Bien, lamento que el viernes no haya podido actualizar, pero tenía una jaqueca tremenda que ni siquiera podía ver la luz del día. Como sea, al parecer a muchos les extraño el relleno del capítulo anterior, pero no afectará en la trama. De hecho, el capítulo lo hicen con base en la serie de Avatar, en unc apítulo específico. Los que la han visto sabrán a qué capítulo me refiero.

Crimson Striker GunFire: He visto tu fic, pero no he tenido tiempo de comentar. Espero no te moleste.

MatchMon: Es un relleno, no te lo tomes tan enserio. Respondiendo tu pregunta, en una hora escribo más o menos 1500 palabras, y considerando un capítulo de 7 mil palabras aprox, mas el checar la ortografía, redacción, etc, etc, un capítulo me cuest horas, si las hago de corrido xD La mayorái de las veces caigo en el ocio y me quedo mirando videos en Youtube, pero ha habido veces que me escibo los capítulos de corrido y tardo ese tiempo. Al principio me tardaba lo mismo que tú, pero con la práctica vas siendo más veloz.

Darth mideon: Así es amigo :) Fue una de mis series que maroc mi infancia, y por ende quise hacer un capítulo en honor a la serie.

Cutesaralisa: Pobre May T.T Qué merece para que tenga a un chico tímido detrás de varias chicas acosándolo.

Poker Knight: Sólo a Ash xD

baraka108: No creo que el viejo aparezca en un futuro xD Los NPC son muy curiosos y extraños... y Gary es un Tsundere xD (Buena esa).

jorgelatina148: ¿Ah, sí? ¿Dónde me comí partes? que yo veo toda la narración de una manera lógica.

Kuroi: Su nombre es... un misterio :P Y no creo que Gary y compañía intervengan, puesto que como mencioné antes, el relleno no tendrá nada que afectará a la historia. Y qué curioso: me sorprendí al ver que tu cap favorito fue el primero. Supongo que lo tienes ahí porque es el comienzo de todo. Aunque bueno, no sé si este capítulo entre en tu top 10. Ya verás por qué.

Ghellatto: Muchas gracias por el comentario; sin duda alguna Ash es un idiota con suerte... Mucha suerte diría yo. Yo también pienso que Gary tuvo mejor shipping que todos los que he escrito xD

Bueno, sólo diré que a partir de este capítulo, las cosas se pondrás buenas de ahora en adelante. Creo yo, que ahora ya no habrá ningún capítulo tedioso y/o aburrido, pero sólo yo pienso así; ya verán ustedes y juzgarán. ¡Disfrútenlo! Y prometo actualizar el viernes aunque me explote la cabeza.

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Capítulo 70

Plan de Escape


Ash

El vértigo amenazaba con arrastrarnos hasta el vacío, donde el final de éste eran las calles de Ciudad Subterránea, apenas vislumbrándose como pequeños puntos amarillentos en un abrumador y oscuro final. Los muros de la gran cueva dentro de las cordilleras podían sentirse tan cerca y tan lejos de nosotros dos. Cruzaba el puente a tientas, sujetándome de los barandales de piedra que tambaleaban con nuestro peso y crujía a nuestros pies. Cuando Anabel llegó a la siguiente puerta, que medía más de tres varas, entramos a una torre mucho más gruesa que la anterior; esta era magistral y voluminosa, y sin duda alguna me hizo sentir insignificante, con sus muros de piedra bien pulidos y brillantes, mientras las antorchas externas iluminaban un oscuro ambiente nocturno teñido de añil. Al entrar, un enorme pasillo se hizo presente, con varios haz de luz cálidos que se extendían a lo largo; al final, muy a lo lejos, había varios peldaños de mármol donde apenas si se podían apreciar a dos siluetas custodiando la entrada hacia la habitación de Steven Stone. No era la torre más alta del castillo; sin embargo, presentía que era la torre más peligrosa de todas, donde el líder de este gran gremio se encontraba dormido.

Anabel me indicó que avanzáramos unos cuantos pasos, hasta que ella pronto se escondió detrás de unos pilares de mármol que acompañaban el solitario pasillo teñido de mosaicos de piedra. Una vez que la chica se hubo escondido, supe que era mi turno de actuar.

Respiré hondo y empecé a caminar para que los guardias notaran mi presencia al aparecer por los pasillos. Cuando mi silueta fue visible por el gran camino, los guardias adoptaron posición de ataque, desconfiando de mí.

— Su señoría Steven no recibe visitas —mencionó uno de los guardias, pero yo hice caso omiso a su comentario.

El otro guardia alzó su lanza, mientras el que había hablado, preparó un aura que apareció sobre sus dos puños.

Seguí caminando, lleno de serenidad en mi interior. El nombre de Craig seguía cubriendo mi verdadero nombre, y mi apariencia con cabello corto seguía confundiendo mi apariencia, pero eso no hizo que ambos guardias fueran contra mí una vez que comencé a subir los peldaños de piedra para poder entrar a la habitación de Steven.

Súbitamente, un golpe aural dio de lleno con mi vientre. Resistí, pero cuando el otro chico intentó clavarme su lanza y lo esquivé a duras penas, caí por los peldaños dando varias volteretas que hirieron mis costillas. Rodeé por el suelo hasta que quedé un tanto aturdido. Ambos guardias llegaron hacia mí, molestos por mi actitud y mi inesperada visita.

— Necesito ver a su señoría —repliqué, tenso debido al dolor.

— Nadie lo ve sin su debido permiso —mencionó el de la lanza.

Lancé un escupitajo hacia su cara mientras me carcajeé de risa… una risa disimulada y furiosa.

— Maldito bastardo —el chico maldijo por lo bajo y con su manga se limpió la saliva de su mejilla— Llevémoslo al segundo nivel…

— Concuerdo contigo —dijo el otro— Craig… ¿No es así? —el muchacho miró mis estadísticas— ¿Has visitado la sala de tortura? Te gustará.

No me quejé mientras ambos tipos me sujetaban de los brazos y me llevaban hasta los niveles subterráneos del castillo. Mientras pasamos por el pasillo, vi la silueta de Anabel escondida entre uno de los pilares. Los guardias pasaron inadvertida su presencia, pero cuando crucé la mirada con la de cabellos violetas, ésta asintió, decidida de que conseguiría la llave de Steven sin ser vista.


Anabel

Sujeté el rastrillo de la gran puerta y lo levanté con mucho cuidado, una vez que los guardias habían desaparecido por el pasillo. Al abrir la puerta, un débil sonido rechinante se hizo presente debido a las bisagras de ésta; sin embargo, sentí que los latidos de mi corazón se escuchaban más que la puerta abrirse. Dejé entreabierta la entrada, mientras me introduje a la habitación de la Piedra Oscura.

