porche de la casa, pero antes de abrir la puerta, la perseguí y la jalé del hombro. El mínimo contacto con ella me hacía sentir una sensación extraña en el estómago—. ¿Adónde vas? Ciprés está dormido.

— No iré con él —confesó— Sé que intentaste hablar con Silver, y te agradezco ello. Pero… pero ahora es mi turno de convencerlo.


Dawn

La túnica negra de seda me hacía sentir extraña. Después de tantos atuendos índigos, el negro me hacía sentir irreconocible, como una novata deambulando por el juego. Y de cierta manera, aquello era verdad. No recuerdo desde cuándo había estado vagando sin rumbo alguno por un nivel aleatorio en PBO, pero sabía que no había pasado menos de un mes y ya quería que esto terminara.

Mis orbes color cascada habían estado irritados y cansados de llorar. Tenía miedo y angustia por saber si mis padres estaban en buen estado o no. Tenía también dudas de saber si Ash y los demás miembros de la UEO estaban bien, a pesar de que sabía que ellos me odiarían si les decía que confesé todo lo que sabía sobre la unidad secreta. Tenía preocupación de saber si Zoey y los demás miembros podían solos con el gremio, aunque dudo que tuvieran en su prioridad más importante al gremio, puesto que sin lugar a dudas mi desaparición era de más importancia.

Finalmente me había cansado de haber estado frente a mí lo mismo durante horas: el menú abierto de mi avatar, irradiando su brillo blanquecino sobre mi rostro en medio de la oscuridad de la cueva que apenas si era iluminada por una humilde hoguera que estaba desprendiendo sus últimos destellos carmesíes. Ahí, lo único que podía ver era el observar un cuadro blanco, ahí donde todos mis amigos habían estado hace tiempo. Ahora, ya no había nada. No sólo me vi obligada a eliminar a todos y cada uno de mis amigos en PBO, sino que también el desaparecer sin hacer contacto con algún jugador o NPC.

Suspiré. Quería hacer algo, pero en realidad no podía hacer nada. Si me mostraba de nuevo, Paul iba a matar a mi familia. ¿Y qué era más importante que la familia? Mis padres jamás se habían tomado la molestia de visitarme siquiera en mi cumpleaños, pero ahora sabía que ellos estaban cada día esperando a mi lado a que regresara al mundo real. Ellos me querían, y yo también los amaba. No había nada más importante.

Súbitamente el crujir de las hojas se oyó fuera de la caverna. Por instinto saqué una flecha de diamante del carcaj que colgaba sobre mi espalda, y mis dedos sujetaron con fuerza la cuerda temblorosa. Las pisadas entonces se hicieron presentes, pero no sabía si se trataba de algún enemigo o amigo. Daba igual; no tenía que mostrarme en público, y si lo hacía sabía lo que me esperaba.

Y entonces, cuando las pisadas se acercaron hasta que su eco inundó las paredes de la cueva, el ruido cesó. Un silencio abrumador me hizo temblar y sujetar con más rabia mi arco y flecha. Estaba lista para atacar, a pesar de que no sabía quién podía ser. Amigo o enemigo… De cualquier manera si Paul descubría que había estado en contacto con alguien, mis padres iban a considerarse muertos. No me importaba si era un novato, tenía que matarlo. Tenía que…

Y entonces una silueta pequeña apareció sobre la cueva. Mis dedos estuvieron a punto de soltar la punta de la flecha brillante, pero cuando supe que se trataba de Eureka, no pude hacerlo. No pude, porque la chica me lanzaba unos ojos de manera tan inocente, que mi mente no fue capaz de lanzar la flecha sobre su sien. No… No… Tenía que alejarse. Ella tenía que huir de ahí. ¿Cómo es que me había encontrado?

— Hikari…

La pequeña rubia tenía atuendos de cuero cubiertos por un abrigo de piel que le cubría del frío. Sobre su hombro un Dedenne también parecía sorprendido, y tanto él como ella se acercaron alegres de encontrarme.

— ¡Hikari! —repitió, pero yo me adentré más a la oscuridad de la cueva, hasta que vi que ésta tenía un final en donde me acorralé.

— No, Eureka… —ella no entendía. No sabía lo que me había pasado.

— ¡Aquí estás! ¡Finalmente te encuentro!

Sus gritos inundaron la cueva produciendo un eco extraño e interminable. Por un momento pensé que su voz se escuchaba en el exterior e iba a atraer la atención de varios Pokemon salvajes.

— Eureka, tienes que…

— El mapa beta sirvió de mucho —confesó, interrumpiéndome— Aunque bueno, tanto Citron como los demás de la UEO también pudieron encontrarte sin problema, pero mi hermano me dijo que yo me encargaría de saber qué es lo que pasaba contigo.

— Escucha…

— ¡Y no puedo creerlo! La primera misión oficial que se me asignó fue el poder encontrarte y cuidarte, y vaya que no me he tardado mucho tiempo. Claro que me costó trabajo porque los de tu gremio estuvieron pisándome los talones, vigilándome y sabiendo que yo podía encontrarte, pero tuve que mentirles. Finalmente me deshice de ellos y fui a dar contigo. ¡¿No es genial?! —la chica y su Dedenne de alegraron bastante— Y ahora sólo queda cuidar tus espaldas.

— ¿Cuidarme?

— Sí, ¿o es que no estás en peligro?

— Un momento… ¿cómo…cómo sabes que estoy en peligro?

— ¿Qué acaso Paul no te amenazó? ¡Agh, maldito hermano estúpido! —la chica pataleó sobre la tierra— Sabía que me estaba mintiendo; sabía que la UEO estaba mintiendo sobre…

— No. Tienes razón, Paul me amenazó. ¿Cómo lo sabes?

— Mi hermano me lo dijo. De hecho, Trip fue el que le dijo a todos los de la UEO. Él nos dijo que Paul estaba a punto de matarte, pero llegó a tu rescate y ambos se vieron forzados a cenar con tus padres. Trip llegó a la conclusión de que él te estuvo amenazando y es por eso que el Gremio Rocket sabe ahora tanto sobre nosotros. Pero tranquila, Hikari. Tú no tienes la culpa. ¿Verdad, Dedenne?

El roedor lanzó un rugido de aceptación y fue hacia la peli-azul para acurrucarse sobre sus brazos.

— Ya veo… —aquello me hacía sentir mejor, pero no tanto como para que Eureka estuviera conmigo— Pero debes alejarte. Paul me dijo que…

— Paul no está aquí ¿O sí? —la chica rió y pronto esbozó una sonrisa— Además, ¡será divertido!

— Pero… pero si me ven…

— Nadie te verá. Y si te ven huimos del lugar y listo.

— Pero si Paul se entera…

— ¡Oh, Hikari! ¡No estés tan preocupada! Mi hermano me dijo que no es tan grave como parece. Trip estará al tanto de tus padres, así que están a salvo. Ven, vamos por algo de comer. Seguramente estás hambrienta.

Al principio no quise aceptar. Sin embargo, mi estómago me hizo decidir lo contrario. Todavía así tenía miedo de mis padres, pero con lo que Eureka me había mencionado, estaba algo más tranquila, pero tampoco tan calmada como para disfrutar del ambiente.

Se me hizo algo difícil el comer con la capucha de la túnica negra puesta. Aún así comía como si no lo hubiese hecho en años. No es que no tuviera los ingredientes necesarios para hacer comida, sino que carecía de utensilios para prepararla, y tampoco había comido debido a la tristeza y miedo que sentía por todo esto. La pequeña también estaba comiendo, sólo que de una manera menos apresurada que yo. Cuando dejé mi plato limpio, comencé a observar mi alrededor.

— Es hora de irnos —dije.

— Oh vamos —Eureka tenía un bocado en la boca— Ni siquiera he terminado mi comida. Además, aquí nadie… —de pronto bajó la voz— …Aquí nadie te reconoce.

Y era cierto. Las personas que estaban en la posada actuaban de manera normal, sin siquiera prestar atención en mí o en el nombre de mi avatar.

— ¿Sabes cómo está mi gremio? —pregunté.

— Preocupado —dijo la niña— Han estado muy tristes porque te fuiste. Y también han estado buscándote. Son unas buenas personas, en especial Zoey, que no se ha rendido. Le dije a Ciprés que me ocultara del mapa para que tu gremio no nos encontrara.

Aquello me dio justo en el corazón. ¿Cómo les explicaba a mis miembros que estaba bien? ¿Cómo les decía que no debían de seguir buscándome?

— ¿Y Ash? ¿Y la UEO?

— Oh, ellos… ellos ya encontraron a su espía. No puedo decirte de quién se trata, pero lo que puedo decirte es que van a por Masato.

— Pero Paul sabe de ello —me sorprendí.

— Sí, pero lo que no sabes tú ni él ni nadie es que fueron ocultos bajo otros nombres. Como sea, ellos no están furiosos contigo. Ash no lo está.

Ash… Lo extrañaba demasiado y aun así sabía en el fondo que a él no le interesaba mi desaparición en lo más mínimo, debido a que tenía otras prioridades como rescatar al Espadachín Esmeralda, ya que después de todo, esa era su misión desde un principio.

— Y bueno, todos los demás han estado algo furiosos contigo, pero es normal —la rubia finalmente había terminado su platillo— ¡Oh, qué rico estuvo! En fin, si deseas ir algún otro lado, yo te acompaño.

— No… Eureka…

— No irás a ningún lado —una voz a nuestro costado me sorprendió. En un principio pensé en lo peor y pensé que era Paul o algún otro miembro, pero antes de reaccionar, vi que el chico sonrió y se quitó la capucha amigablemente. Tenía una boina con una pokébola bordada en ella que le cubría la mayor parte de su cabello corto de tonos azules oscuros y azabaches. Acercó más su silla para estar en nuestro lado, no sin antes pedirnos un par de bebidas refrescantes tanto para nosotros como para él.— He escuchado del rumor de que desapareciste, pero aquí estás.

Intenté llevar mi mano hacia el carcaj. No quedaba otra opción más que matarlo.

— Yo que tú no haría eso —el chico se reacomodó en su asiento y soltó una risa discreta— En fin, no voy a delatarte. Sea cual sea la razón por la que decidiste escapar de todos, no me interesa.