Al final de éste, había una alcoba con unas cortinas de seda cubriendo su silueta dormida. Detrás de su cama, una ventana no tan grande dejaba ver toda la ciudad, mientras que a un costado un par de candelabros situados en la mesa de noche alumbraban débilmente la habitación que apenas sí se podía ver.

Di pasos lentos, seguros y sigilosos. Lo único que podía escuchar era su respiración lenta y calmada, y cuando estuve frente a las cortinas púrpuras que cubrían su alcoba, las corrí lo más lento y silencioso posible.

VIDEO 1: Death Note OST 2 - Suiri (Reasoning)

Y entonces lo vi, con los ojos cerrados y en un trance dormitado, mientras un par de sábanas más le cubrían su cuerpo. Sin embargo, ahí en su cuello había un collar que resplandecía y desprendía destellos plateados. Ese era mi objetivo, y a pesar de todo, aun estaba muy lejos de conseguirlo.

Intenté acercarme lo más lenta y sigilosa posible, con los latidos de mi corazón sintiéndose a través de mi garganta. El sudor frío empezó a emanar de mi frente, y mis manos temblorosas fueron testigos de los nervios que comenzaban a sentirse. Su respiración invadió mi rostro; estaba a centímetros de él, con mis manos a punto de tocar el collar que yacía sobre su cuello. ¿Cómo iba a ser capaz de quitárselo sin que se diera cuenta? ¿Cómo podía arrebatarle el collar sin moverlo siquiera? No lo sabía.

Y fue más complicado aún cuando me di cuenta de algo.

El respaldo de su cama, no era un respaldo común y corriente. De hecho, una gran piedra adornaba su respaldo, pero cuando noté con más detalle que se trataba de otra cosa, mi estómago dio un revoltijo al darme cuenta que era el Metagross de Steven. El Pokemon rebasaba la alcoba de Steven y vigilaba a su dueño en un estado adormitado. El Pokemon medía más de lo que había pensado, y yacía envuelto entre sus cuatro patas de piedra, con los ojos cerrados y en una posición en la que si los abría, podía ver lo que sucedía dentro de las cortinas de seda.

Una gota de mi sudor cayó inesperadamente al lado de su almohada, a centímetros de él. Maldije entre pensamientos y no quise pensar en lo que hubiese sucedido si aquella gota hubiese tenido otro destino. El temblor pronto se empezó a sentir en todo mi cuerpo, sin saber qué hacer después. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo?

Y súbitamente, Metagross abrió los ojos.

El Pokemon, después de unos segundos, miró hacia los alrededores, dentro de las cortinas de seda, para ver qué demonios habían sido esos ruidos leves y sumamente débiles que yo ocasioné. Sus orbes carmesíes brillaban a través de esa piedra añil oscura que tenía, y cuando nuevamente los cerró, se reacomodó en su lugar y finalmente se quedó dormido después de un par de minutos.

Suspiré de alivio; me había agachado justo a tiempo para esconderme debajo de la alcoba de Steven, sino habría sido descubierta sin problema alguno.

Pero la suerte me sonrió. El ruido que había provocado el Metagross voluminoso de Steven había hecho despertar un poco al líder, y se reacomodó sobre su cama hasta estar en una posición lateral, donde era más fácil sacar el collar de su cuello. El de cabellos grises nuevamente quedó dormido, pero yo, aun con manos temblorosas, me reincorporé en mi lugar, con el candelabro iluminando un tanto el interior a través de las cortinas de seda violetas. Y finalmente, mi mano hizo contacto con el metal frío. Agarré con la punta de dos de mis dedos el collar, sin tocar siquiera su pálida tez. Levanté poco a poco, tardándome segundos… no, minutos, en por lo menos levantar la parta trasera de su collar y deslizarla levemente sobre sus cabellos grisáceos. Y no sólo eso, sino que tenía que tener cuidado en que la llave, que poco a poco iba saliendo de entre sus ropajes, no fuese a dar de lleno con su rostro. El collar viajó a través de un gran mar de cabellos grises, sin siquiera éstos tocar en demasía los diminutos eslabones fríos. Con la otra mano, sujeté la llave que finalmente salió de entre sus ropajes, para que no tocara su mentón, su nariz o su frente. Poco a poco la llave salía de entre su cabeza, pero entonces el collar se atoró ahí, donde tenía recargada su cabeza en la almohada. No sabía si levantar su cabeza, o esperar a que se moviera de nuevo para que hábilmente quitara el collar de su cabeza. ¿Qué debía hacer?

La suerte me sonrió de nuevo, aunque sentí varios retortijones tanto en mi pecho como en mi estómago, debido a que Steven se reacomodó en su almohada, a espaldas de mí. Cuando levantó un tanto la cabeza en un estado adormitado para reacomodarse en su almohada, fue el momento clave para sacar por completo el collar, teniendo cuidado de que el metal frío no tocase su rostro. Con suma destreza y rapidez, siendo ayudada por mis dos manos, pude sacar por completo su collar. Suspiré aliviada y sonreí, pero esas curvaturas en mis labios se borraron cuando noté la impresión que me había llevado:

Steven despertó de golpe.

El sujeto se levantó levantando su torso, en medio de las sábanas. Esos ojos grisáceos vieron con detalle lo que lo rodeaba. Afortunadamente me había escondido a tiempo debajo de su alcoba, pero podía sentir la mirada que dedicaba a todos lados. Podía notar que el hombre miraba a su Metagross, a los dos candelabros que había a sus costados, a la ventana que tenía a sus espaldas, a las cortinas de seda…

Supe que jamás vio la puerta que había dejado entreabierta, gracias a las cortinas que cubrían la mayor parte de su vista, sino, hubiese sido descubierta. Y entonces, cuando el silencio abismal y tenso que Steven había creado dentro de la habitación se esfumó, el chico se volvió a dormir, sin siquiera acordarse de que el collar que tenía sobre su cuello se le había sido arrebatado.

Salí a trastabillas de la habitación, y cerré la puerta minutos después, cuando estuve segura de que Steven había caído de nuevo en sueños. Coloqué el rastrillo y caminé por el alargado pasillo, mientras los eslabones fríos de metal se aferraban a la palma de mi mano con mucha fuerza. Entonces, por primera vez había sentido que me liberaba de una gran presión que festejé con una sonrisa y una risa irónica, debido a que hace algunos momentos había estado en riesgo de ser descubierta, pero ahora, eso había sido parte del pasado.