— ¿Ah, no?

— No, de verdad no —tomó la bebida que le habían servido— Puede que algo te interese.

— Gracias, pero no estoy…

— Ni siquiera he dicho nada —interrumpió el sujeto amablemente y volvió a reír de una manera agradable—, como sea. Si no quieres saberlo, no me forzaré a mí mismo a gastar mi saliva.

— ¿Quién eres?

— ¿Te refieres a mi nombre, o a por qué me acerco a ti?

— La segunda.

— León —volvió a reír—. Sí, León. La segunda pregunta no la puedo responder, porque ni siquiera yo la sé. Oh, espera —el chico tuvo la mirada perdida y entonces volvió a tomar de su bebida— No… no, puede que lo sepa. ¿Será por qué eres una clase de…? ¿Cómo lo llamo? ¿Inspiración? ¿Motivación? Da igual. Sería para mí un gran honor el poder ayudarte a fortalecerte, si es lo que quieres.

— ¿Fortalecerme?

— Lo siento, pero ella no está interesada en… —Eureka intentó defenderme, pero la callé.

— Sí. ¿Quieres ser más fuerte de lo que ya eres? Porque según he escuchado de varios novatos, eres una muchacha muy, muy fuerte. ¿No es así? —el sujeto se paró de su asiento, se volvió a colocar la capucha y cubrió los cabellos azabaches, y ese rostro circular y pálido que tenía— Pero como lo has dicho. Veo que no te interesa siquiera conseguir el arco de luz… y pues entiendo que desconfíes de un beta como yo. A fin y al cabo los novatos nos odian. Bueno, buenas noches.

El sujeto se alejó y llegó hasta la puerta, para desaparecer por ahí.

— ¡Uf, qué bueno que se fue! ¿Había dicho que era un beta? Yo no le creo… ¿y qué es lo que querría? ¿Dijo arco de luz? Qué tontería —la rubia y su Dedenne asintieron, y entonces tomaron un sorbo del vaso de agua que tenían enfrente.

Sin embargo, no dudé siquiera un momento. Si de verdad quería fortalecerme, si de verdad quería proteger a mis padres, a los miembros de mi gremio, a la UEO y si de verdad quería salvar a todo PBO a pesar de ser una novata, tenía que seguirlo. Y puede que se viera muy sospechoso ¿Pero qué beta compartiría información del arco de luz a un novato? ¿Y con qué fin? Si en verdad aquel chico quería ayudarme, tenía que ir con él.

— Eureka, ven. Vamos con él.


Gary

— Suéltala.

Miré al chico de cabellos esmeraldas con una mirada sombría, pero él no dejaba de sonreír, como si algo gracioso estuviese ocurriendo cerca de nosotros. El otro sujeto, el chico que había derrotado en el Torneo Esmeralda, Takeshi, quería intervenir pero estaba también impresionado. La única que se había alegrado de verme era White, que aunque quería disimular el que no me conocía, era inevitable. El jugador de gorra se dio cuenta de ello lanzando varias miradas instantáneas a la castaña, aunque no dijo nada.

— Esto no es de tu incumbencia —volvió a repetir, con una sonrisa misteriosa en el rostro.

— Shigeru… —White finalmente había dicho mi nombre. Maldije en mi mente, debido a que no quería que sucediera esto— Ellos me tienen como su rehén, por favor ayúdame. Yo…

— Ella es mi acompañante —confesó el de mata esmeralda— Está mintiendo.

— ¡No es cierto! —la chica intentó zafarse de las manos aferradas a sus muñecas; intentó forcejear, pero era inútil. Lo único que podía hacer era suplicarme con la mirada que le ayudase a liberarla.

— He dicho que la sueltes —mencioné una vez más, a lo que el de gorra sonrió ésta vez con mayor credibilidad. Entonces, el sujeto empezó a emanar de sus hombros, pies y torso un aura sumamente familiar para mí… Un aura que pensé que solo Diantha y yo teníamos en todo PBO. ¿Quién diantres era aquel sujeto?

— No te conviene pelear conmigo —dijo con una mirada sumamente apacible— Sabes bien que entre nosotros dos, ninguno ganará.

— ¿De dónde obtuviste esa aura? —le cuestioné al instante con sorpresa, aunque quise mantener mi semblante sereno, pero me era imposible.

— De la misma manera como tú la conseguiste —dijo tranquilamente.

Bufé con molestia. Mi aura comenzó también a hacerse notar, y Takeshi quiso intervenir, pero sabía que no era una buena idea el entrometerse en una pelea en la que él iba a resultar sólo un estorbo. White también quiso evitar la pelea, y por un momento se tragó las palabras que iba a decir, pero al final vi que no tenía otra alternativa más que confesar.

— Shigeru… —White me miró a los ojos con estupefacción— Hay un problema en el mundo aural.

Al decir aquello, noté que el sujeto de nombre "N", había mirado a White de una manera no muy agradable.

— ¿Qué? —su respuesta me impresionó. ¿Un problema en el mundo aural? Pero la última vez que entré, en la pelea entre Cynthia y yo, todo estaba perfecto… No era posible. O… ¿o es que nunca me había dado cuenta?

— Debemos ir al nivel donde se entra al mundo aural —dijo enseguida White, y entonces la fuerza que N había estado sujetando a White disminuyó hasta que ésta se liberó de las garras del muchacho.

— No debe estar muy lejos —Dejé de liberar mi aura y entonces mi cuerpo cayó nuevamente en la oscuridad de la noche— ¿Cómo lo sabes? ¿Por qué estás tan segura?

— Ya lo descubrirás por ti mismo. Uno no puede darse cuenta cuando se entra desde tu cuerpo. Se debe forzosamente entrar desde ese nivel.

— ¿Y quién te lo dijo?

— Diantha.

Súbitamente N se colocó entre nosotros dos, mirándome de una manera apacible, pero al mismo tiempo sombría. Qué misterioso era aquel sujeto.

— Lo lamento —de pronto entrecerró los puños y miró al suelo— Yo también estoy en busca de respuestas, y confieso que rapté a White porque pensé que ella y su gremio eran los responsables de los problemas que hay en el mundo aural —Takeshi intentó decirle algo, pero el sanador siguió hablando— Quise ir hacia Diantha por medio de ella para poder pedirle explicaciones. Quiero saber qué es lo que pasa en el mundo aural. Si trabajamos juntos, podremos llegar hacia ese nivel. White, lamento lo que sucedió, pero todo fue un malentendido, y perdón por raptarte de esa manera, pero te juzgué mal a ti y a tu gremio.

— No hay de qué… —dijo aun con una mirada de desconfianza; se hundió más la gorra entre la frente y cubrió mechones sedosos castaños que le caían por la frente pálida.

— ¿Qué les parece si trabajamos juntos? He estado tratando de descubrir las mazmorras de PBO rápidamente, para poder llegar hasta el mundo aural y saber qué es lo que pasa. Si me ayudaran, podríamos saber mucho más deprisa esta situación. Entonces… ¿me ayudarán? —El sujeto miró por un momento a Takeshi, que quería decirle algo pero decidió quedarse callado.

White y yo nos dedicamos una mirada sutil, y después de unos segundos, ella asintió.

— Te ayudaremos —dije, aunque aquel tipo seguía dándome mala espina.

Debía de hacer esto con cuidado, o sino el Gremio Rocket iba a saber en lo que estaba metido.


Silver

No tenía ni idea de dónde me encontraba. Había estado tan sumido en mis preocupaciones y pensamientos, que el nivel en el que me encontraba se me había olvidado por completo. Llegué a pensar que debía de abandonar PBO, pero eso sería ser un cobarde. En un principio había estado furioso con Gold, pero ahora eso ya no importaba. El alejarme de ellos no era por la misión, por la UEO o por razones parecidas. No… No era por ellos. Era porque si seguía a su lado, iban a estar en peligro.

Y eso lo supe desde que escuché el rumor de una tal Conspiración Plasma.

Había estado vagando los primeros días debido al enojo que tenía con Gold y la UEO, pero cuando escuché sobre aquel rumor en una taberna, de que tres sujetos decían de una tal conspiración, sabía que no era seguro el estar de vuelta con mis amigos, ni con nadie conocido.

No… no era seguro.

Y espero que ni siquiera se me ocurra cruzarme con…

— ¡Hey, para!

Una voz inquietó el ambiente. En un principio pensé que había sido el susurro de las hojas mecerse con el viento, pero me había equivocado. Los troncos de los árboles escondían a lo lejos a tres siluetas que hacían más ruido de lo normal… No, no eran tres. Cinco, seis, siete siluetas caminaban apaciblemente por la espesura oscura, donde el firmamento caía sobre el manto verde de los árboles. Aunque claro estaba que no caminaban tan calmados como quisiera suponer, debido a que había voces que gritaban y se esparcían por todo el lugar. Y vaya que aquellas voces eran muy conocidas para mí.

Mis pies se acercaron, pero no quería hacerlo. Tenía que huir de ahí cuanto antes, pero aún así comencé a acercarme para cerciorarme de que no me equivocaba.

— ¡Oh, vamos! Sólo te estoy picando las costillas —una voz se reía, pero entonces el felino reclamó más.

— ¡Ya basta los dos! —dijo una mujer con actitud de mandona.

En efecto. Eran ellos… eran esos tres sujetos que estaban esparciendo el rumor de la Conspiración Plasma. Debía de huir, o iban a…

— ¿Quién anda ahí? —la voz de un sujeto me sobresalto. Un castaño miró hacia los matorrales donde me había colocado, y cuando traté de ocultarme en un tronco más grueso, el sujeto había dado con mi silueta—. Sal de ahí.

Las voces de aquel trío molesto se habían callado al ver que alguien los espiaba, y así como se habían callado se ocultaron temerosamente detrás de un azabache de gorra roja que se molestó por su actitud.

Sin más remedio, salí de entre los setos y me mostré con las manos en alto.

— Lo lamento —forcé una sonrisa, aunque no pude ya que no era muy característico de mí fingir sentimientos que no sentía— Sólo paseaba por el bosque.