Citron

Estaba en los límites de uno de los terrenos de Pueblo Subterráneo. Las altas horas de la noche habían sido cruciales para que nadie me descubriera. La gente con la que me había cruzado a lo largo del pueblo eran NPC que se escondían en sus casas, temerosos de que yo les hiciera algo; pero yo tenía otro objetivo.

Miré hacía el vacío, donde al final estaba el riachuelo que se extendía por toda la fisura de las grandes cordilleras. El río se perdía en medio del horizonte, donde lo único que se podía ver era niebla y más niebla.

Podíamos haber escapado por los agujeros enormes de los muros del acantilado, pero el campo de fuerza no nos lo permitía, y ni Anabel sabía cómo desbloquearlos. Podíamos escapar por donde habíamos entrado, pero para eso nos iba a costar mucho trabajo el llegar cuando rescatáramos a Masato. La única opción viable era el lugar que no estaba rodeado de aquel campo de fuerza: la habitación de la torre más alta del castillo subterráneo.

Y sin embargo, aun así debíamos escapar ilesos de los calabozos. Una vez que abriéramos las celdas del úlitmo nivel sin permiso alguno, toda Ciudad Subterránea se daría cuenta de ello, y sería imposible el salir de los calabozos sin tener que ir por varios peldaños peligrosos, caminos y laberintos oscuros que descendían hasta una oscuridad interminable. Claro, podíamos salir con la ayuda de Anabel, pero para llegar al exterior se requería mucho tiempo, y los guardias ya nos habrían acorralado cuando saliéramos da las prisiones. No… ni siquiera tendríamos tiempo para salir; los guardias nos acorralarían dentro, mientras subíamos inútilmente las escaleras y ascendíamos por caminos oscuros.

— Tendremos que trazar otro camino —recordé el plan de Anabel— Y es ahí donde tú harás el trabajo, Citron, junto con la ayuda de esos Pokemon.

Suspiré. Miré una vez más hacia el vacío, y caí con los brazos extendidos. De pronto, el aire frío de la noche invadió mi rostro, mi torso y mis extremidades. Mientras caía por un gran y duradero vacío, notaba los terrenos alejarse de mí, la luz de la luna desaparecer y el sonido del flujo del río acercándose más y más. Sin embargo, ya no tenía caso el seguir ocultando mi identidad.

Como si fuese por arte de magia, mis cabellos rubios crecieron hasta tomar su apariencia común y corriente, cubriéndome la frente pálida. Tomé mis anteojos de nuevo y me los coloqué en medio del aire, mientras me arrebataba bruscamente aquellos tonos púrpuras y grisáceos que en un principio me molestaban y me picaban la piel. Retomé mi overol azul y el nombre de mi avatar "Ricitos de Oro" desapareció para ser reemplazado por un "Citron". Un gran y hermoso "Citron".

Aterricé atinando al río. Entré cual aguja y pronto la corriente interna del agua comenzó a empujarme, pero mi Diggersby ya había aparecido y clavó una de sus fuertes orejas sobre el muro del gran cauce por el que pasábamos. Me sujeté de la otra oreja de mi Pokemon y la corriente no pudo empujarnos más. Salí mientras mi Pokemon lo hacía sin problemas.

— Gracias, amigo —le agradecí, pero entonces noté que ahora comenzaba el trabajo duro— Me pregunto dónde estarán los Pokemon que Ash…

Pero un peculiar sonido interrumpió mi oración. Varias pisadas comenzaron a acercarse por el río, hasta que diminutas siluetas que escalaban y descendían las paredes de la fisura con suma rapidez; eran veloces cual los Pokemon que eran.

El líder de ellos apareció frente a mí, con una vara en su hocico y con el ceño fruncido. Me asintió y entonces le indicó a su manda que comenzaran a excavar con sus manos desnudas, al igual que mi Pokemon conejo lo hizo con sus voluminosas orejas.

Y entonces, yo no me quedé atrás. Los Treecko, mi Diggersby y yo, comenzamos a excavar un gran agujero; un gran y profundo agujero.


Ash

— ¡Camina, imbécil!

La oscuridad poco a poco me abrazó, y mis oídos empezaron a sentir la baja presión, debido a que bajábamos poco a poco hasta llegar a una altura subterránea la cual nunca me había imaginado. Sin embargo, ya conocía aquella sala de tortura, y hábilmente había visto una debilidad dentro de la sala. Era por eso que yo fui el que se ofreció como voluntario para ser la distracción, a pesar de que nuevamente me iban a llevar a las salas de tortura.

Las antorchas decoraban los miles de pasillos, hasta que llegamos finalmente al segundo nivel, donde la oscuridad era más notoria, pero no en su totalidad. Entré a una de las habitaciones, donde un candelabro iluminaba tenuemente el lugar, y una silla estaba en el centro de ésta.

Me senté ahí, y los dos me ataron.

— Lamentarás lo que has hecho —mencionó uno de ellos, pero yo sonreí al oír aquello.

Uno de los guardias tomó un látigo que estaba colgado en el muro, lo extendió y lo azotó contra el suelo para probarlo. Las heridas en mi espalda aun dolían y me estremecí un poco al recordar la gran tortura que había sentido por May aquella noche. Sin embargo, había notado una debilidad…

El guardia se acercó con una sonrisa siniestra ante mí, con el látigo aferrado a su mano. Se colocó a mis espaldas, y entonces comenzó con la tortura.

Sentí un latigazo a través de mi uniforme.

Sollocé por lo bajo, mientras el guardia reía.

— ¿Te gusta eso, Craig?

No respondí.

Otro látigo se hizo presente; su sonido invadió la sala, y pronto noté que las costras se abrían de nuevo, emanando un poco de sangre y quitándome un tanto de vida.

— Quítale el uniforme —ordenó el del látigo.

El otro guardia, que había estado observando la escena, fue hasta mí y me quitó los atuendos púrpuras y grisáceos.

Pero en vez de mostrar mi espalda desnuda, se toparon con unos atuendos blanquecinos…

Mi cabellos había crecido de nuevo hasta cubrir mis orejas, y el nombre de Craig había desaparecido sobre mis estadísticas. Ahora era de nuevo Satoshi, y había notado una debilidad en aquella sala: una de las cuatro patas de la silla estaba floja en la primera visita que tuve, y afortunadamente ésta seguía floja justo ahora. Recargué todo mi peso en la pata floja y ésta se rompió. Me desaté de las cuerdas que me mantenían a las sillas y entonces saqué la "Fire Metal" de mi inventario, y sin dar tiempo a los guardias de reaccionar, les aturdí por un momento. Lancé un tajo que cortó uno de los brazos de un guardia, mientras clavaba en el muslo del otro mi espada de metal ardiente. Pikachu salió de mi pokébola, y con su ayuda de un placaje, estos quedaron inconscientes en el suelo.