— ¿Sólo pasear? —cuestionó el castaño ojiverde, que se mostraba desconfiado. Una chica de cabellos castaños y ojos cascada se acercó a él y lo tomó del brazo con miedo. Parecía que el que estaba cargo de aquel grupo y el más fuerte era aquel sujeto. Un gran Growlithe apareció frente a mí, con los colmillos de fuera esperando a atacarme. Yo no retrocedí, pero tampoco confieso que no tenía miedo.

— Tranquilo, no voy a hacerles nada, yo…

Pero me detuve al ver no sólo a los tres sujetos que me reconocieron, sino también a otra persona que estaba igual de sorprendida que yo. La rubia, que estaba a un costado del azabache, estaba con un semblante sorprendido y con las pupilas contraídas al verme ahí. No podía siquiera articular palabra alguna y tampoco yo. Sin embargo, si me quedaba así más tiempo, iban a notar mi comportamiento extraño, por lo que fingí que nada había pasado. Pero a pesar de que aquella chica no iba a decir palabra alguna, el trío estaba también en un estado atónito, y conociendo al felino, no se iba a quedar callado.

— ¡Vaya, vaya! —el Meowth se dejó de ocultar detrás del sujeto de gorra— ¡Qué gran sorpresa!

— ¿Lo conoces, Meowth? —intervino la chica de cabellos castaños.

— ¿Yo? —Meowth esbozó una sonrisa— Yo…

Pero antes de que confesara, unos ruidos más se oyeron detrás del grupo. Las hojas que se pisaron fueron testigos de que había alguien más espiando a los jugadores, y tanto ellos como yo nos sorprendimos cuando dos siluetas aparecieron repentinamente ahí.

— ¿Más personas? —el ojiverde se veía algo molesto.

— Lo lamento —Gold había hecho su aparición junto con Crystal; suspiré de molestia— Sólo venimos a por nuestro amigo. Estaba perdido.

— No, no estaba perdido —dije con algo de rabia— No los conozco.

— Claro que nos conoces… —Gold se acercó más, pero el ojiverde junto con su Growlithe tomaron posición de batalla debido a la confusión.

— S-silver… —Crystal tenía la mirada perdida. La chica intentó decirme algo, pero se ahogó en sus palabras.

— Ella quiere que regreses —dijo Gold en su lugar— Y yo también.

¿Es que acaso no entendían? ¿Acaso no sabían que estaban en peligro tanto ellos, como los que acompañaban a ese estúpido trío y a Yellow?

— Gold, no creo que…

— ¡Ya, ya! —la chica pelirroja, Jessie, intervino en la discusión— ¿Por qué no pasan la noche con nosotros? Mejor dicho, ¿por qué no se unen a nuestro grupo? Es muy peligroso andar por estos rumbos en solitario. ¿No es así, James?

— Es cierto, Jessie —el chico rió, aunque yo no entendía el por qué lo hacía— ¡Y sé que se unirán a nuestro grandioso y maravilloso y todo lo que termine con "oso" grupo! Así que… se unirán.

Tanto el gato como sus dos acompañantes me miraron de una manera que comprendía. Me tenían bajo amenaza, y sabía que si no aceptaba, me iban a delatar con mis amigos y supongo que iban a delatar a Yellow con sus acompañantes. Aunque no entiendo cómo es que ellos tres habían terminado con ella y sus amigos, pero sé que la han tenido bajo amenaza así como justo me tienen ahora.

— No suena mal —dije forzosamente.

— Nosotros también nos unimos —intervino Crystal, aunque Gold no estaba muy de acuerdo en aquello, pero no le quedo más opción.

— ¡¿Bromean?! —el sujeto de gorra se veía molesto— ¡¿Más acompañantes?! ¡Agh!

— Blue, no sé si… —intervino el ojiverde, pero la chica le sonrió inocentemente.

— Vamos, entre más amigos tengamos más podremos encontrar a la hermana de Red. ¿No es así, Yellow?

— S-sí —fue lo único que pudo decir, antes de bajar la mirada hacia el suelo. El chico, Red, se dio cuenta de ello, por lo que cambió su actitud molesta a una más tranquila.

— Bueno, tienes razón —le habló a Blue, pero me miró a mí— ¿Por qué no descansamos aquí? Ya no necesitamos encontrar una cueva, puesto que ahora somos demasiados.

Y cuando la hoguera se hizo presente, todos se vieron rodeados bajo el fuego abrazador y cálido que los protegía del frío, excepto yo, que estaba parado recargado sobre un árbol al que no le daba la luz del fuego.

Gold, que estaba platicando con los jugadores, me volteó a ver durante un instante. Asentí y después vi a Crystal, que tampoco paraba de lanzarme miradas instantáneas. Gold asintió de igual manera y entonces ambos supimos que íbamos a dejar la conversación para después, ya que no podíamos hablar sobre la UEO con desconocidos rodeándonos, y más con aquellos sujetos que estaban relacionados con la Conspiración Plasma.

No supe cuánto tiempo pasó, pero cuando Meowth contó la última historia aburrida de terror, cada quién se acostó en una bolsa de dormir de paja que cada jugador tenía en su inventario, excepto yo, que preferí dormir sentado y recargado sobre el tronco apartado de aquel mismo árbol; no obstante, mis ojos eran incapaces de cerrarse debido a que tenía miedo…

…Y ella también.

La chica no había cerrado los ojos, y cuando se paró sigilosamente de su bolsa de dormir, se talló los párpados y miró asustadiza a su alrededor, hasta que dio con mi mirada. No quería que se acercara, pero lo hizo a final de cuentas, con unas pisadas que nadie fue capaz de escuchar. La chica llegó a mi posición, a una distancia en la que nadie podía escuchar nuestra conversación si hablábamos en susurros.

— No hables aquí de esto —le dije en voz baja.

La chica miró hacia abajo, donde me encontraba recargado, y entonces se colocó de cuclillas para estar a mi nivel. Había estado llorando, y quiso hablar pero el nudo en su garganta se lo impedía.

— Pero… ya no sé qué hacer, Silver.

— Y yo tampoco.

— Si ellos tres me delatan, voy a estar sola —varios mechones de la rubia cayeron por su rostro.

— Y yo he estado solo durante un tiempo, aunque creo que sería lo mejor para ti y para mí.

— No. No puedo estar sola. Si él llega y me atrapa, voy a morir.

— ¿Y qué prefieres entonces? ¿Qué nos mate junto con nuestros amigos, o que nos mate solo a ti y a mí?

La chica intentó responder, pero sabía que prefería la segunda opción. Así como yo, ella no quería poner en riesgo la vida de sus amigos.

— No sé cómo terminaste con esos tres, pero supongo que te han estado amenazando —ella asintió— Como sea, sólo estaré un tiempo con ustedes, hasta que mis amigos dejen de sospechar de mí y que les quede claro que no los quiero a mi lado. Después de ello escaparé.

— Pero Silver, necesito que me ayudes…

— ¿A qué? ¿A derrotarlo? No creo que sea posible. Lo único que te queda es escapar —sonreí irónicamente— Es lo único que nos queda a los dos.


Ash

Avanzaba unos cuantos centímetros y volvía a parar. Cada que lo hacía, me mostraba más nervioso que la vez anterior. La fila era inmensa, pero con el mínimo avance de ésta estaba más cerca de la puerta, donde se hacía el interrogatorio.

El centenar de jugadores habíamos entrado al gran castillo. No era una fácil entrada, debido a que había al menos una docena de guardias vigilando el rastrillo de madera que nos permitía el acceso, además de que el interior del castillo era en su mayoría custodiado por muchos guardias; no por nada era la única prisión en PBO segura. Recuerdo que me había separado de May y ésta se fue por una de los muchos pasillos en los que se dividía la sala principal, hecha también en su mayor parte por la tierra misma de las cordilleras. Los pasillos eran muchos y cada uno te llevaba a un lugar distinto a una torre distinta. Crucé varios puentes en los que en el exterior la ciudad podía apreciarse hermosamente, escalé varios peldaños de piedra y pasé al lado de varias puertas, ventanas, antorchas y pasadizos, hasta que finalmente habíamos llegado a nuestro destino. No era la torre más alta, pero sin duda la torra en la que estaba había estado muy arriba. Miré por una pequeña ventanilla que dejaba mostrar el muro, y Ciudad Subterránea apenas podía vislumbrarse con sus luces resplandecientes. El viento azotaba las orillas de la ventanilla y erosionaba el muro exterior de la torre, y eso que estábamos en el interior de las montañas, donde el viento siquiera podía colarse. ¿O sí? No podía saberlo, porque no tenía ni la más mínima idea de si había agujeros que te llevaban libremente al exterior; ni siquiera la luz del día podía asomarse por ahí, por lo que no comprendía cómo es que había viento y cómo es que el lugar estaba fresco. De cualquier manera, sabía que había alguna salida, y tenía que ver bien a mi alrededor para que se hiciera más sencillo el escape a la hora de rescatar a Masato.

La fila avanzó de nuevo, y escalé un simple escalón. No obstante, era el último. Había llegado finalmente al final de la torre, donde había una puerta por donde entraban y salían los miembros del gremio Alma de Piedra. Uno de ellos salió sumamente nervioso, pero suspiró y se forzó a sonreír. Antes de que los demás se hicieran a un lado para que el sujeto bajase por las escaleras de caracol, lo detuve por la manga.

— ¿Qué es lo que te preguntan? —le cuestioné. Cada vez estaba más nervioso y no quería estar detrás de esa puerta.

— Oh, no es nada. Sólo te hacen tres preguntas sencillas: Cómo es que te uniste a PBO, por qué te uniste al gremio y cómo era tu vida antes de PBO. No es nada.

— ¿Y quién te hace las preguntas?

— Por suerte nos tocó con Anabel —dijo el muchacho— Es la menos intimidante de todas, aunque sí que sentí miedo al entrar y al ver su mirada. He oído que otros les ha tocado con Dracón… él sí que da miedo.

— Dicen que a otros les tocó ser interrogados por el mismo Steven. Vaya mala suerte ¿no lo crees? —intervino un jugador detrás de mí.