— Perfecto; gracias, amigo —mencioné cuando estuve a salvo; Pikachu se limitó a asentir.

Agarré el llavero de uno de los miembros inconscientes del gremio Alma de Piedra, abrí la puerta de la sala de torturas y en vez de ascender de nuevo para salir de aquella prisión, descendí para adentrarme en una oscuridad mucho más tenebrosa de la que había imaginado.

May

Me escondí detrás de un inmueble, mientras varios guardias iban y venían por los pasillos del castillo subterráneo. Me había infiltrado lo más sigilosa posible, con Roxanne pisándome los talones; ambas esperábamos la señal de Anabel, pero ésta no llegaba. ¿Habrá conseguido la llave? ¿La habrán descubierto? Esas incógnitas súbitamente se vieron esfumadas cuando una silueta de cabellos violetas apareció al final de un pasillo, asomando su cabeza para susurrarme que fuera hasta ella. En medio del silencio y la danza sutil de las antorchas pegadas a los muros, fui hasta ella junto con Roxanne. La miembro del gremio Alma de Piedra me mostró la llave en su mano, y todos sonreímos, pero aun faltaba lo más importante.

Sin decir ni una palabra, sabíamos lo que teníamos que hacer. Anabel se reincorporó y comenzó a caminar por el pasillo con naturalidad, mientras nosotras dos le seguíamos sus pasos inocentemente. Y entonces, la chica llegó a una voluminosa puerta de hierro, donde tres guardias vigilaban la entrada con algo más que aburrimiento. Al ver a Anabel, se enderezaron y sus pupilas se contrajeron debido a la sorpresa.

— Órdenes de Steven —indicó la moza, mientras los tres guardias asentían, se abrían paso y la puerta de hierro se alzaba cual rastrillo, poco a poco hasta desaparecer por el techo de piedra de la habitación. Una oscuridad abrumadora se encontraba frente a nosotros, con apenas un camino visible iluminado por débiles flamas de fuego aferradas a la brasa pegada a los muros descendentes. El camino descendía con varios peldaños traicioneros; era estrecho, antiguo y estaba soldado a la pared circular, sólo que desaparecía en medio de un vacío interminable. Gracias al candelabro de Anabel que se le fue otorgado por un guardia, pudimos ver con poca visibilidad el camino. Descendimos hasta que pensé que no podíamos bajar más, aunque poco después llegamos a un pasillo en el que nos perdimos girando hacia varios lados y pasadizos, y cuando volvimos a otro camino de escaleras descendente, mis oídos se vieron afectados por la baja altura a la que estábamos. Incluso bajamos mucho más, hasta que la oscuridad invadía casi por completo el ambiente, excepto por escasos corazones de flamas débiles que inundaban alguna que otra parte del muro. Cuando pensé que habíamos llegado al final, Anabel nos llevó esta vez por un camino mucho más estrecho de lo normal, hasta que llegamos a unas escaleras semidestruidas y bajamos teniendo cuidado de no caer. Al final, llegamos a una puerta de metal iluminada por el candelabro de la muchacha, y entonces nos advirtió sobre ello.

— Al introducir la llave —su voz produjo un eco en medio del abrumador vacío de la cueva—, una luz verde no sólo se activará en varias habitaciones del castillo subterráneo, sino que en toda Ciudad Subterránea.

— ¿Y por qué no desactivas la luz?

— No puedo; nadie puede. Es una forma de saber si alguien abrió las celdas con o sin el consentimiento de Steven. Con esa luz se sabrá cuando alguien abra estas puertas. Así que cuando la abra, Steven ya sabrá sobre ello y toda la ciudad entera.

Súbitamente, una silueta nos sorprendió a todos, pero me alegré al ver que se trataba de Satoshi junto con su Pikachu. Ambos llegaron apresurados, pero sanos y salvos.

— Ash… —susurré feliz.

— No hay tiempo —me mencionó— Anabel, abre la puerta.

— De acuerdo, pero tendremos que actuar enseguida.

Todos asentimos.

La miembro introdujo la llave en la puerta, mientras el rechino de las bisagras oxidadas invadía el ambiente.


Flannery

Al ver que May, Roxanne y Anabel habían entrado finalmente al castillo, era nuestro turno de actuar. Wallace y yo nos adentramos en los pasillos, puentes, escaleras y demás edificaciones que el castillo tenía, con el objetivo de dirigirnos hasta la torre más alta, donde iba a ser nuestro punto de salida.

Esquivamos a varios guardias, que hacían su labor vigilando tanto pasillos como escaleras, hasta que finalmente cruzamos varios puentes, subimos muchas torres y llegamos hasta el final de ellos. Y entonces, supe que era nuestro turno cuando una luz verde situada en los extremos de los pasillos iluminó el ambiente. Con el Charmeleon de Satoshi acompañándome y con mi Torkoal apareciendo sobre mí, ambos lanzaron un humo denso y negro que comenzó a inundar poco a poco los pasillos.

— Eso es —alenté mientras ambos Pokemon de fuego seguían expulsando la cortina de humo, para que los guardias no se dieran cuenta de que la luz verde se había encendido. Y poco a poco, el humo negro empezó a invadir no sólo los pasillos desde la torre más alta, sino que se coló por las puertas cerradas y llegó a habitaciones, cruzó varios puentes externos donde le humo se extendía y llegaba por las grietas de otros muros. El humo era tanto, que la energía de ambos Pokemon comenzó a ser afectada, pero sabía que iban a resistir.

— Así se hace —Wallace sonrió, aunque notaba que algo en su mirada le preocupaba.

Era imposible que los guardias de la entrada hacia el castillo y de los primeros niveles no se dieran cuenta de que las celdas habían sido abiertas. Sin embargo, ellos no sabrían nunca que la prisión se había abierto sin permiso si Steven no se los avisaba... Pero el humo sólo era una distracción para retardar a los guardias que había en niveles superiores. A estas alturas, Steven ya se habrá dado cuenta de que no tenía su llave y las celdas se habían abierto sin permiso, pero cuando saliera de su habitación, el humo lo iba a invadir y no sabría a dónde dirigirse, así como muchos guardias que se daban cuenta poco a poco que alguien intentaba escapar.

— Estoy orgulloso de ustedes —levanté un puño al aire al ver que ambos Pokemon poco a poco iban expulsando más y más humo.

Pero entonces, Wallace me sujetó del hombro.

— Flannery —nombró— Quédate aquí y espera a que Anabel llegue.

— Tardará un poco. ¿Qué planeas hacer?

— Iré a ver si Iris y Misty han llegado.

— ¿Qué? ¡No, Wallace! ¡Anabel dijo que…!

Pero el sujeto desapareció entre la espesa capa de humo. No tuve tiempo para detenerlo, debido a que varios guardias aparecían por los pasillos intentando quitar el humo con sus Pokemon voladores, pero las ventanas cerradas de los castillos les impedían desaparecer el humo.

Y lo que más me sorprendió, es que a donde Wallace debía ir era hacia el punto más alto del castillo, ya que Iris y Misty iban a aparecer ahí.

No obstante, él se había ido para el lado contrario.


May

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Los segundos pasaron y un haz de luz verde invadió tanto las prisiones como todo el ambiente. Anabel nos permitió la entrada, y debido a la luz verde situada en las esquinas de los pasillos, pudimos ver ahora todo con claridad, desapareciendo cualquier atisbo de oscuridad. Y sin dudarlo corrí hacia el final de los pasillos, viendo de celda en celda para ver si mi hermano se encontraba en alguna de ellas.

Y lo vi.

El muchacho estaba situado en una esquina del cubículo húmedo en el que estaba. Era escuálido, pálido y esquelético, con ojeras sobre los ojos y con las extremidades temblorosas. No sabía en un principio si aquel muchacho era mi hermano o si era alguien que aparentaba serlo. Cuando su mirada perdida se posó en mí, ni siquiera sonrió, debido a que estaba tan concentrado en su delirio y en sus pensamientos, que no pudo saber en realidad si estaba soñando o si lo que veía era real. Anabel llegó hasta la celda y la abrió con la llave maestra; cuando me permitió el paso, por alguna razón tuve miedo de entrar, pero lo hice con algo de nerviosismo.

Me hinqué hasta que estuvimos frente a frente. El muchacho levantó una de sus escuálidas manos hasta que la llevó a mi mejilla. Yo sonreí y asentí con la cabeza, con un nudo en la garganta.

— Vinimos a rescatarte.

— M-May…

Y una lágrima no sólo salió de mi rostro, sino que también lo hizo del suyo. Ambos nos quedamos así por algunos segundos, hasta que escuché el ruido de otra celda rechinando y un sujeto apareció detrás de mí, en la entrada de la celda de Max. Al voltear, me di cuenta de que Brendan me miraba con felicidad, sólo que también estaba escuálido, pálido y demacrado por la oscuridad que lo había invadido. ¿Qué hacía él ahí?

— ¿Brendan?

— May —dijo, pero su voz era ronca debido a la debilidad a la que su cuerpo estaba sometido.

— ¿Qué haces…?

— Eso no importa. Lo que importa es que estás bien. Sabía que si me encerraban aquí, tarde o temprano iba a encontrarte. Y no me equivoqué. Sabía que ibas a rescatar a tu hermano, por lo que vine hasta aquí para ver si estabas sana y salva—llegó hasta mí y me abrazó. Yo aun seguía impactada.

Poco después, abrí mi inventario y le di un antídoto tanto a Max como a Brendan para que sus fuerzas volvieran a la normalidad, aunque iba a tardar un par de minutos en que su energía volviera de nuevo. Max no me agradeció, mas se quedó aun en un estado perplejo. Sin embargo, Brendan sonrió, abriendo y cerrando la palma de sus manos debido al antídoto que le había obsequiado.

— Me siento fuerte de nuevo —me miró y sonrió de oreja a oreja— Te extrañé, May.

— Yo igual —sonreí— Ahora lo que tenemos que hacer es…

Pero algo me interrumpió. Brendan se acercó rápidamente, dejándome sin tiempo para reaccionar. El de gorra albina reposó sus labios sobre los míos; sus manos se perdieron entre mis cabellos alargados y castaños, pero yo intentaba escapar, aunque no podía. Nunca cerré los ojos, porque estaba más atenta a ver si Ash nos estaba viendo.

Me equivocaba: No sólo él nos miraba, sino que Anabel y Roxanne también lo hacían. Al ver el semblante del Ketchum, éste desvió la mirada algo molesto, aunque parecía más triste que furioso.

— Yo… —articulé cuando me separé de él— Brendan… ¿qué hiciste?

— Oh, lo siento… yo… —intentó disculparse cuando notó que yo estaba sorprendida—. Pensé que…

Y entonces, una alarma invadió el ambiente. El simulacro era tan potente y abrumador, que supuse que se había escuchado en toda Ciudad Subterránea. La luz verde comenzó a bailar al compás del simulacro.

— Lamento interrumpirlos, pero debemos de escapar de aquí —dijo Anabel, mientras yo asentía.

Quise ir hacia Ash, pero éste retrocedió unos pasos, con una mirada que me hirió por completo.

Las voces de los guardias empezaron a sonar a lo lejos, por los pasillos que conducían hasta aquí. Roxanne sacó una pokébola y de ahí apareció un Nosepass, que ocasionó un derrumbe hasta el punto en que varios escombros hundieron la puerta de metal y nos vimos envueltos en un camino sin salida. Los guardias ya no llegarían hasta nosotros, y si lo hacían les costaría trabajo el remover las piedras, sólo que ahora nosotros no teníamos a donde ir.

De pronto, el sonido de varios ataques que pretendían romper los escombros se hicieron presentes. El Nosepass de Roxanne y ella retrocedieron, dubitativas de lo que podría pasar. Anabel suspiró, esperanzada de que desde el otro lado del pasillo apareciera quien debía aparecer. Y entonces, finalmente un sonido extraño comenzó a surgir a nuestras espaldas. El golpeteo se hizo más y más fuerte, hasta que finalmente, el muro invadió aquel golpeteo y una oreja salió inesperadamente de ahí; una oreja de pelajes marrones y grisáceos perforó la piedra y pronto un gran agujero se formó. EL Diggersby de Citron y el mencionado salieron de ahí, seguido de los Treecko que habían ayudado a los NPC de Pueblo Subterráneo; el rubio suspiró y se limpió el sudor de la frente.

— ¿Y bien? ¿Qué esperan? —sonrió el sujeto, mientras todos lo seguíamos por la cueva, que tenía dos caminos distintos— Vayan por la derecha… mi Pokemon ha cavado ya hasta la entrada del castillo; la izquierda es por donde comencé a cavar la cueva.