— Oh, ni quiero imaginarlo —confesó el que acababa de ser interrogado— Como sea, no hay por qué estar nerviosos. Ni que fuéramos fugitivos o algo por el estilo. ¿Cierto, Craig? —el chico no me conocía, pero dijo mi nombre. Su me hubiese conocido, no reconocería mi rostro. Me consideré afortunado, aunque no sabía si iba a serlo allá dentro.

Después de unos minutos más de angustia, tan sólo un jugador me separaba de la puerta. El que estaba delante de mí avanzó y entró. Los minutos fueron pocos, pero se me hicieron ansiosamente largos. ¿Qué se suponía que debía de decirle? ¿Qué historia debía de contarle? ¿Acaso sabrán la vida exacta de cada uno de los miembros? No creo que sean así de cuidadosos, debido al gran número de personas que había en el gremio, por lo que no habría mucho problema. Eso quiero creer.

El sujeto salió por la puerta. Oí la voz dentro, que indicaba que fuera el siguiente jugador para ser interrogado. Pasé saliva por mi garganta, y entré con un respiro profundo alimentando mis pulmones de aire, tierra y humo de antorcha. Cerré la puerta detrás de mí, el cuarto estaba en su totalidad oscuro, con las cortinas grisáceas cerradas en las ventanas, y las antorchas extintas. El cuarto estaba decorado, pero ni siquiera alcanzaba a ver qué clase de decoración o muebles había, debido a la inmersa oscuridad esparcida por la habitación. Busqué a tientas mi asiento, pero entonces una luz repentina y tenue iluminó el centro de la habitación. Una mesa pequeña de madera era iluminada por el débil fuego de un candelabro que yacía inmóvil sobre el mueble. Delante de la mesa, una silueta yacía inexpresiva y me miraba con suma atención. Su rostro no se alcanzó a ver, por lo que más nervios me invadieron dentro. Otra silla vacía yacía al otro extremo de la pequeña mesa, y sin dudarlo me senté ahí, mientras las gotas de sudor recorrían mi frente. ¿Acaso ya me habrá reconocido? ¿O estará confundida porque tengo otro nombre? No lo sé. Daría lo que fuera por saber lo que sucedía por la mente de aquella jugadora.

Finalmente mostró su rostro a la luz del candelabro. Era una mujer un poco más grande que yo, con rasgos finos, tez blanca, el rostro en forma de corazón, barbilla prominente, nariz puntiaguda, y unos orbes y un cabello corto alborotado hasta el cuello de colores violetas.

Al sentarme, su mirada no se apartó de mí, y segundos después realizó la primera pregunta:

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— ¿Por qué te uniste a PBO?

Me quedé en silencio durante un par de segundos, al principio no sabiendo qué rayos decir. Sin embargo, si titubeaba me iba a considerar hombre muerto.

— Como cualquier otra persona, compré el juego para saber qué experiencia podría brindarme el mundo virtual.

Sin decir palabra alguna, la chica pestañeó dos veces, pasando a la siguiente pregunta.

— ¿Por qué te uniste al gremio? —su voz era sutil, pero a la vez misteriosa, mientras sus ojos púrpura irradiaban un brillo en medio de la oscuridad.

— Porque es el mejor gremio que he visto en todo PBO. Tiene a líderes de los cuales quiero aprender y defender, y sin lugar a dudas este gremio ha sido una gran inspiración para mí.

La chica esbozó una leve sonrisa. No supe por qué lo habría hecho, pero cuando lo hizo, apreté mis dedos debajo de la mesa, debido al nerviosismo. El sudor comenzó a molestarme.

— ¿Cómo era tu vida antes de PBO?

— Tenía a un padre y una madre que me cuidaban, me mantenían y me daban cariño. Iba a la escuela, tenía amigos y en dos ocasiones me mudé de ciudad debido al trabajo de mis padres. Nada fuera de lo común. Aunque bueno, después de PBO ya nada es común.

Mantuve el semblante más inexpresivo que había hecho en toda mi vida. No aparté la mirada de ella, que fueron segundos de martirio interno. El sonido del viento detrás de las ventanas cubiertas por las cortinas me hizo sentirme más nervioso, y pronto comencé a mover los dedos de mis pies con suma inquietud.

— Puedes retirarte —mencionó con una expresión aburrida, aunque seguía con aquella sonrisa leve que había esbozado hace algunos momentos.

Me paré lo más tranquilo que pude, y caminé hacia el exterior.

— Gracias —hice una reverencia y entonces me di media vuelta para tomar la manija de la puerta.

— De nada, Satoshi.

No…

Satoshi…

No…

¿Cómo sabía mi nombre?

Y súbitamente desenvainé mi espada, pero para ese entonces ella había llegado hacia mí, derribando mi arma y deslizándola por el suelo de madera hacia la oscuridad. La chica me derribó y me cubrió la boca con su mano, para que no emitiera ruido alguno.

Hubo un constante forcejeo entre los dos, pero después de que ella me derribó y me mantuvo de espaldas, en una posición en la que ya nada podía hacer, la chica se acercó a mi oído con sus mechones desarreglados y con constantes jadeos por el esfuerzo que había hecho.

— No hagas ruido ¿quieres? —dijo— Diablos, ¿dónde está Wallace?