Los Treecko me asintieron, en señal de que estábamos a mano. Yo les sonreí, y protno se fueron por el camino de la derecha, para regresar a su habitual hábitat. No obstante, el líder de ellos se quedó observando a un Ash que aún no se había introducido a la cueva, que estaba observando la celda de al lado. Poco después, el Pokemon se fue sin expresar gesto alguno.

Roxanne metió de nuevo a lo pokébola a su Nosepass, mientras se introducía en el gran camino de la derecha inclinado; Anabel la siguió y también Brendan, que seguía algo sorprendido por lo que había hecho; Max le siguió a pasos débiles, con mi ayuda. Sin embargo, Ash se quedó ahí.

— Ash… —le nombré, aunque éste hizo caso omiso a mi voz.

El muchacho miraba otra de las celdas, donde un sujeto misterioso se encontraba. La luz verde lo iluminaba, pero no podía verse su rostro debido a que estaba en la oscuridad de la habitación.

— Vamos, abre la puerta —su voz era misteriosa— Ya no resisto el estar aquí.

— Ash, tenemos que irnos —insistí.

Sin embargo, el muchacho se fue por la cueva, pero la razón era para decirle a Anabel que le prestara la llave. Acto seguido, volvió a las celdas e introdujo la llave en la celda, que se abrió poco después. El sujeto se paró con piernas fuertes, y noté que él no estaba tan debilitado como lo habían estado Brendan y Max. ¿Quién era aquel sujeto?

— Gracias —dijo y entonces su rostro se iluminó por las luces esmeraldas. Era un chico de tez pálida, ojos oscuros y misteriosos como la penumbra, mientras una mata larga y espesa de colores azules y oscuros le cubría la mayor parte de su rostro; una túnica color vino con un cuello alargado le llegaba hasta la barbilla, y cuando me miró, sentí algo de peligro en él— Soy Tobias. Gracias por salvarme —le dijo a Ash, mientras éste asentía.

El prisionero, con todas las energías del mundo, siguió a los demás, mientras Ash suspiraba y seguía los talones del prisionero.

— Ash… —le sujeté la manga de la túnica blanca, pero éste me dedicó una mirada fría.

— Sigamos. No hay mucho tiempo —me dijo, pero lo había hecho en un tono frío y entristecido, sabiendo que estaba herido por el beso entre Brendan y yo.


Wallace

El humo invadía el ambiente, pero hábilmente había llegado hasta la puerta de la habitación. Tomé la manija, pero tuve miedo de abrirla. Suspiré, con los latidos de mi corazón en la garganta. Cuando abrí la puerta, el humo seguía invadiendo el ambiente, pero la ventana central de la habitación, que se encontraba al final de ésta, desaparecía todo el humo que se colaba por los pasillos. La luz verde invadía notoriamente el ambiente, pero las luces de Ciudad Subterránea inundaban más el aula. La alcoba estaba destruida, partida en dos, mientras un piso agrietado se alargaba hasta llegar a mis pies. Una silueta miraba con calma la ciudad, pero sabía que ésta había sido la culpable de romper la cama debido a la furia que sentía. Sabía que Steven se había envuelto en un aura de rabia, pero era incapaz de mostrarla en público, puesto que intentaba siempre ser sereno, calmado y educado. Su Metagross lo acompañaba a un lado, alzándose imponente como la gran piedra que había sido. Me triplicaba la altura, y cuando entré, éste se volteó y me vió con esos ojos carmesíes, advirtiendo a su dueño de que un intruso había llegado. Pero más que un intruso, era más como un amigo. El de cabellos grises se volteó y me dedicó una mirada de hospitalidad con esos orbes plateados como la luna. Sonrió de una manera que no pude comprender, aunque poco después extendió sus brazos para permitirme el entrar amablemente a su habitación.

— Pasa, pasa —dijo entre tonos educados— Lamento el que encuentres así mi habitación. Nunca pensé que las visitas llegaran hasta mis aposentos.

— Steven… —nombré preocupado.

—… Y nunca pensé que esa visita fuera un viejo conocido. Dime… ¿quieres un poco de whisky? ¿Qué te ofrezco?

Pero me quedé atónito. ¿Por qué no estaba furioso? Su llave no se encontraba sobre su cuello, y había prisioneros escapando de sus celdas. ¿Por qué se quedaba ahí a contemplar la ciudad que tenía bajo su castillo?

— Vamos, no seas tan modesto. Insisto en ofrecerte algo —el chico sacó de su inventario una botella de líquido color miel, dos vasos de cristal, y los colocó en la mesa de noche que tenía ahí. Sirvió dos cantidades considerables, agarró ambas y llegó hasta mí para ofrecerme uno de los vasos. Lo tomé con suma confusión, y éste volvió hacia los límites de su habitación, observando la ciudad a través del cristal— Brindemos…

Alzó su copa en el aire y tomó un gran sorbo. Acto seguido, exhaló con placer e hizo una mueca de gusto debido al fuego del whisky en su garganta.

— ¿Sabes algo, Wallace? Yo siempre me he considerado una persona muy calmada.

Quise decir algo, pero él prosiguió.

— Incluso cuando me pasaron todas las cosas que intervinieron en mi pasado, siempre me consideré sereno. Tú me conoces, sin duda. ¿O me equivoco?

— No.

— Pero todo es cruel en esta vida. ¿No es así? Hasta a las personas más pasivas nos pasan cosas violentas. Nadie se salva de esta crueldad que conlleva la vida —el sujeto agitó el líquido en su vaso— Inclusive ahora. He sido tranquilo, pasivo y he ayudado a todo PBO. ¿Por qué…? ¿Por qué entonces la vida me trata mal? ¿Por qué esos imbéciles intentan arruinar mi maldita reputación? —al decir aquello, lo había dicho de una manera calmada e irónica, pero con un pequeño atisbo de rabia en su interior. Se terminó el whisky de un solo sorbo, y lo posó en la mesa que tenía en el costado— Pero también me conoces, Wallace. También sabes que me considero una persona astuta e inteligente. ¿Cierto?

— ¿Qué…?

— También puedo jugar a su estúpido juego —entonces rió por unos segundos. Una risa educada, sutil y agradable— Y es el juego más fácil del mundo. Dejar que te roben la llave, dejar que escapen de la prisión y dejar que lleguen hasta la torre más alta del castillo. El juego más fácil y más sencillo del mundo, Wallace. No es gran cosa.

Tiré mi vaso en el suelo de piedra, y éste se quebró, esparciéndose todos los pedazos de cristal y el líquido hasta que brillaron al compás de la luz esmeralda de la habitación.

— Vamos… podrían haberlo hecho mejor —su sonrisa era calmada, pero me inundaba en un miedo incomprensible— Pero qué más da. Hicieron lo que hicieron y ya no hay nada que se pueda hacer al respecto. Pero la mejor parte de todo ¿sabes cuál es? —su Metagross agitó una de sus piernas en el suelo, y ésta nuevamente produjo varias grietas— Que yo no tuve que mover ni un solo dedo.


Ash

Salimos finalmente de la cueva; aún seguía pensando en el beso que Brendan y May habían tenido, pero había cosas más importantes en las que pensar este justo momento. Súbitamente varios guardias se dieron cuenta de nuestra presencia en el momento que aparecimos por uno de los niveles inferiores del castillo. Sin pensarlo demasiado comenzamos a ascender varios peldaños y cruzar por varios puentes, al mismo tiempo que mi Pikachu, el Diggersby de Citron, el Nosepass de Roxanne, el Vibrava de Ruby, y el Silcoon de May distraían a los Pokemon de los miembros que intentaban detenernos. Subimos durante un par de minutos, con una especie de humo comenzando a invadir el ambiente cada vez que subíamos a mayor altura.

Entonces, llegamos a la torre final, después de un cansado trayecto y de un arduo trabajo evitando los ataques de los guardias que pronto se perdieron en el humo causado por Flannery. Nosotros también nos perdimos durante unos momentos, pero Anabel sabía por dónde ir a pesar del humo cubriéndole la vista. Flannery se alegró de nuestra presencia, y cuando vio que habíamos arribado, mi Charmeleon así como su Torkoal dejaron de expulsar el humo incesante.

— ¿Y Wallace? —mencionó Anabel, preocupada.

— Me dijo que nos iba a esperar en la habitación de escape, pero se fue por el otro lado.

— ¿Qué?

— Sí, lo vi que…

— ¡Vamos, no tenemos tiempo! —dijo Ruby cuando vio que Tobias, el chico que yo había liberado, se adelantó subiendo los últimos escalones de la torre más alta.

Anabel quiso ir hacia el otro lado, puesto que sabía que Wallace no se iba a encontrar en el punto donde Flannery le dijo que se suponía que debía estar; sin embargo, hizo caso omiso a su mente traicionera y nos siguió subiendo por los escalones. El humo pronto dejó de molestarnos, y las piernas comenzaron a arderme debido a todo el esfuerzo que hacía por haber subido tantos escalones y corrido tantas distancias. Finalmente llegamos a una puerta inmensa de madera, la cual Anabel empujó con ayuda de Brendan. Y entonces, todos empujamos la puerta que rechinó contra el suelo y produjo un eco capaz de ahuyentar cualquier sonido alrededor.

Corrimos sin pensarlo. Se suponía que Iris y Misty estarían esperándonos al final de la habitación, vigilando que nadie estuviese ahí para evitar nuestro escape, y con los Pokemon dragones de la miembro de la UEO rompiendo el cristal que daba hacia el gran paisaje del nivel 25 y así poder huir.

Pero paramos en medio de la habitación dándonos cuenta de que alguien se encontraba ahí. Las ventanas que daban hacia la noche oscura no podían resaltar la silueta, pero los ojos carmesíes de ésta fueron como dos luces resplandecientes en medio de la noche, mientras su cabello escarlata se agitaba debido a las corrientes de viento que entraban por el muro de cristal hecho añicos y esparcido en el suelo. Estos pequeños vidrios resplandecían e irradiaban tonos rojos gracias a los ojos resaltantes de la silueta que estaba ahí. Su túnica color vino también danzaba al compás de la ventisca helada, así como las dos siluetas que tenía colgando de sus dos manos. En la mano izquierda sujetaba a una persona inconsciente de tez morena y de cabellos púrpuras, mientras que la otra era una muchacha de piel clara y cabellos anaranjados. Ambas estaban con rasguños, moretones y tenían su vida no tan baja, pero estaban en peligro inminente cuando supe que el jugador que sujetaba a Iris y a Kasumi era Lance. La sonrisa que emanó de las comisuras de sus labios mostró unos dientes que brillaron más que el firmamento, y de pronto lanzó las dos siluetas a lo largo de la habitación, llevándose consigo varios trozos de cristal que se incrustaron en sus ropajes.

— ¡No! —grité cuando vi a Kasumi en aquel estado, al mismo tiempo en que May iba a socorrerla. Citron fue a ayudar a Iris, pero los demás se quedaron pasmados ante la escena.

— Hay que escapar… —Anabel supo que todo había estado planeado, pero cuando la mayoría volteó para salir por la puerta, habíamos sido acorralados por varios jugadores más que nos miraron con sed de venganza.

— Sabía que eras una traidora, Anabel —mencionó uno de los miembros del alto mando del gremio Alma de Piedra. Era un viejo de gorra blanca, resaltando por un bigote canoso voluminoso y una mirada seria, hundida y penetrante.

— No, Dracón. No es…

— ¡Steven nos ordenó que la matáramos a ella y sus amigos! ¿Podemos, Dracón? ¿Podemos? —una pequeña niña de tez morena, cabello azabache corto, estatura corta, de corpiño y falda azul con adornos floreros se veía muy entusiasmada por batallar.

— Es lo que se nos ordenó, Fátima —indicó uno de cabellos azules claros, con figura esbelta y músculos grandes.

— De acuerdo Marcial, pero yo pido matar a la traidora —la mirada maniática de un hombre calvo excepto por el copete rojizo que traía en la frente, hizo retroceder un par de pasos a Anabel.

— Sixto, no te desesperes. No querrás perder enseguida ¿O sí? —rió calmadamente una mujer arrugada de cabellos arena, mirada misteriosa y ojos cascada, portando un vestido púrpura.

— Agh, cállate Nívea —replicó el de mechón rojizo— Quiero batallar.

Sin embargo, Lance los hizo callar con el sonido del desenvaine de su espada blanquecina. Incluso los grandes miembros del gremio de Steven retrocedieron cuando Lance mostró el arma que usualmente nunca mostraba en las mazmorras. Anabel pasó saliva por su garganta, mientras todos los demás se mostraban intimidados por aquella arma; Tobias fue el único que no retrocedió, ya que al mirarlo, frunció el ceño y se comportó de una manera extraña…

— Hicieron mal en venir… —Lance sonrió con una sonrisa que nunca había visto— Pero ahora tendrán que pagar caro.

— No… no los lastimes —Anabel parecía muy preocupada— No los…

Sin embargo no tuvo tiempo para seguir suplicando. El sujeto de cabellos escarlatas, en un abrir y cerrar de ojos, cual el viento que recorría la habitación, llegó hasta las espaldas de la chica de cabellos violetas, colocando su Escama de Dragón sobre la punta de su garganta. Sujetó sus cabellos hacia atrás y respiró bruscamente a un costado de su oreja.