¿Wallace? ¿Qué demonios? ¿Acaso él era un traidor? Debía suponerlo. ¡Debía suponer…!

El sujeto de cabellos esmeraldas apareció por la puerta y la cerró al instante. Jadeaba de igual manera, sólo que éste estaba con su peinado arreglado. El chico saludó a Anabel con la mirada y entonces me sujetó de los hombros para ponerme de cuclillas en el suelo. El candelabro seguía encendido, pero yo quería apagarlo para que nadie viese nada y pudiera salir con mayor facilidad.

— Satoshi… Satoshi… tranquilo —Wallace aun jadeaba por el cansancio— Ella está de nuestro lado. Nos ayudará. Tranquilízate.

Y entonces, cuando volteé de nuevo a ver a la de cabellos púrpuras, ésta asintió y sonrió. Comencé a calmarme, aunque aun no entendía qué diablos sucedía aquí.

— ¿Q-qué…?

— No hay mucho tiempo —dijo Wallace— Ella es Anabel, uno de los de alto mando del gremio Alma de Piedra. Ella y yo nos conocimos cuando visité Ciudad Subterránea la primera vez que vine. De hecho, yo formaba parte del gremio —esto sí que me impresionó, pero antes de que las preguntas fueran lanzadas al aire, él siguió hablando— y de cierta manera Anabel se ha unido gracias a mí. Como sea, un día Steven nos dijo a los de alto mando sobre que él trabajaba para el Gremio Rocket y nos dijo sus oscuros secretos. El gremio en sí no está aliado con el Rocket, pero los del alto mando son los únicos que saben sobre los secretos de Steven y que él es el que mata a los demás novatos. Yo no estuve de acuerdo en sus intereses y es por eso que me aprisionaron y gracias a ella pude escapar de Ciudad Subterránea, sin que la descubriesen… Pero Anabel, a pesar de que también ha estado en desacuerdo, no ha podido escapar de Steven.

— Te ayudaré a salvar a Masato —mencionó con una sonrisa. Sus dientes resplandecieron con el brillo de las velas.

— ¿Pero qué ganas con ayudarme?

— Escucha, sé sobre la UEO y sé que venían a rescatar a Masato. De hecho, yo le dije a Steven acerca de que realizara el interrogatorio para poder estar en contacto contigo, Satoshi. No ganaré nada con ayudarte; es sólo que… —la moza finalmente había dejado de esbozar la sonrisa—… ayudaré a Wallace porque ambos somos amigos, y porque… porque quiero que el juego sea pasado —miró a Wallace— y así Steven pueda volver al mundo real y esté a tiempo de arrepentirse de lo que te ha hecho a ti aquí y allá afuera.

Wallace se quedó en silencio, pero sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos.

— Sí, como sea —se apresuró a decir— Ella nos ayudará a entrar a la prisión.

— ¿De verdad? —yo estaba impresionado— Bueno, no sé cómo agradecer.

— Pero tomará tiempo, Satoshi —Anabel me miró con decepción— La llave que ustedes necesitan para acceder al último nivel de la prisión está colgada en el cuello de Steven. Me tomará tiempo el obtenerla y será algo arriesgado.

— ¿Qué tanto tiempo?

— No lo sé. Además, necesitamos que se calmen un poco las cosas por aquí. Steven sabe que la UEO está detrás de Masato, por lo que me sería imposible tomar su llave hoy y en los próximos días.

— Sé que los Rocket saben todo sobre la UEO, ¿pero cómo se enteraron?

— Es cierto —recordó Wallace— Citron y yo hablamos hace un par de horas, y me confesó que acababa de avisarle Ciprés que Hikari ha desaparecido de su gremio, y que Paul la amenazó con matar a sus padres si no le decía todo lo que sabía de ustedes.

Aquello fue como una daga para mi corazón. ¿Acaso Dawn estaba a salvo? ¿Desaparecida? ¿Qué significaba eso y por qué Citron no se lo había dicho?

— Es por eso que sabemos todo sobre ustedes —Anabel se paró y llegó hasta su silla para sentarse de nuevo— Aunque nunca nos imaginamos que se infiltrarían con otros nombres.

— Sí, eso lo sé. Somos algo precavidos.

— Mas que precavidos, tendrán que ser pacientes —dijo Anabel— Y cuando sea el momento exacto, robaré la llave y les contaré el plan para rescatar a Masato. Mientras tanto, manténganse bien escondidos por Ciudad Subterránea, que si Steven descubre que realmente están aquí, te secuestrará a ti y matará a todos los demás, llevándote hacia su líder. No, no sé cuánto tiempo me tomará, pero yo les haré saber. Suerte y salgan por separado, porque los miembros que están detrás de esa puerta están comenzando a sospechar. Digan que decidí el hacer el interrogatorio más extenso, para que no sospechen de esta tardada sesión que acabamos de tener. Suerte, y no llamen la atención.


No, tampoco Wallace era traidor u.u ¿O todo será parte de su traición?

Me informan si sí pudieron ver los paisajes que estan en mi perfil, por favor C: Gracias y nos leemos el viernes.

Próximo capítulo: ¿Una conspiración misteriosa?