— Ya no hay nada que hacer —y entonces empezó a reír— ¿Creyeron que iban a salir ilesos de aquí? ¿Creyeron que dos de mis miembros iban a poder ayudarlos? Se equivocan… Ahora tendré que tomar prisionera a esta idiota, al igual que a todos ustedes. Pronto se darán cuenta de que todo está perdido.

— ¿De qué hablas? —Brendan se notó furioso; Max se escondió entre su hermana.

— Oh, de nada importante —nuevamente soltó un bufido— Lo descubrirán pronto.

Sin embargo, un sentimiento de valentía invadió al pequeño prisionero que estaba detrás de su hermana. El chico de cabellos azules suspiró y levantó ambos puños flácidos, mirando a un Lance que de pronto se rió al ver que estaba siendo amenazado por un niño patético y débil.

— ¿A qué punto he llegado? —sujetó con más fuerza el cabello de Anabel— ¿A qué punto he llegado para que me dejen de respetar? Estoy siendo amenazado por un niño inservible. ¡Por Arceus! No pueden humillarme de esta manera.

Sin embargo, un puño ya iba dirigido hacia él, pero no se trataba del puño de Max. Kasumi había despertado entre mis brazos, y no tuve tiempo para detenerla. La muchacha, con algo de aturdimiento todavía, se rodeó de un aura anaranjada y fue directo hacia el rostro de Lance, pero éste lo esquivó con el simple meneo de su cabeza. Kasumi pasó de largo, y dos segundos después, el Dragón Indomable había soltado a Anabel para sujetar esta vez a la Novata Dragón. El sujeto recargó su Escama de Dragón sobre su cuello, y la muchacha llena de rabia, gritó para que fuese liberada.

— Suéltala… —Iris había despertado, mostrándose furiosa. Aun seguía en brazos de Citron.

— Oh, qué conmovedor —Lance sonrió y recargó con más fuerza su espada contra su cuello— Un movimiento en falso y ella muere. Ahora, Masato… entrégate, al igual que todos. Ríndanse o mato a esta chica.

Nadie movió un solo músculo. Brendan regresó a su Pokemon, al igual que Roxanne, Anabel y Flannery. Todos se colocaron de rodillas en el suelo, incluso Tobias, que parecía estar pensando en otra cosa que no era la escena que se le presentaba. Todos estaban en cuclillas con las manos en alto; hasta Masato, que había sido invadido por un momento de valentía, dejó de insistir y tomó la mano de su hermana, rendido ante el Dragón Indomable.

Pero yo jamás me coloqué de rodillas…

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El sonido metálico de mi espada inundó la habitación. Un grito ensordecedor salió de mi voz y fui cual trueno hacia el Dragón Indomable. Mi espada desprendió unas chispas carmesíes y en un abrir y cerrar de ojos, mi arma ya iba directo hacia su rostro. Lance hábilmente pudo cubrirse soltando a Kasumi y cubriéndose con su espada, produciendo un sonido metálico ensordecedor que hizo un eco por toda el aula.

Pero mientras con una mano forcejeaba entre el duelo de espadas, con la otra cerré mis dedos en torno al puño y con toda la fuerza posible, golpeé el rostro de Lance.

Mi puño se hundió en su rostro, mientras yo producía un grito lleno de rabia, intensidad y de furia por saber que él era parte del Gremio Rocket. Si no ¿por qué otra razón nos amenazaba y nos decía que todo estaba perdido?

Lance intentó zafarse de mi puño, pero era demasiado tarde. El puño hundido en su rostro lo mandó de nuevo por el cristal roto de la habitación, soltando su espada en el acto y desapareciendo por el vacío del paisaje, mientras dejaba un par de ondas de viento que se habían producido debido al golpe.

— No me importa si eres uno de los jugadores más fuertes de PBO —Susurré furioso— Pero no lastimarás a Kasumi.

La chica me miró sorprendida, mientras todos también estaban en un trance exaltado por ver que me atreví a golpear al Dragón Indomable. Inclusive Tobias, el prisionero misterioso, esbozó una sonrisa cuando se dio cuenta de que tenía agallas.

— Ese idiota… —Dracón, el del alto mando intentó acercarse hacia mí, pero al momento le dediqué una mirada más rabiosa de lo que él podía comprender. La espada en mi mano desprendió ondas caloríficas y de pronto un par de chispas escasas invadieron el metal.

— Agh, ese chico… ¡Lo siento, pero te mataré! —Sixto se encaminó hacia mí, con su veloz cuerpo yendo hacia mí, en torno a un aura púrpura alrededor de sus puños.

Pero sin siquiera ver que venía, alcé mi espada y ésta chocó con uno de sus puños. Una simple mano en mi empuñadura bastó para forcejear con su fuerza, y entonces las chispas que rodeaban el metal desprendieron una onda que lo mandaron a chocar cual proyectil en uno de los muros de la habitación que se hizo añicos y salió disparado más allá de la cordillera. Al momento en que mandé a Sixto a volar, le dediqué una mirada seria a todos los enemigos, que retrocedieron un poco pero nuevamente adoptaron posición de ataque.

— Así que eres el Destello Eléctrico —una voz apareció por la voluminosa puerta de madera. Finalmente vi el rostro de un sujeto de rasgos finos, cabellos grisáceos y orbes plateados. Sonreía placenteramente y caminó hacia mí como si no resultara ninguna amenaza. Tenía las manos en sus bolsillos del esmoquin, y no paraba de sonreír. Cuando llegó hasta posarse unos metros separado de mí, comenzó a aplaudir— Te felicito por lo que has hecho, pero aquí termina tu escena heroica.

— No te saldrás con la tuya, Steven —mencioné con una voz grave— Me llevaré a Masato, cueste lo que cueste.

— Oh, como digas. No negaré tu creencia, pero no reclames cuando te equivoques —y súbitamente un Metagross salió de una de su pokébola. Medía más de lo que pensaba, y cuando el Pokemon intimidó a todos, Lance apareció por el agujero de cristal roto, montado a lomos de un Dragonite Shiny que rugió y su eco viajó por todas las cordilleras, rompiendo más pedazos de cristal debido a la fuerza del rugido, aunque noté que Lance estaba más furioso que nunca.

— Pues entonces prepárate para equivocarte —mencioné, mientras mi Pikachu se montaba en mi hombro con sus mejillas electrificadas, y Charmeleon comenzaba a emanar un aura de fuego en su hocico.


Próximo capítulo: El Arco Oscuro